sábado, 29 de octubre de 2016

El Espíritu Santo prometido

El Espíritu Santo prometido

Leer | Juan 14.23-26

Jesús aseguró a sus seguidores que les convenía que Él se marchara de la Tierra. Así podría enviar su Espíritu, que juega un papel esencial en la vida de cada creyente (Jn 16.7).

El Espíritu Santo que habita en nosotros nos sirve como:

• Seguridad. En el momento de la salvación, somos sellados en Cristo por la tercera persona de la Trinidad. La presencia del Espíritu de Dios nos marca como hijos del Padre, y garantiza que perteneceremos a Él para siempre (Ef 1.13, 14).

• Ayudador. El Espíritu Santo provee sabiduría, conocimiento y entendimiento (1 Co 2.12). Por ser divino, conoce maneras de ayudarnos que ningún simple mortal puede siquiera imaginar. Él nos fortalece cuando estamos debilitados, y ora por nosotros cuando no sabemos cómo hacerlo (Ro 8.26).

• Guía. El Espíritu Santo puede dirigirnos apropiadamente pues conoce la verdad de cada situación, los corazones de las personas que nos rodean, y nuestros motivos y actitudes. Su guía será siempre correcta porque Él conoce la voluntad del Señor para nosotros (1 Co 2.9-11). Podemos confiar en lo que Él dice, pues no habla por su propia iniciativa, sino comunica lo que escucha del Padre (Jn 16.13, 14).

• Fuente de poder espiritual. El Espíritu libera su poder en nuestras vidas con el fin de que realicemos un servicio fructífero y vivamos en santidad (Ef 3.16). Esta autoridad divina está siempre a nuestra disposición si nos rendimos a su control.

El Espíritu santo es plenamente Dios, y vive dentro de nosotros para que llevemos a cabo los propósitos divinos del Dios trino. ¿Está usted siguiendo su dirección?

viernes, 28 de octubre de 2016

La promesa del Padre

La promesa del Padre

Leer | Hechos 1.1-8

La Biblia es un libro de promesas, cada una de las cuales está garantizada por la naturaleza inmutable del Señor (2 Co 1.20). Una promesa preciosa es que los que ponen su fe en el Señor Jesús como Salvador, no estarán solos jamás. Nuestro Padre celestial ha prometido enviar su Santo Espíritu para que habite dentro de cada creyente. La Biblia enseña que el Espíritu Santo es un miembro de la Trinidad, junto con Dios el Padre y Dios el Hijo.

La naturaleza trina de Dios es clara en varios pasajes de la Biblia. Por ejemplo, Génesis 1.1, 2 identifica al Padre y al Espíritu como participantes de la creación. Más tarde, el Nuevo Testamento afirma que Jesucristo también estuvo presente cuando el mundo fue creado (Col 1.16).

Encontramos otro ejemplo en el Evangelio de Juan. La noche antes de su crucifixión, Jesús dijo a los discípulos que se iría pero que iba a pedir al Padre que enviara “otro Consolador” (14.16). El Cristo resucitado comisionó después a sus seguidores a hacer discípulos y bautizarlos en el nombre de los tres miembros de la Trinidad (Mt 28.19).

Basándonos en la verdad bíblica, podemos saber a ciencia cierta que el Espíritu Santo es totalmente Dios, al igual que el Padre y el Hijo. La Biblia enseña que podemos conocer al Padre y a Jesús, y lo mismo puede decirse de la tercera persona de la Trinidad. Por la importancia del Espíritu Santo, el Señor Jesús pasó mucho tiempo hablando de Él con los discípulos.

¿Conoce usted al Espíritu Santo tan bien como conoce al Padre y al Hijo? Si no es así, pase tiempo leyendo la Biblia para comprender el lugar que Él tiene en su vida.

jueves, 27 de octubre de 2016

No más culpabilidad

No más culpabilidad

Leer | Romanos 5.8, 9

¿Por qué podemos decir que el Señor nos ha declarado “inocentes” de nuestro pecado? Lo primero que tenemos que entender es que este acto fue totalmente obra de Dios. Nosotros no podemos hacer absolutamente nada para eliminar la mancha de nuestro pecado. Es por esta razón que el Padre celestial envió a su Hijo al mundo.

El único pago satisfactorio por el pecado es la muerte (Ro 6.23), y porque Dios quiso salvarnos de ese castigo, proveyó la única salida. Dio el sacrificio perfecto: Su Hijo, Jesucristo (Ro 5.8).

¿Qué logró este acto misericordioso? Nos permitió acercarnos a Dios como hombres y mujeres puros, limpios y santos. Nuestra pureza no tiene nada que ver con algo que hayamos hecho; se debe exclusivamente al hecho de que hemos sido purificados por la sangre de Jesús. Es por eso que podemos decir que hemos sido “lavados en la sangre” —la única manera de quitar la mancha del pecado.

Cuando comenzamos una relación personal con el Señor Jesús, lo primero que sucede es que somos justificados; en otras palabras, Dios nos declara “inocentes”. Esto significa que, como creyentes, podemos estar en la presencia del Dios santo y perfecto, porque Él nos ve ahora como sus hijos. Cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo como Salvador, la pena por todos nuestros pecados —pasados, presentes y futuros— ha sido pagada, y nunca enfrentaremos la condenación de Dios (Ro 8.1).

Dé gracias a su Padre celestial hoy, no solamente porque ha perdonado su pecado, sino además por haberle liberado de la carga de culpabilidad.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Los sentimientos de culpa

Los sentimientos de culpa

Leer | Santiago 2.10

Piense en cómo se siente usted cuando hace algo incorrecto. Lo más probable es que el aguijón de su conciencia le haga sentirse culpable.

¿Qué es el sentimiento de culpa? Quizás piense que es una molesta sensación de que el Señor le va castigar, o un sentimiento de aislamiento por una oscura nube de remordimiento. Obviamente, hay diferentes maneras de enfrentar la culpa; determinar exactamente lo que es, nos permitirá avanzar en el camino hacia la madurez espiritual.

Cuando nuestra conducta contradice la guía del Espíritu de Dios que habita en nosotros, sentimos culpa. Dicho de otra manera, esta respuesta emocional revela que nos hacemos responsables por haber hecho algo malo, ya sea con un pensamiento, una acción, una palabra imprudente, o algo más.

Aunque es bueno tener esta alarma interior, tenemos que evitar la tendencia a sumergirnos en la vergüenza.

A veces, nos portamos tan mal que somos vencidos del todo por el remordimiento, y nos negamos a dejar que las olas del pesar pasen de largo. Podemos autocastigarnos caminando en esas agitadas aguas durante un tiempo.

Cuando lleguen esos momentos, debemos recordar que Jesucristo pagó la deuda por todos nuestros pecados. Esto significa que Él ya pagó el precio de nuestras faltas, y que hemos sido declarados “inocentes”. Nuestro pecado yace muerto en la cruz, lo mismo que nuestra culpa. Aunque debemos siempre asumir la responsabilidad de nuestras acciones, tenemos la libertad de hacerlo sin la carga de sentimientos de culpa.

Cómo superar una fe vacilante

Cómo superar una fe vacilante

Leer | Mateo 21.18-22

Dejar que nuestra fe vacile nos cierra a las bendiciones de Dios. Él no puede violar su propio principio dando respuesta a la oración de un escéptico. Por el contrario, los creyentes que han elegido tener fe, pueden tener la confianza de que el Señor les dará lo que pidan —o algo aun mejor.

Superar una fe vacilante requiere dos acciones: Primero, decidir creer que el Señor es digno de confianza. Los sentimientos de inseguridad están atados a nuestras circunstancias, pero nuestra mente y nuestro corazón pueden ser atados al Señor. “Me niego a seguir dudando de mi Dios” debe convertirse en el grito de batalla de los cristianos. Cuando Satanás nos susurre palabras de desaliento, podemos responder diciéndole que sabemos quién es nuestro Dios, y que Él hará lo que promete.

Segundo, sumérjase en la Palabra de Dios y medite en sus promesas. Cuando meditamos en las promesas del Señor, nuestra mente y nuestro espíritu se llenan de los pensamientos del Padre celestial y comenzamos a pensar como Él. Cada vez que nos alimentemos de la Palabra de Dios, debemos escribir notas y apartar tiempo para meditar en el pasaje. Luego, cuando enfrentemos circunstancias difíciles y nuestra fe comience a vacilar, podremos recordar las promesas de Dios y mantenernos firmes en nuestra decisión de confiar en Él.

