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miércoles, 11 de noviembre de 2020
martes, 2 de agosto de 2011
Estudio Génesis 3, Comentario Bíblico de Matthew Henry

Versículos 1—5. La serpiente engaña a Eva.
6—8. Adán y Eva transgreden el mandamiento divino, y caen en el pecado y la miseria.
9—13. Dios llama a Adán y Eva para que respondan.
14, 15. Maldición a la serpiente—La Simiente prometida.
16—19. El castigo de la humanidad.
20, 21. La primera vestimenta de la humanidad.
22—24. Adán y Eva son expulsados del paraíso.
Vv. 1—5. Satanás atacó a nuestros primeros padres para llevarlos a pecar; la tentación les resultó fatal. El tentador fue el diablo, en la forma y semejanza de una serpiente. El plan de Satanás era arrastrar a nuestros primeros padres al pecado y, así, poner separación entre ellos y su Dios. De este modo el diablo fue desde el comienzo un homicida y gran obrador de maldades. La persona tentada fue la mujer: la táctica de Satanás fue entablar una conversación con ella mientras estaba sola. Hay muchas tentaciones en las que el estar a solas da gran ventaja al tentador; en cambio, la comunión de los santos cuida en gran medida la fortaleza y seguridad de ellos. Satanás sacó ventaja de hallar a la mujer sola cerca del árbol prohibido. —Satanás tentó a Eva para, a través ella, poder tentar a Adán. Su táctica es enviar las tentaciones por medios que no sospechamos, y por quienes tienen la mayor influencia sobre nosotros. Satanás puso en duda si era o no era pecado comer de este árbol. No dejó al descubierto su designio al comienzo, pero planteó una pregunta que parecía inocente. El que quiera estar a salvo debe cuidarse de no hablar con el tentador. Citó mal el mandamiento. Él habló en forma sarcástica. El diablo, así como es un mentiroso, es también un escarnecedor desde el principio; y los escarnecedores son sus hijos. El arte de Satanás consiste en hablar de la ley divina como dudosa o irracional y, así, atrae la gente al pecado; nuestra sabiduría consiste en mantener firme nuestra creencia en el mandamiento de Dios y un elevado respeto por Él. ¿Conque Dios dijo: ¿No mentiréis, no tomaréis su nombre en vano, no os emborracharéis, etc.? Sí, estoy seguro que lo dijo, y está bien dicho; y, por su gracia, yo lo cumpliré. —El entablar esta conversación con la serpiente fue debilidad de Eva: por su pregunta debió notar que no tenía buenas intenciones, y por tanto, debió retroceder. Satanás enseña primero a los hombres a dudar y, luego, a negar. Les promete beneficios si comen de este fruto. Su objetivo es introducir el descontento con su estado presente, como si no fuera tan bueno como pudiera y debiera ser. Ningún estado por si mismo dará contento a menos que la mente sea puesta en ello. Los tienta para que busquen ascender como si fueran dignos de ser dioses. Satanás se arruinó a sí mismo cuando deseó ser como el Altísimo, luego, procuró infectar a nuestros primeros padres con el mismo deseo para arruinarlos también. El diablo sigue aún atrayendo a la gente a su esfera de interés sugiriéndoles pensamientos malos acerca de Dios y falsas esperanzas de lograr beneficios por medio del pecado. Por tanto, pensemos siempre bien de Dios como el sumo bien y pensemos mal del pecado como el sumo mal: así resistiremos al diablo y él huirá de nosotros.
Vv. 6—8. Observe los pasos de la transgresión: no son pasos ascendentes sino descen-dentes hacia el abismo.
—1. Ella vio. Una gran cantidad de pecado viene por los ojos. No miremos aquello que trae consigo el riesgo de estimular la concupiscencia, Mateo v. 28.
—2. Ella tomó. Fue su propio acto y obra. Satanás puede tentar pero no puede obligar; puede persuadirnos a que nos arrojemos al precipicio pero no puede arrojarnos, Mateo iv. 6.
—3. Ella comió. Cuando miró quizás no tuviera la intención de tomarlo; o cuando lo tomó no tuviera la intención de comer; pero acabó en eso. Es sabiduría detener los primeros movimientos del pecado, y abandonarlo antes de verse comprometido con él. —4. También dio a su marido. Quienes han hecho mal, están dispuestos a arrastrar a otros a hacer lo mismo.
—5. Ella comió. Al no tomar en cuenta el árbol de la vida. Del cual se le permitía comer, y al comer del árbol del conocimiento, que estaba prohibido, Adán claramente muestra su desdén por lo que Dios le ha otorgado, y su deseo por lo que Dios consideró prudente no darle. Deseaba tener lo que quería y hacer lo que le placiera. En una palabra su pecado fue la desobediencia, Romanos v, 19; la desobediencia a un mandato claro, simple y expreso. No tenía una naturaleza pecaminosa que lo traicionara; en cambio tenía libertad de voluntad, con toda su fuerza, no debilitada ni desequilibrada. Se apartó con mucha prontitud. Arrastró a toda su posteridad al pecado y a la miseria. Entonces, ¿quién puede decir que el pecado de Adán en sí causó poco daño? —Ya era demasiado tarde, cuando Adán y Eva vieron la necedad de comer la fruta prohibida. Vieron la felicidad de la cual cayeron y la miseria en que se hundieron. Vieron a un Dios amante irritado, y la pérdida de su gracia y su favor. Véase aquí qué deshonra y trastorno produce el pecado; hace maldad doquiera se introduce y destruye todo consuelo. Tarde o temprano acarrea la vergüenza; sea la vergüenza del arrepentimiento verdadero, que termina en gloria, o la vergüenza y confusión perpetua, en la cual despertarán los malos en el gran día. Véase aquí en qué consiste corrientemente la necedad de quienes han pecado. Cuidan más de salvar su crédito ante los hombres que obtener el perdón de Dios. Las excusas que dan los hombres para cubrir y restar importancia a sus pecados, son vanas y frívolas; como los delantales de hojas de higuera que se hicieron, no logran mejorar las cosas: no obstante, todos tenemos la tendencia a cubrir nuestras transgresiones como Adán. Antes de pecar ellos acogían con gozo humilde las bondadosas visitas de Dios; ahora Él se convertía en un terror para ellos. No cabe asombrarse de que se convirtieran en terror para sí mismos y se llenaran de confusión. Esto muestra la falsedad del tentador y el fraude de sus tentaciones. Satanás prometió que estarían a salvo. Pero ¡ellos no pueden ni pensar que sea así! Adán y Eva eran, ahora, consoladores desdichados el uno para el otro!
