viernes, 30 de septiembre de 2016

La condición de Dios para su bendición

La condición de Dios para su bendición

Leer | ROMANOS 12.1, 2

Si las personas fueran sinceras, muchas dirían que su cristianismo apenas se parece a la experiencia de fe que Dios ha prometido. Luchan una y otra vez con los mismos pecados, se quejan de que Dios rara vez responde las oraciones, y se preguntan por qué no les ha concedido los deseos de su corazón. De cualquier forma, la mayoría de los creyentes nunca dejan de preguntar: ¿Por qué Dios no me bendice?

La respuesta a esa pregunta puede revolucionar nuestra vida si estamos dispuestos a cumplir con la condición de Dios para bendecirnos. Hemos sido creados con la capacidad de experimentar lo mejor del Señor en todos los aspectos de la vida, pero para que eso suceda, debemos ofrecernos en sacrificio vivo. En otras palabras, debemos separarnos del mundo y darnos a Dios para sus propósitos.

No se deje engañar por la creencia común en cuanto a lo que debe ser un siervo. Dios no llama a los débiles a estar sometidos a los poderosos. En realidad, los creyentes somos las personas más libres del mundo, porque tenemos la confianza de que nuestro Padre celestial nos dará lo mejor a cambio de nuestra entrega a Él. Es posible que lo mejor de Dios no siempre parezca interesante al comienzo, pero la experiencia nos enseña que Él dirige todas las cosas para nuestro provecho (Ro 8.28).

Nunca podemos estar satisfechos con menos de lo mejor del Señor. Evitar nuestro sometimiento a Él dará como resultado años malgastados buscando sus bendiciones. En cambio, nuestros corazones se llenan de paz y gozo cuando nos acercamos a Él.

jueves, 29 de septiembre de 2016

El dolor de la amargura

El dolor de la amargura

Leer | 1 SAMUEL 13.5-14

La amargura nunca es la respuesta apropiada para un hijo de Dios. Envenena la mente, las emociones y el espíritu. ¿Cuándo echó raíces en Saúl esta actitud de resentimiento? Veamos dos acontecimientos en su vida:

Saúl no podía ir a la batalla hasta que Samuel llegara para ofrecer el holocausto como Dios le había mandado. Pero, antes de que el profeta llegara, los hombres de Saúl se acobardaron y comenzaron a desertar, por lo que el rey tomó medidas e hizo la ofrenda sagrada él mismo. Pudo haber pensado: Esto tiene que hacerse sin demora. ¿Por qué no puedo hacerlo yo? No fue capaz de ver la necesidad de obedecer el mandamiento divino. Dios vio esto como un grave acto de rebeldía, que trajo un juicio: el reino de Saúl no duraría. Dios designaría a alguien para gobernar, en vez de los descendientes de Saúl. Imaginemos la reacción de Saúl al enterarse de que el reino no iba a pertenecer a su familia.

En la guerra contra los amalecitas, el rey Saúl dejó de obedecer, otra vez, las instrucciones del Señor. Cuando Samuel lo confrontó en cuanto a su transgresión, mintió diciendo que había obedecido. Después, sin embargo, trató de justificar su desobediencia. Su corazón no arrepentido apesadumbró al Señor, lo cual dio lugar a más juicio: él, el rey, fue esta vez rechazado por Dios (1 S 15.10, 11, 26). Creo que Saúl comenzó a amargarse, al darse cuenta de que su desobediencia le costaría el reino.

Asegúrese de llevar de inmediato al Señor sus frustraciones y su ira. Tráigalas delante de Él, y pídale que le ayude a dejarlas. Su salud espiritual depende de eso.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Comentario Biblico de Matthew Henry Génesis 36

Génesis 36
Esaú y sus descendientes.
El relato de este capítulo muestra la fidelidad de Dios a la promesa dada a Abraham. 
Aquí Esaú es llamado Edom, el nombre que mantiene el recuerdo de la venta de su primogenitura por un plato de guisado. Esaú siguió siendo el mismo profano que desprecia las cosas celestiales. 
En la prosperidad y honor exterior los hijos del pacto suelen estar atrás y aquellos que están fuera del pacto son los que toman la delantera. Podemos suponer que es una prueba de la fe del Dios de Israel, el oír de la pompa y poderío de los reyes de Edom, mientras ellos eran esclavos en Egipto; pero quienes buscan grandes cosas de Dios deben contentarse con esperarlas; el tiempo de Dios es el mejor tiempo. 
El monte de Seir es llamado la tierra de su propiedad. Canaán era en esta época solamente la tierra prometida. Seir era posesión de los edomitas. 
Los hijos de este mundo tienen todo en la mano y nada de esperanza, Lucas 16: 25, mientras que los hijos de Dios tienen todo en la esperanza y casi nada en la mano. Pero, consideradas todas las cosas, es incomparablemente mejor tener Canaán en la promesa, que el monte de Seir como posesión.

El peligro de la amargura

El peligro de la amargura

Leer | 1 SAMUEL 18.1-30

El rey Saúl lo tenía todo: la unción de Dios; al profeta Samuel para guiarlo; el poder y la riqueza del reino de Israel; la aprobación del pueblo. Sin embargo, murió amargado. ¿Qué pasos lo llevaron a su caída?

• La ira. Cuando Goliat fue derrotado, la multitud alabó a Saúl como quien había matado a miles, pero a David como quien había acabado con diez miles. Pero en vez de alegrarse de que Dios había levantado a alguien para matar al gigante, Saúl se enojó con David por recibir más alabanza que él.

• La forma equivocada de pensar. El violento temperamento de Saúl afectó su mente, y empezó a sospechar de los motivos de David. Comenzó a pensar que, ya que el Señor estaba con David, el joven quería apoderarse del reino.

• El temor. Este sentimiento llevó a Saúl a tratar de destruir a David.

• El rechazo. El rey echó a David de su presencia.

• El pánico. El temor de Saúl creció con los éxitos militares de David, y con el creciente amor del pueblo por el joven.

• El proceder engañoso. En dos ocasiones, el rey trató de manipular a David ofreciéndole una de sus hijas en matrimonio. Inclusive maquinó para que los filisteos mataran a David, pero falló. La reacción de Saúl fue convertirse en enemigo de David por el resto de su vida. De allí en adelante, la amargura lo controló.

Aunque los detalles de nuestras vidas son diferentes a los de Saúl, los pasos que llevan a la amargura son los mismos. Si usted está batallando con este sentimiento, acuda al Señor, arrepiéntase de su pecado y sea libre.

martes, 27 de septiembre de 2016

Consecuencias de toda debilidad incontrolable

Consecuencias de toda debilidad incontrolable

Leer | ROMANOS 6.17-23

Es normal que los niños, en algún momento, tomen conciencia de que se están volviendo más fuertes. Los padres, por lo general, animan a sus hijos a aumentar sus fuerzas y a vencer cualquier debilidad. Algunos jóvenes lo hacen, pero otros actúan con indiferencia o se sienten derrotados aun antes de comenzar.

Todos tenemos debilidades. ¿Cómo respondemos a ellas? ¿Elaboramos un plan para vencerlas? ¿Fingimos que no son importantes, o nos rendimos a ellas fácilmente? Ninguna de estas respuestas es la que Dios desea de nosotros. Él quiere que nuestras debilidades nos recuerden que dependemos totalmente de su fuerza, y también la gran necesidad que tenemos de Él. Su plan para nosotros es que nuestras debilidades nos motiven a relacionarnos más con Él.

Si no manejamos adecuadamente las áreas en las que no somos fuertes, podemos herirnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean. Debemos volver a Dios para pedirle que se ocupe de nuestras debilidades, de manera que no dominen nuestras vidas.

Sansón fue un hombre apartado y equipado por Dios para propósitos divinos. Pero tenía una debilidad sin control; vivió desenfrenadamente hasta que eso destruyó su trabajo para el Señor (Jue 13−16). Nosotros, como seguidores de Cristo, también hemos sido separados para la obra de Dios, y equipados por Él. Debemos prestar atención a la advertencia sobre la vida de Sansón, y volvernos rápidamente a Dios cada vez que aflore nuestra debilidad. Demorar en hacerlo podría significar el desastre.

lunes, 26 de septiembre de 2016

La promesa de una segunda oportunidad

La promesa de una segunda oportunidad

Leer | JUAN 8.1-11

Nunca he conocido a una persona que no haya tenido un pasado. Nunca he hablado con nadie cuya vida no incluya un “ayer”, o una “semana pasada” o un “año pasado”. Y si alguien tiene un pasado, usted puede estar seguro de que esa persona ha cometido algunos errores.

