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miércoles, 11 de marzo de 2015

Devocional

Lectura 11 de Marzo -  
"Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos."
1 Samuel 17: 47.  

Este punto nos ha de quedar muy claro: que la batalla es del Señor, y podemos estar muy seguros de la victoria, y de una victoria tal, que manifieste mejor el poder de Dios.  El Señor es olvidado por todos los hombres en demasía, sí, incluso por las asambleas de Israel; y cuando haya una oportunidad de hacer ver a los hombres que la Grandiosa Primera Causa puede alcanzar Sus propósitos sin el poder del hombre, es una ocasión inapreciable que debe ser bien empleada. Incluso Israel confía demasiado en la espada y la lanza. Es algo grandioso que no haya una espada en la mano de David, y, sin embargo, que David sepa que su Dios vencerá a ejércitos enteros de pueblos enemigos.  Si en verdad estamos contendiendo por la verdad y la justicia, no nos demoremos hasta que tengamos talento, o riqueza, o cualquier otra forma de poder visible a nuestra disposición; pero con tales piedras como las que encontramos en el arroyo, y con nuestra usual honda, corramos a enfrentar al enemigo. Si fuese nuestra propia batalla podríamos desconfiar; pero si nos estamos levantando por Jesús, y haciendo la guerra en Su fortaleza únicamente, ¿quién podría estorbarnos? Sin ninguna traza de duda, enfrentemos a los filisteos; pues el Señor de los Ejércitos está con nosotros, ¿y quién podría estar contra nosotros? 

sábado, 31 de enero de 2015

Devocional

Lectura 31 de Enero  - 
"El Dios mío me oirá."
Miqueas 7: 7. 

Los amigos podrían ser desleales, pero el Señor no se apartará del alma agraciada; por el contrario, Él oirá todos sus deseos. El profeta dice:"De la que duerme a tu lado cuídate, no abras la boca; y los enemigos del hombre son los de su casa." Este es un lamentable estado de cosas; pero aun en tales casos el Mejor Amigo permanece fiel, y podemos contarle todo nuestro dolor.  Nuestra sabiduría consiste en mirar al Señor, y no altercar con hombres o mujeres. Si nuestras súplicas amorosas son desdeñadas por nuestros propios parientes, confiemos en el Dios de nuestra salvación, pues Él nos oirá. Nos oirá con mayor razón por causa del desafecto y la opresión de los demás, y muy pronto tendremos motivo de clamar:"Tú, enemiga mía, no te alegres de mí."  Puesto que Dios es el Dios vivo, Él puede oír; puesto que es un Dios amante, Él oirá; puesto que Él es el Dios del pacto, se ha obligado a oírnos. Si cada uno de nosotros pudiera dirigirse a Él como"Dios mío" , podríamos decir con absoluta certeza:"El Dios mío me oirá." ¡Ven, entonces, oh corazón sangrante, y deja que tus tristezas se denuncien solas delante del Señor tu Dios! Voy a arrodillarme en secreto, y a susurrar internamente:"El Dios mío me oirá" .