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viernes, 30 de julio de 2010
sábado, 17 de julio de 2010
DIOS HA PUESTO SU CORAZÓN SOBRE TI!
¿Qué tiene que decirnos a usted y a mí la nube de testigos de Hebreos 12:1? ¿Qué dicen las escrituras que es su mensaje para los hermanos luchadores del cuerpo de Cristo? Simplemente esto: “Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones” (1 Pedro 3:12).
Yo no creo que esta gran multitud de testigos celestiales nos hablarían a nosotros sobre sujetarnos a teologías o doctrinas complicadas. Yo creo que ellos nos hablarían en la simplicidad de la verdad:
* El autor de Hebreos nos testificó que debemos mirar a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Debemos continuar predicando la victoria de la cruz, soportar las acusaciones en contra de nosotros de los pecadores, y despojarnos del pecado que nos asedia, corriendo con paciencia la carrera que tenemos por delante (ver Hebreos 12: 1-2)
* El rey David nos testificó que podemos confiar en el perdón del Señor, y él no removerá su Espíritu Santo de nosotros. David cometió asesinato y fue un adúltero y un mentiroso. Pero él se arrepintió y el Padre no lo soltó por que había puesto su corazón sobre David.
* Pedro nos testificó que él pecó contra la luz más grandiosa que podría existir. Este discípulo caminó en la presencia de Jesús; él pudo tocar a Jesús y hasta recibió su llamado del mismo Cristo. Este hombre pudo haber vivido en culpabilidad y condenación, pero Dios había puesto sobre él su corazón.
* Pablo nos dice que no temamos nuestras aflicciones. Jesús sufrió cada día de su ministerio, y murió en sufrimiento. Y cuando Cristo llamó a Pablo a predicar el evangelio, él le mostró cuán grandes aflicciones le aguardaban.
A través de sus años en el ministerio, Pablo fue verdaderamente afligido. Pero las aflicciones prueban que Dios te ha entregado su corazón. “A fin de que nadie se inquiete por estas tribulaciones; por que vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos” (1 Tesalonicenses 3:3).
También vemos el testimonio de Job: “¿Qué es el hombre para que lo engrandezcas, y para que pongas sobre él tu corazón, y lo visites todas las mañanas, y todos los momentos lo pruebes? (Job 7:17-18 cursivas mías).
Cuando Dios pone su corazón sobre ti, serás probado a menudo. Pero el hecho es, que mientras más larga y dura es tu aflicción, más profundamente Dios ha puesto su corazón sobre ti, para mostrarte su amor y su cuidado. Ese es el testimonio de la vida de Pablo y de la vida de Jesús. El enemigo puede venir contra ti, pero nuestro Señor ha levantado un estandarte contra él. Encontramos descanso absoluto en Jesús.
miércoles, 14 de julio de 2010
UNA NUBE DE TESTIGOS
Hebreos 12:1 nos dice que el mundo está rodeado por una nube de testigos que están con Cristo en la gloria. ¿Qué tiene que decirle al mundo presente esta multitud de testigos celestiales? Vivimos en una generación que es mucho más malvada que la de Noé. ¿Qué pueden estos testigos decirle a la raza humana cuyos pecados superan a los de Sodoma?
Nuestros días son días de gran prosperidad. Nuestra economía ha sido bendecida, pero nuestra sociedad se ha vuelto inmoral, violenta y en contra de Dios que hasta las mismas personas seculares se quejan de cuán profundo hemos caído. Los cristianos por doquier se preguntan por qué Dios ha postergado su juicio sobre una sociedad tan malvada.
Nosotros los que amamos a Cristo tal vez no podamos entender por qué esta maldad es permitida que continúe. Pero la nube de testigos entienden. Ellos no cuestionan la misericordia y paciencia que Dios ha mostrado.
El apóstol Pablo está entre esa nube de testigos, y él testifica del ilimitado amor por aún el “primero del los pecadores”. La vida de Pablo y sus escritos nos dicen que él maldijo el nombre de Cristo. El era un terrorista, que cazaba a los hijos de Dios y los arrastraba a ser encarcelados o matados. Pablo nos diría que Dios está siendo paciente con esta presente generación por que hay muchos que son como él era, personas que pecan en ignorancia.
El apóstol Pedro está también entre la nube de testigos, y también él entiende por qué Dios es tan paciente. La vida de Pedro y sus escritos nos recuerdan que él maldijo a Jesús, jurando que nunca lo había conocido. Dios retiene su juicio por que hay multitudes que todavía lo maldicen así como lo hizo Pedro. El Señor no se dará por vencido de ellos, así como no se dio por vencido con Pedro. Hay muchos como él por los cuales Cristo ora.
Mientras considero esta nube de testigos, veo los rostros de los que antes fueron adictos a las drogas y alcohólicos, prostitutas, homosexuales, gángsteres y vendedores de drogas, otros que antes fueron asesinos, abusadores de esposas, infieles y los adictos a pornografías- multitudes a los cuales la sociedad los había ya rechazado. Todos ellos se arrepintieron y murieron en los brazos de Jesús, y ahora son testigos de la misericordia y paciencia del Padre amante.
