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miércoles, 20 de diciembre de 2017

Cómo encontrar el favor de Dios


Cómo encontrar el favor de Dios

La gente se esfuerza por ganarse la aprobación y el apoyo de los jefes, los padres o los amigos. Como creyentes, anhelamos el favor de Dios, y qué bendición tan grande es que Él nos lo concede libremente: “Cuán grande es tu bondad, que atesoras para los que te temen, y que a la vista de la gente derramas sobre los que en ti se refugian” (Sal 31.19 NVI).
Lamentablemente, muchos no prestan atención a las evidencias de la bondad de Dios. Él provee para las necesidades, pone un límite a los sufrimientos, escucha y responde las oraciones y concede los deseos del corazón. La ayuda, el aliento y la provisión son bendiciones del Todopoderoso. Todo lo bueno que se nos cruza en el camino procede de su mano (Stg 1.17).
Pero el favor de Dios no es caprichoso, como algunos creen; Él no muestra bondad a algunos, y la niega a otros por capricho. Las acciones de un creyente como resultado de la fe son las que marcan la diferencia. Pensemos en Noé, quien “caminó con Dios” (Gn 6.9). El deseo de Noé de mantener una relación correcta con el Señor cada día, y su adoración a Él, tuvieron como resultado que toda su familia fue salvada del diluvio que limpió a la Tierra. Ese es un ejemplo verdaderamente impresionante del favor divino.
Otra manera que tenemos para encontrar el favor de Dios es acatando sus mandamientos (Pr 3.1-4). Los creyentes deben deleitarse en la Palabra de Dios para conocer la voluntad del Señor y poner en práctica sus preceptos. Cuando nuestro corazón está inclinado hacia nuestro Padre celestial, nos volvemos más como Él. Por tanto, su favor se vierte en cada rincón de la vida del creyente.

Un buen testimonio


Un buen testimonio

Algunos cristianos han adoptado una definición limitada de la palabra testimonio. Hablar de Jesús es mucho más que contar nuestra historia de conversión, o lo que ha hecho Dios en nuestra vida, aunque estas cosas son importantes. Tenemos que estar preparados para dar respuesta a los no creyentes en cuanto a su necesidad espiritual, aunque nuestra historia sea muy diferente.
El encuentro de Felipe con el eunuco etíope puede enseñarnos mucho. Mientras que los jóvenes israelitas tenían quienes les instruían en la fe, un converso extranjero normalmente tenía que arreglárselas por sí solo para discernir el significado de las Escrituras. De allí la pregunta: “¿Entiendes lo que lees?” Felipe demostró que entendía el inconveniente del etíope. Esa pregunta le permitió descubrir que el hombre tenía sed genuina de la verdad de Dios, pero que no sabía del Mesías.
Felipe utilizó esa información para ajustar el testimonio del evangelio a la medida de aquel oyente. Pensemos en lo confundido que pudo haber quedado el etíope si Felipe le hubiera contado solamente la historia de su conversión. El evangelista evitó sabiamente toda información irrelevante; en vez de eso, utilizó el poder de la Palabra de Dios para conducir al hombre a Jesucristo.
El testimonio de Felipe comenzó con el pasaje que estaba leyendo el etíope. Habló de manera efectiva al interés espiritual del hombre, al mismo tiempo que le respondió específicamente su pregunta en cuanto a Isaías 53. Nosotros, también, debemos ser sensibles a las preocupaciones de no creyentes, para que podamos explicarles cómo se ocupará Dios de sus necesidades.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Nuestro testimonio


