sábado, 16 de marzo de 2024

Obstáculos para escuchar la voz de Dios


 
Obstáculos para escuchar la voz de Dios

1 Reyes 19.8-18

¿Alguna vez se ha puesto un caracol en su oído? La creencia popular es que si usted lo hace y permanece absolutamente inmóvil y callado, podrá oír el sonido del océano dentro del caracol. Parece poco probable, pero cuando lo intentamos, siempre parece que escuchamos algo, ¿no es así?

Hay muchas cosas en la vida que, simplemente, no podemos escuchar hasta que estamos callados y escuchando con atención. Cuando nos concentramos en un caracol, escuchamos el océano. Pero, ¿qué podemos esperar si dirigimos nuestra atención a Dios?

En el pasaje de hoy, vemos a Elías necesitando con desesperación una palabra del Señor.

Primero, un viento fuerte sopla a través de las montañas donde está descansando, pero Dios no está en el viento. Luego un terremoto sacude a la Tierra misma, pero Dios no está en el terremoto, tampoco.

Finalmente, aparece un fuego brillante y consumidor, pero Elías sabe que Dios tampoco está allí.

Después de la dramática incidencia de estas tres poderosas fuerzas, las cuales podrían haber sido una estupenda representación del poder de Dios, el Señor se acerca con una brisa suave. Y Elías lo reconoce inmediatamente.

Dios no siempre nos habla de la manera que esperamos. Es posible pasar por alto su llamado más intenso que, a menudo, viene a través del silencio.

¿Qué podría estar susurrándole Dios hoy? Calme su mente y calle delante de Él; es posible que el Señor pueda impactar sus sentidos con su apacible y fascinante voz.

La lección de la arcilla

 

La lección de la arcilla

Isaías 64.8

Decidí dejarme guiar por el profeta Jeremías, quien visitó el taller de un alfarero a petición de Dios (Jer 18.1-6). Por tanto, vi un documental de un instituto de arte para entender mejor la metáfora bíblica de Dios como el Alfarero, y las personas como el barro. Esto fue lo que aprendí cuando mostraron el lugar lleno de tornos de alfarería.

El Alfarero tiene poder sobre la arcilla. Por tanto, puede hacer lo que desee con ella; de la misma manera Dios, puede darnos forma. Aunque tratemos de resistir su mano moldeadora, Él trabaja para lograr su propósito.

El gran Alfarero se ha propuesto hacer un diseño particular en nosotros, y tiene un plan para darle forma.

El Alfarero trabaja el barro con paciencia. Puesto que Dios sabe que la madurez
espiritual no se puede apresurar, Él forma nuestro carácter cristocéntrico lentamente, con una experiencia a la vez. Eso significa que Él debe también tener perseverancia, pues la arcilla humana a veces se desviará del centro del torno y se deformará. Así como el barro solo puede ser moldeado cuando está exactamente en el centro del torno, los creyentes deben estar dentro de la voluntad de Dios para crecer espiritualmente. Dios maniobra con el creyente que se desvía para ponerlo de nuevo en la posición. Nunca desecha sus vasijas, sino que trabaja sin descanso para perfeccionarlas.

Dios es un Alfarero cuyas creaciones reflejan su personalidad y su carácter. Su Espíritu se derrama en nosotros para ser parte íntima de nuestra vida. El resultado es una obra de verdadera belleza, una vida santa dedicada del todo a Dios.

Cómo responder a las puertas cerradas



Cómo responder a las puertas cerradas

1 Samuel 13.1-14

Como creyentes, queremos obedecer la voluntad de Dios, pero a veces no sabemos qué camino tomar. Tal vez estamos en una encrucijada, preguntándonos cuál camino es el del Señor. O tal vez después de avanzar un poco, de repente nos encontramos con una puerta cerrada. ¿Qué debemos hacer cuando el camino por el que queremos andar esta bloqueado?

Imagínese parado junto a una de estas puertas. Primero, prueba el picaporte, pero no cede. Entonces saca las llaves y busca una que encaje. Cuando eso falla, usted llama a unos amigos para preguntarles si saben cómo abrirla. Finalmente, frustrado, toma una ganzúa y abre la puerta forzándola. El problema con todos estos métodos es que no le llevarán a donde el Padre celestial quiere que usted vaya.

El rey Saúl descubrió esto cuando abrió una puerta que el Señor había cerrado. Debía haber esperado a Samuel, ya que solo los sacerdotes podían ofrecer sacrificios. Pero Saúl miró las circunstancias a su alrededor, se asustó, y decidió encargarse de eso personalmente. En vez de estar en la puerta, confiando en el Señor y esperando que Él la abriera en el momento preciso, Saúl forzó la entrada y, como resultado, perdió su reino.

Los costos de la desobediencia son siempre más altos que los beneficios de introducirse por una puerta cerrada. Si el Señor ha cerrado una entrada, es para protegerle. La respuesta correcta es esperar con paciencia y ser fiel en la situación. Con el tiempo, Él abrirá la puerta o bien le redirigirá al camino que conduce a su voluntad.

Relaciones correctas

 

Relaciones correctas

Proverbios 27.17

Para llegar a ser las personas que Dios quiere que seamos, es esencial que elijamos las amistades correctas. Son sumamente importantes, porque sin ellas no lograremos mucho en la vida. Debemos relacionarnos con personas que:

● Nos alimenten la confianza en Dios y también en nosotros mismos.

● Nos alienten cuando estemos preocupados y desanimados.

● Nos estimulen para lograr nuestro potencial.

● Nos dinamicen cuando estemos cansados.

● Nos reconforten cuando estemos sufriendo.

● Nos defiendan cuando seamos atacados.

● Nos perdonen cuando cometamos errores.

● Nos amen incondicionalmente.

● Nos confronten cuando nos extraviemos.

● Nos ayuden cuando estemos sobrecargados.

Es bueno preguntarnos si tenemos a alguien que llene las necesidades mencionadas en esta lista. También es importante descubrir qué relaciones pueden desviarnos de la senda de la devoción a Dios. Cuando esto suceda, puede que sea necesario separarnos de ciertas personas para mantener nuestros principios. Pero cuando la separación no es una opción —como cuando el conflicto involucra a un miembro de la familia— todavía podemos perseverar y andar con Dios.

Veamos ahora la misma lista desde un ángulo diferente: ¿Hace usted estas cosas por los demás? Podemos decidir ofrecer esas cualidades a las personas que nos rodean. Tales relaciones están entre los tesoros más grandes.

Cómo mantener el gozo

 


Cómo mantener el gozo

Salmo 40.16

Aunque algunas personas usan de manera equivalente los términos felicidad y gozo, hay una gran diferencia en su significado. La felicidad depende totalmente de las circunstancias, pero tan pronto como surgen los problemas, la persona deja de ser feliz. En cambio, el gozo es un regalo de Dios que permite a los creyentes encontrar paz y esperanza, aunque la vida parezca desplomarse.

