sábado, 27 de abril de 2013

Tesoros de David, Salmos 49 de Charles Spungeon



SALMO 49

Vers. 2. Así los plebeyos como los nobles, el rico y el pobre juntamente. Nuestra predicación debería tener una voz que hablara a todas las clases, y todos deberían tener oído para ella.

Acomodar nuestra palabra a los ricos sólo sería una adulación vergonzosa, y dirigirnos sólo a los pobres para agradarles es hacer la obra de un demagogo. La verdad puede ser dicha de tal forma que tenga poder para todos, y el sabio procura conseguir este estilo aceptable. Ricos y pobres pronto han de hallarse en la tumba; pueden estar contentos encontrándose ya ahora. En la congregación de los muertos serán abolidas todas las diferencias de rango; no debería haber ahora impedimentos para recibir instrucción conjunta.

Vers. 3. Y la meditación de mi corazón [hablará], inteligencia. El mismo Espíritu que hacia a los antiguos videntes elocuentes los hacía también reflexivos. La ayuda del Espíritu Santo nunca fue para reemplazar el uso de nuestras propias potencias mentales. El Espíritu Santo no nos hace hablar como el asno de Balaam, que meramente emitía sonidos pero no meditaba; sino que primero nos lleva a considerar y reflexionar, y luego nos da la lengua de fuego para hablar con poder.

Vers. 5. ¿Por qué he de temer en los días de adversidad, cuando la iniquidad de mis opresores me rodee? El hombre de Dios mira hacia adelante con calma a los tiempos duros en que los males que le han pisado los talones conseguirán una ventaja temporal sobre él. Hombres inicuos, aquí llamados en forma abstracta iniquidad, están al acecho de los justos como serpientes que buscan el talón del caminante. C. H. S.

Vers. 6. Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan. ¿Quién llama con aldabonazos más fuertes a la puerta del cielo para que se le deje entrar que aquellos a quienes Cristo rechazará como obreros de iniquidad? ¡Oh, qué desengaño será! Calígula nunca se puso más en ridículo que cuando se hizo honrar como un Dios, pese a que vivía como un demonio. Antes que otros os tomen por cristianos, por amor de Dios, probad que sois hombres y no bestias, no como ahora que vivís vidas de brutos. No habléis de vuestras esperanzas de salvación en tanto que las marcas de la condenación se vean en vuestras vidas depravadas.

Un fraile estaba predicando en Roma una cuaresma, y mostró que poseía un juicio muy sano en este punto, porque estando algunos cardenales y muchos otros grandes presentes, empezó su sermón diciendo abruptamente y con ironía: «San Pedro era un necio, san Pablo era un necio, y todos los cristianos primitivos eran necios; porque pensaban que el camino del cielo era el de las oraciones, lágrimas, ayunos y vigilias, mortificaciones severas, y negarse la pompa y gloria de este mundo; en tanto que vosotros, aquí en Roma, pasáis el tiempo en bailes y máscaras, vivís en pompa y orgullo, concupiscencia y lascivia, y, con todo, os tenéis por buenos cristianos y esperáis ser salvos; pero al final vais a demostrar que los necios sois vosotros, y ellos hallarán que eran sabios.» William Gurnall en un sermón funerario para Lady Mary Vere

Vers. 7. Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano. Con todas sus riquezas, todos ellos puestos juntos no podrán rescatar a un camarada de las garras de la muerte. Se jactan
de lo que harán con nosotros; que procuren por ellos. Que pesen su oro en las balanzas de la muerte, y vean cuántos gusanos y podredumbre pueden comprar con él para su tumba. C. H. S.

Vers. 8. Porque el rescate de su vida es demasiado caro, y nunca le bastará. En este juicio las lágrimas no prevalecerán, las oraciones no serán escuchadas, las promesas no serán admitidas, los arrepentimientos vendrán demasiado tarde, y en cuanto a las  riquezas, títulos honoríficos, cetros y diademas no les servirán de mucho. Thomas Tymme

Vers. 9. No hay precio que pueda asegurar a nadie que viva en adelante para siempre, y nunca vea corrupción. Los hombres se desviven en busca de oro; ¿qué harían si fuera el elixir de la inmortalidad? El oro es pagado en abundancia para engañar al gusano del pobre cuerpo al embalsamarlo o al incluirlo en un ataúd de plomo, pero es un negocio miserable, una farsa y una burla. En cuanto al alma, es algo demasiado sutil para ser detenida aquí cuando oye la orden divina de ascender por rutas desconocidas. Nunca, pues, temeremos a aquellos que nos muerden los talones y se jactan de tesoros que son impotentes para salvar.

Vers. 10. Que perecen del mismo modo que el insensato y el necio. La locura no inmuniza contra la muerte. Mueren el juglar que piruetea y el bufón que divierte, como también el erudito y el
estudioso. La alegría no puede burlarse de la hora de la muerte; la muerte que visita la universidad no exime a la taberna.