Los creyentes que fortalecen su fe oran por cosas específicas, de acuerdo con las promesas de Dios. Y desde el momento en que la oración va al cielo podemos vivir a la expectativa de la respuesta del Señor. ¡La fe es una aventura grandiosa!

La fe vacilante

La fe vacilante

Leer | Santiago 1.2-8

El primer capítulo de Santiago enseña como responder adecuadamente ante las pruebas. En las circunstancias difíciles, el corazón se purifica y la fe se fortalece. Sin embargo, para responder de manera correcta, debemos pedir sabiduría a Dios. Santiago señala entonces un principio: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento” (v. 6). En otras palabras, no debemos dudar de que Dios responderá de la manera en que lo ha prometido. La fe vacilante pone trabas al plan de Dios.

El pecado no reconocido es, por lo general, una de las causas de la fe vacilante, que nos hace enfocarnos en las circunstancias antes que en Cristo. Pero la incertidumbre puede con frecuencia remontarse a nuestra débil vida de oración. Muchos creyentes hacen peticiones poco detalladas: “Señor, Tú sabes lo que está pasando conmigo, y lo que necesito”. Si un creyente no está seguro de lo que está pidiendo, simplemente no puede tener la confianza de que el Señor responderá.

Algunas veces nuestra necesidad es obvia, y podemos pedir a Dios por ella de inmediato. En otras circunstancias, debemos buscar su voluntad antes de que podamos saber cómo pedirle: “Padre, tú has prometido que si confío en ti y no me apoyo en mi propia prudencia, enderezarás mis veredas. Por tanto, estoy esperando instrucciones claras de ti”.

Puesto que Dios anhela que sus hijos tomen decisiones correctas, Él se ha comprometido a mostrarnos su voluntad cuando se la pidamos. Sea lo que sea que Él ponga en su corazón, comience a orar de manera específica y a obedecer fielmente.

El riesgo de obedecer a Dios

El riesgo de obedecer a Dios

Leer | Lucas 5.1-11

Como cristianos, podemos desperdiciar nuestras vidas junto a las orillas de la fe, sin aventurarnos jamás a entrar a aguas más profundas. Allí tenemos poca necesidad del Señor. Después de todo, estamos a salvo en la playa, lejos del peligro de las grandes olas y las tormentas. Pero los creyentes que se introducen en las aguas de la obediencia, llegan a necesitar a Dios desesperadamente.

Al lanzarse a alta mar, el cristiano renuncia a tener el control de su vida. Deja de tratar de controlar su propio destino, ya sea en lo profesional y financiero, o en su participación en la iglesia. Dios es el Capitán del barco, mientras que el creyente es el obediente marinero. ¿Vendrán tormentas? Sí. ¿Hará el capitán peticiones difíciles algunas veces? Sí. ¿Se sentirá asustado algunas veces el marinero? Sí. Pero el cristiano obediente tiene una experiencia de Cristo mucho más estrecha que la que podrá tener el cristiano que se quedó en la playa.

El creyente dice: “He entregado mi vida a Cristo”. Pero vivir de verdad esas palabras es más difícil, pues humanamente queremos conservar cierto control en caso de que Dios no se ocupe de nuestros asuntos de la manera en que nos agrada. Muchos cristianos se contentan con solo sumergirse superficialmente en la fe, pues tienen miedo de que la vida no les resulte de acuerdo a sus planes. Dios puede hacer mucho más con una vida obediente que con una vida protegida de riesgos.

La vida cristiana se vuelve emocionante cuando nos metemos en aguas tan profundas, que nuestros pies ya no tocan el fondo. Entonces debemos mantenernos firmes agarrados de las promesas de Dios.

¿Cuánto esta arriesgado?  ¿Cuánto esta obedeciendo?

martes, 25 de octubre de 2016

Nuestras necesidades básicas

Nuestras necesidades básicas

Leer | Salmo 107.9

Toda persona es una creación hermosa y especial, junto con necesidades y deseos particulares. Hay, no obstante, algunas necesidades que podemos llamar universales. Son cosas que todas las personas necesitan en sus vidas:

1. Sentido de pertenencia. Todo el mundo anhela formar parte de algo. El regocijo que usted siente cuando está rodeado de familiares y amigos, es una evidencia de esta verdad. El malestar asociado con mudarse a un trabajo o una casa donde nadie le conoce, revela cuán poderosa es esta necesidad en nuestras vidas.

2. Sentido de valía. Para todos nosotros es muy importante poder decir: “Yo soy valorado”. Sin embargo, muchas personas no están convencidas de que esto sea verdad, pues una baja autoestima les ha robado el gozo del Señor en sus vidas.

3. Sentido de competencia personal. Necesitamos saber con certeza que podemos realizar las tareas que Dios pone delante de nosotros. La falta de confianza en su poder y su provisión en nuestras vidas, puede ser desastrosa.

Cristo respondió a cada una de estas necesidades en la cruz, y por tanto, hoy formamos parte de la familia de nuestro Padre celestial. Tenemos valor porque Jesús pagó un gran precio por nuestra salvación. Y somos competentes porque Dios ha enviado a su Santo Espíritu para habitar en nosotros y darnos poder.

La carencia de alguna de estas áreas tendrá un impacto negativo en el crecimiento espiritual del creyente. ¿Está usted luchando con alguna de ellas? Exponga sus necesidades delante del Señor hoy, y confíe en que Él le hará la persona que quiere que usted sea.

Cómo impactar a otros para Cristo

Cómo impactar a otros para Cristo

Leer | Colosenses 4.6

Por nuestro deseo de impactar a quienes nos rodean, a menudo nos inspiramos en el ejemplo de personas que han influenciado nuestras vidas. Muchos hemos conocido a hombres o mujeres que crearon en nuestras almas el hambre de conocer más a Dios. Al ver la diferencia que marcaron en nuestra vida, podemos preguntarnos si podremos alguna día tener esa clase de influencia en los demás.

La respuesta es sí, porque Dios mora en cada creyente, haciendo posible que cualquiera de nosotros sea útil. Puede ser tan fácil como decir palabras amables. Si usted nota que alguien está deprimido o atribulado por las circunstancias que se están dando en su vida, tiene la oportunidad de decirle: “Quiero que sepas que aunque las cosas lucen sombrías en este momento, estoy orando por ti. Vas a salir bien de esto”. Puede que esto no suene elocuente o profundo, pero imagínese a usted mismo recibiendo ese aliento en un momento de necesidad. Entonces tendrá una idea de cuán importantes pueden ser esas palabras.

Otra manera de lograrlo, es por medio de la iglesia a la cual asiste. Cada semana, cuando da su contribución en esa congregación para el ministerio de Jesucristo, el Señor utiliza su ofrenda de maneras que usted nunca podría medir. Él sabe cómo multiplicar lo que usted da, para que vaya mucho más lejos de lo que ve.

Puesto que Dios quiere que todos los creyentes tengamos un impacto para su reino, Él espera que usted use las habilidades y oportunidades que le ha dado. ¿Por dónde comenzar? Allí mismo donde está ahora —empiece a hacerlo iluminando el lugar donde vive.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Nuestro círculo de influencia

Nuestro círculo de influencia

Leer | Mateo 5.14-16

Es lamentable darse cuenta de que hay muchas personas cuyas vidas carecen de un propósito verdadero. Cabría esperar eso de quienes no conocen a Dios, pero como creyentes debemos dar testimonio con nuestras vidas de que Dios tiene un propósito específico para cada persona. Al pensar en lo que Él ha invertido en nosotros, no debería sorprendernos el que podamos impactar de una manera poderosa a quienes están en nuestro círculo de influencia.

En el pasaje de hoy, el Señor Jesús describe a los creyentes como luz, y nos llama a ser un reflejo de Él en una cultura oscurecida por el pecado. Así como la luna refleja la luz del sol, somos llamados a dejar que la verdad y la hermosura del Cristo que vive en nosotros, brille a través de nuestra conducta, conversación y carácter. Al hacerlo, tenemos que repudiar el pecado porque éste debilita nuestra luz, de la misma forma en que sucede con la suciedad sobre el cristal de una linterna.

Nuestra influencia sobre los demás debe ser intencional. Debemos preguntarnos a nosotros mismos a qué personas estamos impactando. ¿Estamos, en realidad, marcando una diferencia en la vida de alguien? El hecho es que podemos influenciar de muchas maneras. Por ejemplo, piense en el impacto de la oración. Las posibilidades que nos brinda son inmensas —los frutos de la oración pueden extenderse hasta los lugares más remotos de la Tierra cuando estamos de rodillas delante del Señor.

