lunes, 2 de abril de 2012

Tesoros de David; Salmo 39, Charles Spungeon


El Salmista, abatido por la enfermedad y la pena, se ve agobiado por pensamientos de incredulidad que decide ahogar para que no le venga ningún mal por expresarlos (vers. 1, 2).
Pero el silencio crea una pena insoportable, que por fin exige ser expresada, y lo consigue en la oración de los versículos 3-6, que es casi una queja y un suspiro por la muerte, o por lo menos un cuadro sin esperanza de la vida humana. En los versículos 7-17 el tono es de mayor sumisión y se hace más claro el reconocimiento de la mano divina; la nube evidentemente ha pasado y el corazón dolorido es aliviado. C. H. S.
La más hermosa de todas las elegías en el Salterio. H. Ewald

Vers. 1. Dije. He resuelto, me he decidido. En su gran perplejidad, su mayor temor era que podría pecar; y, por ello, busca el método que más le garantice el evitarlo, y está decidido a callar. Es excelente que un hombre se confirme en un buen curso o trayectoria, por el recordatorio de una resolución bien hecha y buena. C. H. S.
Dije: Velaré sobre mis pasos. Se cuenta de un tal Pambo, un hombre bueno y bien intencionado que fue a ver a un amigo suyo y le pidió que le enseñara uno de los Salmos de David. El amigo le leyó este versículo. Pambo contestó: «Este versículo es bastante si lo aprendo bien.»
Diecinueve años más tarde dijo que durante todo aquel tiempo apenas había podido aprender aquel versículo. Samuel Page Para no pecar con mi lengua. Los pecados de la lengua son muy graves; como las chispas del fuego, las palabras necias o vanas esparcidas pueden causar gran daño. Si los creyentes pronuncian palabras duras contra Dios en tiempos de depresión, el maligno y los impíos van a aprovecharlo y usarlas como justificación para sus vidas pecaminosas. Si los propios hijos de un hombre murmuran o le faltan al respeto, no es de extrañar que la boca de los enemigos se halle llena de insultos. C.H.S
La boca del hombre, aunque es sólo un agujero pequeño, puede contener un mundo de pecado.
Porque no hay ningún pecado prohibido en la ley o en el evangelio que no sea dicho por la lengua, pensado en el corazón o hecho en la vida. ¿No es, pues, casi tan difícil gobernar la lengua como gobernar al mundo? Edward Reyner
Pondré a mi boca un freno, o más exactamente, un bozal o mordaza. El bozal -según el originales más efectivo que una brida o un freno, pues impide hablar del todo David habría hecho bien resolviendo ser muy precavido en sus palabras, pero cuando tomó la decisión de guardar silencio total, incluso para el bien, es que tenía evidentemente amargura en su alma. El evitar una falta no nos debe llevar a otra. El usar la lengua contra Dios es un pecado de omisión, pero el no usarla a su favor es un pecado de omisión. Las virtudes elogiosas deben ser seguidas tanto como los vicios han de ser evitados; pero para librarnos de Escila no hemos de caer en Caribdis.
En tanto que el impío esté delante de mí. Esto modifica el carácter de su silencio y atenúa la crítica, porque el mal hombre va a usar mal incluso nuestras palabras más santas, y no es bueno que echemos nuestras perlas delante de los puercos. Los creyentes más firmes son probados por la incredulidad, y el diablo conseguiría una gran victoria si publicaran sus dudas y vacilaciones.
Si yo tengo calentura, no hay razón para que procure contagiar al vecino. Si hay alguien a bordo enfermo, hay que poner el corazón en cuarentena y no permitir que nadie desembarque en el bote del habla hasta que tenga un certificado de salubridad. C. H. S.
Es una aflicción el verse obligado a escuchar tanta cháchara en este mundo, y es una ventaja el discernirlo y evitar las palabras inútiles. Es sorprendente que los hombres puedan poner en movimiento tanto viento, y cuanto más exhalan, más pródigos son en su aliento y su abuso de la paciencia de los demás, y descuidados de sus propias conveniencias. William Struthr