Sin embargo, hay cristianos que viven sin gozo. Por supuesto, una conducta pecaminosa puede ser el motivo. Pero también puede haber otras causas, entre ellas el remordimiento por errores del pasado, el temor a futuras adversidades, o una actitud arraigada de insatisfacción en la personalidad.

Si usted sigue a Cristo, pero no tiene gozo, recuerde quién es Él, y quién es usted en Él.
Para comenzar, tiene la salvación eterna, y su nombre está escrito en el Libro de la vida del Cordero. El amor del Todopoderoso es incondicional, y su Espíritu que mora en usted nunca le abandonará. Él sabe todo lo que usted enfrenta, y ha prometido proveer para todas sus necesidades.

Si usted se detiene a considerar las maravillosas bendiciones que tiene en Cristo es
probable que la gratitud lo abrume. Quizás siga sintiendo tristeza por algunas
circunstancias, pero el gozo del Señor le sostendrá, aun durante el dolor más intenso.

En medio de los altibajos de la vida, ¿le está sosteniendo el gozo del Señor? ¿O las pruebas le quitan el gozo y la esperanza? Nuestro Padre ofrece una manera de vivir superior, no exenta de dolor, pero sí con fuerzas para resistir.

Recuerde siempre el inmenso tesoro que tiene men Él y en sus promesas.

Cómo establecer prioridades correctas

 



Cómo establecer prioridades correctas

Mateo 6.33

La Biblia contiene muchos ejemplos aleccionadores de hombres y mujeres que establecieron mal sus prioridades. A menudo, fueron personas temerosas de Dios que tuvieron un lapso momentáneo. Esto debe dar a todo creyente una pausa para considerar la importancia de llevar cautivo a la obediencia a Cristo todos los pensamientos y deseos perjudiciales.

Con propósitos buenos o malos, establecemos prioridades de una de estas tres maneras: evaluando qué cosas deben tener más importancia; sucumbiendo a la presión y dejando que la gente o las circunstancias dicten cómo debemos priorizar; o derivar hacia hábitos y maneras de pensar que se conviertan en un estilo de vida. Además, las prioridades deben estar en orden antes de enfrentarnos a circunstancias y personas difíciles; de esa manera, podemos mantenernos firmes en obediencia. La única opción viable, entonces, es priorizar deliberadamente. Hacemos esto al establecer el propósito de vivir de acuerdo con el propósito y el plan de Dios.

Las prioridades que elegimos son determinadas por lo que valoramos. A veces, sin embargo, priorizar puede ser frustrante ya que hay muchas distracciones que desvían nuestro enfoque.

Si consideramos que una relación correcta con Dios es de suma importancia, entonces pondremos en primer lugar las acciones y los pensamientos que fortalezcan nuestra conexión con Él. Debemos ser disciplinados en seguir nuestras metas, porque tener una vida con propósito rara vez es fácil. Sin embargo, la buena noticia es que Dios conoce nuestro corazón, y Él honrará nuestro intento sincero de darle el primer lugar en nuestra vida.

Prioridades equivocadas

 

Prioridades equivocadas

Lucas 12.16-21

La parábola del rico insensato es un buen ejemplo de establecer mal las prioridades. Los creyentes modernos pueden aprender de tres errores que cometió ese hombre: proveer para sí mismo, no para los demás; proveer para su cuerpo, no para su espíritu; y proveer para esta vida, no para la venidera.

Existe un castigo por tener las prioridades equivocadas. Este hombre insensato murió sin tener la oportunidad de disfrutar de sus bienes. Y lo que es aun peor, murió con su alma en bancarrota.

Servir al Señor y su reino es la clave para establecer objetivos correctos. Cuando los creyentes hacen del servicio a Dios su interés principal, usarán un lente de rectitud para ordenar sus prioridades. La pregunta que debemos hacernos no es: “¿Qué debo hacer?”, sino más bien: “Señor, ¿qué quieres que haga?” La respuesta, que debemos buscar en oración y evaluar bíblicamente, determinará aquello que debemos poner en orden.

La vida no es algo que sucede por casualidad. Nuestro estado actual está determinado en gran medida por la forma en que priorizamos nuestras preocupaciones en los meses y los años anteriores. Esto significa que podemos influir positivamente en nuestro futuro, ordenando nuestras prioridades de acuerdo con los preceptos bíblicos. Entonces, a diferencia del rico insensato de la parábola de Jesús, aprenderemos el valor eterno de proveer para los demás, para que nuestra propia alma sea alimentada. Pero, más que eso, “[acumularemos para nosotros] tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban” (Mt 6.20 LBLA).

Pruébese a sí mismo

 

Pruébese a sí mismo

Hebreos 3.12–4.2

A muchas personas les encanta la Biblia porque está llena de palabras de seguridad, promesas y aliento. Pero también contiene advertencias a las que hay que prestarles atención. Al igual que la nación de Israel en el desierto, la iglesia a lo largo de la historia ha tenido a personas que se caracterizaron por la incredulidad.

Jesús dijo que, aunque muchos le llaman Señor, la prueba de la salvación se demuestra por una vida de obediencia (Mt 7.13-23). Usted puede haber notado el fruto de la salvación —o la falta de este— en su iglesia. Considere las siguientes señales que pueden indicar que alguien necesita ser salvo:

· A menudo se involucra en conflictos y disensiones en la iglesia porque no tiene el fruto del Espíritu.

· Por resistir la convicción de pecado del Espíritu, se siente incómodo cuando el pastor hace la invitación de arrepentimiento para salvación.

· A veces, prefiere el papel de espectador, y es reacio a involucrarse o a asumir un compromiso con alguna congregación.

· Si está sirviendo en la iglesia, puede sentirse frustrado porque trata de hacer la obra sobrenatural de Dios sin el poder del Espíritu Santo.

· Le cuesta entender la Biblia, pero tampoco tiene muchos deseos de leerla.

El propósito de la advertencia de Dios no es para que juzguemos la salvación de los demás; más bien, Él quiere que nos hagamos un análisis y guiemos a otros a la verdad. Las consecuencias son eternas, por lo que es importante hacer lo que dice la Biblia: “Examínense para ver si están en la fe” (2 Co 13.5 NVI). Pida a Dios que le permita dirigir a otros a Jesús, y que le ayude a parecerse cada vez más a Cristo.

Salvación y señorío


Salvación y señorío

Colosenses 2.6-10

¿Cómo pueden las personas que han puesto su fe en Cristo como su Salvador vivir en rebeldía contra Dios, con actitudes y conductas impropias? En realidad, cuando una persona es salva recibe una vida nueva; la conducta y los pensamientos pecaminosos son característicos de la vieja vida. Sin embargo, los viejos patrones persisten. La verdad es que todos los creyentes viven con este dilema en mayor o menor grado.