Nunca subestime su alcance y su círculo de influencia cuando es obediente a Dios. Si se somete a Él, experimentará lo que significa ser “la luz del mundo”.

lunes, 17 de octubre de 2016

El impacto duradero del creyente

El impacto duradero del creyente

Leer | Mateo 5.13

A todos nos gustaría ser recordados como personas que dejaron una huella buena y duradera en las vidas de los demás. El problema es que tendemos a ser tan egocéntricos, que pocas veces impactamos positivamente a quienes están más cerca de nosotros.

Nuestro éxito en influenciar las vidas de los demás, dependerá de nuestra condición espiritual. Pues lo que le interesa a nuestro Padre celestial, es el impacto espiritual que tengamos sobre otros.

Para ilustrar la influencia que debemos tener en los demás, el Señor Jesús utilizó el ejemplo de la sal, un producto casero familiar que altera a todo lo que toca. El Señor enseñó que la sal debe mantener su pureza e integridad para tener un efecto duradero. De la misma manera, nosotros debemos conservar nuestra pureza amando las cosas de Dios, en vez de amar las cosas de este mundo (1 Jn 2.15). Para que así, cuando las personas vean nuestras vidas transformadas, sean influenciadas poderosamente.

La sal da gusto a la comida y la preserva. Cuando la rociamos sobre algo sin sabor, la comida se vuelve mucho más agradable. De la misma manera, estamos llamados a dar sabor a las vidas de las personas que nos rodean, utilizando nuestras acciones y nuestras palabras para dirigir su atención a Cristo. La sal no se transforma a sí misma. Ella mejora solo lo desabrido o carente de sabor verdadero.

Nunca olvide que usted tiene la capacidad de influenciar a los demás, ya sea para bien o para mal. Puesto que somos seguidores de Cristo, nuestra tarea es dar sabor al mundo, de modo que sea impactado de maneras positivas que honren a Dios.

sábado, 15 de octubre de 2016

Dios revela su presencia

Dios revela su presencia

Leer | Salmo 42.1-5

¿Cómo da Dios a conocer su presencia en las vidas de sus hijos? Aunque esta pregunta no tiene la misma respuesta para todo el mundo, Dios tiene varias maneras de hacerlo.

Por ejemplo, puede interrumpir un sueño profundo en medio de la noche. Muchas veces, yo me he despertado con la plena seguridad de que el Señor Jesús estaba allí conmigo, dándome respuestas a algunas inquietudes del día. ¿Lo vi o escuché una voz? No. Pero ¿sabía que estaba allí? ¡Claro que sí!

Dios también da a conocer su presencia por medio de la dirección instantánea. En cada paso del camino, y decisión tras decisión, Él nos guía adonde Él quiera que vayamos. Y, muy a menudo, el Señor se nos revela dándonos una palabra tan clara que sabemos, sin ninguna duda, que vino de Él. ¿Cuántas veces hemos estado leyendo un pasaje de la Biblia cuando, de repente, parece encenderse una luz en nuestra mente? El Espíritu Santo de Dios puede darnos una compresión repentina de una nueva verdad, o revelarnos claramente la solución en cuanto a una decisión difícil.

Otra manera en que Dios se manifiesta, es por medio de las tragedias de la vida. ¿Puede usted pensar en alguna oportunidad en que haya estado tan afligido que ni siquiera podía moverse, pero de alguna manera encontró las fuerzas y la valentía para seguir adelante, a pesar del sufrimiento? Es posible que se haya maravillado al descubrir esa fortaleza, y preguntado de dónde procedió. Vino de Aquel que está siempre dentro de nosotros, fortaleciéndonos. Lo único que tenemos que hacer, es decir: “Señor, te necesito en este momento”. Él está allí —siempre.

jueves, 13 de octubre de 2016

La presencia poderosa de Dios

 
La presencia poderosa de Dios

Leer | Jeremías 1.6-10


¿Cuándo fue la última vez que usted sintió la presencia de Dios? ¿Cuándo fue la última vez que tuvo la convicción real, y no solamente intelectual, de que Dios estaba morando en usted de una manera personal?

Si usted es como muchos creyentes hoy, es posible que haya pasado mucho tiempo desde que realmente sintió su presencia. Muchas personas viven cada día sin tener una verdadera percepción de la cercanía de Dios.

Vemos en la Biblia, que cuando Dios llamaba a alguien a su servicio, lo primero que Él hacía era recordar a esa persona su presencia permanente. Vemos ejemplos de esto en las historias de Moisés (Ex 3.11, 12), Josué (Jos 1.1-9), Gedeón (Jue 6.12) y Jeremías (Jer 1.6-8), para nombrar apenas a unos pocos. Todas las veces que Dios llamó a la acción a uno de sus siervos, su mensaje fue: “Puedes ser fuerte y valiente porque yo estoy contigo. Tendrás la victoria, no por tus habilidades, tu fuerza, tu destreza, tu armadura, tus dones o tu dedicación; será absolutamente por mi presencia. Puedes ser fuerte porque yo seré fuerte en y a través de ti”.

El Señor aseguraba su presencia una y otra vez a sus seguidores, para que pudieran recordar la razón por la que podían tener confianza. Y Él quiere hacer lo mismo con usted.

El Señor sabe lo difícil que puede ser la vida, y está consciente de los detalles de todas las luchas que usted enfrentará. Como creyentes en Jesucristo podemos tener la confianza de que nuestro Padre celestial cumplirá su Palabra. Él está ahora mismo con nosotros, y lo estará siempre (He 13.5, 6).

miércoles, 12 de octubre de 2016

Cómo buscar al Señor

Cómo buscar al Señor

Leer | COLOSENSES 3.1, 2

La mayoría de la gente tiene la idea de que el cristianismo consiste en orar, dar, compartir la fe y ser buenos. Pero la fe genuina es también el anhelo diario de tener más conocimiento de Dios y pasar tiempo con Él. El espíritu del creyente puede estar satisfecho con la presencia de Jesucristo viviendo en su interior, y aun así tener sed de una comunión más profunda con Él. Uno de los principios básicos del cristianismo es que, cuanto más sabemos del Señor, más queremos conocerlo. Si queremos buscar a Dios en vez de las riquezas terrenales, entonces nuestro deseo de Él debe ser más fuerte que cualquier otro anhelo que tengamos.

Ayer vimos que recibimos las “cosas buenas” de la vida —lo que Dios desea para nosotros— cuando le buscamos. Una mente puesta en la búsqueda del éxito material desaprovechará la senda espiritual plena. No obstante, buscar al Señor no implica abandonar los planes y los sueños; significa que sujetamos nuestras esperanzas a su voluntad.

Cuando nos esforzamos por conocer a Dios, nuestros deseos cambian para reflejar los de Él. Nuestro Padre, a cambio, se responsabiliza por sus hijos y pone las metas que tenemos a nuestro alcance. Nos da todas cosas que nuestro corazón, moldeado por Dios, anhela.

¿Cómo puede el cristiano ocuparse del Dios que suplirá todas sus necesidades? Estudiando su Palabra y esperando su dirección.

Cuando recibimos un nuevo conocimiento de Él, nuestro deseo del Señor se encenderá como las ramas secas tocadas por una llama. Y cuanto más busquemos saber de Él, más desearemos saber.

martes, 11 de octubre de 2016

Las consecuencias del pecado

Las consecuencias del pecado

Leer | GÁLATAS 5.19-25

Si usted plantara varias semillas de manzana, ¿qué cosecharía? ¡Manzanas, por supuesto! Es absurdo plantar semillas de manzana y esperar tener una cosecha de naranjas, ¿no es así?

Ahora bien, si usted plantara semillas de pecado en su vida, ¿qué cosecharía? Por desgracia, el resultado es tan lógico como la consecuencia de sembrar semillas de manzana.

¿Por qué, entonces, es tan obvia la respuesta cuando hablamos de frutas, pero tan evasiva cuando se trata del pecado en nuestras vidas? Muchas personas que se involucran sin restricciones en actividades pecaminosas, se sienten sorprendidas y consternadas cuando descubren las consecuencias desastrosas.

¿Por qué se sorprenden? Probablemente porque nunca piensan que están sembrando semillas de pecado; en vez de eso, se ven a sí mismas simplemente como “pasando un buen rato”.

Esta es una maniobra característica de Satanás. Con la tentación, el diablo ofrece siempre una cosa, pero después da algo totalmente diferente. Lo bueno que creemos que estamos recibiendo se vuelve amargo antes de que podamos disfrutarlo totalmente. Es así porque el diablo no puede dar gozo duradero; lo único que sirve son mentiras y destrucción.

