lunes, 12 de junio de 2017

Comentario Bíblico de Matthew Henry, Génesis 37


Génesis 37
Versículos 1—4. José, amado por Jacob, odiado por sus hermanos. 5—11. Los sueños de José. 12—22. Jacob manda a José a ver a sus hermanos—Conspiración para matarlo. 23—30. Los hermanos de José lo venden. 31—36. Jacob engañado—José vendido a Potifar.

Vv. 1—4. En la historia de José vemos algo de Cristo que, primero fue humillado, y luego exaltado. También muestra la suerte de los creyentes que deben pasar por muchas tribulaciones para entrar al reino. Es una historia que no tiene igual en que exhibe variadas formas de obrar de la mente humana, tanto para el bien como para el mal, y la providencia singular de Dios al hacer uso de ellas para cumplir sus propósitos. —Aunque José era el favorito de su padre, no fue criado ocioso. No aman verdaderamente a sus hijos, aquellos que no los ocupan en los negocios y trabajos, y cosas que requieren esfuerzo. Con buena razón se dice que mimar a los hijos es echarlos a perder. Los que han sido educados para no hacer nada es probable que sean buenos para nada. —Pero Jacob dio a conocer su amor vistiendo a José más finamente que el resto de sus hijos. Malo es que los padres hagan diferencias entre uno y otro hijo a menos que haya una gran razón para ello, por la obediencia o desobediencia de los hijos. Cuando los padres hacen diferencias, los niños pronto la captan y eso conduce a conflictos familiares. —Cuando estuvieron fuera del alcance de su vista, los hijos de Jacob hicieron lo que no hubieran hecho en casa con él; pero José daba cuenta a su padre de la mala conducta de ellos para que los reprimiera. No como chismoso para sembrar discordia, sino como hermano leal.

Vv. 5—11. Dios dio tempranamente a José la perspectiva de su progreso, para sostenerlo y consolarlo en sus largos y dolorosos problemas. Obsérvese que José soñó su exaltación pero no soñó su encarcelamiento. Así, muchos jóvenes, cuando salen al mundo, no piensan en otra cosa que no sea la prosperidad y el placer, y nunca sueñan con los problemas. Sus hermanos interpretaron correctamente el sueño aunque aborrecieron la interpretación. Aunque cometieron delitos para derrotar el sueño, fueron los instrumentos para su cumplimiento. Así los judíos entendieron lo que Cristo dijo de su reino. Decididos a que Él no reinara sobre ellos, tuvieron consejo para matarlo, pero por su crucifixión abrieron el camino para la exaltación que pensaron impedir.

Vv. 12—22. ¡Con cuánta atención espera José las órdenes de su padre! Los niños que son más amados por sus padres deben ser los más dispuestos a obedecerles. Véase cuán deliberadamente estaban los hermanos de José en su contra. Ellos pensaban matarlo con maldad premeditada y a sangre fría. Quien odia a su hermano es un homicida, 1 Juan 3:15. Los hijos de Jacob odiaban a su hermano porque su padre lo amaba. Nuevas ocasiones como sus sueños y cosas semejantes, les dieron mayor impulso, y produjeron un resentimiento constante en sus corazones, hasta que resolvieron matarle. Dios tiene todos los corazones en su mano. —Rubén tenía mayor razón para estar celoso de José puesto que era el primogénito, aunque resulta ser su mejor amigo. Dios obró para que todo sirviera su propósito: el hacer de José un instrumento para salvar la vida a mucha gente. José era un tipo de Cristo; pues aunque era el Hijo amado de su Padre, y fue odiado por un mundo malo, el Padre lo mandó, no obstante, desde su seno a visitarnos con gran humildad y amor. Vino del cielo a la tierra a buscarnos y salvarnos; sin embargo, contra Él hicieron malignas conspiraciones. Los suyos no sólo no le recibieron; le crucificaron. Él se sometió a esto como parte de su designio para redimirnos y salvarnos.

Vv. 23—30. Arrojaron a José a un pozo para que pereciera de hambre y frío; tan crueles eran sus tiernas misericordias. No le tuvieron consideración cuando estaba sufriendo y no se dolieron por el quebrantamiento de José, véase Amós 6:6, pues cuando estaba en el fondo del pozo, se sentaron a comer pan. No tuvieron remordimiento de conciencia por el pecado. Pero la ira del hombre alabará a Dios y reprimirá el resto de la ira, Salmo 76:10. Los hermanos de José fueron milagrosamente impedidos de matarlo y su venta resultó en forma igualmente maravillosa en alabanza para Dios.

Vv. 31—36. Cuando Satanás ha enseñado a los hombres a cometer un pecado, les enseña a tratar de ocultarlo con otro, a esconder el robo y el homicidio con mentiras y juramentos falsos: pero el que encubre su pecado no prosperará. Los hermanos de José ocultaron el suyo y lo hicieron mutuamente por un tiempo, pero su villanía salió a la luz finalmente, y aquí quedó publicada para el mundo. —Para apesadumbrar a su padre le mandaron la túnica de colores de José y al ver la túnica ensangrentada él pensó inmediatamente que José había sido despedazado. Que quienes conozcan el corazón de un padre imaginen la agonía del pobre Jacob. Con toda bajeza sus hijos fingieron consolarlo, pero todos eran consoladores miserables e hipócritas. Si realmente hubieran deseado consolarlo, lo hubieran podido hacer de una vez diciéndole la verdad. El corazón es extrañamente endurecido por el engaño del pecado. —Jacob se negó a ser consolado. El gran afecto hacia una criatura prepara para una gran aflicción o nos amarga cuando nos es quitada: el amor indebido termina corrientemente en pena indebida. —Sabiduría de los padres es no criar a sus hijos con delicadeza, pues no saben qué dificultades pueden encontrar antes de morir. —De todo este capítulo vemos con asombro los caminos de la providencia. ¡Pareciera que los malos hermanos se salieron con la suya; los mercaderes, a los que no les importa con qué comercian con tal de ganar, también han conseguido lo suyo; y Potifar, también ha logrado lo suyo, teniendo un excelente y joven esclavo! Pero los designios de Dios, por estos medios, están listos para ser ejecutados. Ese suceso terminará en el descenso de Israel a Egipto; y eso termina en que son liberados por Moisés; eso, en establecer la religión verdadera en el mundo y, en su difusión a todas las naciones por medio del evangelio. Así, pues, la ira del hombre alabará al Señor y Él reprimirá el resto de la ira.

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