sábado, 30 de julio de 2016

El Buen Pastor

El Buen Pastor

Leer | SALMO 23

“Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma” (Sal 23.2, 3). Usted probablemente ha escuchado este pasaje innumerables veces. Pero, no importa con qué frecuencia sea recitado este salmo, parece como si algunas veces pasáramos desapercibido el alcance de su mensaje: Dios restaura nuestra alma.

La manera en que lo hace, es por medio de la comunión con Él. Aunque a veces nos apartamos de su senda, Él sigue siendo el Buen Pastor. Tenemos la tendencia a descarriarnos, pero Él vuelve a recibirnos gozosamente, y siempre está dispuesto a perdonarnos.

Pero ¿por qué tendemos a apartarnos? La realidad es que, probablemente usted nunca tomó la decisión consciente de olvidarse de Dios. Esto sucede, por lo general, como resultado de nuestros deseos de satisfacer nuestras aspiraciones personales. Cuando nos obstinamos por lograr bienestar y seguridad sin tener en cuenta a Dios, nos extraviamos más y más.

Lucas 15.3-7 es una imagen maravillosa de la cálida recepción que espera a una “oveja” perdida. ¿Castiga el pastor a la oveja descarriada? Por el contrario, hace una celebración, porque lo que se había perdido ha sido encontrado. De manera semejante, el cielo se regocija cuando un hijo de Dios descarriado vuelve al “redil”.

Al volver al Señor, es posible que usted experimente la disciplina divina, pero como creyente, nunca incurrirá en su ira. Esa ira ya fue derramada sobre su Hijo, quien llevó el castigo por nosotros. ¿Es usted una oveja perdida que está vagando lejos de su amoroso Pastor? Deténgase y escuche su voz, y será conducido a salvo al hogar celestial.

La disciplina del amor

La disciplina del amor

Leer | HEBREOS 12.5-11

Los padres que aman a sus hijos los disciplinan; y aunque los motivos y los métodos sean correctos, a nadie le gusta el castigo. Sin embargo, con una perspectiva a largo plazo, recordamos que los beneficios de la disciplina sobrepasan con creces el malestar pasajero que produce.

El propósito de un padre al corregir a sus hijos, debe ser criarlos en rectitud. Específicamente, hay un principio clave que todo hijo debería aprender: Ya sea que éste todavía esté viviendo en su hogar, o se haya independizado, toda persona es responsable de su vida delante de Dios, sus acciones y sus actitudes. Teniendo esto presente, se puede ver que, para aplicar la disciplina correctamente, hace falta perseverancia, esfuerzo y sabiduría por parte de los padres. Pero es un acto de amor abnegado e intencional.

Igualmente, Dios disciplina a sus hijos. Aunque esta reorientación parece desagradable en el momento, nos ahorra muchas dificultades más tarde, y nos lleva al gozo y a una vida grata.

Nuestra respuesta determinará si aprendimos la lección necesaria: podemos reaccionar con enojo, o podemos arrepentirnos y preguntarle a Dios qué quiere enseñarnos. Después de buscarle por medio de su Palabra, de la oración y del consejo de otros, debemos obedecer.

La sabiduría humana lleva a la perdición. Pero afortunadamente, tenemos el cuidado, sin duda alguna, de nuestro Padre celestial, quien nos redimió con la sangre de Jesús. Cuando nos dirigimos en la dirección equivocada, Él nos redirige con ternura, para que podamos conocer la plenitud de vivir de acuerdo con su plan.

viernes, 29 de julio de 2016

Dios es nuestro Padre

Dios es nuestro Padre

Leer | EFESIOS 2.4-10

De los muchos nombres de Dios en la Biblia, uno es especialmente consolador para mí en los momentos difíciles. ¡Qué maravilloso privilegio tenemos de poder llamarlo nuestro Padre celestial!

Ahora bien, sé que en la cultura de hoy, las relaciones familiares muchas veces no reflejan el corazón de Dios. Muchos padres son distantes, desatentos o crueles con sus hijos. Si esta fue su experiencia, puede resultarle difícil comprender el amor incondicional del Padre celestial. Veamos lo que significa ser adoptados por Él y el privilegio de llamarle “Padre”.

Primero, somos de Él. Encontramos mucha confianza y sentido de valía en esta verdad, pues la conciencia de que le pertenecemos llena una necesidad muy profunda que tenemos.

Segundo, nuestro Dios quiere relacionarse estrechamente con nosotros. Debemos ser sinceros al orar, porque el Señor nos acepta tal como somos. Por su amor, el Señor responde revelándose a sí mismo a nosotros de muchas maneras, y da palabras de vida, de paz y de gozo a nuestros corazones.

Tercero, Cristo nos ha prometido su eterna presencia. Después que fuimos salvos, nada puede separarnos de Él; ningún pecado es tan grande, y ninguna maldad tan poderosa.

Por causa del pecado, merecíamos la separación de nuestro Creador. Pero, por su gran amor, Dios nos redimió y adoptó en su familia. Ahora somos sus hijos, y podemos gozarnos en su aceptación incondicional y en su presencia eterna. No importa la clase de padre terrenal que hayamos tenido, podemos contar con el cuidado de nuestro Padre celestial.

miércoles, 27 de julio de 2016

Un Dios en quien podemos confiar

Un Dios en quien podemos confiar

Leer | EFESIOS 2.4-10

Basándonos en el carácter de Dios, ¿de qué podemos estar seguros?

1. Dios nos impartirá su misericordia. Al enviar a su Hijo a morir en nuestro lugar, el Padre celestial demuestra su amor por nosotros (Sal 100.5; 1 Jn 4.10).

2. El Señor nos ayudará a hacer lo que Él requiera de nosotros. Nos dará no solo la sabiduría espiritual para que podamos realizar las tareas que nos ha asignado, sino también el poder para llevarlas a cabo (He 13.21).

3. Dios pondrá un límite a las tentaciones y a las presiones que permite en nuestra vida. Como artesano de nuestras vidas, Él sabe cómo moldearnos a la imagen del Señor Jesús (2 Co 4.8).

4. Dios nos fortalecerá y protegerá para que no tengamos que claudicar o rendirnos. Aunque somos débiles, Él sabe cuán fuertes podemos ser cuando su poder está en nosotros (1 Co 10.13).

5. Nuestro Padre celestial perdonará nuestros pecados. Él está listo para recibir nuestra confesión, perdonarnos y limpiarnos de toda maldad cada vez que acudamos a Él (1 Jn 1.9).

