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viernes, 11 de febrero de 2011

TESOROS DE DAVID "SALMO 6" Charles Spurgeon


Este salmo es llamado comúnmente el primero de los «Salmos penitenciales», y ciertamente su lenguaje corresponde a los labios de un penitente, porque expresa a la vez la pena (vers. 3, 6, 7),la humillación (vers. 2, 4) y el aborrecimiento del pecado (vers. 8), que son las marcas infalibles del espíritu contrito que se vuelve a Dios.
Vers. 1. Jehová, no me reprendas en tu enojo. El Salmista se da cuenta de que merece ser reprendido, y no pide que la reprensión sea suprimida totalmente, porque podría perder una bendición escondida, sino: «Señor, no me reprendas en tu enojo.» Si Tú me recuerdas mi pecado, está bien; pero, ¡oh!, no me lo recuerdes cuando estés enojado contra mi, para que el corazón de tu siervo no desmaye. Así dice Jeremías: «Oh Señor, corrígeme, pero con moderación; no en tu ira, para que no me destruyas.» C. H. S.
Vers. 2. Ten misericordia de mí, oh Jehová. Para huir y escapar de la ira de Dios, David no ve ningún medio en el cielo ni en la tierra, y por tanto se acerca a Dios, aunque le haya herido, para que pueda sanarlo. Huye, no como Adán a la espesura, ni como Saúl a la hechicera, ni como Jonás a Tarsis; sino que apela a un Dios misericordioso en defensa de uno enojado y justo, o sea que va de El a El mismo, la mujer que fue condenada por el rey Felipe va «del Felipe borracho al Felipe sobrio». Pero David va de una característica, la justicia, a otra, la misericordia. Archibald
Symson
Porque desfallezco. No arguyas tu bondad o tu grandeza, sino que has de apelar a tu pecado y tu pequeñez. Un sentido de pecado había abatido el orgullo del Salmista, había eliminado su jactanciosa fuerza, de modo que se hallaba débil incluso para obedecer la ley, débil a causa de la aflicción que sentía, demasiado débil, quizá, para echar mano de la promesa. «Desfallezco». El original puede traducirse como «Caigo sin fuerzas», como se marchita una planta con tizoncillo.C. H. S.
Al presentarte delante de Dios, el argumento más poderoso que puedes usar es tu necesidad, tu pobreza, lágrimas, miseria, impotencia y confesarías delante de El, lo cual te abrirá la puerta y te proveerá de todas las cosas que El tiene. El mendigo echado muestra sus llagas a la vista del mundo para moverles a, compasión. Así deploremos nuestras desgracias ante Dios, para que El, como el compasivo samaritano, a la vista de nuestras heridas, pueda ayudarnos a su tiempo debido. Archibald Symson
Oh Señor, sáname, porque mis huesos se estremecen. Su terror había aumentado tanto que sus mismos huesos se estremecían; no sólo sentía estremecimientos en la carne, sino en los huesos; las columnas del edificio humano estaban temblando. ¡Ah!, cuando el alma tiene el sentimiento de pecado, basta con él para que los huesos se estremezcan; basta para que se ericen los cabellos de su cabeza, y pueda ver las llamas del infierno debajo, un Dios enojado arriba y el peligro y la duda que le rodean. C. H. S.
El término huesos algunas veces se aplica literalmente al cuerpo humano de nuestro Señor, al cuerpo que colgó de la cruz. A veces también ha hecho referencia al cuerpo místico, la iglesia.
En algunos pasajes se aplica al alma y no al cuerpo, al hombre interior del cristiano individual.
Entonces implica la fortaleza del alma, el coraje animoso que la fe en Dios da al justo. Este es el sentido en el que se usa en el segundo versículo de este Salmo. Agustín, Ambrosio y Crisóstomo Vers. 3. Mi alma también está muy turbada. El alma está turbada, lo cual es el mismo centro de la turbación. C. H. S.
Los compañeros de yugo en el pecado son los compañeros de yugo en el dolor; el alma es castigada por dar los informes; el cuerpo, por la ejecución; tal como el que informa y el que ejecuta, la causa y el instrumento, el que azuza al pecado y el ejecutor del mismo son castigados. John Donne
Y Tú, Jehová, ¿hasta cuándo? Esta sentencia termina abruptamente, porque las palabras fallan y la pena ahoga el poco consuelo que había asomado.

