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jueves, 3 de marzo de 2011

Cómo superar el desaliento


PASAJE CLAVE: 1 Samuel 30.1-6 | LECTURAS DE APOYO: 1 Samuel 29; 29.5; 29.6; 30.7-25 | Job 22.21
Salmo 42.12; 43.5; 103.19 | Proverbios 15.4 | Mateo 8.26 | Marcos 6.30-31 | Hebreos 13.5

INTRODUCCIÓN:
¿Nos sentimos desalentados?
Quizá un familiar esté enfermo, nos hayamos quedado sin trabajo o las últimas noticias sean deprimentes. En circunstancias como esas quizá preguntemos:“¿Dónde estás,Dios mío? ¿Por qué hasta este momento no has actuado?”
Ante los desafíos de la vida, el desaliento es la reacción más común. El mismo David, que logró grandes triunfos espirituales, tuvo algunas luchas
espirituales bastante severas. En el Salmo 42.11 escribió:“¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. Su reacción debe haber sido similar
después de lo sucedido en Siclag (1 S 30.1-2), ciudad donde estaba su hogar en aquellos días; pero obtuvo la victoria debido, en parte, porque pudo vencer el desaliento.Vale la pena, entonces,recordar que las decepciones son inevitables; el
desánimo es por elección nuestra, y que en todo momento contamos con el apoyo, la simpatía y el poder de nuestro Padre celestial.
DESARROLLO DEL SERMÓN:
El ejemplo de David
Mientras David y sus guerreros estaban ausentes, los amalecitas atacaron Siclag, le prendieron fuego y llevaron cautivos a sus mujeres, hijos e hijas.Al enterarse de todo eso, el pueblo quería apedrear a David, por lo que en medio de su dolor
por su propia familia,David tuvo que soportar la angustia de la traición y el temor de perder la vida.
¿Cómo reaccionó? “Se fortaleció en Jehová su Dios” (1 S 30.6). Es decir, cobró aliento buscando a Dios quien de inmediato le prometió la victoria si perseguía a los atacantes (v. 8).Y así sucedió.
Descripción del desaliento
¿Podemos comprender los sentimientos de David en esos momentos? ¡Por supuesto! El desaliento es universal; todos lo hemos experimentado; pero puede volver a surgir y debemos vencerlo de nuevo. Evitemos a los que consienten en ser negativos y en conmiserarse, pues el desaliento es contagioso; es impredecible, ya que no sabemos
cuándo atacará. Sin embargo, es temporal; pronto pasará si reaccionamos debidamente.
Con frecuencia muchos confunden el desaliento con la decepción, pero se trata de dos cosas distintas. La decepción es inevitable: si nuestras expectativas no se cumplen, nos decepcionamos de personas, eventos y circunstancias. En cambio, el desaliento, la sensación de desesperación y desánimo, es por decisión propia: podemos
decidir sentirnos mal o proponernos confrontar nuestros sentimientos y superarlos.
Consecuencias del desaliento
Divide nuestra atención. Si estamos desalentados no podremos actuar de todo
corazón. Por ejemplo, si nuestro matrimonio no marcha bien, o si estamos en problemas
por dinero, no podremos desempeñar nuestras labores debidamente ni cumplir con otras
obligaciones.
Pérdida de confianza. Esta es devastadora.Nos sentimos inseguros pues el desaliento afecta todo lo demás en nuestra vida cotidiana y comenzamos a buscar culpables y a contrariarnos si las cosas no nos salen como deseamos.
Espíritu negativo.Al quejarnos optamos por desanimarnos (Pr 15.4) y meternos en líos por lo que volvemos a resucitar el pasado, lo que puede llevarnos a la depresión. ¡Cuidado! porque esa es una excusa aunque sepamos que no seremos
felices ni tendremos paz.
Decisiones insensatas. El desaliento altera nuestra capacidad para emitir juicios que resultan muy costosos. Primero examinemos nuestros sentimientos para tomar decisiones agradables a Dios.
Nos aleja del Señor. Si nos dejamos llevar por nuestras conclusiones, Satanás nos hará dudar de las promesas de Dios y logrará alejarnos de nuestra relación con Él. Esto será funesto, pero ¡hay remedio!
El consejo de Elifaz a Job es contundente: “Vuelve ahora en amistad con Él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien” (Job 22.21).
El remedio contra el desaliento
Abarca dos aspectos fundamentales:
Tener el punto de vista correcto.Aquí debemos incluir:Primero, examinarnos y preguntarnos, sin culpar a nadie más: ¿Por qué estoy desalentado?
Segundo, fijar nuestra atención en Dios. Él es todopoderoso,me ama y quiere sacarme de esta situación. Tercero, recordar la fidelidad de Dios en el pasado y no pensar demasiado en lo negativo sino en lo que Dios ha hecho por nosotros.
Cuarto, ver hacia adelante a lo que Dios nos ha llamado a hacer en el futuro.
Tener la reacción correcta. Esto demanda que tomemos en cuenta lo siguiente: Primero, descansar. En general el agotamiento físico y espiritual con frecuencia llevan al desaliento. El Señor lo sabe y nos repite la invitación que hizo a sus discípulos, diciéndoles:“Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco”
(Mr 6.31). ¡Aceptémosla con gozo!
Segundo, reorganizar nuestra vida. Evaluemos cómo estamos empleando nuestro tiempo, nuestras energías y otros recursos para saber si estamos haciendo lo correcto de manera correcta. Tercero, decidir confiar en que Dios ejerce el control de todo
(Sal 103.19), cambia la adversidad en algo bueno aunque nosotros dudemos (Mt 14.31) y está con nosotros en toda momento y circunstancia (Heb.13.5). Cuarto, resistir el desaliento. Pidamos a Dios que nos indique cómo debemos reaccionar ante cualquier tipo de dificultad que surja en nuestro camino.Nos sorprenderá comprobar lo que se puede lograr con una actitud positiva.
CONCLUSIÓN:
¿Está usted cansado de sentirse desalentado?
Aunque quizá no cambie su situación, sí puede experimentar paz y contentamiento. Convénzase de que las circunstancias no tienen que dictar sus emociones, pues tiene a su lado a quien,suceda lo que suceda, siempre está dispuesto a intervenir para ayudarle, fortalecerle y sostenerle.
¿Cómo puede llegar a conocer bien a Dios?
Abriendo la Biblia,meditando en los principios que en ella se encuentran y deleitándose al experimentar el verdadero alcance de su amor eterno y sublime. Permitamos que cada una de las promesas de nuestro Padre celestial lleguen a ser parte integrante de nuestra vida cotidiana, que cada una de ellas penetren en
nuestra mente y nuestro corazón y que con toda certidumbre de fe las acojamos con gozo.
Entonces el desaliento perderá fuerza y nosotros volveremos a ser siervos útiles y fructíferos.

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