Lea el pasaje de hoy y pregúntese a sí mismo: ¿Estoy plantando semillas de la carne o semillas del Espíritu? ¿Quiero cosechar las consecuencias del pecado, o quiero una cosecha de fruto espiritual?

Simplemente, no hay comparación entre las dos opciones. En realidad, podría decir que es la misma diferencia que hay entre manzanas y naranjas.

sábado, 8 de octubre de 2016

Cuando las puertas se cierran

Cuando las puertas se cierran

Leer | HECHOS 16.6-10

Dios tiene el poder de abrir cualquier puerta. Sin embargo, Él puede decidir que aquellas que nos parecen importantes sigan cerradas. ¿Por qué permite el Señor que sea así?

• Por nuestra protección. Él podría estar evitando que cometamos un error. Cuando actuamos por nuestra propia cuenta, es posible que no tengamos el conocimiento suficiente para tomar decisiones correctas.

• Por redirección. Dios pudiera estar enviándonos por un camino nuevo. Su plan podría incluir mayores oportunidades, una satisfacción más grande, más productividad, un período de sufrimiento, o una oportunidad para glorificar su nombre. El Señor cerró las puertas en Asia para que el apóstol Pablo ministrara en el continente de Europa. Su obediencia llevó al establecimiento de iglesias en Filipos, Tesalónica y Corinto. Aunque Pablo experimentó muchos sufrimientos, también conoció el gozo de participar en la obra de Dios.

• Para probarnos. Cuando Dios dice “No”, nuestra fe es probada, y descubrimos lo que creemos de Él y sus planes.

• La perseverancia. Cuando las puertas se cierran, tenemos la oportunidad de desarrollar tenacidad. Romanos 5.3-5 nos dice que debemos “gloriarnos en las tribulaciones”, por los resultados positivos que el Señor producirá por medio de ellos.

• El tiempo correcto. A veces, nuestro Padre celestial pone señales de alto en nuestro camino para hacer su voluntad en el tiempo perfecto.

• La desobediencia. La rebeldía en el pasado puede afectar las experiencias y las bendiciones futuras.

Cuando una puerta se cierre, espere en el Señor y pregúntele cuál es su propósito.

viernes, 7 de octubre de 2016

Obstáculos de la gracia divina

Obstáculos de la gracia divina

Leer | Santiago 4.1-6

Sabemos por medio de las Sagradas Escrituras que Dios derrama continuamente bendiciones sobre sus hijos. Pero la mayoría de los creyentes no siempre siente que sea así. ¿Qué podría estar impidiendo el flujo de la gracia divina?

Proverbios 6.16-19 ofrece una lista de siete cosas que Dios aborrece. Ciertas actitudes y conductas son consideradas detestables para Él, y la primera que se menciona es la soberbia.

Nada obstaculiza tanto el crecimiento espiritual como un espíritu soberbio. Por eso Dios lo considera una abominación. La soberbia desordena las prioridades, de tal manera que nos convertimos a nosotros mismos en la prioridad, en vez del Señor.

En toda la Biblia encontramos muchos ejemplos de este pecado. Por ejemplo, la serpiente convenció a la primera mujer de que si comía del fruto prohibido, sería como Dios (cp. Gn 3.5). Eso le sonó bien a Eva, quien evidentemente pensó que merecería ese alto honor. Por tanto, ella y Adán comieron el fruto, y con ello trajeron toda suerte de destrucción y sufrimiento al mundo.

Si usted ha estado sufriendo a la espera de la bendición de Dios para su vida, un buen primer paso es pedir al Señor que le muestre cualquier aspecto de su vida que esté contaminado por la soberbia. Los brazos de Dios están llenos de bendiciones que desea darle. Como dijo el predicador D. L. Moody: “Dios no envía a nadie vacío, excepto a quienes están llenos de sí mismos”. Usted puede comenzar dejando su orgullo al pie de la cruz. Entonces su vida podrá rebosar de bendiciones.

jueves, 6 de octubre de 2016

Un ejemplo de servicio

Un ejemplo de servicio

Leer | FILIPENSES 2.1-7

El Señor Jesús desafió las expectativas que tenía el mundo en cuanto al Mesías. Muchos judíos de aquel tiempo aguardaban la llegada de un rey poderoso que los liberaría de los romanos -—estaban listo para servir y adorar esa clase de mesías. En cambio, el Salvador era un hombre humilde que no lo pensó dos veces para lavar unos pies sucios.

Aunque Jesucristo pudo haber borrado la presencia romana de la región, y luego ser glorificado como un gobernante terrenal, Él fue muy claro en cuanto a su razón para estar aquí: vino a servir, no a ser servido (Mt 20.28).

De hecho, Pablo se refiere al Señor Jesús como un trabajador de la clase más baja —un esclavo. Este tipo de trabajador era responsable de las tareas más humildes de la casa, incluyendo el lavado de los pies. Cristo vino al mundo preparado para hacer el trabajo que fuera necesario, para llevar a los hombres a conocerle como Salvador. El Señor valora cada alma.

Zaqueo, un despreciado cobrador de impuestos, recibió su atención y su amor, como también el fariseo Nicodemo y el joven rico (Lc 19.1-10; 18.18-25; Jn 3.1-8). El Señor Jesús también pasaba tiempo con la gente del peldaño más bajo de la escala social, sanando a los enfermos y afligidos, y hablando con los niños.

La vida de un siervo no está enfocada en sí mismo, sino en Dios y su obra. La Biblia nos llama a servir al Padre, siguiendo las pisadas del Hijo. Los creyentes nunca deben referirse a Jesús como débil; pero los que van tras la definición de éxito que tiene el mundo, probablemente sí lo harían. ¿Está usted preparado para aceptar la humilde posición de un siervo?

Poner la otra mejilla

Poner la otra mejilla

Leer | LUCAS 6.27, 28

Inmediatamente después de su arresto, Jesús fue interrogado por el sumo sacerdote. Cuando dio una respuesta “no satisfactoria”, uno de los oficiales lo golpeó en el rostro. En vez de ofrecer literalmente la otra mejilla para que se la abofeteara, el Salvador cuestionó serenamente la injusta acción del hombre. El Señor no se defendió ni respondió de manera agresiva, pero se negó a aceptar el abuso, a pesar de que iba a recibir más (Jn 18.21-23).

El pasaje de la Biblia que nos dice que pongamos la otra mejilla perturba a muchos cristianos. ¿Debemos quedarnos quietos mientras alguien nos golpea física o emocionalmente? No. Pero no debemos responder con la misma moneda. Sin duda, el orgullo provocará el deseo de que nos venguemos del colega que nos avergonzó en una reunión, o del miembro de nuestra familia que nos dijo palabras hirientes. Pero no debemos devolver mal por mal o insulto por insulto, sino más bien bendecir (cp. 1 P 3.9).

En la práctica, la situación determinará la forma que tomará nuestra respuesta. Puede ser que necesitemos ignorar las acciones de la otra persona, alejarnos de la situación, o confrontar a nuestro enemigo —la confrontación destinada a lograr entendimiento y reconciliación está bien. De hecho, el Señor Jesús nos enseña que convirtamos a los antagonistas en amigos por medio de la conversación respetuosa (Mt 18.15). Preguntarle: “¿Por qué tienes ese sentimiento contra mí?”, puede revelar el poder del amor incondicional para ayudar a un alma que sufre, a pesar del potencial que tiene para herirnos.

¿Pudiera Dios estarle llamando a mostrar este amor agape?

Bendecir a nuestros enemigos

Bendecir a nuestros enemigos

Leer | LUCAS 6.27, 28

Cuando nos llegan noticias de la iglesia perseguida, sabemos de cristianos que, a pesar de ser golpeados, acosados y encarcelados, responden con una gracia y una dignidad inimaginables. Estos creyentes han aprendido a aplicar el mandamiento de Cristo de “amar a los enemigos”, aun en las circunstancias más difíciles.

Puede ser que nosotros nunca enfrentaremos una golpiza por nuestra fe, pero nos encontraremos con personas que nos odien y nos traten mal. La respuesta fácil y natural es que los detestemos como contrapartida, pero albergar mala voluntad hace que el resentimiento sofoque nuestro testimonio. En vez de eso, el Señor Jesús nos manda que amemos a nuestros enemigos y que los tratemos bien. La palabra griega es agape —que significa “amor incondicional”. El amor agape requiere de nuestra voluntad y esfuerzo. Cuando decidimos amar, nuestros sentimientos obedecen la decisión de nuestra mente.

Responder de una manera positiva a un enemigo será beneficioso para esa persona. Dios tiene en mente un plan redentor para esa vida, y nosotros tenemos la oportunidad de mostrarle el camino al Señor. Una respuesta agria o airada de nuestra parte, solo servirá para aumentar el deseo de nuestro enemigo de causarnos daño.

