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miércoles, 28 de agosto de 2024

El milagro de la gracia


El milagro de la gracia


Romanos 5.15-17

Pablo escribió extensamente acerca de la gracia, el favor de Dios dado a quienes no lo merecen. A todos los lugares que iba, hablaba del evangelio de la gracia (Hch 20.24). Pablo conocía por experiencia personal el poder que tiene el pecado para controlar y también la libertad que se logra por fe en Cristo. Se describió como el peor de los pecadores, porque persiguió y encarceló a muchos creyentes antes de su experiencia de conversión (1 Ti 1.15).

Después que aceptamos la muerte de Cristo a nuestro favor, el castigo por nuestro pecado se considera pagado y su poder sobre nosotros destruido. Nos volvemos vivos espiritualmente por el Espíritu Santo que habita en nosotros.

Además, se nos da una nueva familia y un propósito para vivir. La Biblia compara nuestra experiencia de conversión con un trasplante de corazón (Ez 36.26,2 Co 5.17), un cambio de ciudadanía (Fil 3.20), y la mudanza a una nueva patria (Col 1.13).

Pablo exhorta a todos los creyentes a perseverar en la gracia de Dios (Hch 13.43; Ef 2.8). Así como tuvimos que confiar en la muerte vicaria de Cristo para nuestra salvación, debemos tener una vida de dependencia de Él. Es nuestra fe, expresada a través de la obediencia, lo que agrada a Dios (He 11.6).

La gracia es la fuerza más poderosa y más transformadora que hay en el mundo. Dios ofrece su amor incondicional a toda persona que recibe a su Hijo. Desde el momento en que somos salvos, nuestra vida es puesta sobre la Roca inamovible que es Cristo (1 Co 10.4), y su favor nos es impartido.

martes, 27 de agosto de 2024

La gracia: Nuestra segunda oportunidad


La gracia: Nuestra segunda oportunidad


Romanos 5.1-6

La Escritura pinta un panorama sombrío de la humanidad: está muerta en pecados, bajo la ira de Dios y sujeta a la separación eterna de Él (Ef 2. 1-3). Pero, por medio de la cruz de Cristo, el Señor nos da una segunda oportunidad de tener una relación estrecha con Él.

Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, Él derrama su amor incondicional —su gracia— sobre nosotros.

Por su gracia, hemos sido justificados por fe. La justificación es la declaración de Dios de que no somos culpables ante sus ojos. Cuando recibimos la salvación, la muerte de Jesús en la cruz es contada como pago por nuestros pecados. Toda nuestra desobediencia —pasada, presente y futura— es totalmente perdonada.

El medio para obtener esta gracia es fe genuina en Jesucristo. ¿Cómo es esta fe? Es la fe que acepta el veredicto del Señor de que somos pecadores; de que no podemos salvarnos a nosotros mismos, y de que necesitamos un Salvador. Es una fe que cree que Jesús pagó por nuestros pecados con su muerte; que Dios aceptó su pago a nuestro favor, y que somos perdonados y hechos miembros de su familia. Si tenemos fe genuina, le daremos nuestra lealtad y le serviremos de corazón.

La gracia también nos da paz con el Señor. Antes de ser salva, la persona era su enemiga y estaba bajo sentencia de muerte eterna. Pero, después de poner su fe en Cristo, es adoptada en la familia de Dios y tiene su favor para siempre.

Por gracia se nos ha dado una segunda oportunidad.

En vez del castigo eterno que merecíamos, hemos recibido aceptación por la fe en Cristo (Ro 15.7) y hechos miembros de la familia de Dios (Ro 8.15).

La grandeza de Dios


La grandeza de Dios


Isaías 40.12-31

Si usted le pregunta a un grupo de personas cómo es Dios, recibirá muchas respuestas diferentes.

Algunos dirán que es una fuerza en algún lugar del cosmos, mientras que otros lo describirán como un tipo de abuelo benévolo que pasa por alto los “pecados pequeños”. La mayoría de las veces, la descripción dada revelará más acerca de quién habla que de Dios. En realidad, el Dios verdadero podría sorprenderle.

