jueves, 31 de diciembre de 2015

Un pequeño asunto de obediencia

Leer | Lucas 5.1-11

La obediencia a Dios en las cosas pequeñas es un paso esencial para recibir bendición. Lo que Él nos pide que hagamos nunca es insignificante aunque no siempre podamos reconocer la importancia de aceptar lo que el Señor nos pida. Pedro no podía imaginar el impacto que una sencilla salida en una barca tendría en su vida. Pudo haber dicho: “Estoy demasiado cansado, Maestro. Toma otra barca”. Pero su obediencia abrió la puerta para que Dios lo bendijera con un ministerio transformador.

Como hijos de Dios, debemos preguntarle qué quiere Él que hagamos cada día “¿Qué quieres que diga o cuál es la mejor decisión, Señor?” Tenemos que aprender a escuchar a nuestro Padre celestial, y a ser sensibles a la sutil voz que nos impulsa a lo largo del día. Si mantenemos nuestra mente en sintonía con Él, comenzaremos a entender el significado de algunas decisiones que, de otra manera, apenas nos daríamos cuenta. En última instancia, esta conciencia dará lugar a un estilo de vida de caminar con el Señor, y entonces recibiremos lo mejor que Él tiene para nosotros.

Una cosa que sé con certeza es que cada vez que he obedecido a Dios, Él me ha bendecido. El costo de desobedecer es muy alto. Estamos hablando de un Dios que nos ama incondicionalmente, y que tiene un plan perfecto. Obedecerle jamás nos decepcionará. Al mirar el 2015, ¿puede usted ver la sabiduría del Señor cuando le guió a tomar decisiones correctas? La visión retrospectiva es fantástica para reconocer las bendiciones de Dios.

Haga del 2016 un año de obediencia. Cuando obedecemos a Dios, nuestro corazón se abre completamente para que su poder se derrame en nosotros.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Descansar en Jesús

Leer | Isaías 26.2-4

Las guerras, las crisis económicas y las responsabilidades diarias, son solo algunas fuentes comunes de estrés que encontramos. Si nos detenemos a pensar mucho en estas cosas, la ansiedad nos abrumará.

El Señor nos dice qué es lo que debemos hacer. Jesús nos aseguró que aunque enfrentaríamos dificultades, podríamos descansar en Él (Jn 16.33). Pero no podemos confiar en alguien que no conocemos. Por esta razón, debemos primero procurar saber quién es Él.

La verdad de la Biblia es el lugar perfecto para comenzar. Por ejemplo, nuestro Dios es Señor y Dueño. Él es omnipresente, omnisciente, fiel y poderoso. Ama incondicionalmente y ofrece el perdón a todos los que confiamos en su Hijo como Salvador. Nos adopta como sus hijos, y quiere lo mejor para la vida de cada uno, tanto así que nos corrige cuando desobedecemos. Y además, desea que lo amemos más que a todos y que a todo en este mundo.

Conocer estas verdades es solo el comienzo. Como en cualquier relación, el tiempo propicia la familiaridad. Podemos leer la Biblia, orar, meditar en la Palabra de Dios y escuchar en silencio que su Espíritu hable a nuestro corazón. Esto nos ayudará a entender cómo piensa Él. Además, ver la manera como obra Dios en la vida de los demás, nos ayudará a conocer sus caminos.

Jesús es fiel, y Él le ofrece descanso en medio de un mundo turbulento. Quiere que usted ponga sus cargas sobre Él y que experimente su paz. ¿Conoce usted a este Dios maravilloso? Saque tiempo diariamente para estar en su presencia y conocerle más y más.

martes, 29 de diciembre de 2015

Perseverancia en medio del silencio

Leer | Job 23.16, 17

Ayer decíamos que Dios siempre tiene un propósito al guardar silencio. Aprendí esta lección.

Un día, me preparé para orar sobre una situación que afectaría mi futuro. Pero cuando me puse de rodillas, sentí como si Dios se hubiera ido de repente. Por tres días y tres noches, su presencia parecía estar a kilómetros de distancia. La cuarta noche, unos amigos se reunieron para interceder a mi favor, pero fue en vano. Casi derrotado, regresé a mi habitación cuando vi luz en la habitación de mi amigo. Entré por su ventana, que estaba abierta, y oramos hasta el amanecer. Pero aún nada.

Le supliqué a Dios durante toda la semana. Luego, por fin, Él intervino de una manera asombrosa para comunicarme los pasos que debía dar. La lección fue que cuando Dios guarde silencio, ¡siga orando!

Muchísimas veces he escuchado a personas decir que no deben seguir orando por una necesidad porque no hubo respuesta. Pero Mateo 17.20 dice que la fe del tamaño de una semilla de mostaza puede mover montañas. ¡Imaginemos, entonces, lo pequeña que debe ser nuestra fe cuando nos rendimos, y no esperamos en el Señor! Los creyentes no podemos tratar las oraciones como una máquina que nos da una respuesta inmediata cuando le depositamos una moneda. Hablar con Dios es una inversión a largo plazo en la íntima amistad que tenemos con Él.

Aunque Dios puede estar en silencio durante un tiempo, nunca deja de trabajar por nosotros. En el momento preciso, Él da un resultado que se adecúa a su plan perfecto. Así que, amigos, ¡a seguir orando!

lunes, 28 de diciembre de 2015

Deje que el Espíritu controle su mente

Leer | Romanos 8.5-8

Una batalla espiritual se está librando por el control de nuestra mente, porque la manera como pensemos determinará nuestra conducta. Si queremos vencer nuestras tendencias pecaminosas, debemos aprender a vernos como nuevas creaciones que ya no estamos bajo el dominio del pecado. Por la presencia del Espíritu de Cristo en nosotros, tenemos la capacidad de ser “más que vencedores”, independientemente de nuestros pecados del pasado (Ro 8.37).

También tenemos que reconocer las mentiras del enemigo que nos dicen que somos débiles y que fracasaremos otra vez. Después, tenemos que atacar con la verdad de Dios, que declara que el Espíritu de Cristo es mayor que Satanás (1 Jn 4. 4). Debemos enfocar nuestra mente en cosas espirituales (Fil 4.8), para que aprendamos a distinguir entre lo que nos corresponde como creyentes, y lo que no. Por último, debemos optar por el bien (Mt 5.3-11) y rechazar el mal (Gá 5.19-21). Cuanto más seamos dirigidos por el Espíritu, más sensible nos volveremos a sus advertencias sobre la tentación, y mayor será nuestra fortaleza para ganar la batalla por nuestra mente.

La vida llena del Espíritu comienza con el regalo del Espíritu Santo a todos los que hemos recibido a Jesucristo como Señor y Salvador. Esta llenura se convierte en una realidad cuando nos ponemos bajo el control del Espíritu, y se disfruta cuando hacemos uso del poder que Él libera en nosotros. Por tanto, requiere que resistamos la tentación, y mantengamos nuestro estado de sometimiento al Espíritu.

Al comenzar el nuevo año, transforme su “mente independiente”, y experimente las victorias que Dios da a quienes son llenos del Espíritu.

sábado, 26 de diciembre de 2015

La Biblia: La voz de Dios hoy

Leer | 2 Timoteo 3.16

Dios habló en los tiempos bíblicos de muchas maneras dramáticas. Pero, a pesar de que el Señor sigue hablando hoy, sus métodos han cambiado. Por tanto, no podemos esperar que hable con voz audible o que envíe a un mensajero angelical cad­a vez que tenga algo que decir. Debemos aprender a percibir su voz hoy.

El Padre celestial nos habla principalmente por medio de su Palabra escrita: En la Biblia tenemos su revelación completa. No le falta nada que debamos añadirle. ¿Por qué razón? Porque Él ya ha revelado perfectamente su Palabra a quienes dirigió para que la escribieran. Este no es un libro escrito por seres humanos, pues el Espíritu Santo inspiró literalmente su verdad en la mente de hombres fieles, para que pudieran ponerla por escrito (2 Ti 3.16).

La Biblia es la manera que tiene Dios de hablarle a nuestras necesidades, inquietudes, angustias y preocupaciones. Muchas veces, cuando tenemos problemas, vamos aquí o allá para hablar con un amigo o un consejero. Todo eso está bien y es bueno, y es verdad que el Padre nos habla a través de personas piadosas. Pero es a su Palabra donde debemos acudir primero.

El Señor nos ha dado este Libro para que­ podamos conocer su voluntad, lo cual exige que sistemáticamente dediquemos tiempo a su Palabra. Si usted abre la Biblia solo cuando tiene una pregunta o una emergencia, nunca tendrá una visión amplia de lo que Dios quiere decirle.

La Biblia es un tesoro de los pensamientos de Dios. Dedíquele tiempo cada día, comenzando hoy, para encontrar en ella nuevas verdades y discernimiento para la vida.

viernes, 25 de diciembre de 2015

El Dador Supremo

Leer | Romanos 11.33-36

En medio de todos los preparativos, de toda la ornamentación, y de todas las celebraciones de la temporada navideña, tenemos que apartar tiempo para reflexionar en cuanto a los regalos divinos que cambiaron para siempre el curso del destino humano. Cuando ese pequeño bebé entró en nuestro mundo en Belén, se desencadenó desde el cielo el primero de un flujo interminable de bendiciones.

