martes, 9 de septiembre de 2025

Jugando con fuego

Jugando con fuego
Proverbios 6.20-35

El respeto por la autoridad no siempre es automático. La historia acerca de un nuevo entrenador de fútbol ilustra lo que quiero decir.

Un día, antes de la práctica, el entrenador colocó un letrero que decía: “No pisar el césped”. Alrededor de la mitad del equipo obedeció la orden, mientras que la otra mitad no lo hizo; el aviso no tenía sentido para ellos, ya que la práctica siempre se celebraba en ese campo. Más tarde, el entrenador explicó que había puesto a prueba a los jugadores para ver quiénes probablemente seguirían su plan de juego, y quienes no. Él aprendió mucho en esos pocos minutos.

El Señor nos enseñó específicamente a no ceder a los deseos de la carne.

La Biblia también nos advierte claramente acerca de los peligros de ir más allá de los límites de la voluntad protectora de Dios. En el Sermón del monte, Jesús explicó con más detalle las enseñanzas del Antiguo Testamento, diciendo que no solo nuestras acciones sino aun la actitud del corazón, pueden transgredir los límites fijados por Dios (Mt 5.28).

Si usted se hace regularmente un “chequeo del corazón”, eso le revelará cuál es su situación, y le ayudará a mantenerse a salvo. Pregúntese: ¿Cuál es mi reacción a los límites fijados por Dios?, y recordar después que son para su propio bien.

¿Pone usted a prueba los límites del Señor para ver qué tan fuertes son? ¿Cuestiona usted los preceptos de Dios antes de aceptarlos? Someterse al plan de Dios brinda seguridad y bendición (Dt 11.27). Confiese cualquier resistencia, y pídale a Dios que le dé las fuerzas para someterse a Él.

Cómo manejar los conflictos y las críticas

Cómo manejar los conflictos y las críticas
Filipenses 1.12-18

Durante su reclusión en una cárcel romana, el apóstol Pablo escribió una de sus cartas más jubilosas y alentadoras. En esta epístola a la iglesia en Filipos, el apóstol usó sus circunstancias como una oportunidad para ser ejemplo de la manera en que se deben manejar los conflictos y las críticas.

Es claro por este y otros pasajes, que Pablo tuvo que lidiar con conflictos importantes, incluso con miembros de la iglesia en Roma. Algunas personas estaban molestas porque Pablo predicaba a los gentiles, en vez de hacerlo exclusivamente a los judíos. Tampoco les gustaba que enseñara la salvación por la gracia, no por la ley. Las palabras de Pablo revelan que algunas personas estaban enseñando el mensaje con una motivación muy diferente a la suya.

Notemos que Pablo respondió con una actitud positiva. El tono de su carta es de aliento y esperanza. No arremetió contra sus críticos; tampoco se defendió personalmente. Defendió su mensaje, el evangelio verdadero, pero lo hizo con amor, no con dureza.

Pablo enfatizó el lado positivo. Se regocijó porque, aunque la motivación fuera por sinceridad o por envidia, Jesucristo estaba siendo anunciado, y el mensaje del evangelio verdadero estaba siendo propagado. Pablo estaba tan preocupado por las almas de los demás, que respondió con generosidad en vez de egoísmo.

Pídale a Dios que le ayude a mantenerse en el mismo rumbo de Pablo, aunque su situación pueda implicar críticas y controversias. Los guardias de la prisión conocieron el evangelio por medio del apóstol encarcelado. Las palabras y la conducta suyas pueden reflejar a Cristo a los no creyentes a su alrededor.

La esperanza: El ancla del alma

La esperanza: El ancla del alma
Hebreos 6.13-20

Muchas personas en el mundo, tal vez incluso usted, se enfrentan a terribles tormentas en sus vidas: hogares deshechos, desempleo, soledad, pérdidas, crisis mundiales. Estas cosas reducen drásticamente la esencia misma de nuestra esperanza en Cristo. Puede incluso parecer que estamos perdidos, a la deriva en el mar en una pequeña barca durante un huracán.

De igual manera, los discípulos enfrentaron este temor. Mientras cruzaban un lago en su pequeña embarcación, el tiempo empeoró, poniendo en peligro la embarcación y sus propias vidas. En su desesperación, acudieron a Jesús por ayuda, pero se sorprendieron al encontrarlo dormido. Entonces gritaron: “¡Señor, sálvanos, que nos vamos a ahogar!” (Mt 8.25 NVI).