Vers. 2. Enmudecí. Hay siete clases de silencio:
1) Silencio estoico.
2) Silencio político o diplomático.
3) Silencio necio.
4) Silencio hosco.
5) Silencio forzado.
6) Silencio del desánimo.
7) Silencio santo, prudente, gracioso. Thomas Brooks
Guardé silencio y me callé. A un cristiano le preguntaron qué fruto había obtenido de Cristo, y contestó: «¿No es un fruto el no sentirse afectado por vuestros reproches?» En casos de esta
naturaleza hemos de referirlo todo a Dios. Christopher Sutton, B. D.
Vers. 2-9. Un inválido al cual habían ordenado que tomara un par de tabletas, en vez de tragárselas de golpe, fue desplazándolas por la boca con la lengua para que se disolvieran a pesar de ser muy amargas.
Gotthold estaba presente y murmuró: «Los insultos y las calumnias de los adversarios son píldoras amargas; no todos entienden el arte de tragar sin mascar.»
Para los cristianos, sin embargo, son saludables en varias formas. Les recuerdan su propia culpa; ponen a prueba su mansedumbre y paciencia; les muestran de qué deben guardarse; y al fin redundan en su honor y gloria a la vista de Aquel por quien han tenido que sufrir.
Con respecto a las píldoras de la calumnia, sin embargo, así como las otras, es aconsejable no ir diluyéndolas continuamente en la mente, o juzgarlas según la carne y la opinión del mundo. Esto
va a incrementar su sabor amargo, lo extenderá por la lengua y llenará el corazón de animosidad en proporción. La forma correcta de proceder es tragarías, guardar silencio y olvidar. Christian
Scriver

Vers. 3. Ardía mi corazón dentro de mí. La fricción de los pensamientos internos producía un calor intenso mental. La puerta de su corazón estaba cerrada, y con el fuego del sufrimiento ardiendo dentro la estancia de su alma se había calentado de modo irresistible. El silencio es algo terrible para el que sufre; es un método seguro para perder la razón.
En mi meditación se encendió fuego. En tanto que su corazón estaba meditando, se estaba derritiendo, puesto que el tema era confuso.C.H.S.
¡Qué bendición, qué privilegio es la oración (aparte de ser un deber)! Ahora, la meditación es una ayuda a la oración. Gersom la llama el ayo de la oración. La meditación es como aceite para la lámpara; la lámpara de la oración se apagará, a no ser que la meditación la Sostenga.
La meditación y la oración son como dos tórtolas; si se separa la una de la otra, mueren. Un pescador astuto observa el tiempo y la sazón en que los peces pican más, y entonces mete el anzuelo en el agua; cuando el corazón está calentado por la meditación, es el mejor momento para echar la caña de la oración y pescar misericordia.
Después que Isaac hubo meditado en el campo, estaba preparado para la oración cuando llegó a casa. Cuando el cañón ha sido cargado con la pólvora está a punto para disparar. Así que cuando la mente está llena de buenos pensamientos, el cristiano está preparado para disparar la oración, y ahora envía ráfaga tras ráfaga de suspiros y gemidos del cielo.
La meditación produce un doble beneficio: vierte dentro y fuera; primero vierte buenos pensamientos en la mente, y luego los derrama otra vez en oración; la meditación primero provee el material para la oración y luego prepara al corazón para orar. Thomas Watson
Medita hasta que veas que tu corazón se ha calentado para este deber. Si cuando un hombre siente frío le preguntas durante cuánto tiempo se quedará junto al fuego, te dirá: hasta que me haya calentado y me sienta listo para trabajar.
Así que, cristiano, tu corazón es frío; ponte cerca del fuego de la meditación hasta que sientas tus afectos calientes y preparados para el servicio espiritual. Thomas Watson
Cuando los alguaciles entran por la noche en una casa sospechosa, la primera pregunta que hacen es: «¿Cuántos y quiénes son los que están aquí?» Así, cuando Dios entra en nuestro corazón oscuro, la pregunta es: ¿Qué pensamientos hay aquí? ¿Por qué surgen estos pensamientos en tu mente? «¿No os habéis vuelto jueces de malos pensamientos?» (Lucas 24:38; Santiago 2:4). Faithful Teat
Proferí con mi lengua. La lengua amordazada rompe las trabas. Va a salir miseria en abundancia.
Puedes hacer enmudecer la alabanza, pero la angustia dama y vocifera. Resolución o no, precaución o no, pecado o no, el torrente avasallador se abre paso y lo arrastra todo a su paso. C.H.S.