Nos enfocamos, por lo general, en el regalo del Padre, el cual dio a su Hijo pa­ra ser el Salvador del mundo (1 Jn 4.14). Pero los tres miembros de la Trinidad tuvieron parte en este despliegue divino de generosidad que continuará hasta la eternidad.
El Señor Jesús vino a ofrecer su vida en rescate por muchos, y después de su muerte y resurrección, Él y el Padre enviaron al Espíritu Santo para morar dentro de los creyentes para siempre (Mr 10.45; Jn 14.16; 16.7).
El Espíritu, a su vez, da dones espirituales a todos los creyentes y produce su maravilloso fruto en sus vidas (1 Co 12.7-11; Gá 5.22, 23).

Pero estos regalos divinos no terminan en la Tierra. Seguirán en el cielo cuando el Señor evalúe a los cristianos y les recompense por las buenas obras que jamás habrían podido hacer sin el poder de Él (1 Co 3.13, 14; Jn 15.5).
Todo el mérito y la gloria pertenecen a Cristo; sin embargo, el Señor cubrirá de alabanzas, por gracia, a los suyos (1 Co 4.5).

Adoramos a un Dios compasivo y generoso. Piense en el derramamiento continuo de bendiciones desde su trono, y pregunte: ¿Cómo responderé hoy? Él no necesita nada de usted, pero quiere ser parte suya no para controlarle, sino para mostrarle las “abundantes riquezas de su gracia en su bondad” (Ef 2.4-7).

jueves, 24 de diciembre de 2015

Verdades bíblicas fundamentales acerca de la identidad de Jesús

Uno de los grandes beneficios de la temporada de Navidad es la mayor apertura a las conversaciones acerca del Señor Jesús. Las personas, por lo general, lo aceptan con más facilidad cuando es presentado como un pequeño bebé acostado en un pesebre. Incluso, algunos que no creen en Cristo, disfrutan de la historia de la Navidad. No hay mucho en esta escena para generar hostilidad, salvo la de aquellos que realmente odian cualquier mención de su nombre.

Pero, junto con esta oportunidad para la conversación, también abundan los malentendidos en cuanto a la verdadera identidad de Cristo. Es comprensible que quienes están fuera de la iglesia tengan ideas equivocadas acerca de Él, pero incluso hay cristianos que tienen poco conocimiento de Él. Saben que es el Hijo de Dios, y que es su Salvador, pero son incapaces de explicar con precisión quién es el Señor Jesús, y por qué creen, realmente, en Él. Es por esto que necesitamos entender seis verdades bíblicas fundamentales acerca de su identidad.

Primero, Jesús existió antes de ser concebido en el vientre de su madre. Dado que la historia de la Navidad es acerca de su nacimiento, algunas personas asumen que fue en ese día cuando comenzó su vida. Esto era exactamente lo que la mayoría de los judíos creían en aquellos tiempos. Por eso, Jesús causó una revuelta muy grande cuando afirmó que Él existía antes de Abraham (Jn 8.56-59). Y poco antes de su crucifixión, mientras estaba con sus discípulos, oró al Padre diciendo: “Me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Jn 17.24). Esto solo podía significar que Él estaba vivo con el Padre antes del inicio del tiempo.

Segundo, el Señor Jesús nació de una madre terrenal y de un Padre celestial. Es por eso que fue llamado el Hijo de Dios. Aunque había existido siempre, en el tiempo señalado dejó su hogar en el cielo para entrar en esta esfera terrenal mediante el vientre de una virgen (Lc 1.34, 35). Este era un factor esencial en el plan de salvación de Dios. Se requería un sacrificio perfecto para pagar el castigo por el pecado de la humanidad. Pero toda persona, desde el nacimiento de Adán ha nacido con una naturaleza pecaminosa. Pero, puesto que el Señor Jesús fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de una virgen, no heredó la naturaleza pecaminosa de Adán. Solamente Él ha vivido libre de pecado; por consiguiente, está calificado para ser nuestro Salvador.

Tercero, Jesús era Dios y el Hijo de Dios al mismo tiempo. Cuando el apóstol Juan escribió su relato de la vida de Jesús, lo llamo “el Verbo”, declarando: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1.1). El Hijo de Dios vino al mundo como un hombre visible para mostrar “la imagen del Dios invisible” (Col 1.15). A lo largo de su ministerio, Cristo afirmó su deidad afirmando que Él y el Padre eran uno (Jn 10.30), y que cualquiera que le viera o le conociera, había visto y conocido al Padre (Jn 12.45; 14.7).

Cuarto, el Padre y el Hijo crearon todas las cosas. El papel de Cristo en la creación está implícito por primera vez en Génesis 1.26, cuando Dios dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Los pronombres en plural revelan que los tres miembros de la Trinidad estuvieron involucrados en la creación. Sin embargo, Colosenses 1.16, 17 expresa con más claridad lo implicado en el Antiguo Testamento: “En él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles… él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. Piense en ello. Jesús nació en el mundo que Él mismo creó. ¡Qué demostración tan maravillosa de amor por la humanidad perdida!

Quinto, no hay ningún nombre que se compare al de Jesús. No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos (Hch 4.12). Esta es una de las razones por la que el mundo ve a los cristianos como intolerantes —porque proclamamos a Jesús como el único camino al Padre. Aunque muchas personas se burlan y usan su nombre en vano, sabemos que un día toda rodilla se doblará ante Él y confesará que es el Señor (Fil 2.9-11).

Sexto, Jesucristo algún día regresará a la Tierra como Rey y Juez de toda la humanidad. Dado que tantas profecías del Antiguo Testamento se cumplieron con su primera aparición, podemos estar seguros de que Él también cumplirá las que se relacionan con su segunda venida. En lugar de entrar al mundo como un bebé indefenso visto únicamente por María y José, la próxima vez todo ojo le verá cuando venga en nubes de gloria (Ap 1.7).

Jesús no era un bebé como cualquier otro, ni tuvo la intención de mantenerse en el pesebre para ser recordado una sola vez al año como parte de una tradición. Él es mucho más grande de lo que la mayoría de la gente piensa, y la Navidad nos ofrece una oportunidad única para que los demás conozcan su verdadera identidad. Después de todo, no hay mensaje más importante. Jesucristo es la única esperanza que este mundo tiene.

La Navidad : Un tiempo para dar

Leer | Lucas 2.1-20

La Navidad es una de las celebraciones más gozosas, ya que durante este tiempo la gente es más generosa que en cualquier otra época del año. La práctica de dar no es una tradición reciente pues comenzó en la primera Navidad, cuando nació el Señor Jesús, el regalo más maravilloso que ha existido. Todos los personajes de la historia tuvieron algo para dar.

Cuando María se sometió al plan de Dios, de ser la madre de Cristo, dio su cuerpo para ser la primera morada del Salvador encarnado (Lc 1.30-38).
También renunció a su buena reputación para cumplir con el llamado del Señor a su vida.
José dio su amor y su protección a María, y al niño que no era suyo (Mt 1.18-25).
Un ángel dio el anuncio del nacimiento del Mesías a unos humildes pastores que cuidaban sus rebaños durante la noche.
Una hueste celestial de ángeles ofreció alabanza y gloria a Dios.
Los pastores dieron el primer testimonio personal acerca del Mesías.
Los reyes magos renunciaron a sus comodidades para buscar al recién nacido Rey y obsequiarle regalos dignos de un rey (Mt 2.1-11).
A primera vista, puede parecer que estos regalos pertenecen solo a la primera Navidad, pero cada uno tiene una aplicación para nosotros hoy.

Lea la lista otra vez. ¿Qué regalos podría darle usted a Cristo hoy? Tal vez necesite someterse a su voluntad, o soportar malentendidos para obedecerle. ¿Y qué de los demás? ¿Quién necesita su protección, amor, o quizás buenas nuevas de salvación en Cristo?

miércoles, 23 de diciembre de 2015

¿Quién es este Jesús?


Leer | Mateo 16.13-16

En toda la historia, nadie ha tenido una influencia más grande que Jesucristo, pero muchas personas simplemente no entienden quién es en realidad. Algunos creen que su vida comenzó en un pesebre en el antiguo pueblo de Belén, pero, lo cierto es que Él había existido desde hacía mucho tiempo antes (Jn 8.58). Como miembro de la Trinidad, Jesús es el Hijo eterno de Dios, lo que significa que no tiene principio ni fin (Jn 1.1). Su nacimiento en Belén no fue más que su entrada física al mundo que Él creó.

El Señor Jesús era el Mesías largamente esperado, que vino al mundo para llevar a cabo la misión que le había dado su Padre. En cierto momento, Él preguntó a sus discípulos: “Vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mt 16.15). Esta es la pregunta que cada uno de nosotros debe responder. No hay término medio cuando se trata de resolver quién es Jesús, porque el Señor dijo que Él es el único camino al Padre (Jn 14.6).

En Mateo 16.16, cuando Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús le dijo que el Padre le había revelado esta verdad (v. 17). Nosotros, también, necesitamos la ayuda de Dios para comprender quién es Jesús. La mejor manera de entenderlo es analizando su nacimiento, vida y ministerio, tal como están recogidos en las Sagradas Escrituras.