El impulso natural de devolver mal por mal, solo puede ser dominado por medio de la oración, el arma más poderosa de nuestro arsenal. En vez de rogarle al Padre que derrote a nuestro enemigo, podemos pedirle la oportunidad de expresar un amor genuino a la manera de Cristo ante la oposición. Esa es la clase de oración que Él se deleita en contestar.

martes, 4 de octubre de 2016

Bendecir a nuestros enemigos

 
Bendecir a nuestros enemigos

Leer | LUCAS 6.27, 28

Cuando nos llegan noticias de la iglesia perseguida, sabemos de cristianos que, a pesar de ser golpeados, acosados y encarcelados, responden con una gracia y una dignidad inimaginables. Estos creyentes han aprendido a aplicar el mandamiento de Cristo de “amar a los enemigos”, aun en las circunstancias más difíciles.

Puede ser que nosotros nunca enfrentaremos una golpiza por nuestra fe, pero nos encontraremos con personas que nos odien y nos traten mal. La respuesta fácil y natural es que los detestemos como contrapartida, pero albergar mala voluntad hace que el resentimiento sofoque nuestro testimonio. En vez de eso, el Señor Jesús nos manda que amemos a nuestros enemigos y que los tratemos bien. La palabra griega es agape —que significa “amor incondicional”. El amor agape requiere de nuestra voluntad y esfuerzo. Cuando decidimos amar, nuestros sentimientos obedecen la decisión de nuestra mente.

Responder de una manera positiva a un enemigo será beneficioso para esa persona. Dios tiene en mente un plan redentor para esa vida, y nosotros tenemos la oportunidad de mostrarle el camino al Señor. Una respuesta agria o airada de nuestra parte, solo servirá para aumentar el deseo de nuestro enemigo de causarnos daño.

El impulso natural de devolver mal por mal, solo puede ser dominado por medio de la oración, el arma más poderosa de nuestro arsenal. En vez de rogarle al Padre que derrote a nuestro enemigo, podemos pedirle la oportunidad de expresar un amor genuino a la manera de Cristo ante la oposición. Esa es la clase de oración que Él se deleita en contestar.

lunes, 3 de octubre de 2016

Obstáculos del éxito

Obstáculos del éxito

Leer | GÁLATAS 6.9, 10

No importa lo cuidadosamente que planifiquemos nuestro tiempo, encontraremos obstáculos de vez en cuando. Pueden ser interrupciones, errores de comunicación, cancelaciones o demoras. No tenemos ningún control sobre muchas de estas situaciones, pero podemos resolver ciertas clases de escollos.

Por ejemplo, podemos ajustar las prioridades. Pensemos en la frecuencia con que dejamos que los demás determinen cómo usar nuestro tiempo. En vez de mantener una agenda centrada en Dios, podemos estar respondiendo a las exigencias de otras personas al permitirles que decidan nuestras actividades, sin tener en cuenta la intención del Señor para nosotros.

Las circunstancias pueden también determinar nuestra agenda, si lo permitimos. Pero no podemos tener éxito en la vida si nos permitimos alejarnos de lo que Dios quiere. Invertir tiempo en la Palabra de Dios y aprender cómo obra el Señor, deben ser parte integral de nuestro día.

Otro obstáculo para alcanzar nuestra meta es el aplazamiento de nuestras responsabilidades. Todos experimentamos esto en algunas ocasiones, pero para algunos de nosotros, posponer las cosas se ha convertido en un hábito. Cuando ese es el caso, el éxito nos evadirá mientras perdamos el tiempo.

Un tercer obstáculo que podemos vencer es la falta de concentración. Para tener éxito, debemos concentrar nuestra mente en una tarea específica y no dejarla hasta terminarla. Tener una motivación fuerte para cumplir el plan del Señor es útil, ya que así nos esforzamos por terminar lo que valoramos y deseamos.

domingo, 2 de octubre de 2016

El uso del tiempo para el éxito

El uso del tiempo para el éxito

Leer | EFESIOS 5.15-17

Como seguidores de Cristo, tener éxito a los ojos de Dios es el único logro que importa. A veces, sin embargo, el éxito parece evadirnos. Cuando eso sucede, examinar lo que pensamos y cómo estamos usando nuestro tiempo, puede ayudarnos a avanzar. Hay una relación entre el éxito espiritual y la manera en que utilizamos el tiempo. Para llegar a ser la persona que Dios quiere que seamos, y para cumplir con las tareas que Él quiere que hagamos, debemos manejar nuestro tiempo con cuidado.

El tiempo es un regalo que Dios nos ha dado, y somos responsables ante Él por nuestra manera de usarlo. Necesitamos reconocer que es una provisión del Señor para que lo utilicemos de maneras que cumplan con su plan. Revisar de manera regular nuestra agenda, nos ayudará a asegurarnos de que estamos invirtiendo este precioso recurso como Él desea.

Tome un momento para revisar sus planes para el resto de la semana, y hágase las siguientes preguntas:

1. ¿Revelan mis planes un uso sabio de mi tiempo, acorde con los requisitos de Dios?

2. ¿Dónde voy a terminar si continúo usando mi tiempo en las mismas actividades en que estoy involucrado ahora? ¿Será eso lo que Dios quiere que yo sea?

3. ¿Qué estaré logrando para el reino de Dios si sigo usando mi tiempo de esta manera?

4. ¿La manera como uso mi tiempo me ayuda a acercarme más al cumplimiento del propósito de Dios para mí, es decir, mi transformación a la semejanza de Cristo?

Responda a lo que el Espíritu Santo le revele en cuanto a su agenda, para que pueda hacer un uso sabio de su tiempo.

viernes, 30 de septiembre de 2016

La condición de Dios para su bendición

La condición de Dios para su bendición

Leer | ROMANOS 12.1, 2

Si las personas fueran sinceras, muchas dirían que su cristianismo apenas se parece a la experiencia de fe que Dios ha prometido. Luchan una y otra vez con los mismos pecados, se quejan de que Dios rara vez responde las oraciones, y se preguntan por qué no les ha concedido los deseos de su corazón. De cualquier forma, la mayoría de los creyentes nunca dejan de preguntar: ¿Por qué Dios no me bendice?

La respuesta a esa pregunta puede revolucionar nuestra vida si estamos dispuestos a cumplir con la condición de Dios para bendecirnos. Hemos sido creados con la capacidad de experimentar lo mejor del Señor en todos los aspectos de la vida, pero para que eso suceda, debemos ofrecernos en sacrificio vivo. En otras palabras, debemos separarnos del mundo y darnos a Dios para sus propósitos.

No se deje engañar por la creencia común en cuanto a lo que debe ser un siervo. Dios no llama a los débiles a estar sometidos a los poderosos. En realidad, los creyentes somos las personas más libres del mundo, porque tenemos la confianza de que nuestro Padre celestial nos dará lo mejor a cambio de nuestra entrega a Él. Es posible que lo mejor de Dios no siempre parezca interesante al comienzo, pero la experiencia nos enseña que Él dirige todas las cosas para nuestro provecho (Ro 8.28).

Nunca podemos estar satisfechos con menos de lo mejor del Señor. Evitar nuestro sometimiento a Él dará como resultado años malgastados buscando sus bendiciones. En cambio, nuestros corazones se llenan de paz y gozo cuando nos acercamos a Él.

jueves, 29 de septiembre de 2016

El dolor de la amargura

El dolor de la amargura

Leer | 1 SAMUEL 13.5-14

La amargura nunca es la respuesta apropiada para un hijo de Dios. Envenena la mente, las emociones y el espíritu. ¿Cuándo echó raíces en Saúl esta actitud de resentimiento? Veamos dos acontecimientos en su vida:

Saúl no podía ir a la batalla hasta que Samuel llegara para ofrecer el holocausto como Dios le había mandado. Pero, antes de que el profeta llegara, los hombres de Saúl se acobardaron y comenzaron a desertar, por lo que el rey tomó medidas e hizo la ofrenda sagrada él mismo. Pudo haber pensado: Esto tiene que hacerse sin demora. ¿Por qué no puedo hacerlo yo? No fue capaz de ver la necesidad de obedecer el mandamiento divino. Dios vio esto como un grave acto de rebeldía, que trajo un juicio: el reino de Saúl no duraría. Dios designaría a alguien para gobernar, en vez de los descendientes de Saúl. Imaginemos la reacción de Saúl al enterarse de que el reino no iba a pertenecer a su familia.

