Imagenes
domingo, 5 de marzo de 2023
sábado, 4 de marzo de 2023
martes, 31 de enero de 2023
Cómo reaccionamos a la persecución
1 Pedro 3.13-18
La persecución ha sido una experiencia común en el cristianismo desde que los apóstoles proclamaron por primera vez el mensaje de salvación. Incluso en lugares que han sido bendecidos con un largo período de paz y prosperidad, no hay garantía de cuánto tiempo durará. Y aunque es posible que algunos de nosotros nunca experimentemos persecución severa, como prisiones o muerte por nuestras creencias, probablemente todos hemos sentido el aguijón del rechazo o el ridículo. Cualquiera que sea la forma que pueda tomar el acoso, todos debemos estar preparados para sufrir por Cristo.
Pedro escribió a un grupo de creyentes que eran tratados duramente por su fe. Su objetivo era ofrecer aliento y un recordatorio para seguir el ejemplo de Cristo, quien sin haber pecado sufrió en nuestro lugar para llevarnos a Dios. Y aunque la multitud junto a la cruz se burlaba de Él, el Señor nunca respondió con palabras hirientes (1 P 2.21-23).
Sin esta perspectiva, podremos sentir autocompasión o resentimiento cuando seamos maltratados. Pero Pedro nos recuerda que somos bendecidos cuando sufrimos por causa de la justicia. No solo recibiremos una recompensa en el cielo (Mt 5.11-12), sino que podemos también tener la oportunidad de ser testigos de Cristo, con dulzura y reverencia.
La reacción sabia a la persecución fluye de una comprensión correcta del plan de Dios. El sufrimiento injusto es, a veces, parte de su voluntad para nosotros, como lo fue para Cristo.
Pero podemos confiar en nuestro Padre celestial, sabiendo que Él puede obrar en cada situación para nuestro bien y para su gloria.
lunes, 30 de enero de 2023
Una fe inquebrantable
Daniel 1.1-20
Daniel tenía una fe inquebrantable. Su confianza en el Señor lo sostuvo cuando fue sacado de su patria, hecho cautivo y enviado a un país extranjero. Esa fe lo fortaleció cuando sirvió a cuatro reyes diferentes y enfrentó muchos problemas.
Conocer a Dios y confiar en Él son los dos elementos clave de la fe profunda. Daniel, que era miembro de la nobleza israelita, conoció al Señor desde temprana edad. Mientras estuvo cautivo, sus palabras y sus acciones demostraban que conocía las Sagradas Escrituras y que quería obedecer a Dios. Cuando le sirvieron una comida que había sido sacrificada a los ídolos, se arriesgó mucho al pedir que le dieran otro alimento. Dios hizo que se ganara la buena voluntad del oficial (Dn 1.5-9). Como Daniel, nosotros también debemos invertir nuestra vida aprendiendo y haciendo lo que agrada a nuestro Padre celestial (Col 1.10).
Pero este joven no solo sabía lo que decían las Sagradas Escrituras; confiaba, también, en que Dios haría lo que había prometido. Cada vez que Daniel tomaba una postura piadosa, estaba demostrando su confianza en el Padre celestial. Y también sus amigos, Sadrac, Mesac y Abed-nego, tenían una fe firme. No sabían con certeza si el Señor los libraría del horno de fuego, pero confiaron en que Él haría lo correcto (Dn 3.16-18).
Entre las barreras para tener una fe inquebrantable están el orgullo (“no reconoceré que necesito la ayuda de Dios”), la arrogancia (“sé cómo hacerlo; no tengo que preguntarle a Dios”) y la autosuficiencia (“puedo hacerlo sin su ayuda”). ¿Cuáles de estas barreras le están impidiendo ser una persona de fe inquebrantable? Confiéselas sinceramente, y vuélvase al Señor.
Del vacío a una vida de plenitud
Del vacío a una vida de plenitud
Juan 4.3-18
Como vimos ayer, muchísimas personas tienen una vida vacía, que es contraria al plan de Dios.
El relato sobre la mujer samaritana en Juan 4 enseña cosas importantes en cuanto a una vida plena.