Además de estas bendiciones durante el tiempo que vivamos en este mundo, tenemos también bendiciones futuras de las que podemos estar seguros. Podemos tener la confianza de que la vida no termina cuando nuestro cuerpo terrenal muere (2 Co 5.8); que viviremos en el cielo para siempre; y que Jesucristo volverá un día.

La vida tiene, sin duda, experiencias dolorosas (Jn 16.33). Pero cuando los problemas nos opriman, pensemos en todas las razones por las que podemos depender de Dios.

martes, 26 de julio de 2016

Razones para confiar en Dios

Razones para confiar en Dios

Leer | HEBREOS 10.19-23

En nuestro mundo aquejado de problemas, las injusticias, los crímenes y la falsedad es lo que abunda en las noticias.

Sin embargo, tenemos un Dios cuyas acciones son perfectas y que es fiel a toda promesa que ha hecho. Él es el mismo “ayer, y hoy, y por los siglos” (He 13.8). Podemos tener absoluta confianza en el Señor, porque Él es:

• Omnisciente. Nuestro Padre celestial sabe lo que le está sucediendo a cada persona en todo momento (Lc 12.2, 3). Su conocimiento es total; no hay ninguna circunstancia que le sea desconocida, ni pensamiento que Él no discierna.

• Omnipotente. Dios tiene poder absoluto sobre todas las cosas; nada está fuera de su control. Él usa su poder para hacer su voluntad perfecta. Ninguna autoridad en el cielo o en la Tierra puede frustrar sus propósitos (Job 42.2; Mt 19.26).

• Omnipresente. La totalidad del espacio y del tiempo están al alcance de su mirada (Sal 139.7-12).

• Veraz. Dios no puede mentir; Él dice siempre la verdad. Podemos confiar plenamente en su Palabra y en sus respuestas a nuestras oraciones.

• Amoroso. Podemos también tener confianza en las intenciones del Señor, porque su carácter es el amor absoluto (Ro 8.28; 1 Jn 4.8).

La naturaleza de Dios no es afectada por el tiempo, el lugar, las personas o las circunstancias. Él nunca se equivoca en lo que dice o hace, porque su conocimiento es perfecto. Su soberanía es total, y todo está al alcance de su mirada. Cada promesa está garantizada en Jesucristo (2 Co 1.20). Él es Aquel en quien podemos contar cada día de nuestra vida. ¡Aleluya!

lunes, 25 de julio de 2016

¿Qué implica obedecer a Dios?

¿Qué implica obedecer a Dios?

Leer | JUAN 14.15

Obedecer al Señor requiere adoptar su perspectiva de nuestra vida. Eso significa ser renovados en nuestro entendimiento (Ro 12.2) para que nuestras actitudes y acciones le honren. Significa también recordar quiénes somos sin Él, y quiénes somos con Él (Jn 15.5; Fil 4.13).

Una vez que adoptemos su perspectiva, lo cual puede exigir valentía para obedecer y renunciar a cosas que nos gustan, haremos lo que nos pida. Estaremos resueltos a obedecerle, aunque eso pueda acarrear resultados poco gratos. Todo ello, puede requerir que reajustemos nuestro estilo de vida, para que amemos a quienes no nos resultan agradables; y para que perdonemos a quienes nos parecen imperdonables. Pero la valentía no es algo que tenemos que desarrollar por nosotros mismos; nace de una fe cada vez más profunda en el Señor.

A medida que llegamos a conocer mejor al Padre celestial, nuestra confianza en Él crece, y la obediencia se vuelve más fácil. Al conocer al Dios que estableció los mandamientos, podremos confiar en que sus planes son para nuestro bien y para su gloria. Nos fiaremos del Espíritu Santo, quien nos ayuda a entender y a obedecer los mandamientos divinos. Con los ojos puestos en Jesús en vez de nuestras circunstancias, seguiremos adelante con osadía. No temeremos las consecuencias, sino que aguardaremos las bendiciones que Dios desea concedernos.

La obediencia implica conocer los mandamientos de Dios, tomar la decisión de obedecerlos, tener confianza en el Señor y aceptar las consecuencias como enviadas por Dios. Pídale al Señor que la obediencia a Él caracterice su vida.

¿Qué es la obediencia?

¿Qué es la obediencia?

Leer | HECHOS 5.29-32

Obediencia se define como subordinación al plan; conformidad con la norma; cumplimiento de las reglas; y sumisión a la voluntad de otro. La obediencia es lo primordial en la vida cristiana. Por ello, antes de tomar cualquier decisión, debemos saber lo que dice la Biblia en cuanto al asunto, qué acción quiere Dios que tomemos, qué actitud nuestra le agrada, y qué pasos hay que dar.

Obedecer significa hacer lo que Dios dice, en el tiempo y de la manera que dice que lo hagamos. Tenemos, entonces, que conocer sus instrucciones, porque no podemos cumplir con algo que no sabemos. El Espíritu Santo nos ayuda a relacionar nuestra situación con las instrucciones divinas, y a decidir cuál es la forma de proceder más prudente.

Sin embargo, una vez que decidimos obedecer y transitar por ese camino, podemos esperar oposición del enemigo. Éste puede utilizar las distracciones para desviar nuestra atención o tentarnos para debilitarnos poco a poco por medio de pequeños pasos de desobediencia. Pero, aunque Satanás quiere que desobedezcamos, podemos resistirlo renovando nuestra resolución de obedecer al Padre, así como lo hacía Jesús. Una obediencia como la de Cristo requiere el conocimiento de la Palabra (Mt 4.1-10), una acción obediente, y la determinación y la disposición de sufrir todas las consecuencias que se deriven de nuestra sujeción.

Cada vez que usted es tentado a desobedecer al Señor, su fidelidad y su lealtad a Cristo están en juego. Hágase estas preguntas: ¿Está aumentando mi comprensión de la Biblia? ¿Qué tan decidido estoy a obedecer al Señor?

Si quiere recibir este y otros devocionales por whatsap, envíe un mensaje privado con su número y código de área local, gracias. Dios le Bendiga!!

viernes, 22 de julio de 2016

Una fe inquebrantable

Una fe inquebrantable

Leer | ISAÍAS 40.9-14

La fe inquebrantable se desarrolla cuando aceptamos las verdades de la Biblia, entre ellas, la soberanía de Dios. Para tener la fe que nos permite tener tranquilidad bajo las pruebas más difíciles, necesitamos saber que el Señor tiene siempre el control.

¿Qué considera cierto acerca del Padre celestial? Puede ser difícil creer en la soberanía de Dios cuando un ser querido recibe un diagnóstico catastrófico, o al perder su empleo. Cuando escucha noticias de destrucción, puede resultarle aun más difícil reconciliar esa verdad de la Biblia con las evidencias a su alrededor.