Si cada uno de nosotros tiene un pasado, ¿por qué, entonces, nos sentimos aislados, solos y avergonzados por lo que hicimos “en otro tiempo”? ¿Por qué permitimos que las sombras de lo que hicimos hace mucho oscurezcan nuestro presente?

La respuesta es un asunto de perspectiva. Cuando vemos retrospectivamente nuestras vidas, por lo general vemos errores a través del lente de la culpa, el remordimiento o el temor a la condenación. Lo que una vez aceptamos como una conducta permisible, puede ahora escandalizarnos al darnos cuenta de la gravedad de esos actos.

Pero ¿cómo nos percibe nuestro Padre celestial? ¿Está influenciado por los mismos lentes sucios por los que nos inclinamos a mirar? No. Él nos ve con claridad perfecta. Significa que nos ve completamente, pero no toma en cuenta la culpa y el remordimiento que tienden a distorsionar nuestras percepciones.

Más que eso, nos ve con la gracia y el perdón perfectos que solamente Él puede dar. Aunque nuestros errores pueden herirlo, el Señor nos mira con amor. Si usted ha enfrentado su pecado y ha aceptado el perdón que se consigue en Jesucristo, entonces puede tener la seguridad de que ahora está viviendo una segunda oportunidad. Por el resto de sus días en este mundo, puede tener el gozo de saber que ha sido perdonado.

Cómo sobrevivir ante un fracaso

Cómo sobrevivir ante un fracaso

Leer | NÚMEROS 13−14

Cuando usted escucha la frase “fracaso espiritual”, ¿qué le viene a la mente? Si es como la mayoría de la gente, la expresión le despierta pensamientos desagradables del andar de fe. Sin embargo, por mucho que lo intentemos, simplemente no podemos o no podremos pasar por esta vida sin fallar de vez en cuando.

Lo más preocupante para los cristianos, son los casos cuando dejamos que otros factores interfieran en lo que sabemos que Dios nos está diciendo. ¿Puede usted recordar la vez que supo que el Señor quería que hiciera algo, pero por alguna razón decidió hacer otra cosa? Cuando desobedecemos al Padre celestial, podemos tener la seguridad de que hemos tenido un fracaso espiritual.

Una de las razones principales de los deslices espirituales es el temor. Ahora bien, no debemos temer a perder la salvación, una vez que estamos seguros en Cristo. De lo que estoy hablando aquí, es del miedo al fracaso. Simplemente, no queremos postrarnos sobre nuestros rostros por el reto que Dios pone delante de nosotros. Por tanto, en vez de enfrentar el llamado, corremos y nos escondemos. Estamos convencidos de que es mejor no intentarlo y fracasar.

¿Es esa la actitud que Dios quiere? Claro que no. Nuestro Padre celestial no nos ha dado un espíritu de temor (2 Ti 1.7 NTV – Nueva Traducción Viviente). Él quiere que haya audacia y sinceridad en nuestra fe. No se incline ante el ídolo del miedo. El Dios que le llamó es suficientemente poderoso para protegerle. Cada vez que Él le asigne una tarea, puede tener la seguridad de que le dará las fuerzas para realizarla.

El costo de la condescendencia

El costo de la condescendencia

Leer | 1 REYES 11.1-8

Nuestra sociedad apoya la idea de que la tolerancia es la única manera de vivir. Pero cuando se trata de la ley de Dios, la vida del rey Salomón demuestra que la transigencia o condescendencia es una opción destructiva.

En los primeros años de su reinado, Salomón se esmeró en actuar bien. Pero más tarde, cuando vio la oportunidad de engrandecerse políticamente, ignoró el mandamiento que prohibía el matrimonio con paganos (Dt 7.1-3; 1 R 3.1). Aunque es posible que haya visto esos matrimonios como un extravío sin importancia, la estrategia de Satanás es convencernos de que está bien desobedecer algunos mandatos de Dios.

Salomón admiraba a las mujeres hermosas de otras nacionalidades, pero en vez de encontrar maneras de evitar la tentación, hizo todo lo contrario. Por estar rodeado de extranjeras, se involucró con ellas y sus religiones. Finalmente, fue atrapado por el pecado, y su corazón se apartó de Dios.

La debilidad de Salomón pueden ser distinta a la nuestra, pero la condescendencia también puede atraparnos. La admiración desbordada por algo distinto a la voluntad de Dios, puede convencernos de que lo busquemos. Aunque sabemos que esa decisión está mal, es fácil endurecer nuestro corazón contra las advertencias del Espíritu. La obsesión puede aumentar hasta que el objeto, la persona o la actividad que desea, ocupe un lugar más importante que el de nuestro Señor. Si dejamos que eso suceda, perderemos nuestra libertad en Jesucristo, y quedaremos atrapados en una cárcel de pecado.

jueves, 22 de septiembre de 2016

La gracia de Dios y nuestras finanzas

La gracia de Dios y nuestras finanzas

Leer | EFESIOS 2.1-10

El helado es un postre popular, aunque cada heladería sirve porciones diferentes. A quienes lo disfrutan no les lleva mucho tiempo identificar los establecimientos que ofrecen raciones más abundantes.

En el caso de Dios, Él es muy generoso, pues hace que su gracia abunde en nosotros para que tengamos todo lo que necesitamos para servirle y obedecerle (2 Co 9.8). Y Él nos asegura que su gracia, es decir, su bondad y favor inmerecidos, se extenderá a todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo nuestras finanzas. Lo hace para que podamos invertir generosamente en su Reino con nuestros recursos y nuestras vidas.

Pero la definición de generosidad varía mucho. Algunos cristianos entienden los preceptos de Dios y dan de buena gana y en abundancia. Estos creyentes han aprendido que Dios bendice nuestras finanzas para que podamos ser generosos con los demás, en vez de ocuparnos solamente de nuestra propia prosperidad. Para otros, dar está “bien” —dan fielmente una “cantidad adecuada”. Pero, lamentablemente, demasiados hijos de Dios se muestran avaros para con Él: o bien se niegan a compartir mucho de lo que tienen, o bien gastan la mayor parte en sí mismos.

La generosidad es un asunto del corazón y un estilo de vida. Cuando el enfoque está en los demás, se les da con libertad y alegría. Las personas con esta actitud confían en que Dios suplirá sus necesidades, y por eso se sienten libres para dar lo que desearían guardar para sí mismos. No importa lo poco que tengamos, el Señor quiere que seamos dadivosos. ¿Conoce a alguien que es considerado generoso? ¿Es usted esa persona?

miércoles, 21 de septiembre de 2016

La promesa de sanar

La promesa de sanar

Leer | SANTIAGO 5.13-18

¿Se ha preguntado alguna vez por qué hoy vemos menos milagros que los que cuenta la Biblia? Dios no ha cambiado, ni tampoco su poder. Y nuestras necesidades no son menos que las de aquel tiempo.

Santiago 4.2, 3 indica dos razones: “No tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”.

El poder de Dios puede también ser estorbado por la falta de fe. En efecto, porque la gente del propio pueblo del Señor Jesús lo rechazó, Él hizo pocos milagros allí (Mt 13.57, 58).

Hay otra razón, y ésta puede ser más difícil de comprender y aceptar; a veces, la misericordiosa y perfecta voluntad del Señor, es que nuestra salud no sea restaurada de inmediato —o que nunca lo sea. Él puede tener una lección que enseñarnos, que requiera el sufrimiento para que podamos escuchar y entender.

Porque nuestro Padre celestial tiene conocimiento de todo, Él puede permitir que la dificultad persista. Pablo le pidió tres veces a Dios que le quitara “un aguijón en [su] carne” (2 Co 12.7); pero finalmente comprendió que éste permanecería, y que el poder del Señor se perfecciona en la debilidad.

Dios desea que usted le busque como Señor y Sanador. Ore con fe en el nombre del Señor Jesucristo, trayéndole sus peticiones, pero también rindiéndose a la voluntad que Él tenga para su vida. Confíe en que Él tiene el poder de hacerlo todo, y que lo que el Señor haga será lo mejor para usted y para la gloria de Él. ¡Nuestro Padre celestial sigue haciendo milagros!

martes, 20 de septiembre de 2016

Jesús: El sanador

Jesús: El sanador

Leer | MATEO 14.14

Cuando yo tenía unos 14 o 15 años, encontré a mi madre en su cama, luchando por respirar. Mi reacción fue caer de rodillas y orar por ella. Al día siguiente, se comenzó a recuperar, y nunca más experimentó el mismo padecimiento.

