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martes, 28 de enero de 2025

Las recompensas de seguir a Cristo

Las recompensas de seguir a Cristo
Mateo 19.16-29

Ninguna persona en su sano juicio seguiría a alguien que se dirigiera a un abismo, ya que esto va en contra del instinto natural de preservación. Y si elegimos el camino del sacrificio, por lo general buscamos un bien superior. Podría ser algún beneficio que esperamos disfrutar al final, un ideal que creemos que es más importante que nuestra propia vida, o una manera de ayudar a otras personas.

Cuando un joven rico fue desafiado a renunciar a lo que más valoraba y seguir al Señor, quedó devastado porque el precio era demasiado alto. Desde su perspectiva, tal acción era el equivalente a seguir a Cristo a un abismo. No tenía ojos para ver lo que Cristo le prometía a cambio: un tesoro en el cielo. No estaba dispuesto a sacrificar su seguridad, comodidad y posiciones terrenales para recibir beneficios eternos.

Por el contrario, los discípulos habían dejado todo —familias, trabajos, seguridad económica y estatus social— para seguir a Cristo, porque consideraban que su Mesías era más valioso.

Mientras veían al joven rico alejarse, el Señor les aseguró que el sacrificio de ellos por la verdad no sería ignorado. Un día se sentarían en doce tronos, juzgando a las doce tribus de Israel en el glorioso reino de Cristo.

Servimos a un Salvador misericordioso, que no solo salva a pecadores indignos como nosotros, sino que también promete recompensas a sus seguidores. Algunos de estos beneficios están disponibles por medio de la paz y la alegría de Cristo que llenan nuestro corazón, y de la dulce comunión de nuestra familia de la fe. Pero en la eternidad, Él nos dará mucho más de lo que hemos sacrificado por Él.

martes, 26 de abril de 2016

Los pasos de la fe

Leer | Deuteronomio 10.12, 13

La Biblia describe a la vida cristiana como un andar. Habla de andar en el Espíritu, en los caminos del Señor, en amor, y en verdad. Nuestra vida, entonces, debe ser cada vez más como la del Señor Jesús. La Biblia llama a esto “santificación”.

Pero, ¿y si usted siente que está retrocediendo en vez de avanzar? ¿Sabe cómo dar un giro? Solamente por fe en Cristo podemos movernos en la dirección correcta. He aquí la manera de cambiar de rumbo:

Primero, tenga la seguridad de que Dios cumple cada promesa. La Biblia contiene un increíble número de ellas, incluyendo la de darnos sabiduría, compañía constante de Dios y paz, cuando nos enfocamos en Él.
Segundo, espere con ilusión la respuesta del Padre. En otras palabras, tenga la gozosa seguridad en sus promesas, que resultarán en bendiciones para su vida.
Tercero, esté consciente cada día de la actividad de Dios en su vida. Al dedicar tiempo a la Palabra, a la oración y a la meditación, usted se volverá más sensible a lo que Él está haciendo.
Cuarto, ore con audacia, porque usted es hijo de Dios (He 4.16; Gá 3.26). Acercarse así al Padre no es arrogancia, sino una expresión de su fe en Él.
Por último, obedezca la guía del Espíritu. Esta es la verdadera prueba de su fe; de hecho, la Biblia dice que sin acción, la fe está muerta (Stg 2.17).
¿Siente que su vida está creciendo y madurando a imagen de Cristo? ¿O que las circunstancias y su carácter parecen haberla detenido? Dios promete seguir embelleciendo la vida de sus hijos. Usted puede resistirse, o cooperar con su obra de gracia en usted.

lunes, 25 de abril de 2016

Andar por fe

Leer | 2 Corintios 5.6-8

En la comunidad cristiana, a menudo escuchamos hablar de la palabra fe. Sin embargo, cuando esa palabra se utiliza con frecuencia y de manera trivial, puede volverse familiar y perder así su profundo significado para nuestra vida. Hoy hablaremos de lo que implica en realidad la fe.

La fe es común a todas las personas. Por ejemplo, hace falta una medida de confianza para sentarse en una silla de lona sin probar primero su resistencia. Pero la confianza en el hecho de que esa silla soportará nuestro peso es muy diferente a confiarle a Dios nuestra vida. Un juicio equivocado en cuanto a lo primero puede resultar en una lesión física, mientras que lo segundo no solo determinará nuestro éxito en esta vida, sino también nuestro destino eterno.

¿Cuál es entonces la definición bíblica de fe? Hebreos 11.1 nos dice que es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Y sabemos que sin fe es imposible agradar a Dios (11.6). En realidad, no hay nada que podamos hacer para ganar la salvación; el único camino al cielo es tener confianza plena en la muerte expiatoria del Señor Jesús en la cruz, que pagó la deuda que debíamos por nuestro pecado. Además, la fe no es nada que podamos crear dentro de nosotros, la Biblia es clara en Efesios 2.8 cuando dice que la fe es un regalo de Dios.

