sábado, 30 de marzo de 2013

Ilustración: EL RELIGIOSO Y EL CARNICERO




EL RELIGIOSO Y EL CARNICERO

Hay una vieja narración que nos cuenta de un religioso muy “santo” que vivía en el desierto, ayunaba a menudo y había abrazado la más abnegada pobreza.

Mucha gente de los alrededores lo tenía por santo, y se decía que era el hombre que estaba más cerca de Dios.

Así parecía, puesto que este religioso se pasaba mucho tiempo en serena contemplación y diálogo con Dios.

Un día llegó a oídos del religioso lo que la gente decía de él, y picado por la curiosidad le preguntó a Dios:

Dime, Señor ¿es cierto lo que la gente dice de mí, que soy el hombre más santo y el que está más cerca de Ti?..
¿De veras quieres saberlo? ¿Por qué estás tan interesado? le preguntó Dios...

El religioso le contestó: No es la vanidad la que me mueve a preguntarte esto, sino el deseo de aprender. Si hay alguien más santo que yo, debo ser su discípulo para saber acercarme más a Ti...

Dios entonces le dijo:
"Muy bien, baja por el sur del desierto al pueblo más cercano y pregunta por el carnicero del pueblo, él es el más santo"…
El religioso se sorprendió mucho con la respuesta de Dios, pues en aquella época los carniceros gozaban de muy mala fama, pero obediente hizo lo que el Señor le indicó.

Llegó al pueblo y pudo observar a sus anchas al carnicero, y no encontró en él nada extraordinario. Al verlo incluso llegó a dudar, le pareció de bruscos modales, algo malhumorado y observó con preocupación, que cada chica hermosa que llegaba a la carnicería, era mirada de forma "no muy santa " por el carnicero…

Cuando terminó de atender a la gente y se disponía a cerrar el negocio, el carnicero, sorprendido le preguntó que quería. El religioso le contó lo que le había llevado a verlo y el carnicero quedó más sorprendido todavía.

"Mire, yo no dudo de su palabra pero me sorprende mucho que Dios le haya dicho eso, yo soy un gran pecador, aunque voy a la Iglesia no lo hago con la frecuencia con que debería. Pero en fin, mi casa es su casa". Y le invitó a pasar y a comer con él, en tanto él entraba a una habitación en donde un anciano acostado en un lecho recibió todo el cuidado del carnicero, que le dio de comer en la boca y lo arropó con cariño para que durmiera…

"Perdone mi indiscreción le dijo el religioso al carnicero - ¿es su padre?

"No lo es" le respondió. "En realidad es una larga historia"…

"¿Podría contármela?" le dijo el monje.

"A usted se la contaré pues sé que los monjes saben guardar secretos. Este hombre fue quien mató a mi padre. Cuando vino al pueblo, mi primer impulso fue matarlo para vengarme pero estaba viejo y enfermo y sentí pena por él.

Luego recordé a mi padre, que siempre me enseñó a perdonar y en su nombre decidí tratarlo con amor, como hubiera tratado a mi padre, si aún viviera"…

No está más cerca de Dios el que dedica mucho tiempo a realizar actos religiosos, sino aquel que ama y perdona aún al que lo odia.
Porque quien obra así hace lo mismo que Dios...

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” Mateo 7:21

Mensaje en Audio: "Dos maneras de recibir bendición"


miércoles, 27 de marzo de 2013

El predicador y la oración: La casa de Dios



LA CASA DE DIOS

La Iglesia, determina a la adquisición del poder temporal, casi ha abandonado sus deberes espirituales. Y su imperio, el cual descansa sobre fundamentos espirituales, se va desmenuzando con su caída, amenazando con pasar de largo como una visión que no tiene sustancia.                                                                                                                                       Lea´s Inquisition



