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lunes, 26 de agosto de 2013

Tesoros de David; Salmos 51, Charles Spungeon,



SALMO 51

Título: «Al músico principal.» Por tanto, no fue escrito para meditación privada solamente, sino para el servicio público de canto. Apropiado para la intimidad de la penitencia individual, este Salmo incomparable se adapta también para una asamblea de pobres en espíritu. «Un Salmo de David.» Es maravilloso, pero es un hecho que ha habido escritores que han negado la paternidad de David para este Salmo, si bien sus objeciones son frívolas; el Salmo es por completo de David. Sería más fácil imitar a Milton, Shakespeare o Tennyson que a David. Su estilo es
totalmente sui generis, y es tan distinguible como el diseño de Rafael o el  dolorido de Rubens.

No puede excusarse el gran pecado de David, pero hay que recordar que su caso presenta una serie de coincidencias especiales. Era un hombre de pasiones fuertes, y un monarca oriental con poder despótico; ningún otro rey de su tiempo habría sentido la menor compunción por un acto así, y por ello no estaba rodeado por las restricciones de la costumbre y la asociación que, cuando son infringidas, hacen la ofensa más escandalosa.

Él nunca insinúa ninguna forma de atenuante, ni mencionamos nosotros estos hechos con miras a excusar su pecado, que era detestable en el más alto grado; sino para advertencia a los demás, y que reflexionen que la licencia que se permiten ellos mismos en estos días puede tener consecuencias y culpa más grave que en el caso del Rey de Israel que cometió este yerro.

Cuando recordamos su pecado, insistamos principalmente en su penitencia y en la larga serie de castigos que siguieron y que hicieron del resto de su vida una historia tan luctuosa. C. H. S.

Este Salmo es la joya más preciosa de todo el Libro, y contiene instrucción tan importante y doctrina tan grande que la lengua de los ángeles no podría hacer justicia a su pleno desarrollo. Victorinus Strigelius

Este Salmo es titulado con frecuencia y apropiadamente «La Guía del Pecador». En algunas versiones es una ayuda para el pecador arrepentido. Atanasio recomienda a algunos cristianos, a quienes está escribiendo, que lo repitan cuando se despierten por la noche. Todas las iglesias evangélicas están familiarizadas con él. Lutero dice: «No hay otro Salmo que sea cantado u orado con mayor frecuencia en la iglesia.» Este es el primer Salmo en que tenemos la palabra Espíritu usada en su aplicación al Espíritu Santo. William S. Plumer

Éste es el más conmovedor de todos los Salmos, y estoy seguro que es uno de los que me son más aplicables. Parece haber sido la efusión de un alma dolorida por el sentimiento de una trasgresión seria y reciente. Dios mío, tanto si es reciente como si no lo es, hazme sentir la enormidad de mis múltiples ofensas y no recuerdes contra mí los pecados de mi juventud. Thomas Chalmers

Vers. 1. Ten piedad de mí, oh Dios. David apela al instante a la misericordia de Dios, antes incluso de mencionar su pecado. La vista de la misericordia es buena para los ojos que duelen del llanto penitencial. El perdón del pecado siempre ha de ser un acto de pura misericordia, y por tanto es a este atributo que ha de dirigirse el pecador despertado. C. H. S.

No me atrevo a decir mi Dios, porque esto sería presunción. Te he perdido a Ti por mi pecado, me he distanciado de Ti al seguir al enemigo, y por tanto no soy limpio. No me atrevo a acercarme a Ti, sino que me quedo a distancia y elevo mi voz con emoción y contrición de corazón, y clamo y digo: «Ten piedad de mí, oh Dios.» Del Comentario sobre los siete Salmos penitenciales, de fuentes antiguas, por el Rev. Forbes, obispo de Brechin Conforme a la multitud. Los hombres se quedan aterrorizados ante la multitud de sus pecados, pero aquí hay consuelo: nuestro Dios tiene multitud de misericordias. Si nuestros pecados fueran en número como los cabellos de nuestra cabeza, las misericordias de Dios son como las estrellas de los cielos; y como El es un Dios infinito, sus misericordias son infinitas; si, muchas más que nuestros pecados, como Él mismo está por encima de nosotros pobres pecadores. Archibald Symson