Los que enseñan reanimación cardiopulmonar dicen que el primer paso en una emergencia es llamar para pedir ayuda. Es un buen consejo, pero también debemos desarrollar la reacción de clamar a Dios por su ayuda.

El gran Médico tiene el poder para ayudar. Él nos creó, y conoce cada mecanismo de nuestros cuerpos, hasta el más mínimo detalle. A veces, Él decide quitar de inmediato el problema cuando le pedimos; otras veces, por su amor y su omnisciencia, permite que el padecimiento continúe.

Buscar la ayuda de un médico es, con frecuencia, su plan para nosotros, pero Dios también quiere que vengamos delante de Él con nuestra necesidad, reconociendo su capacidad y poder supremos.

La Biblia está llena de historias en cuanto a las sanidades físicas, emocionales y espirituales que realizó el Señor. Por ejemplo, el Antiguo Testamento habla de una sanidad divina de esterilidad (Gn 17.18, 19; 21.2) y de lepra (Éx 4.6, 7). Y luego, en el Nuevo Testamento, bastaba un toque de Jesús para que las personas fueran sanadas. Jesús dio también a sus discípulos autoridad para sanar en su nombre (Mt 10.1).

Cuando usted lea la Biblia, note la frecuencia con que Dios sanaba a las personas, y cómo valoraba la fe de ellas. Cuando usted tenga una necesidad, pida su ayuda. Caminar estrechamente con Él es siempre la mejor y más sabia decisión.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Aferrarse a la Palabra fiel

Aferrarse a la Palabra fiel

Leer | TITO 1.5-9

En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo le da a Tito algunos lineamientos para escoger los ancianos (líderes) de la iglesia. Al final de la lista de requisitos está una cualidad esencial de cada creyente: aferrarse a la Sagrada Escritura. Es necesario que nosotros, al igual que los ancianos del primer siglo, demostremos un compromiso firme con la Palabra de Dios, para poder alimentar y cuidar la iglesia.

No podemos utilizar la Biblia para defender nuestra fe y ayudar a otros, a menos que la estudiemos. Y conocer sus verdades no es suficiente; para que ellas sean efectivas, tenemos que aplicarlas.

Los cristianos saben que la Palabra tiene poder para animar, consolar y sanar, pero con frecuencia nos guardamos este conocimiento para nosotros mismos. Podemos dudar en compartirla, pero Dios nos da valor y trae a nuestra mente versículos cuando estamos dispuestos a hablar. Si hacemos lo que Él dice, nuestro entendimiento aumentará. Empezaremos a identificar a personas que sufren, y aprenderemos a exhortarlas con la sana doctrina. El apóstol también pide a los creyentes que confronten a quienes contradicen la fe verdadera, y esto requiere valentía y discernimiento. Si estudiamos y vivimos de verdad los preceptos bíblicos, reconoceremos rápidamente la falsa doctrina. Y cuando más conozcamos la Palabra de Dios, más fácilmente podremos encontrar los pasajes que desafían a las enseñanzas falsas y apoyan nuestras convicciones.

No todos podemos ser líderes en nuestra iglesia local, pero todo cristiano es miembro de la iglesia de Dios, y responsable de adquirir conocimiento bíblico.

domingo, 18 de septiembre de 2016

La fe que prevalece

La fe que prevalece

Leer | ROMANOS 4.18-25

Continuando el estudio de ayer sobre la fe vencedora, veamos otros elementos de este tipo de confianza.

• La confesión de la fe. David declaró: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos” (1 S 17.45), y expresó su confianza en la salvación de Dios. Siempre que enfrentemos dificultades, debemos proclamar nuestra fe, dando gracias al Señor por ser Él quien es, por quienes somos nosotros en Cristo, y por lo que tenemos por medio de su Espíritu.

• La confianza en el poder de Dios. David no afirmó ni una sola vez que iba a derrotar el enemigo, sino que señaló que la batalla era del Señor; que era por el poder del Todopoderoso que se lograría la victoria. En la mano de un siervo de Dios, una simple piedra fue más poderosa que las armas del ejército filisteo.

• La expectativa de la victoria. La fe que prevalece cree en la victoria antes de que comience la batalla. Cuando David miró a Goliat, lo vio como un adversario que ya había muerto.

¿Cómo se produce esta creencia? Primero, peleamos la “batalla antes de la batalla”. Por medio de la oración y la meditación en las Escrituras, superamos cualquier temor o incertidumbre. Reafirmamos en nuestro corazón que esta es la batalla del Señor, declaramos que la victoria es suya, y lo hacemos a la manera de Él confiando en su presencia y su provisión.

¿En qué aspecto de su vida necesita usted tener una fe que prevalezca? Acérquese al trono de la gracia con fe, para recibir lo que necesite (He 4.16).

La fe vencedora

La fe vencedora

Leer | 1 SAMUEL 17.1-37

David, el joven pastor de ovejas, se enfrentó a Goliat, el gigante filisteo. Por confiar en el poder de Dios para salvarlo, David venció a su adversario. Nosotros, también, enfrentaremos pruebas más grandes que nosotros. Pero el Señor quiere que tengamos una fe vencedora, al igual que la de David, y podamos triunfar. ¿Cuáles son los componentes de tal fe?

• Una motivación piadosa. El deseo de David era defender a su pueblo y al nombre de Dios. Nosotros debemos examinar nuestros motivos, para asegurarnos de que están centrados en Cristo, no en nosotros mismos.

• El reconocimiento del tipo de batalla. Para los creyentes, toda incidencia es un asunto espiritual. La lucha de David en el ámbito físico era contra Goliat, pero la verdadera batalla era espiritual (Ef 6.12).

• El recuerdo de las victorias anteriores.La confianza de David no se basaba en lo que estaba sucediendo en ese momento, sino en la manera en que Dios lo ayudó al enfrentarse a leones y osos en el pasado. Imagínese una película que destaque todos los momentos en que Dios le proveyó a usted de fuerzas y resistencia. Véala una y otra vez hasta que esté listo para la pelea.

• El rechazo del mal consejo. David estaba seguro del propósito de Dios para él, y por eso se negó a escuchar la acusación de su hermano acerca de sus supuestos motivos impuros. También rechazó la opinión del rey Saúl, de que era muy joven. Más bien, el joven pastor inclinó su oído para escuchar al Señor. ¿Cuál “Goliat” tiene delante de usted? Recuerde que en Cristo podemos ser vencedores (1 Jn 5.4).

El verdadero arrepentimiento

El verdadero arrepentimiento

Leer | LUCAS 3.1-14

Si usted ha visto alguna vez un desfile militar, sabe lo rápido que los soldados pueden girar y dirigirse en la dirección opuesta. Si ellos intentan hacer esto mientras están inmóviles, la orden es: “¡a la de-re!” o “¡a la iz-quier!” Si quieren volver atrás cuando están marchando, la orden es: “¡media vuelta, ar!” En ambos casos, hay un cambio abrupto que lleva en una dirección completamente diferente. Esta es una buena imagen de lo que es el verdadero arrepentimiento. Implica un cambio de mentalidad y comenzar a andar en la dirección contraria.

Uno de los más grandes predicadores del arrepentimiento en la Biblia, es Juan el Bautista, quien llamó a sus oyentes a un cambio total de dirección. Él había visto demasiadas demostraciones aparentes de arrepentimiento sin ningún cambio de conducta. Juan insistía en que habían personas que mostraban solo una contrición superficial, en lugar de “frutos dignos de arrepentimiento” (Lc 3.8). Por lo que les exhortó a que compartieran su ropa y su comida, que fueran justos en sus negocios, y que estuvieran satisfechos con su paga. Es decir, debían cambiar su manera de vivir, y dejar atrás sus viejos patrones de conducta.

Pero el arrepentimiento incluye algo más: la disposición de restituir a cualquier persona que hayamos perjudicado. Cuando Zaqueo, el cobrador de impuestos, recibió a Jesús en su casa, mostró la verdadera naturaleza de su arrepentimiento al decir: “Si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lc 19.8). Pídale al Espíritu Santo le revele cualquier rectificación que usted tenga que hacer.

¿Cómo podemos hallar el favor de Dios?

¿Cómo podemos hallar el favor de Dios?

