martes, 31 de mayo de 2016

Fe vs. Razón

Fe vs. Razón

Leer | 1 CORINTIOS 1.18-29

Hebreos 11.1 describe a la fe como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Otra forma de decir eso, es “saber que Dios honrará su Palabra”.

La razón puede ser la enemiga de la fe, porque ella trata de “superar” a la confianza en Dios, impulsándonos a confiar en la inteligencia humana. Este tipo de pensamiento lógico pone la confianza en el hombre, pero debido a que no somos omniscientes ni todopoderosos, eso lleva a la incertidumbre y a la intranquilidad.

Mientras tanto, Dios espera con paciencia que el hombre reconozca su necesidad de un Salvador, y que responda después con fe. La razón dice: “Yo puedo hacerlo”. La fe dice: “Para Dios todo es posible” (Mt 19.26). La razón dice: “Date prisa, y toma lo tuyo antes de que se acabe”. La fe responde: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil 4.19). La razón se retuerce nerviosamente las manos, y dice: “¡Tiene que haber una manera mejor!” La fe mira a Jesús, y le oye susurrar: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Jn 14.6).

La Palabra de Dios dice que el mensaje de la cruz es locura a los que se pierden. No tiene sentido en absoluto para ellos, porque Satanás ha cegado sus ojos a la verdad. Pero, para nosotros, que somos salvos, el evangelio es el poder mismo de Dios (1 Co 1.18).

En 1 Corintios 1.19, Dios dice: “Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé la inteligencia de los entendidos”. Puede parecer que quienes son del mundo llevan las de ganar ahora, pero vendrá el día cuando se marchitarán como la hierba. Solo los que pertenecen a Cristo tienen la salvación eterna. Necesitamos compartir esta verdad, por amor, con los demás.

lunes, 30 de mayo de 2016

Triunfo por medio del fracaso

Triunfo por medio del fracaso

Leer | JUAN 21.1-19

Todos hemos vivido algún fracaso. Pero lo que importa es cómo respondemos: ¿Nos damos por vencidos y vivimos derrotados, o creemos en que Dios nos restaurará?

La historia del fracaso de Pedro y de su restauración posterior, nos sirve de aliento. Jesús sabía que Pedro le fallaría, pero Él había orado específicamente para que la fe del discípulo no flaqueara. El Señor también le dijo de antemano que ese fracaso no sería el fin de la historia; que se levantaría otra vez y fortalecería a los demás.

Notemos una diferencia importante. Pedro falló, pero no era un fracasado. El Enemigo quiere que veamos nuestras fallas como parte de nuestra identidad, en vez de verlas como el resultado de nuestras acciones. Pero la verdad es que pertenecemos a Dios y nuestras fallas pueden realmente prepararnos para ser utilizados enormemente por Él. En su mano, esos momentos de nuestra vida son herramientas para que avancemos en nuestro caminar. Para que el Señor pudiera moldear a Pedro como el líder fuerte y humilde en que habría de convertirse pronto, el corazón del discípulo debía experimentar la purificación que produce el quebrantamiento.

Cuando construimos muros alrededor de nuestro corazón para negar el acceso a Dios, estamos resistiendo el quebrantamiento y la sanidad. Si queremos que el Señor nos use, debemos permitirle que elimine lo que nos impida alcanzar nuestro máximo potencial.

Increíblemente, el fracaso puede ser el catalizador que nos lleve a tener una visión nueva de lo que Dios está haciendo en nuestras vidas. Él puede utilizar nuestros tropiezos para que nos enfoquemos en sus planes y sus propósitos para nuestra vida. El resultado será para la gloria de Dios, y una bendición para nosotros.

domingo, 29 de mayo de 2016

El cielo: Nuestro hogar eterno

El cielo: Nuestro hogar eterno

Leer | APOCALIPSIS 21.1-6

Una persona sabia se preparará para lo inevitable. Y lo más inevitable en el mundo es nuestro fallecimiento físico. No fuimos creados para vivir para siempre en nuestros cuerpos terrenales; somos seres eternos con propósitos eternos. Con un resultado tan seguro, sería sabio pasar el tiempo en la Tierra preparándonos para el futuro en la eternidad.

