miércoles, 23 de abril de 2025

La cita inevitable

La cita inevitable
Hebreos 9.27-28

En la vida hay muchas opciones, en especial para quienes viven en un país libre. Dónde vivir, con quién casarnos y qué tipo de carrera seguir —todo esto es muy influenciado por nuestros deseos y decisiones. Pero hay un hecho sobre el cual no tenemos ningún control: nuestra cita con la muerte.

Adán y Eva, los primeros seres humanos, tuvieron una opción en cuanto a la vida y la muerte. Cuando Dios dio a Adán el mandamiento de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, le dijo: “Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2.17). 

Pero Adán y Eva comieron del árbol prohibido, y el pecado y la muerte se convirtieron en el compañero constante de la especie humana desde ese día. En la genealogía de la humanidad, como está registrado en Génesis 5, una frase recalca esto una y otra vez: “Y murió”.

Aunque ya no podemos elegir si vivir o morir, hubo otro hombre que sí pudo hacerlo. Su nombre es Jesucristo. En el Evangelio de Juan, Él dijo: “Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita” (Juan 10.17-18). 

Cristo, el Hijo eterno de Dios y la fuente de toda vida, eligió hacerse hombre para morir en la cruz como sacrificio por los pecados de la humanidad.

Gracias a que Cristo eligió la muerte, el hombre puede vivir al creer en Él. Nuestro cuerpo humano morirá algún día, pero si hemos confiado en la muerte de Cristo como el pago por nuestros pecados, resucitaremos como Él e iremos al cielo para estar con Dios para siempre.

La brújula de Dios para el corazón y la mente

La brújula de Dios para el corazón y la mente
Proverbios 3.7-12

Ayer hablamos de la importancia de depender de la Palabra de Dios como nuestra brújula a lo largo de la vida. Obedecer las instrucciones del Señor cambiará nuestra conducta y desafiará nuestras actitudes, deseos y pensamientos. El Señor nos lleva a tener otra perspectiva de nosotros mismos, e incluso de las dificultades que enfrentamos.

Por naturaleza, queremos determinar nuestro rumbo en la vida. Eso nos parece ser el único camino lógico para llegar adonde queremos ir. Pero ser sabios a nuestros propios ojos es orgullo. Para enfrentar esta tendencia, el Señor nos dice que le temamos y nos apartemos del mal (Proverbios 3.7). Este “temor” no es miedo al Padre celestial, sino una actitud de respeto que nos motiva a obedecerlo, tanto por nuestro bien como para su gloria.

Por naturaleza, no nos gusta la disciplina de Dios. Su dolorosa corrección parece implicar que no nos ama. Pero nuestro Padre celestial dice que su disciplina es evidencia de su amor y deleite en nosotros como sus hijos (Proverbios 3.11-12).

A veces, por nuestro deseo de seguir al Señor, nos enfocamos en los actos de obediencia —haciendo lo que Él dice— pero olvidamos sus instrucciones en cuanto a nuestras actitudes y maneras de pensar. Para mantenernos en el camino de Dios, debemos corregir el rumbo, no solo de nuestra conducta sino también de nuestro corazón y nuestra mente.

Una brújula para el viaje de la vida

Una brújula para el viaje de la vida

Proverbios 3.1-6

Si alguna vez se ha perdido en un bosque, sabe la preocupación, la confusión y el pánico que causa tal situación. Piense ahora qué diferencia hubiera sido contar con una brújula en el bolsillo. En cuanto a lo espiritual, tenemos esa brújula: la Palabra de Dios. Pero no servirá de nada a menos que dejemos que nos guíe.

A veces, podemos dejar de seguir la guía de la Biblia por:

Negligencia. A veces, estamos tan ocupados, que nos olvidamos de mirar la brújula de Dios para asegurarnos de ir en la dirección correcta.

Orgullo. Por lo general, deseamos fijar nuestro propio destino. Muchas personas programan un plan de acción que depende de sus propias fuerzas, conocimientos y capacidades.

Distracciones. El camino de obediencia al Señor no siempre es fácil. Satanás ofrece otros senderos que prometen placer y comodidad, si tan solo ignoramos la brújula, y lo seguimos. Aunque estas rutas parezcan agradables al principio, conducen al sufrimiento y a la decepción.

Dificultades. Cada vez que aparecen obstáculos en el camino, nuestra tendencia natural es tratar de encontrar una manera de evitarlos. Pero si ignoramos la brújula de Dios y nos salimos del camino, perderemos las bendiciones que Él quiere darnos en medio de los momentos difíciles, beneficios tales como una fe fuerte y un carácter piadoso.

¿Por qué vagar cuando la brújula del Señor está disponible? Deje que las Sagradas Escrituras sean su guía en el viaje de la vida. Dios nos promete días productivos y años fructíferos si seguimos su sendero. Él dirigirá cada paso de nuestro camino, y su paz nos sostendrá, aun en los tiempos difíciles.