Leer | SALMO 101.1-4

Una vez que tenemos el favor de Dios por medio de la salvación, ¿tiene importancia la manera como actuamos? La Biblia responde con un rotundo “¡Sí!”, y nos da numerosos ejemplos de vidas que podemos imitar.

• Noé respondió a Dios caminando con Él cada día. Nuestro Padre celestial responde positivamente a quienes caminan con Él, viven obedientes a su Palabra, y escuchan con atención a su Santo Espíritu. Para quienes creemos, eso significa no solo hacer de la Sagrada Escritura parte de nuestras vidas, sino también aprender quién es Dios, y lo que a Él le agrada. ¿Qué tan bien lo conoce usted?

• Moisés, a pesar de sus objeciones iniciales, decidió obedecer el llamamiento divino, y vivir conforme a la voluntad de Dios. El Señor da su favor a quienes le obedecen y viven en términos de lo que le agrada a Él. Para ello, es necesario aprender a pensar como el Señor lo hace. ¿Qué tan parecidos son sus pensamientos a los de Él?

• Pablo, su único anhelo, después de su conversión, fue servir al Señor. Trataba de dar lo mejor de sí con obediencia. El Señor da su favor a quienes tienen un corazón inclinado a Él. ¿Está su vida centrada en Cristo?

• María respondió con confianza, y no dudó cuando el ángel le anunció que daría a luz al Mesías. Dios extiende sus bendiciones a quien decide creer, aun cuando las circunstancias digan lo contrario. ¿Qué tanto confía usted en el Señor?

Hallamos el favor de nuestro Padre celestial cuando tenemos una mente que cree, un corazón receptivo y un espíritu obediente.

Vivir con propósito

Vivir con propósito

Leer | 1 CORINTIOS 4.1-5

¿Ha estado alguna vez tan ocupado, que se ha preguntado: ¿Adónde se me fue el día? Una cosa es que a uno se le escape un día, ¿pero qué toda una vida? Esa será la experiencia de todos los cristianos cuando entren al cielo y den cuenta a Cristo de cómo utilizaron su tiempo. Si simplemente vivieron sin propósito, se preguntarán: ¿Adónde se me fue la vida?

La decisión en cuanto a la salvación no es la meta final para un creyente. Dios tiene un plan y un propósito para cada uno de sus hijos. A veces, es un llamado para servir toda la vida en un área determinada, pero pudiera ser también una tarea específica en un momento particular de la vida. La única manera en que usted cumplirá los propósitos de Dios, será fijándose metas que armonicen con la voluntad de Él, y dando los pasos específicos para lograrlas.

El apóstol Pablo fue un siervo útil de Cristo, porque obedecía la guía del Espíritu Santo, confiaba en el poder divino, y se fijaba metas para cumplir con su llamado. No dejaba que los temores, las dudas o las adversidades le impidieran cumplir la voluntad de Dios. ¿Y usted? ¿Ha estado viviendo para el Señor, o está yendo en pos de sus propios objetivos? Usted puede ser muy exitoso para el mundo, pero desde la perspectiva del Señor, la pasividad espiritual resulta en una vida desperdiciada.

Quizás Dios le ha dado a usted una pasión o interés que necesita cultivar. O puede ser que sienta un impulso, pero vacila porque le parece que la tarea está más allá de sus capacidades. Busque la voluntad de Dios, y Él le guiará. A veces, podrá ser incómodo, pero nunca lamentará haber aceptado el reto.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Viviendo por gracia

Viviendo por gracia

Leer | ROMANOS 5.1-11

La gracia es la bondad y la benevolencia de Dios para con quienes no las merecen ni tampoco pueden ganarlas.

Cada día, Dios hace posible que nuestro corazón lata, que nuestro cuerpo sane, y que podamos dar y recibir amor, aunque lo rechacemos. Dios ofrece perdón a los rebeldes, libertad a los pecadores y comunión personal con Él. Toda persona que pone su fe en Cristo como Salvador tiene acceso al trono de la gracia, donde el Redentor sirve como sumo sacerdote, intercediendo por los suyos (He 4.16; 7.25). Sabemos que podemos acercarnos a Dios con confianza, porque no hay ninguna condenación para quienes pertenecen a Él (Ro 8.1).

Pero no siempre fue así. Israel, el pueblo elegido de Dios, vivía bajo la Ley, no bajo la gracia. Porque ellos, al igual que nosotros, fueron desobedientes, Dios en su misericordia estableció el sistema de sacrificios para darles temporalmente y de manera simbólica el perdón de pecados.

Pero Jesús nos da un perdón permanente, porque su muerte fue el pago hecho por todos los pecados cometidos —inclusive los futuros (7.27). Ningún humano común podía obedecer cada aspecto de los 613 mandamientos divinos dados por medio de Moisés. Pero Cristo cumplió la Ley por nosotros, y la gracia hace que ese cumplimiento cuente a favor nuestro. Nuestro Salvador sacrificó su vida por nosotros y, como resultado, podemos acercarnos al trono del Señor directamente./

Permita que esta verdad impregne su corazón y su mente, para que pueda convertirse en una expresión del amor, la bondad y la benevolencia del Señor para con los demás.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Un Dios de gracia

Un Dios de gracia

Leer | JUAN 1.14-18

Imagine que usted recibe un regalo grande envuelto hermosamente sin que haya una ocasión especial —quien se lo envió simplemente decidió hacerlo. Dentro de la caja hay algo muy especial. Con emoción, lee la tarjeta para saber quién pudo haber sido tan generoso. Para su sorpresa, se entera de que es alguien que usted ha estado evitando ¡y con quien ha sido poco amable! ¿Qué hace usted?

Este escenario es una imagen de la gracia del Padre celestial al enviar a su Hijo Jesús al mundo por nosotros. No había ninguna ocasión especial; Dios simplemente tuvo el deseo de hacerlo. El regalo llegó, a pesar del hecho de que estábamos ignorando al Señor, o rebelándonos contra Él. Esto es gracia —la bondad y la benevolencia de Dios extendida a quienes no la merecían y no podían ganarla.

En el Hijo, vemos revelada la plenitud de la bondad de Dios. El Señor Jesús cumplió todos los requisitos de la ley divina al vivir una vida perfecta en la Tierra; por su vida sin pecado como hombre, Él estuvo calificado para pagar el precio por nuestro camino rebelde. Lo hizo al sacrificar su vida en la cruz para pagar por todos nuestros pecados —pasados, presentes y futuros. Por eso, cuando recibimos al Señor Jesús como nuestro Salvador, Dios cuenta su muerte como el pago por todo lo malo que hemos hecho. Y además, al ser salvos, la vida perfecta de Cristo es contada como nuestra; su justicia se convierte en nuestra por la fe (Ro 4.5).

¿Qué hará usted con el regalo de gracia de Dios —rechazarlo, o aceptarlo y esforzarse por conocerle? Y si usted ya conoce a Cristo, ¿valorará este regalo por siempre?

sábado, 10 de septiembre de 2016

Cuando un cristiano tropieza

Cuando un cristiano tropieza

Leer | GÁLATAS 6.1

Los creyentes pueden llegar a tropezar en la senda de la fe. Según el apóstol Pablo, nuestra responsabilidad es ayudar a los hermanos caídos a levantarse. He aquí seis áreas en las que usted puede ayudar:

1. Trate de ayudar al creyente a ver y reconocer su falta como un pecado.

2. ¿Acepta la responsabilidad por su pecado? Es fácil culpar a otros por nuestras faltas, pero cada persona es responsable de su propia conducta.

3. Anime a los creyentes a confesar su pecado y arrepentirse. El arrepentimiento verdadero se traduce en un cambio de conducta.

4. Puede ser necesario hacer restitución. Por ejemplo, si algo fue robado, debe ser devuelto o pagado, o si alguien resultó dañado emocional o espiritualmente, hay que buscar el perdón. Las circunstancias pueden justificar la asesoría de un pastor.

5. Ayude al cristiano a determinar qué lección puede estar Dios tratando de enseñarle. A menudo pasamos por alto el hecho de que el Señor quiere comunicarse con nosotros en nuestros tiempos de dificultad.

6. Aconseje al creyente que responda a la disciplina de Dios con gratitud. Esto es difícil para cualquier persona, pero por medio del castigo podemos aprender más acerca de nuestro Padre celestial.