Nuestro testimonio

Leer | Hechos 6.1-6
En términos espirituales, testimonio es una profesión de fe en Jesucristo. Pero nuestra declaración de fe abarca mucho más que la historia que contamos. El ejemplo de Felipe pone de relieve que un buen testimonio del Señor está formado por el carácter, la conducta y las palabras.
Como cristianos, hacemos —con razón—mucho énfasis en contar lo que Dios ha hecho en nuestra vida. También hablamos de las maneras en que podemos ser como Cristo para nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo, por medio de lo que hacemos. Pero el carácter es la parte del testimonio de cada creyente que subyace tanto en la conducta cristiana como en una buena historia de nuestra vida.
En general, lo que hacemos y decimos representa la clase de persona que somos interiormente. Podemos decir mucho sobre el carácter de Felipe al observar sus acciones y sus palabras. De entre numerosos creyentes, Felipe fue elegido por ser una persona sabia y llena del Espíritu. Pero no fue escogido para ocupar un gran ministerio —sino para servir comida. Estuvo dispuesto a hacer este humilde trabajo de buena gana, lo que demuestra su espíritu obediente (Hch 6.5; 8.5, 26, 27). Podemos estar seguros de que era un hombre sincero y digno de confianza, porque cuando hablaba, la gente lo escuchaba (8.6).
Nadie puede engañar a Dios ni hacerle creer que su carácter es recto, si no lo es. Tampoco se puede aparentar ser alguien que no se es durante mucho tiempo. Tarde o temprano, un espíritu orgulloso, duro o poco amable produce una conducta y una manera de hablar contrarias al mensaje cristiano.

sábado, 16 de diciembre de 2017

La búsqueda de Dios y la oración


La búsqueda de Dios y la oración

Durante el reinado de Josafat, un inmenso ejército se reunió para atacar a la nación de Judá. La respuesta del rey a la situación puede guiarnos en cuanto al manejo de nuestras propias crisis.
La Biblia registra que el rey “decidió consultar al Señor” en oración (v. 3 NVI). Asimismo, cuando nosotros enfrentemos dificultades, nuestra mejor respuesta es clamar a nuestro Padre celestial. Como hijos de Dios, podemos tener la seguridad de que Él nos ama y se preocupa por los detalles de nuestras vidas.
Mediante la cruz, Dios estableció un nuevo pacto con quienes ponen su fe en el Señor Jesús (Lc 22.20). Él estuvo de acuerdo en perdonar nuestros pecados, adoptarnos en su familia, y velar por nosotros. Esta salvación no depende de nuestras buenas acciones, sino de la obra perfecta de Jesús, quien murió en nuestro lugar (Ef 2.8). Dios también envió su Espíritu para vivir en nosotros como prueba de nuestra salvación, y para estar siempre presente en nosotros. Él está interesado en cada aspecto de nuestras vidas, y promete escuchar nuestras oraciones.
Josafat estaba preparado para esta crisis porque había cultivado el hábito de buscar al Señor en diversas situaciones. Si nosotros queremos estar preparados para lo inesperado, entonces debemos disciplinarnos para buscar con empeño a Dios cada día, reconociendo su señorío y nuestra dependencia de Él.
Si comenzamos el día pensando en Él en vez de nuestros propios planes, y leemos y aplicamos con regularidad las Escrituras, demostramos tener un corazón que verdaderamente le busca.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Los problemas y la oración


Los problemas y la oración

Cuando el rey de Judá proclamó un ayuno nacional para buscar la ayuda de Dios, personas de todas las poblaciones se reunieron para orar. Las acciones y las palabras de Josafat nos enseñan verdades importantes en cuanto a la solución de problemas mediante la oración.
• Dios es más grande que nuestros problemas. El rey dijo que Dios era el gobernante todopoderoso de las naciones, contra quien nadie podía resistir (v. 6). Muchos problemas están más allá de nuestra capacidad de solución, pero nada es imposible para Él (Jer 32.17; Mt 19.26). Si oramos mientras nos concentramos en su grandeza, nuestros problemas se reducirán a la proporción adecuada.
• Dios quiere que otros se unan a nosotros en las oraciones que hacemos. Familias enteras de Judá respondieron al llamado del rey, y se reunieron delante de Dios (2 Cr 20.13). La oración tuvo también un papel central en la vida de la iglesia primitiva (Hch 2.42).
• Por medio de la oración, el Señor nos dará la solución al problema. Su respuesta puede ser precisamente lo que le pedimos, o algo totalmente inesperado; Él puede decirnos que esperemos en vez de actuar, o puede dirigirnos a involucrarnos en algo nuevo. En cualquier caso, la dirección de Dios será de acuerdo con su voluntad perfecta. Además de esto, Él puede pedirnos que demos un paso de fe.
No sabemos cuánto tiempo esperó el pueblo una respuesta, pero no actuaron hasta tenerla de parte de Dios. Él les dijo que no temieran ni se desanimaran, sino que confiaran en Él. De igual modo, la oración nos lleva a la presencia de Dios para que podamos recibir fuerzas y dirección.