Vers. 4. Hazme saber mi fin. El Salmista quiere saber más de la brevedad de su vida para poder sobrellevar sus males pasajeros, y hasta aquí podemos arrodillarnos con él, pronunciando la misma petición. Pero el que no haya límite a su miseria es un verdadero infierno; el que haya fin a la aflicción de la vida es la esperanza de todos los que tienen esperanza más allá de la tumba.
Dios es el mejor maestro de la filosofía divina, que mira hacia un fin esperado. Los que ven la muerte a través del cristal del Señor ven una vista hermosa, que les hace olvidar el mal de la vida al prever el fin de la vida. C. H. S.
Y cuál es la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy. Es decir, cuándo voy a dejar de ser.
¡Ay!, pobre naturaleza humana, querida como la vida, el hombre alterca con Dios de mod6 que más bien desea dejar de ser que sobrellevar lo asignado por el Señor. ¡Qué mezquindad en un santo! Pero esperemos un poco hasta que nos hallemos en una posición semejante a la suya, y no obraremos mucho mejor. El barco en el muelle se sorprende de que aparezca una vía de agua en la barca, pero cuando él se lanza a alta mar se asombra de que los maderos resistan tales tempestades sin resquebrajarse. El caso de David no se registra para que lo imitemos, sino para que aprendamos. C. H. S.
Entre Walsall e fretsy, en Cheshire, hay una casa (una taberna), edificada el año 1636, con el armazón de roble, rellenado con ladrillo. Sobre el dintel de una ventana se puede leer, grabada en
el roble, una inscripción en latín que dice: «Llorarías si supieras que sólo te queda un mes de vida; pero ríes, sin saber qué quizá sólo te queda un día.»
Qué triste es la idea de que con este mentor silencioso, este sermón veraz ante los ojos, hayan sido a millares los que, entrando en ella, se han emborrachado para la destrucción de su alma. Y, con todo, esto es una semejanza de lo que vemos constantemente en nosotros mismos.

Vers. 5. El tiempo de mi vida es como nada delante de Ti. Tan corto que no es casi nada. Piensa en la eternidad, y en un ángel recién nacido, el mundo nuevo y reluciente, el sol como una chispa que ha saltado del fuego, y el hombre inexistente. Ante el Eterno, la edad del hombre es como un tic-tac de reloj. C. H. S.
Si un hombre es tan minúsculo comparado con la fábrica del gran mundo, y el mundo en sí tan pequeño que no puede contener al Señor, tan pequeño y ligero que El no siente el peso del mismo en la punta de su dedo, se puede muy bien decir del hombre que no es «nada» colocado ante el Señor. Edmund Layfielde
Ciertamente es como un soplo todo hombre que vive. Esto es una gran verdad, y no hay nada más cierto que ello. Considera un hombre, el mejor, y no es más que un hombre, un soplo, insustancial como el viento. Su constancia es la inconstancia. Su vanidad es la única verdad; lo mejor en él es que es vano, sólo vanidad. C. H. S.
Selah. Esta expresión se menciona setenta y cuatro veces en la Escritura: setenta y una veces en el libro de los Salmos y tres en el libro del profeta Habacuc, que fue escrito en forma de Salmo.
E. Layfielde