Nuestra responsabilidad como hermanos en Cristo, no es condenar sino restaurar con gentileza. Debemos ser sensibles a las heridas y necesidades de nuestros hermanos en la fe. Y luego, si nosotros tropezamos también, podemos esperar un trato semejante en el mismo espíritu de amor.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

La verdadera alabanza

La verdadera alabanza

Leer | JUAN 12.1-8

Podríamos concluir por los últimos capítulos de Salmos, que toda alabanza a Dios debe ser bulliciosa. Pero la alabanza puede también expresarse de manera silenciosa. Pocas personas piensan que el pasaje de hoy es una descripción de alabanza, pero la profundidad del amor de Dios por el Salvador requería una expresión más allá de las palabras.

María deseaba dar al Señor Jesús algo de valor, y rompió una botella de perfume cuyo valor equivalía al salario de un año. Al romperla, no guardó nada, sino que dejó que el exceso del perfume cayera en el suelo. La pérdida económica, las miradas de los espectadores y el cáustico comentario de Judas, no significaron nada para ella, en comparación con el valor de tener un Salvador.

Toda la casa se llenó de la fragancia de la adoración de María. La alabanza verdadera impregna la atmósfera alrededor de nosotros, es por eso que podemos sentir cuando otros están adorando a Dios. Pasar tiempo con personas que están rendidas al Señor —que lo alaban por medio de las acciones y el servicio— nos permite participar de su gozo. Adorar a Dios con todo nuestro ser nos proporciona el gozo más grande que podamos sentir.

Los creyentes expresan su alabanza de muchas maneras creativas —cantando, pintando, dando una caminata por la naturaleza, o limpiando la casa de una persona de edad avanzada. Cuando queremos comunicar nuestra devoción más allá de las simples palabras, no estamos limitados en cuanto a la forma de expresión. El Padre celestial se complace en aceptar la alabanza genuina de todo tipo.

martes, 6 de septiembre de 2016

Lo que significa temer a Dios

Lo que significa temer a Dios

Leer | SALMO 112.1-9

Como vimos ayer, el temor del Señor no tiene nada que ver con el terror o la inquietud, sino con el debido temor reverente por lo que Él es. Es una cualidad que nosotros, como creyentes, debemos querer y cultivar. Aunque la expresión no se escucha muy a menudo hoy en día, debe ser recibido como un gran elogio el ser conocido como un creyente temeroso de Dios.

El debido temor del Señor produce toda clase de fruto en la vida del cristiano. Nos lleva a aborrecer el mal, así como Dios lo aborrece, y es también el principio de la sabiduría (Sal 111.10). Cuanto más entendimiento divino tengamos, mayor será nuestro amor a las Sagradas Escrituras y a los mandamientos del Señor. Además, si queremos tener una familia sólida con hijos valerosos y que crezcan en la verdad, es importante que tengamos la debida reverencia al Señor (Sal 112.2).

Las personas que tienen el temor de Dios descubren que “[resplandece] en las tinieblas luz a los rectos” (v. 4). Esto no significa que no tendremos situaciones dolorosas o períodos de angustia en el valle —tendremos pruebas, dificultades y lágrimas como el resto de la humanidad. Pero en nuestras tribulaciones tenemos la promesa de la luz de la salvación.

La Biblia dice que “el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende (Sal 34.7). Los creyentes estamos rodeados por todos lados, para que nada pueda sucedernos sin que el Señor lo permita. Pídale a Dios que le ayude a tener el debido temor reverente a Él. Es una petición que el Señor se complacerá en conceder.

lunes, 5 de septiembre de 2016

El temor del Señor

El temor del Señor

Leer | PROVERBIOS 8.13

Las personas se sienten comúnmente confundidas cuando se habla de temer a Dios. La Biblia nos exhorta a temer al Señor (2 Ti 1.7), pero al mismo tiempo se nos dice que Dios no nos ha dado un espíritu de temor. Entonces, ¿cómo debemos entender esta frase?

Temer a Dios no significa estar mirando de reojo ansiosamente para saber lo que Él estará por hacer. El temor del Señor es algo positivo y saludable que está definido claramente en varios pasajes de la Biblia. El versículo de hoy es particularmente útil: “El temor de Jehová es aborrecer el mal”.

A muchas personas les incomoda la idea de aborrecer algo. Pero Dios dice que tenemos que aborrecer el mal porque Él lo aborrece en todas sus formas por una sencilla razón: el Señor ve la influencia destructiva que ejerce el mal sobre nosotros. A menudo, no somos capaces de ver ninguna corrupción en absoluto. De hecho, a veces vemos el mal y pensamos que, en realidad, no es tan malo.

El trabajo de Satanás es disfrazar lo malo para hacerlo aparecer totalmente inocente o incluso atractivo. En realidad, el enemigo tiene tanto éxito en su engaño, que muchas veces caemos en sus trampas sin ningún remordimiento. Es por eso que tenemos que aprender a ver las cosas del modo en que las ve el Señor.

Necesitamos cultivar un odio santo contra el mal, para que lo esquivemos y rechacemos siempre. Cuando vemos el pecado como lo ve el Señor, el diablo se ve obstaculizado en sus esfuerzos por seducirnos. Aunque puede que no sea una postura popular, podemos elegir amar al Señor y aborrecer el mal.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Lo que podemos aprender de Jonás

Lo que podemos aprender de Jonás

Leer | SALMO 139.1-10

Cuando consideramos la omnisciencia y la omnipresencia de Dios, es fácil sorprendernos de que los cristianos traten de huir de Él. Jonás demostró, sin duda, que eso no puede hacerse, pero la gente sigue intentándolo. ¿Por qué?

A veces, las personas que tratan de huir de Dios están actuando por pura soberbia —parece que creemos saber lo que es mejor para nosotros, sin importar lo que Dios piense o diga. A veces, nos negamos rotundamente a obedecer por temor: nos da miedo fracasar; nos preocupa que los demás puedan criticar nuestros esfuerzos; o quizás tememos que la obediencia pueda ser demasiado costosa. Pero, no importa la razón, muchas veces no somos capaces de reconocer lo costoso que resulta rechazar al Señor y tratar de huir de Él.

Jonás pagó un alto precio por su rebeldía. No solo experimentó la vergüenza, el terror y el sentimiento de culpabilidad, sino que además puso en peligro la vida de hombres inocentes. No se puede huir del Señor sin imponer un duro castigo a personas inocentes.

Cuántos padres y cuántas madres abandonan a sus hijos, y dicen: “Puedo hacer lo que yo quiero. Es mi vida”. No, no es así. No se puede dejar a unos hijos sin padre o madre, y no cosechar dolor y sufrimiento durante toda la vida. Ni tampoco se puede pecar contra el Señor sin pagar un precio terrible y herir a otros al hacerlo.

A pesar de esta terrible realidad, también es cierto que Dios es perdonador; Él da una segunda, una tercera, en realidad, muchísimas oportunidades (Jon 3.1). El cuidó a Jonás, y también cuidará de usted.

viernes, 2 de septiembre de 2016

Lecciones de un fugitivo

Lecciones de un fugitivo

Leer | JONÁS 1.1-17

Se nos dice que el profeta Jonás compró un boleto para huir a Tarsis en un intento por escapar de la presencia del Señor, y de ese modo evitar la tarea que Dios le había dado. Es probable que ninguno de nosotros reservaría un pasaje de avión para ir a un país lejano intentando escapar de la presencia de Dios. Sin embargo, personas que aman a Dios, algunas veces, tratan de huir de Él de muchas maneras diferentes, y terminan experimentando miserias como las de Jonás.

Mientras huía del Señor, el profeta olvidó cosas que todos debemos recordar. Primero, pensó que huir de Dios le evitaría tener que obedecer. Probablemente nunca imaginó cuán persistente puede ser el Señor cuando nos llama a un lugar de destino.

Finalmente, Jonás descubrió que es imposible huir de Dios. Su amor nos persigue, aun hasta las profundidades del mar para conformarnos a su voluntad y a su plan para nuestras vidas. Dios simplemente no se verá impedido por nuestra desobediencia.

Jonás había olvidado también la verdad de que la dirección de la desobediencia es siempre hacia abajo. La Biblia nos dice que el reacio profeta descendió inicialmente a Jope. Allí encontró una nave y se introdujo en el fondo de la misma, y antes de que se diera cuenta estaba en lo profundo del mar, e incluso había descendido a los cimientos de los montes (Jon 2.6).