Vers. 2. Lávame afondo de mi maldad. El tinte es en sí indeleble, y yo, pecador, he permanecido sumergido en él largo tiempo, hasta que el carmesí ha quedado fijado; pero, Señor, lávame, lávame y lávame de nuevo, hasta que la última mancha haya desaparecido y no quede rastro en mí de mi contaminación. El hipócrita se contenta con que sean limpiados sus vestido; pero el verdadero penitente dama: «Lávame a mí.» Uno de los pecados es contra Betsabe, que
sirvió para mostrar al Salmista toda la montaña de su iniquidad, de la cual este hecho nefando era sólo una piedra desprendida. Su deseo es librarse de toda la masa de su inmundicia, que, aunque poco notada antes, ha pasado a ser un terror horrible y alucinante para su mente. C. H. S.

De donde aprendemos qué cosa tan vil, asquerosa y miserable es el pecado a la vista de Dios; tiñe el cuerpo del hombre, y tiñe su alma, y le hace más vil que la más vil de las criaturas; ningún sapo es más vil y repugnante a la vista del hombre que un pecador manchado y contaminado por el pecado a la vista de Dios, hasta que es limpiado y lavado en la sangre de Cristo. Samuel Smith

Y límpiame de mi pecado. Esta es una expresión más general, como si el Salmista dijera: «Señor, si no basta con lavarme, prueba otro medio; si el agua no sirve, prueba el fuego; no dejes nada sin probar, para que pueda ser purificado. Líbrame de mi pecado por el medio que sea, por todos los medios, sólo purifícame por completo, y no dejes culpa en mi alma.» No es por causa del
castigo que dama, sino por el pecado.

Muchos criminales están más alarmados ante la horca que en presencia del crimen que los lleva a ella. El ladrón se deleita en el pillaje, aunque teme la cárcel. No es así David; el pecado le trastorna por ser pecado; sus gritos más penetrantes son contra el mal de su trasgresión y no contra las penosas consecuencias de la misma. Cuando tratamos seriamente con nuestro pecado, Dios nos trata cuidadosamente a nosotros. Cuando aborrecemos lo que aborrece el Señor, Él
pronto va a poner fin al tormento y nos devolverá el gozo y la paz. C. H. S.

El pecado es repugnante: pensar en él, hablar de él, escuchar acerca de él, hacerlo; en una palabra, sólo hay en ello ruindad y vileza. Arcribald Symson

Vers. 3. Porque yo reconozco mis delitos. Parece decir: «Hago plena confesión de ellos.» No es esto lo que alego para obtener perdón, sino que es una evidencia clara de mi necesidad de misericordia, y soy por completo incapaz de buscarla en otra dirección.
Y mi pecado está siempre delante de mí. Mi pecado, en conjunto, nunca se aparta de mi mente; está oprimiendo mi espíritu sin tregua. Lo pongo ante Ti porque está siempre delante de mí; Señor, apártalo de Ti y de mí. Para una conciencia despierta, el dolor, a causa del pecado, no es pasajero y ocasional, sino intenso y permanente, y esto no es una señal de la ira divina, sino más bien un prefacio seguro del favor inminente. C. H. S

David confiesa y admite su pecado como propio. Aquí está nuestra riqueza: ¿qué es lo que podemos llamar nuestro sino el pecado? Nuestro alimento y vestido, las cosas necesarias para la vida, son algo prestado. Venimos al mundo, hambrientos y desnudos; pedimos prestadas estas cosas y no merecemos ninguna aquí. Nuestro pecado vino con nosotros, como confiesa después David. Tenemos derecho por herencia al pecado, recibiéndolo por la transmisión de nuestros
padres; tenemos derecho a poseerlo. Como Job: «Tú me haces poseer los pecados de mi juventud.» Samuel Page

Vers. 4. Contra Ti, contra Ti solo he pecado. Un pecado de debilidad puede admitir algo de excusa; un pecado de ignorancia puede encontrar excusa; pero un pecado de desafio no tiene defensa. Sir Richard Baker

