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lunes, 30 de octubre de 2017

El peligro de naufragar


El peligro de naufragar

El apóstol Pablo quería que su joven discípulo Timoteo entendiera los fundamentos de la fe. Por tanto, le escribió acerca de dos hombres que dejaron de hacerle caso a su conciencia. Su ejemplo nos enseña que si no entendemos realmente lo que es este regalo, corremos el riesgo de apartarnos de la fe.
Muchas personas piensan erróneamente que la conciencia es la voz de Dios, en vez de un regalo que nos ha sido dado por Él. Fuimos creados con un “monitor interior” que actúa como brújula moral para guiar nuestras decisiones. Pero la conciencia, como todo lo demás en nosotros, necesita ser redimida. Dependiendo de cómo haya sido programada, nuestra conciencia puede llevarnos en la dirección equivocada.
Pablo mismo es un ejemplo de esto. Su educación como fariseo le había enseñado que los cristianos eran una amenaza para Dios y la fe judía. Su conciencia había sido programada para ver el asesinato como un servicio a Dios. Por eso, buscaba ferozmente a los creyentes y los capturaba, sin que eso afectara su conciencia. Solo después que el Cristo resucitado se encontrara con él en el camino de Damasco, su conciencia fue transformada.
A menos que dejemos que el Señor nos redima por completo, nuestras decisiones pueden resultar tan destructivas como si ignoráramos intencionalmente hacer lo bueno. Si sometemos nuestra conciencia al Espíritu Santo, encontraremos un puerto seguro cuando las tormentas amenacen nuestra fe o nuestro futuro.

martes, 24 de octubre de 2017

Jesucristo: El regalo precioso


Jesucristo: El regalo precioso

Jesucristo es el regalo precioso de Dios para nosotros. Este regalo, enviado del cielo, fue dado voluntariamente a un gran costo, porque teníamos una necesidad crítica. Este regalo fue. . .
Universal y personal. Por medio del Señor Jesús, el Padre celestial ofrece la salvación a todo el mundo (Jn 3.16).
Protector. Cuando Jesús se convierte en nuestro Salvador personal, recibimos el perdón y somos libres de la condenación por nuestro pecado (Ro 8.1). Este regalo divino evita que tengamos que enfrentar la muerte eterna, lo que significaría la separación perpetua de Dios.
Eterno. Lo que el Señor Jesús nos da dura para siempre. Desde el día en que fuimos salvos, el Espíritu de Cristo habita en nosotros y permanece con nosotros. Como miembros de la familia de Dios, tenemos una herencia eterna en el cielo que no puede dañarse ni extinguirse (1 P 1.3-5).
Lleno de amor. Fue el amor incondicional lo que motivó al Padre a sacrificar a su Hijo por nosotros. Ninguno de nosotros merecía tal sacrificio, pues todos hemos pecado (Ro 3.10). A pesar de lo que somos, Dios puso su amor en nosotros, y lo demostró por medio de la vida y la muerte de su Hijo. Gracias a su amor, hemos sido rescatados de la esclavitud del pecado, y estamos siendo transformados en las personas que tuvo en mente al crearnos.
Si usted no ha aceptado el regalo de la salvación de Dios, hoy puede ser su día de nacimiento espiritual. Si ya pertenece a la familia de Dios, conoce el valor del regalo. Entonces, ¿quisiera hablar a otros de este presente maravilloso?