Dios nos invita a descubrir la realidad de su soberanía en las páginas de su Palabra, y a venir a Él con fe. Nos llama a que conozcamos la Verdad —a Jesucristo (Jn 14.6). Está esperando que recurramos a Él con nuestros temores y nuestras dudas, para poder mostrarnos la profundidad de su amor y de su sabiduría.

Dios ha llenado su Palabra con evidencias de su soberanía y cuidado de nosotros. ¿Anhela usted saber cómo es Él? Si es así, recuerde la promesa del Señor: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jer 29.13). Deseche cualquier idea preconcebida en cuanto a la manera en que Dios debe actuar, y el Espíritu Santo le revelará que el Señor es exactamente quién dice ser. Luego, cuando se acerque para conocerle más plenamente, su fe crecerá en profundidad y en firmeza.

El Señor Jesús nos invita a acercarnos y a aprender de Él (Mt 11.28).

jueves, 21 de julio de 2016

En busca de la presencia de Dios

En busca de la presencia de Dios

Leer | SALMO 121.1, 2

Imagine que una niña de tres años se da cuenta, de repente, que ha perdido de vista a su padre. Imagine su sensación de temor —un sentimiento de peligro y de vulnerabilidad. Pero en realidad, su padre está en la habitación adyacente desde donde puede verla perfectamente.

Al igual que esa niña, nosotros podemos estar acosados por problemas y dominados por el temor, al punto de preguntarnos dónde está Dios. Si somos capaces de apartar nuestra mente de las adversidades y levantar la mirada con ojos espirituales, veremos que Él está y ha estado siempre cerca de nosotros (Dt 31.6).

Lamentablemente, los problemas son como un imán para nuestra atención; se necesita hacer un esfuerzo para quitar nuestra mirada de ellos y fijarla en Dios. No obstante, cuando cultivamos el hábito de buscar la presencia del Señor todos los días, descubriremos que será más fácil hacerlo en una crisis.

El Espíritu Santo está listo para ayudarnos a agudizar nuestra visión espiritual. El mejor momento para practicar esto, es cuando nuestros problemas están bajo control y el nivel de estrés es tolerable. Sin embargo, son esos precisamente los momentos cuando menos buscamos a nuestro Padre celestial.

Tenemos que convertirnos en personas que busquen evidencias de la cercanía de Dios. Podemos buscarla en la creación, en los cristianos con quienes le adoramos y servimos, y en nuestras propias vidas. Con ojos espirituales ejercitados para buscar con afán al Señor, seremos capaces de levantar la mirada y encontrarle, incluso en las noches oscuras de nuestras vidas (Hch 7.55).

El servicio que honra a Dios

El servicio que honra a Dios

Leer | 2 TIMOTEO 2.4, 16-25

En la segunda carta de Pablo a Timoteo, el apóstol le ofrece útiles instrucciones que se aplican a todos los cristianos. Esa epístola es un precioso compendio de lecciones de vida que Pablo había aprendido en su servicio al Señor.

El apóstol sabía que, aunque habían personas que estaban sirviendo al Señor por amor, otras estaban predicando a Cristo “por envidia y contienda”, en vez de hacerlo por motivos puros (Fil 1.15, 17). En cuanto a sí mismo, Pablo dice que desde el comienzo de su vida cristiana, había estado sirviendo al Señor con limpia conciencia (2 Ti 1.3).

Después, al comunicarle algunas directrices en cuanto al servicio que agrada a Dios, le dice a Timoteo: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2.4).

Hay, sin duda, cientos de maneras de “enredarse”, pero Pablo le da un ejemplo específico. En el v. 14, le advierte en cuanto a la discusión entre los miembros de la iglesia, pues eso puede llevar a la perdición. También le advierte a Timoteo que evite “profanas y vanas palabrerías” (v. 6), y lo exhorta a desechar “las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas” (v. 23). Pablo resume la idea en el versículo siguiente, diciendo que “el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido”.

¡Con qué rapidez el servicio a Dios se convierte en un debate! A veces, pensamos que la única manera de corregir alguien de un error es por medio de una fuerte discusión, cuando en realidad, se puede lograr con mansedumbre (v. 25).

martes, 19 de julio de 2016

La necesidad de discernimiento

La necesidad de discernimiento

Leer | FILIPENSES 1.8-11

¿Se ha preguntado usted alguna vez: Cómo sé que estoy tomando la decisión correcta? Por lo general, no hay ningún pasaje de la Biblia que se refiera en detalle a la decisión concreta que necesitamos tomar —por ejemplo, qué clase de auto comprar, qué empleo aceptar, o si trabajar o pasar tiempo con la familia cuando se nos ofrecen horas extras en el trabajo. En vez de prescribir reglas exhaustivas que hablen a cada situación posible en la vida, la Palabra de Dios contiene preceptos e instrucciones que guían nuestra toma de decisiones.

Esto no quiere decir que Dios nos da su Libro y luego nos deja solos. Para ayudarnos a mantenernos en la senda correcta, Él nos da discernimiento espiritual —la capacidad de diferenciar entre la verdad y la mentira, lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo mejor.

Al cultivar tal discernimiento, invitamos a Dios a involucrarse en todas nuestras decisiones; no hay ningún asunto que sea demasiado insignificante para su atención y ayuda. Un plan que esté fuera de la voluntad del Señor, o incluso las buenas decisiones tomadas sin consultarlas a Él, pueden estorbar su plan de darnos lo mejor que tiene para nosotros.

El discernimiento espiritual nos protege de tomar decisiones basadas en lo que nos parece mejor o nos hace sentir bien. Estamos limitados a cinco sentidos y a nuestras experiencias, pero Dios ve nuestras vidas con un conocimiento infinito. Cuando cultivamos el hábito de obedecer sus indicaciones, nuestros sentidos se ejercitan para distinguir el bien del mal, y maduramos espiritualmente (He 5.14).

lunes, 18 de julio de 2016

El precio de la falta de oración

El precio de la falta de oración

Leer | MATEO 11.28-30

La oración era una prioridad en la vida del Salvador —el Señor Jesús se mantenía en comunión constante con su Padre. Igualmente, orar es esencial hoy para cualquiera que quiera ser utilizado por Dios de una manera poderosa. En otras palabras, si usted desea andar en el Espíritu y tener una vida santa, el tiempo que pase con el Señor tiene que ser parte de su cotidianidad.