La oración se relacio9na con lugares, épocas, ocasiones y con circunstancias. Tiene que ver con Dios y con todo aquello que este relacionado con Él. Pero también esta íntima y especialmente relacionada con su casa: a saber, La Iglesia, un lugar sagrado, apartado para adorar a Dios y predicar su Palabra. Si, la oración tiene un lugar preponderante en la Casa de Dios.
Allí Dios se encuentra con su pueblo y se deleita en la adoración de sus santos. No es, pues, un lugar común…
Nuestro Señor puso un énfasis peculiar sobre lo que es la Iglesia cuando echó a los mercaderes del Templo, repitiendo las palabras de Isaías:
“¿no esta escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” (Mr. 11:17).
Así, aquellos que descuidan hoy también la oración y buscan minimizarla, dándole un lugar secundario, pervierten la Iglesia de Dios. Porque la oración pertenece a la Casa de Dios, donde tiene sus derechos divinos.
Es más, la vida, el poder y la gloria de la Iglesia es la oración. Esta hace que el mismo edificio se convierta en un santuario, algo separado en espíritu y en propósito, diferente en todo a cualquier otro edificio.
Así sucedía con el Tabernáculo, el cual aun siendo movido de sitio en sitio, era santo porque allí moraba la presencia de Dios.
Sin oración, una Iglesia viene a ser entonces como un cuerpo sin espíritu, algo muerto e inanimado. Podrá tener un hermoso y un costoso edificio, con todos los adelantos y comodidades, pero si en su seno carece de oración, será fría y yerta.

Por consiguiente, puesto que la Casa de Dios es una Casa de Oración, la intención divina es que su pueblo deje sus hogares y vaya a encontrarse con Él en su propia Casa.
Dios ha hecho promesa especial de encontrarse con su pueblo allí, y el deber de todo creyente es acudir a la Iglesia para ese fin específico.
De hecho la oración debería ser la principal atracción para los creyentes espirituales, los demás lugares, aunque no todos pecaminosos o malos, son seculares y humanos, y no tienen una concepción especial de Dios con ellos. Pero la Iglesia es esencialmente espiritual y divina. Lo que se hace en otros lugares es hecho sin especial referencia a Dios, mientras que en la Iglesia, Dios es reconocido, invocado y adorado. La oración es, en definitiva, la marca distintiva de la Casa de Dios, el lugar sagrado en donde los creyentes fieles se encuentran con su Señor.
La oración debe de tomar parte en cada una de las actividades que se llevan a cabo en la Iglesia y de su templo; siendo una de sus importantísimas funciones la de crear y educar a la gente de oración, hombre y mujeres santos que pasen largo tiempo sobre sus rodillas.
Cualquier Iglesia que se llame Casa de Dios y que no dé a la oración un lugar prominente en sus actividades y que no enseñe las grandes lecciones que la Escritura contiene sobre ella, debería ajustarse inmediatamente al patrón y guía divina o cambiar el nombre de su edificio.
El hallazgo del libro de la ley dado a Moisés supuso algo sin precedentes en la historia de Israel. Cuando fue llevado a Josías, éste rasgó sus vestidos y se afligió en gran manera por el abandono que había existido en su reino con respecto a la Palabra de Dios, cuyo resultado natural había sido irremediablemente la iniquidad que abundaba por toda la Tierra.
Entonces, Josías pensó en Dios, y mandó a Hilcías, el sacerdote, a que fuera e inquiriera acerca de lo hallado. ¡Un abandono de la Palabra de Dios era demasiado serio para ser tratado livianamente! Toda la nación, sin duda, debía de mostrar un sincero arrepentimiento. Y éstas fueron las palabras de este fiel rey:
“andad, consultad a Jehová por mi y por el remanente de Israel y de Judá acerca de las palabras de l libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que ha caído sobre nosotros, por cuanto nuestros padres no guardaron la Palabra de Jehová, para hacer conforme a todo lo que esta escrito en este libro” (2 Cro 34:21).
Pero esto no fue todo… Josías promovió un avivamiento dentro de su reinado; de modo que le encontramos reuniendo a todos los ancianos de Jerusalén y a los ancianos de Judá para llevar a cabo tal propósito.
Una vez reunidos, el rey entro en la Casa del Señor y leyó las palabras del libro del Pacto que fue encontrado en la Casa del Señor.