La Biblia: El libro perfecto de Dios


La Biblia: El libro perfecto de Dios

Incluso en esta era de maravillas tecnológicas, todavía hay muchas personas que sufren un desconocimiento que se hace evidente por un “12:00” brillando intermitentemente en el reloj de la estufa. ¿No es extraño que una persona pueda manejar un automóvil, calentar comida en el microondas y navegar por la Internet, pero que no sepa cómo ajustar la hora en un sencillo reloj?
¿Es tan complicada la solución? ¡No, por supuesto que no! Hay solo una razón por la cual este desconocimiento es tan común: La gente no lee el libro de instrucciones.
Cuando compramos un artefacto eléctrico nuevo, encontramos dentro de la caja un libro de instrucciones. ¿Y qué contiene este libro? Tiene todas las respuestas que necesitamos para sacarle el máximo provecho a nuestra nueva adquisición.
¿Se da cuenta de que el andar espiritual es muy similar? Las Sagradas Escrituras afirman que cuando una persona pone su fe en Jesucristo, se convierte en una “nueva criatura” (2 Co 5.17). Para sacarle el máximo provecho a nuestra nueva vida, se nos ha dado un libro de instrucciones. Este es mucho más que una simple guía que enseña cómo actuar o qué decir; la Biblia nos dice exactamente cómo tener una vida agradable a Dios.
¿Está usted detenido en su andar cristiano? ¿Tiene el “12:00” parpadeando en su vida, lo que indica que usted ha puesto de lado su Manual de Instrucciones? Retómelo hoy mismo para darle una nueva mirada, y disfrute del perfecto Manual práctico de Dios. No quedará desilusionado.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Cuando nos apartamos de la Palabra de Dios


Cuando nos apartamos de la Palabra de Dios

Armar un juguete o un instrumento mecánico rara vez es tan fácil como aparentan las instrucciones. Primero, hay una infinidad de piezas que deben ensamblarse. Luego, la cantidad de tiempo que hay que dedicar para hacerlo bien. Y finalmente, los manuales que, por lo general, dejan fuera información útil para terminar el trabajo.
Tal vez usted ha estado viendo el libro de instrucción de Dios —la Biblia— de una manera parecida. Están esos 66 libros que hay que leer y aplicar. Luego está el obstáculo de la falta de tiempo o de las interrupciones que le distraen. O, pudiera parecerle que necesita estar más capacitado para entender la verdad divina. Cualquiera de estas cosas pudiera apartarnos de la lectura de las Sagradas Escrituras. Hasta los cristianos maduros pueden volverse desatentos a la Biblia. Sin embargo, cuando nos apartamos de la Palabra de Dios, no pasa mucho tiempo antes de que nos apartemos de Él y de sus caminos.
¿Qué es lo que usted desea para su vida? ¿Agradar al Señor? ¿Glorificarlo? ¿Superar ansiedades y temores, y experimentar la vida abundante (Jn 10.10)? Para todos los que respondamos afirmativamente, nuestra prioridad tiene que ser acercarnos más a Dios. Lo cual hacemos por medio del estudio y la aplicación de su Palabra.
¿Está usted dispuesto a darle a Dios su plena atención para nutrir su relación con Él? ¿Se pondrá bajo el control del Espíritu Santo para ser cada vez más obediente? Las recompensas son grandes: Conocer a nuestro Salvador cada vez más para llenarnos de Él, y para vivir de manera que le agrade.