Vv. 9—13. Observe la sorprendente pregunta: ¿Adán, dónde estás tú? Aquellos que se descarrían de Dios por el pecado deben considerar seriamente donde están: están lejos de todo bien, en medio de sus enemigos, esclavizados a Satanás, y en el camino real a la ruina total. Esta oveja perdida hubiera vagado sin fin si el buen Pastor no la hubiera buscado y le hubiera dicho que el lugar donde estaba descarriado, no podría ser fácil ni cómodo. Si los pecadores quisieran considerar donde están, no descansarían hasta regresar a Dios. —Es falla y necedad común de quienes han hecho mal cuando se les pregunta al respecto, el reconocer sólo lo que es tan evidente que no se puede negar. Como Adán tenemos razón para tener miedo de acercarnos a Dios si no estamos cubiertos y vestidos con la justicia de Cristo. El pecado aparece más claro en el espejo del mandamiento, así que, Dios lo puso ante Adán; y en ese espejo debemos mirar nuestro rostro. Pero en lugar de reconocer el pecado en toda su magnitud, y asumir la vergüenza en ellos mismos, Adán y Eva justificaron el pecado y cargaron la vergüenza y la culpa en otros. En quienes son tentados existe una extraña tendencia a decir que son tentados por Dios; como si nuestro abuso de los dones de Dios disculpara nuestra transgresión de las leyes de Dios. Los que están prontos a aceptar el placer y ganancia del pecado son tardos para asumir la culpa y la vergüenza de ello. Aprendamos entonces, que las tentaciones de Satanás son todas seducciones; sus argumentos, todos engañosos; sus incentivos son todos trampas; cuando habla bien, no hay que creerle. Es por el engaño del pecado que el corazón se endurece. Vea Romanos vii. 11; Hebreos iii, 13. Aunque la sutileza de Satanás pudiera arrastrarnos al pecado, de ninguna manera nos justifica que estemos en pecado. Aunque él es el tentador, nosotros somos los pecadores. Que no disminuya nuestro pesar por el pecado el que hayamos sido engañados; antes bien, que aumente nuestra indignación con nosotros mismos por haber permitido ser engañados por un conocido tramposo y enemigo jurado, que quiere la destrucción de nuestra alma.
Vv. 14, 15. Dios dicta sentencia; y comienza donde empezó el pecado, con la serpiente. Los instrumentos del diablo deben compartir los castigos del diablo. Bajo el disfraz de la serpiente el diablo es sentenciado a ser degradado y maldecido por Dios; detestado y aborrecido por toda la humanidad: también a ser destruido y arruinado al final por el gran Redentor, cosa significada por el aplastamiento de su cabeza. Se declara la guerra entre la Simiente de la mujer y la simiente de la serpiente. El fruto de esta enemistad es que haya una guerra continua entre la gracia y la corrupción en los corazones del pueblo de Dios. Satanás, por medio de sus corrupciones los abofetea, los zarandea y procura devorarlos. El cielo y el infierno nunca pueden ser reconciliados, tampoco la luz y las tinieblas; no más que Satanás y un alma santificada. Además, hay una lucha continua entre los malos y los santos de este mundo. Se hace una promesa bondadosa sobre Cristo, como el libertador del hombre caído del poder de Satanás. Esta era la aurora del día del evangelio: tan pronto como fue hecha la herida se proveyó y reveló el remedio. Esta bondadosa revelación de un Salvador llegó sin que la pidieran ni la buscaran. Sin una revelación de misericordia, que da esperanzas de perdón, el pecador convicto se hundiría en la desesperación y se endurecería. Por fe en esta promesa fueron justificados y salvados nuestros primeros padres, y los patriarcas anteriores al diluvio. Se dan detalles sobre Cristo. —1. Su encarnación o venida en la carne. Que su Salvador sea la Simiente de la mujer, hueso de nuestro hueso, da gran aliento a los pecadores, Hebreos ii. 11, 14. —2. Sus sufrimientos y muerte; señalados en que Satanás heriría su calcañar, esto es, su naturaleza humana. Los sufrimientos de Cristo continúan en los sufrimientos de los santos por su nombre. El diablo los tienta, los persigue y los mata; y así, hiere el calcañar de Cristo, que es afligido en las aflicciones de los santos. Pero mientras el calcañar es herido en la tierra, la Cabeza está en el cielo. —3. Su victoria sobre Satanás. Cristo frustró las tentaciones de Satanás, rescató almas de sus manos. Por su muerte asestó un golpe fatal al reino del diablo, una herida incurable en la cabeza de esta serpiente. A medida que el evangelio gana terreno, Satanás cae.
Vv. 16—19. Por su pecado la mujer es condenada a un estado de pesar y sumisión; castigo adecuado de ese pecado en que ella procuró satisfacer la concupiscencia de los ojos y de la carne, y su orgullo. El pecado trajo dolor al mundo; hizo del mundo un valle de lágrimas. No es de extrañar que nuestros dolores se multipliquen cuando nuestros pecados se multiplican. Él se enseñoreará de ti, es sólo el mandamiento de Dios: Esposas, someteos a vuestros maridos. —Si el hombre no hubiera pecado, siempre se hubiera enseñoreado con sabiduría y amor; si la mujer no hubiera pecado, ella siempre hubiera obedecido con humildad y mansedumbre. Adán culpó a su esposa, pero aunque había sido falta suya el convencerlo para que comiera el fruto prohibido, fue falta de Adán el haberle hecho caso. Así que las frívolas excusas de los hombres se volverán contra ellos en el día del juicio de Dios. Dios puso marcas de desagrado en Adán.
—1. Maldice su habitación. Dios dio la tierra a los hijos de los hombres para que fuera una morada cómoda, pero ahora está maldita por el pecado del hombre. Sin embargo, Adán mismo no es maldecido, como lo fue la serpiente, sino tan sólo el suelo por amor a él.
—2. Sus esfuerzos y placeres le son amargos. El trabajo es nuestro deber y debemos realizarlo fielmente; es parte de la sentencia del hombre, cosa que la ociosidad desafía atrevidamente. La incomodidad y el cansancio en el trabajo son nuestro justo castigo, al cual debemos someternos con paciencia, puesto que son menos que lo merecido por nuestra iniquidad. El alimento del hombre se le volverá desagradable. Pero el hombre no es sentenciado a comer polvo como la serpiente, solamente a comer la hierba del campo.