Cuando se huye de Dios, no hay lugar donde esconderse, ni siquiera en el fondo del mar. Toda nuestra vida es siempre visible para el Señor. Así que, en vez de tratar de huir de su presencia, acéptela con beneplácito.

jueves, 1 de septiembre de 2016

La humildad lleva a la bendición

La humildad lleva a la bendición

Leer | LUCAS 14.7-11

El Señor promete exaltar a los creyentes humildes, pero a menudo nos fijamos en nuestras circunstancias —la situación laboral, las finanzas o la escasez material— y nos preguntamos si Dios está cumpliendo su promesa.

Aunque Dios puede optar por darnos bendiciones materiales, esos beneficios son escasamente comparables con las recompensas mayores que el Señor anhela dar, tal como una compresión más profunda de quién es Él, o respuesta a las oraciones más allá de todo lo imaginable.

Hay ciertas actitudes que nos impiden recibir las bendiciones del Padre celestial:

Impaciencia. Queremos las cosas ahora mismo, y no estamos dispuestos a confiar en que Dios tiene el control.
Inseguridad. Sentimos que si no suceden ciertas cosas, no podemos continuar.
Identidad errónea. Nos sentimos bien con nosotros mismos solo si tenemos éxito según las normas de la sociedad.
Ignorancia de la Biblia. Decidimos por nosotros mismos lo que es correcto.
Impureza en la motivación. El descontento, los celos o la envidia hacen que nos adelantemos al plan de Dios para conseguir lo que queremos.
Impulsividad. Sin preguntar antes a Dios, asumimos que cada oportunidad aparente es una puerta que Él ha abierto.
Ingratitud. La falta de gratitud por lo que Él nos ha dado, distorsiona nuestra perspectiva.
¡Observe que estos obstáculos comienzan con la letra “I”! La humildad no es algo natural. Comience por “inclinar” su corazón delante del Señor, rindiéndole todo, y luego espere con paciencia la bendición prometida.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Nuestro Ayudador en la oración

Nuestro Ayudador en la oración

Leer | ROMANOS 8.26, 27

Mientras Jesús se acercaba al día de su muerte, se refería con frecuencia al Ayudador que enviaría a sus discípulos —y, finalmente, a todos los creyentes. El Espíritu Santo fue prometido, para que morara en los seguidores del Señor, y para que les diera poder e instrucción. Llamado por lo general el Consolador o Parakletos en griego, Él es quien viene a estar a nuestro lado para ayudarnos en todo lo que Dios nos llame a hacer.

Una de las responsabilidades del Espíritu Santo es ser nuestro Ayudador en la oración. La necesidad de orar que sentimos viene de Él. El Espíritu sabe de las tentaciones que nos acechan más adelante, o de las duras experiencias que pueden sucedernos; por tanto, Él nos impulsa a hablar con nuestro Padre celestial. Cuando usted sienta la necesidad de orar, lo último que debe hacer es ignorarla. En 1 Tesalonicenses 1.59 se nos dice: “No apaguéis el Espíritu”; en otras palabras, ignorar ese impulso divino es, en realidad, un pecado.

Al darnos la carga de orar por alguien, el Espíritu Santo nos ofrece la oportunidad de participar en la obra de Dios.

Esta carga en nuestros corazones de orar por nosotros mismos o por otros, es una demostración especial del amor de Dios. Al llamarnos a orar, Él comienza el delicado trabajo de hacernos sensibles a las circunstancias que nos rodean, o de prepararnos para una batalla que vendrá. Escuchar los impulsos del Espíritu Santo y permitirnos estar preparados, es la manera como nosotros le mostramos nuestro amor.

martes, 30 de agosto de 2016

Cómo aprender a perdonar

Cómo aprender a perdonar

Leer | MATEO 6.9-15

¿Le resulta difícil perdonar a quienes le han herido? Si es así, puede que las siguientes cuatro pautas le sean de mucha ayuda:

1. Reconozca y confiese delante de Dios que tiene un espíritu rencoroso. Aunque no siempre resulte fácil perdonar, a veces, somos el blanco de ofensas extremadamente dañinas. Sin embargo, no somos responsables por la conducta de otras personas, sino solo de la nuestra. Dios nos ha ordenado que seamos comprensivos y perdonadores. Si guardamos rencor, ese es nuestro problema, no de la otra persona; debemos arrepentirnos de este pecado y pedirle a Dios que nos ayude a superar nuestra falta de perdón.

2. Deje de estar pensando en la otra persona. Tome la decisión consciente, de dejar de pensar en el ofensor. Si se encuentra reviviendo constantemente los detalles de la conducta de la otra persona que le produjo la molestia, oblíguese a no hacerlo más.

3. Perdone al ofensor, y olvide el agravio. Mantener detalles frescos en la mente, le atrapa en un ciclo de dolor que solamente le afecta a usted. Decida más bien separar a la persona del recuerdo doloroso.

4. Perdone con carácter definitivo. El perdón genuino es completo. Esto significa que usted no puede “perdonar” a alguien, y después seguir hablando del tema. Perdone a esa persona, y después siga adelante.

Si usted se ha mantenido empecinado en la amargura, pida a Dios las fuerzas para perdonar. Y hágalo después, sin demora.

lunes, 29 de agosto de 2016

La dificultad de perdonar

La dificultad de perdonar

Leer | EFESIOS 4.30-32

Todos hemos sido heridos en algún momento u otro, y el ofensor puede muy bien haber sido alguien que amamos. A menudo tratamos de disimular el dolor con comentarios como: “Está bien”, o “No te preocupes por eso”. Sin embargo, pareciera que no podemos vernos libres de ese penetrante aguijón. ¿Por qué no somos capaces de olvidar?

Por el simple orgullo, y como resultado, la ofensa se convierte en mucho más de lo que deberíamos permitir. Se convierte en una cuestión de tipo personal, en vez de un error involuntario o de insensibilidad momentánea.

Otro factor por el que no perdonamos, es por la amargura. Nos volvemos resentidos cuando nos negamos a enfrentar nuestros sentimientos heridos, y dejamos que el asunto se vuelva una úlcera en nuestro corazón. Un sentimiento creciente de irritación se extiende por nuestro espíritu como una infección. Se ha dicho con razón que la amargura es como un veneno que uno prepara para otra persona, y luego se lo bebe uno mismo. Mientras la amargura destruye silenciosamente nuestra vida, la persona que nos hirió puede permanecer completamente ignorante de nuestros sentimientos.

A veces, nuestra lucha implica un malentendido en cuanto al perdón. O, podemos quedarnos sentados esperando una disculpa que nunca llega.

Si usted ha sido herido recientemente, pídale dirección a Dios. A veces, es conveniente acercarse al ofensor y decirle: “Hiciste esto, y eso me hirió. Pero te perdono, y me niego a dejar que esto destruya nuestra relación”.

viernes, 26 de agosto de 2016

El pecado después de la salvación

El pecado después de la salvación

Leer | 1 JUAN 2.1, 2

¿Cuántas veces ha pecado usted después de que recibió al Señor Jesús como su Salvador personal? Esta es una pregunta imposible de responder. La dura realidad es que toda persona peca —sí, incluso los cristianos.

Toda transgresión, antes o después de la salvación, surge del deseo de satisfacer nuestras necesidades prescindiendo de Dios. Siempre que tomamos los asuntos en nuestras manos y actuamos fuera de su voluntad, descendemos a un camino de tristeza y pecaminosidad.

La fe en Cristo trae una nueva relación con Dios, un nuevo espíritu, una nueva perspectiva de la vida, pero no desarraiga todo lo que queda de nuestra vieja vida. Seguimos teniendo el mismo cuerpo y la misma mente, que pueden llevarnos a las mismas dificultades.

¿Por qué pecamos aun después de la salvación? Porque se ha desatado una guerra interna entre nuestra “carne” y la vida producida por Cristo. Si no tomamos la determinación de reentrenar nuestras mentes, podemos esperar toda una vida de problemas.

La Biblia ofrece el remedio para este conflicto constante: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente” (Ro 12.2 NVI). Es decir, debemos llenar nuestra mente con las cosas de Dios, dejando que Él reoriente nuestros pensamientos.

¿Adónde le están llevando hoy sus pensamientos? ¿Están anclados en la Sagrada Escritura, o su forma de pensar simplemente lo conduce sin rumbo por la vida? Ese camino lleva al pecado. Comience ahora mismo a enfocar su mente en el Señor.