martes, 12 de diciembre de 2017

Cómo entender la salvación


Cómo entender la salvación

Muchas personas tienen una idea poco bíblica de lo que significa la salvación, a pesar de que es de vital importancia para entender el cristianismo. Podemos definirla como el regalo de gracia, bondad, amor y misericordia que recibimos cuando Dios perdona nuestros pecados.
La Biblia dice que “la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro 6.23). Todos somos pecadores que merecemos la muerte (Is 53.6), pero por su amor y su misericordia, Dios hizo provisión para nuestro perdón: Permitió que se hiciera expiación por medio del derramamiento de sangre (Lv 17.11).
Todos los sacrificios del Antiguo Testamento prefiguraban lo que vendría, apuntando a la muerte vicaria, hecha una sola vez y para siempre, del inmaculado Hijo de Dios en la cruz. El Señor Jesús tomó nuestro lugar, recibiendo el castigo que nos correspondía a nosotros. En efecto, la redención de la humanidad fue el propósito por el cual Cristo vino al mundo (Lc 19.10). Por tanto, la salvación está relacionada estrictamente con la persona de Jesucristo. Esa fue la razón por la cual Juan el Bautista proclamó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1.29).
Nada es aceptable delante de Dios todopoderoso —no hay ninguna manera de venir a Él para ser salvos— que no sea mediante Jesucristo (Jn 14.6). A lo largo de la Biblia, vemos que la salvación es un regalo que tiene su origen en una relación personal con Jesucristo, y no el resultado de buenas obras. ¿Ha decidido usted aceptar el regalo de Dios?

lunes, 11 de diciembre de 2017

Condiciones de una influencia piadosa


Condiciones de una influencia piadosa

Leer | Daniel 1.1-17
Todo creyente tiene la responsabilidad de ser de influencia positiva para el mundo. Por medio de nuestro ejemplo y testimonio tenemos que ayudar a las personas a entender mejor a Jesucristo, y la manera de seguirle. Por lo que nos dice la Biblia sobre el profeta Daniel, él fue un hombre que utilizaba su influencia sabiamente. Su testimonio influenció no solamente a sus amigos, sino también a cuatro reyes y sus reinos.
Daniel tenía la fuerte convicción de que todas las palabras de las Sagradas Escrituras eran verdaderas. En consecuencia, se negó a comer la comida de la mesa del rey, porque Éxodo 34.15prohibía consumir cualquier alimento ofrecido a ídolos (práctica común en Babilonia). La fidelidad de Daniel a Dios pesaba más que cualquier temor a represalias por haber rechazado la comida del rey.
El Señor honró la convicción de Daniel, asegurándose de que gozara de la simpatía de hombres poderosos. Dios también le dio la sabiduría y el conocimiento que le permitiría ser de influencia piadosa en todo el reino.
Probablemente, ninguno de nosotros tendrá la oportunidad de influenciar a reyes; sin embargo, nuestro ejemplo puede ser de bendición en nuestro trabajo o en nuestra comunidad. Como fue el caso de Daniel, una influencia piadosa tiene sus raíces en la creencia de que la Biblia es la palabra infalible de Dios. Si nuestras convicciones no están basadas en los preceptos bíblicos, nuestro estilo de vida no puede ser el correcto. Por tanto, el compromiso de descansar en el fundamento de la Palabra de Dios no es negociable.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Guía para una vida fructífera


Guía para una vida fructífera

Como creyentes, anhelamos vivir agradando al Señor. Pero para ello, necesitamos un guía que nos ayude. Imagine que tiene la siguiente conversación con Dios, y luego trate de obedecerle. 
—Padre celestial, ¿quisieras ser mi guía? 
Sí, quiero serlo. Mientras viajemos, quiero que recuerdes que sé a dónde estoy yendo. Cada parada a lo largo del camino está planeada para convertirte en la rama fructífera que anhelas ser. El camino puede ser a través de montañas cubiertas de nieve, por caminos pedregosos, o por valles que te tentarán a dejar la travesía. ¿Mantendrás tus ojos en mí, y me obedecerás, sin importar lo difícil que te resulte? 
—Sí, Padre. 
Entonces, comencemos tu primera lección: Tienes que pisar donde yo piso. 
—Pero, Padre, tus huellas están muy lejos de mí. 
—Las acomodaré para ti. 
—Sé que vas a caminar demasiado rápido. 
—Nunca caminaré más rápido de lo que sé que puedes caminar. 
—Me canso fácilmente. 
—Podrás apoyarte en mi brazo. 
—¿Y si tropiezo? 
Te levantaré y sanaré tus heridas. Pero, te tengo una segunda lección: Tendrás que seguirme aunque no puedas verme. 
—Padre, ¿cómo voy a saber por dónde caminar? 
Usa mi Palabra, la Biblia. Consúltala para tener dirección y seguridad de que estoy contigo, y de que sigo guiándote. 
—Padre, ¿y si me confundo? 
Recuerda mis enseñanzas. Recuerda quién soy, y confía en mí. Clama a mí, y yo te responderé