¿Ha puesto usted su fe en Jesucristo como su Salvador? Si es así, entonces puede estar seguro de que pasará la eternidad con Él en el cielo. Sin embargo, ¿qué haremos cuando lleguemos allá?” A pesar de las descripciones habituales de la vida venidera, no estaremos sentados en las nubes tocando arpas, pues nos aguarda un futuro emocionante.

Alabaremos a Dios. Si usted estuvo alguna vez enamorado apasionadamente de alguien, probablemente recordará lo difícil que le era pensar en alguna otra cosa. En cierto modo, así es como veremos a Dios en el cielo: como nuestra máxima fuente de amor y compañía. Nuestra relación con Él superará cualquier “sentimiento” de amor que hayamos experimentado jamás. Mucho más que un simple sentimiento, será el fruto de una unión totalmente perfecta con nuestro Padre celestial.

Brillaremos para Dios. En el cielo, las limitaciones terrenales serán eliminadas, permitiendo que la gloria de Dios brille en cada creyente (Mt 13.43).

Reinaremos con Dios. ¿Entiende cuán valioso es usted para su Creador? Romanos 8.16, 17 nos dice que no solo somos hijos de Dios, sino también coherederos con Cristo. Esto significa que seremos parte de todo lo que el Padre ha designado para su Hijo.

El cielo es una realidad, y en Juan 14.6, Jesús dijo que solamente hay una manera de llegar allá: Por medio de Él.

viernes, 27 de mayo de 2016

El destino final del creyente

El destino final del creyente

Leer | JUAN 14.1-3

La Biblia es clara cuando dice que los que ponen su fe en Jesús como su Salvador personal, vivirán eternamente junto a Él.
El Nuevo Testamento contiene alrededor de 200 referencias del cielo, la mayoría de las cuales proceden de las enseñanzas del Señor mismo. Obviamente, el tema era muy importante para nuestro Señor. ¿Por qué, entonces, no hablamos más a menudo del cielo?

Lamentablemente, una de las razones por las que ignoramos el tema, es porque simplemente nos sentimos demasiado satisfechos aquí en la Tierra. Tal vez pensamos que estamos bastante bien, ya sea por tener una familia, un trabajo o una casa. Rodeados de tanta comodidad, puede parecernos difícil imaginar que haya un lugar mejor.

Las personas que tienen una vida menos cómoda captan el concepto de cielo con mayor facilidad. Las personas que viven padeciendo necesidades, se aferran a la idea de que la vida más allá de la Tierra proveerá todo aquello de lo que carecen actualmente.

Casi nunca es nuestra desesperación lo que hace que sea difícil de imaginar nuestro hogar celestial. Más bien, son nuestros éxitos los que muchas veces constituyen el obstáculo más grande para desear el hogar eterno al que verdaderamente pertenecemos. Podemos estar tan entretenidos por las cosas terrenales, que nos volvemos ciegos a la realidad espiritual de la vida eterna. ¿Por qué no pensamos más en el cielo? Simplemente, porque muchos de nosotros no queremos ir allá todavía.

¿Qué cosas pueden estar obstruyendo la visión de su hogar celestial? Jesús nos precedió para preparar nuestra morada eterna, ¿y quién sabe mejor que nuestro Creador cómo arreglar un lugar a nuestro gusto? No permita que nada oscurezca su visión del hogar maravilloso que le espera.

Las decisiones que tomamos

Las decisiones que tomamos

Leer | MATEO 7.13, 14

En una autopista de seis carriles, es fácil que la vía se llene de muchísimos vehículos. Entrar en la autopista es muy fácil, ya que las rampas desembocan en el carril preciso cada cierta distancia. Por el contrario, tratar de mantener en un camino angosto a las ovejas, desde el pastizal al corral, obliga a uno a caminar prestando mucha atención.

