jueves, 31 de diciembre de 2015

Un pequeño asunto de obediencia

Leer | Lucas 5.1-11

La obediencia a Dios en las cosas pequeñas es un paso esencial para recibir bendición. Lo que Él nos pide que hagamos nunca es insignificante aunque no siempre podamos reconocer la importancia de aceptar lo que el Señor nos pida. Pedro no podía imaginar el impacto que una sencilla salida en una barca tendría en su vida. Pudo haber dicho: “Estoy demasiado cansado, Maestro. Toma otra barca”. Pero su obediencia abrió la puerta para que Dios lo bendijera con un ministerio transformador.

Como hijos de Dios, debemos preguntarle qué quiere Él que hagamos cada día “¿Qué quieres que diga o cuál es la mejor decisión, Señor?” Tenemos que aprender a escuchar a nuestro Padre celestial, y a ser sensibles a la sutil voz que nos impulsa a lo largo del día. Si mantenemos nuestra mente en sintonía con Él, comenzaremos a entender el significado de algunas decisiones que, de otra manera, apenas nos daríamos cuenta. En última instancia, esta conciencia dará lugar a un estilo de vida de caminar con el Señor, y entonces recibiremos lo mejor que Él tiene para nosotros.

Una cosa que sé con certeza es que cada vez que he obedecido a Dios, Él me ha bendecido. El costo de desobedecer es muy alto. Estamos hablando de un Dios que nos ama incondicionalmente, y que tiene un plan perfecto. Obedecerle jamás nos decepcionará. Al mirar el 2015, ¿puede usted ver la sabiduría del Señor cuando le guió a tomar decisiones correctas? La visión retrospectiva es fantástica para reconocer las bendiciones de Dios.

Haga del 2016 un año de obediencia. Cuando obedecemos a Dios, nuestro corazón se abre completamente para que su poder se derrame en nosotros.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Descansar en Jesús

Leer | Isaías 26.2-4

Las guerras, las crisis económicas y las responsabilidades diarias, son solo algunas fuentes comunes de estrés que encontramos. Si nos detenemos a pensar mucho en estas cosas, la ansiedad nos abrumará.

El Señor nos dice qué es lo que debemos hacer. Jesús nos aseguró que aunque enfrentaríamos dificultades, podríamos descansar en Él (Jn 16.33). Pero no podemos confiar en alguien que no conocemos. Por esta razón, debemos primero procurar saber quién es Él.

La verdad de la Biblia es el lugar perfecto para comenzar. Por ejemplo, nuestro Dios es Señor y Dueño. Él es omnipresente, omnisciente, fiel y poderoso. Ama incondicionalmente y ofrece el perdón a todos los que confiamos en su Hijo como Salvador. Nos adopta como sus hijos, y quiere lo mejor para la vida de cada uno, tanto así que nos corrige cuando desobedecemos. Y además, desea que lo amemos más que a todos y que a todo en este mundo.

Conocer estas verdades es solo el comienzo. Como en cualquier relación, el tiempo propicia la familiaridad. Podemos leer la Biblia, orar, meditar en la Palabra de Dios y escuchar en silencio que su Espíritu hable a nuestro corazón. Esto nos ayudará a entender cómo piensa Él. Además, ver la manera como obra Dios en la vida de los demás, nos ayudará a conocer sus caminos.

Jesús es fiel, y Él le ofrece descanso en medio de un mundo turbulento. Quiere que usted ponga sus cargas sobre Él y que experimente su paz. ¿Conoce usted a este Dios maravilloso? Saque tiempo diariamente para estar en su presencia y conocerle más y más.

martes, 29 de diciembre de 2015

Perseverancia en medio del silencio

Leer | Job 23.16, 17

Ayer decíamos que Dios siempre tiene un propósito al guardar silencio. Aprendí esta lección.

Un día, me preparé para orar sobre una situación que afectaría mi futuro. Pero cuando me puse de rodillas, sentí como si Dios se hubiera ido de repente. Por tres días y tres noches, su presencia parecía estar a kilómetros de distancia. La cuarta noche, unos amigos se reunieron para interceder a mi favor, pero fue en vano. Casi derrotado, regresé a mi habitación cuando vi luz en la habitación de mi amigo. Entré por su ventana, que estaba abierta, y oramos hasta el amanecer. Pero aún nada.

Le supliqué a Dios durante toda la semana. Luego, por fin, Él intervino de una manera asombrosa para comunicarme los pasos que debía dar. La lección fue que cuando Dios guarde silencio, ¡siga orando!