¿Ha aceptado usted el regalo de fe del Padre celestial y emprendido el maravilloso viaje que le invita a tener con Él? Dios responde a los corazones que le buscan. Si usted no tiene claro si ha puesto su fe en Cristo, pídale que le guíe y le revele la verdad.

domingo, 24 de enero de 2016

El peligro de naufragar

Leer | 1 Timoteo 1.18-20
El apóstol Pablo quería que su joven discípulo Timoteo entendiera los fundamentos de la fe. Por tanto, le escribió acerca de dos hombres que dejaron de hacerle caso a su conciencia. Su ejemplo nos enseña que si no entendemos realmente lo que es este regalo, corremos el riesgo de apartarnos de la fe.

Muchas personas piensan erróneamente que la conciencia es la voz de Dios, en vez de un regalo que nos ha sido dado por Él. Fuimos creados con un “monitor interior” que actúa como brújula moral para guiar nuestras decisiones. Pero la conciencia, como todo lo demás en nosotros, necesita ser redimida. Dependiendo de cómo haya sido programada, nuestra conciencia puede llevarnos en la dirección equivocada.

Pablo mismo es un ejemplo de esto. Su educación como fariseo le había enseñado que los cristianos eran una amenaza para Dios y la fe judía. Su conciencia había sido programada para ver el asesinato como un servicio a Dios. Por eso, buscaba ferozmente a los creyentes y los capturaba, sin que eso afectara su conciencia. Solo después que el Cristo resucitado se encontrara con él en el camino de Damasco, su conciencia fue transformada.

A menos que dejemos que el Señor nos redima por completo, nuestras decisiones pueden resultar tan destructivas como si ignoráramos intencionalmente hacer lo bueno. Si sometemos nuestra conciencia al Espíritu Santo, encontraremos un puerto seguro cuando las tormentas amenacen nuestra fe o nuestro futuro.

martes, 22 de diciembre de 2015

En la escuela de la fe


Leer | Mateo 16.6-12

El Señor Jesús pasó mucho tiempo alimentando la fe de sus discípulos, porque sabía que eso sería esencial para las tareas que tendrían por delante. Durante más de tres años asistieron a una escuela de fe con Jesús como su instructor, y con las Sagradas Escrituras como libro de texto. A veces, Cristo utilizó instrucción verbal, pero enseñó muchas lecciones por medio de demostraciones. Sanó a enfermos, echó fuera demonios, alimentó a miles y calmó el mar. La enseñanza a los discípulos incluyó pruebas que revelaban si creían realmente que Jesús era el Mesías.

A veces, la comprensión de los discípulos era lenta, pero Cristo nunca se dio por vencido. Los amonestó cuando demostraron falta de confianza (Mr 4.40), y elogió sus señales de progreso (Mt 16.15-17). Su objetivo era establecer firmemente su fe para que Él pudiera realizar su trabajo en y por medio de ellos. Después de su ascensión, mandó a los discípulos a difundir el evangelio de la salvación hasta los lugares más remotos de la Tierra. Sin fe, habrían fracasado.

El Señor tiene para nosotros el mismo objetivo de aumentar nuestra fe para que podamos hacer la obra que Él nos ha encomendado. Si nuestra fe es grande, Él logrará cosas sorprendentes por medio de nosotros. El Señor nos utiliza solo en la medida que confiemos en Él.

El desarrollo de la fe es vital para el creyente; por tanto, Dios espera que creamos lo que la Biblia dice acerca de Él, y que pongamos en Él nuestra confianza en medio de las pruebas, no en nuestra propia sabiduría. Cada vez que le creemos al Señor, aumenta nuestra fe.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Para andar con confianza

Para andar con confianza

Leer | Hebreos 11.1-31

El deseo del Señor es que andemos por fe. Sin embargo, si reflexionamos sinceramente en cuanto a nuestra vida, la mayoría de nosotros descubrirá ciertos aspectos en los que nos resulta difícil tener confianza. Algunos días es más fácil renunciar al control, mientras que en otros nos apresuramos a tomar las circunstancias en nuestras manos.

Felizmente, nuestro Padre celestial es paciente y amoroso. Su Palabra enseña que la santificación es el proceso de hacernos santos, no solo el resultado final. Los niños son un magnífico ejemplo de cómo funciona esto. Cuando aprenden a caminar, empiezan agarrándose de algo, se levantan, y luego dan un paso. Inevitablemente se caerán, y en ese momento los ayudamos a levantarse para que puedan seguir andando. Asimismo, Dios nos muestra cómo vivir conforme a nuestra fe en Él, aunque cometeremos errores. Caerse y levantarse de nuevo es parte del proceso de aprendizaje.

El Señor nos enseña que tenemos un rol en el aprendizaje. Nuestra responsabilidad es estudiar las Sagradas Escrituras para conocer el carácter de Dios y sus promesas. Al hacer esto nuestra confianza en Él crece, lo que nos permite tomar decisiones que exigen que creamos y nos apoyemos en el Señor. Cuando damos un paso por fe y experimentamos la ayuda y la fidelidad de Cristo, nuestra confianza aumenta.

Piense en las respuestas, acciones y decisiones que tomó la semana pasada. ¿Cuántas de ellas fueron guiadas por el Espíritu Santo? ¿Y cuántas fueron reacciones humanas hechas con autosuficiencia? Vivir con confianza en Cristo exige fe y acción. Si usted permite que Él le dirija, su fe crecerá.