El camino de las ovejas es una imagen del camino estrecho, el camino de Dios, mientras que la vía de seis carriles ilustra el camino ancho, es decir, el camino de Satanás que lleva a la perdición.

El camino ancho está tan atestado como una autopista en hora pico. La mayoría de la gente elige este camino porque les encanta que no haya restricciones de lo que quieran probar. Todo lo que les proporcione placer, poder o prosperidad es bien recibido y practicado. Dios, la Biblia y la iglesia pueden ser tolerados por algún tiempo, pero al final serán reemplazados en el corazón del viajero en la senda ancha. Es de esperarse, ya que en este camino todo es aceptado: todas las filosofías, todas las creencias, todas las pasiones, y todos los hábitos que promuevan la idea de la libre elección.

Pero, por más maravillosas que puedan parecer esa tolerancia y esa licencia, el camino ancho es también el camino de la insatisfacción. No importa lo que el mundo prometa, eso al final no dará satisfacción, porque el camino espacioso es una ilusión. La carne puede ser tranquilizada temporalmente, pero el corazón humano no puede encontrar la paz en ese camino. Nada de lo que el mundo idee o cree, puede llenar el lugar en nuestro corazón que Dios hizo solo para Sí mismo. La verdadera satisfacción que se tiene en el Señor solo se encuentra en el camino angosto. Mañana veremos lo que se necesita para transitar por él.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Expresiones de la bondad de Dios

Expresiones de la bondad de Dios

Leer | SALMO 103

Normalmente pensamos en la bondad de Dios en términos de las bendiciones tangibles que recibimos, y de los sucesos placenteros. Aunque todas estos son expresiones de la bondad divina, no debemos interpretar el amor de Dios solamente por cómo Él lo demuestra en circunstancias positivas. Muchas veces experimentamos su bondad en nuestras horas más oscuras cuando se revela como bueno de maneras que solo Él puede hacerlo (2 Co 12.9).

Una forma de expresarnos su bondad es por medio su -la tierna compasión. En la Biblia, la misericordia suele mencionarse en el contexto de la preocupación de Dios por los que sufren y tienen algún tipo de necesidad. Constantemente vemos a Jesús lleno de compasión y ministrando, gracias a esta misericordia (Mr 1.41). Él sanó a muchos que clamaban a Dios por misericordia, porque reconocían su necesidad (Mt 9.27-29).

Recordemos que no fue ningún santurrón fariseo el que fue bendecido, sino el publicano pecador que comprendía que no merecía el favor de Dios, y que imploró misericordia (Lc 18.9-14). En respuesta a nuestra angustia, Dios nos ofrece alivio, no porque nos lo hayamos ganado, sino porque Él es bueno. Tengamos también en cuenta que, gracias a los méritos y el sacrificio de Cristo, todos los que confían en Él como su Salvador, tienen un gran valor a los ojos de Dios (2 Co 5.21).

Otra expresión de la bondad de nuestro Padre celestial es su gracia. Un Dios justo no puede pasar por alto el pecado, pero por su bondad y amor infinitos Él decidió pagar el castigo por nosotros. Tenemos acceso a la gracia de Dios solo por medio de la sangre de su Hijo Jesucristo. Debemos recordarnos a nosotros mismos cada día la extraordinaria bondad del Padre para con nosotros, y darle gracias por ello.

martes, 24 de mayo de 2016

La confianza plena en Dios

La confianza plena en Dios

Leer | ROMANOS 8.28, 29

El Salmo 34.7 afirma que todo creyente está rodeado por la presencia de Dios. Tenemos también la seguridad de que incluso los aspectos más dolorosos de la vida serán entretejidos en su plan, y de que nada nos podrá ocurrir sin su permiso. Esa es una buena noticia. Pero el concepto de que Dios está presente en cada cosa, muchas veces hace que el creyente se pregunte:

• ¿Incita Dios a las personas para que pequen? Dios nunca da origen al pecado, ni nos anima a pecar. Sus propósitos son librarnos del poder del pecado (Col 1.13) y transformarnos a la semejanza del Señor Jesús (Ro 8.29).