—3. Su vida también es acortada; pero considerando cuán llenos de problemas están sus días, es un favor que sean pocos. La muerte es espantosa por naturaleza, a pesar de que la vida es desagradable, y con eso concluye el castigo. El pecado introdujo la muerte al mundo: si Adán no hubiera pecado, no habría muerto. Él cedió a la tentación pero el Salvador la resistió. ¡Cuán admirablemente la satisfacción de nuestro Señor Jesús, por su muerte y sufrimientos, respondió a la sentencia dictada contra nuestros primeros padres! ¿Entraron los dolores de parto a causa del pecado? Leemos del fruto de la aflicción del alma de Cristo, Isaías, liii, 11; y los dolores de la muerte que lo retuvo, son así llamados, Hechos ii, 24. ¿Entró el quedar bajo la ley con el pecado? Cristo nació bajo la ley, Gálatas iv, 4. ¿Entró la maldición con el pecado? Cristo fue hecho maldición por nosotros, y murió una muerte maldita, Gálatas iii, 13. ¿Vinieron las espinas con el pecado? Él fue coronado con espinas por nosotros. ¿El sudor llega a causa del pecado? Él sudó por nosotros, y su sudor fue como grandes gotas de sangre. ¿Llegó el dolor con el pecado? Él fue un varón de dolores; en su agonía su alma estuvo sobre manera dolorida. ¿Vino la muerte con el pecado? Él se hizo obediente hasta la muerte. Así, la venda es tan grande como la herida. Bendito sea Dios por su Hijo nuestro Señor Jesucristo.
Vv. 20, 21. Dios le puso nombre al hombre y lo llamó Adán, que significa tierra roja; Adán le puso nombre a la mujer y la llamó Eva, esto es, vida. Adán lleva el nombre del cuerpo mortal, Eva el del alma viva. Probablemente Adán haya tenido en cuenta la bendición de un Redentor, la Simiente prometida, al llamar Eva o vida a su esposa; pues Él sería la vida de todos los creyentes, y en Él serían benditas todas las familias de la tierra. —Véase, además, el cuidado de Dios por nuestros primeros padres a pesar de su pecado. La vestimenta se introdujo con el pecado. Poca razón tenemos al enorgullecernos de nuestras ropas que no son sino la insignia de nuestra vergüenza. Cuando Dios hizo ropa para nuestros primeros padres, las hizo abrigadoras y fuertes, rústicas y muy sencillas; no mantos de escarlata sino túnicas de pieles. Que quienes están pobremente vestidos aprendan de aquí a no quejarse. Teniendo comida y abrigo, que estén contentos; ellos están tan bien como Adán y Eva. Que aquellos que están finamente vestidos, aprendan a no hacer de las vestimentas su adorno. —Se supone que las bestias, de cuyas pieles los vistió Dios, fueron muertas, no para comida del hombre, sino para sacrificio, para tipificar a Cristo, el gran Sacrificio. Adán y Eva se hicieron delantales de hojas de higuera, cubierta demasiado estrecha para envolverlos, Isaías xxviii, 20. Tales son todos los trapos de nuestra justicia propia. Pero Dios les hizo túnicas de pieles, grandes, firmes, durables y de su medida: tal es la justicia de Cristo; por tanto, vestíos del Señor Jesucristo.
Vv. 22—24. Dios expulsó al hombre; le dijo que ya no debía ocupar ni disfrutar ese huerto: pero al hombre le gustaba el lugar y no estaba dispuesto a irse, por tanto, Dios lo hizo salir. Esto significó la exclusión de él y toda su raza culpable de la comunión con Dios, que era la bendición y la gloria del paraíso. Pero el hombre fue solamente enviado a labrar el suelo del cual fue tomado. Él fue enviado a un lugar de trabajo arduo, no a un lugar de tormento. Nuestros primeros padres fueron excluidos de los privilegios de su estado de inocencia, aunque no fueron librados a la desesperación. —Se cerró el camino al árbol de la vida. De ahí en adelante sería en vano que él y los suyos esperaran rectitud, vida y felicidad por el pacto de obras; porque al quebrantar el mandamiento de ese pacto, su maldición cobra plena vigencia: somos todos destruidos si somos juzgados por ese pacto. Dios reveló esto a Adán, no para llevarlo a la desesperación, sino para animarlo a buscar la vida y la felicidad en la Simiente prometida, por quien se abre ante nosotros un camino nuevo y vivo hacia el lugar santísimo.
domingo, 3 de julio de 2011
Estudio Génesis 1, Comentario Bíblico de Matthew Henry

GÉNESIS
Génesis es un nombre tomado del griego; significa “el libro de la generación o los orígenes”; se llama así apropiadamente pues contiene el relato del origen de todas las cosas. No hay otra historia tan antigua. Nada hay dentro del libro más antiguo que existe que lo contradiga; por el contrario, muchas cosas narradas por los escritores paganos más antiguos, o que se pueden descubrir en las costumbres de naciones diferentes, confirman lo relatado en el libro del Génesis.
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CAPÍTULO I
Versículos 1, 2. Dios crea los cielos y la tierra.
3—5. La creación de la luz.
6—13. Dios separa la tierra de las aguas; la tierra la hace fructífera.
14—19. Dios forma el sol, la luna y las estrellas.
20—25. Dios crea los animales.
26—28. El hombre, creado a imagen de Dios.
29, 30. .Designación de los alimentos.
31. Finalización y aprobación de la obra de creación.
Vv. 1, 2. El primer versículo de la Biblia nos da un relato satisfactorio y útil del origen de la tierra y de los cielos. La fe del cristiano humilde entiende esto mejor que la fantasía de los hombres más doctos. De lo que vemos del cielo y la tierra aprendemos el poder del gran Creador. Que el hecho de ser creados y nuestro lugar como hombres, nos recuerden nuestro deber cristiano de mantener siempre el cielo a la vista y la tierra bajo nuestros pies.
El Hijo de Dios, uno con el Padre, estaba con Él cuando éste hizo el mundo; mejor dicho, a menudo se nos dice que el mundo fue hecho por Él y que sin Él nada fue hecho. ¡Oh, qué elevados pensamientos debiera haber en nuestra mente hacia el gran Dios que adoramos, y hacia ese gran Mediador en cuyo nombre oramos! Aquí, en el principio mismo del texto sagrado, leemos de ese Espíritu Divino cuya obra en el corazón del hombre se menciona tan a menudo en otras partes de la Biblia.
Observe que, al principio nada deseable había para ver, pues el mundo estaba informe y vacío; era confusión y desolación. En manera similar, la obra de la gracia en el alma es una nueva creación: y en un alma sin gracia, que no ha nacido de nuevo, hay desorden, confusión y toda mala obra: está vacía de todo bien porque está sin Dios; es oscura, es las tinieblas mismas: este es nuestro estado por naturaleza, hasta que la gracia del Todopoderoso efectúa en nosotros un cambio.