viernes, 1 de diciembre de 2017

Las fuerzas para mantenerse firme


Las fuerzas para mantenerse firme

Sabemos quién es nuestro enemigo, y podemos incluso estar vestidos para la batalla (Ef 6.11). Pero no siempre nos sentimos preparados, debido a que nuestras debilidades parecen grandes y nuestras fuerzas pequeñas.
Para mantenernos firmes en esta vida, necesitamos el poder de nuestro Señor actuando en nosotros, lo cual requiere oración seria y continua (v. 18). Si nos comunicamos con el Padre celestial, el Espíritu Santo nos dará discernimiento para que podamos reconocer las verdades en cuanto a la guerra espiritual y las tácticas del adversario (1 Co 2.14). Comenzar cada mañana con el Señor nos dará las fuerzas para permanecer firmes para Cristo, sin importar lo que nos tenga reservado el día.
La oración es un elemento esencial para nuestra protección contra el diablo. Si no somos personas de oración —es decir, si no buscamos la dirección de Dios y olvidamos ponernos su armadura cada día— seremos derrotados. Nuestro discernimiento y nuestra visión sin el Señor son demasiado limitados, y el enemigo es demasiado poderoso para que lo enfrentemos solos. No obstante, Romanos 8.37 nos dice que, con Dios, seremos más que vencedores. Él nos preparará si nos acercamos a Él por medio de la oración, escuchamos sus instrucciones, y seguimos adelante con obediencia.
El enemigo le teme a las oraciones que se hacen por medio de la fe en Jesucristo, porque no tiene ninguna defensa contra ellas. La oración perseverante nos fortalece y aplasta el poder de Satanás (Stg 4.7). Caiga de rodillas en oración ante el Señor, y vea lo que pasa.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

El principio de sembrar y cosechar


El principio de sembrar y cosechar

Gálatas 6.7-10 dice: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna . . . Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”.
Este pasaje nos recuerda que nuestras buenas acciones nos beneficiarán al final, mientras que lo malo que hayamos hecho a la larga tendrá repercusiones nefastas. Este principio va de la mano con la regla de oro que dice que debemos tratar a los demás como queremos ser tratados. El Señor nos llama a ser bondadosos y respetuosos con los demás, aunque no sean fáciles de amar. Es cierto que esto puede ser difícil cuando una persona nos agravia constantemente, pero si cedemos a nuestra carne y nos vengamos, estamos sembrando semillas de corrupción, y a su tiempo, cosecharemos de conformidad con lo sembrado.
Por otro lado, tratar a alguien bien —aunque no lo merezca— nos beneficiará. Según la Biblia, debemos “[sembrar] para el Espíritu” y así cosechar recompensas. Algunos beneficios pueden ser sobrenaturales y desconocidos para nosotros en el momento, pero sabemos que la obediencia facilitará el perdón, forjará el carácter, y desarrollará la paciencia. No importa lo que haga la otra persona, siempre ganamos cuando obedecemos al Señor.
Piense en los conflictos como oportunidades para que otros sean testigos del amor de Dios en acción. Con su ayuda, usted puede sembrar semillas de amor, gozo y paz que producirán una rica cosecha para su propia vida y para la de otros.

martes, 28 de noviembre de 2017

¿Cómo llenar una vida vacía?

¿Cómo llenar una vida vacía?

Leer | Juan 4.3-18
El clamor del vacío se oye desde el barrio más pobre, hasta la mansión más lujosa. Hay ancianos, adultos y adolescentes con corazones igualmente vacíos, para lo cual no existe ninguna receta médica.
La mujer samaritana en el pozo simboliza a millones de personas a través de la historia que han hecho todo lo que han podido para satisfacer sus ansias de amor y de realización. Sin embargo, hasta que la persona experimente el amor del Señor, su sensación de vacío no podrá ser satisfecha de manera permanente. Fuimos creados para honrar y dar gloria a Dios; ningún otro acto de adoración —ya sea a otra persona, al trabajo o al dinero— puede proporcionar satisfacción permanente.
No es de extrañar que la samaritana aceptara con ansiedad la oferta de Jesús del sorbo que saciaría su sed para siempre (Jn 4.15). La promesa de la salvación incluye más que la eliminación de la culpabilidad. Cuando una persona pone su fe en Cristo como Salvador, el Espíritu Santo mora en el nuevo creyente, y expresa el amor divino hacia esa persona y por medio de ella. Si estamos dispuestos a aceptar la muerte de Cristo a favor nuestro, y a pedirle su perdón por nuestros pecados que lo pusieron en la cruz, entonces podemos experimentar el desbordamiento del amor de Dios llenando nuestro vacío.
El creyente que se siente vacío debe confesar cada pecado albergado en su corazón. La transgresión y la idolatría bloquean la comunión con el Padre celestial, pero el arrepentimiento rompe el dique de contención. Lo único que puede satisfacer una vida vacía es el amor que Dios ofrece a manos llenas.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Dios y la eternidad