Muchísimas veces he escuchado a personas decir que no deben seguir orando por una necesidad porque no hubo respuesta. Pero Mateo 17.20 dice que la fe del tamaño de una semilla de mostaza puede mover montañas. ¡Imaginemos, entonces, lo pequeña que debe ser nuestra fe cuando nos rendimos, y no esperamos en el Señor! Los creyentes no podemos tratar las oraciones como una máquina que nos da una respuesta inmediata cuando le depositamos una moneda. Hablar con Dios es una inversión a largo plazo en la íntima amistad que tenemos con Él.

Aunque Dios puede estar en silencio durante un tiempo, nunca deja de trabajar por nosotros. En el momento preciso, Él da un resultado que se adecúa a su plan perfecto. Así que, amigos, ¡a seguir orando!

lunes, 28 de diciembre de 2015

Deje que el Espíritu controle su mente

Leer | Romanos 8.5-8

Una batalla espiritual se está librando por el control de nuestra mente, porque la manera como pensemos determinará nuestra conducta. Si queremos vencer nuestras tendencias pecaminosas, debemos aprender a vernos como nuevas creaciones que ya no estamos bajo el dominio del pecado. Por la presencia del Espíritu de Cristo en nosotros, tenemos la capacidad de ser “más que vencedores”, independientemente de nuestros pecados del pasado (Ro 8.37).

También tenemos que reconocer las mentiras del enemigo que nos dicen que somos débiles y que fracasaremos otra vez. Después, tenemos que atacar con la verdad de Dios, que declara que el Espíritu de Cristo es mayor que Satanás (1 Jn 4. 4). Debemos enfocar nuestra mente en cosas espirituales (Fil 4.8), para que aprendamos a distinguir entre lo que nos corresponde como creyentes, y lo que no. Por último, debemos optar por el bien (Mt 5.3-11) y rechazar el mal (Gá 5.19-21). Cuanto más seamos dirigidos por el Espíritu, más sensible nos volveremos a sus advertencias sobre la tentación, y mayor será nuestra fortaleza para ganar la batalla por nuestra mente.

La vida llena del Espíritu comienza con el regalo del Espíritu Santo a todos los que hemos recibido a Jesucristo como Señor y Salvador. Esta llenura se convierte en una realidad cuando nos ponemos bajo el control del Espíritu, y se disfruta cuando hacemos uso del poder que Él libera en nosotros. Por tanto, requiere que resistamos la tentación, y mantengamos nuestro estado de sometimiento al Espíritu.

Al comenzar el nuevo año, transforme su “mente independiente”, y experimente las victorias que Dios da a quienes son llenos del Espíritu.

sábado, 26 de diciembre de 2015

La Biblia: La voz de Dios hoy

Leer | 2 Timoteo 3.16

Dios habló en los tiempos bíblicos de muchas maneras dramáticas. Pero, a pesar de que el Señor sigue hablando hoy, sus métodos han cambiado. Por tanto, no podemos esperar que hable con voz audible o que envíe a un mensajero angelical cad­a vez que tenga algo que decir. Debemos aprender a percibir su voz hoy.

El Padre celestial nos habla principalmente por medio de su Palabra escrita: En la Biblia tenemos su revelación completa. No le falta nada que debamos añadirle. ¿Por qué razón? Porque Él ya ha revelado perfectamente su Palabra a quienes dirigió para que la escribieran. Este no es un libro escrito por seres humanos, pues el Espíritu Santo inspiró literalmente su verdad en la mente de hombres fieles, para que pudieran ponerla por escrito (2 Ti 3.16).

La Biblia es la manera que tiene Dios de hablarle a nuestras necesidades, inquietudes, angustias y preocupaciones. Muchas veces, cuando tenemos problemas, vamos aquí o allá para hablar con un amigo o un consejero. Todo eso está bien y es bueno, y es verdad que el Padre nos habla a través de personas piadosas. Pero es a su Palabra donde debemos acudir primero.

El Señor nos ha dado este Libro para que­ podamos conocer su voluntad, lo cual exige que sistemáticamente dediquemos tiempo a su Palabra. Si usted abre la Biblia solo cuando tiene una pregunta o una emergencia, nunca tendrá una visión amplia de lo que Dios quiere decirle.