lunes, 23 de octubre de 2017

Jesucristo: El regalo perfecto


Jesucristo: El regalo perfecto
Leer | Mateo 7.11
Tratamos de hacer regalos que sean significativos, pero no siempre tenemos éxito. Pero el regalo de Dios —su Hijo Jesucristo— es siempre el regalo perfecto para todo el mundo. Este regalo fue:
Enviado del cielo. El Señor Jesús fue enviado al mundo para cumplir el plan de Dios (Jn 6.38). Cada aspecto de su vida fue parte del regalo que el Padre celestial tiene para nosotros.
Necesario. Dios nos dio a su Hijo para salvarnos. El pecado arruinó al género humano (Ro 3.23) y nos puso bajo la condenación divina (5.18). Puesto que no somos capaces de pagar el precio debidamente exigido por Dios por nuestro pecado, nuestra mayor necesidad ha sido siempre la de un Salvador que pudiera pagar nuestra deuda de pecado por nosotros (6.23). Solamente el Señor Jesús estuvo calificado para hacerlo, porque estaba libre de pecado. Se convirtió en nuestro Redentor al reconciliarnos con Dios (5.10).
Sacrificado. Dios envió a Jesús a morir en nuestro lugar para que pudiéramos llegar a ser parte de su familia. El Hijo sacrificó voluntariamente su vida para llevar a cabo el plan del Padre.
Perfecto. Jesús fue Dios en carne humana que caminó en medio de los hombres. Su carácter y su voluntad son impecables, y actúa de manera perfecta a favor nuestro (8.28, 29).
Precioso. Jesucristo tiene el poder de hacer por nosotros lo que no puede hacer ninguna cosa material u otra persona. En Él, llegamos a ser nuevas criaturas que pertenecemos a Dios (2 Co 5.17).
Dios envolvió en carne humana su regalo especial para que podamos conocerle e identificarnos con Él.

viernes, 20 de octubre de 2017

¿Era Jesucristo realmente Dios?


¿Era Jesucristo realmente Dios?
Leer | Juan 1.1-18
La divinidad de Jesucristo es uno de los temas más controvertidos que enfrenta todo ser humano. También es el más importante. Nuestra fe depende de esta pregunta.
Hay muchos que dicen que creen en Jesús y en Dios, pero no creen que Jesús sea verdaderamente Dios. Sin embargo, creen muchas cosas buenas sobre Él. Lo aceptan como un maestro. Se maravillan de Él como sanador. Lo reverencian como filósofo, revolucionario y reformador social. Pero no pueden (o no quieren, más bien) aceptarlo como Señor.
Quiero ser muy claro en este asunto. Usted puede creer todas estas cosas maravillosas en cuanto a Jesús. Puede alabarlo como un profeta enviado por Dios todopoderoso. Pero si no acepta que es uno con Dios —el Salvador que murió por los pecados de usted— entonces no le conoce en absoluto.
Ahora bien, usted puede haber escuchado a personas argumentar que el mismo Jesús en realidad nunca dijo ser Dios. Esto simplemente no es verdad. Una y otra vez en los evangelios, Jesús se pone a sí mismo en pie de igualdad con el Padre y el Espíritu Santo (Jn 10.30; 14.6-14). La verdad es que si Jesús no era verdaderamente el Hijo de Dios, entonces, como apuntó C. S. Lewis, era un loco o el mentiroso más detestable del mundo.
Si usted no sabe la respuesta a esta pregunta, no deje pasar otro minuto sin dar los pasos para conocer la respuesta. Tómese el tiempo para examinar los evangelios. Hable con su pastor o con amigos creyentes. Tome la decisión final y personal en cuanto a esta pregunta trascendental: “¿Era Jesucristo realmente Dios?”