Dios y la eternidad

La Palabra de Dios habla claramente de la vida después de la muerte; las personas pasarán la eternidad, o bien en el cielo, o bien en el infierno. Sin embargo, muchos creen que esta realidad no es compatible con otras verdades en cuanto al Señor. Aunque sus objeciones son comprensibles, la Biblia ofrece las respuestas a sus preguntas:
¿Cómo puede el Señor ser bueno si permite que algunas personas vayan al infierno? Dios es amor, y no quiere que nadie viva sin Él (1 Jn 4.8; 1 Ti 2.4). Toda persona puede dejar el pecado y recibir al Salvador, evitando así la separación eterna de Dios. Pero algunos rechazan a Cristo y viven sin Él todos sus días en la Tierra. Por esa decisión, vivirán excluidos de su presencia por la eternidad.
¿Por qué el Señor creó a ciertas personas, a sabiendas de que nunca creerían en Él? Para algunos, esto parece una crueldad. Sin embargo, la alternativa sería peor. Dios nos creó con libre albedrío, lo que significa que podemos elegir obedecer y seguirle. Si nuestro Padre celestial no nos hubiera dejado ninguna opción, seríamos simples robots, incapaces de amarlo y de adorarlo.
¿No es injusto un castigo eterno, particularmente si los no cristianos nunca escucharon del evangelio? Mientras que los no creyentes están vivos, el Padre celestial hace todo para librarlos del castigo eterno —menos violar su libre albedrío. Él da tiempo y evidencias suficientes para que nadie tenga razones para rechazar el camino a la salvación (Ro 1.20; Jn 14.6).
¿Conoce usted al Señor Jesucristo como su Señor y Salvador? Él quiere que pase la eternidad con Él.

lunes, 30 de octubre de 2017

El peligro de naufragar


El peligro de naufragar

El apóstol Pablo quería que su joven discípulo Timoteo entendiera los fundamentos de la fe. Por tanto, le escribió acerca de dos hombres que dejaron de hacerle caso a su conciencia. Su ejemplo nos enseña que si no entendemos realmente lo que es este regalo, corremos el riesgo de apartarnos de la fe.
Muchas personas piensan erróneamente que la conciencia es la voz de Dios, en vez de un regalo que nos ha sido dado por Él. Fuimos creados con un “monitor interior” que actúa como brújula moral para guiar nuestras decisiones. Pero la conciencia, como todo lo demás en nosotros, necesita ser redimida. Dependiendo de cómo haya sido programada, nuestra conciencia puede llevarnos en la dirección equivocada.
Pablo mismo es un ejemplo de esto. Su educación como fariseo le había enseñado que los cristianos eran una amenaza para Dios y la fe judía. Su conciencia había sido programada para ver el asesinato como un servicio a Dios. Por eso, buscaba ferozmente a los creyentes y los capturaba, sin que eso afectara su conciencia. Solo después que el Cristo resucitado se encontrara con él en el camino de Damasco, su conciencia fue transformada.
A menos que dejemos que el Señor nos redima por completo, nuestras decisiones pueden resultar tan destructivas como si ignoráramos intencionalmente hacer lo bueno. Si sometemos nuestra conciencia al Espíritu Santo, encontraremos un puerto seguro cuando las tormentas amenacen nuestra fe o nuestro futuro.