Gracias a este rey justo, la Palabra de Dios tomó una importancia relevante. Josías la estimó de tal manera que consultó a Dios en la oración sobre su propia Palabra, y se cuido de instruir a la gente que le rodeaba sobre las maravillas de su contenido.
Asimismo, cuando Esdras volvió de Babilonia y buscaba la restauración de su nación, todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que estaba delante de la Puerta de las aguas;
“… y dijeron a Esdras, el escriba, que trajese el libro de la ley de Moisés, el cual había dado a Israel. Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos de los que podían entender, el primer día del mes séptimo. Y leyó en el libro delante de la plaza que esta delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencias de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la Ley” (Neh. 8:1-3).
¡Este fue el gran día de la lectura de la Palabra de Dios en Judá! Un verdadero avivamiento; los líderes leían la Ley delante de el pueblo, cuyos oídos estaban atentos a lo que Dios tenía que decirles. Pero no solo fue un día de lectura de las Escrituras; fue también un tiempo de predicación de la Palabra, así como lo indica el siguiente pasaje:
“y leían en el libro de la Ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura” (Neh. 8:8)
He aquí la definición escritural dela predicación: leer la Palabra de Dios de modo que la gente pueda oír y entender las palabras, no desviándonos de su contenido. Esta es la clase de predicación que necesitamos hoy día, una predicación clara y expositora, para que la Palabra de Dios pueda tener efecto en los corazones.
Es cierto que la predicación tópica, polémica, histórica y otras formas de sermones tienen sus usos en determinados momentos. Pero la predicación expositora, aquella que nos da a entender claramente el contenido de la Palabra de Dios, es la numero uno por excelencia.
Sin embargo, para lograr un fin exitoso, el predicador necesita ser un hombre de oración. Por cada hora que pase estudiando su mensaje, deberá estar dos horas de rodillas en oración. Por cada hora que dedique a un pasaje oscuro de la Escritura, habrá de estar dos a solas con su Señor. Y es que la oración y la predicación no pueden permanecer separadas…

martes, 26 de marzo de 2013

Tesoros de David, Salmos 48 de Charles Spungeon


Salmos 48
Título: «Cántico y Salmo de los hijos de Coré». Un cántico de gozo y un Salmo de reverencia.
¡Ay!, no todo cántico es un Salmo, porque no todos los poetas han nacido del cielo, y no todo Salmo es un cántico, porque al acudir delante de Dios hemos de expresar confesiones penosas lo mismo que alabanzas exultantes.
gún su-ceso de la historia judía. Su autor y fecha son desconocidos. Registra la retirada de ciertos reyes confederados de Jerusalén, cuando les falló el coraje antes de dar un golpe.
 
Ver. 1. Grande es Jehová. Hasta, qué punto es grande, nadie puede concebirlo; pero podemos ver que El es grande en la liberación de su pueblo, grande en la estimación de los que son librados, y grande en los corazones de sus enemigos, a quienes desparramó con sus propios temores. En vez del grito de Efeso: «Grande es Diana», damos un testimonio razonable, demostrable y evidente por sí mismo: «Grande es Jehová.» C. H. S.
Mayor (Job 33:12); el mayor (Salmo 95:3). La misma grandeza (Salmo 95:3). Un grado que está
más alto que el superlativo. John Trapp

Vers. 2. El gozo de toda la tierra, es el monte de Sión. Jerusalén era la estrella del mundo; toda luz existente en la tierra la habían pedido prestada de los oráculos preservados en Israel. C. H. S.
Cuando estuve aquella mañana en la cumbre del Olivete y miré hacia abajo a la ciudad coronada por alturas almenadas y rodeada de fosos y barrancos oscuros, exclamé involuntariamente:
Hermoso por su situación, el gozo de toda la tierra, es el monte de Sión, a los lados del norte, la ciudad del gran Rey. Y, al mirar, los rayos rojos del sol del orto formaban un halo alrededor de la cima del castillo de David; luego teñían de oro los minaretes, y doraban la cúpula de cada mezquita e iglesia, y al final, bañados en una luz rubicunda, los terrados de la ciudad, y la hierba y el follaje, las cúpulas, pavimentos y los muros colosales de la Haram. Ningún humano podría sentirse decepcionado al ver por primera vez a Jerusalén desde el Olivete. J. L. Porter