Cuando el Padre celestial se revela en las Sagradas Escrituras, una palabra que nunca se utiliza cuando se hace referencia a Él es la forma impersonal “ello”, que se usa para aludir a una cosa. Dios es una persona. En todas las referencias, se le da un nombre (Jehová, Elohim, Señor), o es mencionado con un pronombre masculino (Él). Tiene todos los atributos de una persona: inteligencia para razonar, emociones para sentir y voluntad para tomar decisiones. Desde Génesis hasta Apocalipsis, Dios muestra estas características.

La Biblia también habla de la inmutabilidad de Dios.

Seamos claros en lo que esto significa: la naturaleza y el carácter del Señor jamás cambian —Él siempre es Espíritu y su amor se mantiene constante. Todos podemos tener la seguridad de que las leyes y los principios de Dios seguirán siendo ciertos, y de que Él actuará exactamente como lo ha prometido. Aunque sí ajusta sus emociones para adecuarlas a una situación, su complacencia, ira y demás sentimientos son matices de su ser, no características nuevas.

Dios es eterno, no tiene principio ni fin. Es el mismo ayer, hoy y siempre. Nadie le creó; Dios simplemente es. Si queremos honrar al Padre, debemos conocerle como es realmente —eterno e inmutable.

sábado, 16 de marzo de 2024

Obstáculos para escuchar la voz de Dios


 
Obstáculos para escuchar la voz de Dios

1 Reyes 19.8-18

¿Alguna vez se ha puesto un caracol en su oído? La creencia popular es que si usted lo hace y permanece absolutamente inmóvil y callado, podrá oír el sonido del océano dentro del caracol. Parece poco probable, pero cuando lo intentamos, siempre parece que escuchamos algo, ¿no es así?

Hay muchas cosas en la vida que, simplemente, no podemos escuchar hasta que estamos callados y escuchando con atención. Cuando nos concentramos en un caracol, escuchamos el océano. Pero, ¿qué podemos esperar si dirigimos nuestra atención a Dios?

En el pasaje de hoy, vemos a Elías necesitando con desesperación una palabra del Señor.

Primero, un viento fuerte sopla a través de las montañas donde está descansando, pero Dios no está en el viento. Luego un terremoto sacude a la Tierra misma, pero Dios no está en el terremoto, tampoco.

Finalmente, aparece un fuego brillante y consumidor, pero Elías sabe que Dios tampoco está allí.

Después de la dramática incidencia de estas tres poderosas fuerzas, las cuales podrían haber sido una estupenda representación del poder de Dios, el Señor se acerca con una brisa suave. Y Elías lo reconoce inmediatamente.

Dios no siempre nos habla de la manera que esperamos. Es posible pasar por alto su llamado más intenso que, a menudo, viene a través del silencio.

¿Qué podría estar susurrándole Dios hoy? Calme su mente y calle delante de Él; es posible que el Señor pueda impactar sus sentidos con su apacible y fascinante voz.

La lección de la arcilla

 

La lección de la arcilla

Isaías 64.8

Decidí dejarme guiar por el profeta Jeremías, quien visitó el taller de un alfarero a petición de Dios (Jer 18.1-6). Por tanto, vi un documental de un instituto de arte para entender mejor la metáfora bíblica de Dios como el Alfarero, y las personas como el barro. Esto fue lo que aprendí cuando mostraron el lugar lleno de tornos de alfarería.

El Alfarero tiene poder sobre la arcilla. Por tanto, puede hacer lo que desee con ella; de la misma manera Dios, puede darnos forma. Aunque tratemos de resistir su mano moldeadora, Él trabaja para lograr su propósito.

El gran Alfarero se ha propuesto hacer un diseño particular en nosotros, y tiene un plan para darle forma.

El Alfarero trabaja el barro con paciencia. Puesto que Dios sabe que la madurez
espiritual no se puede apresurar, Él forma nuestro carácter cristocéntrico lentamente, con una experiencia a la vez. Eso significa que Él debe también tener perseverancia, pues la arcilla humana a veces se desviará del centro del torno y se deformará. Así como el barro solo puede ser moldeado cuando está exactamente en el centro del torno, los creyentes deben estar dentro de la voluntad de Dios para crecer espiritualmente. Dios maniobra con el creyente que se desvía para ponerlo de nuevo en la posición. Nunca desecha sus vasijas, sino que trabaja sin descanso para perfeccionarlas.

