sábado, 18 de enero de 2025
Cómo cultivar un corazón para Dios
¿Cómo reacciona cuando lee que David era un hombre conforme al corazón de Dios (vea 1 Samuel 13.14)? Muchos de nosotros lo admiramos aunque decimos: Yo nunca podría ser así.
Pero el Señor no ha reservado este título para un solo hombre. Él quiere que todos lo busquemos como lo hacía David. Uno de nuestros problemas es la tendencia a enfocarnos en solo una parte de su historia. Tendemos a olvidar que el relato bíblico da un registro de toda la vida de David. Él tuvo que buscar al Señor de la misma manera que nosotros: poco a poco.
El anhelo del Padre celestial no suele aparecer de pronto, de forma madura, en nuestro corazón. Casi siempre es algo que debe ser cultivado, y el lugar más indicado para comenzar es la Biblia. Allí es donde escuchamos al Señor, hablándonos con su Palabra.
Otro elemento esencial es la oración. Cuando lea la Biblia, comience a hablar con Él. Si todo le parece aburrido y sin sentido, pídale a Dios que trabaje en su vida para hacer que las Sagradas Escrituras cobren vida para usted. A Él le encanta responder las oraciones que están de acuerdo con su voluntad.
El siguiente paso es la meditación. No le dé demasiada importancia al tiempo, para decir que ya leyó la Biblia. Haga una pausa para pensar en lo que ha leído. Hágase la pregunta: ¿Qué estoy descubriendo en cuanto a Dios?
El último paso es poner empeño. Es posible que su anhelo de Dios no se desarrolle de inmediato, pero recuerde que está buscando tener un corazón transformado que dure toda una vida, no una fugaz experiencia emocional. Continúe llenando su vida con el combustible que produce transformación: la Palabra de Dios, la oración y la meditación.
viernes, 29 de noviembre de 2024
Cómo andar con Dios
El caminar de Enoc con Dios era tan íntimo, que la Biblia dice que “desapareció, porque le llevó Dios” (Gn 5.24). Esto implica que Enoc no murió, sino que fue llevado directamente a la presencia de Dios. ¡Qué testimonio tan maravilloso!
Al buscar seguir a Dios con esa misma pasión, reflexionemos en cuanto a ciertos “pasos” específicos que nos ayudarán a mantenernos firmes en nuestro caminar con el Señor.
Reconciliación. Esta palabra significa fundamentalmente “Dios se mueve hacia nosotros”. El gozo de este paso es que la responsabilidad no es nuestra. Por medio de la cruz de Cristo, Dios ya tomó la iniciativa de moverse en dirección nuestra (2 Co 5.18).
Cuando venimos a Cristo, inmediatamente participamos en esa reconciliación.
Confianza en Dios. Debemos tener fe, no solo en que Dios está interesado en nuestro andar con Él, sino que también, por medio de Cristo, el Señor nos ha dado los medios para caminar estrechamente con Él.
Aceptación. Para poder apreciar la intimidad que Dios desea tener con nosotros, debemos aceptar lo que las Sagradas Escrituras enseñan acerca de su Hijo, su Palabra, la iglesia y nuestro pecado.
Comunión. Así como nuestras relaciones humanas desaparecen sin el contacto regular, nuestra intimidad con Dios se debilita si no pasamos tiempo con Él.
Caminar con Dios no es una misión imposible, pero sí requiere que prestemos especial atención a ciertos aspectos de la vida espiritual. Cuando tomamos en cuenta a Dios en todas nuestras acciones, Él nos ayuda a lo largo del camino (Pr 3.5, 6).
miércoles, 25 de septiembre de 2024
Orar con autoridad
1 Reyes 18.19-39
Dios ha dado a sus hijos el privilegio de acudir a Él para todas sus necesidades; aun más, ha prometido responderles.
También ha incluido el derecho que tenemos de hacerle peticiones en favor de los demás. La Biblia nos dice que la oración del justo puede mucho (Stg 5.16).
Para ser considerados justos a los ojos del Padre, tenemos que haber aceptado su regalo de salvación. Antes de ser redimidos, éramos personas inicuas bajo condenación (Ef 2.1, 3). Pero, por la fe en Cristo como nuestro Salvador, somos hechos nuevos y declarados santos delante de Él.
Entonces, para que nuestras peticiones sean poderosas y eficaces, tienen que estar de acuerdo con su voluntad (1 Jn 5.14, 15). El secreto para hacer peticiones que se ajusten a su plan es conocer el carácter y las prioridades del Padre celestial.