La salvación es un acto que Dios lleva a cabo una sola vez en la vida de cualquier persona que reconoce que Cristo pagó sus pecados. Esa persona tiene, entonces, la seguridad de un lugar en el cielo. Pero, ¿sabía usted que el Señor quiere más que esto para nosotros? La Biblia enseña que Él nos predestinó para ser “hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Ro 8.29-30). Este es su objetivo fundamental. La salvación es la puerta que abre el camino a este proceso, que se logra por el Espíritu Santo que vive en nosotros.

Esta transformación requiere el sometimiento al señorío de Cristo. Él pagó por nosotros con su sangre, y como ahora le pertenecemos, el Señor tiene el derecho a gobernar nuestra vida. En otras palabras, le recibimos como Señor en el momento de la salvación, y ahora debemos andar en Él (Col 2.6), dejando que tenga el control de cada decisión, acción, palabra, motivo, actitud y pensamiento.

Si ve poco progreso en su vida espiritual, es posible que el problema se deba a que no le ha entregado cada aspecto de su vida al Señor. Solo al rendirse a Él y al permitirle que gobierne su vida será bendecido ricamente, y su carácter, perspectiva, actitudes y conducta cambiarán.

sábado, 2 de marzo de 2024

Tenemos un Guía confiable


Tenemos un Guía confiable

Salmo 32.8-9

En una de las paredes de mi oficina cuelga un retrato que he tenido por casi sesenta años. Muestra al Señor Jesús de pie detrás de un hombre joven cuyos ojos están centrados en la dirección que el Maestro apunta. La mano de Jesús está sobre el hombro del hombre, e imagino que le dice: “Este es el camino por el que vamos. Te llevaré a tu lugar de destino”. Aunque en la senda habrá alegrías y tristezas, el Señor guía a sus hijos durante todo el camino hasta la morada eterna.

Cualquier persona sincera reconocerá que no está preparada para andar por la vida sola. Nuestro Dios omnisciente nos creó con la necesidad de buscar su dirección. Con nuestras fuerzas, conocimientos y poder de razonamiento no podemos tomar las decisiones más prudentes. Pero la mano amorosa del Señor en nuestro hombro puede conducirnos por el camino correcto para tomar buenas decisiones.

El Señor está dispuesto y tiene el poder para guiarnos, si se lo permitimos. Caminar con Él no es difícil. Reconozca que se ha desviado a sendas que le han llevado al pecado y a la desobediencia. Decida seguir la dirección de Dios leyendo su Palabra y practicando los preceptos bíblicos. Y aprenda a traer delante de Dios sus decisiones grandes y pequeñas mientras busca la senda que Él ha dispuesto para usted.

Más allá de nuestro último latido del corazón se encuentra la eternidad. Es hacia allá donde nos está dirigiendo nuestro Salvador. Nuestra tarea es seguir en obediencia, para que podamos alcanzar el cielo y escuchar decir al Padre: “Bien, buen siervo y fiel”.

La senda de la vida

 


La senda de la vida

Jeremías 10.23-24

La vida es como un sendero lleno de giros y vueltas. Las actividades atractivas pueden convertirse en desvíos que llevan a las arenas movedizas del pecado; y las filosofías interesantes pueden transformarse en un lodazal de ideas confusas. Incluso la mejor ruta no está llena de prados soleados y tranquilos riachuelos. A veces, es posible que tengamos que viajar por terrenos rocosos o valles oscuros. La única manera de estar seguros de que estamos yendo bien es seguir a alguien que conozca el camino perfectamente.

Dios es el Guía perfecto. Nadie puede descarriarse si anda por los caminos que Él elige. Piense en que Él le creó con amor para vivir en este momento y este lugar. El Señor cuida nuestros pasos porque desea ver cumplido el propósito que tiene para nuestra vida, y ver su plan realizado por medio de nosotros (Pr 3.5-6). Por tanto, Él promete enseñar a quienes le siguen (Sal 25.12). Cuando Dios nos pide que nos alejemos del mal camino es porque Él ve los peligros que acechan.

Hay una correlación entre ignorar la guía de Dios y terminar en dificultades: quien tropieza y pierde el rumbo lo hace porque ha confiado en su propio “sentido de orientación” —en sus emociones, deseos, o interpretación personal de moralidad. Persiguiendo lo que le hacía sentir bien o le parecía correcto, en vez de buscar la voluntad del Señor.

Dios ha trazado el camino delante de usted. Él está consciente de cada obstáculo y pozo fangoso, y sabe exactamente qué desvíos le tentarán. Además, Él se ha comprometido a caminar a su lado como Guía y Consolador para que no enfrente solo los giros y las vueltas de la vida.

A la espera de sufrimientos

 


A la espera de sufrimientos

Filipenses 1.27-30

Uno de los mejores regalos que podemos dar a los nuevos creyentes es la información de lo que pueden esperar en la vida cristiana. Después de recibir el perdón de los pecados y de haberse convertido en nuevas criaturas en Cristo, pudieran esperar que la vida se convierta en una maravilla. Y es así, porque tenemos el Espíritu Santo, y la paz y el gozo de Cristo están en nosotros. Sin embargo, también existe la posibilidad de que suframos.

Cristo nos salvó del pecado, no de las dificultades. Todo el dolor, el sufrimiento, las dificultades y los problemas del mundo se originaron en el huerto del Edén por la transgresión de Adán y Eva. Desde entonces, la humanidad ha vivido en un ambiente caído y en esclavitud personal al pecado. Cristo nos liberó de la culpa y del castigo por nuestras transgresiones, pero no nos ha eximido del dolor y del mal que es común a todos los seres humanos.

De hecho, una vez que creemos en Cristo, otro problema puede surgir: el sufrimiento por el amor al Señor. Nos gustaría pensar que todos los que nos rodean estarán tan entusiasmados como nosotros por la oferta de salvación de Jesucristo. Pero, en realidad, hay muchos enemigos del evangelio. A veces, los miembros de la familia pueden rechazarnos; y los compañeros de trabajo, burlarse de nosotros. En algunos lugares del mundo, los creyentes sufren persecución física e incluso la muerte.

Entonces, ¿qué debemos hacer, y cómo debemos comportarnos? Cuando el mundo está contra nosotros, necesitamos desesperadamente la compañía y el aliento de la iglesia. Juntos, podemos conducirnos de una manera digna del evangelio, permanecer firmes en un solo espíritu y luchar juntos por la fe.

Para obtener lo mejor de Dios

 


Para obtener lo mejor de Dios

Salmo 145.18-19

Ayer vimos que la idolatría consiste en darle a una persona u objeto el lugar que solo Dios merece, lo cual impide que disfrutemos de lo mejor que Dios tiene para nuestra vida. La Palabra de Dios también nos advierte acerca de los obstáculos que nos impiden recibir las bendiciones de Dios.

Como seguidores de Cristo, tenemos la oportunidad de orar y pedirle lo que necesitamos (Fil 4.6). Pero, lamentablemente, muchos cristianos no lo hacen. Algunos sienten que no tienen tiempo para orar y otros solo hablan con Dios usando frases que se han aprendido de memoria y que no son genuinas, ni expresan sus deseos.