miércoles, 18 de octubre de 2017

El conflicto


El conflicto

La batalla espiritual se mantiene todo el tiempo. Por eso es importante que los creyentes estén conscientes de ella para luchar contra el pecado de manera efectiva y vivir de una manera agradable a Dios. La lucha se da en tres esferas.
Primero, tenemos un enemigo interno. Desde la caída en el huerto del Edén, el corazón humano no busca por naturaleza a Dios. Pero el Espíritu Santo puede atraernos y dirigir nuestros pensamientos al Señor. Sin embargo, aun después de la salvación, tenemos la capacidad de pecar en este cuerpo. La Biblia menciona conductas “carnales” con las que luchamos a lo largo de la vida (Gá 5.19, 20).
Segundo, tenemos un enemigo externo: Las creencias, las actitudes y las filosofías impías que están alrededor de nosotros. Primera de Juan 2.15 advierte: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Como creyentes en Jesucristo, tenemos que ser sal y luz para el mundo que nos rodea, sin permitir que sus normas influencien nuestros pensamientos o nuestra conducta.
Tercero, hay un enemigo infernal, y su nombre es Satanás. Su deseo es desacreditar a Dios y lograr la victoria sobre el reino del Señor. Sabemos por las Sagradas Escrituras que esto no va a suceder, pero el conflicto arreciará hasta los últimos días mencionados en Apocalipsis.
Esté consciente de estos tres enemigos. Usted no dormiría en medio de una guerra encarnizada, y tampoco debe vivir sin percatarse de la batalla espiritual de todos los días. El pasaje de hoy da la información específica para mantenerse firme en Cristo: Ármese con la Palabra, y busque la protección y la guía de Dios.

martes, 17 de octubre de 2017

La orden de Dios para cada creyente


La orden de Dios para cada creyente

En el pasaje conocido como la Gran Comisión, el Señor Jesús menciona al discipulado, al bautismo y a la enseñanza. Todos estamos de acuerdo con que el discipulado y la enseñanza son esenciales para crecer en la fe; sin embargo, algunos cristianos relegan o ignoran la orden de ser bautizados. La voluntad de Dios es que cada persona que recibe la salvación ponga en práctica esta ordenanza bíblica dada por Jesucristo.
La Biblia contiene varios ejemplos de nuevos creyentes que se sometieron al bautismo por obediencia después de ser salvos. Pablo y Silas dijeron a su carcelero que recibiera a Cristo y que fuera bautizado (Hch 16.27-33). Asimismo, Felipe bautizó al eunuco etíope después de escuchar su confesión de fe (8.36-38).
Muchos creyentes hoy rehúsan a hacerlo porque no consideran al bautismo como un mandamiento, o porque no reconocen que no hacerlo es desobediencia. Este acto es importante porque es una confesión pública de fe en nuestro Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo). La disposición de humillarnos de esta manera honra a Dios como el Señor de nuestra vida. El bautismo por inmersión simboliza también el poder transformador de la salvación: Somos “sepultados” para demostrar que hemos muerto a los viejos hábitos; y somos levantados del agua para demostrar que ahora andamos en novedad de vida (Ro 6.4).
¿Ha obedecido usted el mandamiento del Señor de someterse al bautismo? Si no lo ha hecho, hable con su pastor y dispóngase a confesar públicamente su fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

sábado, 14 de octubre de 2017

La oración: Un privilegio extraordinario


La oración: Un privilegio extraordinario

Leer | 1 JUAN 5.14-15

Una pregunta resuena en el corazón de casi todos los cristianos en algún momento de su vida: Si Dios lo sabe todo acerca de mí, ¿por qué tengo que orar por mis necesidades? El Señor tiene razones específicas por las cuales no utilizar su omnipotencia para responder a ciertos deseos y sufrimientos nuestros, a menos que le hablemos de ellos.

Dios nos anima a orar para crear una relación estrecha entre Él y nosotros. El Señor está interesado en mucho más que la satisfacción de nuestras necesidades; también quiere convertirse en nuestra fuente de fortaleza en cada prueba. Sabemos que para que una amistad crezca se requiere invertir tiempo. Las oraciones rápidas de tres minutos, aunque son valiosas e importantes para mantener un continuo olor de “incienso fragante” delante de Dios, no son suficientes para mantener una conexión personal con nuestro Padre celestial.

Santiago 1.17 dice. “Toda buena dádiva...desciende de lo alto”. El Señor quiere que le reconozcamos como la fuente de todas nuestras bendiciones. Dirigir nuestras oraciones a Dios, y confiar en que serán respondidas de acuerdo con su voluntad y en su tiempo, fortalece nuestra conciencia de que sin Él, no podemos lograr nada. En la vida cristiana, nuestra dependencia de Dios crece en proporción directa a nuestra madurez espiritual. Ese concepto va en contra de nuestra naturaleza y cultura, que valoran la independencia por encima de todo lo demás.

