La lucha con la tentación
Santiago 1.12-15
Si hay algo que todo hombre, mujer y niño han experimentado, eso es la tentación. Todos hemos visto algo nuevo, atractivo o inusual, y pensamos: tiene que ser mío.
¿Qué es “eso” para usted? El objeto de la tentación puede ser casi cualquier cosa, tal vez algo material como una casa bonita, o un auto nuevo, o tal vez el placer de una comida, del alcohol o de las drogas.
Otra posibilidad es una tentación emocional que acompaña a una nueva relación, o al reconocimiento por un trabajo bien hecho.
Cualquiera que sea el objeto, la tentación exige que debemos tenerlo, ¡ahora mismo! No nos detenemos a considerar si es bueno para nosotros, beneficioso para nuestra familia, o perjudicial para alguien que amamos. La cautela y la fidelidad son echadas por la borda cuando la tentación nos domina, y puede traer destrucción absoluta a nuestra vida si se deja sin control.
En términos sencillos, la tentación es la incitación a seguir nuestros deseos más allá de los límites que Dios ha dispuesto. Por ejemplo, el Señor le ha dado a la humanidad un regalo precioso en la sexualidad, y este deseo dado por Dios a menudo se saca fuera del contexto para el cual el Creador lo concibió. El deseo sexual es bueno, pero cuando no es controlado, daña nuestro juicio y nos conduce a problemas y sufrimientos.
¿Está usted permitiendo que un deseo particular controle su vida? ¿Está yendo una y otra vez más allá de los límites de lo que sabe que Dios aprueba? Entonces, es hora de que rompa con la tentación volviéndose a Dios en arrepentimiento, sometiéndose a su autoridad sobre sus deseos, y confiando en su poder para obtener la victoria.
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martes, 8 de octubre de 2024
La lucha con la tentación
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martes, 30 de enero de 2024
Una defensa contra la tentación
Una defensa contra la tentación
Experimentar la tentación es universal e inevitable. Uno no puede esconderse, ya que no hay ningún ambiente libre de su atracción. Nunca se puede eliminar por completo la tentación, porque dondequiera que tratemos de escapar, la “carne” siempre nos acompaña.
Sin embargo, ceder a la tentación es opcional.
El Señor ha prometido dar una vía de escape o limitar la intensidad de la tentación para que uno pueda soportarla (1 Co 10.13). A veces, eso significa una eliminación literal del deseo al tomar la sabia decisión de huir de la situación. En otras ocasiones, la circunstancia se mantiene, pero Dios nos dará todo lo que sea necesario para que podamos soportarla sin ceder. Dios no es la fuente de la tentación, pero sí la permite para madurar y fortalecer a sus hijos.
Todo creyente debe aprender a resistir cuando es tentado y a desarrollar un sistema de defensa para tales situaciones. La manera de comenzar es preguntándose:
¿Cuáles son mis áreas de debilidad? El diablo no usa el mismo método con todo el mundo.
Ajusta su tentación al área de vulnerabilidad de cada persona.
¿Cuándo soy más débil? Satanás no juega limpio. Siempre ataca a la persona cuando está desanimada. Esté en guardia cuando sienta hambre, enojo, soledad o cansancio.
La mayor defensa contra la tentación es la Palabra de Dios. El Señor citó las Sagradas Escrituras para hacer callar las mentiras de Satanás (Mt 4.1-11).
Comience cada día de rodillas: pídale al Señor que haga crecer su verdad en su vida, y que le dé el conocimiento que le permita vivir en victoria.
domingo, 27 de febrero de 2011
CÓMO REACCIONAR PRUDENTEMENTE ANTE LA TENTACIÓN

PASAJE CLAVE: 1 Corintios 10.13 |
LECTURAS DE APOYO: Génesis 3.1–5 | Lucas 4.1–12 | Juan 14.15–16
Colosenses 3.2 | 1 Tesalonicenses 3.5 | 2 Timoteo 2.22 | Santiago 1.13–16 | 1 Juan 2.15–17
INTRODUCCIÓN:
Las tentaciones son inevitables.
Creo que una persona debe darse cuenta en cuáles áreas de su vida está siendo tentada.
Probablemente descubra que su debilidad sea diferente a la de los demás. Sin embargo, ni aún el creyente más maduro está exento. Si escudriña toda su vida y las circunstancias que le rodearon en el pasado, ¿en qué área de su vida se siente más propenso a ser tentado? O, ¿en qué momento de su vida considera que es voluble?
Al confrontar una tentación, ¿cómo reacciona? ¿Lanza un grito desesperado para pedir ayuda a Dios? O, ¿termina cediendo a la tentación? La gran mayoría busca una explicación, siente culpa, promete a Dios una y otra vez no volver a hacerlo, pero vive toda una vida de derrota.
DESARROLLO DEL SERMÓN:
¿En qué consiste la tentación?
La tentación es una incitación, una atracción, un deseo de nuestra naturaleza humana para ir más allá de los límites establecidos por Dios.