Debemos acercarnos a su trono, trayendo ante Él nuestras necesidades con un espíritu humilde (1 P 5.5-6). Tenemos que anhelar hacer su voluntad por encima de todo, incluso cuando pensemos que lo que deseamos es lo que más nos conviene. Dios siempre nos dará lo mejor.

Además, la Biblia nos exhorta a venir ante el Señor llenos de fe (He 4.16; Stg 1.6). Esto significa que cuando oramos buscando la voluntad de Dios, tenemos que estar seguros de que nos contestará. En Isaías 64.4 se nos recuerda que nuestro Padre celestial siempre hace milagros a favor del que “en Él espera”.

El deseo de nuestro Dios es derramar bendiciones sobre la vida de sus hijos. No permita que su falta de oración le impida disfrutar de ellas. Exprese sus necesidades en oración de una manera específica y llena de fe. Después, someta su voluntad a la de Dios, y espere con paciencia. Él es fiel y usted lo comprobará en su vida.

Las bendiciones de Dios

 


Las bendiciones de Dios

Salmo 81

Nuestro Padre celestial se complace en satisfacer las necesidades de sus hijos. Sin embargo, muchos cristianos no logran experimentar las bendiciones de Dios. ¿Qué podemos hacer para no perder sus bendiciones?

El Salmo 81 brinda una visión. El escritor se refiere a un tiempo en el que los israelitas no estaban disfrutando de las bendiciones de Dios. De acuerdo al libro de Éxodo ellos alabaron con gratitud por haber sido liberados de la esclavitud, pero rápidamente se olvidaron de Dios y comenzaron a adorar otros ídolos y a quejarse de las condiciones en las que estaban. Esta actitud estuvo presente a lo largo de la historia del Antiguo Testamento.

Los versículos 8-10 nos muestran la perspectiva de Dios: “Israel, si me oyeres, no habrá en ti dios ajeno… Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la llenaré”.

Nosotros también podemos tener necesidades insatisfechas por desobedientes. Quizás no estemos adorando estatuas como lo hicieron los israelitas, pero sí tenemos otros ídolos. Cualquier cosa que estemos poniendo por encima de Dios, ya sea una persona, nuestro trabajo, o nuestras posesiones, puede llegar a ser un ídolo en nuestra vida. Aun nuestras decisiones pueden pertenecer a esta categoría. Es por eso que debemos permitir que el Espíritu Santo nos guíe para basar nuestras decisiones en la Palabra de Dios.

Pídale al Señor que le muestre cualquier cosa que le esté impidiendo recibir sus bendiciones. Escuche atentamente y permita que Él obre en su vida para arrancar aquello que sea un estorbo. Nuestro Padre celestial siempre está listo para bendecirnos y guiarnos.


sábado, 24 de febrero de 2024

Cómo no ser un hijo pródigo

 


Cómo no ser un hijo pródigo

Lucas 15.11-19

La partida del hijo pródigo de su casa comenzó con un deseo. Tal vez quería dejar atrás algunas de las restricciones que acompañan el vivir bajo el techo de los padres. O quizás quería más dinero para ir con sus amigos tras los placeres de la vida. En cualquier caso, su deseo dio a luz el razonamiento engañoso que dice: “Lo que quiero no le hace daño a nadie. Me lo merezco”. Esta manera de pensar lo llevó a una decisión —pedir prematuramente su herencia—, y a abandonar, tanto su hogar, como a todo lo que le habían enseñado.

Un cristiano que se ha alejado de Dios sigue una senda semejante a la del hijo pródigo. Todo comienza en nuestra mente con un anhelo de algo distinto a lo que tenemos. Cuanto más tiempo dejamos que se mantenga la idea, más fuerte nuestro deseo de tenerlo. Cuando nos aferramos a un anhelo que está fuera de la voluntad de Dios, nos engañamos, y encontramos la manera de justificar lo que queremos. Basaremos la decisión en nuestro razonamiento pecaminoso, y nos alejaremos del Señor para satisfacer nuestros sueños egoístas. Como el hijo pródigo, podremos disfrutar de los placeres del mundo por un tiempo, pero al final nos encontraremos sin lo que realmente necesitamos: amor incondicional, seguridad y propósito en la vida.

Tenemos un enemigo que trata de desviar nuestra atención de la voluntad del Señor, un mundo que pone a los deseos por encima de Dios, y unas inclinaciones “carnales” que prefieren el placer a la obediencia. Para evitar engañarse, haga de la Biblia el fundamento de su vida, y ajuste su mente y decisiones como debe ser (Ro 12.2).

Tenga cuidado siempre

 


Tenga cuidado siempre

Efesios 4.1-7, 14-16

¿Sabe con certeza que sus creencias tienen un fundamento sólido? Son muchas las personas de diversas creencias que han sido influenciadas por un líder con una personalidad carismática, alguien elocuente, convincente y afable. ¡Tenga cuidado! Las creencias del cristiano deben basarse en lo que Dios enseña; por eso, asegúrese de que las suyas estén basadas en algo más que las ideas de una persona influyente.

Pablo advirtió a su pupilo Timoteo que tuviera cuidado de la falsa doctrina, y con los que enseñaban solo lo que sus oyentes querían escuchar (2 Ti 4.3). Pero, ¿cómo reconocer el error a no ser que conozcamos la verdad de la Palabra de Dios y podamos usarla como una vara de medir?

Conocer las enseñanzas de la Biblia no solo le ayudará a evitar ser engañado por la falsa doctrina, sino también le protegerá de la intimidación de aquellos que puedan atacar su fe. Por tanto, examine lo que cree, y por qué lo cree. Al hacerlo...

1. Evitará ser engañado.

2. Le protegerá del temor y la intimidación.

3. Le preparará para responder las preguntas de quienes buscan la verdad.

4. Le permitirá ser convincente al presentar lo que cree.

5. Profundizará su relación personal con Dios.


El pasar tiempo regularmente en la Palabra de Dios, desarrolla un filtro bíblico a través del cual pasa toda nueva información. Ese filtro en su mente le permite distinguir entre lo falso y lo verdadero. Si este está firmemente afianzado en su mente y en su corazón, usted podrá identificar la verdad de Dios.

Estemos siempre listos


 
Estemos siempre listos

2 Timoteo 4.1-5

Los no creyentes tienen derecho a preguntarnos qué creemos, y por qué lo creemos. Y nosotros tenemos la responsabilidad de darles razones de peso. Por lo tanto, debemos estar preparados en todo momento para decirles con paciencia lo que sabemos acerca de Jesús.

La apologética (del griego apo, que significa “de”, y logia, “dichos”) es una rama de la teología dedicada a defender las verdades bíblicas. El fundamento del cristianismo es mucho más que un mensaje esperanzador; los creyentes tienen una seguridad bendita basada en la verdad eterna del Dios vivo. Por lo tanto, siempre debemos estar listos para defender, explicar y dar razón de la fe que tenemos (1 P 3.15).