Si permitimos que nuestro tiempo a solas con el Señor deje de ser una prioridad, quedaremos desprotegidos contra el desánimo, la duda y la frustración. Si nos alejamos del Padre celestial y dejamos de tener comunión con Él, comenzaremos a sentir la influencia espiritual, emocional y física de nuestras circunstancias terrenales.

La oración levanta nuestras cargas, de modo que no tengamos que soportar el peso de ellas. Ya sea que nos las dé el Señor para enseñarnos, o nos las impongamos nosotros mismos como resultado de las decisiones que tomemos, Dios nos dice que echemos nuestras cargas sobre Él (1 P 5.7). Llevar una carga que no esperábamos puede afectarnos espiritual, física y emocionalmente.

Los creyentes débiles son blancos excelentes para los ataques del enemigo. Primero, nos ataca con el desánimo. Después, cuando perdemos la esperanza, estamos listos para ser victimas de la duda. El diablo sabe que un cristiano lleno de dudas puede fácilmente ser desanimado. Por eso, le susurra cosas como: “¿Dónde está Dios?” y “¡La vida cristiana no sirve!”

Recuerde que la oración es vital para nuestra supervivencia. Al igual que el Señor Jesús, debemos depender de la oración para obtener dirección.

sábado, 16 de julio de 2016

Dios puede utilizar nuestra frustración

Dios puede utilizar nuestra frustración

Leer | MARCOS 11.15-17

Ayer vimos que cuando los deseos carnales y la libertad que tenemos en Dios colisionan, el resultado puede ser frustración, ansiedad e insatisfacción en cuanto a nuestras circunstancias.

Sin embargo, hay un tipo de frustración que Dios utiliza para motivar a sus hijos a marcar positivamente la diferencia en el mundo que les rodea. Esta sensación surge al ser ellos testigos de actos de maldad, de ver la necesidad que existe de compartir el evangelio con los perdidos, o de estar cada vez más descontentos con el deterioro moral de nuestra sociedad. Se produce cuando nos sentimos afligidos por las mismas cosas que afligen el corazón de Dios.

Efesios 4.30 dice que el Espíritu Santo que mora en nosotros puede sentirse “contristado” o entristecido por la maldad que abunda a nuestro alrededor. Cuando esto sucede, experimentamos la sensación de una frustración santa. Quizás esto fue lo que sintió el Señor Jesús cuando vio a los cambistas vendiendo sus mercaderías en el santo templo de Dios (Mr 11.15).

Sin embargo, si no somos cautos, actuar por impulsos puede ocasionar un daño innecesario a los demás y a nosotros mismos. Por tanto, para lograr un cambio positivo, debemos someter todos nuestros sentimientos al Señor. Si nuestros corazones son puros, Él nos revelará lo que quiere que hagamos.

La próxima vez que usted sienta una frustración santa, eleve sus sentimientos al Señor y espere con paciencia hasta que reciba una dirección clara en cuanto a la manera en que debe proceder. Es posible que Él le pida que tome alguna acción, o que interceda rápidamente en oración.

viernes, 15 de julio de 2016

Cuando nos sintamos frustrados

Cuando nos sintamos frustrados

Leer | FILIPENSES 4.10-13

Comúnmente asignamos a circunstancias externas nuestros sentimientos de frustración. Pero las circunstancias, por lo general, sacan a la luz lo que hay dentro de nosotros. Por eso, cuando nos ponemos de mal genio o nos inquietamos fácilmente, debemos examinar nuestro corazón.

Para ello, debemos estar conscientes de dos fuerzas contrarias:
los deseos de nuestra carne y la libertad que acompaña a la mano de Dios.
Los límites que Él nos ha fijado pueden compararse con la libertad, porque no tienen el propósito de coartarnos. Por el contrario, la instrucción del Señor nos proporciona paz y dirección. Pero cometemos el error de  ejercer nuestra voluntad, puede llevarnos a tomar decisiones imprudentes, y causarnos dificultades y fracasos.

A medida que crezcamos en madurez espiritual, y entendamos que Dios puede eliminar la frustración de nuestras vidas, aprenderemos a valorar su dirección. Es evidente que el apóstol Pablo captó este concepto, porque escribió: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (Fil 4.11). El hecho de que Pablo tuvo que aprender a tener contentamiento, da a entender que tuvo lugar un proceso que llevó tiempo.

Nuestro mundo no garantiza contentamiento constante. Por tanto, tenemos que aprender a desarrollar fe en el Señor, a fiarnos de su poder, y a tener confianza en su divina voluntad para nuestras vidas. La frustración se esfuma solamente a la luz de su plan para nuestro futuro (Jer 29.11). Eso fue lo que le permitió a Pablo arreglárselas en cualquier situación —es decir, que podemos hacerlo “todo” por medio de Cristo, que nos fortalece (Fil 4.13).

jueves, 14 de julio de 2016

Cómo enfrentar lo desconocido

Cómo enfrentar lo desconocido

Leer | HEBREOS 11.23-29

La frase “por fe” aparece cinco veces en la breve lectura bíblica de hoy. Básicamente, se nos dice que por fe Moisés sufrió maltratos, emigró de Egipto, celebró la pascua y cruzó el Mar Rojo.

¿Por qué las palabras “por fe” son tan importantes en esta historia? La razón es que la fe de Moisés le permitió unirse a una larga lista de héroes que fueron llamados a seguir adelante en situaciones extremas, armados solamente con su confianza en Dios.

Por supuesto, a veces estos hombres y mujeres admirables —Abraham, Sara, Jacob, David, entre otros— debieron de haber tenido muchas inseguridades y temores. Pero, al decidir poner sus vidas en las manos de Dios y obedecer su llamado, cada uno de ellos pudo hacer cosas grandes y poderosas en el nombre del Señor.

El camino de la vida puede ser oscuro y desconcertante; puede ser difícil e inquietante, seguir adelante con la linterna de Dios alumbrando solo unos pocos pasos de distancia. Deseamos saber más, queremos ver lo que hay más adelante, y deseamos también tener garantía del éxito.

Sin embargo, nuestras inquietudes y nuestro temor a lo desconocido, de ninguna manera hacen más pequeño o refrenan a nuestro Señor soberano y omnisciente. En vez de eso, Él desea que cada uno de nosotros avance por fe. Ha prometido que cuando lo hagamos, nos dará la guía que anhelamos (Is 30.21).

