El escudo de la fe
Leer | Efesios 6.14-17
El apóstol Pablo escribió acerca de la guerra espiritual para que podamos conocer a nuestro enemigo y saber cómo luchar contra él. Comparó la armadura y las armas que Dios nos ha dado, con el equipo de un soldado: un casco para proteger nuestra mente, una coraza para cubrir nuestro corazón, zapatos especiales para ayudarnos a mantenernos firmes, un cinturón de la verdad de Dios para mantener unidas todas las partes de la armadura, la poderosa espada del Espíritu, y el escudo protector de la fe.
Los soldados romanos tenían grandes escudos y cuando enfrentaban un ataque, permanecían de pie, hombro con hombro, teniendo a su lado otros escudos que podían tocar. Luego, cuando las flechas enemigas volaban hacia ellos, se arrodillaban al mismo tiempo levantando sus escudos por sobre sus cabezas, manteniendo siempre el contacto con los escudos que tenían a cada lado. Nada podía penetrar esa defensa.
Esta es una ilustración de cómo debemos luchar cuando Satanás lance dardos de fuego a nuestro camino. Estos dardos entran a nuestra vida en forma de tentaciones, dudas y ansiedades. Cuando mantenemos levantado nuestro escudo de la fe, el ataque falla. Sin embargo, si lo bajamos o dejamos de mantenernos unidos como el cuerpo de Cristo, las flechas penetrarán.
Nuestro Padre Celestial ha dado todo lo que necesitamos para vivir en un campo de batalla. Ha garantizado la victoria por medio de Jesucristo, ha destruido el poder del pecado sobre nosotros, y nos ha dado una armadura para que nos la pongamos. Nuestra parte es andar por fe, creyéndole a Dios en todo momento.
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