Dios es un Alfarero cuyas creaciones reflejan su personalidad y su carácter. Su Espíritu se derrama en nosotros para ser parte íntima de nuestra vida. El resultado es una obra de verdadera belleza, una vida santa dedicada del todo a Dios.

Cómo responder a las puertas cerradas



Cómo responder a las puertas cerradas

1 Samuel 13.1-14

Como creyentes, queremos obedecer la voluntad de Dios, pero a veces no sabemos qué camino tomar. Tal vez estamos en una encrucijada, preguntándonos cuál camino es el del Señor. O tal vez después de avanzar un poco, de repente nos encontramos con una puerta cerrada. ¿Qué debemos hacer cuando el camino por el que queremos andar esta bloqueado?

Imagínese parado junto a una de estas puertas. Primero, prueba el picaporte, pero no cede. Entonces saca las llaves y busca una que encaje. Cuando eso falla, usted llama a unos amigos para preguntarles si saben cómo abrirla. Finalmente, frustrado, toma una ganzúa y abre la puerta forzándola. El problema con todos estos métodos es que no le llevarán a donde el Padre celestial quiere que usted vaya.

El rey Saúl descubrió esto cuando abrió una puerta que el Señor había cerrado. Debía haber esperado a Samuel, ya que solo los sacerdotes podían ofrecer sacrificios. Pero Saúl miró las circunstancias a su alrededor, se asustó, y decidió encargarse de eso personalmente. En vez de estar en la puerta, confiando en el Señor y esperando que Él la abriera en el momento preciso, Saúl forzó la entrada y, como resultado, perdió su reino.

Los costos de la desobediencia son siempre más altos que los beneficios de introducirse por una puerta cerrada. Si el Señor ha cerrado una entrada, es para protegerle. La respuesta correcta es esperar con paciencia y ser fiel en la situación. Con el tiempo, Él abrirá la puerta o bien le redirigirá al camino que conduce a su voluntad.

Relaciones correctas

 

Relaciones correctas

Proverbios 27.17

Para llegar a ser las personas que Dios quiere que seamos, es esencial que elijamos las amistades correctas. Son sumamente importantes, porque sin ellas no lograremos mucho en la vida. Debemos relacionarnos con personas que:

● Nos alimenten la confianza en Dios y también en nosotros mismos.

● Nos alienten cuando estemos preocupados y desanimados.

● Nos estimulen para lograr nuestro potencial.

● Nos dinamicen cuando estemos cansados.

● Nos reconforten cuando estemos sufriendo.

● Nos defiendan cuando seamos atacados.

● Nos perdonen cuando cometamos errores.

● Nos amen incondicionalmente.

● Nos confronten cuando nos extraviemos.

● Nos ayuden cuando estemos sobrecargados.

Es bueno preguntarnos si tenemos a alguien que llene las necesidades mencionadas en esta lista. También es importante descubrir qué relaciones pueden desviarnos de la senda de la devoción a Dios. Cuando esto suceda, puede que sea necesario separarnos de ciertas personas para mantener nuestros principios. Pero cuando la separación no es una opción —como cuando el conflicto involucra a un miembro de la familia— todavía podemos perseverar y andar con Dios.

Veamos ahora la misma lista desde un ángulo diferente: ¿Hace usted estas cosas por los demás? Podemos decidir ofrecer esas cualidades a las personas que nos rodean. Tales relaciones están entre los tesoros más grandes.

Cómo mantener el gozo

 


Cómo mantener el gozo

Salmo 40.16

Aunque algunas personas usan de manera equivalente los términos felicidad y gozo, hay una gran diferencia en su significado. La felicidad depende totalmente de las circunstancias, pero tan pronto como surgen los problemas, la persona deja de ser feliz. En cambio, el gozo es un regalo de Dios que permite a los creyentes encontrar paz y esperanza, aunque la vida parezca desplomarse.

Sin embargo, hay cristianos que viven sin gozo. Por supuesto, una conducta pecaminosa puede ser el motivo. Pero también puede haber otras causas, entre ellas el remordimiento por errores del pasado, el temor a futuras adversidades, o una actitud arraigada de insatisfacción en la personalidad.

Si usted sigue a Cristo, pero no tiene gozo, recuerde quién es Él, y quién es usted en Él.
Para comenzar, tiene la salvación eterna, y su nombre está escrito en el Libro de la vida del Cordero. El amor del Todopoderoso es incondicional, y su Espíritu que mora en usted nunca le abandonará. Él sabe todo lo que usted enfrenta, y ha prometido proveer para todas sus necesidades.