La exclamación favorita de Calvino era «Domine usuequo»: ¿Señor, hasta cuándo?» Y éste debería ser el clamor de los santos que esperan la gloria milenial. ¿Por qué los carros del Señor tardan tanto en venir?; Señor, ¿hasta cuándo? C. H. S.
En esto hay tres cosas que hemos de observar; primero, que hay un tiempo designado que Dios ha medido para las cruces de todos sus hijos, antes de cuyo tiempo no serán librados, y que deben esperar con paciencia, no pensando en prescribir a Dios el tiempo para su liberación o limitar al Santo de Israel. Los israelitas permanecieron en Egipto hasta que completaron el número de cuatrocientos treinta años. José estuvo tres años y algo más en la cárcel, hasta que llegó el tiempo designado para su liberación. Los judíos permanecieron setenta años en Babilonia. Dios conoce el tiempo conveniente para nuestra humillación y nuestra exaltación.
Luego, vemos la impaciencia de nuestra naturaleza en nuestras desgracias; nuestra carne todavía se rebela contra el Espíritu, que con frecuencia se olvida de sí misma hasta el punto de entrar en argumentaciones y altercados con El, como leemos de Job, Jonás, etc., y aquí también de David.
En tercer lugar, aunque el Señor demora su venida para aliviar a sus santos, con todo, tiene su causa si queremos considerarla; porque cuando estábamos en el calor de nuestros pecados, muchas veces El clamaba por la boca de sus profetas y siervos: «Oh insensatos, ¿hasta cuándo seguiréis en vuestra locura?» Y nosotros no queríamos escuchar; y, por tanto, cuando estamos en el calor de nuestros dolores, pensando que cada día es un año hasta que somos librados, no es de extrañar si Dios no nos escucha; consideremos la forma justa en que Dios nos trata; que cuando
El nos llamaba, nosotros no queríamos escuchar, y ahora nosotros clamamos y El no nos
escucha. A. Symson
Vers. 4. Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma. Dijo un antiguo matemático que podía hacer mover el mundo si se le daba una palanca suficientemente grande y un punto para apoyarla. Así también, cuando una petición ha alcanzado a Dios, obra sobre Dios, mueve a Dios, prevalece para con Dios enteramente para todo. David, pues, teniendo este punto de apoyo que es Dios, se acerca más a Dios; pasa de la deprecación a la petición; no sólo que Dios no haga nada en contra de él sino que quiera hacer algo en favor suyo. John Donne
Sálvame por tu misericordia. Si apelamos a la justicia, ¿qué Podemos decir? Pero si apelamos a la misericordia podemos todavía clamar, a pesar de la inmensidad de nuestra culpa: «Sálvame, por tu misericordia.» C. H. S.
Observa que con frecuencia David invoca el nombre de Jehová, que el que se indica cuando se usa el nombre Señor en mayúsculas. En cuatro versículos lo usa cinco veces. ¿No es esto una prueba de que el glorioso nombre está lleno de consolación para el santo atribulado? C. H. S.
Vers. 5. Porque en la muerte no queda recuerdo de Ti; en el Seol,¿quién te alabará? Es por la gloria de Dios que es salvado el pecador. La misericordia honra a Dios. C. H. S.
Vers. 6. Me he consumido a fuerza de gemir. El pueblo de Dios puede gemir, pero no puede refunfuñar. C. H. S.
Puede parecer un cambio maravilloso en David, siendo un hombre de una mente tan grande, que se vea así abatido y deprimido. ¿No prevaleció contra Goliat, contra el león y el oso, con su fortaleza y magnanimidad? Pero ¡ahora está sollozando, suspirando, llorando como un niño!