• ¿Cómo puede el Señor utilizar nuestro pecado para algo bueno? Cuando cometamos errores, Él nos revelará nuestra verdadera naturaleza, es decir, nuestras debilidades, fallas y orgullo. Su Espíritu nos convencerá de pecado y nos llevará al arrepentimiento verdadero (Jn 16.8). Además, Él nos enseñará las consecuencias de la desobediencia y la maravilla de su naturaleza perdonadora.

• ¿Está Dios con quienes no forman parte de su familia? El Señor está interesado en los incrédulos, pero de una manera diferente. Les extiende amor constantemente para mostrarles la necesidad que tienen de un Salvador y el pecado que los separa de Él. Sin embargo, no ignora su rebeldía (Ro 1.18; 2.2).

Contemplemos entonces la vida de Jesucristo. Nuestro Salvador sufrió de muchas maneras durante su vida terrenal por la rebeldía espiritual, la ignorancia y las faltas de los demás. Pero recordemos cómo utilizó el Padre celestial el sufrimiento de su Hijo para nuestro bien y para la gloria de Él mismo.

lunes, 23 de mayo de 2016

¿Está Dios en cada circunstancia?

¿Está Dios en cada circunstancia?

Leer | GÉNESIS 50.15-21

La vida cristiana debe caracterizarse por el crecimiento evidente del creyente a medida que avanza de la leche espiritual al alimento sólido. Después que asimilamos las verdades elementales de nuestra fe, debemos comenzar a digerir las más “sustanciosas”. La pregunta de si Dios está en cada circunstancia pertenece a esta última categoría, porque la respuesta se opone al raciocinio humano. Dios está presente tanto en las tragedias como en los éxitos de la vida: Él los envía, o bien permite que sucedan.

Cuando reflexionemos en las enseñanzas más profundas de las Escrituras, es importante comenzar por el carácter del Señor y sus promesas. Por ejemplo, al meditar en el hecho de que Él efectivamente permite algunos momentos dolorosos, es muy importante que recordemos lo siguiente:

• Dios es bueno (Sal 145.9), como son sus propósitos y todo lo que hace.
• Dios es soberano (Sal 103.19), por lo que no hay nada que esté fuera de su control.
• Dios promete a los creyentes que Él hará que todas las cosas les ayuden a bien (Ro 8.28).
• Dios cumple sus promesas (2 Co 1.20). Estos hechos forman un filtro a través del cual podemos buscar entender la presencia del Señor en cada situación.

Pensemos en José, quien fue traicionado por sus hermanos, acusado falsamente por la esposa de su patrón y encarcelado injustamente. Este joven estuvo indefenso y fue olvidado de muchas maneras. Pero se negó a dejarse llevar por las circunstancias; captó la profunda verdad de que Dios lo había dispuesto todo para bendecirlo.

Ya sea que el Señor envíe una prueba o permita que ella ocurra, Él ha dicho que la usará como parte de su plan para nuestro bien. ¿Le cree usted a Dios?

domingo, 22 de mayo de 2016

La compañía de Dios en las pruebas

La compañía de Dios en las pruebas

Leer | GÉNESIS 39.1-23

La vida de José enseña principios importantes en cuanto a los tiempos difíciles. He aquí tres que podemos aprender:

1. Las dificultades continuarán hasta que el propósito de Dios se cumpla. En el caso de José, el plan de Dios era prepararlo para que salvara a su familia y también a Egipto de la hambruna. Con el fin de preparar a José para una posición de autoridad y responsabilidad, Dios lo puso en una casa importante de Egipto como esclavo. Allí, en circunstancias difíciles, José pudo aprender lecciones que necesitaría para el futuro. No solo adquirió capacidades valiosas, sino que también su fe y su relación con el Señor se fortalecieron. Dios sigue actuando de la misma manera, de modo que estemos preparados para realizar el trabajo que Él ha previsto para nosotros (Ef 2.10).