Seguros de la conversión

Seguros de la conversión

Leer | COLOSENSES 2.5-14

Si usted quiere mantenerse firme contra las asechanzas de Satanás, es necesario que aclare cualquier confusión que pueda tener en cuanto a su venida por fe al Salvador. Por tanto, consideremos tres pasos fundamentales que caracterizan el proceso de conversión:

1. Usted debe saber algo. Nunca podrá apreciar plenamente el significado de su conversión, hasta que entienda cómo era su condición sin el Salvador. Efesios 2.1 deja perfectamente claro que, abandonados a nuestra suerte, estábamos espiritualmente muertos. Si el Padre no hubiera provisto nuestra salvación por medio de su Hijo, no habría vida eterna para ninguno de nosotros.

2. Usted debe creer algo. La buena noticia es que el Señor no dejó que nos valiéramos por nosotros mismos. Proporcionó un medio de salvación que es accesible a todas las personas. Efesios 2.4-9 explica que nuestro amoroso Padre celestial, por su propia iniciativa, proveyó el medio por el cual podemos ser libres de nuestra deuda de pecado, y vivir con Él para siempre.

3. Usted debe recibir algo. Para tener cualquier regalo, usted debe primero abrir sus manos y recibirlo. El Padre está extendiendo la mano a la humanidad, ofreciendo su regalo de la salvación. Después que usted ha recibido lo que Él ofrece, es para que sea suyo para siempre (Ro 10.9-13).

¿Es usted un creyente investido de poder por el Espíritu de Dios, que se ocupa de la tarea que el Señor le ha asignado y que está completamente seguro de su salvación? Entonces, usted es una persona privilegiada. Si usted ha conocido, creído y recibido el regalo de Dios de la salvación puede vivir con un corazón confiado.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Amados, pero Perdidos

Amados, pero Perdidos

Leer | JUAN 3.15-17

Muchas personas asumen que, puesto que Dios es amor, Él dará un lugar a todo el mundo en el cielo, pues no entienden las verdades básicas en cuanto a “perdidos” y “salvos”.

1. Todas las personas comienzan su vida como seres “perdidos”. Cuando Adán pecó (Gn 3), su espíritu se volvió malo y rebelde (Ro 5.12) al igual que los de todos los que hemos nacido después de él. Esa “naturaleza de pecado” que se transmitió de una generación a otra, hace que estemos “perdidos”.

2. La humanidad está muerta en delitos y pecados (Ef 2.1). Cuando Adán pecó, su relación íntima con Dios murió. Nosotros, sus descendientes, hemos nacido en ese estado de muerte. Aunque físicamente estamos vivos al nacer, nuestro espíritu —la única parte de nosotros que puede relacionarse con Dios— está muerto.

3. Somos seres eternos. Porque estamos hechos a imagen de Dios, nuestra alma es eterna. Pero la Biblia nos dice que quienes rechazan a Cristo como Salvador perecerán (Jn 3.16). Esto no significa que serán aniquilados, sino que estarán separados de Dios eternamente.

4. Es necesario el nuevo nacimiento (1 P 1.3). Para tener una relación con el Padre celestial, es necesario que la parte de nosotros que ha estado muerta para Dios sea ahora vivificada. Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, la vida misma de Dios nace en nosotros, y pasamos de estar espiritualmente muertos y perdidos, a estar vivos y salvos.

Nuestro Padre celestial, por amor a nosotros, proveyó lo que necesitábamos —un Salvador. ¡Comience a predicar esta verdad!

martes, 23 de agosto de 2016

La prioridad número uno

La prioridad número uno

Leer | LUCAS 10.38-42

Cuando se dirigía a Jerusalén, Jesús se detuvo en Betania para pasar un tiempo con unos amigos a los que amaba —Lázaro y sus dos hermanas. Mientras Marta corría de un sitio para otro ocupándose de la comida, María estaba sentada escuchando al Señor.

En aquella época, la cultura dictaba que una mujer sirviera a los hombres en la casa. Al descansar a los pies de Jesús, María estaba desafiando las normas de su sociedad. Pero ésta era una mujer a la que le interesaba más su Señor, que hacer lo que era culturalmente apropiado. Cuando Marta se quejó, Jesús le dijo gentilmente que su hermana había tomado la decisión correcta. La prioridad número uno era pasar tiempo con Él.

Lo que era cierto para María y Marta, también lo es para nosotros hoy. Todo creyente necesita apartar tiempo para pasarlo diariamente con Dios. Hacerlo demuestra lo mucho que valoramos nuestra relación con Él, ya que las personas con las que pasamos más tiempo son las que más amamos.

Muchas veces, los creyentes se disculpan diciendo que están demasiado ocupados. Nos decimos a nosotros mismos: Solo necesito terminar unas pocas cosas, y después oraré y leeré la Biblia, pero siempre parece haber una nueva tarea que reemplaza a la ya terminada. Tenemos que decidir apartar tiempo para el Señor.

Puede ser difícil alterar nuestra agenda para dar a Dios el lugar que le corresponde. Pero ninguna otra relación en la vida se iguala a lo que tenemos en el Señor cuando hacemos de Él nuestra prioridad absoluta.

lunes, 22 de agosto de 2016

La senda de la paz

La senda de la paz

Leer | FILIPENSES 4.6,7

Todos tenemos responsabilidades, ya sean con el trabajo, la familia, la comunidad o la iglesia, y con razón podemos sentir algo de preocupación acerca de cómo cumplir con estos compromisos. Pero cuando a nuestra preocupación natural le falta equilibrio, el resultado es la ansiedad.

Aunque Pablo enfrentó pruebas extremas (2 Co 11.23-28), podía decir: “Por nada estéis afanosos”. Entendía que la ansiedad revela falta de fe —no es posible estar ansioso y al mismo tiempo confiar en Dios. El desasosiego también agota las energías, divide la mente y entorpece el servicio efectivo al Señor, porque mantenemos nuestro enfoque en nosotros mismos, en vez de en Dios.

Para mantener el equilibrio en cuanto a las preocupaciones, debemos presentar nuestras peticiones a Dios (Fil 4.6), quien está listo y dispuesto para encargarse de cualquier preocupación que le traigamos. Hacemos esto por medio de...

• La oración. La palabra griega implica adoración a Dios y el reconocimiento de sus atributos, no expresión de pensamientos llenos de pánico.

• El ruego. Nuestro clamor humilde comunica nuestra total dependencia del Dios todopoderoso.

• La acción de gracias. Debemos acercarnos a Dios, no con reproches o quejas, sino con gratitud porque Él usará finalmente la dificultad para nuestro bien, como lo ha prometido (Ro 8.28).

Filipenses 4.7 dice que si traemos nuestras peticiones a Dios, el resultado será su paz maravillosa e inefable. Siendo así, debemos aprender a ir a Él primero, y no dejarlo como el último recurso.

sábado, 20 de agosto de 2016

La defensa de nuestros principios

La defensa de nuestros principios

Leer | APOCALIPSIS 2.12-17

Todos admiramos a hombres y mujeres dispuestos a pagar un alto precio por lo que creen. Al mismo tiempo, hacemos bien en no confiar en todas las personas de convicciones firmes, pues como vemos muy a menudo en las noticias, es posible tener creencias erróneas sin base en la Palabra de Dios.

Aun como cristianos debemos ser cuidadosos, o podemos fácilmente confundir las preferencias personales con las convicciones. No debemos construir el fundamento de nuestra vida con creencias que no sean totalmente bíblicas. El apóstol Pablo nos dice que la calidad del trabajo de cada persona será probada por el fuego (1 Co 3.13), y eso incluye lo que creemos.

Tal prueba la experimentó una iglesia de una pequeña ciudad llamada Pérgamo, en Asia Menor. Era un lugar al que el Señor Jesús llegó a decir que el trono de Satanás estaba allí. Hombres impíos estaban difundiendo las enseñanzas de Balaam y de los nicolaítas en la iglesia local. Pero, un hombre llamado Antipas, estaba firmemente convencido de que esos hombres debían ser confrontados. Por tanto, dio un paso al frente para enfrentarlos, pagando con su vida.

Sí, Antipas fue asesinado, pero escuchemos el honor que el Señor mismo le hizo: Se refirió a este santo como “mi testigo fiel”. Y elogió a la iglesia en Pérgamo con estas palabras: “Retienes mi nombre, no has negado mi fe, ni aun en los días [de] Antipas” (Ap 2.13).

Gracias a Dios que la prueba de nuestra fe, aunque probada por fuego, “[será] hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 P 1.7).

viernes, 19 de agosto de 2016

Nuestras convicciones

Nuestras convicciones

Leer | GÉNESIS 39.1, 4, 6-9

La única manera que usted tiene para protegerse de la mentira, es saturar su mente con la verdad. Por tanto, debe pasar tiempo con la Biblia fortaleciendo sus convicciones con la realidad de Dios, para poder reconocer la falsedad.