Hay una pena de origen divino que lleva al hombre a la vida; y esta pena es obrada en el hombre por el Espíritu de Dios, y en el corazón del que es piadoso; que lamenta el pecado porque ha ofendido a Dios, que es tan tierno y dulce como Padre hacia él. Y aunque no hubiera cielo que perder ni infierno que obtener, con todo, está triste y apenado en el corazón, porque ha agraviado a Dios. John Welch

Y he hecho lo que es malo delante de tus ojos. El cometer una traición en el mismo tribunal del rey y delante de sus ojos es una verdadera insolencia; David sentía que su pecado había sido cometido en toda su repulsividad mientras Jehová le estaba mirando. Nadie excepto el hijo de Dios se preocupa del ojo de Dios, pero donde hay gracia en el alma está refleja la culpa espantosa ante el acto malo, cuando recordamos que Dios a quien ofendimos estaba presente cuando se cometía la trasgresión.

Vers. 5. Mira que en maldad he sido formado. David está anonadado por el descubrimiento de su pecado innato, e inmediatamente lo pone delante. Esto no es con la intención de justificarse, sino más bien de completar la confesión. Es como si dijera: «No sólo he pecado esta vez, sino que soy por mi propia naturaleza un pecador. La fuente de mi vida está contaminada ya en su comienzo. Las tendencias por mi nacimiento están desequilibradas: me inclino a las cosas prohibidas. La mía es una enfermedad constitucional, que hace mi misma persona detestable para tu ira.»

Y en pecado me concibió mi madre. Vuelve a los primeros instantes de su ser, no para culpar a su madre, sino para reconocer las raíces más profundas de su pecado. Negar el pecado original y la corrupción natural que nos enseña la Escritura es ponerse frente a frente de la misma. Sin duda, a los hombres que se revuelven contra esta doctrina es necesario que les enseñe el Espíritu Santo cuáles son los primeros principios de la fe. C. H. S.

Vers. 5, 6. Es un mirar de asombro, como hallándose delante del grande y santo Dios; y, por tanto, lo hace seguir de otro (en el original), dirigido a Dios: «Mira, Tú amas la verdad en lo íntimo.» Y es como si dijera en ambos: «¡Oh, hasta qué punto estoy abrumado cuando me miro, por un lado, a mí mismo y veo lo infinitamente corrupto que soy en la misma constitución de mi naturaleza, y, por otro, contemplo y considero qué Dios tan infinitamente santo eres Tú, en tu naturaleza y ser, y qué santidad es la que requieres! ¡Estoy del todo abrumado al darme cuenta de las dos cosas, y no puedo mirar más, ni aun a Ti, oh Santo Dios!» Thomas Goodwin

Vers. 6. Tú amas la verdad en lo íntimo. Dios exige realidad, sinceridad, verdadera santidad, fidelidad del corazón. No tiene interés en la pureza pretendida; mira la mente, el corazón, el alma. El Santo de Israel siempre ha estimado a los hombres en su naturaleza interior, y no en lo que profesan exteriormente; para El, lo interior es tan visible como lo exterior, y juzga
rectamente que el carácter esencial de una acción se halla en el motivo del que la ejecuta.

Vers. 7. Purifícame con hisopo. Dame la realidad simbolizada por las ceremonias legales. Este pasaje debe ser leído como la voz de la fe, así como una oración, y dice: «Límpiame con hisopo, y seré limpio.» Sucio como estoy, hay tal poder en la propiciación divina que mi pecado desaparecerá.
Y quedaré más blanco que la nieve. Nadie sino Tú puede emblanquecerme, pero Tú puedes en tu gracia rehacer la naturaleza y ponerla en su estado más puro. La nieve pronto recoge humo y polvo; se derrite y desaparece; Tú puedes darme una pureza permanente. La nieve es blanca por debajo, así como en la superficie; Tú puedes obrar con una pureza semejante en mí y hacerme tan limpio que sólo con una hipérbole -más blanco- se pueda expresar mi condición inmaculada.