2. Aprendemos más en la oscuridad que en la luz. Además de descubrir la fidelidad del Señor, José aprendió a discernir la presencia de Dios, rechazar la tentación y aceptar cualquier posición, ya fuera distinguida o humilde. Las lecciones y los preceptos bíblicos se vuelven “nuestros” solo después de que se hacen reales en nuestras vidas.

3. Lo que aprendemos en la oscuridad debemos compartirlo en la luz. José compartió abiertamente su fe y su conocimiento de Dios cuando interpretó los sueños de Faraón (Gn 41.15, 16). No dejó que su encarcelamiento le impidiera ayudar a los demás (40.1-23). Lo que aprendemos en nuestras pruebas, debemos ofrecerlo a quienes estén sufriendo.

Nadie está buscando adversidades, pero los tiempos difíciles parecen encontrarnos con bastante frecuencia. En vez de temer a las circunstancias difíciles, podemos confiar en Dios y adoptar su plan, sabiendo que Él usa las pruebas para su gloria y nuestro beneficio.

La presencia de Dios en las pruebas

La presencia de Dios en las pruebas

Leer | GÉNESIS 37.12-36

Hay circunstancias en la vida que están claramente fuera de nuestro control y por tanto, no podemos detectar ni un destello de alivio para el futuro. En momentos así, ¿de qué podemos estar seguros?

• De que Dios está con nosotros en las tribulaciones. Nuestro Padre celestial nos consuela por medio del Espíritu Santo. El Señor quiere que estemos conscientes de su presencia constante para que la conciencia de su amor y su poder nos ayude a sentirnos seguros. Dios entiende lo que es sufrir, ser rechazado, o perder a un ser querido. Comprende las tentaciones y los obstáculos que enfrentamos. Él se ha asignado a sí mismo la tarea de llevar las cargas de sus hijos (Sal 68.1-9), y brindar paz a nuestros corazones afligidos. El Dios que camina con nosotros no puede ser obstaculizado o limitado por nada, y por eso no tenemos razones para temer (Mt 19.26).

• Dios tiene un propósito al permitir las pruebas. Esto se ve claramente en la historia de José, cuyos hermanos lo vendieron como esclavo. Dios había previsto que esos años prepararan al joven para que se convirtiera en primer ministro de Egipto. José no podía ver el propósito de Dios -al igual que nosotros la mayoría de las veces-, pero conocía el carácter del Señor y confiaba en Él. La fe de José fue recompensada cuando fue capaz de salvar a su familia (Gn 45.1-8).

Estamos llamados a vivir una vida de fe. Eso significa que debemos creer las promesas de Dios, aun cuando nuestras circunstancias nos desconcierten. Cuando los problemas le rodeen, recuerde esta verdad: Dios nunca le desamparará ni le dejará (He 13.5), y los buenos propósitos de Él siempre se cumplirán (Pr 19.21).

Porque Él ha resucitado

Porque Él ha resucitado

Leer | 1 CORINTIOS 15.20-23

El Señor Jesús vive. Fue resucitado de los muertos y mora en el cielo, intercediendo por nosotros. Porque Él resucitó, podemos tener la confianza de que…

• Nuestros pecados han sido perdonados. Jesús vino a este mundo para dar su vida en rescate por muchos (Mt 20.28). Por su muerte en la cruz, la deuda por nuestros pecados ha sido pagada por completo. Somos un pueblo perdonado.

• El Señor está activamente involucrado en nuestras vidas. Jesús hizo muchas promesas a sus seguidores de todas las generaciones. Prometió que los que permanecen en Él y hacen su voluntad, darán mucho fruto para el reino de Dios, gozarán de bendiciones espirituales, y tendrán la guía del Espíritu Santo, quien mora en nosotros y que siempre está presente (Mt 5.1-12; Jn 15. 5).