Cuando Jesús despertó, los reprendió por su falta de fe. Luego procedió a calmar la tormenta. Por medio de esta asombrosa demostración de su poder, Él demostró que era el Señor de toda la creación. También fue una clara lección acerca de adónde debemos acudir cuando surjan las tormentas en nuestras vidas.

A veces, las personas piensan que sus circunstancias difíciles significan que Dios no está atento. Eso es lo que pensaron los discípulos, hasta que Cristo se levantó para calmar las turbulentas aguas. Nada está fuera del control de nuestro soberano Señor.

Cuando nuestro mundo parezca estar fuera de control, el Señor Jesús seguirá siendo el Señor de todo. Entonces, ¿qué debe hacer usted cuando piense que Él está dormido? Dé gracias a Dios porque Él está en la barca con usted. Y después vea su situación a través de los ojos de la esperanza y la confianza.

lunes, 1 de septiembre de 2025

En Dios confiamos

En Dios confiamos
Mateo 7.9-11

Aunque no nos dimos cuenta, cuando fuimos niños, aprendimos lecciones fundamentales de nuestros padres en cuanto a la confianza. Para alguien que haya crecido con padres buenos y amorosos, la confianza parece llegar de manera natural. Pero para alguien cuyos padres hayan sido fríos y distantes, puede resultarle difícil confiar en los demás en la edad adulta.

Es por eso que a muchos creyentes se les hace difícil confiar en Dios. En una época conocida por los hogares destruidos, ¿cómo es posible aprender a confiar en nuestro Padre que está en los cielos?

Primero, debemos entender que Dios nos ama incondicionalmente, tal y como somos. No tenemos que ganarnos su favor; en realidad, somos totalmente incapaces de hacerlo. Dios nos ama, no por lo que podamos ofrecerle, sino porque, como nos dice 1 Juan 4.16, su naturaleza misma es el amor. Ese amor es la razón por la que nos dio la salvación a un gran precio que Él mismo pagó: la vida de su precioso Hijo Jesús.

Segundo, podemos confiar en Dios porque Él nos ha dado exactamente lo que más necesitábamos: la salvación. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn 3.16). Él no nos salvo porque lo merecíamos, nos salvó por una sola razón: por su amor desbordante (1 Jn 4.9).

Dios sabe todo acerca de usted, incluso los detalles indignos, pero aun así le ama. Esa es, por sí sola, la mejor razón para que se sienta seguro con Él. Usted puede confiarle al Señor no solo su futuro, sino también lo que esté enfrentando hoy. El Señor es digno de su alabanza, y de su plena confianza en Él.

Un Dios en quien podemos confiar

Un Dios en quien podemos confiar
Lamentaciones 3.22-23

La confianza es muy valiosa en estos días, pues parece ser muy escasa. La ambición egoísta, la codicia y la búsqueda constante de ser el número uno son demasiado frecuentes; a algunas personas, incluso, les resulta difícil confiar en sí mismas. En cambio, tenemos muchas buenas razones para confiar en el Señor.

Primero, Él es el único Dios verdadero. No hay nadie más como Él (2 S 7.21-22); es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (He 13.8). Su voluntad perfecta es inmutable, por lo que nunca tenemos que preocuparnos de que haya una fluctuación en su ética o en sus valores.

Segundo, Dios es la esencia misma de la verdad. Él no está puesto bajo la autoridad de ninguna otra autoridad que determine si hace o no lo correcto. Por el contrario, Él es nuestro modelo de rectitud a seguir. Y porque Él es la verdad, sabemos que nunca nos engañará.

Tercero, Él ha demostrado ser absolutamente fiel. Como dice la Biblia: “Nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” (Lm 3.22, 23).

Cuarto, Dios es digno de confianza porque tiene el control absoluto de cada situación. El Salmo 103.19 declara: “Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos”.

Nada puede impedir que el Señor haga su voluntad perfecta, no importa lo difícil que pueda parecernos la situación. Nuestras vidas son evidencias de su poder y de su amor. Como hijos de Dios, podemos con toda seguridad poner nuestra fe y confianza en Él, sabiendo que nunca seremos defraudados.