Saber simplemente lo que dice la Biblia acerca de Jesús, no es suficiente. Después que usted llega a saber quién es Él, y qué vino a hacer, debe responder: ¿Qué hará con Jesús? Escuchar la verdad y rechazarla es suicidio espiritual, pero quienes creen y aceptan a Jesucristo, reciben vida eterna.

martes, 22 de diciembre de 2015

En la escuela de la fe


Leer | Mateo 16.6-12

El Señor Jesús pasó mucho tiempo alimentando la fe de sus discípulos, porque sabía que eso sería esencial para las tareas que tendrían por delante. Durante más de tres años asistieron a una escuela de fe con Jesús como su instructor, y con las Sagradas Escrituras como libro de texto. A veces, Cristo utilizó instrucción verbal, pero enseñó muchas lecciones por medio de demostraciones. Sanó a enfermos, echó fuera demonios, alimentó a miles y calmó el mar. La enseñanza a los discípulos incluyó pruebas que revelaban si creían realmente que Jesús era el Mesías.

A veces, la comprensión de los discípulos era lenta, pero Cristo nunca se dio por vencido. Los amonestó cuando demostraron falta de confianza (Mr 4.40), y elogió sus señales de progreso (Mt 16.15-17). Su objetivo era establecer firmemente su fe para que Él pudiera realizar su trabajo en y por medio de ellos. Después de su ascensión, mandó a los discípulos a difundir el evangelio de la salvación hasta los lugares más remotos de la Tierra. Sin fe, habrían fracasado.

El Señor tiene para nosotros el mismo objetivo de aumentar nuestra fe para que podamos hacer la obra que Él nos ha encomendado. Si nuestra fe es grande, Él logrará cosas sorprendentes por medio de nosotros. El Señor nos utiliza solo en la medida que confiemos en Él.

El desarrollo de la fe es vital para el creyente; por tanto, Dios espera que creamos lo que la Biblia dice acerca de Él, y que pongamos en Él nuestra confianza en medio de las pruebas, no en nuestra propia sabiduría. Cada vez que le creemos al Señor, aumenta nuestra fe.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Para andar con confianza

Para andar con confianza

Leer | Hebreos 11.1-31

El deseo del Señor es que andemos por fe. Sin embargo, si reflexionamos sinceramente en cuanto a nuestra vida, la mayoría de nosotros descubrirá ciertos aspectos en los que nos resulta difícil tener confianza. Algunos días es más fácil renunciar al control, mientras que en otros nos apresuramos a tomar las circunstancias en nuestras manos.

Felizmente, nuestro Padre celestial es paciente y amoroso. Su Palabra enseña que la santificación es el proceso de hacernos santos, no solo el resultado final. Los niños son un magnífico ejemplo de cómo funciona esto. Cuando aprenden a caminar, empiezan agarrándose de algo, se levantan, y luego dan un paso. Inevitablemente se caerán, y en ese momento los ayudamos a levantarse para que puedan seguir andando. Asimismo, Dios nos muestra cómo vivir conforme a nuestra fe en Él, aunque cometeremos errores. Caerse y levantarse de nuevo es parte del proceso de aprendizaje.

El Señor nos enseña que tenemos un rol en el aprendizaje. Nuestra responsabilidad es estudiar las Sagradas Escrituras para conocer el carácter de Dios y sus promesas. Al hacer esto nuestra confianza en Él crece, lo que nos permite tomar decisiones que exigen que creamos y nos apoyemos en el Señor. Cuando damos un paso por fe y experimentamos la ayuda y la fidelidad de Cristo, nuestra confianza aumenta.

Piense en las respuestas, acciones y decisiones que tomó la semana pasada. ¿Cuántas de ellas fueron guiadas por el Espíritu Santo? ¿Y cuántas fueron reacciones humanas hechas con autosuficiencia? Vivir con confianza en Cristo exige fe y acción. Si usted permite que Él le dirija, su fe crecerá.

martes, 15 de septiembre de 2015

El propósito de nuestras pruebas

Leer | 1 Pedro 4.12

Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese,

1 Pedro 4:12 [RV60]

A algunos creyentes les gusta aparentar que tienen una vida perfecta y libre de preocupaciones, especialmente en las redes sociales. Pero, en realidad, ser cristiano no siempre es fácil. De hecho, a veces enfrentaremos circunstancias que pondrán a prueba nuestra fe y capacidad de confiar en Dios.

En el pasaje que leemos hoy, Pedro se refiere a los tiempos de prueba como “fuego de prueba”. Dice que no debemos sorprendernos cuando se nos presente la adversidad. Es importante recordar que Dios tiene un propósito para nuestras pruebas, y que Él nos ayudará en cada paso del camino. Pero la pregunta es: ¿Cuál es ese propósito?

Primero, en algunas ocasiones el Padre celestial utilizará las experiencias dolorosas para limpiar y purificar las vidas de sus hijos. Las pruebas nos llevan al Señor y nos hacen más capaces de ver las cosas desde su perspectiva y más conscientes de nuestro pecado.

Segundo, en otras ocasiones el Señor las permitirá como una forma de probar nuestra fe, paciencia o devoción a Él. Utilizará estas experiencias para revelar algo sobre nuestro desarrollo espiritual y para fortalecer nuestra fe.

Tercero, es posible que Dios use el sufrimiento para demostrar el poder que tiene para sostenernos. Esto anima a otros que han sido testigos del poder sustentador de Dios en nuestra vida.

Finalmente, las dificultades fortalecen nuestro testimonio. En medio de nuestras luchas, podemos sentirnos abrumados y desanimados. Pero una vez que la tormenta ha pasado, podemos mirar atrás y ver la providencial mano del Señor llevándonos a través del camino.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Dones Espirituales


A Dios le gusta la variedad, por eso creó a todas las personas como individuos únicos. Usted es único, y el Señor tiene tareas específicas diseñadas solo para usted. Con esto en mente, ¿cómo cree que debiera enfrentar su vida? Una opción es vivir de manera confiada, yendo adonde le lleve la vida sin pensar mucho en el futuro. El problema con este método es que puede hacer que usted llegue al final de la vida para luego darse cuenta de que estuvo en el camino equivocado, y de que no logró lo que Dios tenía en mente para usted.

Otro método es definir los objetivos de su vida y desarrollar un plan que le permita alcanzarlos. Aunque esto pueda parecerle una mejor manera de descubrir la voluntad de Dios para su vida, debe asegurarse primero de quién es el plan que está siguiendo. ¿Es el de Dios o el suyo? El objetivo no es solo estar ocupado, sino vivir cumpliendo el propósito del Señor para su vida. Él está dispuesto a mostrarle sus planes, si usted le busca y le obedece.

Una de las maneras como Él nos ayuda a descubrir su voluntad es dándonos capacidades, destrezas y dones espirituales que se adaptan perfectamente a su llamamiento. Las capacidades y las destrezas son habilidades con las que nacemos. Éstas, por lo general, determinan nuestros intereses y vocaciones. En cambio, los dones espirituales son las facultades especiales dadas por Dios que nos equipan para que le sirvamos de manera efectiva y exitosa. Son escogidos por Dios, y dados a nosotros en el momento de nuestra salvación. Saber cómo nos ha creado el Señor, y cuáles son los dones que nos ha dado, nos ayuda a descubrir lo que Él desea que hagamos.

Usted encontrará una lista de los diversos dones espirituales en Romanos 12.4-8; 1 Corintios 12.4-11, 28; Efesios 4.11, 12 y 1 Pedro 4.10, 11. Si usted no está seguro de cuál es el suyo, piense en lo que le motiva.

Conocer y comprender los diferentes dones espirituales no solo nos ayuda a determinar cómo quiere Dios que le sirvamos en la iglesia, sino que también nos ayuda a aceptar y valorar los dones que le ha dado a otros. Con esto en mente, examinemos varios aspectos en cuanto a los dones espirituales.

Ante todo, cada creyente tiene al menos un don espiritual (1 Co 12.11). Una manera sencilla para descubrir el suyo es observando cómo responde a las situaciones o a las necesidades. Por ejemplo, supongamos que invito a varias personas a mi casa para la cena y, en medio de la comida, derramo mi té. La persona con el don de misericordia siente de inmediato mi malestar y se apresura a animarme. El invitado que tiene el don de dar ofrece servirme un vaso nuevo de té. Alguien con el don de administración se encarga de la limpieza, y quien tiene el don de exhortar sugiere que, en el futuro, ponga mi vaso lejos del borde de la mesa. Todos responden de manera diferente, pero juntos trabajan como un todo para encargarse de la situación y resolver el problema.

En segundo lugar, los dones espirituales nos son dados para el bien común de la iglesia. No es para nosotros, sino para los demás. Cuando trabajamos de acuerdo con nuestros dones, la iglesia se beneficia (1 Co 12.7). Es por eso que Pedro nos exhorta a utilizar nuestros dones espirituales para servirnos unos a otros (1 P 4.10). Si los usamos activamente para ayudar a otros, desempeñaremos eficazmente aquello para lo Dios nos creó.