Jesús habló varias veces sobre el poder de la oración para los que creen; por eso, tenemos la seguridad de que nuestras peticiones serán escuchadas y respondidas. Si nuestras súplicas están de acuerdo con la voluntad del Señor, recibiremos lo que hayamos pedido (1 Jn 5.14, 15).

Jesús prometió que prepararía un lugar para nosotros en el cielo, y que volvería un día para llevarnos a nuestro hogar eterno. Luego viviremos con Él para siempre. Podemos enfrentar cada día confiados, por conocer esta verdad.

Gracias a que el Señor ha hecho todo esto por nosotros, Él merece nuestra lealtad inquebrantable. Su vida y sus palabras deben servir de marco para nuestra visión del mundo. Debemos mantenernos firmes y honrar a nuestro Salvador resucitado, siguiéndole de todo corazón (1 Co 15.58).

martes, 17 de mayo de 2016

Destinados a la cruz

Destinados a la cruz

Leer | ROMANOS 6.8-11

Cuando usted vio el título de la meditación devocional de hoy, imagino que pensó que se refería a Jesús. Si es así, acertó a medias. La cruz es siempre acerca de Jesús, pero los creyentes también están destinados para el sacrificio y la muerte.

“La muerte al yo” ocurre en el momento de la salvación, al ser crucificados con Cristo (Ro 6.6). El viejo yo muere, y recibimos una nueva naturaleza cuando el Espíritu Santo viene a morar en nosotros (Jn 14.17). A veces, se tarda un poco más en llegar el momento en que entregamos a Dios todo lo que amamos y valoramos.

Pero Dios no se detiene en la salvación; su propósito es conformar a los creyentes a la imagen de su Hijo (Ro 8.29). Por eso, nos convierte en hombres y mujeres que experimentan la libertad, porque el Señor Jesús ha triunfado sobre el pecado. Sin embargo, para vivir como Dios quiere, tenemos que estar dispuestos a dar a Cristo la posición central en nuestras vidas. Por consiguiente, el Señor nos llama a la cruz todos los días, para que renunciemos a las cosas que puedan distraernos de nuestro objetivo de servirle y obedecerle.

No entienda mal lo que significa estar destinado a la cruz. Dios no nos va a quitar todo, dejándonos como unos solos y tristes indigentes. Poner nuestras cosas de valor en la cruz ­ya sean bienes, personas o sueños­ nos libera de lo que nos ata a este mundo.

Cuando somos libres de las cosas del mundo, nuestra autoestima no depende de lo que tenemos o de la aceptación de la gente, porque estamos completos en el Señor. Para disfrutar de una vida nueva en Cristo bien vale la pena hacer un viaje diario a la cruz.

lunes, 16 de mayo de 2016

Lecciones que aprendemos en Getsemaní

Lecciones que aprendemos en Getsemaní

Leer | MATEO 26.36-46

Cuando usted está sufriendo, ¿acude a la Palabra de Dios? Ella es la única fuente con la que podemos contar para recibir vida, esperanza y promesa en situaciones que, de lo contrario, serían desesperantes. Los preceptos bíblicos ilustran cómo lidiar con las pruebas, y cómo no hacerlo. Cuando respondemos como el Señor quiere, la dificultad que amenazaba con causarnos daño, realmente enriquece nuestro carácter y nos permite hacer grandes cosas para Él.

Creo que el sufrimiento más intenso fue el de Jesús en el huerto de Getsemaní. Cristo sabía que, al cargar con nuestro pecado, iba a sufrir no sólo una crucifixión espantosa, sino también toda la ira de Dios. Pero más terrible aun, es que estaría separado de su Padre por primera y única vez. Eso es algo que ningún otro hijo de Dios tendrá jamás que soportar, porque la agonía de Jesús logró la redención de la humanidad. Por eso, sabemos que en cualquier prueba que enfrentemos, Dios estará a nuestro lado, apoyándonos en medio de ella.

