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lunes, 12 de noviembre de 2012

Tesoros de David, Salmos 45 de Charles Spungeon



Para un canto tan divino son asignados cantores especiales. El Rey Jesús merece ser alabado por los mejores coristas, no al azar o de modo descuidado, sino con la música más dulce y suave.

Tema: Algunos ven aquí a Salomón y la hija de Faraón solamente: son cortos de vista; otros ven a Salomón y a Cristo: ven doble, son bizcos; los ojos espirituales bien enfocados sólo ven a Cristo, o si Salomón está presente en algún punto, ha de ser como las sombras borrosas de los que pasan por delante del objetivo de la máquina fotográfica y apenas son visibles en el paisaje fotografiado. «El Rey», Dios, cuyo trono es para siempre, no es mero mortal, y su dominio perdurable no está limitado por el Líbano ni el río de Egipto.
Esto no es un canto epitalámico de unas bodas terrenales, sino el de la esposa celestial y su esposo elegido.

Vers. 1. Brota de mi corazón un bello canto. Es triste cuando el corazón está frío ante un buen tema, y peor cuando está ardiente ante un mal tema; pero es incomparable cuando el corazón arde y de él brota un bello canto. C. H. S.

Se dice de Orígenes, según Erasmo, que siempre era muy serio y férvido, pero en especial cuando hablaba de Cristo. De Johannes Mollias se dice que cuando hablaba de Jesucristo sus ojos se cubrían por los párpados porque se sentía lleno de un potente fervor del Espíritu Santo; y, como el Bautista, primero fue una lámpara ardiente, y luego incandescente. John Trapp

Vers. 2. Tú. Como si el Rey mismo hubiera aparecido súbitamente delante de él, el Salmista, arrobado de admiración por su persona, deja su prefacio y se dirige al Señor. Un corazón amante tiene el poder de captar su objeto. Los ojos de un corazón verdadero ven más que los ojos de la cabeza.

Además, Jesús se revela a sí mismo cuando nosotros derramamos nuestro afecto hacia El. Este suele ser el caso cuando nosotros estamos preparados: que Cristo se nos aparece. Si nuestro corazón es ardiente, es una indicación de que el sol está brillando, y cuando disfrutamos de su calor, pronto contemplaremos su luz.
Eres el más hermoso de los hijos de los hombres. En persona, pero especialmente en su mente y carácter, el Rey de los santos es incomparable en hermosura. La palabra hebrea es doble:
«hermoso, precioso eres Tú». Jesús es tan hermoso que las palabras han de doblarse, extenderse, sí, agotarse antes de poder describirle. C. H. S.

Así empieza a destacar su hermosura, en la que hay lo más delicioso de una persona; así ocurre en el alma cuando Dios ha dado a conocer al hombre su propia suciedad y fealdad por causa del pecado, y que sólo por Jesús es quitado el pecado; ¡oh, qué hermosura la de su faz a la primera vista de El! Richard Coore

Hermoso en su virilidad; si no lo hubiera sido, dice san Jerónimo, si no hubiera habido algo admirable en su faz y su presencia, alguna hermosura celestial, los apóstoles y todo el mundo (como confesaban los mismos fariseos) no le habrían seguido inmediatamente. Hermoso en su transfiguración, blanco como la luz o como la nieve, su faz deslumbrante como el sol (Mateo 17:2), hasta arrebatar la misma alma de Pedro que «no sabía lo que decía», y quería tener fijos los ojos en aquel rostro para siempre, y no descender ya más del monte.

Hermoso en su pasión. Sin fealdad en su desnudez; sus mismas heridas y marcas sangrantes de los azotes llevaron a Pilato a pronunciar: «He aquí el hombre». La dulzura de su rostro y su porte en medio de los escarnios y golpes. Mark Frank

¡Oh hermoso sol y luna hermosa; hermosas estrellas, hermosas flores, rosas y lirios; pero diez mil veces más hermoso Tú, Señor Jesús! Ay!, te he faltado al compararte de esta manera. ¡Oh sol túrbido y luna decrépita, pero hermoso Tú, Señor Jesús! Negras flores, lirios y rosas asquerosas, pero ¡oh hermoso, hermoso, siempre hermoso Señor Jesús! Cielos de plomo, pero ¡oh hermoso Cristo! Ángeles horribles, pero ¡oh sobremanera hermoso Señor Jesús! Samuel Rutherford

En Cristo podemos contemplar y hemos de confesar toda la hermosura y belleza de cielos y tierra; la hermosura del cielo es Dios, la hermosura de la tierra es el hombre; la hermosura del cielo y tierra juntamente es este Dios-Hombre. Bdward Hyde, D. D.