En tercer lugar, debemos servirnos unos a otros por medio del poder del Espíritu Santo (1 P 4.11). Nuestros dones espirituales no se originan en nosotros, y no son para ser utilizados con nuestras propias fuerzas o con fines egoístas. Si los discípulos de Cristo no podían cumplir con la tarea que Él les asignó sin el poder del Espíritu Santo, tampoco podremos hacerlo nosotros. Pero Dios nos guía, nos capacita y nos equipa, para realizar el trabajo que nos ha asignado.

En cuarto lugar, recuerde siempre que la obra es del Señor, y que nosotros somos mayordomos de los dones espirituales que Él nos confía (1 P 4.10). Dios ha elegido llevar a cabo su obra por medio de la iglesia con la utilización de los dones que tenemos. No importa cuán poco pensemos que tenemos que ofrecer, el Señor quiere que nos pongamos a su disposición para servir. Nunca debemos subestimar lo que Él puede hacer en nuestra vida. El Señor tiene el poder de abrir las puertas de la oportunidad, y proporcionarnos los recursos que necesitemos para tener éxito. Cuando el Espíritu se mueve en nuestro corazón para revelar las necesidades y nos da el poder para responder de acuerdo con los dones que Él nos ha dado, cumplimos su voluntad.

Me gustaría que piense en cuán preciosos son sus dones espirituales. Estos regalos fueron escogidos especialmente para usted por el Señor. Pero, al igual que cualquier otro regalo, tienen que ser abiertos y utilizados para que sean de beneficio. Nada le dará un mayor sentido de comunidad y de propósito que invertir su vida en la obra de Dios para el bien de los demás.

martes, 18 de agosto de 2015

Los obstáculos a vencer para una oración efectiva

Leer | Santiago 1.5-8
5  Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
6  Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
7  No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
8  El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.

En el libro de Salmos están registradas algunas de las oraciones del rey David. Allí leemos cómo alababa al Señor, cómo confesaba su pecado, y cómo clamaba por sus dificultades. También pedía a Dios que escuchara sus oraciones, y que no guardara silencio (Sal 28.1).

Todos queremos orar efectivamente como David. Para hacerlo, debemos evitar ciertos obstáculos, tales como:

Fe vacilante. Las dudas en cuanto al carácter de Dios o a nuestra dependencia de Él reducen nuestra confianza en el Señor.

Motivación equivocada (Stg 4.3). Los deseos egoístas no reciben ninguna respuesta positiva. Debemos pedir que se haga su voluntad, no la nuestra.

Conflictos en las relaciones. Estar resentidos o enfrentados con los demás afectará la comunicación con el Padre celestial.

Falta de generosidad (Pr 21.13). A Dios le desagrada que no nos preocupen las necesidades de las personas, o que demos de mala gana a la iglesia. Él nos oye pidiendo bendiciones, pero nos ve negándonos a ser generosos (1 Ti 6.17-19).

Indiferencia (Pr 28.9). La apatía hacia la Palabra de Dios es otro obstáculo. Él nos ha dado la Biblia para que podamos conocerle y servirle. No leerla y ni aplicarla, reducirá nuestra capacidad de vivir como le agrada a Dios.

Desarrollar una vida de oración vigorosa exige esfuerzo y dedicación, pero las recompensas son grandes. Si sus oraciones no han sido respondidas, piense en cuáles de los problemas mencionados anteriormente, si los hay, necesitan ser corregidos. Luego, comience a personalizar las oraciones que lea en Salmos o en otras partes de la Palabra de Dios.

jueves, 13 de agosto de 2015

Cuando el Rey "trabaja el turno de la noche contigo en mente"


"Déjame servirte otro banquete abundante. Entonces te diré el deseo de mi corazón" Es en este punto de increíble expectación con que Ester deja a Jerjes, tan lleno con la abundancia de su banquete, tan enamorado por su belleza y tan ansioso por escuchar su petición... que no pudo dormir.

Salmo 42:1-9 Vemos un esquema de la pasión verdadera por la presencia íntima de Dios que fue revelada hace cientos de años comenzando en la vida y reino de David, el dulce salmista de Israel y perfectamente captado por los cantores adoradores llamados "los hijos de Coré"

Dios nos dice en Su Palabra que se siente motivado y atraído a ciertas cosas. Él promete respondernos cuando y dondequiera que Él encuentre estas cosas en abundancia. Él es atraído por corazones contritos y humillados, y desde el principio, ha sido su hábito encontrarse con aquellos que lo buscan en las primeras horas de la mañana.

Jesús dijo que Su Padre está deseoso de aquellos que lo adoran en espíritu y en verdad, que Él personalmente está buscando a tales adoradores aquí en la tierra. ¡Piensa en eso! El Dios Todopoderoso, el creador del cielo y de la tierra, deja su trono celestial para buscarte a ti y disfrutar de tu regalo único que preparaste solo para Él.

La vida cristiana no es un deporte de espectadores. El ser cristiano es amar a Dios fervientemente, apasionadamente y todo el tiempo. Jesús dijo "busca (persevera, desea, anhela tener) primeramente el Reino de Dios y su justicia..." Jesús no dijo "trata de que te guste el reino... quédate por ahí, disfruta de los alrededores... obtén todo la diversión religiosa que puedas antes de que te vayas y vive de la misma manera que has estado viviendo hasta ahora"

Cuando lo adoras a Él primero, y buscas bendecirlo más de lo que buscas sus bendiciones, algo maravilloso sucede en el corazón de Dios. Debe ser una condición parecida a la que tuvo el Rey Jerjes cuando la reina Ester lo agasajó en el banquete, sin poder dormir y lleno en abundancia, enamorado por su belleza y listo para escuchar.

Nosotros no "compramos" o "ganamos" el favor especial de Dios, pero Él es un galardonador de los que diligentemente le buscan. Él atesora nuestra adoración y guarda nuestras oraciones y alabanzas, no se necesita mucho cerebro para darse cuenta ahora de lo que bendice a Dios.

Cuando ponemos los deseos de Dios primero antes que los nuestros y buscamos complacerlo a Él más que a nosotros, Él responde.

Cuando el Rey "trabaja el turno de la noche contigo en mente" los destinos son levantados de las cenizas de los complots malignos  y  las grandes estrategias de destrucción en contra de buenas personas son destruidas

ORACION

Padre, te buscaré temprano en la mañana y te buscaré en la noche, tú eres mi deleite, mi roca y mi castillo. Bendeciré tu nombre por siempre, pongo mi esperanza en ti, mi satisfacción y gozo. Tú ya conoces  todas mis necesidades y te las encargo solo a Ti

 

lunes, 3 de agosto de 2015

COMO CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS, Watchman Nee


COMO CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS
INTERESA LA PERSONA, NO LA TECNICA

Los hijos de Dios pueden y deben conocer la voluntad de Dios. El conocimiento de la voluntad de Dios se relaciona con la persona; y no tiene nada que ver con la técnica. Cuando el Señor atrae a los hombres, a algunos los atrae por medio de su intelecto, a otros les conmueve sus emociones y aún a otros por medio de su voluntad. Por lo general, la voluntad es el medio que Dios menos utiliza para atraer a los hombres. Muchos aman las verdades de la Biblia. Desean conocer más de estas verdades y esperan que otros puedan ser edificados con ellas. Pasan horas estudiando la Biblia y son versados en estudios bíblicos. Cuando no pueden interpretar un pasaje, se sienten frustrados. Cuando creen que pueden interpretar un pasaje, se alegran. Tales personas sólo se acercan a la Biblia con su mente.
No llevan necesariamente una vida cristiana apropiada. Hay que admitir que es difícil llevar una vida cristiana auténtica sin usar la mente. Pero aquellos que sólo tienen una comprensión intelectual de las doctrinas, no experimentan la vida cristiana que apropiada.
Hay otro grupo de personas que no son tan brillantes; no son muy versadas, pero tienen mucho celo. Ríen y lloran con gran facilidad. Tienen sus emociones a flor de piel. Cuando tocan la Biblia, son conmovidas fácilmente. Laboran solamente cuando sienten que algo arde en su interior. En su celo, les predican a todos los que se encuentran y no se detienen ni aunque queden afónicos.
A dondequiera que van, llevan consigo un aire de emotividad, pero cuando su celo se desvanece, ni siquiera diez personas lograrían hacerlos mover un solo centímetro. Tales personas tienen un alma fuerte. Pueden avivarse fácilmente, y pueden avivar a muchos cuando sus corazones están ardiendo. Pueden llorar o reír con otros, pero cuando baja la ola de sus emociones, no pueden llevar a nadie al Señor. Tocan a otros con su emotividad. Cuando se encuentran avivados, tienen un buen concepto de sí mismos, pero cuando se enfrían, nada hará que los haga emprender algo. Tales cristianos no son útiles al Señor.
Supongamos que un hombre tiene una mente despejada delante del Señor, unas emociones equilibradas, un buen conocimiento de la Biblia, y celo por servir a otros. Todas estas cosas son maravillosas, pero si el Señor nunca ha tocado su persona, no puede servir debidamente a Dios. Necesita que Dios toque su voluntad. Si el espíritu de un hombre está muerto delante del Señor, tal individuo es inútil para Dios; su espíritu necesita ser regenerado. Damos gracias al Señor, porque
nuestro espíritu ha sido renovado y regenerado. Este espíritu es nuestro hombre interior. Todo creyente ha recibido la vida de Dios en su espíritu. El mismo Espíritu que habitó en Pablo también habita en un hermano débil. Si somos del Señor, la nueva creación que tenemos en nuestro espíritu será la misma que en los demás, pues Dios no hace acepción de personas. Sin embargo, cuando el hombre interior expresa la vida del Señor, pueden verse grandes diferencias, las cuales se relacionan con la constitución natural del hombre. La mente, la parte emotiva y la voluntad, son las facultades naturales del hombre, mientras que el Espíritu Santo, quien mora en su interior, y su espíritu regenerado, han venido a ser el hombre nuevo, el hombre interior. Sin embargo, la persona aún tiene un hombre exterior, el hombre viejo, el hombre natural. El hombre exterior se relaciona con el pecado. Al hombre viejo se le puso fin en la cruz, pero la vida de la vieja creación aún permanece. Puesto que el hombre interior sólo puede expresarse por medio del hombre exterior, las expresiones y manifestaciones son diferentes en distintas personas. La vida interior se ve estorbada por el hombre exterior. Por lo tanto, el hombre exterior debe llegar a su fin. De no ser así, siempre habrá obstáculos que impedirán que el hombre sirva al Señor.