Si usted está siendo llamado en este momento a seguir adelante por fe, pero le preocupa hacerlo, clame al Señor de Abraham, Moisés y David. Él fortaleció a cada uno de ellos, y con toda seguridad le fortalecerá a usted también.

miércoles, 13 de julio de 2016

Cuando nuestra fe vacila

Cuando nuestra fe vacila

Leer | SANTIAGO 1.1-8

La Biblia nos alerta en contra de una fe vacilante. Esta es la actitud de alguien que pasa de sentirse seguro de que Dios responderá una oración, a la simple esperanza de que pudiera ser que lo haga (o llegar al convencimiento de que no lo hará). Por supuesto, como somos humanos, todos experimentamos períodos de duda. Pero lo que la Biblia nos advierte es que no tengamos un estilo de vida de vacilación espiritual.

La vacilación puede tener muchas causas. Por ejemplo, no ver actuando al Señor en una situación. O sentirse intranquilo pensando que confiar en Jesús va en contra del razonamiento humano. O enfocarse en las circunstancias en vez de Dios.

Una persona que es “arrastrada por el viento” (Stg 1.6) puede perder la confianza en el Señor y descubrir que su crecimiento espiritual se ha atrofiado. Tal creyente puede convertirse en alguien de “doble ánimo” (v. 8), porque mientras ora tiende a adelantarse al tiempo del Señor para manipular una situación y lograr el resultado deseado. Si un cristiano presta atención a sus dudas de esta manera, por lo regular tomará decisiones equivocadas. Y luego, después de todas las maniobras, terminará cada vez más insatisfecho con los resultados y sin paz. Y lo que es peor, su fe podrá disminuir.

La vacilación es peligrosa, por lo que los creyentes debemos desarrollar la confianza en el Señor. Jesús dice en Marcos 11.24: “Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Lo más cerca que podemos llegar a la fe perfecta en este mundo, es la capacidad de confiar en que lo que pedimos dentro de la voluntad de Dios es como si ya lo hubiéramos recibido.

martes, 12 de julio de 2016

Cómo avanzar ante la adversidad

Cómo avanzar ante la adversidad

Leer | ROMANOS 8.16-18

Cuando surgen las dificultades, ¿cómo puede usted estar seguro de que está respondiendo de la manera que agrada al Señor? Aquí tiene un acróstico de la palabra adversidad, que le dice los pasos que debe seguir:

A = Acepte... los acontecimientos de su vida como parte de la preparación de Dios.

D = Decida... seguir el modo como Jesús respondía a las pruebas.

V = Virar... a la derecha o a la izquierda no ayudará en nada, sino mantenerse en el camino de la obediencia.

E = Espere... que el Espíritu Santo le ayude a crecer por medio de las dificultades.

R = Recuerde... cómo el Señor le ha ayudado en el pasado.

S = Su... rostro debe ser como un pedernal (Is 50.7) para soportar las pruebas sin desfallecer.

I = Invierta... más tiempo con Dios.

D = Deposite... su confianza en el Señor, especialmente cuando no entienda.

A = Anhele... estar listo para el regreso de nuestro Salvador.

D = Dedique... tiempo para orar.

La adversidad, o bien nos fortalece, o bien nos debilita. Algunas personas endurecen su corazón y se rebelan contra Dios en tiempos de adversidad, pero las que saben cómo responder son ablandadas por los problemas, y quebrantadas. Cuando viene del Señor, el quebrantamiento es algo positivo que nos prepara, equipa, energiza y fortalece como hijos del Rey. Llegaremos a conocer la comunión de los sufrimientos de Jesús y proclamar como Pablo: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Co 4.17).

lunes, 11 de julio de 2016

En Cómo triunfar ante la adversidad

En Cómo triunfar ante la adversidad

Leer | JOB 5.7-11

“¿Por qué me está pasando esto a mí?” Cuando estamos consternados, nuestros pensamientos se vuelven confusos, nuestras emociones caóticas y nuestros pasos lentos. La Biblia responde a estas preguntas de “¿por qué?”. Nos dice que vivimos en un mundo caído, lleno de gente pecadora; que hasta los redimidos luchan con el pecado; y que Satanás —el “príncipe de este mundo”— tiene una gran influencia.

Pero hay algo más que conviene considerar: ¿Cómo desea Dios usar nuestra adversidad? Podría ser para captar nuestra atención, pues hemos ignorado sus otras señales. O podría ser para que mantengamos nuestra atención en Él. Cuando los israelitas vivieron en el desierto, debió de haberles parecido una gran prueba que nos les sobrara comida al terminar el día. Pero Dios sabía que si les daba más de lo que necesitaban cada día, la gente dejaría de esperar en Él. Esta “prueba” mantuvo su atención puesta en su Sustentador.

La adversidad puede ser también un recurso para recordarnos el gran amor de Dios por nosotros. Podemos acostumbrarnos tanto a su amor, que no lo apreciamos hasta que tropezamos. Las dificultades pueden ayudarnos a conocer al Señor de una manera más profunda. Para experimentar a Dios como nuestro consuelo, es necesario que haya necesidad de consuelo. Por eso, cuando un obstáculo nos detiene, tenemos tiempo para descubrir los giros equivocados que hemos hecho. Cualquiera que sea la razón del problema por el que esté pasando, sepa que Dios tiene un propósito al permitirlo (Ro 8.28).

sábado, 9 de julio de 2016

Frente a la adversidad

Frente a la adversidad

Leer | HEBREOS 12.1, 2

Cuando un niño se lastima, nuestro objetivo es que se sienta bien pronto. Quitamos los obstáculos para que, al dar sus primeros pasos, lo haga sin tropezar. Y muchos padres tratan de minimizar la frustración de sus niños en edad escolar, ayudándolos con sus tareas, dando a veces más ayuda de la necesaria. Aunque aliviar el malestar de los niños es comprensible, podemos, sin darnos cuenta, transmitir el mensaje sutil de que los obstáculos y el dolor tienen que ser eliminados a toda costa.

Las dificultades son parte de la vida, y si esperamos lo contrario, estaremos sufriendo desilusiones reiteradamente. Si dejamos que las desilusiones persistan, podemos dar la espalda al Señor. Se puede desperdiciar mucho tiempo tratando de evitar las dificultades, cuando podríamos poner en manos de Dios nuestro futuro. También consumimos energías tratando de salir de nuestras situaciones difíciles, en vez de pedir al Señor que nos diga cómo quiere Él que procedamos. Y lo que es más importante, Dios no ve la adversidad como una tragedia.

Dios ve un valor bienhechor en nuestras pruebas. El sufrimiento y la muerte de Jesús en la cruz confirman la poderosa obra que Dios puede lograr por medio de la adversidad. Él usa las dificultades como oportunidades para nuestro crecimiento espiritual.