Algunas personas creen en cosas que nos son ciertas; sin embargo, tienen convicciones fuertes acerca de lo que se les ha enseñado. Muchas de ellas forman parte del gran porcentaje de nuestra sociedad que no toma en cuenta la Palabra de Dios. Como seguramente usted ha descubierto, no podemos hacer que una persona crea lo que no quiere creer. Por eso, si nos encontramos con personas así, es aconsejable dejarles primero ver cómo vivimos. Después, tal vez, estarán más abiertas a escuchar de nuestra fe.

Pero he aquí una advertencia: la hipocresía es fácil de detectar; así que asegúrese de vivir conforme a las convicciones que dice tener. Si la gente ve que sus acciones no concuerdan con sus palabras, rechazarán la verdad de Dios.

La Palabra de Dios es digna de confianza; por eso, viva de manera cónsona con

ella, tanto por el bien suyo, como por el de los que espera alcanzar con el evangelio.

Una vida fructífera

 


Una vida fructífera

Proverbios 3.5-12

Dios nos creó con la necesidad de saber que nuestra presencia en este mundo tiene significado; y nos diseñó para que nos sintamos realizados mediante su Hijo Jesucristo.

La dependencia de Dios es vital para tener vida abundante. Confiar en Él con todo nuestro corazón es darle el control de nuestras familias, finanzas, trabajos y todo lo demás. El pasaje de hoy enfatiza lo esencial que es la fe para una vida fructífera. Dios nos advierte en contra de ser sabios a nuestros propios ojos, y nos recuerda dos veces que no debemos apoyarnos en nuestra propia sabiduría. Cuando enfrentamos decisiones, tendemos a recopilar información y a optar por la solución que consideramos correcta. Sin embargo, no podemos conocer todos los hechos o predecir con seguridad cómo reaccionarán los demás. Pero Dios es omnisciente. Conoce nuestros corazones y pensamientos (1 Cr 28.9). Ninguna parte de nuestra vida escapa a su conocimiento (He 4.13), y se interesa por todos nosotros. Es por eso que Él sabe con seguridad qué decisión es la que conviene a nuestras circunstancias.

Otro aspecto de una vida abundante es reconocer a Dios en todo lo que hacemos. Hablar sobre Él es solo una parte de lo que significa darle nuestro reconocimiento. Como sus hijos, debemos parecernos a nuestro Padre celestial en pensamientos, actitudes y acciones. Nuestras prioridades deben reflejar las suyas, y nuestros planes armonizar con sus propósitos.

La vida se vuelve fructífera cuando nos rendimos a Dios y hacemos su voluntad. Al dejar que su Espíritu viva en nosotros (Ga 2.20), nuestras vidas se caracterizarán por un sentido de propósito y santificación.

La guía de Dios para una vida fructífera

 


La guía de Dios para una vida fructífera

Proverbios 3.1-4

Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto” (Jn 15.5). A medida que llevemos a cabo los planes de Dios por medio del poder de su Espíritu, nuestra vida tendrá significado y dos prácticas nos caracterizarán:

1. Atesoraremos la Palabra de Dios en nuestros corazones. Cuando valoramos algo, pensamos en ello a menudo, lo estudiamos con regularidad y aprendemos lo más que podemos del mismo. Al estudiar la Biblia aprendemos muchas cosas importantes acerca de nuestro Dios, entre ellas su identidad, su plan y sus promesas. La meditación habitual en las Sagradas Escrituras desarrolla nuestra capacidad de pensar bíblicamente, y profundiza nuestra relación con el Señor. Una de las señales de que atesoramos su Palabra es un cambio de conducta; nuestras decisiones serán guiadas cada vez más por sus preceptos, y nuestras acciones reflejarán el fruto del Espíritu ( Ga 5.22-23).

2. Nos adornaremos de misericordia y verdad. En la vida cristiana, estas dos virtudes deben ser nuestra compañía constante. La verdad de Dios tiene el poder de mostrar la falta de caridad en la actitud y la conducta. Cuando esto sucede, ser misericordiosos nos ayuda a evitar la discordia y la división al relacionarnos con otros, fuera y dentro de la iglesia. Dios quiere que digamos la verdad, pero suavizada con una actitud de amorosa compasión.

La vida cristiana es una peregrinación llena de tentaciones, obstáculos y dificultades (1 P 4.12). Al mismo tiempo, debe caracterizarse por el fruto abundante que produce el seguir a nuestra guía: el Señor Jesucristo.

sábado, 17 de febrero de 2024

Cuando clamamos a Dios

 


Cuando clamamos a Dios

Salmo 57.1-3

Lo más probable es que todos hayamos clamado a Dios en momentos de desesperación. Si era algo tan sencillo como temer a una prueba de la escuela, o algo tan grave como estar en la sala de espera durante la cirugía de un ser querido, sabemos lo que se siente cuando la única opción es invocar a Dios todopoderoso.

Es importante tener en cuenta que existe una diferencia entre nuestro clamor a Dios y nuestras oraciones. En la oración, traemos muchas cosas al Padre de una sola vez; vaciamos nuestros corazones delante de su trono, y escuchamos lo que Él quiera decirnos. Pero, cuando clamamos, sucede algo más. En ese momento estamos tan dominados por la emoción (ya sea de temor, pánico, dolor o incluso de ansiosa esperanza), que no podemos evitar arrojarnos de forma natural a la misericordia de Dios por nuestra necesidad inmediata. La Biblia registra muchos momentos de clamor. Hay gritos de desesperación (Mt 14.29-30), de impotencia (2 Cr 20.9-12), e incluso de fe (Sal 34.15-17).

Pero la verdad más poderosa que podemos aprender de nuestros clamores es que el Padre celestial escucha cada uno de ellos. En el desierto, el Señor escuchó el clamor de angustia de Moisés y respondió de inmediato (Ex 17.3-7). Asimismo, en Jueces 3.9-11, Dios escuchó al pueblo que clamaba por liberación y respondió justo a tiempo.

Nuestro Padre celestial quiere que sus hijos clamen a Él con las cargas que hay en sus corazones. ¿Ha clamado a Dios con fe? Tenga la seguridad de que Él está escuchando, y de que, aun cuando no sepamos qué decir, su Espíritu Santo intercede por nosotros (Ro 8.26).

La transformación del creyente

 


La transformación del creyente

Ezequiel 36.25-27

Me maravilla la metamorfosis de la oruga. Un insecto viscoso y erizado que se desaparece para convertirse en crisálida, y al poco tiempo surge una delicada y hermosa mariposa. Es algo maravilloso.

Nuestra transformación en el momento de la salvación es igualmente radical y milagrosa. De un corazón destinado a la muerte, pecaminoso y depravado, Dios saca una criatura nueva que ha sido perdonada, hecha justa y creada para tener el Espíritu de Dios dentro de sí (2 Co 5.21; Jn 14.17).