Vv. 3—5. Dijo Dios: Sea la luz; Él la quiso, e inmediatamente hubo luz. ¡Qué poder el de la palabra de Dios! En la nueva creación, lo primero que se lleva al alma es la luz: el bendito Espíritu obra en la voluntad y en los afectos iluminando el entendimiento. Quienes por el pecado eran tinieblas, por gracia se convierten en luz en el Señor. Las tinieblas hubieran estado siempre sobre el hombre caído si el Hijo de Dios no hubiera venido para darnos entendimiento, 1 Juan v. 20. La luz que Dios quiso, la aprobó. Dios separó la luz de las tinieblas, pues, ¿qué comunión tiene la luz con las tinieblas? En los cielos hay perfecta luz y ningunas tinieblas; en el infierno, la oscuridad es absoluta y no hay un rayo de luz. El día y la noche son del Señor; usemos ambos para su honra: cada día en el trabajo para Él y descansando en Él cada noche. Meditando día y noche en su ley.
Vv. 6—13. La tierra estaba desolada, pero por una palabra se llenó de las riquezas de Dios, que todavía son suyas. Aunque se permite al hombre su uso, son de Dios y para su servicio y honor deben usarse. La tierra, a su mandato, produce pasto, hierbas y frutos. Dios debe tener la gloria de todo el provecho que recibimos del producto de la tierra. Si tenemos interés en Él, que es la Fuente, por la gracia, nos regocijaríamos en Él cuando se secan los arroyos temporales de la misericordia.
Vv. 14—19. El cuarto día de trabajo da cuenta de la creación del sol, la luna y las estrellas. Todo es obra de Dios. Se habla de las estrellas tal como aparecen antes nuestros ojos, sin decir su cantidad, naturaleza, lugar, tamaño o movimientos; las Escrituras no fueron hechas para satisfacer la curiosidad ni para hacernos astrónomos, sino para conducirnos a Dios y hacernos santos. Las luces del cielo fueron hechas para servirle a Él; lo hacen fielmente y brillan a su tiempo sin faltar. Nosotros estamos como luces en este mundo para servir a Dios; pero, ¿respondemos en manera similar a la finalidad para la que fuimos creados? No: nuestra luz no resplandece ante Dios como sus luces brillan ante nosotros. Hacemos uso de la creación de nuestro Amo, pero nos importa poco la obra de nuestro Amo.
Vv. 20—25. Dios mandó que se hicieran los peces y las aves. Él mismo ejecutó esta orden. Los insectos, que son más numerosos que las aves y las bestias, y tan curiosos, parecen haber sido parte de la obra de este día. La sabiduría y el poder del Creador son admirables tanto en una hormiga como en un elefante. —El poder de la providencia de Dios preserva todas las cosas y la feracidad es el efecto de su bendición.
Vv. 26—28. El hombre fue hecho después de todas las criaturas: esto era tanto un honor como un favor para él. Sin embargo, el hombre fue hecho el mismo día que las bestias; su cuerpo fue hecho de la misma tierra que el de ellas; y mientras él está en el cuerpo, habita en la misma tierra con ellas. ¡No permita Dios que dándole gusto al cuerpo y a sus deseos, nos hagamos como las bestias que perecen! El hombre fue hecho para ser una criatura diferente de todas las que habían sido hechas hasta entonces. En él tenían que unirse la carne y el espíritu, el cielo y la tierra. Dios dijo: “Hagamos al hombre”. El hombre, cuando fue hecho, fue creado para glorificar al Padre, Hijo y Espíritu Santo. En ese gran nombre somos bautizados pues a ese gran nombre debemos nuestro ser. Es el alma del hombre la que lleva especialmente la imagen de Dios. —El hombre fue hecho recto, Eclesiastés vii. 29. Su entendimiento veía clara y verdaderamente las cosas divinas; no había yerros ni equivocaciones en su conocimiento; su voluntad consentía de inmediato a la voluntad de Dios en todas las cosas. Sus afectos eran normales y no tenía malos deseos ni pasiones desordenadas. Sus pensamientos eran fácilmente llevados a temas sublimes y quedaban fijos en ellos. Así de santos, así de felices, eran nuestros primeros padres cuando tenían la imagen de Dios en ellos. ¡Pero cuán desfigurada está la imagen de Dios en el hombre! ¡Quiera el Señor renovarla en nuestra alma por su gracia!
Vv. 29, 30. Las hierbas y las frutas deben ser la comida del hombre, incluido el maíz y todos los productos de la tierra. Que el pueblo de Dios ponga sobre Él su carga y no se afane por qué comerán ni qué beberán. El que alimenta las aves del cielo no permitirá que sus hijitos pasen hambre.
V. 31. Cuando nos ponemos a pensar en nuestras obras hallamos, para vergüenza nuestra, que en gran parte han sido muy malas; pero cuando Dios vio su obra, todo era muy bueno. Bueno pues todo era cabalmente como el Creador quería que fuera. Todas sus obras, en todos los lugares de su señorío le bendicen y, por tanto, bendice, alma mía, al Señor. Bendigamos a Dios por el evangelio de Cristo y, al considerar su omnipotencia, huyamos nosotros, los pecadores, de la ira venidera. Si somos creados de nuevo conforme a la imagen de Dios en santidad, finalmente entraremos en los “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”.
martes, 5 de abril de 2011
TESOROS DE DAVID "SALMO 15" Charles Spungeor

Este Salmo de David no tiene título o dedicatoria que indique la ocasión en que fue escrito, pero es muy probable que su composición, junto con la del Salmo veinticuatro, que tiene con él una notable semejanza, estuviera relacionada con el traslado del arca al santo monte de Sión.
Lo llamaremos el Salmo de «La pregunta y la respuesta». El primer versículo hace la pregunta;el resto de los versículos son la respuesta.
Vers. 1. Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? Allí donde los ángeles inclinan sus rostros velados, ¿cómo podrá el hombre adorar en absoluto? C. H. S.
¿Quién es éste? Decidlo si podéis:
¿Quién llegará a esta firme morada?
Pilato dice: «¡He aquí el Hombre!»
Y Juan: «¡He aquí el Cordero de Dios!»
John Barclay, citado por A. A. Bonar
Vers. 2. El que anda en integridad y hace justicia, y habla ver-dad en su corazón. Observad el andar, obrar y hablar del hombre aceptado. Andar es de más importancia que hablar. Sólo es justo el que anda en integridad y hace justicia. Su fe se muestra mediante buenas obras, y por tanto no es una fe muerta. La casa de Dios es una colmena de obreros, no un nido de zánganos.C. H. S.