Señor, ¡hazlo!; mi fe cree que lo harás, y sabe bien que puedes hacerlo.

Las Escrituras contienen pocos versículos en que se exprese una le tan plena como ésta.

Considerando la naturaleza del pecado y el profundo sentido que tiene el Salmista del mismo, es una fe gloriosa la que puede ver en la sangre un mérito más que suficiente para purificarla enteramente. C. H. S.

Pero, ¿cómo es posible esto? Todos los tintes de la tierra no pueden teñir el rojo y volverlo blanco; ¿cómo es posible, pues, que mis pecados, que son rojos como el carmesí, puedan ser hechos más blancos que la nieve? Realmente esta retrogradación no es obra del arte humano; tiene que ser obra de Aquel que hizo retroceder diez grados el sol en el reloj de Acaz; porque Dios tiene un salitre de gracia capaz no sólo de desvirtuar el rojo de los pecados carmesí, sino la
negrura de los pecados mortales y dejar el alma blanca y pura.
Pero la blancura como la que se manifiesta en la nieve no va a ser útil, porque, como en el caso de Guejazí, que «salió de delante de Elías leproso y blanco como la nieve», lo que necesitamos, según dice Da-vid, es ser hechos «más blancos que la nieve». Y esta blancura es la que se obra en nosotros por dentro al ser lavados por Dios, porque no hay nieve que sea tan blanca a los ojos de los hombres como la del alma limpiada de pecado a los ojos de Dios. Sir Richard Baker

Vers. 8. Hazme oír gozo y alegría. Así como el cristiano puede ser el hombre más apenado del mundo, así también no hay otro más gozoso que él, porque la causa de su gozo es la mayor. Y al ser su mi seria grande, su liberación es grande, y por ello su gozo es máximo. Archibald Symson
Y se recrearán los huesos que has abatido. David gemía no por meras heridas de la carne; sus potencias más firmes y tiernas estaban «quebrantadas, desmenuzadas»; su humanidad había sido dislocada, magullada. Con todo, si el que había triturado quería curar, cada herida pasaría a ser una boca para el canto; cada hueso, temblando antes en la agonía, una fuente de intenso deleite.

La figura es atrevida, y lo mismo el suplicante. Está pidiendo una gran cosa: busca gozo para un corazón pecaminoso, música para los huesos abatidos. ¡Una adoración asombrosa de ser enviada a cualquier parte excepto al trono de Dios! Más asombrosa allí aún, de no ser por la cruz en que Jehová Jesús llevó nuestros pecados en su cuerpo en el madero. C. H. S.

Vers. 9. Oculta tu rostro de mis pecados. Dice en el tercer versículo que su pecado está siempre dlelante de su vista, y ahora ruega que Dios lo quite de la vista de El. Este es un orden correcto.
Si tenemos nuestros pecados frente a nuestros ojos para considerarlos, Dios los echará tras su espalda para perdonarlos; pero silos recordamos y nos arrepentimos, El los olvidará y los perdonará. William Cowper
Borra todas mis maldades. Si Dios no esconde su rostro de nuestro pecado, tiene que esconderlo para siempre de nosotros; y si El no borra nuestros pecados, tiene que borrar nuestros nombres del libro de la vida.

Vers. 10. ¡Crea! ¿Qué? ¿De tal forma nos ha destruido el pecado que el Creador tiene que ser invocado de nuevo? ¡Qué ruina ha obrado el mal entre la Humanidad! Crea en mí. Yo, en mi fábrica externa, existo todavía; pero estoy vacío, desierto por dentro. Ven, pues, y que tu poder sea visto en una nueva creación dentro de mi yo caído. Tú hiciste a un hombre en el mundo al principio; Señor, haz un nuevo hombre en mi.
Un corazón limpio. En el versículo siete ha pedido ser limpiado; ahora busca un corazón apropiado a este estado de limpieza; pero no dice: «Limpia mi viejo corazón»; tiene demasiada experiencia en la inutilidad de la vieja naturaleza. Quiere el viejo hombre enterrado como algo muerto, y que una nueva creación ocupe su lugar. Nadie sino Dios puede crear, sea un nuevo corazón o una nueva tierra.