Vers. 6. Sí, como una sombra que pasa es el hombre. Los hombres en el mundo andan como un viajero que tiene un espejismo: engañados, confundidos y, pronto, llenos de desengaño y desesperación.
Ciertamente, en vano se afana. Lee bien este texto y luego escucha el clamor del mercado, el rumor de la bolsa, el estruendo de las calles de la ciudad, y recuerda que todo este ruido, esta interrupción de la quietud, es algo insustancial, vanidades pasajeras. El descanso interrumpido, el temor ansioso, el cerebro sobrecargado, la mente que se derrumba, la locura, todos ellos son
pasos en el proceso de la inquietud y desasosiego de muchos, y todos se afanan para ser ricos, o sea, llenarse hasta rebosar de arcilla; arcilla que van a dejar pronto, después de todo. C. H. S.
Todo hombre carnal anda en una feria de vanidad y, pese a todo, ¡cómo se envanece de su feria de vanidad! Se inquieta en vano, y es sólo vanidad lo que le inquieta. Labora toda su vida por la ganancia de las riquezas, y, con todo, en la muerte, sus riquezas no le aprovecharán. El que mira a un buey que pasta en un prado lozano, llega a la conclusión de que le preparan para la matanza.
William Secker
Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá. Los hombres se levantan temprano y se acuestan tarde para edificar una casa, y luego un extraño se pasea por sus corredores, se ríe en sus estancias, y ni se acuerda de quien la edificó y la llama suya propia. Este es uno de los males bajo el sol para el cual no hay remedio prescrito. C. H. S.
La trinidad del mundo consiste en:
12 honores sin fruto; los que les parecen honores de sustancia no son sino una vana ostentación.
22 Cuidados innecesarios. Se desasosiegan en vano. Congojas imaginarias que sustituyen a los cuidados reales y necesarios.
32 Riquezas inútiles; tales que no
les dan satisfacción permanente ni a ellos ni a sus descendientes que las reciben. G. Rogers
Mañana, mañana, y de nuevo mañana,
Que vienen paso a paso, uno tras otro,
Y así hasta el fin del tiempo registrado;
Y cada ayer fue acompañando a necios En su camino al polvo.
¡Basta ya, endeble vela!
La vida es una sombra que se mueve;
Un pobre actor que se pasea un rato
De arriba abajo por la escena, y luego
Se va y no vuelve ya a asomarse; es un relato
Contado por un necio, bien repleto
De gritos y de gestos, mas sin significado.
—William Shakespeare

Vers. 8. Líbrame de todas mis transgresiones. Es una buena señal cuando el Salmista ya no insiste sobre sus aflicciones, sino que pide ser librado de sus pecados. ¿Qué es la pena cuando la
comparamos con el pecado? Que el veneno del pecado sea quitado de la copa, y no tenemos por qué temer su amargura, porque lo amargo cura. Nadie puede librar a un hombre de su trasgresión, más que Aquel bendito a quien llamamos Jesús, porque El salva a su pueblo de sus
pecados. C. H. S.
No me pongas por escarnio del insensato. ¡Por los placeres carnales de unos pocos días algunos truecan su joya eterna! ¡Por unos granos de tierra amarilla se pierden la ciudad empedrada de oro y puertas de perlas! ¡Oh necedad sin medida! ¡Oh locura inconcebible! Verdaderamente, hemos de orar con toda sinceridad: «No me pongas por escarnio del insensato.» Origenes, citado por J.M. Neale

Vers. 9. Enmudeci no abrí mi boca, porque Tú lo hiciste. Dios está enseñando a sus hijos aquí. Este es el verdadero carácter de sus tratos con ellos. La educación de sus santos es el objeto que tiene a la vista. Es un entrenamiento para el reino; es una educación para la eternidad. Es la disciplina del amor. Cada paso del mismo es bondad. No hay ira ni venganza en parte alguna del proceso. La disciplina de la escuela puede ser severa y rígida, pero la de la familia es amor.
El santo anciano estaba en la prisión «por la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo». Sus perseguidores implacables le llevaron en una bandeja la cabeza sangrante de su hijo martirizado, Richard Cameron, y le preguntaron con sorna si la conocía. «La conozco, la conozco» dijo el padre, y besó la frente del hijo; «¡es la de mi hijo, mi propio hijo querido! ¡Es el Señor! Buena es la voluntad del Señor, que no puede hacerme daño a mí o a los míos, sino que ha hecho que la bondad y la misericordia nos sigan todos los días de la vida». Horatius Bonar en La noche del llanto Si el Rey de reyes pone su mano sobre nuestro hombro, queridos, pongamos la nuestra sobre la
boca. Nicholas Estwick, B. D.
Una niña, en la providencia de Dios, nació sordomuda. Fue aceptada y enseñada en una institución establecida para los que padecen este defecto. Un día, un visitante hacía preguntas a estos niños privados de los goces comunes de la infancia. Hizo varias preguntas, que fueron rápidamente contestadas mediante papel y lápiz.
Finalmente, el visitante escribió: «¿Por qué naciste sordomuda?» Una mirada de angustia nubló por un momento el rostro de la niña, pero rápidamente desapareció y, tomando el papel y el lápiz, escribió:
«Está bien, Padre, porque así agrado a tu vista.» Mrs. Rogers en El rey pastor
Vers. 10. Estoy consumido bajo la dureza de tu mano. Podemos fundar nuestros ruegos en nuestra debilidad y aflicción. Es bueno mostrar a nuestro Padre las magulladuras que resultan de sus azotes, por si su compasión paternal le aligera la mano, y le mueve a consolarnos en su pecho. No es para consumirnos que El dirige su disciplina, sino para consumir nuestros pecados.