Elías es un buen ejemplo de alguien que oraba con autoridad. El Señor lo envió a enfrentarse al impío rey Acab y a los 450 profetas de Baal.
Se trataba de un conflicto espiritual para demostrar quién era el Dios verdadero: Baal o el Señor de Israel. Las armas de Elías eran su conocimiento del plan del Padre celestial, y la autoridad que tenía en la oración como profeta de Dios. Su petición, hecha públicamente delante de sus adversarios, armonizaba con la voluntad del Señor de que supieran quién era Jehová (Ex 7.5; 1 R 18.37). Cuando Dios respondió la oración de Elías, el pueblo declaró: “¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!” (1 R 18.39).
¿Es usted hijo de Dios? Si lo es, puede orar con autoridad y poder, seguro de que sus peticiones están de acuerdo con la voluntad del Señor.
martes, 13 de febrero de 2018
Un renovador encuentro con Dios
Un renovador encuentro con Dios
viernes, 8 de enero de 2016
Servirnos unos a otros
Leer | 1 Corintios 12.12-25
Los creyentes tenemos dos responsabilidades:
amar a Dios, y amar al prójimo (Mt 22.37-40).
Y una manera de hacerlo es sirviendo. Dónde servir y cómo hacerlo dependerá de nuestros talentos, capacidades, y del llamado especial. Pero el lugar donde se espera que todos demos de nosotros es la iglesia local.
Cuando usted acepto a Cristo, el Señor le sello por medio del Espíritu Santo y le hizo miembro de su iglesia el cuerpo de creyentes en todo el mundo, que está unido por la fe en Jesucristo. Usted decidió, entonces, de acuerdo con la voluntad de Dios, ser parte de un grupo local y autónomo de creyentes. Él le puso allí porque sabía que usted lo necesitaba (1 Co 12.18). Usted es importante para su iglesia local.
La iglesia es más que una comunidad. Es un cuerpo interdependiente con miembros que fueron creados por Dios para funcionar en comunión unos con otros. Nosotros, los cristianos, al igual que el mundo en general, somos un grupo diverso, lo cual significa que tenemos que esforzarnos en pro de la unidad. Sin embargo, nuestras diferencias son realmente algo para celebrar, porque cada persona contribuye de manera especial al propósito de Dios. Una congregación que funciona en unidad con todos sus dones, talentos, personalidades y capacidades enfocados hacia los objetivos del reino de Dios debe ser una imagen hermosa a los ojos del Señor.
El cristianismo no es una religión de espectadores. El cuerpo de Cristo funciona mejor y más hermosamente cuando todos los miembros deciden servir a Dios y servirse unos a los otros según sus capacidades (v. 25). ¿Qué está usted haciendo en pro de su congregación ?
domingo, 1 de mayo de 2011
Conocer la Biblia o conocer a Jesús

Yo sé que mi Redentor vive.
Job 19:25.
(Jesús dijo) Yo soy el buen pastor;
y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
Juan 10:14.
Un célebre comediante fue invitado a una fiesta de familia y se le pidió que recitase un texto. Como no sabía qué escoger, el abuelo le propuso el Salmo 23. El artista, un poco molesto, declamó con su habitual talento y fue felicitado con aplausos. Cuando se hizo silencio, el anciano creyente a su vez recitó el Salmo con su voz habitual. Todos estaban emocionados. Entonces el actor se volvió hacia el abuelo y le confesó: –Bien puedo decir que yo conozco el Salmo, pero usted conoce al Pastor.
En otra oportunidad, durante un ensayo, una solista acababa de cantar el fragmento de «El Mesías» de Haendel en el cual el compositor puso música al versículo 19:25 del libro de Job. Entonces el jefe de orquesta le dijo: –Usted canta magníficamente, señora, pero no se siente que su Redentor vive. La cantante no supo qué contestar.
Estas dos anécdotas atraen nuestra atención sobre un hecho importante. ¿Leemos la Biblia y podemos recitar pasajes enteros de ella? Está bien, pero lo importante es que yo esté convencido de que es la Palabra de Dios para mí, que me lleva a tener un contacto personal con Jesucristo, el Hijo de Dios. El conocimiento intelectual del Santo Libro no salva ni da la paz. Lo que necesitamos es un Salvador, una persona viva, un Redentor que atraiga nuestro corazón hacia él y nos aleje de la esclavitud de Satanás y del pecado. Él también es el buen Pastor que se ocupa con amor diariamente de nosotros.