Somos privilegiados de pertenecer a un Dios que desea tener una relación de Padre-hijo con nosotros. Él puede, desde luego, satisfacer nuestras necesidades sin una sola palabra de nuestra parte, pero entonces nunca conoceríamos la maravilla de pedir y recibir por amor.

viernes, 13 de octubre de 2017

Un modelo para la oración


Un modelo para la oración
Leer | Colosenses 1.10b-14
Sigamos utilizando la oración de Pablo por los colosenses como modelo. Ayer estudiamos sus primeras dos peticiones —que entendieran la voluntad de Dios, y que vivieran dignamente para Él. Ahora consideraremos las otras cuatro. Que:
• Llevaran fruto en toda buena obra (v. 10). El Señor desea que nuestras acciones lo glorifiquen. Parece ser que todos estamos muy ocupados, pero ¿tienen valor eterno lo que hacemos?
• Crecieran en el conocimiento de Dios (v. 10). Hay mucha información bíblica disponible en libros, predicaciones e Internet. Pero el apóstol no estaba sugiriendo que los creyentes conocieran hechos en cuanto a Cristo. Habla de un conocimiento espiritual, no intelectual.
• Fueran fortalecidos con el poder de Dios (v. 11). Somos débiles cuando nos apoyamos en nuestras propias fuerzas. A veces, es necesario que el Señor nos ponga de rodillas para que le entreguemos el control y confiemos en su poder. Mantener la confianza y el enfoque en medio de las dificultades requiere un poder más allá de nuestras fuerzas.
• Se mantuvieran agradecidos (v. 12). Cuando entendemos de dónde provienen todas las cosas buenas, podemos vivir con gratitud. El contentamiento y el gozo tienen su origen en un corazón agradecido, no en las circunstancias.
Por el trajín del mundo de hoy, la oración muchas veces es dejada fuera de nuestra agenda. Pero la comunión con el Señor es vital para tener una buena relación con Él. Recuerde que orar por nuestros seres queridos ante el trono de Dios es mucho más importante que otras tareas que parecen más apremiantes.

jueves, 12 de octubre de 2017

El modelo de oración poderosa


El modelo de oración poderosa
Leer | Colosenses 1.9, 10A
Orar de manera efectiva no es algo que sabemos hacer de manera natural; para la mayoría de los creyentes es algo que necesitamos aprender. De hecho, uno de los discípulos que caminó con el Señor Jesús le pidió ayuda en cuanto a este asunto (Lc 11.1).
A menudo escuchamos peticiones centradas en bendiciones, salud y protección. Y aunque está bien orar por cosas como esas, hay otra manera más poderosa, de orar: utilizando la Sagrada Escritura para hablar con el Padre celestial.
El apóstol Pablo es el autor del pasaje de hoy. Nos muestra las peticiones específicas que trajo al Señor en cuanto a la iglesia en Colosas. Ellas también se aplican a nosotros en la actualidad. Enfoquémonos en las dos primeras peticiones hoy, y en las cuatro restantes el fin de semana.
Pablo rogó a Dios que los cristianos de Colosas . . .
• Entendieran el plan de Dios para sus vidas. Aunque el Señor normalmente no revela todo de inmediato, dará a quienes le buscan suficiente información para que confíen en Él y obedezcan su dirección.
• Anduvieran de una manera digna de Cristo y agradable a Él. Pablo anhelaba ver que las vidas de los colosenses fueran personas con su verdadera identidad espiritual (Gá 5.22, 23).
Uno de los regalos más grandes que podemos dar es orar por una persona. Y no hay una manera más poderosa de hacerlo que con las palabras de la Sagrada Escritura. Colosenses 1.9-14 es un bello ejemplo de un pasaje de cómo orar por nuestros seres queridos y por nosotros mismos ante el trono de Dios.