«Sólo tengo una pasión» observó el conde Zinzendorf en uno de sus discursos a la congregación de Herrnhut-, «y es El, sólo El».

La gracia se derramó en tus labios. Una palabra suya disolvió el corazón de Saulo de Tarso y le hizo un apóstol; otra palabra hizo levantar a Juan el Teólogo cuando desmayaba en la isla de Patmos. 
Con frecuencia, una frase de sus labios ha transformado nuestra propia medianoche en mañana, nuestro invierno en primavera. C. H. S.

Nunca fueron pronunciadas palabras de tanto amor y dulzura por hombre alguno como las suyas; nunca hubo un corazón tan amante y tierno como el corazón de Jesucristo: «Gracia se derramó en sus labios.» Ciertamente, nunca se pronunciaron palabras de tanto, amor, dulzura y ternura sobre la tierra como las últimas palabras que El pronunció un poco antes de sus sufrimientos, que se registran en los capítulos 13 al 17 de Juan. Lee todos los libros sobre amor y amistad que han sido escritos por los hijos de los hombres; todos se quedan cortos de estos acordes sublimes de amor expresados allí. John Row

Vers. 3. Tu espada. La Palabra de Dios es comparada a una espada, porque el apóstol nos informa que es viva, y poderosa, y más afilada que una espada de dos filos, que penetra y divide el alma y el espíritu, separa las coyunturas y el tuétano, y revela los pensamientos e intenciones del corazón.
Hemos de observar, sin embargo, que esta descripción de la Palabra de Dios es sólo aplicable cuando Cristo la ciñe y la emplea como su espada. ¿De qué sirve una espada, aunque sea la de Goliat, cuando se halla en su vaina o la empuña la mano de un niño débil? Armado con esta espada, el Capitán de nuestra salvación se abre paso hasta el pecador con suma facilidad y, por más que esté rodeado de rocas y montañas, desbarata fortalezas y baluartes de mentiras, y de un mandoble poderoso parte su corazón de diamante y le deja postrado y temblando a sus pies.

Siendo éstos los efectos de esta arma en la mano de Cristo, es del todo apropiado que el Salmista empiece requiriendo que se la ciña y no la deje inactiva en la vaina o impotente en las manos de ministros enclenques. Edward Payson

En tu gloria marcha, cabalga. Nunca podemos estimar en exceso a nuestro Cristo precioso. El cielo mismo apenas es bastante bueno para Él. Toda la pompa que ángeles y arcángeles, tronos, dominios, principados y poderes puedan poner a sus pies no es bastante para El. Sólo su propia gloria esencial es tal que responda plenamente al deseo de su pueblo, que no puede nunca ensalzarlo en exceso.

Vers. 5. Haciendo desmayar el corazón de los enemigos del Rey. Nuestro Capitán apunta a los corazones de los hombres y no a sus cabezas; sus disparos siempre dan en el blanco y penetran profundo en la parte vital de la naturaleza del hombre. Sea amor o venganza, Cristo nunca deja de ver el pecado, y cuando sus flechas dan en el blanco, duelen y no son olvidadas al poco, una herida que sólo El puede curar. Las flechas de la convicción de pecado de Jesús son agudas en la aljaba de su Palabra y agudas en el arco de sus ministros.

Conque caerán pueblos debajo de Ti. Nadie puede sostenerse contra el Hijo de Dios cuando el arco de su poder está en sus manos. Terrible será la hora en que su arco será entesado y rayos de fuego devorador serán lanzados contra sus adversarios; entonces los príncipes caerán y las  naciones perecerán.

Vers. 6. Tu trono es el trono de Dios; es eterno y para siempre. ¿De quién se puede decir esto sino del Señor? El Salmista no puede poner freno a su adoración. Sus ojos iluminados ven en el Esposo regio de la iglesia a Dios, a Dios para ser adorado, para reinar y reinando para siempre.

¡Bienaventurada visión! ¡Ciegos son los ojos que no pueden ver a Dios en Cristo Jesús!