DIOS PONE FIN AL HOMBRE EXTERIOR

A fin de que la persona salva y regenerada pueda expresar la vida del Señor, necesita dar dos pasos. El primero es creer, que consiste en recibir la vida nueva, y el segundo, es consagrarse, que consiste en entregar al Señor su hombre exterior para que la vida nueva se exprese. Es como tener una casa rodeada por un terreno. Podemos pensar que la casa es el hombre interior, y que el terreno que la rodea es el hombre exterior. Si la casa pertenece a una persona, y el terreno a otra, habrá problemas. Por consiguiente, tan pronto como un hombre cree, debe consagrar su vida al Señor. La consagración consiste en entregar nuestro hombre exterior al Señor, para que le pertenezca a El, de la misma forma que el hombre interior. Muchos creyentes no se han definido todavía. Cuando se les pregunta si son salvos, dicen que sí. Pero a pesar de que son salvos, su hombre exterior nunca ha sido tocado. La vida interior que tienen está limitada al no poder expresarse. Por consiguiente, no debemos simplemente creer en el Señor y quedarnos en la etapa de ser salvos y regenerados. También debemos consagrar nuestro hombre exterior al Señor. Si un hombre está dispuesto a consagrar al Señor su mente, su parte afectiva y su voluntad, expresará la vida del Señor.
El problema que vemos hoy, es que aunque muchos se han consagrado, lo hacen a su propio antojo. Se consagran sólo cuando quieren hacerlo, y cuando no quieren, no lo hacen. La mayoría de las personas son guiadas por su intelecto y sus emociones, y su interés fundamental es satisfacer su propia carne. Muchos se comunican con el Señor valiéndose de su mente y de sus emociones. Son pocos los que se comunican con El usando su voluntad. Es fácil encontrar creyentes que valoran las doctrinas de la Biblia. Si les explican bien Mateo 24 o Apocalipsis, se complacen en escuchar tales mensajes. No se requiere mucho esfuerzo para escuchar un mensaje que no nos exige pagar ningún precio. Después de escuchar un buen mensaje, regresan contentos a casa, pero no sucede nada más. Otros tienen emociones sensibles. Siempre están activos trabajando para el Señor. Estos son mejores que los que son insensibles, pero son tan inestables como las olas del mar. Quizás ellos preparen un mensaje con mucho celo. Después de compartir el mensaje, es posible que piensen secretamente en su corazón cuán bueno fue su mensaje y cuántos fueron conmovidos. Quizás estén tan gozosos que no puedan dormir en toda la noche. (Muchas personas no pueden dormir por causa del dolor, pero éstos no pueden dormir por causa del gozo). Estas personas se complacen con las actividades de la carne. Aunque estén sirviendo al Señor exteriormente, en realidad se satisfacen a sí mismas. No han entregado su voluntad plenamente al Señor. Deben consagrar su voluntad incondicionalmente al Señor y ser disciplinadas por El. Antes de ofrecer algún servicio válido al Señor, deben permitirle que guíe su mente y su parte emotiva, a fin de no ser gobernadas por una mente activa ni ser impulsadas por sus emociones.


REQUISITOS PARA CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS

No me agrada oír cuando la gente pregunta cómo conocer la voluntad de Dios. Todos nosotros ya deberíamos tener una respuesta clara al respecto. La voluntad de Dios sólo es revelada a quienes han consagrado su voluntad a El. El no nos obliga a hacer nada, pues siempre espera que nosotros estemos dispuestos. No es tan importante conocer la voluntad de Dios como estar dispuestos a hacerla. Tenemos que decirle al Señor: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya”. Cuando pongamos a un lado nuestro yo, conoceremos la voluntad de Dios. Una vez en una reunión de hermanas en Hangchow, dos hermanas me preguntaron si la voluntad de Dios se basaba en las circunstancias, en la Biblia o en otros principios. Al escuchar esto, me afligí mucho, y les respondí de una manera severa (aunque en mi corazón no había dureza): “Conocer la voluntad de Dios no es un asunto de métodos. Ustedes pueden tener los mejores métodos, y aplicarlos en detalle, paso a paso, pero aún seguirán sin conocer la voluntad de Dios”. Mientras hablaba, mis ojos estaban fijos en las dos hermanas. Entonces les pregunté: “¿Qué clase de personas son ustedes? El conocimiento que una persona tenga de la voluntad de Dios tiene que ver con la persona misma. Si la persona no es recta, el método no producirá ningún resultado.
¿Puede Dios revelar Su voluntad a personas como ustedes? No necesitan hacer muchas preguntas, no necesitan pedirle métodos a Dios. Dios puede revelar Su voluntad de muchas formas; puede revelarla por medio del viento, del trueno, de un niño o de una burra. Sólo necesitan preguntarse si personas como ustedes son aptas para conocer la voluntad de Dios”.
En Génesis 18, cuando Dios estaba a punto de destruir la ciudad de Sodoma, fue a ver a Abraham, porque no podía ocultarle lo que iba a hacer. Abraham era amigo de Dios (Jac. [Stg.] 2:23). El no era un esclavo de Dios, porque el esclavo no sabe lo que hace su señor; sólo el amigo conoce la mente de un amigo (Jn. 15:15). No había barreras entre Abraham y Dios, y por esto Dios no podía ocultar lo que iba a hacer. Lot era pariente de Abraham; él pudo haber tenido mucho conocimiento espiritual, pero Dios no habló con él; sólo habló con Abraham. Sería muy extraño si Lot se me acercara y me preguntara: “¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios?” Abraham era apto para conocer la voluntad de Dios, pero Lot no. Sería inútil que Lot supiera cuál era la voluntad de Dios. Lot aún seguiría siendo Lot. ¿Quién es usted? ¿Es usted Abraham o Lot? Muchos prestan atención sólo a los métodos para conocer la voluntad de Dios. Es necesario conocer los métodos, pero debemos ser como Abraham para comprenderlos. Si es alguien como Lot, quien está aprendiendo estos métodos, aunque sean los mejores, de nada servirán, porque es una persona que vive en el mundo. No ha puesto fin a su relación con el mundo ni con la posición que tiene en él. Necesitamos aplicar la luz de Dios para ver si en nosotros hay pecados, sean grandes o pequeños. ¿Hemos cometido alguna injusticia? ¿Le debemos algo a alguien? ¿Hemos sido negligentes en nuestro comportamiento o hemos sido incorrectos en nuestras palabras, gestos o actitudes? ¿Estamos todavía aferrados a algo? Todos estos pecados, grandes y pequeños, afectan nuestra aptitud para conocer la voluntad de Dios.


EL PUNTO DE PARTIDA PARA CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS: 
UNA CONSAGRACION INCONDICIONAL

En cuanto a conocer la voluntad de Dios, Pablo dijo que no debemos ser insensatos, sino entender cuál es la voluntad del Señor (Ef. 5:17). Hay un punto de partida para conocer la voluntad de Dios, y hay una continuación para la misma. Si no se tiene el comienzo apropiado, no se puede conocer la voluntad de Dios. Pero aun teniendo un buen comienzo, si uno no es la persona apropiada, seguirá sin conocer la voluntad de Dios.
¿Alguna vez en su vida se ha consagrado incondicionalmente al Señor? No me refiero a dedicarse a ser un predicador, sino a consagrarse a El para hacer Su voluntad. Usted no necesita preocuparse con respecto a la voluntad de Dios; sólo tiene que consagrarse de manera sincera. Debe comprender que necesita una relación directa con la voluntad de Dios, y ésta no debe ser afectada por los hermanos. Si el Señor quiere que yo vaya al oriente, iré al oriente. No me afectará la opinión de ninguna persona, cosa o circunstancia. Aún así, mis ojos no estarán puestos en el oriente sino en Dios mismo. El peligro que existe entre los obreros de Dios es que pueden convertir la obra en el centro de su atención. No podemos desarrollar ningún apego a la obra, ni a las personas ni a las circunstancias. Debemos relacionarnos directamente con Dios y poner nuestros ojos exclusivamente en El. Los siete espíritus de Apocalipsis son enviados por toda la tierra, pero no tienen relación alguna con la tierra. Estos siete espíritus están delante del trono de Dios (1:4; 5:6) y se relacionan solamente con Dios. Debemos consagrarnos plenamente a Dios por lo menos una vez, para poder ejecutar Su voluntad. Este es el punto de partida en nuestro conocimiento de la voluntad de Dios. Sin este punto de partida, nunca podremos entender la voluntad de Dios como se debe.