Templo Cristiano Pasos de Fe

miércoles, 11 de octubre de 2017

¿Dónde estás?


¿Dónde estás?
Leer | Génesis 3.7-13
Después de desobedecer a Dios, Adán y Eva se encontraron en una situación terrible. Su primera reacción fue ocultar la verdad en vez de reconocer lo que habían hecho. Las hojas de higuera no pueden jamás ocultar la raíz del pecado (Gn 3.7); pero incluso hoy, tenemos la misma actitud. En lugar de reconocer y confesar el pecado, buscamos esconderlo.
La segunda respuesta de Adán y Eva fue evitar a Dios. Ellos sabían que habían desobedecido, pero en vez de venir al Señor para restablecer su relación, se escondieron de Él por temor (v. 8). ¿Alguna vez ha evitado orar o leer la Biblia por estar luchando con sentimientos de culpa?
Una tercera reacción fue tratar de evitar la responsabilidad personal, echando la culpa a otros (vv. 12, 13). No obstante, cada uno de nosotros es responsable ante Dios por sus acciones, independientemente de las circunstancias o de quién esté involucrado.
Pero, a pesar del pecado de Adán y Eva y de sus maneras escurridizas de manejarlo, el Señor los buscó (v. 9). Nuestro pecado nunca es demasiado grande como para mantener lejos a Dios; Él nos llama todavía y pregunta: “¿Dónde estás?” Él sabe lo que hemos hecho y por qué, pero nos hace esa pregunta para que nos demos cuenta de nuestra condición.
Nunca permita que la culpa o la vergüenza le mantengan alejado del Señor. Él busca a quienes han convertido sus vidas en un caos, y les habla por medio de su Palabra, de su Espíritu Santo y de su pueblo. El perdón y la reconciliación con Dios aguardan a todos los que estén dispuestos a escuchar, reconocer su pecado y arrepentirse.

martes, 10 de octubre de 2017

Dios perdona nuestro pecado


Dios perdona nuestro pecado

Leer | Efesios 1.3-8
La Biblia es un manual de instrucciones con la ruta a nuestro hogar eterno. Pero los viajeros deben leer y seguir las indicaciones. Algunas personas creen que irán al cielo por su moralidad, sus prácticas religiosas, o incluso por su creencia de que Dios existe. Sin embargo, nada de eso garantiza la salvación.
El único camino que lleva al hogar eterno del Señor es la fe en Jesucristo (Jn 14.6). Así que la Biblia nos da tres indicadores a lo largo de la ruta:

Indicador No. 1: Soy pecador. Todos hemos pecado (Is 53.6; Ro 3.23). Pero solamente alguien que esté bajo el poder de convicción de pecado del Espíritu Santo reconoce que el pecado es lo que le separa de Dios (Jn 9.31).

Indicador No. 2: Jesús es perfecto. El sacrificio perfecto de Cristo en la cruz es lo que atraviesa el abismo entre el Padre celestial y su creación. Nuestro Salvador pagó la deuda por el pecado pasado, presente y futuro.

Indicador No. 3: Necesito a Jesús. El momento decisivo en el viaje es el punto donde el viajero cree que Jesús es quien dijo ser. La fe tiene que estar acompañada por el arrepentimiento —dar la espalda a los antiguos pecados. El peregrino recibe una naturaleza nueva, y es acogido en la familia de Dios (2 Co 5.17; Jn 1.12).
¿Está usted en el camino para descubrir al Señor? He aquí un atisbo a lo que está delante de usted si persevera hasta el final: La redención (Ro 3.24), la vida eterna (Jn 3.15), y la grandiosa aventura de caminar con Jesucristo. Confíe en el Salvador, y dele gracias por su misericordia y por su gracia.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe

lunes, 9 de octubre de 2017

El riesgo de obedecer a Dios


El riesgo de obedecer a Dios
Leer | Lucas 5.1-11
Nadie podría haber sido más sorprendido por la orden del Maestro que Pedro. Después de trabajar arduamente toda la noche, ni él ni los otros pescadores tenían el fruto de sus esfuerzos. Estaban cansados y desanimados; la última cosa que querían hacer era lanzar otra vez las redes en otro intento inútil por atrapar unos pocos peces. ¿Qué podía estar pensando Jesús? ¿Qué propósito podía haber tenido al pedirles que salieran a pescar otra vez?
Poco tiempo después, cuando las abultadas redes eran arrastradas a la playa, estos hombres comenzaron a entender un principio eterno del que muchas personas no se han dado cuenta todavía: Dios nunca nos pedirá que hagamos algo, a menos que tenga un propósito específico y soberano para ello (Jer 29.11). La orden de Jesús debió haberles parecido innecesaria, por no decir disparatada. Después de todo, estos hombres eran expertos en la pesca; sin embargo, todavía les faltaba aprender que sin la intervención sobrenatural de Dios todopoderoso, nuestro esfuerzo es en vano.
Pedro y sus hombres nunca podrían haber imaginado qué clase de recompensa les esperaba por su obediencia. Lo que buscaban y deseaban más que nada era precisamente lo que Dios le dio: redes repletas de peces. La diferencia era que la segunda salida a pescar fue hecha a la manera de Dios y en el tiempo de Dios.
Por tanto, confíe en los planes de Dios para usted. Nunca conocerá la recompensa hasta que esté dispuesto a correr el riesgo —cuanto mayor es el riesgo, mayor es la recompensa.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe

sábado, 7 de octubre de 2017

Fe y obediencia


Fe y obediencia
Leer | 1 Reyes 18.1-15
Piense en la fe y la obediencia como compañeras de viaje que se dirigen al mismo destino, es decir, agradar y dar gloria al Señor. Usted no puede tener una sin la otra. Crecen simultáneamente al practicarse, pero se marchitarán si se descuidan.
Elías era un hombre con ambas cualidades. Le creía a Dios, y siempre respondía con obediencia. Cuando el Señor le dijo que se presentara ante el rey Acab, no dejó que el temor lo detuviera. Había aprendido que el Padre celestial era fiel y digno de confianza.
El temor pone trabas a la fe cuando comenzamos a dudar de que el plan de Dios sea realmente el mejor. Si permitimos que la preocupación gane terreno en nuestra mente, nos negaremos a hacer lo que diga el Señor. Al rechazar el camino de la fe y la obediencia estamos en realidad eligiendo la senda de la incredulidad y el pecado.
A Satanás le encanta que sintamos temor y desobedezcamos, para que así no recorramos el camino que Dios ha ideado para nosotros. No podemos creer que el Señor hará cosas grandes en un aspecto de nuestra vida si estamos permitiendo que haya pecado en otro. ¿Dónde ha flaqueado usted? ¿Le ha dado terreno al pecado? ¿Está negándose a obedecer algo que Dios dice en su Palabra?
La fe grande comienza con pasos pequeños. Si usted decide obedecer la Palabra de Dios, comenzará un ciclo cada vez mayor de fe y obediencia. No deje que el temor o el pecado le roben la gran aventura que el Señor ha planificado para su vida. ¿Quién puede elegir mejor el camino correcto —usted o Dios?
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe

viernes, 6 de octubre de 2017

Preparación para un mayor servicio


Preparación para un mayor servicio
Leer | 1 Reyes 17.1-24
En Lucas 17.5, los apóstoles le pidieron a Cristo que aumentara su fe. El Señor les dijo que si tenían fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrían hacer cosas grandes. Sin embargo, recordemos que Dios no aumenta nuestra fe de manera instantánea.
Elías, por ejemplo, estaba en un programa de desarrollo de la fe. El Señor probó su confianza y obediencia cuando, en el arroyo de Querit, el profeta tuvo que depender de Dios para su supervivencia. Luego, en Sarepta, confió en que el Señor proveería tanto para él como para una viuda, a la que después le serviría por medio de la resucitación de su hijo.
Cada acto de fe en Dios y cada paso de obediencia resultaban en más oportunidades para Elías de servir al Señor y a otros. Resucitar muertos pudo parecer lo más importante de su ministerio, sin embargo, después de esto venía la oportunidad de influenciar a toda una nación para Dios. Elías estaba a punto de enfrentar la mayor batalla espiritual de su vida (1 R 18); todas sus demostraciones anteriores de fe y obediencia fueron la manera del Señor de prepararlo.
Dios quiere que cada uno de nosotros ejerza influencia en su reino. Él sabe qué desafíos presentarnos para poder confiarnos tareas aun mayores.
El Señor proveerá oportunidades para que usted le crea a Él y responda en obediencia. Estas situaciones son las que llamamos “problemas”. Comience a ver cada dificultad como una oportunidad creada por Dios específicamente con el fin de aumentar su fe, y de esa manera hacer grandes cosas en usted y por medio de usted.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe

jueves, 5 de octubre de 2017

Una raíz amarga


Una raíz amarga
Leer | Hebreos 12.15
Ayer llegamos a la conclusión de que la amargura es un veneno que preparamos para otra persona, pero que terminamos tomándolo nosotros. Hoy pensaremos en otra ilustración útil que nos ayudará a entender Los efectos negativos del resentimiento.
Hebreos 12.15 se refiere a la amargura como una “raíz”. Piense en esto. ¿Dónde se encuentran las raíces? Por debajo de la superficie succionando los nutrientes del terreno que está a su alrededor. Cada vez que vemos una planta, una flor o un árbol podemos estar seguros de que por debajo se encuentra una raíz que está absorbiendo vida de la tierra y enviándola a la planta.
¿Puede usted ver el paralelismo que hay entre esta ilustración y su vida espiritual? Quizás usted tenga una raíz de amargura que prácticamente sea invisible a cualquiera que pase a su lado. ¿Significa, entonces, que es inofensiva? ¡Por supuesto que no! Por el contrario, puede tener la seguridad de que la raíz está haciendo su trabajo —robándole su vida y utilizándola para alimentar una hierba mala de odio, impaciencia e insatisfacción.
Una raíz de amargura nunca producirá frutos saludables. Si la raíz es mala es absurdo esperar fruto bueno en lugar de mala hierba.
Sin embargo, podemos alegrarnos pues existe una medicina para este serio problema. Todo lo que necesitamos para matar la mala hierba es desenterrarla y deshacerse de la raíz. Saque la fuente de su resentimiento del lugar donde esté oculta. Reconózcala, y entréguela a Dios, quien sabe cómo cultivar el corazón.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe

miércoles, 4 de octubre de 2017

Veneno amargo


Veneno amargo

Leer | Efesios 4.31, 32
Imagine a un científico triste, deprimido y encorvado en su laboratorio. Sus ojos están entrecerrados y sus labios fruncidos. Sus dedos están añadiendo una pizca de esto y un poquito de aquello al líquido verde en el tubo de ensayo que tiene en frente. Sus pensamientos son una mezcolanza de recuerdos; su corazón, un añejo mosaico de odio por un agravio que sucedió hace mucho tiempo. Está pensando en la persona que le hirió, mientras prepara un veneno para el ofensor.
Parece el extracto de una película antigua, ¿verdad? Pero es aquí donde la escena cambia de dirección. Imagine a ese mismo científico dando un suspiro de alivio cuando se endereza, maravillado del líquido de venganza que ha creado. Entonces dice: “Esto le enseñará” —y se bebe el veneno.
Ese es un giro sorpresivo que no esperaríamos en una película. Sin embargo, hay una buena posibilidad de que usted haya hecho esto mismo en un momento u otro.
La amargura es una toxina que preparamos para otra persona, pero después nos la bebemos nosotros mismos. Es una dosis concentrada de veneno emocional, a menudo un veneno que preparamos cuidadosamente y desarrollamos a lo largo de años. Cuando reaccionamos a la mala acción de alguien replegándonos y dando rienda suelta a fantasías de venganza y hostilidad, estamos envenenando lentamente nuestro corazón y nuestra mente.
Pídale a Dios que le muestre cualquier señal de veneno que haya en su ser. Dígale después que le ayude a administrar una dosis del antídoto: el perdón.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe

martes, 3 de octubre de 2017

En medio de las pruebas


En medio de las pruebas
Leer | Génesis 39.6-20
La esclavitud de José duró trece años, y fue de mal en peor. Perdió su posición privilegiada en la casa de Potifar, y fue echado en prisión cuando la esposa de su amo lo acusó injustamente. Su esperanza de salir de la cárcel murió cuando el servidor del rey olvidó la promesa que le había hecho (Gn 40.14, 23). El futuro se veía sombrío.
A pesar de la evidencia de las circunstancias, Dios estaba llevando a cabo su plan para bendecir a José y ayudar a su familia. José era la persona que Él había designado para salvarlos del hambre que vendría. Para lograrlo, José tuvo que aprender el idioma y familiarizarse con la cultura de Egipto, desarrollar habilidades de liderazgo y madurar espiritualmente. El plan del Señor logró todo esto.
José aprendió dos lecciones útiles. Primero, el Señor es un fiel compañero que utiliza nuestras aflicciones para prepararnos para su obra. Cuando llegó el momento, José estaba plenamente capacitado para convertirse en el segundo en autoridad, después de Faraón; el rey egipcio declaró incluso que la presencia de Dios estaba con José (41.38).
Segundo, cuando el Señor logra sus propósitos, la dificultad terminará. En el momento elegido por Dios, José fue liberado de la cárcel, recompensado con un alto cargo y reconciliado con sus hermanos. Es decir, fue bendecido grandemente por vivir en el centro de la voluntad del Padre celestial.
La adversidad puede ser dolorosa, pero el Señor la utiliza para llevar adelante sus propósitos y prepararnos para su plan, e incluso Jesús sufrió para cumplir con el propósito redentor de Dios (Mt 16.21).

lunes, 2 de octubre de 2017

Cómo caminar por los valles de oscuridad


Cómo caminar por los valles de oscuridad

Leer | Génesis 37.18-28
Cuando era adolescente, José lo perdió casi todo: su familia, hogar y libertad. ¡Qué desconcertado debió haberse sentido por el odio de sus hermanos y por esas pérdidas tan aplastantes! Pero lo que nunca perdió fue su fe en Dios.
La vida es así a veces para cada uno de nosotros. Los cambios repentinos en la salud o en las finanzas, la muerte inesperada de un ser querido, o la deslealtad de un buen amigo puede llevarnos a un tiempo de oscuridad. No entendemos por qué el Señor ha permitido la prueba o dejado que el dolor siga. José probablemente se preguntaba lo mismo, pero supo aferrarse a su fe. Incluso como esclavo en una tierra extranjera experimentó la bendición de la presencia de Dios. Y al reconocer que el Señor estaba con este joven cautivo, su amo egipcio se mostró favorable a él (Gn 39.2, 3).
La clave para caminar por los valles de oscuridad —tiempos cuando la vida parece estar desmoronándose y el futuro se ve lúgubre— es aceptar la realidad de la presencia del Señor con nosotros. En el momento en que una persona acepta a Cristo como salvador, el Espíritu Santo viene a vivir dentro de ella y la sella como propiedad de Dios para siempre. Gracias al Espíritu Santo que mora en nosotros, nunca prescindimos de la ayuda de Dios. Ninguna circunstancia, sufrimiento o pérdida puede separarnos de Él o de su amor (Ro 8.35, 38, 39).
Tome unos minutos cada día para reflexionar en la promesa que nos hizo Jesús de que estaría con nosotros siempre (Mt 28.20). Tal verdad se arraigara en lo profundo de su alma y le sostendrá en los momentos difíciles.