Cetro de justicia es el cetro de tu reino. Él es un monarca legítimo en todas las cosas. Su régimen está fundado en el derecho, su ley es recta, su resultado es recto. Nuestro Rey no es un usurpador y un opresor. Incluso cuando quebranta a sus enemigos con una vara de hierro no hará injusticia al hombre; su venganza y su gracia son conforme a la justicia.
Por ello confiamos en Él sin sospecha; no puede errar; no hay aflicción que sea demasiado severa si Él la envía; no hay juicio demasiado estricto si El lo ordena. ¡Oh bienaventuradas manos de Jesús!, el poder reinante está seguro en ti. Todos los justos se gozan en el gobierno del Rey que reina en justicia. C. H. S.

Vers. 7. Has amado la justicia y aborrecido la maldad. Muchos aman la justicia, pero no están dispuestos a defenderla; este amor no es el amor de Cristo. Muchos aborrecen la iniquidad, no por ella en sí, sino por causa de sus consecuencias; este aborrecimiento no es el de Cristo.
Para ser como Cristo hemos de amar la justicia como Él la amó y aborrecer la maldad como El la aborreció. El amar y aborrecer como El amó y aborreció es ser perfecto como Él es perfecto. La perfección de este amor y aborrecimiento es perfección moral. George Harpur
Por tanto. No dice: «Por tanto El te ungió para que fueras Dios, o Rey, o Hijo, o Verbo»; porque El era ya antes y es para siempre, como se ha mostrado; sino «Como eres Dios y Rey, fuiste ungido, puesto que sólo Tú podías unir al hombre con el Espíritu Santo, Tú, la imagen del Padre, en el cual nosotros fuimos hechos al principio; porque tuyo es el Espíritu.» Atanasio 

Vers. 10. Oye, hija, y mira, y pon oído. Este es siempre el gran deber de la iglesia. La fe viene por el oír, y la confirmación por la consideración. Ningún precepto puede ser más digno de atención por aquellos que se honran siendo esposados a Cristo que el que sigue: Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre. La casa de nuestro nacimiento es la casa del pecado -fuimos formados en iniquidad-; la mente carnal está en enemistad contra Dios; hemos de salir de la casa de la naturaleza caída, porque está edificada en la ciudad de Destrucción. No es que los lazos naturales hayan de ser interrumpidos por la gracia, pero silos lazos de la naturaleza caída, los lazos de la afinidad carente de gracia. Tenemos tanto que olvidar como que aprender, y este olvidar es tan difícil que sólo el oír diligente y el considerar y el inclinar toda el alma a ello puede realizar la tarea; e incluso así seríamos demasiado débiles si no nos ayudara la gracia divina.
Con todo, ¿por qué hemos de recordar el Egipto del que hemos salido? ¿Son los puerros, los ajos y las cebollas algo que valga la pena si se recuerda la esclavitud de hierro, las tareas serviles y el trato infernal de Faraón? Nos desprendemos de la locura, por la sabiduría; de las burbujas, por los gozos eternos; del engaño, por la verdad; de la miseria, por la felicidad; de los ídolos, por el Dios vivo.
¡Oh!, si los cristianos tuvieran más en cuenta el precepto divino que se les recuerda aquí; pero, ¡ay!, abunda la mundanalidad; la iglesia está contaminada, la gloria del gran Rey está velada.
Sólo cuando toda la iglesia lleve una vida separada volverá a brillar el pleno esplendor y el poder del Cristianismo en el mundo. C. H. S.

«Tres "todos" de los que espero os separéis» dice Cristo: 

1. Todos vuestros deseos carnales, todo los caminos del viejo Adán, la casa de vuestro padre.
Después de la apostasía de Adán, Dios y el hombre siempre han tenido dos casas separadas.
Desde entonces la casa de nuestro padre es una casa ordinaria, rebajada, de pecado y de maldad.

2. Todas vuestras ventajas mundanas. «Si alguno viene en pos de mí, y no aborrece a su padre, y madre, y esposa, e hijos, y hermanos, y hermanas, incluso su propia vida, no puede ser mi discípulo» (Lucas 14:16). El que tenga todas estas cosas tiene que estar dispuesto a abandonarlas; están unidas de modo copulativo, no disyuntivo.