Cuando las ruedecillas de un reloj se mueven dentro de la caja, las manecillas de la esfera se mueven fuera. Cuando el corazón de un hombre es sano en su conversión, entonces la vida será hermosa en su profesión. Cuándo un conducto está cerrado a la vista, ¿cómo podremos juzgar de la fuente sino por las aguas que circulan y salen del caño? William Secker
Y hace justicia. Un justo puede hacer obras justas, pero no hay obras de un hombre injusto que puedan hacerle justo. Thomas Boston
La escalera de Jacob tenía peldaños, en los cuales no vio a nadie que estuviera quieto, sino que todos ascendían o descendían por ella. Asciende tú de la misma manera al extremo de la escalera, al cielo, y allí oirás a uno que dice: «Mi Padre está obrando ahora, y yo también obro.» Thomas Playfere
Pero observa aquí, dice David, «que obra justicia»; no que habla sobre la justicia, piensa u oye sobre ella; porque «no son los oidores de la ley, sino los obradores de la ley, los que son justificados». La única obra que podemos esperar que sea considerada y tenida en cuenta es la obra de justicia; todas las demás obras que nos impulsan o atraen bajo la apariencia de piedad no son nada. Martin Lutero
Y habla verdad en su corazón. Los anatomistas han observado que la lengua del hombre está relacionada con una doble cuerda al corazón. Thomas Boston
Estoy agradecido por la convicción y sentimiento que tengo de la maldad de mentir; el Señor aumente mi aborrecimiento a él. Me esforzaré por limpiarme de toda inmundicia: nunca habrá una lengua mortificada cuando haya un corazón sin mortificar. Benjamín Bennet, Oratoria cristiana
Vers. 3. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni hace agravio alguno a su vecino. Todos los calumniadores son el fuelle del diablo para aumentar la contienda, pero son peores los que soplan desde detrás del fuego. Trapp dice que «el chismoso lleva al diablo en su lengua, y los que le escuchan, el diablo en su oído».
«¡Echad a este hombre!», decimos de un borracho; con todo, es discutible si su comportamiento zafio nos causará tanto daño como la historieta insinuante del chismoso. «¡Llamad a la policía!»,
decimos cuando vemos a un ladrón haciendo de las Suyas; ¿no deberíamos sentir indignación cuando oímos a un chismoso aplicado a su labor? «¡Perro rabioso, perro rabioso!» es un grito terrible y causa un gran alboroto, pero hay pocos perros que muerdan con tanta saña como las lenguas de los que llevan comidillas. «¡Fuego, fuego!» es un grito que nos alarma, pero la lengua del chismoso está encendida en el fuego del infierno, y los que se ocupan en chismorrear harían mejor en cambiar, pues van a hallar que hay fuego en el infierno para las lenguas sin freno. C. H. S.
Y esto sería más tolerable si fuera la única falta del hombre impío, de los enemigos de la religión, porque como dice el proverbio: «La maldad procede del malvado.» Cuando el corazón de un hombre está lleno del infierno, no es de extrañar escuchar a esta persona que reprocha a los hombres de bien, incluso por su bondad. Pero, ¡ay!, la enfermedad no se limita a esto; esta plaga no se halla sólo entre los egipcios, sino también entre los israelitas. Ten compasión de tus hermanos; ya es suficiente que los ministros y cristianos piadosos estén llenos de reproche hacia el malo, no hay necesidad de que tú aportes tu porción en esta forma diabólica. Matthew Poole
La víbora sólo hiere cuando pica; las hierbas o raíces venenosas sólo matan al que las masca, maneja, huele o se acerca a ellas; pero el veneno de las lenguas calumniadoras es mucho más letal y pestífero; porque a escondidas mata y hiere, no sólo de cerca, sino también de lejos; no sólo en casa, sino también fuera; no sólo en nuestra nación, sino en los países extranjeros; y no tiene compasión ni de vivos ni de muertos. Richard Turnbull
Vers. 3, 4 y 5. ¿Qué me importa ver a un hombre conmovido al escuchar un sermón, si engaña y miente tan pronto como llega a su casa? El que no tiene religión para gobernar su moralidad no es mucho mejor que mi mastín; en tanto que se le acaricia, complace y no se le pellizca, jugará contigo como si fuese un animal bueno y moral; pero si le dañas, se te echará a la cara y te desgarrará el cuello. John Seldon
Vers. 4. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. Un pecador adornado con una cadena de oro y vestidos de seda no puede ser comparado con un santo en harapos, como la lumbre de un candelero de plata con el sol tras una nube. C. H. S.
El condenar al malo y honrar al piadoso son cosas que están en oposición. Dios no aborrece a nadie, pero no hay nada más que aborrezca en el mundo que el pecado.Peter Baro
Agustín, como dice Posidonio, para mostrar cuánto aborrecía a los chismosos y alumniadores de los demás, tenía dos versitos escritos sobre su mesa; la traducción de los mismos es como sigue:
Aquel a quien le gusta difamar al ausente, Sepa que en esta mesa no puede estar presente. Richard Turnbull
Aquel que jura para su propio daño, y no cambia después.
Sus palabras son firmes como oráculos; Su amor, sincero; inmaculado es su pensamiento; Sus lágrimas, del corazón mensajeros directos; Su corazón se halla del fraude tan distante Como lejos se halla el cielo del infierno. William Shakespeare
Vers. 5. Quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho. Los teólogos puritanos están casi unánimemente en contra de aceptar interés alguno por un préstamo de dinero, y llegan a decir que prestar a un penique por ciento al año basta para llevar al infierno al que persiste en hacerlo. El exigir un interés excesivo es un pecado detestable; el percibir los intereses usuales y corrientes en un país comercial no es contrario a la ley del amor.C. H. S.
Por usura se entiende generalmente la ganancia de algo por encima del capital, o sea lo que se presta, exigido sólo en consideración al préstamo, se trate de dinero, trigo, mercancía u otra cosa semejante. Es considerada como una ganancia ilegítima la que una persona hace por medio de su dinero o bienes. Alexander Cruden
No hay clases de usura peores que una manera injusta de hacer tratos, en que la equidad es puesta a un lado por los dos participantes en el trato. Recordemos, pues, que todos los tratos en que uno injustamente procura ganar por medio de la pérdida del otro, se les dé el nombre que se quiera, han de ser condenados.
Se puede preguntar si todas las clases de préstamos a interés han de ser puestas bajo esta denuncia y ser consideradas como ilegitimas. Si las condenamos a todas sin distinción, hay el peligro de que muchos se vean llevados a una situación apurada en que, viendo que han de incurrir en pecado en cualquier forma que se muevan, puedan sentirse desesperados y, por ello, se lancen a toda clase de usura sin discriminación. Por otra parte, cuando admitimos que algo puede hacerse legalmente en esta dirección, muchos pueden creer que se les da carta blanca, y piensan que se les ha concedido hacer uso de la usura sin control o moderación.
No es sin causa que Dios, en Levítico 25:35-37, prohíbe la usura, añadiendo esta razón: «Y cuando tu hermano empobrezca y se acoja a ti, tú lo ampararás; como forastero y extranjero vivirá contigo. No tomarás de él usura ni ganancia, sino tendrás temor de tu Dios, y tu hermano vivirá contigo. No le darás tu dinero a usura, ni tus víveres a ganancia.» Vemos que el fin que motiva la ley fue que el hombre no oprima cruelmente al pobre, sino que le reciba con simpatía y compasión.
De donde se sigue que la ganancia que adquiere el que presta su dinero a interés sin causar opresión a otro no está incluida dentro del capítulo de la usura injusta. La palabra hebrea neshek que emplea David, se deriva de otra que significa «morder», lo cual muestra suficientemente que la usura es condenada en cuanto al hecho implicado en ella de llevar a la licencia de robar y esquilmar a nuestro prójimo. En resumen, siempre que hayamos grabado en nuestro corazón la regla de equidad que Cristo prescribe en Mateo 7:12: «Así que, todo cuanto queráis que los hombres os hagan a vosotros, así también hacedlo vosotros a ellos», no será necesario entrar en una discusión prolongada respecto a la usura. Juan Calvino
El que hace estas cosas, no resbalará jamás. No es el que oye mucho o habla mucho de religión, ni el que predica u ora mucho, ni el que piensa mucho sobre estas cosas y tiene buena intención, sino el que hace estas cosas -el que realmente se ocupa en ellas- el que es religioso y verdaderamente piadoso.
No es el que profesa de modo formal, el que discute mucho, el perfeccionista; no es el que oye constantemente o habla sin cesar, ni el maestro laborioso, ni el hermano dotado, ni el que tiene buenos deseos pasajeros, sino que el que honrada y sinceramente hace estas cosas, permanecerá firme en la prueba, en tanto que todas las pretensiones falsas arderán y se consumirán bajo las llamas escudriñadoras, como paja y hojarasca, según expresa el apóstol.
El llevar la librea de Cristo y no servirle, es una burla para el Maestro; el admitir en nuestra profesión y negar en nuestra vida práctica, es como el caso de Judas: Traicionarle con un beso de homenaje; como el de los rudos soldados, inclinar la rodilla delante de El y, entretanto, golpearle la sagrada cabeza con el cetro de caña; y como Pilato, coronarle de espinas, crucificarle y escribir sobre su cabeza «Rey de los judíos»; en una palabra, injuriarle con nuestros honores y herirle con nuestros reconocimientos.
Profesar ser cristianos sin que haya una vida que corresponda, no sólo no contribuirá en forma alguna a salvar a nadie, sino que agravará la condenación del tal; una amistad fingida, en el gran día de los descubrimientos, se verá que es la peor de las enemistades. Una mera formalidad externa de adoración es, a lo más, el sacrificio de Prometeo, un esqueleto de huesos y un fraude religioso. Condensado de Adam Litleton
Porque si fuera bastante con leer o escuchar estos preceptos, entonces habría un número ingente de personas vanas y malvadas que entrarían y seguirían en la iglesia, que, después de todo, no tienen lugar en ella; porque hay muy pocos, o ninguno, que no haya leído o escuchado estas cosas. A pesar de ello, no las hace. Richard Turnbull
sábado, 5 de marzo de 2011
TESOROS DE DAVID "SALMO 10" Charles Spurgeon

No hay, a juicio mío, un solo Salmo que describa la mente, las costumbres, las obras, las palabras, los sentimientos y el destino del impío con tanta propiedad, plenitud y luz como este Salmo. Así que, si en algún aspecto no se ha dicho bastante todavía del impío, o si falta todavía algo en los Salmos que siguen, podemos hallar aquí una imagen y representación perfecta de la iniquidad. Este Salmo, pues, es un tipo, forma y descripción de este hombre, el cual, aunque él mismo se vea, y aun los otros le vean, como el más excelente de los hombres, más que Pedro, es detestable a los ojos de Dios; y esto es lo que impulsó a Agustín y a los que siguieron a entender
este Salmo con referencia al Anticristo. Martin Lutero
Vers. 1. ¿Por qué estás lejos, oh Jehová? La presencia de Dios es el gozo de su pueblo, pero la sospecha de su ausencia es desazonante sin medida. Por tanto, recordemos que el Señor está cerca de nosotros. El orífice no está nunca lejos de la boca del horno cuando tiene el oro en el fuego, y el Hijo de Dios siempre está andando en medio de las llamas cuando sus santos hijos son echados en ellas. C. H. S.
¿Por qué te escondes en el tiempo de la tribulación? No es la tribulación, sino el que nuestro Padre esconda su faz, lo que nos hiere en lo vivo. Si necesitamos respuesta a la pregunta «¿Por qué te escondes?» la hallaremos en el hecho de que hay una necesidad no sólo para la prueba, sino para la pesadez del corazón bajo la prueba (1! Pedro 1:6); pero, ¿cómo puede ser así si el Señor debería brillar sobre nosotros cuando nos está afligiendo? Si el padre consuela a su hijo cuando le está corrigiendo, ¿de qué serviría la disciplina? Un rostro sonriente y la vara no son
compañeros apropiados. Dios desnuda la espalda para que el golpe se sienta más; porque es sólo la aflicción sentida la que pasa a ser aflicción bendita. Si fuéramos llevados en brazos por Dios al pasar cada corriente, ¿dónde estaría la prueba, dónde la experiencia que la tribulación tiene por objeto enseñarnos?
Si el Señor no se escondiera, no seria tiempo de tribulación en absoluto. Lo mismo podrías inquirir por qué el sol no brilla de noche, cuando es seguro que no habría noche silo hiciera. C.H. S.
«El tiempo de la tribulación» debería ser tiempo de confianza; el tener fijo el corazón en Dios, debería prevenir los temores del corazón. «Confiando en el Señor, su corazón es establecido; no temerá.» De otra manera, sin ello, seriamos como la llama de una vela, como una veleta; movidos por cada ráfaga de malas noticias, nuestras esperanzas se hundirían o flotarían según las noticias que oyéramos. La falta de fe sólo impide a Dios que nos muestre su poder al tomar nuestra parte. Stephen Charnock
Vers. 2. Con arrogancia el malo persigue al pobre. La acusación se divide en dos partes distintas:
arrogancia y tiranía; la una es la raíz de la otra. El orgullo es el huevo de la persecución. C. H. S.
El «orgullo» es un vicio que se adhiere de modo tan firme a los corazones de los hombres, que si tuviéramos que quitarnos nuestras faltas una tras otra, sin duda hallaríamos que es la última y la más difícil de arrancar. Richard Hooker
Queda atrapado en la trama que le ha urdido. La idea es razonable, justa y natural. Incluso cuando nuestros enemigos son los jueces, es justo que los hombres sean tratados como ellos desean tratar a los Otros. Sólo sopesamos al otro en nuestras propias balanzas, y medimos el trigo con nuestra propia medida. Nadie va a disputar la justicia de Dios cuando El ahorque a cada Amán en su propia horca, y eche a cada uno de los enemigos de sus Danieles en sus propios fosos de leones. C. H. S.
Vers. 3. Porque el malo se jacta de los antojos de su alma. La evidencia es plena y concluyente sobre la cuestión del orgullo, y ningún juez vacilaría en pronunciar veredicto contra el reo. El primer testigo testifica que es un jactancioso. Los pecadores jactanciosos son los hombres más despreciables, los peores, especialmente cuando sus inmundos deseos demasiado inmundos para poder ser realizados-pasan a ser objeto y tema de sus jactancias.
El codicioso bendice, mas Jehová lo desprecia. Otro testimonio que desea que se le escuche. Esta vez el descaro del orgulloso rebelde es aún más aparente; porque «el codicioso bendice a quien Jehová aborrece». Esto es insolencia, que es orgullo disfrazado. Los únicos pecadores que son recibidos como respetables son los codiciosos. Si un hombre fornica, o es un borracho, se le echa de la iglesia; pero, ¿quién ha oído de disciplinar en la iglesia a este idólatra desgraciado: un
codicioso? Temblemos para que no seamos hallados participes de este atroz pecado del orgullo:«el codicioso bendice a quien Jehová aborrece». C. H. S.
Cristo sabía lo que decía cuando exclamó: «Ningún hombre puede servir a dos señores.» Como el ángel y el diablo luchaban por la posesión del cuerpo de Moisés (Judas 9), no para partírselo, sino para poseerlo entero cada uno, del mismo modo se esfuerzan todavía por nuestras almas, para ver quién va a poseerlas enteras. Henry Smith
Vers. 4. El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios. El rostro duro como el bronce y el corazón quebrantado nunca van juntos. No estamos del todo seguros que los atenienses fueran sabios cuando ordenaron que los hombres fueran sentenciados en la oscuridad para que la expresión de sus rostros no pudiera ser sopesada por los jueces; porque hay mucho más que se puede aprender de los gestos de la cara que de las palabras de los labios. La sinceridad brilla en el rostro, pero la vileza de algunos asoma a los ojos. C. H. S.
Son a millares los que morirán y serán condenados, más bien que aceptar el perdón sobre el hecho único de los méritos y obediencia a Cristo. ¿Cuándo van a estar contentos los hombres con el método de Dios para salvarlos por la sangre del pacto eterno? ¿Vas tú a ser condenado para poder ser tu propio salvador? ¿Eres tan orgulloso que no quieres contemplar a Dios? No vas a merecer ni recibir nada. ¿Qué diré? Eres pobre, pero orgulloso; no tienes más que miseria, pero estás hablando de hacer una compra. El que está orgulloso de sus vestidos, y su linaje no es tan
despreciable a los ojos de Dios como el que esta orgulloso de sus méritos y por ello se niega a someterse a los métodos de Dios para su salvación por medio de Cristo y de su justicia exclusivamente. Lewis Stuckley
El orgullo de los malvados es la razón principal por la que no buscan el conocimiento de
Dios. El orgullo consiste en una exaltada opinión de uno mismo sin base para ello. Por tanto, el orgulloso se siente impaciente ante un rival, aborrece a un superior, y no puede tolerar un amo.
Es evidente que no hay nada más penoso para el corazón orgulloso que el pensamiento de un ser como Dios. Una persona orgullosa sólo puede considerarlo con sentimientos de temor, aversión y aborrecimiento. Tiene que verle como su enemigo natural, su gran enemigo, a quien ha de temer.
El orgullo hundió a Satanás desde el cielo al infierno; desterró a nuestros primeros padres del paraíso; y, de modo similar, va a ser la ruina de los que lo sientan. Nos mantiene en la ignorancia de Dios; nos cierra su favor; nos impide que nos asemejemos a El. ¡Vigila el orgullo! Vigila para que no caigas en él imperceptiblemente, porque es quizá, de todos los pecados, el más secreto,
sutil y solapado. Edward Payson
No hay Dios en ninguno de sus pensamientos. Entre los montones de paja no había ningún grano de trigo. El único lugar donde no hay Dios es en los pensamientos del malvado. Esta es una acusación devastadora; porque allí donde no hay el Dios del cielo, está reinando avasallador el señor del infierno; y si Dios no está en nuestros pensamientos, nuestros pensamientos nos llevan a la perdición. C. H. S.
Algunos leen: «No hay Dios en ninguno de sus propósitos astutos y presuntuosos»; otros: «En ninguno de sus pensamientos hay Dios» Thos. Goodwin
Nos preocupamos de las menudencias, pero Dios no se halla en absoluto en nuestros
pensamientos; raramente es el único objeto de ellos. Dedicamos nuestros pensamientos
duraderos a las cosas transitorias, y los pensamientos fugaces, al bien perdurable y eterno. Stephen Charnock
Vers. 5. Tus juicios los tiene muy lejos de su vista. Este hombre mira hacia arriba, pero no bastante. Habiendo olvidado a Dios, también ha olvidado sus juicios. No es capaz de comprender las cosas de Dios; más bien podemos esperar que un cerdo mire por un telescopio a las estrellas que no que este hombre estudie la Palabra de Dios para entender la justicia del Señor. C. H. S.
Vers. 6. Dice en su corazón: No seré inquietado jamás; nunca me alcanzará el infortunio. ¡Oh impertinencia sin sentido! El hombre se cree inmutable y omnipotente, también, porque nunca ha de verse en la adversidad. C. H. S.
Pompeyo, cuando hubo asaltado en vano una ciudad y no pudo tomaría por la fuerza, se ingenió una estratagema, fingiendo la proposición de un pacto: les dijo que abandonaría el sitio y haría paz con ellos con la condición de que dejaran entrar a unos pocos soldados débiles, enfermos y heridos para que los curaran. Ellos dejaron entrar a los soldados, y cuando la ciudad estaba segura, los soldados dejaron entrar al ejército de Pompeyo. Una seguridad carnal establecida va a permitir a todo el ejército de los deseos carnales en el alma. Thomas Brooks
Vers. 7. Llena está su boca de maldición, y de engaños y fraude. No hay poco engaño aquí, sino que su boca está llena de él. Una serpiente de tres cabezas había escondido sus colmillos y veneno dentro del ámbito de su negra boca. C. H. S.
Vers. 8. Se sienta en acecho cerca de las aldeas; para matar a escondidas al inocente. Sus ojos están acechando al desvalido. A pesar de las jactancias de este hombre vil y miserable, parece que es tan cobarde como cruel. Sus actos son los del salteador de caminos que se lanza sobre el caminante que no sospecha nada en algún lugar desolado del camino. C. H. S.
El bandido árabe acecha como un lobo entre los montones de arena, y a veces salta súbitamente sobre el caminante solitario, le roba en un santiamén, y luego desaparece entre las dunas y altibajos, donde es imposible perseguirle. W. M. Thompson en La tierra y el libro La extirpación de la verdadera religión es el gran objeto de los enemigos de la verdad y la justicia; y no hay nada que les detenga en su pesquisa por conseguir este objetivo. John Morrison
Vers. 9. Acecha en oculto, como el león desde su cueva; acecha para arrebatar al pobre; atrapa al desdichado atrayéndolo a su red. La opresión hace de los príncipes leones rugientes, y a los jueces lobos rapaces. Es un pecado innoble, contra la luz de la naturaleza. Ninguna criatura oprime a los de su propia especie. Mira las aves de presa, como las águilas, los buitres, los milanos, y no verás que ataquen nunca a los de su propia especie. Mira las bestias de la selva, como el león, el tigre, el lobo y el oso, y hallarás que son favorables a los de su propia especie; sin embargo, el hombre, contra lo que es natural, hace presa de otros hombres, como los peces del mar, que se tragan a los que son menores en tamaño. Thos. Brooks
Vers. 10. Se encoge, se agacha, y caen en sus fuertes garras muchos infelices. Verás a su santidad el papa con los peregrinos a sus pies, si esta estratagema es necesaria para engañar la mente de las multitudes; o le verás sentado en un trono de púrpura, si quiere asombrar y atemorizar a los reyes de la tierra. John Morrison
Vers. 11. Dice en su corazón: Dios se ha olvidado; tiene tapado su rostro; nunca lo verá. Como en el caso anterior, lo mismo aquí; un testigo va a aparecer que ha estado escuchando por el ojo de la cerradura del corazón. Este hombre cruel se consuela a sí mismo con la idea de que Dios es ciego, o por lo menos olvidadizo: una fantasía engañosa, realmente. C. H. S.
Los viejos pecados olvidados por los hombres se quedan fijados de modo permanente en un entendimiento infinito. El tiempo no puede borrar lo que El ha venido conociendo desde la eternidad. ¿Por qué habrían de borrarse después de muchos años de haber sido realizados, si ya eran conocidos previamente antes de ser cometidos, o que el criminal pudiera practicarlos? Lo mismo seria decir que Dios no conoce de antemano lo que ocurrirá hasta el fin del mundo, como que El va a olvidar algo de lo que ha sido efectuado desde el comienzo del mismo. Stephen Charnock
El hombre se abstiene de arrepentirse porque Dios se abstiene de castigar. La abeja da miel de modo natural, pero pica cuando se enoja. Thos. Watson
Como la justicia parece estar dormitando, el hombre supone que es ciega; por el hecho de demorar el castigo, se imagina que se niega a castigarlos; porque no siempre les reprueba los pecados, suponen que los aprueba. Pero que sepan éstos que la flecha silenciosa puede destruir lo mismo que el cañón rugiente. Aunque la paciencia de Dios es duradera, no es permanente. Wm.Secker
Vers. 13. ¿Por qué desprecia el malo a Dios? En estos versículos se condensa la descripción de los malos, y el mal de su carácter es diseñado según su fuente, a saber, las ideas ateas con respecto al gobierno del mundo.
En su corazón han dicho: Tú no lo inquirirás. Si no hubiera infierno para otros, tendría que haberlo para los que niegan la justicia del mismo. C. H. S.
¡Cómo! ¿Crees que Dios no recuerda los pecados que nosotros no tenemos en cuenta? Porque cuando pecamos, sigue apuntándose en la cuenta, y el Juez lo anota todo en la tabla de los recuerdos, y su pergamino alcanza el cielo. Henry Smith
Vers. 14. Tú lo has visto; porque miras los trabajos y la vejación, para dar la recompensa con tu mano. La maldad osada va a recibir su merecido en deplorable castigo, y los que albergan desdén, heredarán aflicción. C. H. S.
Vers. 16. Jehová es Rey eternamente y para siempre; de su tierra han sido barridos los gentiles.
Esta confianza y fe han de aparecer al mundo como extrañas e inexplicables. Si la historia es verdadera, es como lo que sus conciudadanos tienen que haber pensado del hombre del cual se dice que la potencia de su visión era tan extraordinaria que podía distinguir bien la flota de los cartagineses entrand9 en el puerto de Cartago cuando él se hallaba en Lilyboeum, en Sicilia. ¡Un hombre que viera a tal distancia a través del mar, podía deleitarse en la visión de lo que los demás no podían ver!
Lo mismo la fe que se halla ahora en su Lilyboeum, y ve la zarandeada flota entrando con toda seguridad en el puerto deseado, gozando la bendición que está todavía distante, como si ya hubiera llegado. C. H. S.
Vers. 17. El deseo de los humildes escuchas, oh Jehová; Tú confortas su corazón, y tienes atento tu oído. Hay una clase de omnipotencia en la oración que es el prevalecer en la omnipotencia de Dios. Soltó cadenas de hierro (Hechos 16:25, 26); abrió puertas de hierro (Hechos 12:5-10);abrió las ventanas del cielo (1º. Reyes 18:41); desmenuzó los grillos de la muerte (Juan 11:40- 43).
Satanás tiene tres títulos en las Escrituras, que muestran su malignidad contra la iglesia de Dios: dragón, para denotar su malicia; serpiente, para denotar su astucia; león, para denotar su fuerza.
Pero ninguno de éstos puede resistir y hacer frente a la oración. La mayor, malicia de Amán se hunde ante la oración de Ester; el consejo astuto de Ahitófel se marchita ante la oración de David; el gran ejército de los etíopes huye como un enjambre de cobardes ante la oración de Asá. Edw. Reynolds
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