La Biblia es un tesoro de los pensamientos de Dios. Dedíquele tiempo cada día, comenzando hoy, para encontrar en ella nuevas verdades y discernimiento para la vida.

viernes, 25 de diciembre de 2015

El Dador Supremo

Leer | Romanos 11.33-36

En medio de todos los preparativos, de toda la ornamentación, y de todas las celebraciones de la temporada navideña, tenemos que apartar tiempo para reflexionar en cuanto a los regalos divinos que cambiaron para siempre el curso del destino humano. Cuando ese pequeño bebé entró en nuestro mundo en Belén, se desencadenó desde el cielo el primero de un flujo interminable de bendiciones.

Nos enfocamos, por lo general, en el regalo del Padre, el cual dio a su Hijo pa­ra ser el Salvador del mundo (1 Jn 4.14). Pero los tres miembros de la Trinidad tuvieron parte en este despliegue divino de generosidad que continuará hasta la eternidad.
El Señor Jesús vino a ofrecer su vida en rescate por muchos, y después de su muerte y resurrección, Él y el Padre enviaron al Espíritu Santo para morar dentro de los creyentes para siempre (Mr 10.45; Jn 14.16; 16.7).
El Espíritu, a su vez, da dones espirituales a todos los creyentes y produce su maravilloso fruto en sus vidas (1 Co 12.7-11; Gá 5.22, 23).

Pero estos regalos divinos no terminan en la Tierra. Seguirán en el cielo cuando el Señor evalúe a los cristianos y les recompense por las buenas obras que jamás habrían podido hacer sin el poder de Él (1 Co 3.13, 14; Jn 15.5).
Todo el mérito y la gloria pertenecen a Cristo; sin embargo, el Señor cubrirá de alabanzas, por gracia, a los suyos (1 Co 4.5).

Adoramos a un Dios compasivo y generoso. Piense en el derramamiento continuo de bendiciones desde su trono, y pregunte: ¿Cómo responderé hoy? Él no necesita nada de usted, pero quiere ser parte suya no para controlarle, sino para mostrarle las “abundantes riquezas de su gracia en su bondad” (Ef 2.4-7).

jueves, 24 de diciembre de 2015

Verdades bíblicas fundamentales acerca de la identidad de Jesús

Uno de los grandes beneficios de la temporada de Navidad es la mayor apertura a las conversaciones acerca del Señor Jesús. Las personas, por lo general, lo aceptan con más facilidad cuando es presentado como un pequeño bebé acostado en un pesebre. Incluso, algunos que no creen en Cristo, disfrutan de la historia de la Navidad. No hay mucho en esta escena para generar hostilidad, salvo la de aquellos que realmente odian cualquier mención de su nombre.

Pero, junto con esta oportunidad para la conversación, también abundan los malentendidos en cuanto a la verdadera identidad de Cristo. Es comprensible que quienes están fuera de la iglesia tengan ideas equivocadas acerca de Él, pero incluso hay cristianos que tienen poco conocimiento de Él. Saben que es el Hijo de Dios, y que es su Salvador, pero son incapaces de explicar con precisión quién es el Señor Jesús, y por qué creen, realmente, en Él. Es por esto que necesitamos entender seis verdades bíblicas fundamentales acerca de su identidad.

Primero, Jesús existió antes de ser concebido en el vientre de su madre. Dado que la historia de la Navidad es acerca de su nacimiento, algunas personas asumen que fue en ese día cuando comenzó su vida. Esto era exactamente lo que la mayoría de los judíos creían en aquellos tiempos. Por eso, Jesús causó una revuelta muy grande cuando afirmó que Él existía antes de Abraham (Jn 8.56-59). Y poco antes de su crucifixión, mientras estaba con sus discípulos, oró al Padre diciendo: “Me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Jn 17.24). Esto solo podía significar que Él estaba vivo con el Padre antes del inicio del tiempo.

Segundo, el Señor Jesús nació de una madre terrenal y de un Padre celestial. Es por eso que fue llamado el Hijo de Dios. Aunque había existido siempre, en el tiempo señalado dejó su hogar en el cielo para entrar en esta esfera terrenal mediante el vientre de una virgen (Lc 1.34, 35). Este era un factor esencial en el plan de salvación de Dios. Se requería un sacrificio perfecto para pagar el castigo por el pecado de la humanidad. Pero toda persona, desde el nacimiento de Adán ha nacido con una naturaleza pecaminosa. Pero, puesto que el Señor Jesús fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de una virgen, no heredó la naturaleza pecaminosa de Adán. Solamente Él ha vivido libre de pecado; por consiguiente, está calificado para ser nuestro Salvador.

