miércoles, 29 de noviembre de 2017

El principio de sembrar y cosechar


El principio de sembrar y cosechar

Gálatas 6.7-10 dice: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna . . . Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”.
Este pasaje nos recuerda que nuestras buenas acciones nos beneficiarán al final, mientras que lo malo que hayamos hecho a la larga tendrá repercusiones nefastas. Este principio va de la mano con la regla de oro que dice que debemos tratar a los demás como queremos ser tratados. El Señor nos llama a ser bondadosos y respetuosos con los demás, aunque no sean fáciles de amar. Es cierto que esto puede ser difícil cuando una persona nos agravia constantemente, pero si cedemos a nuestra carne y nos vengamos, estamos sembrando semillas de corrupción, y a su tiempo, cosecharemos de conformidad con lo sembrado.
Por otro lado, tratar a alguien bien —aunque no lo merezca— nos beneficiará. Según la Biblia, debemos “[sembrar] para el Espíritu” y así cosechar recompensas. Algunos beneficios pueden ser sobrenaturales y desconocidos para nosotros en el momento, pero sabemos que la obediencia facilitará el perdón, forjará el carácter, y desarrollará la paciencia. No importa lo que haga la otra persona, siempre ganamos cuando obedecemos al Señor.
Piense en los conflictos como oportunidades para que otros sean testigos del amor de Dios en acción. Con su ayuda, usted puede sembrar semillas de amor, gozo y paz que producirán una rica cosecha para su propia vida y para la de otros.

martes, 28 de noviembre de 2017

¿Cómo llenar una vida vacía?

¿Cómo llenar una vida vacía?

Leer | Juan 4.3-18
El clamor del vacío se oye desde el barrio más pobre, hasta la mansión más lujosa. Hay ancianos, adultos y adolescentes con corazones igualmente vacíos, para lo cual no existe ninguna receta médica.
La mujer samaritana en el pozo simboliza a millones de personas a través de la historia que han hecho todo lo que han podido para satisfacer sus ansias de amor y de realización. Sin embargo, hasta que la persona experimente el amor del Señor, su sensación de vacío no podrá ser satisfecha de manera permanente. Fuimos creados para honrar y dar gloria a Dios; ningún otro acto de adoración —ya sea a otra persona, al trabajo o al dinero— puede proporcionar satisfacción permanente.
No es de extrañar que la samaritana aceptara con ansiedad la oferta de Jesús del sorbo que saciaría su sed para siempre (Jn 4.15). La promesa de la salvación incluye más que la eliminación de la culpabilidad. Cuando una persona pone su fe en Cristo como Salvador, el Espíritu Santo mora en el nuevo creyente, y expresa el amor divino hacia esa persona y por medio de ella. Si estamos dispuestos a aceptar la muerte de Cristo a favor nuestro, y a pedirle su perdón por nuestros pecados que lo pusieron en la cruz, entonces podemos experimentar el desbordamiento del amor de Dios llenando nuestro vacío.
El creyente que se siente vacío debe confesar cada pecado albergado en su corazón. La transgresión y la idolatría bloquean la comunión con el Padre celestial, pero el arrepentimiento rompe el dique de contención. Lo único que puede satisfacer una vida vacía es el amor que Dios ofrece a manos llenas.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Dios y la eternidad



Dios y la eternidad

La Palabra de Dios habla claramente de la vida después de la muerte; las personas pasarán la eternidad, o bien en el cielo, o bien en el infierno. Sin embargo, muchos creen que esta realidad no es compatible con otras verdades en cuanto al Señor. Aunque sus objeciones son comprensibles, la Biblia ofrece las respuestas a sus preguntas:
¿Cómo puede el Señor ser bueno si permite que algunas personas vayan al infierno? Dios es amor, y no quiere que nadie viva sin Él (1 Jn 4.8; 1 Ti 2.4). Toda persona puede dejar el pecado y recibir al Salvador, evitando así la separación eterna de Dios. Pero algunos rechazan a Cristo y viven sin Él todos sus días en la Tierra. Por esa decisión, vivirán excluidos de su presencia por la eternidad.
¿Por qué el Señor creó a ciertas personas, a sabiendas de que nunca creerían en Él? Para algunos, esto parece una crueldad. Sin embargo, la alternativa sería peor. Dios nos creó con libre albedrío, lo que significa que podemos elegir obedecer y seguirle. Si nuestro Padre celestial no nos hubiera dejado ninguna opción, seríamos simples robots, incapaces de amarlo y de adorarlo.
¿No es injusto un castigo eterno, particularmente si los no cristianos nunca escucharon del evangelio? Mientras que los no creyentes están vivos, el Padre celestial hace todo para librarlos del castigo eterno —menos violar su libre albedrío. Él da tiempo y evidencias suficientes para que nadie tenga razones para rechazar el camino a la salvación (Ro 1.20; Jn 14.6).
¿Conoce usted al Señor Jesucristo como su Señor y Salvador? Él quiere que pase la eternidad con Él.