Vers. 5. Y apenas la vieron, se maravillaron. Llegaron, miraron, pero no conquistaron. No hubo veni, vidi, vici para ellos. Tan pronto como percibieron que el Señor estaba en la Santa Ciudad se alejaron. Antes que el Señor entrara a golpes con ellos, se desmayaron y se dieron a la fuga. C. H. S.
 
Vers. 5, 6. Los potentados del mundo vieron los milagros de los apóstoles, el valor y constancia de los mártires y el incremento diario en la iglesia, a pesar de todas sus persecuciones; contemplaron con asombro el rápido progreso de la fe por todo el Imperio Romano; llamaron a sus dioses, pero sus dioses no les dieron ayuda alguna; la idolatría había expirado al pie de la cruz victoriosa. George Horne

Vers. 7. Con el viento solano quiebras tú las naves de Tarsis. Herejías especulativas, que pretendían traernos riquezas lejanas, están asaltando constantemente a la iglesia, pero el aliento del Señor las empuja pronto a su destrucción. La iglesia, muchas veces, confía en exceso en la sabiduría de los hombres, y estas ayudas humanas pronto naufragan; con todo, la iglesia misma está segura bajo el cuidado de su Dios y Rey.
 
Vers. 9. Nos acordamos. Los santos son hombres reflexivos; no permiten que las maravillas de Dios pasen delante de sus ojos y se deslían en el olvido, sino que meditan profundamente en ellas.
De tu misericordia, oh Dios. ¡Qué tema tan deleitoso! Las mentes devotas nunca se cansan de un tema tan divino.
En medio de tu templo. Los recuerdos de la misericordia deben asociarse con la continuidad de la alabanza. Junto a la mesa del pan de la proposición que conmemora su abundancia ha de haber el altar del incienso que denota nuestra alabanza.

Vers. 10. Conforme a tu nombre, oh Dios, así es tu loor hasta los confines de la tierra. Gran fama pertenece a su gran Nombre. La gloria de las proezas de Jehová traspasa los límites de la tierra; los ángeles las contemplan con asombro, y de cada estrella inteligencias contentas proclaman su fama más allá de los confines de la tierra.
Si los hombres se callan, los bosques, los mares y las montañas, con todas sus tribus incontables y todos los espíritus invisibles que andan por ellas, están llenos de la alabanza divina. Así como en una concha podemos escuchar los murmullos del mar, también en las órbitas de la creación podemos oír las alabanzas de Dios.
De justicia está llena tu diestra. Tu cetro y tu espada, tu gobierno y tu venganza son todos ellos justos. Tu mano nunca está vacía, sino llena de energía, abundancia y equidad. Ningún santo ni pecador hallará al Señor con las manos vacías. En uno y otro caso El tratará con justicia suma: al uno, por medio de Jesús, será justo perdonándole; al otro, condenándole.
 
Vers. 13. Considerad atentamente su antemuro. La seguridad del pueblo de Dios no es una doctrina que haya que guardar al fondo. Se puede enseñar en primer plano, y con frecuencia hay que ponderarla. Sólo los corazones bajos creerán que esta verdad gloriosa es perjudicial. Los hijos de perdición hacen una piedra de tropiezo incluso del mismo Señor Jesús; ¿es de extrañar que tergiversen la verdad de Dios con respecto a la perseverancia final de sus santos? C. H. S.