Tercero, Jesús era Dios y el Hijo de Dios al mismo tiempo. Cuando el apóstol Juan escribió su relato de la vida de Jesús, lo llamo “el Verbo”, declarando: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1.1). El Hijo de Dios vino al mundo como un hombre visible para mostrar “la imagen del Dios invisible” (Col 1.15). A lo largo de su ministerio, Cristo afirmó su deidad afirmando que Él y el Padre eran uno (Jn 10.30), y que cualquiera que le viera o le conociera, había visto y conocido al Padre (Jn 12.45; 14.7).

Cuarto, el Padre y el Hijo crearon todas las cosas. El papel de Cristo en la creación está implícito por primera vez en Génesis 1.26, cuando Dios dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Los pronombres en plural revelan que los tres miembros de la Trinidad estuvieron involucrados en la creación. Sin embargo, Colosenses 1.16, 17 expresa con más claridad lo implicado en el Antiguo Testamento: “En él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles… él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. Piense en ello. Jesús nació en el mundo que Él mismo creó. ¡Qué demostración tan maravillosa de amor por la humanidad perdida!

Quinto, no hay ningún nombre que se compare al de Jesús. No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos (Hch 4.12). Esta es una de las razones por la que el mundo ve a los cristianos como intolerantes —porque proclamamos a Jesús como el único camino al Padre. Aunque muchas personas se burlan y usan su nombre en vano, sabemos que un día toda rodilla se doblará ante Él y confesará que es el Señor (Fil 2.9-11).

Sexto, Jesucristo algún día regresará a la Tierra como Rey y Juez de toda la humanidad. Dado que tantas profecías del Antiguo Testamento se cumplieron con su primera aparición, podemos estar seguros de que Él también cumplirá las que se relacionan con su segunda venida. En lugar de entrar al mundo como un bebé indefenso visto únicamente por María y José, la próxima vez todo ojo le verá cuando venga en nubes de gloria (Ap 1.7).

Jesús no era un bebé como cualquier otro, ni tuvo la intención de mantenerse en el pesebre para ser recordado una sola vez al año como parte de una tradición. Él es mucho más grande de lo que la mayoría de la gente piensa, y la Navidad nos ofrece una oportunidad única para que los demás conozcan su verdadera identidad. Después de todo, no hay mensaje más importante. Jesucristo es la única esperanza que este mundo tiene.

La Navidad : Un tiempo para dar

Leer | Lucas 2.1-20

La Navidad es una de las celebraciones más gozosas, ya que durante este tiempo la gente es más generosa que en cualquier otra época del año. La práctica de dar no es una tradición reciente pues comenzó en la primera Navidad, cuando nació el Señor Jesús, el regalo más maravilloso que ha existido. Todos los personajes de la historia tuvieron algo para dar.

Cuando María se sometió al plan de Dios, de ser la madre de Cristo, dio su cuerpo para ser la primera morada del Salvador encarnado (Lc 1.30-38).
También renunció a su buena reputación para cumplir con el llamado del Señor a su vida.
José dio su amor y su protección a María, y al niño que no era suyo (Mt 1.18-25).
Un ángel dio el anuncio del nacimiento del Mesías a unos humildes pastores que cuidaban sus rebaños durante la noche.
Una hueste celestial de ángeles ofreció alabanza y gloria a Dios.
Los pastores dieron el primer testimonio personal acerca del Mesías.
Los reyes magos renunciaron a sus comodidades para buscar al recién nacido Rey y obsequiarle regalos dignos de un rey (Mt 2.1-11).
A primera vista, puede parecer que estos regalos pertenecen solo a la primera Navidad, pero cada uno tiene una aplicación para nosotros hoy.

Lea la lista otra vez. ¿Qué regalos podría darle usted a Cristo hoy? Tal vez necesite someterse a su voluntad, o soportar malentendidos para obedecerle. ¿Y qué de los demás? ¿Quién necesita su protección, amor, o quizás buenas nuevas de salvación en Cristo?

miércoles, 23 de diciembre de 2015

¿Quién es este Jesús?


Leer | Mateo 16.13-16

En toda la historia, nadie ha tenido una influencia más grande que Jesucristo, pero muchas personas simplemente no entienden quién es en realidad. Algunos creen que su vida comenzó en un pesebre en el antiguo pueblo de Belén, pero, lo cierto es que Él había existido desde hacía mucho tiempo antes (Jn 8.58). Como miembro de la Trinidad, Jesús es el Hijo eterno de Dios, lo que significa que no tiene principio ni fin (Jn 1.1). Su nacimiento en Belén no fue más que su entrada física al mundo que Él creó.