Ninguno de nosotros disfruta de los problemas, pero en este mundo las amarguras y las dificultades son seguras. Abandonemos nuestra manera de pensar, y pidamos tener la mente de Cristo, quien confió en el modo de obrar del Padre celestial hasta la muerte en la cruz.

viernes, 8 de julio de 2016

Nacer de nuevo

Nacer de nuevo

Leer | JUAN 3.1-8

Nicodemo era miembro del consejo rabínico conocido como el sanedrín. La gente de su época habría dado por hecho que tales credenciales aseguraban que estaba bien espiritualmente. Sin embargo, Jesús le dijo que la única manera de entrar en el reino de Dios era nacer de nuevo.

Muchas personas hoy día son como Nicodemo: religiosas, virtuosas y se comparan con otras personas. Razonan así: De algún modo, nuestro amoroso, benévolo y maravilloso Dios hará posible que yo vaya a dar al cielo. Pero esto es absolutamente falso. El Señor Jesús dijo: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Jn 3.7).

Nuestros pecados nos separan de Dios. Ser buenos no puede cerrar la brecha, porque no importa lo bien que tratemos de conducirnos, todos pecamos. Nuestra naturaleza es ser pecadores, y la naturaleza es algo que no podemos cambiar.

El autoengaño más grande es pensar que podemos portarnos bien y así ser aceptados por Dios. La única manera de ser agradable a Dios es nacer de nuevo, por un acto divino.

Cuando una persona pone su fe en Jesucristo como su Salvador, experimenta una regeneración. En otras palabras, en el momento de la salvación, se convierte en una nueva creación (2 Co 5.17 NVI).

Usted puede estar “actuando” bien sirviendo a Dios, leyendo la Biblia, ofrendando y orando. Pero ¿hubo alguna vez un cambio radical en su alma, un momento en que comenzó una relación personal con Dios? ¿Tiene una nueva naturaleza por la obra del Espíritu Santo? Si no puede responder sí a estas preguntas, usted necesita nacer de nuevo.

jueves, 7 de julio de 2016

El Espíritu Santo: Una necesidad

El Espíritu Santo: Una necesidad

Leer | LUCAS 24.36-49

¿Qué tan necesario es el Espíritu Santo para quienes desean tener una vida agradable a Dios? Como respuesta, podemos encontrar un claro ejemplo en la Biblia. Jesús había dicho a sus discípulos que esperaran en Jerusalén hasta su bautismo por el Espíritu (Hch 2.1-4). Este grupo escogido de hombres había convivido con el Señor y escuchado sus enseñanzas por más de tres años; no obstante, Él sabía que no podrían iniciar su trabajo sin el socio divino que Dios había dispuesto para ellos. Lo mismo se cumple en nosotros hoy.

¿Quién es el Espíritu Santo? Es llamado la tercera persona de la Trinidad; los otros dos miembros son Dios Padre y Dios Hijo. Al igual que ellos, Él es plenamente Dios. Algunos cristianos piensan erróneamente que el Espíritu es una fuerza o un poder, pero la Biblia dice que es una persona, alguien a quien podemos llegar a conocer.

Él es también la promesa del Padre. Dios prometió enviar su Espíritu como consolador y ayudador de cada persona de su familia. Llamado el Espíritu de verdad (Jn 14.16, 17), Él se encarga de transformarnos a la imagen de Jesús.

Además, el Espíritu Santo es un regalo para todo cristiano. En el momento de la salvación, Él es enviado a vivir dentro de cada creyente, sellándole como hijo o hija de Dios (Ef 1.13). Nosotros no tenemos que orar para recibirlo, ni hacer nada para conseguirlo. Su presencia es un regalo prometido que nos fue dado por Dios el día de nuestro nacimiento espiritual. Al conocer mejor al Espíritu Santo y escuchar con atención lo que Él dice en la Biblia, usted podrá agradar al Padre (Col 1.10).

miércoles, 6 de julio de 2016

El cristianismo interesado

El cristianismo interesado

Leer | JUAN 6.22-27

Piense en esta pregunta: ¿Qué le interesa más —quién es Jesús, o lo que Él puede hacer para usted? Me temo que muchos de nosotros estamos más preocupados por lo que el Señor pueda darnos, que en saber quién es Él.

Pero esto no es nada nuevo; Jesús tuvo el mismo problema cuando anduvo en la Tierra. Las multitudes lo buscaban, por lo general, por lo que Él podía hacer por ellas. A pesar de que sus necesidades eran legítimas, Cristo conocía lo que les motivaba.

Hay una diferencia muy sutil entre tratar de utilizar interesadamente al Señor para obtener lo que queremos, y venir con humildad a Él con nuestras necesidades y nuestras luchas. Algunos de los problemas que le traemos son tan opresivos y urgentes en nuestra mente, que nuestro deseo de que Él actué de la manera que queremos es mayor que nuestra disposición de someternos a su voluntad. A veces, lo que llamamos “fe” es, en realidad, un espíritu exigente.

Debemos recordar que nuestras necesidades terrenales llegarán a su fin, pero que Jesucristo permanecerá para siempre. Si nuestras oraciones son solamente para presentar nuestras peticiones al Señor, entonces desaprovecharemos la gran oportunidad de conocer a Aquel con quien pasaremos toda la eternidad. Invirtamos tiempo con el gran Dios que nos creó.

¿Cuánto de su tiempo con Dios está dedicado a sus necesidades? ¿Está buscando conocer más al Señor? Aunque Dios se deleita en nuestras oraciones y nos dice que debemos orar por todo, también quiere que nos acerquemos a Él porque disfrutamos de su compañía.

martes, 5 de julio de 2016

Por qué no entendemos el plan de Dios

Por qué no entendemos el plan de Dios

Leer | 1 JUAN 5.13-15

El Señor ha dado el Espíritu Santo a sus hijos para enseñarles a conocer su voluntad para sus vidas (Jn 14.26). ¿Por qué, entonces, tenemos dificultades para entender cuál es el plan? Porque…

Tomamos decisiones basadas en las emociones. Cuando nos sentimos presionados, nuestro instinto es alejarnos de la causa del estrés o el dolor. En esos momentos, nuestra necesidad de eliminar las dificultades y la confusión de nuestra vida puede tener prioridad sobre el plan del Señor. Pensamos que no es posible que Él quiera que nos sintamos así, por lo que actuamos con la esperanza de que estamos haciendo su voluntad. Nuestro énfasis está en nosotros mismos, no en los propósitos de Dios.

Nos enfocamos solo en lo inmediato. Muchas veces, venimos al Señor inquietos por lo que nosotros o nuestros seres queridos estamos enfrentando. No vemos cómo puede ser su voluntad tal situación. Nuestro enfoque a corto plazo nos impide ver los propósitos de Dios.