LA CONTINUACION EN CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS: 
ELIMINAR TODOS LOS OBSTACULOS

El punto de partida para conocer la voluntad de Dios es una consagración incondicional. Pero si uno desea avanzar en dicha voluntad, debe eliminar todos los obstáculos. Si es obstinado, envidioso, orgulloso o tiene pequeños problemas de índole semejante, está enfermo espiritualmente y no podrá conocer la voluntad de Dios. Si usted desea impedir que su oído escuche algo, no necesita tapárselo con una vara ni un escritorio; basta con un pequeño dedo. El mismo principio se aplica al conocimiento de la voluntad de Dios: un pequeño obstáculo será suficiente para impedirnos conocer Su voluntad.
Una vez daba un paseo con la señorita Barber por un jardín. Después de un rato nos cansamos y nos sentamos en unas sillas debajo de un árbol. Ella dijo: “Hay una estrella brillante en el cielo, pero no puedo verla porque una hoja me impide verla. Hermano Nee, si alguien se me acerca y me habla de las muchas maneras de ver la estrella, no podría verla aun cuando los métodos de observación que me sugiriera fueran muy buenos. La razón es que mi posición no es la indicada; estoy parada en el lugar equivocado”. Las palabras que me dijo en esa ocasión, todavía están frescas en mi mente. Ella me explicó que una pequeña hoja puede impedir que veamos la luz de una enorme estrella. Muchas veces, cosas muy pequeñas ocultan la voluntad de Dios. Si después de buscar la voluntad de Dios muchas veces, no obtiene una visión clara, la solución no es cambiar de método, sino de persona. Si descubre que no puede conocer la voluntad de Dios, esto indica que algo se interpone entre usted y Dios. Puede ser que ya Dios le haya hablado y que usted no haya estado dispuesto a obedecerlo. Usted debe eliminar estos obstáculos. Una vez que haya puesto fin a estos problemas, conocerá la voluntad de Dios. Para conocer la voluntad de Dios, debemos prestar atención a la persona más que a los métodos.


LA MANERA DE CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS 
VARIA DE UNA PERSONA A OTRA


Puede ser que un mismo método no se aplique a todas las personas. David se ofreció para pelear contra Goliat, y Saúl le prestó su armadura. Pero como no le ajustó bien ni podía caminar con ella, decidió quitársela (1 S. 17:32, 38-39). Una vez, cuando estuve en Shanghai, le di mi abrigo al hermano Luk, y le quedaba demasiado pequeño. No se sentía muy cómodo con el abrigo, pues no le quedaba bien. Sólo podemos ponernos algo que sea de nuestra talla. Dadas las diferentes condiciones del hombre, Dios ha designado diferentes maneras para que éste lo conozca. Algunos le pueden conocer con cierta facilidad, mas para otros es muy difícil. En todo caso, Dios tiene un camino para que el hombre conozca Su voluntad. Por tal motivo, no debemos tratar de aprender ningún método. Lo que tenemos que hacer es consagrarnos al Señor, eliminar los obstáculos y mantener una relación personal con El.


LOS QUE LABORAN PARA DIOS DEBEN CONOCER SU VOLUNTAD

Muchas veces he ofendido a muchos hermanos. Cuando me preguntan por la manera de conocer la voluntad de Dios, siempre les respondo que no me gustan tales preguntas. Qué bendición sería si pudiésemos consagrarnos por completo al Señor para conocer Su voluntad. ¿Qué somos nosotros? Aunque la tierra, el sistema solar y el universo sean tan vastos e inmensurables, ¡nunca se pueden comparar con la voluntad de Dios! ¡Cuán glorioso es que un pecador, un hombre de polvo, pueda conocer la voluntad de Dios! Una vez que un hombre llega a conocer la voluntad de Dios, viene a ser superior a una simple criatura. Esta es la meta del Nuevo Testamento. Aquellos que no conocen la voluntad de Dios, ni siquiera son aptos para ser llamados cristianos y están desperdiciando las provisiones de Dios. Los que no conocen la voluntad de Dios, no pueden laborar para El. Si un siervo no conoce el deseo de Su amo, ¿cómo puede ser un siervo? Es posible que un incrédulo no tenga conocimiento de la voluntad de Dios, pero es inexcusable que nosotros no conozcamos Su voluntad. Un cristiano debe primero que todo ser un amigo de Cristo: uno que conoce Su voluntad, antes de llegar a ser un esclavo Suyo: uno que le sirve. Necesitamos hacernos la pregunta: “¿Somos amigos del Señor? ¿Hay alguna barrera entre El y nosotros? ¿Conocemos Su voluntad?” Sólo después de que hayamos llegado a ser sus amigos, podremos llegar a ser Sus esclavos y trabajar para El.

miércoles, 15 de julio de 2015

El origen de la adversidad

El origen de nuestra adversidad

Leer | Isaías 45.5-10
5  Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste,
6  para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo,
7  que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.    Jehová el Creador
8  Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar juntamente. Yo Jehová lo he creado.
9  ¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?;(A) o tu obra: ¿No tiene manos?
10  ¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por qué diste a luz?

Cuando pasamos por tiempos de adversidades, algunas veces nos preguntamos por qué un Dios bueno y todopoderoso permite situaciones dolorosas. Y para encontrar la respuesta, necesitamos considerar las posibles fuentes de nuestra adversidad:

Un mundo caído. Cuando el pecado se introdujo en el mundo, el sufrimiento vino con él. Dios pudo habernos protegido de sus efectos dañinos convirtiéndonos en títeres incapaces de elegir el pecado, pero eso significaría también que seríamos incapaces de elegir amarlo. Porque el amor, por su misma naturaleza, es voluntario.

Nuestras decisiones. A veces, nos metemos en problemas al tomar decisiones insensatas o pecaminosas. Si el Señor interviniera y nos salvara de cada consecuencia negativa, nunca nos convertiríamos en creyentes maduros.

Los ataques de Satanás. El diablo es nuestro enemigo, y por tanto entorpece cualquier cosa que el Señor quiera hacer en los creyentes y por medio de ellos. Su propósito es destruir nuestra vida y nuestro testimonio, debilitándonos y haciéndonos inútiles para los propósitos de Dios.

La soberanía de Dios. Finalmente, el Señor tiene el control de todas las adversidades que se nos presenten. Negar su actividad contradice su poder y su soberanía sobre la creación.

Para poder aceptar que Dios permite —o incluso envía— las aflicciones, debemos ver la adversidad desde la perspectiva de Él. ¿Tiene usted puesta su mirada en el dolor o en el Señor y su fidelidad? Como creyentes, tenemos la seguridad de que Dios no permitirá que nos vengan adversidades, a menos que sean para nuestro beneficio y con el buen propósito que Él tiene.

lunes, 13 de julio de 2015

Dos clases de oyentes

Dos clases de oyentes

Leer | Hechos 17.10-12
10  Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos.
11  Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
12  Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres.

Para que el Espíritu Santo pueda hacer su obra, debemos realmente hacer el esfuerzo de escuchar a Dios cuando habla. Es posible, por ejemplo, “oír” cada palabra de un sermón, pero en verdad no escuchar ni una sola palabra del mismo. ¡Lamentablemente, hay algunos asistentes ausentes como éstos cada semana en las iglesias! Sus cuerpos pueden estar en el asiento, pero sus mentes obviamente están en otra parte. En realidad, hay dos clases de oyentes en prácticamente cada congregación del mundo: los pasivos y los activos.

El oyente pasivo es alguien que está presente en los servicios pero deja que su mente divague. Observa a las personas; nota cómo se visten y actúan; se relaciona y hace planes para salir a almorzar con ellas. No va a la iglesia para escuchar al Señor, sino por costumbre, o simplemente para sentirse mejor en cuanto a sí mismo.

Pero el oyente activo entra a al templo con una gran expectativa por lo que el Señor va a decirle. Tiene una Biblia, y toma nota del mensaje para captar la sustancia del mismo. Escribe todo lo que puede, tratando de no perder ni un solo punto de la predicación, y durante todo el mensaje se pregunta: ¿Cómo se aplica esto a mi vida?

El Señor se comunica de muchas maneras diferentes, y cuando habla debemos siempre escuchar activamente. Si usted se da cuenta de que su mente está divagando durante el servicio, es porque quizás se ha acercado al Señor de una manera pasiva. Pídale a Dios que concentre sus pensamientos, y decídase a ser un oyente activo de ahora en adelante.

lunes, 23 de marzo de 2015

Devocional

   "Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían."
Isaías 42: 16.  

