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sábado, 10 de febrero de 2018

La guía de Dios para las tormentas de la vida


La guía de Dios para las tormentas de la vida

Las tormentas de la vida pueden hacernos sentir que hemos quedado a la deriva, e inseguros en cuanto a hacia dónde nos dirigimos. Los discípulos sabían que estaban en el Mar de Galilea, que se dirigían a Genesaret, pero en medio del violento vendaval no podían determinar su dirección o la distancia de la costa. La tormenta oscurecía las luces del cielo que les servían de guía, y al mismo tiempo atacaba sus sentidos. ¿Alguna vez se ha sentido usted así?
La soberanía de Jesús. El Señor demostró que controlaba totalmente la naturaleza y la vida de sus seguidores. No hay un solo momento en que no tenga el control absoluto de nuestras tormentas. Jesús sabe exactamente dónde estamos, hacia dónde nos dirigimos, y qué tan fiera es la tormenta. Recuerde que Aquel que murió en nuestro lugar por amor, es Aquel que tiene al futuro en sus manos —y que también nos tiene a nosotros.
El poder protector de Jesús. El poder de Cristo para proteger fue evidente en esa tempestad. Estuvo pendiente de los discípulos que estaban en la barca, y cuidó también de Pedro sobre las aguas. Pero preste atención a una lección de vital importancia: Él permitió que Pedro se hundiera lo suficiente para que reconociera su propia impotencia, de modo que se volviera al Señor para que lo salvara. Nos beneficia recordar que estamos absolutamente indefensos sin Jesús, y que debemos acudir a Él rápidamente.
La soberanía y la presencia protectora de Jesús llevaron a los discípulos a adorarle como el Hijo de Dios. ¿Están sus labios desbordando alabanza al Señor por su protección y su presencia?

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