viernes, 22 de abril de 2011

LAS TRES PUERTAS


Un joven discípulo dijo a un sabio filósofo: Maestro, un amigo tuyo estuvo hablando mal de ti. Espera, le interrumpió el filosofo.¿Ya hiciste pasar lo que vas a contarme por las tres puertas?
El joven preguntó:

¿Tres puestas?, ¿Cuáles tres puertas? Sí, las tres puertas:La primera es la verdad ¿Estás seguro que es totalmente cierto lo que vas a decirme? El discípulo respondió: No, lo oí comentar a unos vecinos.

Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda puerta, la bondad. Lo que quieres decirme ¿Es bueno
para alguien?.El joven contestó: No, al contrario.Y la última puerta es la necesidad ¿Es necesario que yo sepa lo que quierescontarme?.El discípulo aseveró: No, no es estrictamente necesario.

Entonces dijo el sabio sonriendo: "Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, mejor será olvidarlo para siempre". "Hermanos míos, no pretendan muchos de ustedes ser maestros, pues, como saben, seremos juzgados con más severidad.Todos fallamos mucho.

Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta, capaz también de controlar todo su cuerpo, especialmente su lengua.

Cuando ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, podemos controlar todo el animal. Fíjense también en los barcos. A pesar de ser tan grandes y de ser impulsados por fuertes vientos, se gobiernan por un pequeño timón a voluntad del piloto. Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa! También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida" Santiago 3:1-6.

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