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viernes, 22 de noviembre de 2024

El proceso del quebrantamiento

El proceso del quebrantamiento
Romanos 8.29-31

Resulta muy tentador pensar que es muy poco lo que necesitamos mejorar. Pregunte y escuchará a muchas personas admitir que tal vez pudieran hacer un poquito de “mantenimiento” en uno o dos aspectos problemáticos de su vida. Pero la mayoría dirá: “Soy una persona buena”. No se engañe: el Padre celestial se niega a aceptar la pobre visión que tiene la persona de lo que significa “ser buena”.

Dios ve a cada creyente como la persona que será cuando esté plenamente rendida a Jesucristo.

Entonces, Él comienza a hacer esa renovación total transformándola a la imagen de su Hijo.
Podemos decir que Dios es nuestro “diseñador de interiores”. Un paso esencial en la remodelación implica la eliminación de todo lo innecesario, dañado o pasado de moda. En nuestro caso, lo que tiene que desaparecer es la rebeldía. Puedo decirle por experiencia propia que ser un hombre en construcción no es cómodo.

Dios apunta a costumbres, actitudes y relaciones en las que actuamos fuera de su voluntad, y luego aplica presión para que dirijamos nuestra atención a ellas.

El Señor se apodera de lo que amamos para extraernos la humilde pregunta: “¿Qué más quieres que te entregue?”
Conformar nuestra voluntad a la de Dios cambia lo que somos.

En medio de nuestra transformación, el dolor de lo que Él utiliza puede impedirnos ver temporalmente la belleza de su diseño. Pero no hay nada mejor para Dios que seamos sus seguidores fieles y obedientes a toda costa. Sométase al Señor para que Él pueda transformarle en el siervo que Él desea.

miércoles, 24 de enero de 2018

El quebrantamiento de Pedro


El quebrantamiento de Pedro

El orgullo de Pedro era un obstáculo para los propósitos de Dios. Cristo buscaba a un siervo-líder para que guiara a los creyentes una vez que Él regresara al cielo. El antiguo pescador era un impulsivo sabelotodo, pero el Señor vio su potencial a pesar de su arrogancia. Por eso, el gran Artesano utilizó una filosa herramienta —la humillación— para quebrantarlo.
Cuando las palabras del Señor estuvieron en conflicto con la opinión de Pedro, el discípulo reprendió temerariamente a Jesús. El Salvador respondió con una reprimenda, tanto para silenciar como para enseñar (Mt 16.21-23Jn 13.5-8).
Inclusive, Pedro incumplió su promesa de morir por el Señor cuando lo negó tres veces antes de que el gallo cantara. Esta humillación final, presenciada por un grupo de extraños, hizo trizas la seguridad que Pedro tenía en sí mismo. Fue un hecho doloroso, pero necesario, ya que su orgullo había distorsionado su visión de la misión de Cristo. Necesitaba entender que Jesús no vino para ser el libertador de Israel de la opresión romana, sino para salvar a la humanidad del poder y la pena del pecado. Gracias a que descubrió esa humildad, Pedro estaba ahora listo para desempeñar el papel que Cristo había escogido para él, como siervo-líder (1 P 5.5, 6).
¿De qué manera está usted obstaculizando el trabajo de Dios en su vida? Tenga en cuenta que Él está decidido a quebrantarle cuando sea necesario para bien de usted mismo, y para la gloria de Él. El Señor restauró a Pedro como un hombre más humilde, pero mucho más grande que antes. Él hace lo mismo con todo creyente que se rinde a su voluntad.