martes, 24 de octubre de 2017

Jesucristo: El regalo precioso


Jesucristo: El regalo precioso

Jesucristo es el regalo precioso de Dios para nosotros. Este regalo, enviado del cielo, fue dado voluntariamente a un gran costo, porque teníamos una necesidad crítica. Este regalo fue. . .
Universal y personal. Por medio del Señor Jesús, el Padre celestial ofrece la salvación a todo el mundo (Jn 3.16).
Protector. Cuando Jesús se convierte en nuestro Salvador personal, recibimos el perdón y somos libres de la condenación por nuestro pecado (Ro 8.1). Este regalo divino evita que tengamos que enfrentar la muerte eterna, lo que significaría la separación perpetua de Dios.
Eterno. Lo que el Señor Jesús nos da dura para siempre. Desde el día en que fuimos salvos, el Espíritu de Cristo habita en nosotros y permanece con nosotros. Como miembros de la familia de Dios, tenemos una herencia eterna en el cielo que no puede dañarse ni extinguirse (1 P 1.3-5).
Lleno de amor. Fue el amor incondicional lo que motivó al Padre a sacrificar a su Hijo por nosotros. Ninguno de nosotros merecía tal sacrificio, pues todos hemos pecado (Ro 3.10). A pesar de lo que somos, Dios puso su amor en nosotros, y lo demostró por medio de la vida y la muerte de su Hijo. Gracias a su amor, hemos sido rescatados de la esclavitud del pecado, y estamos siendo transformados en las personas que tuvo en mente al crearnos.
Si usted no ha aceptado el regalo de la salvación de Dios, hoy puede ser su día de nacimiento espiritual. Si ya pertenece a la familia de Dios, conoce el valor del regalo. Entonces, ¿quisiera hablar a otros de este presente maravilloso?

lunes, 23 de octubre de 2017

Jesucristo: El regalo perfecto


Jesucristo: El regalo perfecto
Leer | Mateo 7.11
Tratamos de hacer regalos que sean significativos, pero no siempre tenemos éxito. Pero el regalo de Dios —su Hijo Jesucristo— es siempre el regalo perfecto para todo el mundo. Este regalo fue:
Enviado del cielo. El Señor Jesús fue enviado al mundo para cumplir el plan de Dios (Jn 6.38). Cada aspecto de su vida fue parte del regalo que el Padre celestial tiene para nosotros.
Necesario. Dios nos dio a su Hijo para salvarnos. El pecado arruinó al género humano (Ro 3.23) y nos puso bajo la condenación divina (5.18). Puesto que no somos capaces de pagar el precio debidamente exigido por Dios por nuestro pecado, nuestra mayor necesidad ha sido siempre la de un Salvador que pudiera pagar nuestra deuda de pecado por nosotros (6.23). Solamente el Señor Jesús estuvo calificado para hacerlo, porque estaba libre de pecado. Se convirtió en nuestro Redentor al reconciliarnos con Dios (5.10).
Sacrificado. Dios envió a Jesús a morir en nuestro lugar para que pudiéramos llegar a ser parte de su familia. El Hijo sacrificó voluntariamente su vida para llevar a cabo el plan del Padre.
Perfecto. Jesús fue Dios en carne humana que caminó en medio de los hombres. Su carácter y su voluntad son impecables, y actúa de manera perfecta a favor nuestro (8.28, 29).
Precioso. Jesucristo tiene el poder de hacer por nosotros lo que no puede hacer ninguna cosa material u otra persona. En Él, llegamos a ser nuevas criaturas que pertenecemos a Dios (2 Co 5.17).
Dios envolvió en carne humana su regalo especial para que podamos conocerle e identificarnos con Él.

viernes, 20 de octubre de 2017

¿Era Jesucristo realmente Dios?