Hay tres fuentes de la tentación según la Epístola de Santiago: «cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido» (Stg 1.14). Primero, algunas tentaciones simplemente surgen de nuestras decisiones «carnales». Segundo, el diablo nos tienta (1 Ts 3.5) de la misma manera como engañó a
Eva en cuanto a las consecuencias de su rebelión contra Dios (Gn 3.1–5). El objetivo de Satanás es distraernos de nuestra relación con el Padre celestial. Tercero, el sistema que gobierna este mundo es una fuente de tentación.
La tentación es diferente a la prueba.
Una tentación es una incitación que lleva a desobedecer a Dios, mientras que, la prueba es un período de dificultad en la vida de una persona. Dios permite tanto la tentación como la prueba en nuestras vidas para que aprendamos a depender de Él.
Mitos creados sobre la tentación. Algunos cristianos creen que la tentación en sí es un pecado, que «caen» en tentación, como si no hubieran tenido nada que ver en el proceso.
Aunque hay momentos en los que lo más sabio es huir de la tentación (2 Ti 2.22); no siempre podrán escapar de ella o alejarse de la situación.
¿Cómo funciona la tentación en la vida de una persona?
Si la tentación se convierte en pecado, sigue el patrón explicado en la Epístola de Santiago.
Proceso de la tentación, Santiago 1.13–16.
Pensamiento: Todo comienza en nuestra mente, en la manera como mentalmente
recreamos lo que nos gustaría tener o hacer.
Imaginación: Busca los sueños no complacidos y cómo deberían realizarse.
Deseo: Inclina el corazón a visualizar el disfrute de algo que se anhela.
Voluntariedad: Es un deseo intencional, motivado por nuestro antojo o capricho.
Decisión: Es elegir sobre una idea que se había procesado previamente en nuestra imaginación y toma forma en el pensamiento para hacerse real.
Consentimiento: Es tomar voluntariamente la decisión de pecar contra Dios.
Pecado: Es la consecuencia última que lleva actuar fuera de la voluntad de Dios en
desobediencia a su Palabra.
Todo creyente tiene dentro de sí, en la persona del Espíritu Santo, poder para detenerse en cualquier punto de este proceso de la tentación.
¿Cómo construir un sistema de defensa para reaccionar ante la tentación?
Debemos asumir la responsabilidad: Implica que debemos estar dispuestos(as) a reconocer nuestros errores sin culpar a nadie más, a revisar nuestros pensamientos, nuestra imaginación, deseos y decisiones.
¿Cómo edificamos este sistema de defensa en nuestras vidas?
Primer paso, enfocarnos en el cuadro completo: estar consciente de las consecuencias
con respecto a la voluntad y el plan de Dios para el proyecto de nuestra vida en relación a nosotros mismos, a nuestros seres queridos, en nuestras relaciones interpersonales, en salud y finanzas.
La táctica de Satanás es lograr que centremos nuestros pensamientos y actitud priorizando «algo» que afectará nuestras acciones, agenda y toda nuestra vida. Su enfoque está en eliminar toda preocupación por las consecuencias del acto.
Segundo paso, recordemos la promesa de Dios, de 1 Corintios 10.13: Apropiémonos de
ella: «No [me] dejará ser tentado(a) más de lo que [pueda] resistir».
Dependamos del Espíritu Santo: resista la tentación en el poder del Espíritu Santo. El Señor Jesús dijo que enviaría al Consolador, el Espíritu Santo, nuestro Ayudador (Jn 14.15–16).
Estemos conscientes de las áreas en que somos tentados: Él dice que el amor al mundo, la carne, el diablo, son las cosas que nos destruyen (1 Jn 2.15–17). Fijemos nuestra mente en las cosas de Dios. «[Pongamos la mirada] en las cosas de
arriba, no en las de la tierra» (Col 3.2). Él sabe exactamente cómo apartar nuestra mente de aquello que nos tienta hacia lo que nos fortalecerá.
Tercer paso, debemos leer la Biblia:
Comencemos nuestro día de rodillas meditando en la Palabra de Dios. Entonces, al trascurrir el día, Él traerá esa verdad que dará claridad y protección a nuestra mente en contra de la tentación. Edifiquemos nuestra vida en la verdad sobre los fundamentos de la Palabra de Dios para que nos fortalezca y capacite a fin de que
nuestros pensamientos, convicciones, sistema de creencias estén acorde con las bases bíblicas.
Recuerde:
1.Dios está en control soberano y absoluto de todas las cosas, la gente y las circunstancias.
2.Obedezcamos a Dios y dejemos las consecuencias en sus manos.
3.Confiemos en Él en cada circunstancia de la vida.
CONCLUSIÓN:
No cabe duda que no podremos escapar de la tentación, pero Dios promete que en el proceso de confrontarla, aprenderemos a resistir sin sucumbir a ella. De esa manera, sabremos su procedencia y no nos excusaremos con nuestra conducta. El Señor estará allí para hacer posible que podamos superarla, no evadirla, sino soportarla de una manera agradable delante de Él.
Le recomiendo que asista a una iglesia que predique la Palabra de Dios. Tome notas y luego trate de aplicar el sermón a la vida diaria. Lea la Biblia y permita que sus enseñanzas transformen su manera de pensar. Quienes edifican sus vidas sobre las bases bíblicas tienen la capacidad necesaria para resistir la tentación.
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