El Señor Jesús era el Mesías largamente esperado, que vino al mundo para llevar a cabo la misión que le había dado su Padre. En cierto momento, Él preguntó a sus discípulos: “Vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mt 16.15). Esta es la pregunta que cada uno de nosotros debe responder. No hay término medio cuando se trata de resolver quién es Jesús, porque el Señor dijo que Él es el único camino al Padre (Jn 14.6).

En Mateo 16.16, cuando Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús le dijo que el Padre le había revelado esta verdad (v. 17). Nosotros, también, necesitamos la ayuda de Dios para comprender quién es Jesús. La mejor manera de entenderlo es analizando su nacimiento, vida y ministerio, tal como están recogidos en las Sagradas Escrituras.

Saber simplemente lo que dice la Biblia acerca de Jesús, no es suficiente. Después que usted llega a saber quién es Él, y qué vino a hacer, debe responder: ¿Qué hará con Jesús? Escuchar la verdad y rechazarla es suicidio espiritual, pero quienes creen y aceptan a Jesucristo, reciben vida eterna.

martes, 22 de diciembre de 2015

En la escuela de la fe


Leer | Mateo 16.6-12

El Señor Jesús pasó mucho tiempo alimentando la fe de sus discípulos, porque sabía que eso sería esencial para las tareas que tendrían por delante. Durante más de tres años asistieron a una escuela de fe con Jesús como su instructor, y con las Sagradas Escrituras como libro de texto. A veces, Cristo utilizó instrucción verbal, pero enseñó muchas lecciones por medio de demostraciones. Sanó a enfermos, echó fuera demonios, alimentó a miles y calmó el mar. La enseñanza a los discípulos incluyó pruebas que revelaban si creían realmente que Jesús era el Mesías.

A veces, la comprensión de los discípulos era lenta, pero Cristo nunca se dio por vencido. Los amonestó cuando demostraron falta de confianza (Mr 4.40), y elogió sus señales de progreso (Mt 16.15-17). Su objetivo era establecer firmemente su fe para que Él pudiera realizar su trabajo en y por medio de ellos. Después de su ascensión, mandó a los discípulos a difundir el evangelio de la salvación hasta los lugares más remotos de la Tierra. Sin fe, habrían fracasado.

El Señor tiene para nosotros el mismo objetivo de aumentar nuestra fe para que podamos hacer la obra que Él nos ha encomendado. Si nuestra fe es grande, Él logrará cosas sorprendentes por medio de nosotros. El Señor nos utiliza solo en la medida que confiemos en Él.

El desarrollo de la fe es vital para el creyente; por tanto, Dios espera que creamos lo que la Biblia dice acerca de Él, y que pongamos en Él nuestra confianza en medio de las pruebas, no en nuestra propia sabiduría. Cada vez que le creemos al Señor, aumenta nuestra fe.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Para andar con confianza

Para andar con confianza

Leer | Hebreos 11.1-31

El deseo del Señor es que andemos por fe. Sin embargo, si reflexionamos sinceramente en cuanto a nuestra vida, la mayoría de nosotros descubrirá ciertos aspectos en los que nos resulta difícil tener confianza. Algunos días es más fácil renunciar al control, mientras que en otros nos apresuramos a tomar las circunstancias en nuestras manos.

Felizmente, nuestro Padre celestial es paciente y amoroso. Su Palabra enseña que la santificación es el proceso de hacernos santos, no solo el resultado final. Los niños son un magnífico ejemplo de cómo funciona esto. Cuando aprenden a caminar, empiezan agarrándose de algo, se levantan, y luego dan un paso. Inevitablemente se caerán, y en ese momento los ayudamos a levantarse para que puedan seguir andando. Asimismo, Dios nos muestra cómo vivir conforme a nuestra fe en Él, aunque cometeremos errores. Caerse y levantarse de nuevo es parte del proceso de aprendizaje.

El Señor nos enseña que tenemos un rol en el aprendizaje. Nuestra responsabilidad es estudiar las Sagradas Escrituras para conocer el carácter de Dios y sus promesas. Al hacer esto nuestra confianza en Él crece, lo que nos permite tomar decisiones que exigen que creamos y nos apoyemos en el Señor. Cuando damos un paso por fe y experimentamos la ayuda y la fidelidad de Cristo, nuestra confianza aumenta.

Piense en las respuestas, acciones y decisiones que tomó la semana pasada. ¿Cuántas de ellas fueron guiadas por el Espíritu Santo? ¿Y cuántas fueron reacciones humanas hechas con autosuficiencia? Vivir con confianza en Cristo exige fe y acción. Si usted permite que Él le dirija, su fe crecerá.