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sábado, 26 de agosto de 2017

Cuándo no escuchamos a Dios


Cuando no escuchamos a Dios
Leer | 2 Timoteo 4.1-4
En su segunda carta a Timoteo, Pablo le encarga la tarea de predicar la Palabra de Dios, y de amonestar y reprender con mucha paciencia (2 Ti 4:2). Es poco probable que un pastor pueda tener un trabajo más difícil que éste, ya que pocas personas responden bien a la corrección. Lo que usted hace cuando es criticado es un buen indicador de la madurez de su fe. La Biblia nos dice que “el que tiene en poco la disciplina se desprecia a sí mismo”, mientras que “el que escucha las reprensiones adquiere entendimiento” y “morará entre los sabios” (Pr 15.31, 32 LBLA).
Cada vez que enfrentamos la crítica podemos aceptar la corrección y crecer, o rechazarla y comenzar a descender por la resbaladiza pendiente descrita en 2 Timoteo 4. En este pasaje, Pablo habla de la conducta de quienes se cansan de la corrección. Dice que rechazarán la sana doctrina y que, en vez de eso, buscaran maestros que les digan lo que quieran escuchar (v. 3). Esto significa que tratarán de buscar iglesias o maestros de religión que no pongan en práctica todas las amonestaciones de Dios y su Palabra. Entonces “apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (v. 4).
No podemos permitirnos “apartar nuestros oídos”, ni siquiera de críticos que sean inmaduros, ignorantes o mal intencionados. Recuerde que, si Dios habló por medio de la asna de Balaam (Nm 22.28), Él puede hablar por medio de cualquiera. Esté, entonces, atento para mantener los oídos abiertos a la voz de Dios, sin importar la forma en que ella pueda venir.

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