Vers. 11. No me eches de delante de Ti. No me eches como inútil; no me expulses, como a Caín, de tu presencia, de tu rostro y de tu favor. Permíteme estar sentado entre los que participan de tu amor, aunque sea atendiendo la puerta. Merezco que se me niegue para siempre la entrada en tus atrios; pero, oh buen Señor, permíteme este privilegio todavía, que es tan caro para mí como la vida.

Vers. 12. Devuélveme el gozo de tu salvación. Nadie sino Dios; puede volver este gozo; El puede hacerlo; nosotros podemos pedirle lo hará para su propia gloria y nuestro beneficio. Este gozo no viene al principio, pero sigue al perdón y la purificación; en este orden es seguro, en otro es vana presunción y delirio insano. C. H. S.
Es un gran consuelo para el hombre que ha perdido su recibo por una deuda pagada el recordar que la persona con quien trata es buena y justa, aunque él no pueda hallar de momento la prueba del pago. El Dios con quien tratas es un Dios de gracia; lo que has perdido, El puede restaurarlo (la evidencia de tu gracia, quiero decir). William Gurnall

¿Cómo puede restaurar Dios lo que no quitó? Porque, ¿puedo yo acusar a Dios de haberme quitado el gozo de su salvación? Oh Dios de gracia, no te acuso de habérmelo quitado, sino que yo lo he perdido. Sir Richard Baker

Renueva un espíritu recto dentro de mí. Me siento tentado a pensar que ahora soy un cristiano firme y que he vencido este deseo y el otro, siempre y cuando estoy en el hábito de la gracia opuesta, de modo que no hay temor; puedo aventurarme muy cerca de la tentación, más cerca que los demás.
Esto es una mentira de Satán. Podría lo mismo pensar que la pólvora, con el hábito, adquiere el poder de resistir el fuego, de modo que no la afectará la chispa. Cuando la pólvora está mojada resiste la chispa, pero cuando está seca, está a punto de explotar al primer contacto. En tanto que el Espíritu reside en mi corazón, me amortigua para el pecado; de modo que si legalmente tengo que pasar por la tentación, puedo contar que Dios me llevará al otro lado incólume. Pero cuando el Espíritu me deja, soy como la pólvora seca. ¡Oh, dame un sentimiento bien claro de esto! Robert Murray Mcheyne

Una madre amante escoge el lugar apropiado y el momento oportuno para permitir que su hijo se caiga; el niño está aprendiendo a andar y se excede en su confianza, por lo que si se pone en un lugar peligroso, poseído de toda su confianza, puede causarse grave daño al caer. Así que le permite que caiga en un lugar y una forma en que no pueda causarse mucho daño, un daño saludable, pero no peligroso. Ahora ha perdido su confianza y se agarra con más asiduidad al brazo fuerte de su madre, que le sostiene en todos sus pasos.

Así David, este niño del gran Dios, ha caído; es una caída grave, y sus huesos están fracturados, pero ha sido, con todo, una lección provechosa para él; ya no tiene confianza en sí mismo; su confianza no está ahora en el brazo de carne. «Renueva un espíritu recto dentro de mí» Thomas Alexander

Vers. 13. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos. Los cazadores furtivos redimidos son los mejores guardabosques. El haber sido perdonado le será útil, porque ha sido enseñado en la escuela de la experiencia, y su manera va a ser convincente, porque hablará con simpatía, como uno que siente lo que declara. La audiencia que el Salmista escogería es digna de ser notada: instruirá a los transgresores como él mismo; los demás pueden despreciarlos, pero «un compañero de fatigas crea un lazo de simpatía». Si es indigno de edificar a los santos, se arrastrará con los pecadores y les hablará humildemente del amor divino.