Buscamos superficialmente. En nuestro deseo por obtener una respuesta, podemos tratar de conocer el plan de Dios haciendo cosas como: leer la Biblia, orar, ayunar, servir, adorar y ofrendar. Luego, satisfechos con lo que hemos hecho, presionamos al Señor por una respuesta inmediata, sin dedicarle el tiempo y la quietud que necesitamos para conocer su voluntad (Sal 46.10). Pasar tiempo con nuestro Creador es una necesidad, no un lujo, y escucharle sin distracciones es esencial.

¿Cuánto estudio de la Biblia, oración o tiempo de espera para descubrir la voluntad de Dios? El que sea necesario. ¿Estaremos dispuestos a esperar?

lunes, 4 de julio de 2016

Cuando no entendemos el plan de Dios

Cuando no entendemos el plan de Dios

Leer | SALMO 119.17-24

¿Cómo describiría usted la voluntad de Dios? ¿La llamaría…

Fantasía (“No creo que Dios tenga un plan para áreas específicas de mi vida”)?
Misterio (“Dios tiene un plan, pero es tan difícil de entenderlo”)?
Biografía (“Sé que la Biblia dice quién es Dios y cuáles son sus planes, pero a veces me siento confundido”)?

Veamos algunas de las causas que pueden impedir que entendamos sus planes.

• El manejo incorrecto de la Palabra de Dios. Cuando nuestros días están repletos de compromisos y actividades, nos resulta difícil alimentarnos regularmente de la Biblia. Si no dedicamos suficiente tiempo a la Palabra de Dios, tendemos a olvidar lo que le importa a Él, mezclar las mentiras del mundo con la verdad del Padre, utilizar incorrectamente las Escrituras para reforzar las decisiones que ya hayamos tomado. O bien, rechazarla y hacer las cosas a nuestra manera.

• Escoger consejeros equivocados. A la hora de tomar decisiones, a veces confiamos demasiado en las opiniones de otras personas. Creemos que la manera más fácil y rápida de obtener respuestas, es pedirlas a amigos cristianos o a no creyentes que parecen ser “sabios”. Es decir, utilizamos el estilo de vida de nuestros amigos como una medida para discernir la voluntad de Dios: decidimos que si ellos pueden actuar de una manera determinada, nosotros también podremos hacerlo.

La mejor manera de no errar en cuanto a la voluntad de Dios, es hacer de la Biblia nuestra compañera diaria. Alístese para dedicar tiempo a su lectura, y para escuchar lo que le enseñe el Espíritu Santo sobre la voluntad de Dios para su vida.

Cómo cultivar una amistad sólida

Cómo cultivar una amistad sólida

Leer | PROVERBIOS 17.17

Las amistades son unos de los tesoros más valiosos. Mantener a nuestro lado amigos de verdad —esos que reirán con nosotros en los tiempos buenos y que se mantendrán a nuestro lado en las pruebas— requiere un compromiso compartido y una inversión de tiempo y energía. Las buenas relaciones florecen con…

Transparencia. Debemos ser sinceros con los amigos y animarlos a ser veraces con nosotros. Para preservar un vínculo fuerte, no podemos ocultar las heridas que pueden habernos causado. La transparencia puede ayudar a que las personas sean mejores. Una relación sólida permite a cada parte señalar con delicadeza los errores en la vida de la otra persona y ofrecer una amorosa rectificación.

Tiempo y comunicación. La amistad genuina requiere tiempo para desarrollarse. Tenemos que estar dispuestos a dejar de lado otras obligaciones y priorizar el pasar tiempo juntos para compartir nuestras opiniones y deseos, y para hacer preguntas que estimulen a nuestros amigos a hablar de lo que hay en sus mentes y corazones.

Gratitud. A todos nos gusta sentirnos apreciados. Expresar gratitud cuando los amigos son útiles, les permite saber que estamos agradecidos de tenerlos en nuestra vida. Además, confirmamos que les amamos cuando les decimos lo mucho que disfrutamos de cierto aspecto de su personalidad, o recordamos una ocasión que es especial para ellos.

Ser un buen amigo es una manera de servir a Dios. Él nos creó para relacionarnos con los demás, y por eso debemos dar lo mejor de nosotros a cada amigo que Él haya puesto en nuestra vida.

sábado, 2 de julio de 2016

Cómo salvar una amistad

Cómo salvar una amistad

Leer | MATEO 5.23, 24

Cuando cultivamos una amistad, tenemos la intención de que dure. Pero ya que la relación está compuesta por dos seres pecadores es probable que hayan sentimientos heridos de vez en cuando y expectativas insatisfechas. Si una o ambas personas simplemente ignoran la ofensa, la relación puede resultar dañada. Restaurar una amistad requiere humildad para reconocer nuestras faltas, el esfuerzo para solucionar el problema y tiempo. Pero la recompensa es una relación renovada con un amigo valioso.

El proceso de salvar una amistad comienza cuando se reconoce que existe un deterioro. Esto ocurre en el momento en que sentimos que algo no está bien. Es útil trabajar juntos para determinar cómo comenzó el problema; tal vez fue el resultado de un malentendido, un conflicto no resuelto o el ajetreo de una persona.

Una vez identificado el problema, pida perdón. Asumir la responsabilidad y ofrecer disculpas, demuestra su amor y su interés por la amistad. Recuerde que un aspecto esencial de disculparse es negarse a justificar las acciones incorrectas o culpar a alguien.

Tras la disculpa debe venir una acción concreta que puede tomar para reconstruir la relación. Después, comprométase a enmendar la falta, y pregúntele a su amigo de vez en cuando, qué tal lo está haciendo.

En lugar de esperar hasta que la relación se acabe, los amigos sabios darán estos pasos tan pronto como se den cuenta de haber causado algún daño. Como sucede con una lesión física, el cuidado preventivo puede aliviar las heridas pequeñas antes de que éstas se conviertan en heridas graves.

Si quiere recibir este y otros devocionales a través de Whatsap envié un mensaje privado con su número y código de área, gracias! Dios le Bendiga!!! 