Si usted se detiene a considerar las maravillosas bendiciones que tiene en Cristo es
probable que la gratitud lo abrume. Quizás siga sintiendo tristeza por algunas
circunstancias, pero el gozo del Señor le sostendrá, aun durante el dolor más intenso.

En medio de los altibajos de la vida, ¿le está sosteniendo el gozo del Señor? ¿O las pruebas le quitan el gozo y la esperanza? Nuestro Padre ofrece una manera de vivir superior, no exenta de dolor, pero sí con fuerzas para resistir.

Recuerde siempre el inmenso tesoro que tiene men Él y en sus promesas.

Cómo establecer prioridades correctas

 



Cómo establecer prioridades correctas

Mateo 6.33

La Biblia contiene muchos ejemplos aleccionadores de hombres y mujeres que establecieron mal sus prioridades. A menudo, fueron personas temerosas de Dios que tuvieron un lapso momentáneo. Esto debe dar a todo creyente una pausa para considerar la importancia de llevar cautivo a la obediencia a Cristo todos los pensamientos y deseos perjudiciales.

Con propósitos buenos o malos, establecemos prioridades de una de estas tres maneras: evaluando qué cosas deben tener más importancia; sucumbiendo a la presión y dejando que la gente o las circunstancias dicten cómo debemos priorizar; o derivar hacia hábitos y maneras de pensar que se conviertan en un estilo de vida. Además, las prioridades deben estar en orden antes de enfrentarnos a circunstancias y personas difíciles; de esa manera, podemos mantenernos firmes en obediencia. La única opción viable, entonces, es priorizar deliberadamente. Hacemos esto al establecer el propósito de vivir de acuerdo con el propósito y el plan de Dios.

Las prioridades que elegimos son determinadas por lo que valoramos. A veces, sin embargo, priorizar puede ser frustrante ya que hay muchas distracciones que desvían nuestro enfoque.

Si consideramos que una relación correcta con Dios es de suma importancia, entonces pondremos en primer lugar las acciones y los pensamientos que fortalezcan nuestra conexión con Él. Debemos ser disciplinados en seguir nuestras metas, porque tener una vida con propósito rara vez es fácil. Sin embargo, la buena noticia es que Dios conoce nuestro corazón, y Él honrará nuestro intento sincero de darle el primer lugar en nuestra vida.

Prioridades equivocadas

 

Prioridades equivocadas

Lucas 12.16-21

La parábola del rico insensato es un buen ejemplo de establecer mal las prioridades. Los creyentes modernos pueden aprender de tres errores que cometió ese hombre: proveer para sí mismo, no para los demás; proveer para su cuerpo, no para su espíritu; y proveer para esta vida, no para la venidera.

Existe un castigo por tener las prioridades equivocadas. Este hombre insensato murió sin tener la oportunidad de disfrutar de sus bienes. Y lo que es aun peor, murió con su alma en bancarrota.

Servir al Señor y su reino es la clave para establecer objetivos correctos. Cuando los creyentes hacen del servicio a Dios su interés principal, usarán un lente de rectitud para ordenar sus prioridades. La pregunta que debemos hacernos no es: “¿Qué debo hacer?”, sino más bien: “Señor, ¿qué quieres que haga?” La respuesta, que debemos buscar en oración y evaluar bíblicamente, determinará aquello que debemos poner en orden.

La vida no es algo que sucede por casualidad. Nuestro estado actual está determinado en gran medida por la forma en que priorizamos nuestras preocupaciones en los meses y los años anteriores. Esto significa que podemos influir positivamente en nuestro futuro, ordenando nuestras prioridades de acuerdo con los preceptos bíblicos. Entonces, a diferencia del rico insensato de la parábola de Jesús, aprenderemos el valor eterno de proveer para los demás, para que nuestra propia alma sea alimentada. Pero, más que eso, “[acumularemos para nosotros] tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban” (Mt 6.20 LBLA).

Pruébese a sí mismo

 

Pruébese a sí mismo

Hebreos 3.12–4.2

A muchas personas les encanta la Biblia porque está llena de palabras de seguridad, promesas y aliento. Pero también contiene advertencias a las que hay que prestarles atención. Al igual que la nación de Israel en el desierto, la iglesia a lo largo de la historia ha tenido a personas que se caracterizaron por la incredulidad.

