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martes, 4 de febrero de 2025

Para triunfar en los altibajos de la vida

Para triunfar en los altibajos de la vida
Filipenses 4.10-13

El contentamiento es algo que todos deseamos, pero rara vez lo tenemos. Si nos llega, por lo general parece de corta duración. Y a menudo pensamos que la satisfacción es posible solo si todas nuestras circunstancias son cómodas y no hay conflictos o malentendidos.

El apóstol Pablo demuestra que las condiciones perfectas no son fuente de contentamiento. Escribió su carta a los filipenses mientras estaba en una prisión romana. El contentamiento fue algo que tuvo que aprender a través de dificultades y sufrimiento. Pablo confiaba en verdades espirituales que le permitían enfrentar sus dificultades sin quejas, ansiedad o temor.

En cada prueba, tenemos la opción de analizar la situación desde nuestro punto de vista o el de Dios. Dependiendo de nuestro enfoque, actuaremos de manera emocional o según la Palabra de Dios y sus promesas. La turbulencia interna y la agitación externa se producen cuando nos enfocamos en sentimientos y no en principios espirituales.

Pero cuando tenemos por costumbre ver cada asunto desde la perspectiva de Dios, entonces la irritación, la ira y la culpa serán sustituidas por serenidad interna y confianza.

¿Es posible enfrentar pruebas y sentir la paz de Dios? Según Pablo, la respuesta es sí. Podemos tener contentamiento en todas las circunstancias gracias a la fortaleza que Cristo nos da (Filipenses 4.13). Esta no es una reacción natural sino sobrenatural, que solo Dios puede producir en la vida de sus hijos. Si permitimos que las verdades divinas interpreten nuestras pruebas, y confiamos en la capacitación del Espíritu Santo para tener fe, nuestro corazón encontrará descanso sin importar lo que suceda a nuestro alrededor.

lunes, 23 de septiembre de 2024

Busque al Señor con fervor

Busque al Señor con fervor
Salmo 27.4-8

Sacando cuentas llevó mis primeros cuarenta años en el Evangelio y en cierta manera mi vida fue influenciada por gente que buscaban apasionadamente al Señor. Yo quería tener esa misma clase de relación con Dios, y sabía que la única manera de que fuera así, era si yo le buscaba con fervor.

Después de todos estos años, puedo decir sinceramente que lo más emocionante de mi vida es humillar mi rostro delante de Dios en una comunión íntima.

Pero esta clase de relación no sucederá por casualidad.

Requiere la decisión deliberada de volver a poner en orden nuestras prioridades, para hacer espacio a la búsqueda de Dios.

La intimidad con Él no es algo que uno puede adquirir en una inspiradora conferencia de un fin de semana, no se logra leyendo un capítulo o dos de la Biblia, ni orando durante diez minutos cada día. Buscar a Dios con fervor es un compromiso tenaz que dura toda una existencia, día tras día, y año tras año.

Demasiados creyentes están satisfechos con tener una relación superficial con el Señor. Buscan respuestas a la oración en momentos de sufrimiento, pero no están dispuestos a sentarse tranquilamente por un buen tiempo, solo para llegar a conocer a Dios mediante la oración y su Palabra.

Cuando en realidad, la ocupación más importante en la vida de un creyente en Jesucristo es cimentar su relación con Dios. Renunciar a esta gran bendición es una tragedia.

Dios no necesita nada de usted, pero desea tener su amorosa devoción y su comunión. ¿Es eso lo que usted quiere, también? Buscar al Señor no es algo que se puede hacer apresuradamente. Le costará tiempo y esfuerzo, pero las recompensas valdrán cualquier sacrificio.

sábado, 24 de febrero de 2024

Una vida fructífera

 


Una vida fructífera

Proverbios 3.5-12

Dios nos creó con la necesidad de saber que nuestra presencia en este mundo tiene significado; y nos diseñó para que nos sintamos realizados mediante su Hijo Jesucristo.

La dependencia de Dios es vital para tener vida abundante. Confiar en Él con todo nuestro corazón es darle el control de nuestras familias, finanzas, trabajos y todo lo demás. El pasaje de hoy enfatiza lo esencial que es la fe para una vida fructífera. Dios nos advierte en contra de ser sabios a nuestros propios ojos, y nos recuerda dos veces que no debemos apoyarnos en nuestra propia sabiduría. Cuando enfrentamos decisiones, tendemos a recopilar información y a optar por la solución que consideramos correcta. Sin embargo, no podemos conocer todos los hechos o predecir con seguridad cómo reaccionarán los demás. Pero Dios es omnisciente. Conoce nuestros corazones y pensamientos (1 Cr 28.9). Ninguna parte de nuestra vida escapa a su conocimiento (He 4.13), y se interesa por todos nosotros. Es por eso que Él sabe con seguridad qué decisión es la que conviene a nuestras circunstancias.

Otro aspecto de una vida abundante es reconocer a Dios en todo lo que hacemos. Hablar sobre Él es solo una parte de lo que significa darle nuestro reconocimiento. Como sus hijos, debemos parecernos a nuestro Padre celestial en pensamientos, actitudes y acciones. Nuestras prioridades deben reflejar las suyas, y nuestros planes armonizar con sus propósitos.

La vida se vuelve fructífera cuando nos rendimos a Dios y hacemos su voluntad. Al dejar que su Espíritu viva en nosotros (Ga 2.20), nuestras vidas se caracterizarán por un sentido de propósito y santificación.