Que la experiencia de Jesús en Getsemaní le sirva de ejemplo en tiempos de dificultad. Nuestro Salvador confió plenamente en su Padre, y aceptó su voluntad. Recuerde que Dios tiene el control, y Él le pone un límite a la duración y a la intensidad del dolor. Y, aunque al Señor le duele ver sufrir a sus hijos, nos ama lo suficiente como para permitir las dificultades.

¿Qué prueba está usted enfrentando? ¿Confía en que Dios tiene el control? Nuestro Padre celestial permite el dolor porque nos ama y sabe los cambios necesarios que el dolor producirá en nuestra vida. Y Él no escatimará ninguna experiencia, esfuerzo o dolor para conformarnos a la imagen de su Hijo.

viernes, 13 de mayo de 2016

Cómo vencer la preocupación enfermiza

Cómo vencer la preocupación enfermiza

Leer | SALMO 37

Una vez que comprendemos cómo debilita la preocupación enfermiza la confianza en nuestro Padre celestial, y lo deseoso que está el Señor de librarnos de ella, es preciso que veamos algunas fuentes comunes de preocupación que podemos evitar.

La primera de ellas, es aprender a no prestar atención a las personas negativas. Hay muchos generadores de pesimismo a nuestro alrededor. Estoy seguro de que todos podemos pensar en diversas fuentes de pensamiento negativo, y en los pasos que podemos dar para evitarlos; esas fuentes pueden ser un vecino o un noticiero que nos sume en el desaliento. No tenemos que escuchar algo malo solo porque esté causando alboroto.

Almacenar tesoros en este mundo, es otra cosa que debemos evitar. Cuantos más bienes terrenales acumulemos, mayor será la tentación de angustiarnos por lo que podría pasarles a las cosas que tenemos.

Seremos dominados, bien sea por lo material, o por lo espiritual. El Señor lo dijo de esta manera: “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mt 6.24). Para evitar servir al amo incorrecto, debemos elegir deliberadamente buscar primero el reino de Dios y su justicia (v. 33). Esto significa que debemos esforzarnos por ser obedientes, y someternos al plan de Dios, mientras Él nos conforma a la imagen de Cristo.

La ansiedad puede ser vencida, pues Dios entiende nuestra propensión a preocuparnos. Por eso ha prometido que al poner sus asuntos en primer lugar, nuestras necesidades serán satisfechas. Cuanta más prioridad demos a Dios, menos terreno ganará la preocupación en nuestra vida.

jueves, 12 de mayo de 2016

Cómo liberarse de la preocupación enfermiza

Cómo liberarse de la preocupación enfermiza

Leer | MATEO 6.25-34

¿Qué es lo que más le preocupa a usted? ¿Su salud, su familia, o tal vez sus finanzas? Aunque la mayoría de los cristianos dicen confiar en el Padre celestial, muchos no dejan de angustiarse.

Es importante que distingamos entre preocupación enfermiza y preocupación legítima. Queremos, sin duda, ser conocidos como miembros confiables de la sociedad, lo cual implica tener un sentido de responsabilidad de modo que llevemos nuestra carga y corrijamos las cosas que necesitan ser enmendadas. Pero la preocupación enfermiza es más que eso; es un veneno que destruye nuestra confianza en Dios. ¿Qué podemos hacer en cuanto a la ansiedad?

Para comenzar, necesitamos estar conscientes de la diferencia que hay entre ser un creyente en Jesús y ser un seguidor de Jesús. Un creyente es alguien que ha puesto su fe en el Señor para salvación, y que ha recibido el regalo de la vida eterna. Un seguidor va más allá, y trata de conocer y obedecer a Dios.

Por medio de la Palabra de Dios, nosotros, como seguidores de Él, entendemos cada vez más su naturaleza y el cuidado que tiene de nosotros. Cuando lleguemos a estar plenamente convencidos de que nuestro Dios es tan benigno y misericordioso como la Biblia lo describe, con toda seguridad evitaremos caer en la angustia.