Para el Señor es importante que llenemos nuestro vacío. Los judíos no pasaban por Samaria por el gran odio que tenían a sus habitantes. Pero Jesús, siendo judío, decidió pasar por allí porque sabía que una mujer samaritana que sufría estaba lista para escuchar acerca del amor de Dios.
Los intentos que hacemos para lograr la felicidad muchas veces nos dejan sin esperanza. La mujer del pozo había estado casada cinco veces, pero todos sus matrimonios habían fracasado. Sea que sus problemas fueran o no por su culpa, no tenía el amor que había buscado.
El Señor conoce nuestro dolor. Cuando la mujer reconoció que en esos momentos no tenía un esposo, Jesús le reveló que Él ya sabía que no estaba casada con el hombre con el que vivía. Al demostrarle que conocía su infelicidad y su anhelo de llenura, el Señor la ayudó a reconocer su necesidad de un Salvador.
Jesús puede satisfacer nuestros anhelos. Después que la samaritana entendió qué le estaba faltando, Jesús le dijo cómo tener una vida de plenitud: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (Juan 4.13-14).
¿Se ha sentido usted alguna vez como la mujer samaritana, disconforme con la vida, y con sed de amor y de gozo? Entregue su vida a Dios y permita que su amor fluya a través de usted. Solo así tendrá vida abundante.
miércoles, 25 de enero de 2023
El vacío interior
El vacío interior
Salmo 16.11
En público, la mayoría de las personas parecen felices y confiadas. Pero, en el fondo, muchas se sienten vacías. En realidad, se puede estar en medio de una gran multitud y sentirse solo.
Muchos no le ven ningún significado o propósito a la vida. Y tratando de vencer el vacío, algunas personas trabajan y trabajan, otras se vuelven a las drogas o el alcohol, y otras se empeñan en tener más dinero, poder o sexo.
Hay una razón que explica la sensación de vacío en la vida: Dios creó al hombre con un anhelo que solo Él puede satisfacer. La persona no puede sentirse satisfecha hasta experimentar el amor transformador e incondicional del Señor. Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10.10). Es decir, Dios desea que nos sintamos completos; lo cual solo se logra por medio de una relación con Él.
No obstante, una persona salva puede sentirse vacía. A veces es el resultado de la desobediencia; un ligero desvío en nuestro caminar con el Señor puede convertirse después en un estilo de vida. También es posible que un cristiano viva conforme a la Palabra de Dios, pero no haya rendido totalmente sus deseos a Dios. Por ejemplo, muchos cristianos tratan de llenar su vacío con riquezas, éxitos o relaciones. Pero cuando a esos deseos se les da mayor prioridad que al Señor, se convierten en una forma de idolatría.
Solamente cuando buscamos a Dios por encima de todo lo demás, podemos vivir en plenitud.
Ore pidiendo que Él le dé su dirección para escudriñar su corazón. Confiésele cualquier pecado o idolatría, y pídale que llene su vida como solo Él puede hacerlo.
martes, 24 de enero de 2023
Cómo reaccionamos ante las tormentas
Cómo reaccionamos ante las tormentas
2 Crónicas 20.12
Si usted ha experimentado una tormenta con otras personas, sabe que no todo el mundo reacciona de la misma manera.
Imagínese una fiesta en el patio de una casa donde todos los invitados se están divirtiendo, pero después el viento comienza a soplar con fuerza. La temperatura baja, el cielo se oscurece y el olor a lluvia se siente en el aire. Todo el mundo corre para meterse a la casa. Y justo cuando la última persona entra, los cielos se desatan. En el interior de la casa, la gente se apiña formando grupos.
Un grupo está junto a la ventana, dando gritos de asombro y admiración por los truenos y los relámpagos. En un sofá, otros se abrazan o se cubren los oídos; en otro grupo, algunos saltan y se estremecen con cada trueno. Pero en otro grupo están conversando y parecen completamente ajenos al clima.
¿No es esta una imagen de las diferentes maneras de reaccionar ante las tormentas de la vida?
Cuando se trata de las perturbaciones que enfrentamos, nuestras reacciones pueden tener un impacto significativo más adelante. Algunas personas lo hacen de buena manera y salen fortalecidas, mientras que otras quedan destrozadas por el problema.
