Mostrando entradas con la etiqueta respuesta. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta respuesta. Mostrar todas las entradas

viernes, 9 de febrero de 2024

El poderoso nombre de Jesús


El poderoso nombre de Jesús

Juan 16.7-24

Los discípulos debieron sentirse confundidos cuando Jesús les dijo que era por el bien de ellos que Él se marcharía; durante tres años los había guiado y protegido. Pero el Señor podía decir esto porque sabía que su Espíritu y su nombre los protegerían y dirigirían poderosamente hasta que se reunieran en el cielo.

De la misma manera, nosotros hemos sido salvos y tenemos la promesa del cielo, pero todavía hay un largo camino por recorrer antes de llegar allá. No obstante, en el nombre de Jesús, tenemos todo lo que necesitamos para llegar hasta el final, pese a los obstáculos y desafíos que enfrentemos. Basta con considerar las siguientes formas en que Jesús viene en nuestra ayuda:

Abogado (1 Jn 2.1-2). Aunque somos llamados a vivir en santidad, habrá ocasiones en que pecaremos. Jesús es nuestro Abogado, quien es nuestro defensor porque su sangre nos limpia continuamente del pecado.

Autoridad (Mt 28.18). Vivimos bajo la autoridad divina de Cristo. Nada nos toca sin primero pasar por sus manos. Y Él nos capacita para hacer todo lo que Él nos llame a realizar.

Ayuda (Jn 16.13-15). Jesús nos ha dado el Espíritu Santo como nuestro Ayudador, que nos conforta, guía, enseña y capacita para vivir en santidad y obediencia.

Respuesta (Jn 16.23-24). Cuando pedimos en el nombre de Jesús, es decir, conforme a lo que Él desea, nuestras oraciones son respondidas.

La mano de Dios se mueve en el nombre de Jesús cuando tenemos un corazón santo y puro delante de Él. Por consiguiente, que nuestro anhelo sea vivir en dependencia total de este poderoso nombre.

               



martes, 29 de diciembre de 2015

Perseverancia en medio del silencio

Leer | Job 23.16, 17

Ayer decíamos que Dios siempre tiene un propósito al guardar silencio. Aprendí esta lección.

Un día, me preparé para orar sobre una situación que afectaría mi futuro. Pero cuando me puse de rodillas, sentí como si Dios se hubiera ido de repente. Por tres días y tres noches, su presencia parecía estar a kilómetros de distancia. La cuarta noche, unos amigos se reunieron para interceder a mi favor, pero fue en vano. Casi derrotado, regresé a mi habitación cuando vi luz en la habitación de mi amigo. Entré por su ventana, que estaba abierta, y oramos hasta el amanecer. Pero aún nada.

Le supliqué a Dios durante toda la semana. Luego, por fin, Él intervino de una manera asombrosa para comunicarme los pasos que debía dar. La lección fue que cuando Dios guarde silencio, ¡siga orando!

Muchísimas veces he escuchado a personas decir que no deben seguir orando por una necesidad porque no hubo respuesta. Pero Mateo 17.20 dice que la fe del tamaño de una semilla de mostaza puede mover montañas. ¡Imaginemos, entonces, lo pequeña que debe ser nuestra fe cuando nos rendimos, y no esperamos en el Señor! Los creyentes no podemos tratar las oraciones como una máquina que nos da una respuesta inmediata cuando le depositamos una moneda. Hablar con Dios es una inversión a largo plazo en la íntima amistad que tenemos con Él.

Aunque Dios puede estar en silencio durante un tiempo, nunca deja de trabajar por nosotros. En el momento preciso, Él da un resultado que se adecúa a su plan perfecto. Así que, amigos, ¡a seguir orando!

sábado, 31 de enero de 2015

Devocional

Lectura 31 de Enero  - 
"El Dios mío me oirá."
Miqueas 7: 7. 

Los amigos podrían ser desleales, pero el Señor no se apartará del alma agraciada; por el contrario, Él oirá todos sus deseos. El profeta dice:"De la que duerme a tu lado cuídate, no abras la boca; y los enemigos del hombre son los de su casa." Este es un lamentable estado de cosas; pero aun en tales casos el Mejor Amigo permanece fiel, y podemos contarle todo nuestro dolor.  Nuestra sabiduría consiste en mirar al Señor, y no altercar con hombres o mujeres. Si nuestras súplicas amorosas son desdeñadas por nuestros propios parientes, confiemos en el Dios de nuestra salvación, pues Él nos oirá. Nos oirá con mayor razón por causa del desafecto y la opresión de los demás, y muy pronto tendremos motivo de clamar:"Tú, enemiga mía, no te alegres de mí."  Puesto que Dios es el Dios vivo, Él puede oír; puesto que es un Dios amante, Él oirá; puesto que Él es el Dios del pacto, se ha obligado a oírnos. Si cada uno de nosotros pudiera dirigirse a Él como"Dios mío" , podríamos decir con absoluta certeza:"El Dios mío me oirá." ¡Ven, entonces, oh corazón sangrante, y deja que tus tristezas se denuncien solas delante del Señor tu Dios! Voy a arrodillarme en secreto, y a susurrar internamente:"El Dios mío me oirá" .