Vers. 11. Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas, y sus habitaciones para generación y generación. Es muy necio el que en su pensamiento es más necio de lo que se permite al hablar. Este fruto podrido, podrido en su centro, son los mundanos. En lo profundo de su corazón, aunque no se atreven a decirlo, se imaginan que los bienes terrenales son reales y duraderos. ¡Soñadores insensatos! La ruina de sus castillos y palacios debería enseñarles una
lección, pero todavía acarician el engaño. No pueden distinguir el espejismo, de las verdaderas corrientes de agua; se imaginan que hay arco iris en el establo, y que las nubes son las colinas eternas. C.H.S.

¡Cristianos!, muchos, como oradores, declaman contra la vanidad de la criatura, y hablan de modo despectivo del dinero, como hacen Otros, y dicen: «Sabemos que es un poco de tierra refinada»; pero en sus corazones están apegados al mismo, se resisten a separarse de él por amor a Dios o ante la voluntad declarada de Dios. Así como el que dice buenas palabras de Dios no significa que confía en Dios, el hablar malas palabras de las riquezas del mundo no los exime de
confiar en ellas. Hay una diferencia entre declamar como un orador y actuar como un cristiano. Thomas Manton

Dan sus nombres a sus tierras. Es bastante común esta práctica. Sus terrenos son indicados por sus nombres; es como silos escribieran sobre el agua. Los hombres incluso han llamado países según sus propios nombres, pero, ¿de qué les sirve este cumplimiento, aun en el caso de que los demás persistan llamándolos así?

Vers. 12. Mas el hombre no permanecerá en su opulencia. No es sino un huésped o inquilino durante una hora, ni siquiera toda una noche; aunque viva en salas de mármol, se le da noticia de salir. La eminencia es siempre una inminencia de peligro. El héroe del momento dura esto: un momento. Los cetros caen de las manos paralizadas que un tiempo los retenían con vigor, y las coronas resbalan de los cráneos cuando la vida se despide. C. H. S.

Los rabinos lo leen así: «Adán, siendo honrado, se alojó menos de una noche.» La palabra hebrea «permanecer» significa «alojarse toda la noche». Adán, pues, al parecer, no estuvo ni una sola
noche alojado en el Paraíso. Thomas Watson

Es semejante a las bestias que perecen. No es como las ovejas que son preservadas por el Gran Pastor, sino como el animal cazado condenado a morir. Vive la vida del bruto y muere la muerte del bruto. Nadando en las riquezas, saciado de placer, ha engordado para la matanza, muere como el buey en el matadero. ¡Ay!, que una criatura tan noble use su vida de modo indigno y termine de modo tan desventurado y vergonzoso. Por lo que se refiere a este mundo, ¿en qué forma difiere la muerte de muchos hombres de la de un perro? Se hunden En el polvo vil de donde procedieron, Sin que nadie los llore, honre o cante.

¿Qué razón hay, pues, para que los piadosos teman cuando estas bestias brutas naturales los asaltan? ¿No deberían seguir poseyendo sus almas en paciencia? C. H. S.

Vers. 13. Éste su camino es locura. La locura del hombre raramente se ve más que en el afanarse por nada, en hacer un gran ruido cuando hay muy pocas nueces, como el bobalicón que se presentó a Alejandro jactándose de que podía hacer pasar un guisante por un agujero muy pequeño desde cierta distancia destreza que le había costado muchas horas de prácticas, y pensaba que recibiría una gran recompensa; pero el rey le regaló una canasta de guisantes,
recompensa apropiada a su diligente negligencia u ociosa actividad. George Swinnock

Vers. 14. La muerte los pastorea. La muerte, como un pastor torvo y ceñudo los guía, y los lleva al lugar de sus pastos eternos, donde todo es soledad y miseria.

Las rectos dominarán sobre ellos. Por la mañana... Los rectos se hallaban antes a la cola, pero por la mañana se hallarán a la cabeza. Los pecadores rigen al caer la noche; sus honores se marchitan y por la mañana la posición de ellos está invertida. La reflexión más dulce del justo es que «por la mañana» aquí significa el comienzo de un día interminable, inmutable. C. H. S.
Su hermosura se consume, y el Seol será su morada. ¿Dónde se halla su pompa, su delicadeza, su belleza? Todas estas cosas se han desvanecido como el humo, y ahora no queda nada sino polvo, horror y peste. El alma, habiéndose soltado, yace sobre el suelo, no un ser humano, sino un cadáver sin vida, sin sentido, sin fuerza y horrible a la vista, si es que se puede mirar. Thomas Tymme

¡Ah!, la tristeza, el montón de ruinas confuso de la humanidad, ¡qué terrible carnicería se hace de la raza humana! Y ¡qué solemne y terrible escena, cubierta de los restos desordenados de sus compañeros, se presenta en sus mentes! ¡Allí yacen los huesos del monarca orgulloso, que se tenía casi por un dios, mezclados con las cenizas de sus súbditos más pobres! La muerte se apoderó de él en la cumbre de su vanidad; estaba regresando de una conquista, su mente altanera hinchada por el poder y la grandeza, cuando una de las flechas fatales le tocó el corazón y en un instante dio al traste con sus pensamientos e intrigas; el sueño de gloria se desvaneció, y todo su
imperio quedó confinado a la tumba.