¿Era Jesucristo realmente Dios?
Leer | Juan 1.1-18
La divinidad de Jesucristo es uno de los temas más controvertidos que enfrenta todo ser humano. También es el más importante. Nuestra fe depende de esta pregunta.
Hay muchos que dicen que creen en Jesús y en Dios, pero no creen que Jesús sea verdaderamente Dios. Sin embargo, creen muchas cosas buenas sobre Él. Lo aceptan como un maestro. Se maravillan de Él como sanador. Lo reverencian como filósofo, revolucionario y reformador social. Pero no pueden (o no quieren, más bien) aceptarlo como Señor.
Quiero ser muy claro en este asunto. Usted puede creer todas estas cosas maravillosas en cuanto a Jesús. Puede alabarlo como un profeta enviado por Dios todopoderoso. Pero si no acepta que es uno con Dios —el Salvador que murió por los pecados de usted— entonces no le conoce en absoluto.
Ahora bien, usted puede haber escuchado a personas argumentar que el mismo Jesús en realidad nunca dijo ser Dios. Esto simplemente no es verdad. Una y otra vez en los evangelios, Jesús se pone a sí mismo en pie de igualdad con el Padre y el Espíritu Santo (Jn 10.30; 14.6-14). La verdad es que si Jesús no era verdaderamente el Hijo de Dios, entonces, como apuntó C. S. Lewis, era un loco o el mentiroso más detestable del mundo.
Si usted no sabe la respuesta a esta pregunta, no deje pasar otro minuto sin dar los pasos para conocer la respuesta. Tómese el tiempo para examinar los evangelios. Hable con su pastor o con amigos creyentes. Tome la decisión final y personal en cuanto a esta pregunta trascendental: “¿Era Jesucristo realmente Dios?”

miércoles, 18 de octubre de 2017

El conflicto


El conflicto

La batalla espiritual se mantiene todo el tiempo. Por eso es importante que los creyentes estén conscientes de ella para luchar contra el pecado de manera efectiva y vivir de una manera agradable a Dios. La lucha se da en tres esferas.
Primero, tenemos un enemigo interno. Desde la caída en el huerto del Edén, el corazón humano no busca por naturaleza a Dios. Pero el Espíritu Santo puede atraernos y dirigir nuestros pensamientos al Señor. Sin embargo, aun después de la salvación, tenemos la capacidad de pecar en este cuerpo. La Biblia menciona conductas “carnales” con las que luchamos a lo largo de la vida (Gá 5.19, 20).
Segundo, tenemos un enemigo externo: Las creencias, las actitudes y las filosofías impías que están alrededor de nosotros. Primera de Juan 2.15 advierte: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Como creyentes en Jesucristo, tenemos que ser sal y luz para el mundo que nos rodea, sin permitir que sus normas influencien nuestros pensamientos o nuestra conducta.
Tercero, hay un enemigo infernal, y su nombre es Satanás. Su deseo es desacreditar a Dios y lograr la victoria sobre el reino del Señor. Sabemos por las Sagradas Escrituras que esto no va a suceder, pero el conflicto arreciará hasta los últimos días mencionados en Apocalipsis.
Esté consciente de estos tres enemigos. Usted no dormiría en medio de una guerra encarnizada, y tampoco debe vivir sin percatarse de la batalla espiritual de todos los días. El pasaje de hoy da la información específica para mantenerse firme en Cristo: Ármese con la Palabra, y busque la protección y la guía de Dios.

martes, 17 de octubre de 2017

La orden de Dios para cada creyente


La orden de Dios para cada creyente

En el pasaje conocido como la Gran Comisión, el Señor Jesús menciona al discipulado, al bautismo y a la enseñanza. Todos estamos de acuerdo con que el discipulado y la enseñanza son esenciales para crecer en la fe; sin embargo, algunos cristianos relegan o ignoran la orden de ser bautizados. La voluntad de Dios es que cada persona que recibe la salvación ponga en práctica esta ordenanza bíblica dada por Jesucristo.
La Biblia contiene varios ejemplos de nuevos creyentes que se sometieron al bautismo por obediencia después de ser salvos. Pablo y Silas dijeron a su carcelero que recibiera a Cristo y que fuera bautizado (Hch 16.27-33). Asimismo, Felipe bautizó al eunuco etíope después de escuchar su confesión de fe (8.36-38).
Muchos creyentes hoy rehúsan a hacerlo porque no consideran al bautismo como un mandamiento, o porque no reconocen que no hacerlo es desobediencia. Este acto es importante porque es una confesión pública de fe en nuestro Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo). La disposición de humillarnos de esta manera honra a Dios como el Señor de nuestra vida. El bautismo por inmersión simboliza también el poder transformador de la salvación: Somos “sepultados” para demostrar que hemos muerto a los viejos hábitos; y somos levantados del agua para demostrar que ahora andamos en novedad de vida (Ro 6.4).
¿Ha obedecido usted el mandamiento del Señor de someterse al bautismo? Si no lo ha hecho, hable con su pastor y dispóngase a confesar públicamente su fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.