Jesús dijo que, aunque muchos le llaman Señor, la prueba de la salvación se demuestra por una vida de obediencia (Mt 7.13-23). Usted puede haber notado el fruto de la salvación —o la falta de este— en su iglesia. Considere las siguientes señales que pueden indicar que alguien necesita ser salvo:

· A menudo se involucra en conflictos y disensiones en la iglesia porque no tiene el fruto del Espíritu.

· Por resistir la convicción de pecado del Espíritu, se siente incómodo cuando el pastor hace la invitación de arrepentimiento para salvación.

· A veces, prefiere el papel de espectador, y es reacio a involucrarse o a asumir un compromiso con alguna congregación.

· Si está sirviendo en la iglesia, puede sentirse frustrado porque trata de hacer la obra sobrenatural de Dios sin el poder del Espíritu Santo.

· Le cuesta entender la Biblia, pero tampoco tiene muchos deseos de leerla.

El propósito de la advertencia de Dios no es para que juzguemos la salvación de los demás; más bien, Él quiere que nos hagamos un análisis y guiemos a otros a la verdad. Las consecuencias son eternas, por lo que es importante hacer lo que dice la Biblia: “Examínense para ver si están en la fe” (2 Co 13.5 NVI). Pida a Dios que le permita dirigir a otros a Jesús, y que le ayude a parecerse cada vez más a Cristo.

Salvación y señorío


Salvación y señorío

Colosenses 2.6-10

¿Cómo pueden las personas que han puesto su fe en Cristo como su Salvador vivir en rebeldía contra Dios, con actitudes y conductas impropias? En realidad, cuando una persona es salva recibe una vida nueva; la conducta y los pensamientos pecaminosos son característicos de la vieja vida. Sin embargo, los viejos patrones persisten. La verdad es que todos los creyentes viven con este dilema en mayor o menor grado.

La salvación es un acto que Dios lleva a cabo una sola vez en la vida de cualquier persona que reconoce que Cristo pagó sus pecados. Esa persona tiene, entonces, la seguridad de un lugar en el cielo. Pero, ¿sabía usted que el Señor quiere más que esto para nosotros? La Biblia enseña que Él nos predestinó para ser “hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Ro 8.29-30). Este es su objetivo fundamental. La salvación es la puerta que abre el camino a este proceso, que se logra por el Espíritu Santo que vive en nosotros.

Esta transformación requiere el sometimiento al señorío de Cristo. Él pagó por nosotros con su sangre, y como ahora le pertenecemos, el Señor tiene el derecho a gobernar nuestra vida. En otras palabras, le recibimos como Señor en el momento de la salvación, y ahora debemos andar en Él (Col 2.6), dejando que tenga el control de cada decisión, acción, palabra, motivo, actitud y pensamiento.

Si ve poco progreso en su vida espiritual, es posible que el problema se deba a que no le ha entregado cada aspecto de su vida al Señor. Solo al rendirse a Él y al permitirle que gobierne su vida será bendecido ricamente, y su carácter, perspectiva, actitudes y conducta cambiarán.

sábado, 2 de marzo de 2024

Tenemos un Guía confiable


Tenemos un Guía confiable

Salmo 32.8-9

En una de las paredes de mi oficina cuelga un retrato que he tenido por casi sesenta años. Muestra al Señor Jesús de pie detrás de un hombre joven cuyos ojos están centrados en la dirección que el Maestro apunta. La mano de Jesús está sobre el hombro del hombre, e imagino que le dice: “Este es el camino por el que vamos. Te llevaré a tu lugar de destino”. Aunque en la senda habrá alegrías y tristezas, el Señor guía a sus hijos durante todo el camino hasta la morada eterna.

Cualquier persona sincera reconocerá que no está preparada para andar por la vida sola. Nuestro Dios omnisciente nos creó con la necesidad de buscar su dirección. Con nuestras fuerzas, conocimientos y poder de razonamiento no podemos tomar las decisiones más prudentes. Pero la mano amorosa del Señor en nuestro hombro puede conducirnos por el camino correcto para tomar buenas decisiones.