¿Se ha preguntado alguna vez por qué seguimos luchando con el pecado después de poner la fe en Cristo como Salvador? ¿No deberían haber desaparecido todos los hábitos e inclinaciones de nuestro viejo corazón? La respuesta es que el término “nueva criatura” se refiere a nuestra posición en Cristo. Es cierto que los creyentes son perdonados y que están eternamente seguros como hijos del Padre celestial, pero seguimos viviendo en cuerpos carnales, y mientras estemos en la tierra habrá una batalla entre el espíritu y la carne.

Dios nos transforma a lo largo de nuestra vida para que nos parezcamos cada vez más a Cristo. Su Espíritu nos ayuda a combatir el pecado, y nos enseña cómo vivir. Este proceso, llamado santificación, es una peregrinación que durará hasta que seamos llamados a nuestro hogar celestial.

Mientras que la salvación es un hecho que sucede una sola vez, la santificación es un proceso de toda la vida. Y aunque el Señor ve a los creyentes como justos, todavía tenemos la capacidad de pecar. Felizmente, el Espíritu de Dios nos guía y nos da poder para ser más como Cristo, y si nos sometemos a Él, nuestra conducta y pensamientos cambiarán.

El trono de la gracia


El trono de la gracia

Hebreos 4.14-16

Dios Todopoderoso es recto y justo. Romanos 3.23 nos dice que todos hemos pecado, y que no somos aptos para estar en su presencia. Como resultado de su ira contra el pecado, estábamos condenados a la separación eterna de Él.

Pero, afortunadamente, la historia no terminó ahí. Por su amor y su misericordia, Dios envió a su Hijo a morar entre nosotros. El Señor Jesús experimentó los sufrimientos y las tentaciones comunes a todas las personas, pero nunca pecó. El Salvador decidió sufrir una muerte horrible en nuestro lugar, pagando el castigo por nuestros pecados.

No hay amor más grande, dice la Biblia, que el del hombre que da su vida por un amigo (Jn 15.13). Pero Jesús fue aun más lejos, al morir por nosotros cuando todavía éramos sus enemigos (Ro 5.10). Realmente, Él se habría sacrificado por usted, aunque hubiese sido la única persona que existiera.

Cristo promete perdón y vida eterna a todo pecador que cree en Él y le sigue. Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, somos adoptados como hijos de Dios y recibimos su Espíritu que viene a morar en nosotros, y quien nos bendice abundantemente con gozo, paz y dirección. Somos bienvenidos siempre al trono de la gracia, y tenemos acceso a Él en cualquier momento. Él promete escuchar y responder cuando le buscamos con un corazón arrepentido.

No merecemos la invitación del Señor para que nos relacionemos con Él. Sin embargo, por su gracia, Él es amoroso y compasivo con nosotros. ¡Qué privilegio tan grande es poder acercarnos al trono del Rey, y saber que Él nos escucha, comprende y ama! Descanse en el amor de Dios y disfrute de una dulce comunión con Él.




El trono de la gloria

 


El trono de la gloria

Mateo 25.31

Cuando ora, ¿cómo se acerca a Dios? Muchos cristianos visualizan a un ser santo y justo, y se dirigen a Él con sentimientos de temor, indignidad y reserva. Por otro lado, otros creyentes imaginan al Señor como un amigo más, y hablan con Él con poca reverencia.

Ninguna de estas actitudes es saludable. Nuestras mentes finitas no pueden comprender plenamente que Dios es tanto santo como misericordioso. Veamos primero el lado santo del Señor, generador de temor reverente. Si consideramos la fuerza de la naturaleza que Dios creó y los asombrosos milagros que ha realizado, es más fácil visualizar el increíble poder del trono celestial.

El templo del primer siglo tenía un área llamada el Lugar Santísimo, donde residía la presencia de Dios. Solamente el sumo sacerdote podía entrar, y eso en días específicos, después de la limpieza y preparación del ritual. Si él no se preparaba de acuerdo con las normas sagradas, era herido de muerte.

Estar en la presencia de Dios requiere obediencia. De hecho, debido a la absoluta santidad y perfección del Señor, Él no puede tener comunión con la pecaminosidad, que es la condición de toda la humanidad (Ro 3.9). Por consiguiente, cada uno de nosotros es culpable y merece la condenación. Pero, por fortuna, Dios no nos dejó desvalidos, sino que por su amor y su gracia envió a su Hijo para que fuera nuestro Redentor.

Cada página de la Biblia puede aumentar nuestra comprensión de la grandeza de Dios. ¿Está usted maravillado ante su presencia y sus hechos? Para entender más sobre la naturaleza de Dios, lea su Palabra y medite en ella. Luego, dedique tiempo para alabarlo, pues solo Él es digno de nuestra adoración.

Para conocer a Cristo personalmente



Para conocer a Cristo personalmente

Filipenses 3.12-21

No importa dónde esté en este momento en su andar con Cristo, nunca es demasiado tarde para buscar una relación más profunda con Él. Ya sea usted un apasionado seguidor de Cristo, o lo conozca solo superficialmente, haría bien en seguir el consejo de Pablo, de “[proseguir] a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil 3.14). Para empezar, siga estos seis pasos:

1. Estudie la Biblia. Nadie puede conocer a Dios sin su Palabra, porque Él nos habla por medio de ella, mostrándonos quién es Él y lo que hace.

2. Dispóngase a pasar tiempo a solas con el Señor en oración, meditación y adoración. Una de las principales razones por la que algunos cristianos no tienen una relación estrecha con Jesús, es porque no están dispuestos a invertir el tiempo necesario para llegar a conocerlo de manera personal.

3. Confíe en el Señor. La profundidad de cualquier relación depende del nivel de confianza.

4. Obedézcale. Cuando damos cada paso de obediencia, Dios revela más de sí mismo.

5. Observe cómo trabaja Cristo en su vida. Al prestar atención a cómo actúa el Señor, usted se familiarizará con sus caminos y sus propósitos.

6. Haga de Jesús su prioridad. Deje a un lado todo lo que compita con su devoción al Señor. Conocer a Cristo es una meta alcanzable. La clave es la perseverancia; por tanto, deje atrás el pasado. Encuentre un modelo a imitar. 




El Tesoro de David; Salmo 65 C.H.Spurgeon


 SALMO 65

Éste es un Salmo encantador. Viniendo después de los anteriores que son tan tristes, parece la aparición de la mañana después de las tinieblas de la noche. Hay la frescura del rocío en él, y desde el versículo nueve hasta el final hay una sucesión dulce de cuadros o paisajes que nos recuerdan la hermosura de la primavera; y verdaderamente es una descripción, en imágenes naturales, del estado feliz de la mente de los hombres que resulta del «Día de la Primavera que nos visita desde lo alto» (Lucas 1-7-8). O. Prscott Hiller

Vers. 1. A Ti es debida la alabanza en Sión, oh Dios. Los que han visto en Sión la sangre del rociamiento y saben que pertenecen a la iglesia del primogénito, nunca pueden pensar en ella sin presentar humildes alabanzas al Dios de Sión.