En la guerra contra los amalecitas, el rey Saúl dejó de obedecer, otra vez, las instrucciones del Señor. Cuando Samuel lo confrontó en cuanto a su transgresión, mintió diciendo que había obedecido. Después, sin embargo, trató de justificar su desobediencia. Su corazón no arrepentido apesadumbró al Señor, lo cual dio lugar a más juicio: él, el rey, fue esta vez rechazado por Dios (1 S 15.10, 11, 26). Creo que Saúl comenzó a amargarse, al darse cuenta de que su desobediencia le costaría el reino.

Asegúrese de llevar de inmediato al Señor sus frustraciones y su ira. Tráigalas delante de Él, y pídale que le ayude a dejarlas. Su salud espiritual depende de eso.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Comentario Biblico de Matthew Henry Génesis 36

Génesis 36
Esaú y sus descendientes.
El relato de este capítulo muestra la fidelidad de Dios a la promesa dada a Abraham. 
Aquí Esaú es llamado Edom, el nombre que mantiene el recuerdo de la venta de su primogenitura por un plato de guisado. Esaú siguió siendo el mismo profano que desprecia las cosas celestiales. 
En la prosperidad y honor exterior los hijos del pacto suelen estar atrás y aquellos que están fuera del pacto son los que toman la delantera. Podemos suponer que es una prueba de la fe del Dios de Israel, el oír de la pompa y poderío de los reyes de Edom, mientras ellos eran esclavos en Egipto; pero quienes buscan grandes cosas de Dios deben contentarse con esperarlas; el tiempo de Dios es el mejor tiempo. 
El monte de Seir es llamado la tierra de su propiedad. Canaán era en esta época solamente la tierra prometida. Seir era posesión de los edomitas. 
Los hijos de este mundo tienen todo en la mano y nada de esperanza, Lucas 16: 25, mientras que los hijos de Dios tienen todo en la esperanza y casi nada en la mano. Pero, consideradas todas las cosas, es incomparablemente mejor tener Canaán en la promesa, que el monte de Seir como posesión.

El peligro de la amargura

El peligro de la amargura

Leer | 1 SAMUEL 18.1-30

El rey Saúl lo tenía todo: la unción de Dios; al profeta Samuel para guiarlo; el poder y la riqueza del reino de Israel; la aprobación del pueblo. Sin embargo, murió amargado. ¿Qué pasos lo llevaron a su caída?

• La ira. Cuando Goliat fue derrotado, la multitud alabó a Saúl como quien había matado a miles, pero a David como quien había acabado con diez miles. Pero en vez de alegrarse de que Dios había levantado a alguien para matar al gigante, Saúl se enojó con David por recibir más alabanza que él.

• La forma equivocada de pensar. El violento temperamento de Saúl afectó su mente, y empezó a sospechar de los motivos de David. Comenzó a pensar que, ya que el Señor estaba con David, el joven quería apoderarse del reino.

• El temor. Este sentimiento llevó a Saúl a tratar de destruir a David.

• El rechazo. El rey echó a David de su presencia.

• El pánico. El temor de Saúl creció con los éxitos militares de David, y con el creciente amor del pueblo por el joven.

• El proceder engañoso. En dos ocasiones, el rey trató de manipular a David ofreciéndole una de sus hijas en matrimonio. Inclusive maquinó para que los filisteos mataran a David, pero falló. La reacción de Saúl fue convertirse en enemigo de David por el resto de su vida. De allí en adelante, la amargura lo controló.

Aunque los detalles de nuestras vidas son diferentes a los de Saúl, los pasos que llevan a la amargura son los mismos. Si usted está batallando con este sentimiento, acuda al Señor, arrepiéntase de su pecado y sea libre.

martes, 27 de septiembre de 2016

Consecuencias de toda debilidad incontrolable

Consecuencias de toda debilidad incontrolable

Leer | ROMANOS 6.17-23

Es normal que los niños, en algún momento, tomen conciencia de que se están volviendo más fuertes. Los padres, por lo general, animan a sus hijos a aumentar sus fuerzas y a vencer cualquier debilidad. Algunos jóvenes lo hacen, pero otros actúan con indiferencia o se sienten derrotados aun antes de comenzar.

Todos tenemos debilidades. ¿Cómo respondemos a ellas? ¿Elaboramos un plan para vencerlas? ¿Fingimos que no son importantes, o nos rendimos a ellas fácilmente? Ninguna de estas respuestas es la que Dios desea de nosotros. Él quiere que nuestras debilidades nos recuerden que dependemos totalmente de su fuerza, y también la gran necesidad que tenemos de Él. Su plan para nosotros es que nuestras debilidades nos motiven a relacionarnos más con Él.

Si no manejamos adecuadamente las áreas en las que no somos fuertes, podemos herirnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean. Debemos volver a Dios para pedirle que se ocupe de nuestras debilidades, de manera que no dominen nuestras vidas.

Sansón fue un hombre apartado y equipado por Dios para propósitos divinos. Pero tenía una debilidad sin control; vivió desenfrenadamente hasta que eso destruyó su trabajo para el Señor (Jue 13−16). Nosotros, como seguidores de Cristo, también hemos sido separados para la obra de Dios, y equipados por Él. Debemos prestar atención a la advertencia sobre la vida de Sansón, y volvernos rápidamente a Dios cada vez que aflore nuestra debilidad. Demorar en hacerlo podría significar el desastre.

lunes, 26 de septiembre de 2016

La promesa de una segunda oportunidad

La promesa de una segunda oportunidad

Leer | JUAN 8.1-11

Nunca he conocido a una persona que no haya tenido un pasado. Nunca he hablado con nadie cuya vida no incluya un “ayer”, o una “semana pasada” o un “año pasado”. Y si alguien tiene un pasado, usted puede estar seguro de que esa persona ha cometido algunos errores.

Si cada uno de nosotros tiene un pasado, ¿por qué, entonces, nos sentimos aislados, solos y avergonzados por lo que hicimos “en otro tiempo”? ¿Por qué permitimos que las sombras de lo que hicimos hace mucho oscurezcan nuestro presente?

La respuesta es un asunto de perspectiva. Cuando vemos retrospectivamente nuestras vidas, por lo general vemos errores a través del lente de la culpa, el remordimiento o el temor a la condenación. Lo que una vez aceptamos como una conducta permisible, puede ahora escandalizarnos al darnos cuenta de la gravedad de esos actos.

Pero ¿cómo nos percibe nuestro Padre celestial? ¿Está influenciado por los mismos lentes sucios por los que nos inclinamos a mirar? No. Él nos ve con claridad perfecta. Significa que nos ve completamente, pero no toma en cuenta la culpa y el remordimiento que tienden a distorsionar nuestras percepciones.

Más que eso, nos ve con la gracia y el perdón perfectos que solamente Él puede dar. Aunque nuestros errores pueden herirlo, el Señor nos mira con amor. Si usted ha enfrentado su pecado y ha aceptado el perdón que se consigue en Jesucristo, entonces puede tener la seguridad de que ahora está viviendo una segunda oportunidad. Por el resto de sus días en este mundo, puede tener el gozo de saber que ha sido perdonado.

Cómo sobrevivir ante un fracaso

Cómo sobrevivir ante un fracaso

Leer | NÚMEROS 13−14

Cuando usted escucha la frase “fracaso espiritual”, ¿qué le viene a la mente? Si es como la mayoría de la gente, la expresión le despierta pensamientos desagradables del andar de fe. Sin embargo, por mucho que lo intentemos, simplemente no podemos o no podremos pasar por esta vida sin fallar de vez en cuando.

Lo más preocupante para los cristianos, son los casos cuando dejamos que otros factores interfieran en lo que sabemos que Dios nos está diciendo. ¿Puede usted recordar la vez que supo que el Señor quería que hiciera algo, pero por alguna razón decidió hacer otra cosa? Cuando desobedecemos al Padre celestial, podemos tener la seguridad de que hemos tenido un fracaso espiritual.

Una de las razones principales de los deslices espirituales es el temor. Ahora bien, no debemos temer a perder la salvación, una vez que estamos seguros en Cristo. De lo que estoy hablando aquí, es del miedo al fracaso. Simplemente, no queremos postrarnos sobre nuestros rostros por el reto que Dios pone delante de nosotros. Por tanto, en vez de enfrentar el llamado, corremos y nos escondemos. Estamos convencidos de que es mejor no intentarlo y fracasar.

¿Es esa la actitud que Dios quiere? Claro que no. Nuestro Padre celestial no nos ha dado un espíritu de temor (2 Ti 1.7 NTV – Nueva Traducción Viviente). Él quiere que haya audacia y sinceridad en nuestra fe. No se incline ante el ídolo del miedo. El Dios que le llamó es suficientemente poderoso para protegerle. Cada vez que Él le asigne una tarea, puede tener la seguridad de que le dará las fuerzas para realizarla.