¡Piensen que el infinitamente glorioso Dios  actúa como Guía de los ciegos! ¡Qué condescendencia ilimitada implica esto! Un ciego no puede encontrar un camino que no conozca. Incluso cuando conoce el camino, le resulta difícil recorrerlo; pero un camino que no hubiera conocido sería una aventura imposible para sus pies si estuvieran desprovistos de un guía. Ahora, nosotros somos ciegos por naturaleza en lo relativo al camino de la salvación, y, sin embargo, el Señor nos introduce en él, y nos lleva hasta Él, y luego abre nuestros ojos. Todos nosotros somos ciegos en cuanto al futuro, y no podemos ver la siguiente hora, pero el Señor Jesús nos guiará hasta el final de nuestro viaje. ¡Bendito sea Su nombre!  No podemos adivinar de qué manera nos llegará la liberación, pero el Señor lo sabe, y Él nos guiará hasta que hayamos escapado de todo peligro. Bienaventurados los que ponen su mano sobre ese grandioso Guía, y confían su camino a Él y se entregan ellos mismos a Él. Él los guiará a lo largo de todo el camino; y cuando los haya llevado a casa, a la gloria, y haya abierto sus ojos para que vean el camino por el que los condujo, ¡qué cántico de gratitud cantarán a su grandioso Benefactor! ¡Señor, guía a tu pobre hijo ciego en este día, pues no conozco mi camino! 

sábado, 14 de marzo de 2015

Devocional

Lectura 14 de Marzo - 
"Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros."
Isaías 66:13. 

¡El consuelo de una madre! Ah, es la ternura misma. ¡Cómo se adentra una madre en el dolor de su hijo! ¡Cómo lo estrecha contra su pecho, y trata de extraerle toda su aflicción para trasladarla a su propio corazón! Él puede contarle todo a ella, ya que se identificará con el problema como nadie podría hacerlo. Entre todos los consoladores, el niño prefiere a su madre, e incluso hombres adultos han descubierto que esto es así.  Acaso Jehová condesciende a hacer el papel de una madre? Esto, en verdad, es bondad.  Podemos percibir con facilidad que Él sea un padre; pero ¿será también como una madre? ¿Acaso no nos invita esto a una santa familiaridad, a una confianza sin reservas, a un reposo sagrado? Cuando Dios se convierte en"el Consolador" ninguna angustia puede permanecer por largo tiempo. Cada uno de nosotros ha de contarle su problema, aunque los sollozos y los suspiros se conviertan en nuestra primera expresión. Él no nos despreciará por nuestras lágrimas; nuestra madre no lo hizo. Él considerará nuestra debilidad así como lo hizo ella, y quitará nuestras faltas, sólo que lo hará de una manera más cierta y más seguro de lo que nuestra madre podría hacerlo. No procuraremos llevar solos nuestro dolor: eso sería rudo para Uno tan gentil y tan amable. Comencemos el día con nuestro amante Dios, y, ¿por qué no lo terminamos en la misma compañía, puesto que las madres nunca se cansan de sus hijos? 

viernes, 13 de marzo de 2015

Devocional

Lectura 13 de Marzo -  
"Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande."
Jeremías 1: 6, 7. 

Jeremías era joven y sentía una reticencia natural cuando fue enviado por el Señor a cumplir un gran encargo; pero el que lo envió no aceptaría que dijera: "Soy niño" . Lo que era en sí mismo no debía ser mencionado, sino que había de perderse en la consideración de que era elegido para hablar por Dios. No tenía que idear ni inventar un mensaje, ni elegir un audiencia: él tenía que hablar lo que Dios le mandase, y hablar adonde Dios le enviase, y sería capacitado para hacer esto con una fuerza que no era la suya.  ¿No ocurre lo mismo con algún joven predicador, o algún maestro que lea estas líneas? Dios sabe cuán joven eres, y cuán débiles son tu conocimiento y tu experiencia; pero si Él decide enviarte, no te corresponde cuestionar el llamado celestial. Dios se engrandecerá en tu debilidad. Si fueras tan viejo como Matusalén, ¿cuánto te ayudarían tus años? Si fueras tan sabio como Salomón, podrías ser tan coherente  como él. Has de atenerte a tu mensaje, y será tu sabiduría; sigue tus órdenes de marcha y serán tu discreción. 

jueves, 12 de marzo de 2015

Devocional

Jesucristo: El regalo precioso

Romanos 5.6-21

6  Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
7  Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
8  Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
9  Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
10  Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
11  Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.   
12  Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
13  Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.
14  No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
15  Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.
16  Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación.
17  Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
18  Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
19  Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.
20  Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;
21  para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro. 

Romanos 5:6 - 21

Jesucristo es el regalo precioso de Dios para nosotros. Este regalo, enviado del cielo, fue dado voluntariamente a un gran costo, porque teníamos una necesidad crítica. Este regalo fue. . .

Universal y personal: Por medio del Señor Jesús, el Padre celestial ofrece la salvación a todo el mundo (Jn 3.16).

Protector: Cuando Jesús se convierte en nuestro Salvador personal, recibimos el perdón y somos libres de la condenación por nuestro pecado (Ro 8.1). Este regalo divino evita que tengamos que enfrentar la muerte eterna, lo que significaría la separación perpetua de Dios.

Eterno: Lo que el Señor Jesús nos da dura para siempre. Desde el día en que fuimos salvos, el Espíritu de Cristo habita en nosotros y permanece con nosotros. Como miembros de la familia de Dios, tenemos una herencia eterna en el cielo que no puede dañarse ni extinguirse (1 P 1.3-5).

Lleno de amor: Fue el amor incondicional lo que motivó al Padre a sacrificar a su Hijo por nosotros. Ninguno de nosotros merecía tal sacrificio, pues todos hemos pecado (Ro 3.10). A pesar de lo que somos, Dios puso su amor en nosotros, y lo demostró por medio de la vida y la muerte de su Hijo. Gracias a su amor, hemos sido rescatados de la esclavitud del pecado, y estamos siendo transformados en las personas que tuvo en mente al crearnos.

Si usted no ha aceptado el regalo de la salvación de Dios, hoy puede ser su día de nacimiento espiritual, permita que Jesús entre en su corazón. 
Si ya pertenece a la familia de Dios, conoce el valor del regalo. Entonces, ¿quisiera hablar a otros de este presente maravilloso?

miércoles, 11 de marzo de 2015

Devocional

Lectura 11 de Marzo -  
"Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos."
1 Samuel 17: 47.  

Este punto nos ha de quedar muy claro: que la batalla es del Señor, y podemos estar muy seguros de la victoria, y de una victoria tal, que manifieste mejor el poder de Dios.  El Señor es olvidado por todos los hombres en demasía, sí, incluso por las asambleas de Israel; y cuando haya una oportunidad de hacer ver a los hombres que la Grandiosa Primera Causa puede alcanzar Sus propósitos sin el poder del hombre, es una ocasión inapreciable que debe ser bien empleada. Incluso Israel confía demasiado en la espada y la lanza. Es algo grandioso que no haya una espada en la mano de David, y, sin embargo, que David sepa que su Dios vencerá a ejércitos enteros de pueblos enemigos.  Si en verdad estamos contendiendo por la verdad y la justicia, no nos demoremos hasta que tengamos talento, o riqueza, o cualquier otra forma de poder visible a nuestra disposición; pero con tales piedras como las que encontramos en el arroyo, y con nuestra usual honda, corramos a enfrentar al enemigo. Si fuese nuestra propia batalla podríamos desconfiar; pero si nos estamos levantando por Jesús, y haciendo la guerra en Su fortaleza únicamente, ¿quién podría estorbarnos? Sin ninguna traza de duda, enfrentemos a los filisteos; pues el Señor de los Ejércitos está con nosotros, ¿y quién podría estar contra nosotros? 

sábado, 7 de marzo de 2015

Devocional

Lectura 7 de Marzo -  "Jehová liberta a los cautivos." Salmo 146: 7. 

