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viernes, 8 de diciembre de 2017

Guía para una vida fructífera


Guía para una vida fructífera

Como creyentes, anhelamos vivir agradando al Señor. Pero para ello, necesitamos un guía que nos ayude. Imagine que tiene la siguiente conversación con Dios, y luego trate de obedecerle. 
—Padre celestial, ¿quisieras ser mi guía? 
Sí, quiero serlo. Mientras viajemos, quiero que recuerdes que sé a dónde estoy yendo. Cada parada a lo largo del camino está planeada para convertirte en la rama fructífera que anhelas ser. El camino puede ser a través de montañas cubiertas de nieve, por caminos pedregosos, o por valles que te tentarán a dejar la travesía. ¿Mantendrás tus ojos en mí, y me obedecerás, sin importar lo difícil que te resulte? 
—Sí, Padre. 
Entonces, comencemos tu primera lección: Tienes que pisar donde yo piso. 
—Pero, Padre, tus huellas están muy lejos de mí. 
—Las acomodaré para ti. 
—Sé que vas a caminar demasiado rápido. 
—Nunca caminaré más rápido de lo que sé que puedes caminar. 
—Me canso fácilmente. 
—Podrás apoyarte en mi brazo. 
—¿Y si tropiezo? 
Te levantaré y sanaré tus heridas. Pero, te tengo una segunda lección: Tendrás que seguirme aunque no puedas verme. 
—Padre, ¿cómo voy a saber por dónde caminar? 
Usa mi Palabra, la Biblia. Consúltala para tener dirección y seguridad de que estoy contigo, y de que sigo guiándote. 
—Padre, ¿y si me confundo? 
Recuerda mis enseñanzas. Recuerda quién soy, y confía en mí. Clama a mí, y yo te responderé

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