El Señor está dispuesto y tiene el poder para guiarnos, si se lo permitimos. Caminar con Él no es difícil. Reconozca que se ha desviado a sendas que le han llevado al pecado y a la desobediencia. Decida seguir la dirección de Dios leyendo su Palabra y practicando los preceptos bíblicos. Y aprenda a traer delante de Dios sus decisiones grandes y pequeñas mientras busca la senda que Él ha dispuesto para usted.

Más allá de nuestro último latido del corazón se encuentra la eternidad. Es hacia allá donde nos está dirigiendo nuestro Salvador. Nuestra tarea es seguir en obediencia, para que podamos alcanzar el cielo y escuchar decir al Padre: “Bien, buen siervo y fiel”.

La senda de la vida

 


La senda de la vida

Jeremías 10.23-24

La vida es como un sendero lleno de giros y vueltas. Las actividades atractivas pueden convertirse en desvíos que llevan a las arenas movedizas del pecado; y las filosofías interesantes pueden transformarse en un lodazal de ideas confusas. Incluso la mejor ruta no está llena de prados soleados y tranquilos riachuelos. A veces, es posible que tengamos que viajar por terrenos rocosos o valles oscuros. La única manera de estar seguros de que estamos yendo bien es seguir a alguien que conozca el camino perfectamente.

Dios es el Guía perfecto. Nadie puede descarriarse si anda por los caminos que Él elige. Piense en que Él le creó con amor para vivir en este momento y este lugar. El Señor cuida nuestros pasos porque desea ver cumplido el propósito que tiene para nuestra vida, y ver su plan realizado por medio de nosotros (Pr 3.5-6). Por tanto, Él promete enseñar a quienes le siguen (Sal 25.12). Cuando Dios nos pide que nos alejemos del mal camino es porque Él ve los peligros que acechan.

Hay una correlación entre ignorar la guía de Dios y terminar en dificultades: quien tropieza y pierde el rumbo lo hace porque ha confiado en su propio “sentido de orientación” —en sus emociones, deseos, o interpretación personal de moralidad. Persiguiendo lo que le hacía sentir bien o le parecía correcto, en vez de buscar la voluntad del Señor.

Dios ha trazado el camino delante de usted. Él está consciente de cada obstáculo y pozo fangoso, y sabe exactamente qué desvíos le tentarán. Además, Él se ha comprometido a caminar a su lado como Guía y Consolador para que no enfrente solo los giros y las vueltas de la vida.

A la espera de sufrimientos

 


A la espera de sufrimientos

Filipenses 1.27-30

Uno de los mejores regalos que podemos dar a los nuevos creyentes es la información de lo que pueden esperar en la vida cristiana. Después de recibir el perdón de los pecados y de haberse convertido en nuevas criaturas en Cristo, pudieran esperar que la vida se convierta en una maravilla. Y es así, porque tenemos el Espíritu Santo, y la paz y el gozo de Cristo están en nosotros. Sin embargo, también existe la posibilidad de que suframos.

Cristo nos salvó del pecado, no de las dificultades. Todo el dolor, el sufrimiento, las dificultades y los problemas del mundo se originaron en el huerto del Edén por la transgresión de Adán y Eva. Desde entonces, la humanidad ha vivido en un ambiente caído y en esclavitud personal al pecado. Cristo nos liberó de la culpa y del castigo por nuestras transgresiones, pero no nos ha eximido del dolor y del mal que es común a todos los seres humanos.

De hecho, una vez que creemos en Cristo, otro problema puede surgir: el sufrimiento por el amor al Señor. Nos gustaría pensar que todos los que nos rodean estarán tan entusiasmados como nosotros por la oferta de salvación de Jesucristo. Pero, en realidad, hay muchos enemigos del evangelio. A veces, los miembros de la familia pueden rechazarnos; y los compañeros de trabajo, burlarse de nosotros. En algunos lugares del mundo, los creyentes sufren persecución física e incluso la muerte.

Entonces, ¿qué debemos hacer, y cómo debemos comportarnos? Cuando el mundo está contra nosotros, necesitamos desesperadamente la compañía y el aliento de la iglesia. Juntos, podemos conducirnos de una manera digna del evangelio, permanecer firmes en un solo espíritu y luchar juntos por la fe.