Seguiremos esperando, afinando nuestras arpas, en medio de las lágrimas de la tierra; pero, ¡oh!, qué armonías serán las que se oirán cuando llegue el momento y el Rey aparezca en su gloria. Ciertamente, cuando el alma está más llena de adoración y reverencia, menos contenta está con la forma en que se expresa, y siente más profundamente lo inadecuados que son todos los cantos mortales para proclamar la bondad divina. C. H. S.

El alma se encuentra muchas veces sin palabras para proclamar la gracia de Dios y expresar su grandeza. Alexander Carmichael

A Ti se cumplirán los votos. Se ha dicho: «El sentimiento más intenso es el menos expresivo, al ser condensado por la represión.» Y Hooker dice de la oración: «El mismo silencio con que nuestra indignidad nos deja, hace petición por nosotros, y esto en la confianza de su gracia. Al mirar hacia dentro nos quedamos mudos; al mirar hacia arriba hablamos y prevalecemos.» Horsley lo traduce: «Sobre Ti está el reposo de la oración.» Andrew A. Bonar

Ateneus dice que el silencio es algo divino; y Thomas a Kempis llama al silencio la nutrición de la devoción. Thomas Le Blanc

Vers. 2. Tú oyes la oración. Éste es tu nombre, tu naturaleza, tu gloria. Dios no sólo ha oído la oración, sino que ahora la está oyendo, y siempre tiene que oírla, puesto que es un Ser inmutable y nunca cambia en sus atributos. David, evidentemente, creía en un Dios personal y no adoraba una mera idea o abstracción.

A Ti vendrá toda carne, a causa de sus culpas. El acudir a Dios es la vida de la verdadera religión; acudimos llorando en la conversión, esperando en la súplica, gozándonos en la alabanza y deleitándonos en el servicio. Los dioses falsos, a su debido tiempo, pierden a sus engañados seguidores, porque cuando el hombre es iluminado no podrá seguir siendo embaucado; pero cuando uno ha probado al verdadero Dios, se siente animado por su propio éxito para persuadir a otros también, y así el reino de Dios llega al hombre, y los hombres llegan a él. C. H. S.

De modo tan seguro como que Dios es el Dios verdadero, así también es seguro que a ninguno de los que le buscan con diligencia le dejará sin una recompensa. Más bien podéis dudar de que sea Dios que dudar de que El no va a escuchar la oración o a recompensar. David Clarkson

Vers. 3. Las iniquidades prevalecen contra mí. Nuestros pecados, de no ser por la gracia, prevalecerían contra nosotros en el tribunal de la justicia divina, en el tribunal de la conciencia y en la batalla de la vida. Desgraciado el hombre que desprecia a sus enemigos, y peor todavía el que considera como amigos suyos a los que le calumnian y le acusan.

Mas nuestras rebeliones, Tú las perdonas. ¡Qué consuelo que las iniquidades que prevalecen c6ntra nosotros no, prevalezcan frente a Dios! Nos mantendrían alejados de Dios, pero El las barre de delante de su presencia y la nuestra. Es digno de ser notado que así como el sacerdote se lavaba en el lavatorio antes de sacrificar, también David nos lleva a obtener purificación del pecado antes de entrar en el servicio del canto. Cuando hemos lavado nuestras vestiduras y las hemos hecho blancas en su sangre, entonces nuestro cántico es aceptado: «Digno es el Cordero que fue inmolado.»

Vers. 4. Bienaventurado el que Tú escoges y atraes a Ti. Cristo, a quien Dios escogió, y a quien dijo: «Este es mi Hijo amado, en el cual me complazco», está verdaderamente «sobre todas las cosas, Dios bendito para siempre»,; pero en El también son bienaventurados sus elegidos. Por amor a El nosotros hemos sigo escogidos. En El, no en nosotros, que hemos sido aceptados por Dios, siendo aceptados en el Amado; y, por tanto, en El somos bienaventurados; El es nuestra bendición. De Un comentario sencillo sobre el libro de los Salmos

Como corona de todo ello, no llegarnos con peligro de destrucción como Nadab y Abihú, sino que nos acercamos como escogidos y aceptados para ser residentes de la casa divina; esto es una bienaventuranza acumulada más allá de toda concepción posible. C. H. S.

Vers. 5. Con portentos de justicia nos respondes, oh Dios de nuestra salvación. Buscamos santificación, y la respuesta es prueba; pedimos más fe, y resulta más aflicción; oramos por el esparcimiento del evangelio, y la persecución cae sobre nosotros. Sin embargo, es bueno que sigamos pidiendo, porque nada de lo que el Señor nos concede en su amor puede causarnos daño alguno. Los desastres van a resultar en bendiciones, después de todo, cuando vienen como respuesta a la oración. C. H. S.

Pides perdón; esto es agradable a Dios, pero entiende bien que no es agradable a la carne; mortifica la corrupción, quebranta el corazón, conlleva una vida santa., Ahora bien, Dios es terrible para la carne pecaminosa; allí donde El aparece, muere. Jacob, por tanto, si bien venció a Dios en oración, él mismo fue vencido, lo cual viene indicado por el toque en su muslo que fue dislocado, allí donde hay la tensión principal en la lucha. Cuando somos débiles, entonces somos fuertes; porque cuando Dios aparece, nosotros morimos a nosotros mismos y vivimos en El. William Carter en un sermón titulado «Luz en la oscuridad»

Esperanza de todos los términos de la tierra. La estabilidad de las montañas no ha de ser adscrita a ciertas leyes físicas, sino al poder de Dios. Sin el poder inmediato de Dios las leyes de la naturaleza no podrían producir su efecto. Qué consolador y satisfactorio es este modo de ver la Providencia divina, comparado con el de la filosofía infiel que nos prohíbe ir más allá del poder de ciertas leyes físicas, que si bien concede que fueron establecidas por Dios, pueden ejecutar su función sin El. Alexander Carson

Y de los más remotos confines del mar. Si la tierra dio ancianos a Moisés, el mar dio apóstoles a Jesús. Noé, cuando todo era océano, estaba tan tranquilo con Dios como Abraham en su tienda. La fe es una planta de crecimiento universal; es un árbol de vida en la ribera y una planta de renombre en el mar; y, bendito, sea Dios, los que ejercen fe en El en cualquier punto, hallarán que El es rápido y fuerte en contestar sus oraciones. C. H. S.

Vers. 6. Tú, el que afianza los montes con su poder. Los filósofos de la escuela que se olvida de Dios están demasiado absortos en sus leyes sobre cómo se elevan los montes, para pensar en Aquel que los eleva. Sus teorías de la acción volcánica y de los glaciares, etc., etc., con frecuencia son usadas como cerrojos para cerrar al Señor el paso a su propio mundo. Permitidme que hable como un simple, no como un filósofo, como David, porque él se hallaba más cerca de Salomón que ninguno de nuestros científicos modernos. C. H. S.