Él lo ha hecho. Recuerden a José, a Israel en Egipto, a Manasés, a Jeremías, a Pedro y a muchos otros. Él todavía puede hacerlo. Él rompe las barras de bronce con una palabra, y desata los grilletes de hierro con una mirada. Él lo está haciendo. En miles de lugares, aquellos que están atribulados están saliendo a la luz y tienen un respiro. Jesús todavía proclama la salida de la prisión para quienes están detenidos. En este momento las puertas se están abriendo de par en par y los grilletes están cayendo al suelo.  Él se deleitará en liberarte, querido amigo, si en este momento gimes por causa de aflicción, la duda o el miedo. Será un gozo para Jesús darte libertad. Le dará un gran placer soltarte, como será un placer para ti ser soltado. No, tú no tienes que cortar la atadura de hierro: el propio Señor lo hará. Sólo confía en Él, y Él será tu Emancipador.  Cree en Él a pesar de las paredes de piedra, o las esposas de hierro. Satanás no puede retenerte, el pecado no puede encadenarte, y ni siquiera la desesperación puede sujetarte, si crees ahora en el Señor Jesús, y en la gratuidad de Su gracia, y en la plenitud de Su poder para salvar.  Desafía al enemigo, y deja que la palabra que está ahora delante de ti sea tu cántico de  liberación: "Jehová liberta a los cautivos." 

viernes, 6 de marzo de 2015

Devocional

Lectura 6 de Marzo - 
"En ti el huérfano alcanzará misericordia." Oseas 14: 3.  
Esta es una excelente razón para deshacernos de todas las otras confianzas y confiar únicamente en el Señor. Cuando un niño se queda sin su protector natural, nuestro Dios interviene y se convierte en su guardián: así también, cuando un hombre ha perdido todo objeto de dependencia, puede apoyarse plenamente en el Dios vivo y encontrar en Él todo lo que necesita. Los huérfanos son colocados sobre la paternidad de Dios, y Él provee para ellos. El escritor de estas páginas sabe lo que es depender del brazo desnudo de Dios, y da su testimonio voluntario de que ninguna confianza está tan bien certificada por los hechos, o tan segura de ser recompensada por los resultados, como la confianza en el invisible pero siempre vivo Dios.  Algunos hijos que tienen padres no son mejores por causa de ellos, pero los huérfanos con Dios son ricos. Es mejor tener a Dios y a ningún otro amigo, que tener a todos los protectores de la tierra pero no tener a Dios. Ser separado de la criatura es doloroso, pero mientras el Señor permanezca siendo la fuente de la misericordia para nosotros, no somos huérfanos en absoluto. Que los niños sin padre argumenten esta palabra de gracia en esta mañana, y que todos los que hayan perdido el apoyo visible hagan lo mismo.  ¡Señor, que encuentre yo misericordia en Ti! Entre más necesitado e indefenso me encuentro, más confiadamente apelo a Tu amoroso corazón. 

miércoles, 4 de marzo de 2015

Devocional

Lectura 4 de Marzo -  "Yo honraré a los que me honran."
1 Samuel 2: 30.  

¿Hago de la honra de Dios el gran objetivo de mi vida y la regla de mi conducta?
Si es así, Él me honrará. Puede ser que por un tiempo no reciba ninguna honra del hombre, pero Dios mismo pondrá honor en mí de la manera más eficaz. Estar dispuesto a ser avergonzado por motivos de conciencia se encontrará al final que es el camino más seguro para la honra.  Elí no había honrado al Señor al no gobernar bien su casa, y sus hijos no habían honrado al Señor con un comportamiento digno de su sagrado oficio, y, por tanto, el Señor no los honró a ellos , sino que retiró el sacerdocio de su familia, e hizo que el joven Samuel fuera el gobernante de la tierra en lugar de cualquier persona del linaje de ellos. Si quiero ver a mi familia ennoblecida, he de honrar al Señor en todas las cosas.  Dios podría permitir que el malvado alcance honras mundanas; pero la dignidad que Él mismo otorga, incluso la gloria, el honor, y la inmortalidad, es reservada para aquellos que mediante santa obediencia procuran honrarlo a Él .  Qué puedo hacer en este día para honrar al Señor? Voy a promover Su gloria a través de un testimonio verbal, y por medio de mi obediencia práctica. También voy a honrarlo con mis bienes, y ofreciéndole un servicio especial. He de sentarme y pensar cómo puedo honrarlo, puesto que Él me honrará. 

martes, 3 de marzo de 2015

Devocional

Lectura 3 de Marzo -   "Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción."
Salmo 16: 10. 

Esta palabra tiene su adecuado cumplimiento en el Señor Jesús; pero se aplica también, con una variación, a todos los que están en Él. Nuestra alma no será dejada en el estado de separación, y nuestro cuerpo, aunque vea la corrupción, se levantará de nuevo. Es a este significado general, más bien que a la aplicación específica, que queremos atraer los pensamientos de nuestros lectores en este momento en particular.  Podríamos descender muy hondo en espíritu, hasta parecer que nos sumergimos en el abismo del infierno; pero no seremos dejados allí. Podría parecer que estamos a las puertas de la muerte en el corazón y la conciencia; pero no podemos permanecer allí.  Nuestra muerte interna en cuanto a gozo y esperanza puede progresar muy lejos; pero no puede continuar hasta sus últimas consecuencias, hasta alcanzar la plena corrupción de la negra desesperación. Podremos descender muy bajo, pero no más bajo de lo que el Señor permita; podremos detenernos en el más profundo calabozo de la duda por un tiempo, pero no pereceremos allí. La estrella de la esperanza sigue todavía en el cielo cuando la noche es más negra.
El Señor no nos olvidará ni nos entregará al enemigo.  Descansemos en la esperanza. Tenemos que tratar con uno cuya misericordia permanece para siempre. Ciertamente, de la muerte, y de la oscuridad, y de la desesperación, hemos de levantarnos a la vida, a luz y a la libertad. 

viernes, 27 de febrero de 2015

Devocional

Lectura 27 de Febrero  -
  "No tendrá temor de mala s noticias; su corazón está firme, confiado en Jehová."
Salmo 112:7. 

El suspenso es terrible. Cuando no tenemos noticias de casa, somos propensos a ponernos ansiosos, y no podemos ser persuadidos de que"ningunas noticias son buenas noticias." La fe es el remedio para esta condición de tristeza: el Señor por Su Espíritu sosiega a la mente con santa serenidad, y ahuyenta todo temor relativo al futuro así como al presente.  La firmeza de corazón de la que habla el Salmista ha de ser buscada diligentemente. No se trata de creer en esta o esa promesa del Señor, sino es la condición general de confianza plena e imbatible en nuestro Dios, la confianza que tenemos en Él consistente en que Él mismo no nos perjudicará ni permitirá que nadie más nos haga daño. Esta confianza constante se enfrenta a lo desconocido así como a lo conocido de la vida. Sin importar lo que el mañana pueda ser, nuestro Dios es el Dios de mañana. Muchos eventos pudieran haber ocurrido que son desconocidos para nosotros, pero Jehová es Dios de lo desconocido así como de lo conocido. Estamos resueltos a confiar en el Señor, sin importar lo que venga. Si sucediera lo peor, nuestro Dios es todavía el más grande y el mejor. Por tanto no temeremos aunque el timbre del cartero nos sobresalte, o un telegrama nos despierte a medianoche. El Señor vive, y ¿qué podrían temer Sus hijos? 

jueves, 26 de febrero de 2015

Devocional

Lectura 26 de Febrero -  
"El labio veraz permanecerá para siempre; mas la lengua mentirosa sólo por un momento."
Proverbios 12: 19.  
La verdad resiste el paso del tiempo. El tiempo la prueba, pero la verdad soporta la prueba muy bien. Si, entonces, yo hubiera dicho la verdad, y por el momento tuviera que sufrir por ella, debería estar contento de esperar. Si creo también en la verdad de Dios, y me esfuerzo por declararla, podría enfrentarme a severa oposición, pero no he de temer, pues al fin la verdad ha de prevalecer.  ¡Qué pobre cosa es el triunfo temporal de la falsedad! "¡El labio mentiroso sólo por un momento!" Es como una simple calabacera que crece en una noche, y perece en una noche; y entre mayor sea su desarrollo, más manifiesto será su deterioro. Por otro lado, cuán digno de un ser inmortal es la confesión y la defensa de esa verdad que no cambia nunca; ¡el Evangelio eterno, que es establecido en la inmutable verdad de un Dios inmutable! Un viejo proverbio reza:"Quien dice la verdad averguenza al demonio." En verdad, el que habla la verdad de Dios pondrá en verguenza a todos los demonios del infierno, y confundirá a toda la simiente de la serpiente que ahora sisea sus falsedades.  Oh corazón mío, esfuérzate en todas las cosas por estar del lado de la verdad, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes; pero, especialmente, ¡esfuérzate por estar del lado de Aquel por quien la gracia y la verdad han venido entre los hombres! 

miércoles, 25 de febrero de 2015

Devocional

Lectura 25 de Febrero -  
"Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová."
Isaías 61: 6.  

Esta promesa, que es literal para Israel, pertenece espiritualmente a la simiente según el Espíritu, es decir, a todos los creyentes. Si viviéramos según nuestros privilegios, viviríamos para Dios tan claramente y tan distintamente, que los hombres verían que somos apartados para el santo servicio, y nos nombrarían sacerdotes del Señor.  Podríamos trabajar, o dedicarnos al comercio, como lo hacen los demás, y, sin embargo, seríamos única y enteramente los siervos ministrantes de Dios. Nuestra única ocupación sería presentar el sacrificio perpetuo de oración, y alabanza, y testimonio, y consagración propia, al Dios viviente por medio de Jesucristo.  Siendo este nuestro único objetivo, podríamos dejar los asuntos que distraen, a aquellos que no tienen un llamado más elevado."Deja que los muertos entierren a sus muertos."  Está escrito:"Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores." Ellos pueden manejar la política, desenmarañar problemas financieros, discutir ciencia, y resolver las nuevas argucias recientes de la crítica; pero nosotros nos entregaremos al servicio que conviene a aquellos que, como el Señor Jesús, son ordenados para un sacerdocio perpetuo.  Aceptando que esta honorable promesa involucra un deber sagrado, pongámonos la vestimenta de la santidad, y ministremos delante del Señor durante todo el día.