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viernes, 20 de octubre de 2017

¿Era Jesucristo realmente Dios?


¿Era Jesucristo realmente Dios?
Leer | Juan 1.1-18
La divinidad de Jesucristo es uno de los temas más controvertidos que enfrenta todo ser humano. También es el más importante. Nuestra fe depende de esta pregunta.
Hay muchos que dicen que creen en Jesús y en Dios, pero no creen que Jesús sea verdaderamente Dios. Sin embargo, creen muchas cosas buenas sobre Él. Lo aceptan como un maestro. Se maravillan de Él como sanador. Lo reverencian como filósofo, revolucionario y reformador social. Pero no pueden (o no quieren, más bien) aceptarlo como Señor.
Quiero ser muy claro en este asunto. Usted puede creer todas estas cosas maravillosas en cuanto a Jesús. Puede alabarlo como un profeta enviado por Dios todopoderoso. Pero si no acepta que es uno con Dios —el Salvador que murió por los pecados de usted— entonces no le conoce en absoluto.
Ahora bien, usted puede haber escuchado a personas argumentar que el mismo Jesús en realidad nunca dijo ser Dios. Esto simplemente no es verdad. Una y otra vez en los evangelios, Jesús se pone a sí mismo en pie de igualdad con el Padre y el Espíritu Santo (Jn 10.30; 14.6-14). La verdad es que si Jesús no era verdaderamente el Hijo de Dios, entonces, como apuntó C. S. Lewis, era un loco o el mentiroso más detestable del mundo.
Si usted no sabe la respuesta a esta pregunta, no deje pasar otro minuto sin dar los pasos para conocer la respuesta. Tómese el tiempo para examinar los evangelios. Hable con su pastor o con amigos creyentes. Tome la decisión final y personal en cuanto a esta pregunta trascendental: “¿Era Jesucristo realmente Dios?”

viernes, 21 de junio de 2013

Enciclopedia explicativa de dificultades biblicas, Samuel Vila


¿DEFENDIÓ DIOS A CAIN?

Pregunta: En Génesis 9:6 leemos que Dios dijo a Noé: «El que derrame sangre de hombre por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.»
En cambio, Caín derramó la sangre de su hermano, y cuando espantado de que alguien vengaría al inocente y pacífico Abel dijo: «Cualquiera que me encuentre me matará», Dios le respondió que el que le matare a él, sería castigado siete veces, y puso señal en Caín para que no le matase cualquiera que le hallare. ¿No hay aquí una contradicción y una injusticia?

Respuesta: Ya hemos indicado en el artículo anterior que los padres de la Iglesia se imaginaban la misma señal como un castigo para Caín, y bien puede ser así, pues ninguna otra marca podía ahuyentar de él los posibles agresores o vengadores de su hermano, si no fuera algo que causara terror de por sí.
Los judíos tienen una tradición de que Caín murió asesinado por Lamec, basando esta idea en los versículos 23 y 24 del propio capítulo 4 del Génesis. Pero esta hipótesis no es aceptable porque en este pasaje se dice claramente que Lamec mató a un joven y en el tiempo aquel, Caín debía ser ya un anciano. Pero, ¿por qué Lamec cita este pasaje de Caín y la promesa que Dios le hizo para afirmar que quien se atreviera a atacarle a él, sería vengado, no siete, sino setenta veces?
El doctor J. E. Sinynque, citado en el libro The Christian Armoury, del doctor V. R. Bradlaugh, dice: «Yo creo que el primer miembro de esta frase es elíptica y el segundo se refiere a Caín mismo, con lo cual se leería así: "Por tanto cualquiera que matare a Caín será castigado; él siete veces", por lo que el castigado con un castigo diferido siete veces, sería el propio Caín. Esta fue la interpretación de
los padres al atribuir la señal a una figura horripilante y una enfermedad penosa. Pero ¿por qué siete veces? ¿Qué significado tiene en tal caso esta expresión?
Juntando la interpretación de los padres con la de los judíos, podría deducirse que Caín fue castigado con una vida errante y difícil; pero además que se vería atacado y herido siete veces hasta que un joven atacante terminó con su vida. El mismo joven intentaría matar a Lamec, pero este último lo mató a él. Este hecho provocaría en Lamec el recuerdo de la historia de Caín.
Lamec habla con vanagloria, más bien que con esperanza, de que Dios le vengaría a él, un homicida y polígamo, setenta veces, o sea diez veces más que a Caín. El no esperaba en la venganza de parte de Dios, sino en su propia valentía, admirando la de su antecesor, Caín, a quien él habría vengado, de paso, al matar al mancebo que le mató; recalcando así, no la venganza de Dios, sino su propia bravura.