Cuando los hombres y las bestias están frente a él, David es más que vencedor; pero cuando tiene que entendérselas con Dios, contra el cual ha pecado, queda reducido a menos que nada.
Todas las noches inundo de llanto mi lecho. Riego mi cama con mis lágrimas; o sea, inundo de lágrimas mi cama. Así como la mujer con el flujo de sangre que tocó el borde del vestido de Cristo no fue menos bien recibida por Cristo que Tomás, que puso sus dedos en la marca de los clavos, así Dios no mira la cantidad, sino la sinceridad de nuestro arrepentimiento.
Vers. 6, 7. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de mis angustiadores. La convicción de pecado a veces tiene tal efecto sobre el cuerpo que incluso los órganos externos tienen que sufrir. C. H. S.
Mis angustiadores o enemigos. Si un hombre no tiene la gracia consigo, Satanás no tiene mucho interés en él; pero si está lleno de gracia, como del amor de Dios, su temor y otras virtudes espirituales, puede tener la seguridad de que Satanás sabe que esto está en él, de modo que no dejará de intentar robárselas si puede. Archibald Symson
Vers. 8. Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad. El arrepentimiento es una cosa práctica. No basta lamentar la profanación del templo del corazón; hemos de azotar a los que compran y venden y derribar las mesas de los cambistas. Un pecador perdonado va a aborrecer los pecados que costaron al Salvador su sangre. C. H. S.
Que los miembros de la iglesia no tengan demasiada familiaridad con los pecadores
impenitentes. Sé que el hombre es una criatura sociable, pero esto no excusa a los santos a ser descuidados en la elección de sus compañías. Lewis Stuckley
Los malvados son llamados «hacedores de iniquidad» porque están dispuestos a pecar. Tienen una fuerte inclinación en el espíritu para hacer lo malo, y lo hacen a conciencia, no a medias; no un poco aquí y un poco allá (como es posible que lo haga el hombre bueno), sino que lo engullen en grandes cantidades; están llenos de él y lo hacen plenamente; lo hacen en cantidad, y son «hacedores de iniquidad». Jos. Caryl
Porque Jehová ha oído la voz de mi llanto. ¿Habla el llanto? ¿En qué lenguaje expresa lo que dice? Pues en esta lengua universal que es conocida y entendida en toda la tierra, incluso en los cielos arriba. El llanto es la elocuencia de la pena. Aprendamos a pensar en las lágrimas como oraciones líquidas, y en el llanto como una intercesión constante e insistente que se abrirá paso directamente hasta el mismo corazón de la misericordia, a pesar de las dificultades y obstáculos que se interpongan en su camino. C. H. S.
No es tanto el ojo lleno de lágrimas que Dios respeta como el corazón contrito; con todo, no me atrevería a detener las lágrimas del que llora. Dios estuvo mirando las lágrimas de Ezequías (Isaías 38:5): «He visto tus lágrimas». Las lágrimas de David eran músicas a los oídos de Dios. T. Watson

El lloro tiene una voz, y como la música sobre el agua suena a mayor distancia y más
armoniosamente que sobre la tierra, así también las oraciones, unidas a las lágrimas, claman más alto a los oídos de Dios, y suenan más dulces que cuando están ausentes las lágrimas.
Spencer, Cosas nuevas y viejas Tal como Dios ve el agua de la fuente en las venas de la tierra antes de que burbujee sobre su faz, también ve Dios las lágrimas en el corazón del hombre antes de que asomen a sus ojos. John Donne
Bien decía Lutero: «La oración es la sanguijuela del alma que succiona el veneno y la hinchazón de la misma.» Bernardo dijo: «¡Con qué frecuencia la oración me ha hallado casi desesperado, pero me ha dejado triunfante y seguro del perdón!» C. H. S.
Vers. 9. Jehová ha escuchado mi ruego. Ha acogido mi oración. Aquí hay una periencia pasada usada para el aliento futuro. El ha escuchado, El escuchará. C. H. S.
Vers. 10. Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; retrocederán y serán avergonzados de repente. Los romanos acostumbraban a decir: «Los pies de los dioses vengadores van calzados de lana.» Con pasos sin ruido se acerca la venganza a su víctima y, de súbito y de modo abrumador, la destruye de un golpe. Si esto fuera una imprecación, hemos de recordar que el lenguaje de la antigua dispensación no es el de la nueva. Nosotros oramos por nuestros enemigos, no contra ellos. C. H. S.

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