Ceñido de valentía. Aprendamos que somos seres minúsculos; si queremos ser establecidos de veras, tenemos que ir al que es fuerte en busca de fuerza. Sin El los montes eternos se desmoronarían; cuánto más lo harán nuestros planes, proyectos y labores. Reposa, oh creyente, allí donde los montes hallan sus bases, o sea, en la potencia incólume del Señor Dios. C. H. S.

Vers. 7. Y el tumulto de las naciones. La sociedad humana debe su preservación al continuado poder de Dios; las pasiones viles darían por resultado su disolución instantánea; la envidia, la ambición y la crueldad crearían la anarquía mañana si Dios no lo impidiera; de ello tenemos clara prueba a lo largo de la Historia.

Vers. 9. Cuidas de la tierra, y la riegas. Se nos presenta aquí como el jardinero que recorre su jardín, yendo alrededor de la tierra y dando agua a toda planta que la necesita, no en pequeñas cantidades, sino hasta que la tierra queda empapada y saturada con rica provisión de refrigerio. Oh Señor, de esta manera visita a tu iglesia, y a mi pobre, reseca y marchita piedad. Haz que tu gracia rebose en gracias en mí; riégame, porque no hay planta en tu jardín que lo necesite más. C. H. S.

El sol se levanta y se pone con regularidad; las estaciones se suceden las unas a las otras con fidelidad, y todo ello lo aceptamos como algo natural, por más que sea asombroso a toda comprensión y bueno para los deseos más amplios del corazón humano más noble. Si por un momento fallara en Dios su poder, su vigilancia su voluntad de hacer el bien, ¡ sobrevendría una ráfaga súbita de muerte y aniquilación por todo el universo! ¡Las estrellas vacilarían, los planetas expirarían, las naciones perecerían! Pero, aunque pasen las edades, no ocurre una catástrofe semejante, a pesar de los peores crímenes nacionales y del ateísmo que niega la mano que lo alimenta. William Howitt

Dios es inteligente, amante y libre; Dios lo rige todo y está por encima de todo. No es desplazado o sustituido por las fuerzas y agentes que emplea; no es absorbido por el cuidado de otros mundos; no es indiferente hacia la tierra. Samuel Martin

Preparas el grano de ellos. De modo tan seguro como el maná era preparado por Dios para las tribus, igualmente el trigo que necesitamos para nuestro uso diario nos lo envía Dios. ¿Qué diferencia hay si recogemos vasijas de maná o gavillas de trigo?, y ¿qué importa si viene de arriba o si crece desde debajo? Dios está tan presente en lo uno como en lo otro; es una maravilla tan grande que el alimento surja de la tierra como que caiga de los cielos. C. H. S.

Vers. 11. Tú coronas el año con tus bienes, y tus nubes destilan abundancia. Se dice que por donde pasaban las hordas de los tártaros no volvía a crecer la hierba allí donde quedaban las marcas de las herraduras de sus caballos; por el contrario, igual se dice que por donde pasa Jehová se puede seguir la abundancia que crea.

Vers. 12. Destilan sobre los pastos del páramo. Diez mil oasis sonríen cuando el Señor de toda misericordia pasa por ellos. Los pájaros del aire, las cabras monteses y los ciervos rápidos se regocijan cuando beben de los estanques, ahora llenados desde el cielo. Dios visita con amor a la más solitaria y desolada de las almas.

Vers. 13. Y aun cantan. En la naturaleza no hay discordancias. Sus aires son melodiosos; sus coros, llenos de armonía. Todo, todo es para el Señor; el mundo es un himno al Eterno. Bienaventurado el que, oyéndolo, se une al mismo y pasa a ser un cantor en el poderoso coro. C. H. S.

sábado, 10 de febrero de 2024

El anhelo de conocer a Cristo



El anhelo de conocer a Cristo

Filipenses 3.3-11

Muchas personas saben los hechos fundamentales de la vida del Señor, pero pocas lo conocen a Él personalmente. Están tan ocupados en sus actividades e intereses, que rara vez piensan en Cristo hasta que surge una situación desesperante.

Pero quienes conocen al Señor íntimamente, lo hacen su prioridad absoluta, y todas las posesiones, logros, o intereses, carecen de valor cuando los comparan con el hecho de conocerle. Considere los resultados de hacer de Cristo lo más importante en su vida (Fil 3.8-10):

Un hambre cada vez mayor: “para ganar a Cristo”. Aunque Pablo tenía una relación maravillosa con el Señor, su mayor deseo era conocerle más.

Una vida transformada: “la justicia que es de Dios”. Cuanto más conozcamos a Cristo, más exhibiremos su justicia.

Un poder mayor: “el poder de su resurrección”. El poder del Espíritu fluye a través de quienes se relacionan estrechamente con el Señor Jesús.

Una nueva perspectiva: “la participación de sus padecimientos”. Cuando entendemos a Cristo, vemos sus bendiciones mediante nuestros sufrimientos.

Una vida victoriosa: “llegando a ser semejante a él en su muerte”. El verdadero creyente se considera muerto a los pecados que una vez dominaron su vida.

¿Anhela usted conocer a Cristo, o es su relación con Él superficial? Los creyentes no debemos permitir que los placeres, los problemas y las responsabilidades de este mundo nos roben el tesoro de conocer a Cristo. Es hora de contar todo como pérdida, y de seguir adelante con Cristo.

Dejar a un lado la procrastinación


 

Dejar a un lado la procrastinación
Hechos 24.24-27

A algunas personas les gusta decir que son “procrastinadores de nacimiento”, (concepto de moda). Pero, según la Biblia, eso es inaceptable. El postergar las responsabilidades es una forma de esclavitud, y Dios no nos creó para estar esclavizados.

La procrastinación tiene dos causas reales. La primera es la “evasión de la incomodidad”. Muchas personas posponen el ponerse en acción por angustia o incomodidad, como en el pasaje de hoy; por el temor que le produjo la disertación de Pablo acerca de la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix despidió al apóstol. La segunda causa para procrastinar es la inseguridad. Si nos consideramos incompetentes para realizar una tarea, podemos decidir no comenzarla.

En nuestra vida espiritual, a veces posponemos la lectura de la Biblia porque Dios saca a la luz asuntos que necesitamos encarar. Problemas como el orgullo o la culpa pueden ser incómodos de enfrentar, pero esquivarlos bloquea los planes de Dios para nuestra vida.

Si postergamos la acción, podemos preocuparnos por la posibilidad de fracasar o por temor a cometer un error. Entonces tendemos a sentirnos sin creatividad y energía para emprender las tareas que debemos realizar. Pero posponer lo que Dios nos manda a hacer es lo mismo que desobedecerlo.

La procrastinación no es un asunto de chiste. ¿Tiene usted la tendencia a posponer la realización de las cosas? Identifique los aspectos de su vida donde tenga problemas en cuanto a esto, como también los sentimientos que los acompañan. Luego, confiese su negligencia al Padre celestial, y confíe en el poder de Él para enfrentar lo que tenga que hacer.