Vers. 14. Así es Dios, nuestro Dios eternamente y para siempre. ¡Qué porción, pues, es la del creyente! El dueño de la tierra no puede decir de sus campos: «Estos campos son míos para siempre.» El rey no puede decir de su trono: «Este trono es mío para siempre.» Estas posesiones serán entregadas a otros dueños; estos posesores se mezclarán con el polvo, e incluso la tumba que ellos mismos ocuparán no será suya mucho tiempo.
Pero la felicidad singular y suprema de todo cristiano es decir, o tener el derecho a decir: «Este Dios glorioso con todas sus perfecciones divinas es mi Dios para siempre, y aun en la muerte no me separaré de su amor.» George Burder
Dios no sólo es una porción satisfactoria que llena cada resquicio de tu alma con luz de gozo y consuelo; y una porción universal; no la salud, o la riqueza, los amigos o los honores, la libertad o la vida, la casa, la esposa, el hijo, el perdón o la paz, la gloria, la tierra, el cielo, sino todos ellos, e infinitamente más; pues también Él es tu porción eterna. Este Dios será tu Dios para siempre y eternamente. ¡Oh dulces palabras, para siempre! Tú eres la corona de la corona de los santos, y la gloria de su gloria. George Swinnock

Enciclopedia explicativa de dificultades biblicas: "¿De quién tuvo temor Caín?




¿DE QUIEN TUVO TEMOR CAIN?

P. Si Caín y Abel fueron los primeros hijos de Adán y Eva, ¿de quién tuvo temor Caín al decir cualquiera que me hallare me matará?

R. Desde el punto de vista de los predicadores evolucionistas la respuesta es fácil, ya que suponen que Adán no fue el primer hombre sobre la tierra. Pero nuestra respuesta es desde el punto de vista bíblico, y, en este caso, lo mismo que en la pregunta sobre ¿con quién se casó Caín?, la respuesta es el versículo 5 de este capítulo que dice que Adán tuvo hijos e hijas. Sabemos que habían pasado 130 años desde la creación de Adán, comparando Génesis 4:20 con este pasaje. Si Adán cumplió desde el primer año de su vida la orden divina de «creced y multiplicaos », pudo haber tenido muchos hijos y nietos en más de un siglo. Según este texto, Abel y Caín no fueron los únicos hijos de la primera pareja, como se piensa comúnmente.

La pregunta es, pues: ¿Por qué tenemos la historia de estos dos hijos de Adán con tanto detalle, y no aparecen sino por referencia todos los demás?
Ya lo hemos indicado al hablar del Sacrificio Redentor, del que probablemente Dios enteró a Adán con más extensión de lo que parece. Caín y Abel son tipos representativos del hombre que obedece a Dios y del que trata de hacer las cosas a su manera, y por eso tenemos la historia del primer asesinato en el mundo, como un aleccionador ejemplo.
En aquel primer siglo es seguro que todos los hijos de Adán se consideraban hermanos y no había habido ningún atentado terrorista. Caín fue el primero en levantar su mano contra un hermano, y este mismo hecho histórico es suficiente para el detalle con que nos es referido.
Hebreos 11:4 nos amplía un poco la visión del carácter de Abel, como un hombre justo y temeroso de Dios, lo que hace más propio que su muerte alevosa haya quedado consignada en las Sagradas Escrituras.
Caín temería, pues, de alguno de sus parientes que se habían esparcido sobre la tierra, aunque probablemente no muy lejos de Mesopotamia, y la misma impresión que debía producirle ver a su hermano inerte, tras haberle herido le inducía al temor de que a él le pudiera ocurrir lo mismo.
Acerca de la marca que Dios le puso se han hecho muchas hipótesis. Puesto que los hombres en aquel tiempo no sabían leer, no podía ser una prohibición escrita; por esto los exégetas del texto sagrado opinan que la marca era más bien una señal de una promesa de Dios para la propia seguridad del delincuente, que un mandato a sus contemporáneos. Del mismo modo que el arco-iris era una señal de la promesa de Dios para Noé de que no habría otro diluvio.
Pero, ¿en qué consistía la propia señal?
Los antiguos padres de la Iglesia dicen que la señal era un continuo temblor en todo su cuerpo, acompañado
de un semblante atroz que daba a conocer la agitación de su conciencia. En tal caso la misma señal era un castigo para Caín. (1. En la Biblia traducida por Petisco-Torres Amat hallamos la siguiente nota: «Los padres creen que esta señal fue un temblor de todo su cuerpo acompañado de un semblante atroz, que daba a conocer la agitación de su conciencia.» (La Sagrada Biblia, pág. 7, nota 15.))
La señal de Caín, fuera lo que fuera, era con todo una seguridad para el propio malhechor de que la sangre de su hermano no sería vengada inmediatamente, así Dios concedía al primer criminal un plazo para un posible arrepentimiento y perdón mediante el prometido Redentor, simbolizado por el mandato de sacrificios sangrientos. Esto sin duda expresa el ver. 7. Muchos exégetas entienden: «El que lleva el pecado» en esta enigmática expresión. Dios no podía decirlo claramente a Caín antes de cometer su crimen para no alentarlo al mismo, pero nos lo da a entender a nosotros; que aun para el primer homicida habría habido perdón, como lo ha habido para millares de criminales que se han arrepentido a través de los siglos y se
han acogido a la muerte redentora de Jesucristo.
Debemos tener en cuenta que en aquellos tiempos los hombres tendrían absoluta fe en que el Ser misterioso que había tratado con el patriarca Adán como una teofanía visible, era poderosísimo y su palabra se cumplía. Pero una cosa es fe y otra obediencia. Todo el relato muestra que Caín tenía fe en Dios, pero como la de los demonios; en cambio, Abel tenía una fe obediente. Por esto, en Hebreos 11, nos es puesto como un ejemplo de fe.

