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martes, 14 de diciembre de 2010
EL ALPINISTA
Juan, es un joven de 25 años, era alpinista profesional. Los peligros y la conquista de las alturas eran su gran desafió y su meta era conquistarlas cimas mas altas. Desde muy pequeño tenia un gran sueño, llegar a la cima del Monte Everest. Este sueño lo llevo a prepararse durante muchos años y cuando creyó saberlo todo y se sintió preparado para la gloria, decidió lanzarse a la aventura.
Hasta aquí todo estaba bien, solo había un gran problema, este tipos de desafíos deben realizarse en grupos por lo menos de cuatro personas, especialmente la escalada del Monte Everest, que es de las mas difíciles del mundo.
Pero Juan era un tipo muy orgulloso y quería toda la gloria solo para el, así que decidió escalar sin ningún tipo de compania y así cumplir su deseo de figurar en el libro de record.
Una mañana muy fría, cuando todavía no había salid el sol, con pasos muy firmes como un verdadero profesional, comenzó el ascenso. Todo transcurría muy normal y Juan ya se imaginaba sus fotos en las primeras planas de los diarios de todo el mundo.
Pero, al atardecer, se dio cuenta de una gran detalle que no había tenido en cuenta, esa noche no habría luna y la oscuridad comenzaba a invadir la montaña, cuando todavía no había llegado al lugar de descanso, donde tenia que pasar la noche. A pesar de las circunstancias trato de mantener la calma. Todo se hacia muy difícil hasta que, de pronto, una piedra cedió bajo sus pies provocándole una caída de cientos de metros.
Cuando parecía que su muerte era inminente, sintió un fuerte tirón en su cintura y se quedo colgado de la cuerda que lo sostenía. La noche era muy oscura, no se podía ver nada, y para peor había comenzado a nevar.
Juan estaba asustado y grito varias veces pidiendo auxilio, pero solo escuchaba su propia voz, a causa del eco de la montaña. Cuando todo parecía perdido, se encomendó a Dios y grito con todas sus fuerzas:
¡ Señor … sálvame … Señor … sácame de aquí … !
Desde el cielo se escucho una voz como un trueno, que le decía:
-Bien hijo, accederé a tus ruegos, saca tu cuchillo, corta la cuerda y estarás salvo.
Juan, escucho con atención lo que Dios le había dicho, pero dudo y en lugar de cortar la soga, se aferro a ella durante el resto de la noche.
Por la mañana, los miembros del grupo de rescate encontraron el cuerpo de un hombre congelado, colgado y aferrado a una soga… a solo cincuenta centímetros del suelo.
Uno de ellos comento: “ Si tan solo hubiera cortado la cuerda”.
Jesús dice: “ yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida ”
“ No andes en tinieblas, la luz de Cristo puede alumbrar tu camino, confía en El y corta tu cuerda cuando te lo pida, El siempre estará a tu lado para sostenerte ”
Gentileza de la familia Duarte, Gracias Yessi, Caro y Miriam, Dios las Bendiga!!
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