Lo que explica la diferencia en cuanto a nuestra reacción es la visión que tenemos de Dios. Si lo vemos como nuestro amoroso Padre celestial, entenderemos que Él tiene el mejor plan para nuestra vida, aunque el camino sea a través de aguas turbulentas. Pero si consideramos a Dios un obstáculo para los objetivos que nos hemos fijado, perderemos sus bendiciones.
Las tormentas son inevitables en la vida. Cuando nos llegue una, lo más sabio que podemos hacer es clamar al Señor.
Cómo demostrar amor ágape
Cómo demostrar amor ágape
1 Corintios 13
El amor divino nos capacita para reaccionar con calma ante las dificultades, demostrar paciencia y sacrificarnos sin quejarnos. Demostramos el amor de Dios cuando podemos:
Perdonar a los demás. En Lucas 15.13-14, el hijo pródigo desperdició su dinero viviendo de manera desenfrenada, lo que hizo que descubriera la naturaleza destructiva del pecado. Cuando regresó, su padre lo perdonó por completo. El amor hizo posible borrar el pasado (Sal 103.12).
Actuar con generosidad. El hijo, que había estado alimentando cerdos, llegó a la casa del padre con pocas esperanzas. El padre lo recibió con calidez y lo vistió con las mejores ropas. El amor divino, que no guarda registro de errores, le permitió al padre demostrar gracia al hijo.
Servir con alegría. ¡Qué celebración hizo el padre por el regreso del hijo pródigo! Su alegría por el regreso a casa de su hijo perdido se desbordó a otros. El amor se expresa con el servicio jubiloso a los demás.
Restaurar a quienes caen. El que había abandonado a su padre y despilfarrado su herencia, recibió de nuevo todos sus derechos como hijo.
Cuando nos complicamos la vida, nuestro Padre celestial espera con paciencia que volvamos a Él. Dios acepta nuestro arrepentimiento, se regocija por nuestro regreso y restablece nuestra relación con Él. El hermano mayor de esta parábola no entendió la situación por su actitud legalista (1 Jn 1.8).
No reconoció sus errores, ni las muchas veces que su padre le había mostrado amor y perdón.
Dios nos llama a tener un estilo de vida de amor ágape. ¿A quién pudiera ofrecer el amor que perdona, restaura y sirve con generosidad y alegría?
El poder del amor
El poder del amor
Lucas 15.11-32
En el tiempo de Jesús, se utilizaban tres palabras griegas para expresar “amor”:
eros (intimidad física),
filia (amistad) y
ágape (el fruto producido por el Espíritu Santo, como aparece en Gálatas 5.22-23).
Nuestro Padre celestial cuida de nosotros con amor ágape, y para llevarnos a una relación correcta con Él, sacrificó a su Hijo (1 Jn 4.10).
La parábola del hijo pródigo nos da un buen ejemplo de este tipo de amor. El ágape es evidente en nuestra vida cuando:
Reaccionamos serenamente ante las dificultades. Frente a la prematura exigencia del hijo de su parte de la herencia, el padre no respondió con palabras de enojo.
Aunque debió haber sufrido, calló y no tomó represalias. Con serenidad podía pensar más claramente y optó por amar a su hijo (1 Co 13.4, 5).
Renunciamos sin quejarnos. Aunque sabía que su hijo estaba tomando un rumbo desastroso, el padre satisfizo la petición. Al hacerlo, optó por el camino del amor, dirigiendo sus esfuerzos a la preservación de su relación.
Esperamos con paciencia. Por el profundo amor que sentía por su hijo, permitió que éste se marchara y se mantuviera alejado. ¡Qué dolor debió haber sentido el padre! Sin embargo, se mantuvo esperanzado, y esperó que el joven reconociera que el pecado no da buenos resultados.
Esta paciente respuesta es posible solo por medio del amor ágape (1 Co 13.4).
La obra del Espíritu Santo en nuestra vida nos capacita para demostrar entrega abnegada en favor del bien de otra persona. De esa manera, nos convertimos en personas que reaccionan con calma, paciencia y sin quejarse. ¿Qué clase de impresión da usted a los demás? ¿Humana o divina?