Comentario Biblico de Matthew Henry, Genésis 31


Genésis 31
Versículos 1—21. Jacob se va en secreto. 

22—35. Labán persigue a Jacob. 

36—42. Jacob se queja de la conducta de Labán. 

43—55. El pacto de ellos en Galaad.
 
Vv. 1—21. Los asuntos de estas familias se relatan con mucho detalle aunque no se mencionan los (así llamados) grandes sucesos de los estados y reinos de ese período. La Biblia enseña a la gente los deberes corrientes de la vida, cómo servir a Dios, cómo disfrutar las bendiciones que Él otorga y hacer el bien en las variadas situaciones y deberes de la vida. Los hombres egoístas se consideran despojados de todo lo que queda fuera de su alcance y la codicia se traga hasta el afecto natural. La sobrevaloración de la riqueza mundana que los hombres hacen es un error que es raíz de la codicia, la envidia y de todo mal. Los hombres del mundo se entrometen en el camino ajeno y cada uno parece estar quitándole a los demás; de ahí surgen el descontento, la envidia y la discordia. Pero hay ciertas posesiones que bastan por todo; feliz aquel que las busca en primer lugar. En todos nuestros cambios debemos respetar el mandamiento y la promesa de Dios. Si Él está con nosotros, no tenemos que temer. Los peligros que nos rodean son tantos que, en realidad, nada más puede dar ánimo a nuestros corazones. Recordar las temporadas favorecidas por la comunión con Dios es muy refrescante cuando uno está en dificultades; y a menudo debiéramos recordar nuestros votos, para que no dejemos de cumplirlos.
 
Vv. 22—35. Dios puede poner freno en la boca de los hombres malos para restringir su maldad aunque no cambie sus corazones. Aunque no amen al pueblo de Dios, lo fingirán y tratarán de hacer méritos por necesidad. ¡Necio Labán! ¡Llamar dioses todas esas cosas que podían ser robados! Los enemigos pueden robar nuestros bienes pero no nuestro Dios. Aquí Labán culpa a Jacob de cosas que no sabía. Quienes encomiendan su causa a Dios no tienen la prohibición de rogar por ella con mansedumbre y temor. Cuando leemos que Raquel roba las imágenes de su padre, ¡qué escena de iniquidad se abre! La familia de Nacor, que dejó a los caldeos idólatras, ¿esta misma familia se vuelve idólatra? Así es. Parece que la verdad es que eran como algunos de tiempos posteriores, que juraron por Jehová y juraron por Milcom, Sofonías 1.5; y como otros de nuestros tiempos que desean servir simultáneamente a Dios y a Mamón. Grandes muchedumbres reconocerán de palabra al Dios verdadero pero sus corazones y casas son albergues de la idolatría espiritual. Cuando un hombre se entrega a la codicia, como Labán, el mundo es su dios; y sólo tiene que residir entre idólatras groseros para volverse uno de ellos o, por lo menos, un favorecedor de sus abominaciones.