Yo creo que todos ellos dirían, en un testimonio unificado, que Jesús no los juzgó antes de que ellos recibieran su misericordia. Dios todavía ama este mundo demente e inmoral. Que él nos ayude a amar a los perdidos así como lo hace él. Y que podamos orar para tener el amor y la paciencia que él está mostrando al mundo ahora mismo.
domingo, 11 de julio de 2010
La Misma Gloria
“El que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21). “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros…la gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad” (Juan 17:21-23, itálicas mías).
Échele otro vistazo a las itálicas en el versículo. Jesús está diciendo, en esencia: “La gloria que me diste, Padre, se la he dado a ellos”. Cristo hace una increíble declaración acá. Está diciendo que nos ha sido dada la misma gloria que el Padre le dio a Él. ¡Qué pensamiento tan impresionante! Pero, ¿cuál es esta gloria que fue dada a Cristo y cómo pueden nuestras vidas revelar dicha gloria? No se trata de un aura o una emoción; sino de ¡un acceso sin impedimentos al Padre Celestial!
Jesús nos dio un fácil acceso al Padre, abriéndonos una puerta por la Cruz: “Porque por medio de él [Cristo] los unos y los otros [nosotros y los que están fuera] tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (Efesios 2:18). La palabra “entrada” significa el derecho de entrar. Significa un pasaje libre y también fácil de acercarse: “En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él” (Efesios 3:12).
¿Ve lo que Pablo dice? Por fe, hemos alcanzado un lugar de acceso ilimitado a Dios. No somos como Ester en el Antiguo Testamento. Ella tenía que esperar la señal del rey antes de poder acercarse al trono. Sólo después que el rey extendiera su cetro, es que Ester podía acercarse.
En contraste, usted y yo ya nos encontramos en la presencia del Rey. Y tenemos el derecho y el privilegio de hablar con Él en cualquier momento. De hecho, estamos invitados a hacerle cualquier petición: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).
Cuando Cristo ministró en la Tierra, Él no tenía que escabullirse hacia la oración para obtener la mente del Padre. Él dijo: “No puedo hacer nada por mí mismo, sino lo que veo hacer al Padre” (ver Juan 5:19). Hoy, el mismo grado de acceso al Padre que tenia Cristo, nos ha sido dado. Usted dirá: “Un momento, ¿yo tengo igual acceso al Padre que Jesús?”.
No se equivoque. Como Jesús, nosotros debemos orar con frecuencia y fervor, buscando a Dios, esperando en el Señor. No tenemos que escabullirnos para rogarle a Dios por fuerza y dirección, porque su mismo Espíritu vive en nosotros. Y el Espíritu Santo nos revela la mente y la voluntad del Padre.
NECESIDAD DE SER ESCUCHADOS
Frecuentemente mucha gente se contacta y dice: “No tengo a nadie con quien hablar, a nadie con quien compartir mi carga, a nadie que tenga tiempo para escuchar mi clamor. Necesito a alguien a quien le pueda abrir mi corazón”.
El rey David estaba constantemente rodeado por personas. Estaba casado y siempre había alguien a su lado. Aun así, escuchábamos el mismo clamor de él: “A quien iré”. Está en nuestra naturaleza, el necesitar a otro ser humano, con rostro, ojos y oídos, que nos escuche y nos aconseje.
Cuando Job estuvo abrumado por sus problemas, clamó con pena, “¡Quién me diera quien me oyese!” (Job 31:35). Él pronunció este grito mientras estaba sentado con quienes decían llamarse sus amigos. Aquellos amigos no tenían compasión por sus problemas; de hecho, eran mensajeros de la desesperanza.
Job sólo acudió al señor: “Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, y mi testimonio en las alturas… Mas ante Dios derramaré mis lágrimas” (Job 16:19-20).
David le dice al pueblo de Dios que haga lo mismo: “Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; Derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio” (Salmos 62:8).
Eventualmente, el sufrimiento nos llega a todos nosotros, y ahora mismo, multitudes de santos están encadenados por aflicciones. Sus circunstancias han tornado su gozo en sentimientos de impotencia e inutilidad. Muchos se preguntan en su dolor, “¿Por qué me está pasando esto? ¿Está Dios enojado conmigo? ¿Qué he hecho mal? ¿Por qué no responde mis oraciones?
Yo creo en mi corazón, que esta palabra es una invitación del Espíritu Santo para que usted encuentre un lugar privado, en donde pueda frecuentemente derramar su alma al Señor. David “derramó sus quejas”, y usted también puede hacerlo. Puede hablarle a Jesús acerca de todo: Sus problemas, sus pruebas presentes, su economía, su salud, y decirle cuán abrumado está, inclusive cuán desalentado se siente. Él lo escuchará con amor y simpatía, y no menospreciará su clamor.
Dios le respondió a David; le respondió a Job. Y por siglos ha respondido el clamor de todos aquéllos que han confiado en sus promesas. Él ha prometido escucharlo y guiarlo. Él ha prometido por juramento que será su fuerza, así que usted puede ir a Él y salir renovado.