Para obtener lo mejor de Dios

 


Para obtener lo mejor de Dios

Salmo 145.18-19

Ayer vimos que la idolatría consiste en darle a una persona u objeto el lugar que solo Dios merece, lo cual impide que disfrutemos de lo mejor que Dios tiene para nuestra vida. La Palabra de Dios también nos advierte acerca de los obstáculos que nos impiden recibir las bendiciones de Dios.

Como seguidores de Cristo, tenemos la oportunidad de orar y pedirle lo que necesitamos (Fil 4.6). Pero, lamentablemente, muchos cristianos no lo hacen. Algunos sienten que no tienen tiempo para orar y otros solo hablan con Dios usando frases que se han aprendido de memoria y que no son genuinas, ni expresan sus deseos.

Debemos acercarnos a su trono, trayendo ante Él nuestras necesidades con un espíritu humilde (1 P 5.5-6). Tenemos que anhelar hacer su voluntad por encima de todo, incluso cuando pensemos que lo que deseamos es lo que más nos conviene. Dios siempre nos dará lo mejor.

Además, la Biblia nos exhorta a venir ante el Señor llenos de fe (He 4.16; Stg 1.6). Esto significa que cuando oramos buscando la voluntad de Dios, tenemos que estar seguros de que nos contestará. En Isaías 64.4 se nos recuerda que nuestro Padre celestial siempre hace milagros a favor del que “en Él espera”.

El deseo de nuestro Dios es derramar bendiciones sobre la vida de sus hijos. No permita que su falta de oración le impida disfrutar de ellas. Exprese sus necesidades en oración de una manera específica y llena de fe. Después, someta su voluntad a la de Dios, y espere con paciencia. Él es fiel y usted lo comprobará en su vida.

Las bendiciones de Dios

 


Las bendiciones de Dios

Salmo 81

Nuestro Padre celestial se complace en satisfacer las necesidades de sus hijos. Sin embargo, muchos cristianos no logran experimentar las bendiciones de Dios. ¿Qué podemos hacer para no perder sus bendiciones?

El Salmo 81 brinda una visión. El escritor se refiere a un tiempo en el que los israelitas no estaban disfrutando de las bendiciones de Dios. De acuerdo al libro de Éxodo ellos alabaron con gratitud por haber sido liberados de la esclavitud, pero rápidamente se olvidaron de Dios y comenzaron a adorar otros ídolos y a quejarse de las condiciones en las que estaban. Esta actitud estuvo presente a lo largo de la historia del Antiguo Testamento.

Los versículos 8-10 nos muestran la perspectiva de Dios: “Israel, si me oyeres, no habrá en ti dios ajeno… Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la llenaré”.

Nosotros también podemos tener necesidades insatisfechas por desobedientes. Quizás no estemos adorando estatuas como lo hicieron los israelitas, pero sí tenemos otros ídolos. Cualquier cosa que estemos poniendo por encima de Dios, ya sea una persona, nuestro trabajo, o nuestras posesiones, puede llegar a ser un ídolo en nuestra vida. Aun nuestras decisiones pueden pertenecer a esta categoría. Es por eso que debemos permitir que el Espíritu Santo nos guíe para basar nuestras decisiones en la Palabra de Dios.

Pídale al Señor que le muestre cualquier cosa que le esté impidiendo recibir sus bendiciones. Escuche atentamente y permita que Él obre en su vida para arrancar aquello que sea un estorbo. Nuestro Padre celestial siempre está listo para bendecirnos y guiarnos.


sábado, 24 de febrero de 2024

Cómo no ser un hijo pródigo

 


Cómo no ser un hijo pródigo

Lucas 15.11-19

La partida del hijo pródigo de su casa comenzó con un deseo. Tal vez quería dejar atrás algunas de las restricciones que acompañan el vivir bajo el techo de los padres. O quizás quería más dinero para ir con sus amigos tras los placeres de la vida. En cualquier caso, su deseo dio a luz el razonamiento engañoso que dice: “Lo que quiero no le hace daño a nadie. Me lo merezco”. Esta manera de pensar lo llevó a una decisión —pedir prematuramente su herencia—, y a abandonar, tanto su hogar, como a todo lo que le habían enseñado.