Vers. 14. Líbrame de la sangre derramada. Él había sido causa de la muerte de Urías el heteo, un súbdito suyo fiel y leal, y ahora confiesa el hecho. Además, su pecado de adulterio era una ofensa capital, y él admite que es digno de muerte. Los penitentes sinceros no procuran hacer frases elegantes para confesar sus pecados, sino que van al grano y llaman al pan, pan y al vino, vino, y se lo sacan del pecho. ¿Qué otro curso puede ser racional al tratar con el Omnisciente?

Oh Dios, Dios de mi salvación. No se había atrevido a llegar tan cerca antes. Hasta ahora había dicho sólo ¡oh Dios!, pero ahora exclama: «Oh Dios de mi salvación.» La fe aumenta con el ejercicio de la oración. Confiesa su pecado de modo más claro en este versículo que antes, y, con todo, trata con Dios con más confianza; el ir hacia arriba y al mismo tiempo hacia abajo es algo perfectamente compatible. Nadie sino el rey puede remitir la pena de muerte; por tanto, es un
gozo para la fe que Dios sea el Rey, y que El sea el autor y consumador de nuestra salvación.

Y mi lengua cantará tu justicia. Uno podría más bien haber esperado que dijera: «Y mi lengua cantará tu misericordia»; pero David puede ver el camino divino de la justificación, esta justicia de Dios de la que Pablo habló más tarde, por la cual los impíos son justificados, y promete cantar, sí, y cantar con gozo sobre los caminos de la misericordia justa.
Después de todo, es la justicia de la divina misericordia que es su maravilla suprema. Observa que David, en el último versículo, se ofrece para predicar, y ahora para cantar. No podemos nunca hacer demasiado para el Señor, a quien debemos más que nuestro todo. Si pudiéramos ser predicadores, porteros, cantores, cuidadores, todo en uno, todo ello no sería bastante para mostrar nuestra gratitud. Un gran pecador perdonado se vuelve un buen cantor. El pecado tiene una voz resonante, y así debe ser nuestro agradecimiento. No cantaremos nuestras propias alabanzas si somos salvados, sino que nuestro tema será el Señor nuestra justicia, en cuyos méritos somos justamente aceptados en justicia.

Vers. 15. Y publicará mi boca tu alabanza. Si Dios le abre la boca, es seguro que es para obtener su fruto. Según sea el guardián de la puerta es el carácter de lo que sale de los labios del hombre; cuando las que abren la puerta son la vanidad, la ira, la falsedad y las pasiones, salen de ella las peores maldades. C. H. S.

Si deseamos guardar la puerta de la casa de Dios, roguemos a Dios primero que seamos, buenos guardadores de la puerta de nuestra propia casa, para que El cierre nuestra boca contra palabras impropias y abra la puerta de nuestros labios «para que nuestra boca publique su alabanza». Esta era la oración de David, y debería ser tu práctica, para lo cual observa tres puntos especialmente:
¿Quién?: El Señor; ¿qué?: abre mis labios; ¿por qué?: para que mi boca publique tu alabanza. John Boys

David pide que sus labios sean abiertos; en otras palabras, que Dios le dé motivo de alabanza. El significado que solemos dar a la expresión es que Dios dirija su lengua por medio del Espíritu de modo que le haga apto para cantar sus alabanzas. Pero, aunque sea verdad que Dios ha de proveernos las palabras, y que si no lo hace no podemos por menos que quedar en silencio, David parece dar a entender que debe callar hasta que Dios le llame al ejercicio de la acción de
gracias al concedernos el perdón. Juan Calvino

Vers. 16, 17. ¿Es algo roto útil aún para algo? ¿Podemos beber en un vaso roto? ¿Podemos apoyarnos en un cayado roto? Aunque otras cosas puedan quedar peores por haber sido rotas, con todo, el corazón nunca está en mejores condiciones que cuando está quebrantado o partido, porque si no está partido no podemos ver lo que hay dentro; aunque Dios ama un corazón entero en su afecto, pese a ello, ama el corazón quebrantado en el sacrificio. Sir Richard Baker

Vers. 17. Sacrificio es para Dios un espíritu quebrantado. Cuando el corazón lamenta su pecado, Tú te complaces más que cuando los becerros sangran bajo el cuchillo. C. H. S.

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