Vv. 36—42. Si Jacob se dejaba voluntariamente ser consumido por el calor del día y la helada de la noche, por llegar a ser el yerno de Labán, ¿qué tendríamos que negarnos a soportar por llegar a ser hijos de Dios? Jacob habla de Dios como del Dios de su padre; él se tenía por indigno de ser considerado en sí mismo pero era amado por amor de su padre. Él lo llama el Dios de Abraham y el temor de Isaac, pues Abraham estaba muerto e ido a ese mundo donde el perfecto amor echa fuera todo temor pero Isaac estaba vivo aún, santificando al Señor en su corazón con temor y temblor.

Vv. 43—55. Labán no podía justificarse a sí mismo ni condenar a Jacob, por tanto, desea no saber más del asunto. No está dispuesto a reconocer su falta como debiera haber hecho. Propone un pacto de amistad entre ellos con lo cual concuerda rápidamente Jacob. Se levanta un montón de piedras para conservar el recuerdo del hecho, pues entonces no se sabía escribir o se usaba poco. Se ofreció un sacrificio de ofrenda de paz. La paz con Dios pone un verdadero consuelo en la paz con nuestras amistades. Ellos comieron juntos el pan, y participaron de la fiesta por el sacrificio. En las épocas antiguas, las partes ratificaban el pacto de amistad comiendo y bebiendo juntos. Dios es el juez de las partes litigantes y Él juzgará con justicia: el que hace mal, lo hace por su cuenta y riesgo.
—Ellos dieron un nuevo nombre al lugar, Majano del testimonio. Después de la airada discusión de las condiciones, se separaron amigos. Dios suele ser mejor para nosotros que nuestros temores y dirige a favor nuestro los espíritus de los hombres, más allá de lo que pudiésemos esperar; porque no es en vano confiar en Él.

Bosquejo Biblico de Samuel Vila: La sed del alma



LA SED DEL ALMA
(Salmo 63)

1. Súplica (vv. 1, 2):
a) Comunión (v. 1): no todas las almas que están sedientas buscan a Dios. Cuando decimos, «Tú eres mi Dios», entonces sí deseamos Su presencia.
b) Consuelo (vv. 2): cuando el alma busca a Dios, nunca encuentra temor, sino siempre consuelo y confortamiento.

2. Contentamiento (vv. 3–6):
a) Dedicación (v. 3): «Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón». (Lc. 12:34). Una dedicación total moldea el juicio y controla los deseos.
b) Acción de gracias (vs. 4–6): un Dios tan inmensamente bueno que satisface los profundos deseos del alma, es digno de toda alabanza.

3. Convicción (vv. 7, 8):
a) Escudo (v. 7): ¡Tal vez el «Shekinah» estaba en la mente del autor de este salmo! Es el cántico de un alma satisfecha que halla su escudo en Dios.
b) Sostenimiento (v. 8): el alma tiene profundos anhelos de Dios y siente que está segura en los brazos eternos.

4. Confianza (vv. 9–11):
a) Castigo (vv. 9, 10): un declive extraño, al parecer, pero está dicho en un sentido que expresa confianza, y no un sentir vindicativo. Es la seguridad que ha de triunfar la justicia.
b) Propiedad (v. 11): el salmista no se regocija por lo tanto en la caída del enemigo, sino en Dios quien trae gloria al corazón honesto.