Esto se parece a la manera como un cocinero crea su propia versión de una receta. Mientras cambia los ingredientes, hace pruebas repetidas de sabor; solo mediante la comparación de su creación con la receta original puede determinar la autenticidad de su propia receta.

La Palabra de Dios es nuestra norma. Revise sus convicciones. ¿Qué cree usted en cuanto al matrimonio? ¿Es de por vida? ¿O cree que está bien divorciarse cuando se vuelva inconveniente o entorpezca su estilo de vida? ¿Y qué de los hijos? ¿De los amigos? ¿Del dinero? ¿De la moralidad? ¿De la iglesia? ¿Qué de esos temas de los que tanto se habla en la actualidad?

Si usted no está seguro de su posición en algunos de estos temas, es imperativo entonces que se siente con una Biblia y comience a investigar, hasta que escuche las respuestas de Dios. Encuentre los pasajes de la Escritura que tengan que ver con cada área, y pregunte al Espíritu Santo: “¿Qué significa, en realidad, este pasaje?”

No basta con preguntarse: “¿Cómo puedo interpretar este pasaje de una manera que me convenga?” El mundo funciona con esa filosofía, que se conoce como relativismo moral. En vez de ello, pídale al Señor que Él moldee sus convicciones por medio de su Palabra. Es maravilloso cómo le preparará y fortalecerá el Espíritu Santo para defender lo que cree.

jueves, 18 de agosto de 2016

No más condenación

No más condenación

Leer | ROMANOS 8.33-39

Toda persona nace bajo condenación. Por la decisión de Adán y Eva en el huerto del Edén, cada persona nacida desde entonces ha venido al mundo con una naturaleza pecaminosa. En consecuencia, todo el mundo necesita un Salvador, y Dios, por su amor y su misericordia, ha provisto uno en su Hijo Jesucristo. Quienes lo rechazan permanecen bajo condenación. Su veredicto de culpables no ha sido anulado, y por eso deben pagar el castigo por violar las leyes de Dios.

Tal vez esto parezca injusto, pero es importante recordar que Dios siempre ha hecho posible nuestra comunión con Él, a pesar de que solo Él es perfectamente santo y justo. La razón por la que creó a Adán y Eva con libre albedrío, es para que no fuéramos unos robots; Él quería disfrutar de un amor real y de una comunión verdadera con sus hijos.

Pero esos primeros seres humanos cayeron porque tomaron malas decisiones, como cualquiera de nosotros lo hubiera hecho. ¡Qué maravilloso que Dios nos haya dado la oportunidad de restaurar nuestra relación con Él mediante el sacrificio expiatorio de Cristo por nuestros pecados! Él es el Creador, y por eso no tenemos derecho a cuestionar su plan. No merecemos nada, pero Dios nos ha dado todo, incluyendo el acceso a Él en cualquier momento.

En vez de condenación, lo que tenemos es la salvación eterna una vez que ponemos nuestra fe en el Señor Jesús como Salvador. ¡Alabado sea Dios! Hemos sido liberados del castigo por nuestro pecado, y hechos libres para vivir eternamente en la gracia de Cristo.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Convicción de pecado o condenación

Convicción de pecado o condenación

Leer | ROMANOS 8.1, 2

A veces, es fácil aun para los creyentes ser confundidos, porque las emociones pueden ser engañosas. Por esta razón, no es prudente confiar en los sentimientos o basar nuestras decisiones en ellos.

Pero ¿qué de los momentos cuando usted se siente inseguro? Probablemente puede recordar períodos cuando estuvo sintiendo la convicción del Espíritu Santo, pero se preguntaba si eso podía ser más bien una condenación proveniente del enemigo.

Hay una diferencia entre la emoción y la verdadera convicción o conciencia de haber pecado (Jn 16.7, 8). El Espíritu Santo provoca la convicción de pecado como una expresión de su amor, porque Él quiere mantenerle a usted en el camino correcto. Una manera segura de saber si se trata de una convicción del Espíritu Santo, es que Él siempre identificará algo específico (Sal 51.3, 4; Lc 22.60-62). Dios no dudará en poner su dedo en cualquier cosa que esté fuera de su voluntad.

Por el contrario, Satanás tratará de inspirar sentimientos de culpa y condenación, susurrándole: “¿Y te llamas cristiano? ”. El enemigo quiere agobiarlo de tal manera, que se vuelva inútil para el Señor. Cuando los creyentes deciden escuchar esa voz engañosa, pueden llegar a sentirse incapaces por las falsedades del padre de mentiras.

El Espíritu Santo utiliza la convicción de una manera positiva, para prevenir contra el peligro al creyente que se ha descarriado, para hacerlo volver al camino que el Señor ha dispuesto para él. Afortunadamente, este es uno de los incesantes actos de amor de Dios.

Jesucristo vino a darnos libertad

Jesucristo vino a darnos libertad

Leer | LUCAS 4.14-19

Al volver a su ciudad, Jesús entró en la sinagoga y, para asombro de todos los que estaban allí, leyó su descripción de trabajo, del libro de Isaías. Tal vez algunas personas en la congregación estaban confundidas por su afirmación de que fue enviado para pregonar libertad a los cautivos y poner en libertad a los oprimidos (Lc 4.18). ¿Quiénes eran esos cautivos? ¿Iba Él a tomar por asalto las prisiones?

Jesús estaba hablando de cadenas espirituales, no físicas. Todos nacemos con una naturaleza pecaminosa, y todos estamos esclavizados al pecado hasta que las cadenas son rotas por la fe en el Salvador. Pero incluso después de la salvación, Cristo está librándonos de cosas que nos atrapan y que obstaculizan nuestra relación con Él. El Señor nos hace libres…

• Del error: La Palabra de Dios nos protege de los errores y las mentiras que Satanás utiliza para bombardearnos.

• De las malas acciones: El Espíritu Santo nos da poder para resistir la tentación y vivir correctamente.

• De la esclavitud emocional. El Señor no quiere que nos controle el temor, la culpa, la envidia, los celos, la amargura, el resentimiento o la baja autoestima. Sí aprendemos a confiar en Él en cada situación, Él nos hará libres de estos sentimientos negativos.

Muchos cristianos viven en esclavitud sin darse cuenta. Saben que algo está mal, pero no pueden enderezar sus vidas. A pesar de todos sus esfuerzos por “mejorar”, siguen fracasando. Ningún prisionero tiene la llave para abrir la puerta de la celda; sin embargo, Jesucristo está parado fuera, llamando: “¡Confía en mí, y yo te haré libre!”

lunes, 15 de agosto de 2016

El sentimiento de la insatisfacción

El sentimiento de la insatisfacción

Leer | ISAÍAS 55.1, 2

¿Alguna vez se ha parado frente al refrigerador, tratando de encontrar algo para satisfacer una vaga sensación de vacío? No está buscando nada específico, pero sabe que necesita algo. Probablemente, nada de lo que haga servirá, porque el espacio vacío no está en su estómago sino en su alma.

Ya sea que busque comida, prestigio, posesiones o compañía, nuestras almas están tratando de encontrar satisfacción continuamente. Pero nada en este mundo va a llenar ese vacío, ya que fuimos creados para relacionarnos con Dios, Él puso en lo más profundo de nosotros el anhelo de buscarlo. Aunque es posible que no identifiquemos ese vacío como tal, todos conocemos el sentimiento de insatisfacción que a veces se filtra en nuestras almas. Cada vez que buscamos satisfacción en cosas del mundo, terminamos con desengaño y desilusión.

Hay dos posibles menús de donde podemos elegir para llenar nuestro vacío. El menú de Satanás es grande y lleno de cosas atractivas que parecen prometer satisfacción y placer: dinero, amistades, notoriedad, aceptación o reconocimiento. Todo lo que Satanás ofrece parece la clase de vida que traerá satisfacción, pero es un engaño. En cambio, el menú de Dios es bastante pequeño. De hecho, solo tiene un “plato”: Jesús. Él es el único capaz de llenar el vacío.

¿Ha encontrado usted la satisfacción que busca, o tiene una vaga sensación de descontento en su alma? Haga del Señor Jesús su máxima prioridad, y dedique tiempo para pasarlo tranquilo y enfocado en Él. El Señor le va a satisfacer como nada más puede hacerlo.