3. Todo el yo, la voluntad propia, la justicia propia, la autosuficiencia, la confianza en uno mismo y la ambición centrada en el yo. Lewis Stuckley
Si te hallas en la montaña, nada te atrae para que mires hacia Sodoma. Si estás en el arca, no vueles al mundo otra vez como hizo el cuervo. Si has puesto tus pies en dirección a Canaán, olvida las ollas de Egipto. Si estás en marcha contra Madián, no te agaches a las aguas del Harod (Jueces 7).
Si estás en el terrado, olvida lo que hay debajo (Marcos 13:15). Si tu mano está puesta sobre el arado, no mires hacia atrás (Lucas 9:62). Temistocles deseaba aprender, más bien, el arte del olvido que el del recuerdo. La filosofía es un arte del recuerdo; la divinidad incluye en ella un arte del olvido.
La primera lección que Sócrates enseñaba a sus discípulos era: «Recuerda», porque pensaba que el conocimiento no era otra cosa que recordar las cosas que la mente conocía antes de entrar en el cuerpo. Pero la primera lección con que Cristo enseña a sus alumnos es: «Olvida, olvida a tu propio pueblo»; «arrepentios» (Mateo 4:17); primero, «evitad el mal» (1ª Pedro 3:11). Thomas Adams

Vers. 11. Y se prendará el rey de tu hermosura. No se nos puede conceder ningún avivamiento grande y duradero en la religión hasta que los que profesamos amar a Jesús demostremos nuestro afecto saliendo del mundo impío, separándonos y no tocando nada inmundo. C. H. S
Esta es una promesa muy dulce. Porque el Espíritu Santo sabe que este monstruo -la superstición- se adhiere a nuestro corazón, a los que queremos ser puros y sin mancha delante de Dios. Así, bajo el romanismo, toda mi tentación era ésta. Acostumbraba decir: «Iría de buena gana al sacramento si fuera digno.»
Así buscamos, de modo natural, una pureza en nosotros; y examinamos toda nuestra vida y queremos hallar una pureza en nosotros para no tener necesidad de la gracia, sino que podamos ser proclamados justos en base a nuestros propios méritos... Nunca serás justo por ti mismo y por tus propias obras.
La suma de todo esto es: que nuestra hermosura no consiste en nuestras propias virtudes, ni aun en los dones que hemos recibido de Dios, por medio de los cuales nos revestimos de virtudes y hacemos todas las cosas que pertenecen a, la vida de la ley, sino en esto: que captamos a Cristo y creemos en El. Entonces es cuando somos verdaderamente hermosos; y es esta hermosura solamente que Cristo mira, no otra. Martín Lutero

Vers. 12. Las hijas de Tiro vendrán con presentes. El poder de las misiones extranjeras está en nuestro propio país; una iglesia santa será una iglesia poderosa. Ni habrá falta de tesoro en nuestros cofres cuando la gracia se halle en el corazón; los dones de un pueblo dispuesto capacitarán a los obreros de Dios para llevar adelante sus empresas sagradas sin detenerse. C.H.S.
Vers. 13. Entra. El arca fue calafateada con el mismo material por fuera que por dentro; éste es el hombre sincero: igual por dentro, que por fuera, todo igual.
Si, es mejor de lo que parece, como la hija del rey, cuyo exterior puede, a veces, ser sayal, pero es totalmente gloriosa por dentro, y sus vestidos de brocado de oro. O como el templo, por fuera sólo madera y piedra a la vista; por dentro, rico y hermoso, especialmente el sanctum sanctorum (donde había tendido el velo), todo él de oro. El mismo suelo, como el techo, cubierto de oro (1 Reyes 6:30). John Shefield

Vers. 15. Entre alborozo y regocijo avanzan. Los santos mismos se regocijarán indescriptiblemente cuando entren en el palacio del Rey para estar para siempre con el Señor (lª Tesalonicenses 4:17). Verdaderamente, habrá gozo por todas partes, excepto entre los demonios y los condenados, que crujirán de dientes por la envidia del eterno ascenso y gloria de los creyentes. John Flavel
Serán traídos. Lector, no dejes de observar la forma de la expresión: la iglesia es traída, no viene por su cuenta. No, ha de ser redargüida, convertida, convencida y dispuesta. Nadie puede ir a Cristo, a menos que el Padre, que ha enviado a Cristo, lo atraiga a sí (Juan 6:44). Robert Lawker

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