El costo de la condescendencia

El costo de la condescendencia

Leer | 1 REYES 11.1-8

Nuestra sociedad apoya la idea de que la tolerancia es la única manera de vivir. Pero cuando se trata de la ley de Dios, la vida del rey Salomón demuestra que la transigencia o condescendencia es una opción destructiva.

En los primeros años de su reinado, Salomón se esmeró en actuar bien. Pero más tarde, cuando vio la oportunidad de engrandecerse políticamente, ignoró el mandamiento que prohibía el matrimonio con paganos (Dt 7.1-3; 1 R 3.1). Aunque es posible que haya visto esos matrimonios como un extravío sin importancia, la estrategia de Satanás es convencernos de que está bien desobedecer algunos mandatos de Dios.

Salomón admiraba a las mujeres hermosas de otras nacionalidades, pero en vez de encontrar maneras de evitar la tentación, hizo todo lo contrario. Por estar rodeado de extranjeras, se involucró con ellas y sus religiones. Finalmente, fue atrapado por el pecado, y su corazón se apartó de Dios.

La debilidad de Salomón pueden ser distinta a la nuestra, pero la condescendencia también puede atraparnos. La admiración desbordada por algo distinto a la voluntad de Dios, puede convencernos de que lo busquemos. Aunque sabemos que esa decisión está mal, es fácil endurecer nuestro corazón contra las advertencias del Espíritu. La obsesión puede aumentar hasta que el objeto, la persona o la actividad que desea, ocupe un lugar más importante que el de nuestro Señor. Si dejamos que eso suceda, perderemos nuestra libertad en Jesucristo, y quedaremos atrapados en una cárcel de pecado.

jueves, 22 de septiembre de 2016

La gracia de Dios y nuestras finanzas

La gracia de Dios y nuestras finanzas

Leer | EFESIOS 2.1-10

El helado es un postre popular, aunque cada heladería sirve porciones diferentes. A quienes lo disfrutan no les lleva mucho tiempo identificar los establecimientos que ofrecen raciones más abundantes.

En el caso de Dios, Él es muy generoso, pues hace que su gracia abunde en nosotros para que tengamos todo lo que necesitamos para servirle y obedecerle (2 Co 9.8). Y Él nos asegura que su gracia, es decir, su bondad y favor inmerecidos, se extenderá a todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo nuestras finanzas. Lo hace para que podamos invertir generosamente en su Reino con nuestros recursos y nuestras vidas.

Pero la definición de generosidad varía mucho. Algunos cristianos entienden los preceptos de Dios y dan de buena gana y en abundancia. Estos creyentes han aprendido que Dios bendice nuestras finanzas para que podamos ser generosos con los demás, en vez de ocuparnos solamente de nuestra propia prosperidad. Para otros, dar está “bien” —dan fielmente una “cantidad adecuada”. Pero, lamentablemente, demasiados hijos de Dios se muestran avaros para con Él: o bien se niegan a compartir mucho de lo que tienen, o bien gastan la mayor parte en sí mismos.

La generosidad es un asunto del corazón y un estilo de vida. Cuando el enfoque está en los demás, se les da con libertad y alegría. Las personas con esta actitud confían en que Dios suplirá sus necesidades, y por eso se sienten libres para dar lo que desearían guardar para sí mismos. No importa lo poco que tengamos, el Señor quiere que seamos dadivosos. ¿Conoce a alguien que es considerado generoso? ¿Es usted esa persona?

miércoles, 21 de septiembre de 2016

La promesa de sanar

La promesa de sanar

Leer | SANTIAGO 5.13-18

¿Se ha preguntado alguna vez por qué hoy vemos menos milagros que los que cuenta la Biblia? Dios no ha cambiado, ni tampoco su poder. Y nuestras necesidades no son menos que las de aquel tiempo.

Santiago 4.2, 3 indica dos razones: “No tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”.

El poder de Dios puede también ser estorbado por la falta de fe. En efecto, porque la gente del propio pueblo del Señor Jesús lo rechazó, Él hizo pocos milagros allí (Mt 13.57, 58).

Hay otra razón, y ésta puede ser más difícil de comprender y aceptar; a veces, la misericordiosa y perfecta voluntad del Señor, es que nuestra salud no sea restaurada de inmediato —o que nunca lo sea. Él puede tener una lección que enseñarnos, que requiera el sufrimiento para que podamos escuchar y entender.

Porque nuestro Padre celestial tiene conocimiento de todo, Él puede permitir que la dificultad persista. Pablo le pidió tres veces a Dios que le quitara “un aguijón en [su] carne” (2 Co 12.7); pero finalmente comprendió que éste permanecería, y que el poder del Señor se perfecciona en la debilidad.

Dios desea que usted le busque como Señor y Sanador. Ore con fe en el nombre del Señor Jesucristo, trayéndole sus peticiones, pero también rindiéndose a la voluntad que Él tenga para su vida. Confíe en que Él tiene el poder de hacerlo todo, y que lo que el Señor haga será lo mejor para usted y para la gloria de Él. ¡Nuestro Padre celestial sigue haciendo milagros!

martes, 20 de septiembre de 2016

Jesús: El sanador

Jesús: El sanador

Leer | MATEO 14.14

Cuando yo tenía unos 14 o 15 años, encontré a mi madre en su cama, luchando por respirar. Mi reacción fue caer de rodillas y orar por ella. Al día siguiente, se comenzó a recuperar, y nunca más experimentó el mismo padecimiento.

Los que enseñan reanimación cardiopulmonar dicen que el primer paso en una emergencia es llamar para pedir ayuda. Es un buen consejo, pero también debemos desarrollar la reacción de clamar a Dios por su ayuda.

El gran Médico tiene el poder para ayudar. Él nos creó, y conoce cada mecanismo de nuestros cuerpos, hasta el más mínimo detalle. A veces, Él decide quitar de inmediato el problema cuando le pedimos; otras veces, por su amor y su omnisciencia, permite que el padecimiento continúe.

Buscar la ayuda de un médico es, con frecuencia, su plan para nosotros, pero Dios también quiere que vengamos delante de Él con nuestra necesidad, reconociendo su capacidad y poder supremos.

La Biblia está llena de historias en cuanto a las sanidades físicas, emocionales y espirituales que realizó el Señor. Por ejemplo, el Antiguo Testamento habla de una sanidad divina de esterilidad (Gn 17.18, 19; 21.2) y de lepra (Éx 4.6, 7). Y luego, en el Nuevo Testamento, bastaba un toque de Jesús para que las personas fueran sanadas. Jesús dio también a sus discípulos autoridad para sanar en su nombre (Mt 10.1).

Cuando usted lea la Biblia, note la frecuencia con que Dios sanaba a las personas, y cómo valoraba la fe de ellas. Cuando usted tenga una necesidad, pida su ayuda. Caminar estrechamente con Él es siempre la mejor y más sabia decisión.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Aferrarse a la Palabra fiel

Aferrarse a la Palabra fiel

Leer | TITO 1.5-9

En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo le da a Tito algunos lineamientos para escoger los ancianos (líderes) de la iglesia. Al final de la lista de requisitos está una cualidad esencial de cada creyente: aferrarse a la Sagrada Escritura. Es necesario que nosotros, al igual que los ancianos del primer siglo, demostremos un compromiso firme con la Palabra de Dios, para poder alimentar y cuidar la iglesia.

No podemos utilizar la Biblia para defender nuestra fe y ayudar a otros, a menos que la estudiemos. Y conocer sus verdades no es suficiente; para que ellas sean efectivas, tenemos que aplicarlas.

Los cristianos saben que la Palabra tiene poder para animar, consolar y sanar, pero con frecuencia nos guardamos este conocimiento para nosotros mismos. Podemos dudar en compartirla, pero Dios nos da valor y trae a nuestra mente versículos cuando estamos dispuestos a hablar. Si hacemos lo que Él dice, nuestro entendimiento aumentará. Empezaremos a identificar a personas que sufren, y aprenderemos a exhortarlas con la sana doctrina. El apóstol también pide a los creyentes que confronten a quienes contradicen la fe verdadera, y esto requiere valentía y discernimiento. Si estudiamos y vivimos de verdad los preceptos bíblicos, reconoceremos rápidamente la falsa doctrina. Y cuando más conozcamos la Palabra de Dios, más fácilmente podremos encontrar los pasajes que desafían a las enseñanzas falsas y apoyan nuestras convicciones.

