miércoles, 16 de agosto de 2017

Donde se ganó la batalla



Donde se ganó la batalla

Leer | Mateo 26.36-46
Si usted quiere obtener siempre la victoria, piense en lo que Jesús hizo antes de ir a la cruz: el Señor libró una batalla crucial y decisiva en el huerto de Getsemaní, donde luchó con lo que se le acercaba.
Para nuestro Salvador, el peso del pecado que llevaría era inmenso. Estaba a punto de experimentar la absoluta separación espiritual del Padre celestial. Fue a un lugar tranquilo y silencioso de oración, donde estuvo a solas con el Padre y clamó a Él. Cuando el Señor Jesús salió de ese huerto, lo hizo como vencedor. Todavía bebería la copa del sufrimiento y de la separación, pero Él sabía que, al final, tendría la victoria (He 12.2).
El ejemplo de Jesús demuestra que la clave para ganar las batallas de la vida, es venir al Padre para estar a solas con Él y rendirse totalmente a su voluntad. El consejo de un hermano en la fe es importante, pero usted no puede depender exclusivamente de los demás para que le digan qué hacer. Si no pasa tiempo a solas con el Señor, luchando hasta saber lo que Él le está diciendo, nunca estará seguro de que está haciendo lo correcto.
Al desarrollar el hábito de pasar tiempo a solas en la presencia de Dios, será capaz de discernir su perfecta voluntad cuando tenga que enfrentar grandes decisiones de consecuencias importantes, o incluso irreversibles. Cuando usted se entrega totalmente a Él, pone en sus manos las consecuencias de las decisiones que tome. En realidad, ¿dónde pudieran sus decisiones —y su futuro— estar más seguros que bajo el control de nuestro omnisciente, todopoderoso y amantísimo Dios?

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