Un cristiano que se ha alejado de Dios sigue una senda semejante a la del hijo pródigo. Todo comienza en nuestra mente con un anhelo de algo distinto a lo que tenemos. Cuanto más tiempo dejamos que se mantenga la idea, más fuerte nuestro deseo de tenerlo. Cuando nos aferramos a un anhelo que está fuera de la voluntad de Dios, nos engañamos, y encontramos la manera de justificar lo que queremos. Basaremos la decisión en nuestro razonamiento pecaminoso, y nos alejaremos del Señor para satisfacer nuestros sueños egoístas. Como el hijo pródigo, podremos disfrutar de los placeres del mundo por un tiempo, pero al final nos encontraremos sin lo que realmente necesitamos: amor incondicional, seguridad y propósito en la vida.

Tenemos un enemigo que trata de desviar nuestra atención de la voluntad del Señor, un mundo que pone a los deseos por encima de Dios, y unas inclinaciones “carnales” que prefieren el placer a la obediencia. Para evitar engañarse, haga de la Biblia el fundamento de su vida, y ajuste su mente y decisiones como debe ser (Ro 12.2).

Tenga cuidado siempre

 


Tenga cuidado siempre

Efesios 4.1-7, 14-16

¿Sabe con certeza que sus creencias tienen un fundamento sólido? Son muchas las personas de diversas creencias que han sido influenciadas por un líder con una personalidad carismática, alguien elocuente, convincente y afable. ¡Tenga cuidado! Las creencias del cristiano deben basarse en lo que Dios enseña; por eso, asegúrese de que las suyas estén basadas en algo más que las ideas de una persona influyente.

Pablo advirtió a su pupilo Timoteo que tuviera cuidado de la falsa doctrina, y con los que enseñaban solo lo que sus oyentes querían escuchar (2 Ti 4.3). Pero, ¿cómo reconocer el error a no ser que conozcamos la verdad de la Palabra de Dios y podamos usarla como una vara de medir?

Conocer las enseñanzas de la Biblia no solo le ayudará a evitar ser engañado por la falsa doctrina, sino también le protegerá de la intimidación de aquellos que puedan atacar su fe. Por tanto, examine lo que cree, y por qué lo cree. Al hacerlo...

1. Evitará ser engañado.

2. Le protegerá del temor y la intimidación.

3. Le preparará para responder las preguntas de quienes buscan la verdad.

4. Le permitirá ser convincente al presentar lo que cree.

5. Profundizará su relación personal con Dios.


El pasar tiempo regularmente en la Palabra de Dios, desarrolla un filtro bíblico a través del cual pasa toda nueva información. Ese filtro en su mente le permite distinguir entre lo falso y lo verdadero. Si este está firmemente afianzado en su mente y en su corazón, usted podrá identificar la verdad de Dios.

Estemos siempre listos


 
Estemos siempre listos

2 Timoteo 4.1-5

Los no creyentes tienen derecho a preguntarnos qué creemos, y por qué lo creemos. Y nosotros tenemos la responsabilidad de darles razones de peso. Por lo tanto, debemos estar preparados en todo momento para decirles con paciencia lo que sabemos acerca de Jesús.

La apologética (del griego apo, que significa “de”, y logia, “dichos”) es una rama de la teología dedicada a defender las verdades bíblicas. El fundamento del cristianismo es mucho más que un mensaje esperanzador; los creyentes tienen una seguridad bendita basada en la verdad eterna del Dios vivo. Por lo tanto, siempre debemos estar listos para defender, explicar y dar razón de la fe que tenemos (1 P 3.15).

Algunas personas creen en cosas que nos son ciertas; sin embargo, tienen convicciones fuertes acerca de lo que se les ha enseñado. Muchas de ellas forman parte del gran porcentaje de nuestra sociedad que no toma en cuenta la Palabra de Dios. Como seguramente usted ha descubierto, no podemos hacer que una persona crea lo que no quiere creer. Por eso, si nos encontramos con personas así, es aconsejable dejarles primero ver cómo vivimos. Después, tal vez, estarán más abiertas a escuchar de nuestra fe.

Pero he aquí una advertencia: la hipocresía es fácil de detectar; así que asegúrese de vivir conforme a las convicciones que dice tener. Si la gente ve que sus acciones no concuerdan con sus palabras, rechazarán la verdad de Dios.

La Palabra de Dios es digna de confianza; por eso, viva de manera cónsona con

ella, tanto por el bien suyo, como por el de los que espera alcanzar con el evangelio.