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lunes, 16 de mayo de 2011

El Fin de lo Terrenal


Ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Apocalipsis 21:4.

Cierta vez un predicador del Evangelio conversó con un desconocido. Éste le dijo: –Usted habla de lo que cree, pero yo no creo lo que usted predica.
–¿Puedo saber qué es lo que usted cree?, repuso el predicador.
–Bien, creo que todo se acaba con la muerte, fue la respuesta.
–Yo también lo creo, dijo el creyente.
– ¿Qué, usted también cree que todo termina con la muerte?, exclamó su interlocutor. –Es cierto que la muerte pone fin a todo lo presente, prosiguió el predicador. Quita toda posibilidad de obrar mal, pone fin a todos nuestros deseos y vuelve superfluos todos nuestros proyectos. Todas las amistades se acaban, todo orgullo desaparece. La muerte pone fin a todo esto. Entonces todo el que no cree a Dios irá a la eterna perdición. En lo que me concierne, la muerte pone fin a todas mis preocupaciones y dificultades, a todos mis pesares, penas y lágrimas. Para mí todo esto termina con la muerte, y me iré de aquí para estar en la gloria de mi Señor, en donde me espera un infinito gozo, una eterna paz y felicidad. –No había considerado las cosas desde ese punto de vista, repuso el desconocido.

El resultado de esta conversación fue que más tarde el hombre halló la paz con Dios.

Sí, con la muerte todo lo terrenal termina. A los inconversos les espera el juicio; los hijos de Dios van con Cristo al paraíso, “teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Filipenses 1:23d). Su futuro es glorioso y está asegurado por la eternidad.

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