No todos podemos ser líderes en nuestra iglesia local, pero todo cristiano es miembro de la iglesia de Dios, y responsable de adquirir conocimiento bíblico.

domingo, 18 de septiembre de 2016

La fe que prevalece

La fe que prevalece

Leer | ROMANOS 4.18-25

Continuando el estudio de ayer sobre la fe vencedora, veamos otros elementos de este tipo de confianza.

• La confesión de la fe. David declaró: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos” (1 S 17.45), y expresó su confianza en la salvación de Dios. Siempre que enfrentemos dificultades, debemos proclamar nuestra fe, dando gracias al Señor por ser Él quien es, por quienes somos nosotros en Cristo, y por lo que tenemos por medio de su Espíritu.

• La confianza en el poder de Dios. David no afirmó ni una sola vez que iba a derrotar el enemigo, sino que señaló que la batalla era del Señor; que era por el poder del Todopoderoso que se lograría la victoria. En la mano de un siervo de Dios, una simple piedra fue más poderosa que las armas del ejército filisteo.

• La expectativa de la victoria. La fe que prevalece cree en la victoria antes de que comience la batalla. Cuando David miró a Goliat, lo vio como un adversario que ya había muerto.

¿Cómo se produce esta creencia? Primero, peleamos la “batalla antes de la batalla”. Por medio de la oración y la meditación en las Escrituras, superamos cualquier temor o incertidumbre. Reafirmamos en nuestro corazón que esta es la batalla del Señor, declaramos que la victoria es suya, y lo hacemos a la manera de Él confiando en su presencia y su provisión.

¿En qué aspecto de su vida necesita usted tener una fe que prevalezca? Acérquese al trono de la gracia con fe, para recibir lo que necesite (He 4.16).

La fe vencedora

La fe vencedora

Leer | 1 SAMUEL 17.1-37

David, el joven pastor de ovejas, se enfrentó a Goliat, el gigante filisteo. Por confiar en el poder de Dios para salvarlo, David venció a su adversario. Nosotros, también, enfrentaremos pruebas más grandes que nosotros. Pero el Señor quiere que tengamos una fe vencedora, al igual que la de David, y podamos triunfar. ¿Cuáles son los componentes de tal fe?

• Una motivación piadosa. El deseo de David era defender a su pueblo y al nombre de Dios. Nosotros debemos examinar nuestros motivos, para asegurarnos de que están centrados en Cristo, no en nosotros mismos.

• El reconocimiento del tipo de batalla. Para los creyentes, toda incidencia es un asunto espiritual. La lucha de David en el ámbito físico era contra Goliat, pero la verdadera batalla era espiritual (Ef 6.12).

• El recuerdo de las victorias anteriores.La confianza de David no se basaba en lo que estaba sucediendo en ese momento, sino en la manera en que Dios lo ayudó al enfrentarse a leones y osos en el pasado. Imagínese una película que destaque todos los momentos en que Dios le proveyó a usted de fuerzas y resistencia. Véala una y otra vez hasta que esté listo para la pelea.

• El rechazo del mal consejo. David estaba seguro del propósito de Dios para él, y por eso se negó a escuchar la acusación de su hermano acerca de sus supuestos motivos impuros. También rechazó la opinión del rey Saúl, de que era muy joven. Más bien, el joven pastor inclinó su oído para escuchar al Señor. ¿Cuál “Goliat” tiene delante de usted? Recuerde que en Cristo podemos ser vencedores (1 Jn 5.4).

El verdadero arrepentimiento

El verdadero arrepentimiento

Leer | LUCAS 3.1-14

Si usted ha visto alguna vez un desfile militar, sabe lo rápido que los soldados pueden girar y dirigirse en la dirección opuesta. Si ellos intentan hacer esto mientras están inmóviles, la orden es: “¡a la de-re!” o “¡a la iz-quier!” Si quieren volver atrás cuando están marchando, la orden es: “¡media vuelta, ar!” En ambos casos, hay un cambio abrupto que lleva en una dirección completamente diferente. Esta es una buena imagen de lo que es el verdadero arrepentimiento. Implica un cambio de mentalidad y comenzar a andar en la dirección contraria.

Uno de los más grandes predicadores del arrepentimiento en la Biblia, es Juan el Bautista, quien llamó a sus oyentes a un cambio total de dirección. Él había visto demasiadas demostraciones aparentes de arrepentimiento sin ningún cambio de conducta. Juan insistía en que habían personas que mostraban solo una contrición superficial, en lugar de “frutos dignos de arrepentimiento” (Lc 3.8). Por lo que les exhortó a que compartieran su ropa y su comida, que fueran justos en sus negocios, y que estuvieran satisfechos con su paga. Es decir, debían cambiar su manera de vivir, y dejar atrás sus viejos patrones de conducta.

Pero el arrepentimiento incluye algo más: la disposición de restituir a cualquier persona que hayamos perjudicado. Cuando Zaqueo, el cobrador de impuestos, recibió a Jesús en su casa, mostró la verdadera naturaleza de su arrepentimiento al decir: “Si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lc 19.8). Pídale al Espíritu Santo le revele cualquier rectificación que usted tenga que hacer.

¿Cómo podemos hallar el favor de Dios?

¿Cómo podemos hallar el favor de Dios?

Leer | SALMO 101.1-4

Una vez que tenemos el favor de Dios por medio de la salvación, ¿tiene importancia la manera como actuamos? La Biblia responde con un rotundo “¡Sí!”, y nos da numerosos ejemplos de vidas que podemos imitar.

• Noé respondió a Dios caminando con Él cada día. Nuestro Padre celestial responde positivamente a quienes caminan con Él, viven obedientes a su Palabra, y escuchan con atención a su Santo Espíritu. Para quienes creemos, eso significa no solo hacer de la Sagrada Escritura parte de nuestras vidas, sino también aprender quién es Dios, y lo que a Él le agrada. ¿Qué tan bien lo conoce usted?

• Moisés, a pesar de sus objeciones iniciales, decidió obedecer el llamamiento divino, y vivir conforme a la voluntad de Dios. El Señor da su favor a quienes le obedecen y viven en términos de lo que le agrada a Él. Para ello, es necesario aprender a pensar como el Señor lo hace. ¿Qué tan parecidos son sus pensamientos a los de Él?

• Pablo, su único anhelo, después de su conversión, fue servir al Señor. Trataba de dar lo mejor de sí con obediencia. El Señor da su favor a quienes tienen un corazón inclinado a Él. ¿Está su vida centrada en Cristo?

• María respondió con confianza, y no dudó cuando el ángel le anunció que daría a luz al Mesías. Dios extiende sus bendiciones a quien decide creer, aun cuando las circunstancias digan lo contrario. ¿Qué tanto confía usted en el Señor?

Hallamos el favor de nuestro Padre celestial cuando tenemos una mente que cree, un corazón receptivo y un espíritu obediente.

Vivir con propósito

Vivir con propósito

Leer | 1 CORINTIOS 4.1-5

¿Ha estado alguna vez tan ocupado, que se ha preguntado: ¿Adónde se me fue el día? Una cosa es que a uno se le escape un día, ¿pero qué toda una vida? Esa será la experiencia de todos los cristianos cuando entren al cielo y den cuenta a Cristo de cómo utilizaron su tiempo. Si simplemente vivieron sin propósito, se preguntarán: ¿Adónde se me fue la vida?

La decisión en cuanto a la salvación no es la meta final para un creyente. Dios tiene un plan y un propósito para cada uno de sus hijos. A veces, es un llamado para servir toda la vida en un área determinada, pero pudiera ser también una tarea específica en un momento particular de la vida. La única manera en que usted cumplirá los propósitos de Dios, será fijándose metas que armonicen con la voluntad de Él, y dando los pasos específicos para lograrlas.

El apóstol Pablo fue un siervo útil de Cristo, porque obedecía la guía del Espíritu Santo, confiaba en el poder divino, y se fijaba metas para cumplir con su llamado. No dejaba que los temores, las dudas o las adversidades le impidieran cumplir la voluntad de Dios. ¿Y usted? ¿Ha estado viviendo para el Señor, o está yendo en pos de sus propios objetivos? Usted puede ser muy exitoso para el mundo, pero desde la perspectiva del Señor, la pasividad espiritual resulta en una vida desperdiciada.

Quizás Dios le ha dado a usted una pasión o interés que necesita cultivar. O puede ser que sienta un impulso, pero vacila porque le parece que la tarea está más allá de sus capacidades. Busque la voluntad de Dios, y Él le guiará. A veces, podrá ser incómodo, pero nunca lamentará haber aceptado el reto.