Vers. 11. Castigando sus pecados, corriges al hombre. Dios no juega con su vara; la usa a causa del pecado, y con vistas a vapulearnos con ella; de ahí que quiere que sintamos los golpes, y de veras los sentimos.
Y deshaces como polilla toda su belleza. Como la polilla echa a perder la tela, y con ello su belleza, agujereándola y dejándola inservible, lo mismo los castigos de Dios descubren en nosotros nuestra locura y debilidad y nos hacen sentir como vestidos viejos, gastados e inútiles.
La belleza ha de ser muy poca cosa cuando una polilla puede consumirla y una reprensión echarla a perder. C. H. S.
Las polillas del Oriente son muy grandes y hermosas, pero de corta vida. Después de unos chubascos, estos espléndidos insectos se ven revolotear en la brisa, pero el tiempo seco y sus numerosos enemigos pronto los eliminan. Del mismo modo, la hermosura del hombre se
consume como la de este hermoso insecto, vestido en sus ropas de púrpura, escarlata y verde. John Kitto
Algunas mariposas sólo viven unas veinticuatro horas. ¡Qué tragedia para la que nace en un día lluvioso! Anónimo
Sin duda como un soplo es todo hombre. ¿Qué es la grandeza? ¿Podemos adscribirla al hombre, independientemente de sus cualidades como ser inmortal? ¿O de sus acciones, independientemente de sus principios y motivos? Así pues, el relucir de la nobleza no es superior al plumaje de un pavo real, ni el valor de un Alejandro a la furia de un tigre, ni los deleites sensuales de Epicuro a los del animal que merodea por el bosque. Ebenezer Porter, D. D.

Vers. 12. Oye mi oración, oh Jehová. Ahora, en esta oración de David hallamos tres cosas, que son tres calificaciones para las oraciones aceptables. La primera es la humildad. La segunda son el fervor y la insistencia. La tercera es la fe. «El que va a Dios es menester que crea que existe, y que es galardonador de los que le buscan con diligencia» (Hebreos 11:6). Y, ciertamente, como el que va a Dios ha de creer esto, el que lo cree, no puede por menos que acudir a Dios.
Condensado, de Robert Leighton
No te hagas sordo a mis lágrimas. Las lágrimas hablan con más elocuencia que diez mil lenguas; actúan como llaves en los departamentos de los corazones tiernos, y la compasión no les niega
nada si a través de ellas el que llora mira las gotas de la sangre de Jesús.
Porque forastero soy junto a Ti. No para Ti, sino junto a Ti. Como Tú, Señor mío, un extraño entre los hijos de los hombres, un extraño para los hijos de mi madre. Dios hizo el mundo, lo sustenta, lo posee, y, con todo, los hombres le tratan como si fuera un intruso y extraño; y como tratan al Señor, así tratan a sus siervos. «No es sorprendente que seamos desconocidos». Estas palabras pueden también significar: «Yo comparto la hospitalidad de Dios» como un extraño
hospedado por un anfitrión generoso. C. H. S.
Por más que estén bien establecidos, éste es el temple de los santos sobre la tierra: el considerarse como extraños. Todos los hombres son en realidad extraños y forasteros, pero los santos disciernen mejor y lo reconocen de modo más franco.
Los hombres malos no tienen morada permanente en la tierra, pero esto va contra sus intenciones; su pensamiento y su deseo internos son que puedan vivir para siempre. Son extraños contra su voluntad; su habitación en el mundo es incierta; y no pueden evitarlo. Thomas Manton

Vers. 13. Déjame, y tomaré fuerzas, antes que me vaya y perezca. El hombre en su estado corrupto es como Nabucodonosor: tiene un corazón de bestia que solamente anhela la satisfacción de su apetito sensual; pero cuando es renovado por la gracia, entonces recobra el
entendimiento.
David, hasta aquí no se ha recobrado todavía de aquel pecado que le puso en un nivel tan bajo como podemos percibir en los versículos 10 y 11. Y el hombre bueno no puede pensar en morir, aceptando el hecho, hasta que su corazón está en condición más santa; y para la paz del evangelio, serenidad de la conciencia y gozo ininterno, toda falta de santidad es como veneno para los espíritus que la beben. William Gurnall

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