La Biblia enseña que Dios conoce todas nuestras necesidades y preocupaciones, pero aun así nos ordena que no nos angustiemos. ¿Le ordenaría Él hacer algo, sin darle la capacidad para hacerlo? ¡Por supuesto que no! El Señor quiere que usted confíe plenamente en Él y se dé cuenta de que la angustia es inútil.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Todo se reduce a Cristo

Todo se reduce a Cristo

Leer | APOCALIPSIS 21.10-27

Todos hemos pecado, y nuestras transgresiones exigen expiación. Por esto, Dios Padre envió a su Hijo a morir en nuestro lugar, para pagar totalmente nuestra deuda. Somos perdonados por el precio que Él pagó, y si aceptamos su sacrificio por nosotros, nuestros nombres serán escritos en el libro de la vida del Cordero.

La muerte de Cristo en la cruz allanó el camino para que podamos ir al cielo. Gracias a que Él murió, no solo podemos vivir con Él por toda la eternidad, sino además llegar a disfrutar de una relación personal con el Señor mientras estemos aquí en la Tierra. Todo está resumido en la cruz. Todo se reduce a Cristo.

¿Alguna vez ha reconocido usted su pecado contra Dios? ¿Está dispuesto a pedirle que le perdone, no por lo que usted es o por lo que ha hecho, sino simplemente gracias a la sencilla verdad de que Jesucristo, el inmaculado Hijo de Dios, es el Salvador que fue a la cruz en lugar suyo? Si está dispuesto a confesar su pecado, de apartarse del mismo, y de rendir su vida al Señor, el Espíritu Santo entrará en su corazón y le sellará para siempre como un hijo de Dios. Podrá vivir el resto de su vida sabiendo que pase lo que pase en los altibajos de su existencia, estará seguro para siempre en los brazos del Todopoderoso, y de que le aguarda la vida eterna en su presencia.

Al pensar en lo que Jesús sufrió para expiar sus pecados, la única respuesta apropiada es la humilde gratitud. Pídale a Dios que su Espíritu le permita ver cualquier arrogancia o resistencia en su vida, para que pueda reconocer, en privado y después públicamente, que la cruz es nuestra única esperanza.

martes, 10 de mayo de 2016

Como capta Dios nuestra atención

Cómo capta Dios nuestra atención

Leer | DEUTERONOMIO 1.42- 44

Un silbato puede captar nuestra atención rápidamente, ¿no le parece? Su sonido se utiliza para controlar el comportamiento indisciplinado, indicar el comienzo o el final de un evento, o interrumpir la acción. Cuando es utilizado por un policía en la calle, por un maestro en un patio de recreo, o por el árbitro en un juego, el silbato es una señal que nos dice que debemos detenernos para saber la razón de su silbido.

¿Qué usa el Señor para captar nuestra atención? A veces, su herramienta es un espíritu inquieto, que puede parecer una vaga insatisfacción con la vida. Otras veces, Él usa las palabras de una persona para ayudarnos a reconocer que Él nos está hablando. Bendecirnos de una manera poco común es otro método que Él emplea (Ro 2.4). En cada caso, debemos detenernos y preguntarle: “Señor, ¿estás tratando de decirme algo?”

Dios permite, a veces, que nuestras oraciones no reciban una respuesta, como una manera de movernos a agudizar nuestro enfoque en Él. O puede decir “no” a nuestra petición, para lograr nuestra atención. Del mismo modo, las decepciones, los fracasos y las dificultades son, de vez en cuando, su herramienta elegida con el mismo propósito. Pero en todos los casos, Él actúa en nuestro beneficio. Si somos sabios, buscaremos al Señor en las tragedias, los reveses financieros, y los padecimientos físicos.

Dios merece toda nuestra atención, pero nos llenamos de preocupación. Él espera hablar con nosotros, pero algunas veces estamos distraídos mirando nuestras circunstancias. Deje que los acontecimientos de la vida, tanto los agradables como los dolorosos, le muevan a volverse a Dios cada día.