Allí hay un cuerpo al que se prodigaban cuidados, y cuya hermosura y forma eran admiradas neciamente, ahora podrido; nada sino gusanos le acompañan; éste es el cambio que ha traído la muerte. Mira, después, las cenizas oscuras y anónimas de un rico, un codicioso, un avaro cuya alma estaba pegada a este mundo y abrazada a sus tesoros; ¡con qué convulsiones y agonías la muerte le arrancó de esta tierra! ¡Cómo se agarraban sus dedos al oro! ¡Con qué vehemencia hundía sus manos en la plata, indiferente a su desespero! William Dunlop

Vers. 15. Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol. De nuestro lugar temporal de descanso saldremos a su debido tiempo avivados por la energía divina. Como nuestra Cabeza resurrecta, no podemos ser retenidos por los lazos de la tumba; la redención nos ha emancipado de la esclavitud de la muerte. El hombre no puede hallar redención en las riquezas, pero Dios la ha hallado en la sangre de su querido Hijo. C. H. S.

Porque El me tomará consigo. Este medio versículo, bien corto, como hace notar Boncher, pesa más por su misma brevedad. La misma expresión ocurre de nuevo (73:24): «Tú me tomarás»,
siendo el original de los dos, Génesis 5:24, en que se dice del traslado de Enoc: «Y no se halló porque Dios se lo había llevado.» J. J. Stewart Perowne

Vers. 16. No temas cuando se enriquece alguno. No te preocupes cuando ves al impío que prospera. No hagas preguntas sobre la justicia divina; que ningún presentimiento nuble tu mente.
La prosperidad temporal es de tan poco valor que no vale la pena preocuparse por ella; que los perros roan sus huesos, y los cerdos hurguen.

Cuando aumenta la gloria de su casa. Aunque el pecador y su familia son objeto de gran estima, y su posición es muy elevada, no importa; todas las cosas serán puestas en su lugar a su debido tiempo. Sólo aquellos cuyo juicio es sin valor van a estimar a los hombres más a causa de la extensión de sus tierras; los que son estimados por razones tan faltas de razón, van a hallar su nivel antes de poco, cuando la verdad y la justicia pasen a primera fila.

Vers. 17. Porque cuando muera no se llevará nada. Sólo tiene sus tierras en arriendo, y la muerte termina el plazo del mismo. El hombre tiene que atravesar el río de la muerte desnudo. Ni un
harapo como vestido, ni una moneda de todo su tesoro, ni una pizca de su honor puede el mundano llevarse consigo al morir. ¿Por qué, pues, angustiarse por una prosperidad tan pasajera? C. H. S.

Los ricos son como las piedras del granizo; hacen mucho ruido en el mundo, como el tableteo del granizo al caer sobre las tejas de la casa; caen, se quedan sobre el suelo y se derriten. La vida del hombre es como las riberas de un río, su estado temporal es la corriente; el tiempo erosiona las riberas, pero la corriente no cesa, sigue abajo, sin cesar. Thomas Adams

Su gloria no desciende tras él. Al descender, abajo, más abajo siempre, ninguno de sus honores o posesiones le sigue. Las patentes de nobleza son papel mojado en el sepulcro. Su señorío, su honor, su gracia, todo ello son títulos ridículos en la tumba. El infierno no sabe nada de la aristocracia. Los pecadores delicados y melindrosos hallarán que las llamas eternas no respetan sus afectaciones y refinamientos. C. H. S.

La muerte agarra al pecador por el cuello y «le arrastra escaleras abajo a la tumba». La indulgencia de alguna tendencia pecaminosa tiene esta propensión al descenso, que es mortal.

Toda concupiscencia, sea por las riquezas, los honores, los juegos, el vino o las mujeres, guía al engañado y desgraciado adicto, paso a paso, a las cámaras de la muerte. No hay esperanza en la perspectiva temida: la tribulación y la angustia se apoderan del espíritu. ¿Has escapado, alma mía, de la red del infernal cazador? No olvides que es un carbón encendido arrancado del fuego.
¡Oh, qué deudores somos a la gracia! George Offor

Vers. 18. Aunque mientras viva, llame dichosa a su alma. Se considera feliz. Tiene las buenas cosas de esta vida. Su objetivo principal es bendecirse a sí mismo. Estaba cargado de la adulación de los halagadores.

Los hombres te alabarán cuando las cosas te van bien. La generalidad de los hombres da culto al éxito, no importa cómo se consiga. No importa el color del caballo que gana; basta con que gane.

«Cuida el número uno» es la filosofía del mundo proverbial, y el que presta atención a él es «listo», «un hombre de negocios capaz», «un individuo astuto y con sentido común», eté. El banquero se pudre como el limpiabotas, y el noble como el pobre. ¡Ay!, pobres riquezas, que son los colores del arco iris en una burbuja, el arrebol de la niebla matutina, sin sustancia alguna.

Así termina el canto del poeta. El tema es consolador para el justo; lleno de advertencia al mundano. Escucha, oh rico. Escucha, oh pobre. Prestad vuestro oído al mismo, vosotras naciones de la tierra. C. H. S.

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