Los beneficios de tener al Espíritu

Los beneficios de tener al Espíritu Leer | JUAN 16.5-22 Los discípulos tuvieron la bendición de estar cerca de Jesús. ¿Puede usted imaginar lo que disfrutaban al escuchar sus enseñanzas y verlo hacer maravillas sobrenaturales? Quizás usted ha deseado, también, haber vivido en aquellos días y transitado los polvorientos caminos con Él. Desde nuestra perspectiva actual, no podemos concebir nada más grande que ver a Jesús en persona. Ya que así se sentían los discípulos, podemos entender por qué se entristecieron cuando el Señor anunció que regresaría a su Padre en el cielo. Pero Él prometió enviar un Consolador; de manera que, en realidad, la partida de Cristo fue algo bueno, pues así vino el Espíritu Santo. Por tanto, ¿entendemos realmente los beneficios de gozar de su presencia en nosotros? Aunque no podemos ver a Jesús cara a cara, podemos tener una relación aun más estrecha con Él, porque llevamos su Espíritu Santo en nuestros cuerpos. Una de las tareas del Espíritu es revelar los asuntos de Jesús. Si necesitamos sabiduría y discernimiento, Él está listo para darnos de ellos cada vez que leemos la Biblia. También libera su poder en nuestras vidas, el mismo poder divino que Cristo utilizó para llevar a cabo la voluntad de su Padre. A pesar de estos beneficios maravillosos, muchos creyentes no sienten la presencia del Espíritu, ni aprovechan el discernimiento y el poder que están a su disposición. ¿Es el Espíritu Santo de Dios su compañero, su guía y su ayudador, o simplemente un confuso concepto teológico? No descuide este tesoro. ¡Sepa que el Dios todopoderoso vive dentro de usted!

Cómo alcanzar sus metas

Cómo alcanzar sus metas

Leer | 1 SAMUEL 17.24-47

Para llegar a ser la persona que Dios quiere que usted sea y cumplir a cabalidad el trabajo que Él le ha encomendado, debe hacerse las siguientes preguntas:

l. ¿Tengo una idea clara de lo que Dios quiere que yo sea? Trate de poner por escrito adónde cree usted que le está llevando la obra transformadora de Dios. Es importante poder visualizar en qué se convertirá, y el avance que se producirá después de haber alcanzado la meta.

2. ¿Deseo fervientemente lograr las metas que el Señor me ha mostrado?>La pasión es fundamental para motivarle a cambiar y para alcanzar el objetivo. Su grado de compromiso se revelará mediante su motivación y prioridad en cuanto al logro de sus metas.

3. ¿Descansa mi confianza en mi relación con Jesús y sus promesas? (Vea Filipenses 4.13). Es importante tener el hábito de recordar las ocasiones en que el Señor le ha ayudado. Sin confianza en Él, es fácil desanimarse ante los obstáculos.

4. ¿Conozco mi estrategia? Lo importante aquí es tomar acción. Para avanzar es necesario tener una estrategia que le señale la dirección en que Dios quiere que vaya.

5. ¿Me he fijado fechas límites para lograr las metas? Responder sin demoras a la dirección de Dios es esencial si queremos progresar.

Muchas personas no pueden responder categóricamente a la mayoría de estas preguntas. Si ese es su caso, no se desanime. Más bien, reconozca la oportunidad delante de usted: el Señor ya sabía lo que usted respondería, así que Él está esperando para ayudarle.

Los beneficios de fijarse metas

Los beneficios de fijarse metas

Leer | FILIPENSES 3.12-14

Si alguna vez tuvo problemas para entrar a su propia casa por haber olvidado la llave, sabe lo importante que es ésta. De la misma manera, para el creyente, fijarse metas es una llave que le beneficia de varias maneras:

1. El entusiasmo se renueva. Cuando no tenemos claras las metas, nuestro entusiasmo mengua. Nos entusiasmamos cuando apuntamos al “blanco” de Dios, y lo vemos a Él transformándonos.

2. Da dirección clara. Sin metas, perdemos la visión de adónde nos dirigimos y comenzamos a desviarnos. La pasividad sustituye a la pasión, y empezamos a dejar que las excusas se conviertan en un hábito.

3. La excelencia reemplaza a la mediocridad. Sin metas, comenzamos a vivir con una actitud conformista. Trabajar con un objetivo establecido combate esta mentalidad.

4. Mejora nuestra actitud. Cuando no nos gustan las decisiones que tomamos, nuestra tendencia puede ser criticar a otros. Pero si seguimos el plan de Dios, nos sentiremos mejor con nosotros mismos y nos relacionaremos mejor con quienes nos rodean.

5. La vida se vuelve gratificante. Fijarnos metas con la vista puesta en Cristo nos ayuda a utilizar sabiamente el tiempo, las fuerzas, los recursos y los talentos que el Señor nos ha dado.

Es más fácil identificar las distracciones y evaluar las oportunidades, si las comparamos con las metas que nos hemos fijado, para así cosechar los beneficios de haber trabajado con un propósito: entusiasmo, dirección, excelencia, actitud saludable y una vida gratificante.

Fijarse metas: La clave del éxito

Fijarse metas: La clave del éxito

Leer | FILIPENSES 3.7-11

El mundo está lleno de consejos sobre cómo fijarnos metas y lograrlas. En cada caso, los pasos empiezan con nosotros —identificar qué queremos llegar a ser, y lo que tenemos que hacer para ser “exitosos”. Sin embargo, para el cristiano, el fijarse metas comienza con una actitud y un enfoque centrados en Dios.

Con el deseo de ser lo que Dios quiera que sea, y de confiar en que el Señor le dará dirección en todos los aspectos de su vida. Estos aspectos implican identificar los pasos que Dios quiere que tomemos, pero muchas veces no seguimos su camino. Pensemos en qué es lo que nos detiene.

A algunas personas les falta conocimiento en cuanto a cómo identificar el plan del Señor, mientras que otras son perezosas. La solución en ambos casos es prestar atención a la Palabra de Dios. Si invertimos tiempo en estudiar la vida de Jesús y su Palabra, aprenderemos sus normas para la vida, y entonces seremos capaces de identificar los pasos específicos a seguir. Esto requiere esfuerzo y compromiso, pero la recompensa es grande.

La falta de fe puede ser otro obstáculo. Podríamos pensar: ¿Por qué debo fijarme metas si estoy convencido de que no puedo hacer lo que Dios me está pidiendo? La fe madura por medio del estudio sistemático de la Biblia, aplicar los preceptos bíblicos, y fijarse metas más pequeñas.

El temor al fracaso puede también impedir que nos fijemos metas. Pero podemos vencer este obstáculo recordando que en Cristo no hay condenación (Ro 8.1).

¿Desea usted llegar a ser más como el Señor Jesús? Fijarse metas con la actitud y el enfoque correctos le servirá de ayuda.

El predicador y la oración - E. M. Bounds

Este es uno de los libros que ayudarán al predicador, no solo en su exposición de la Palabra sino también en su vida: