El poder positivo de la valentía
Josué 1.1-9
¿Qué tienen en común Josué, el líder de Israel; Daniel, el visionario; los doce discípulos de Jesús; y el apóstol Pablo? Tenían en común que, además de amar y obedecer a Dios, tuvieron que ser valientes. Obedecer al Señor requiere valentía, firmeza de espíritu que pueda hacer frente a las crisis sin retroceder.
Josué, designado por Dios, fue llamado a conducir a la nación de Israel a la tierra prometida.
Tal vez pensó: ¿Quién soy yo para tomar el lugar de Moisés? o ¿Y si el pueblo no me acepta como su líder? Dios habló tres veces para tranquilizarlo, diciéndole que fuera esforzado y valiente.
Josué reaccionó con fe, y confió en las dos promesas que recibió de su Padre celestial.
Promesa # 1 - Dios viaja con nosotros. El Señor prometió que estaría con los israelitas en la nueva tierra, y que nunca les desampararía o dejaría. En Hebreos 13.5, Él nos hace la misma promesa. De hecho, el Señor nos acompaña de una manera mucho más cercana —por medio de su Espíritu que habita en nosotros.
Promesa # 2 - Dios va delante de nosotros. Dios prometió encargarse del enemigo antes de que los israelitas llegaran. Todavía tendrían que enfrentar batallas, pero les aseguró la victoria si tenían fe y le obedecían. El Señor Jesús ha ido delante de nosotros al cielo con la batalla espiritual ya ganada. Nuestra redención ha sido asegurada por toda la eternidad, nuestro lugar en la familia de Dios establecida de manera permanente y nuestra herencia celestial garantizada. A pesar de que nuestras luchas terrenales continuarán, debemos recordar que ellas son solo temporales.
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martes, 10 de diciembre de 2024
lunes, 25 de noviembre de 2024
Confianza en los tiempos difíciles
Romanos 8.35-39
La vida está en constante cambio. A veces pienso que si se resolvieran unos pocos asuntos, mis días serían más tranquilos. Pero, tan pronto como se solucionan esos problemas, surge uno nuevo. Incluso a nivel mundial ocurre lo mismo.
La economía mejora, y después cae. Algunos conflictos políticos se calman, y luego estallan nuevas guerras. Puesto que vivimos en un mundo caído, los problemas son parte de nuestra realidad.
La vida nunca se calmará hasta el punto de que podamos vivir con paz ininterrumpida.
Felizmente, Dios guía a los creyentes en los tiempos de turbulencia (Sal 23). Él es el Buen Pastor que permanece siempre con sus cansados corderos.
Jesús prometió a sus discípulos: “No os dejaré huérfanos” (Jn 14.18). Y su promesa se cumplió en la persona del Espíritu Santo, quien fue enviado a morar en cada uno de los seguidores del Señor, y a cuidar de ellos. Pablo describió al Espíritu Santo como un sello colocado en los creyentes, hasta que sean llamados a su hogar celestial. En otras palabras, Él es quien nos da una barrera protectora contra las fuerzas del mal que desean arrebatarnos de la mano de Dios.
En los versículos anteriores a la lectura de hoy, Pablo se refirió a sus destinatarios como hijos del Señor (Ro 8.16). Por tanto, permítame ser muy claro en que la promesa de una presencia santa y protectora, es solamente para quienes han recibido a Jesucristo como Salvador. Nadie puede vivir sin problemas. Pero los creyentes tienen la garantía de un Compañero en las horas oscuras. Usted puede tener la confianza de que el bien y la misericordia de Dios le rodearán hasta que vaya a vivir en su hogar para siempre (Sal 23.6).
La vida está en constante cambio. A veces pienso que si se resolvieran unos pocos asuntos, mis días serían más tranquilos. Pero, tan pronto como se solucionan esos problemas, surge uno nuevo. Incluso a nivel mundial ocurre lo mismo.
La economía mejora, y después cae. Algunos conflictos políticos se calman, y luego estallan nuevas guerras. Puesto que vivimos en un mundo caído, los problemas son parte de nuestra realidad.
La vida nunca se calmará hasta el punto de que podamos vivir con paz ininterrumpida.
Felizmente, Dios guía a los creyentes en los tiempos de turbulencia (Sal 23). Él es el Buen Pastor que permanece siempre con sus cansados corderos.
Jesús prometió a sus discípulos: “No os dejaré huérfanos” (Jn 14.18). Y su promesa se cumplió en la persona del Espíritu Santo, quien fue enviado a morar en cada uno de los seguidores del Señor, y a cuidar de ellos. Pablo describió al Espíritu Santo como un sello colocado en los creyentes, hasta que sean llamados a su hogar celestial. En otras palabras, Él es quien nos da una barrera protectora contra las fuerzas del mal que desean arrebatarnos de la mano de Dios.
En los versículos anteriores a la lectura de hoy, Pablo se refirió a sus destinatarios como hijos del Señor (Ro 8.16). Por tanto, permítame ser muy claro en que la promesa de una presencia santa y protectora, es solamente para quienes han recibido a Jesucristo como Salvador. Nadie puede vivir sin problemas. Pero los creyentes tienen la garantía de un Compañero en las horas oscuras. Usted puede tener la confianza de que el bien y la misericordia de Dios le rodearán hasta que vaya a vivir en su hogar para siempre (Sal 23.6).
jueves, 17 de octubre de 2024
Mi seguridad: Dios tiene el control
Mi seguridad: Dios tiene el control
Jeremías 32.17
Durante uno de los momentos más difíciles de mi vida, me senté con un amigo, y me desahogué con él. Gracias a que ese hombre era un buen oyente, pudo darse cuenta de lo desanimado que me sentía, y me recordó que el Señor tenía el control de mi situación.
Esta verdad se convirtió en un ancla en mi vida; por mucho que la adversidad aumentara, encontraba consuelo al saber que mi Padre celestial es soberano.
El Señor tiene el poder supremo y absoluto, el control y la autoridad sobre el universo y todo lo que hay en él. La Biblia afirma que hay “un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos” (Ef 4.6).
Pensemos en las garantías que nos da esta verdad.
Primero, si Dios lo creó todo y tiene poder absoluto sobre todo, entonces nada puede suceder sin su dirección y su permiso.
Segundo, sabemos por medio de la Biblia que Él está involucrado en nuestra vida, y que se preocupa por los detalles de cada día.
Tercero, Romanos 8.28 garantiza que Él hace algo hermoso en pro de sus hijos en cualquier circunstancia, incluso en situaciones que parecen dolorosas y negativas. Si nuestro Padre amoroso nos protege de esa manera, podemos experimentar paz en el presente y confianza en cuanto al futuro.
En los momentos de dolor, ¿cómo ve usted al Señor? En especial durante las adversidades y la aflicción, es importante recordar que Él tiene el control. Enfocarse en su soberanía le dará la confianza para seguir adelante. Lea otra vez el pasaje de hoy y dedique tiempo para meditar en el poder, el amor y la suficiencia del Padre celestial.
Jeremías 32.17
Durante uno de los momentos más difíciles de mi vida, me senté con un amigo, y me desahogué con él. Gracias a que ese hombre era un buen oyente, pudo darse cuenta de lo desanimado que me sentía, y me recordó que el Señor tenía el control de mi situación.
Esta verdad se convirtió en un ancla en mi vida; por mucho que la adversidad aumentara, encontraba consuelo al saber que mi Padre celestial es soberano.
El Señor tiene el poder supremo y absoluto, el control y la autoridad sobre el universo y todo lo que hay en él. La Biblia afirma que hay “un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos” (Ef 4.6).
Pensemos en las garantías que nos da esta verdad.
Primero, si Dios lo creó todo y tiene poder absoluto sobre todo, entonces nada puede suceder sin su dirección y su permiso.
Segundo, sabemos por medio de la Biblia que Él está involucrado en nuestra vida, y que se preocupa por los detalles de cada día.
Tercero, Romanos 8.28 garantiza que Él hace algo hermoso en pro de sus hijos en cualquier circunstancia, incluso en situaciones que parecen dolorosas y negativas. Si nuestro Padre amoroso nos protege de esa manera, podemos experimentar paz en el presente y confianza en cuanto al futuro.
En los momentos de dolor, ¿cómo ve usted al Señor? En especial durante las adversidades y la aflicción, es importante recordar que Él tiene el control. Enfocarse en su soberanía le dará la confianza para seguir adelante. Lea otra vez el pasaje de hoy y dedique tiempo para meditar en el poder, el amor y la suficiencia del Padre celestial.
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