martes, 1 de mayo de 2012

Tesoros de David, Salmos 40, Charles Spungeon


Tema: Jesús está aquí evidentemente, y aunque no hay que forzar mucho el lenguaje para ver tanto a David como a su Señor, Cristo, y la iglesia, el doble comentario puede resultar algo oscuro, y por tanto hemos de dejar entrar el sol aunque esto va a borrar las estrellas. Incluso en el caso de que el Nuevo Testamento no se expresara sobre ello, llegaríamos a la conclusión de que
David habla de nuestro Señor (en los versículos 6 al 9), pero el apóstol, en Hebreos 10:5-9, elimina las conjeturas y confina el significado a Aquel que vino al mundo para hacer la voluntad del Padre.

Vers. 1. Pacientemente esperé en Jehová. El esperar paciente en Dios caracterizó al Señor. La impaciencia nunca se alberga en su corazón; mucho menos se escapa de sus labios. A lo largo de toda la agonía de Jesús en el Huerto, su juicio de burlas crueles entre Herodes y Pilato, y su pasión sobre el madero, esperó en paciente omnipotencia.
Ni una mirada de ira, ni un murmullo, ni un acto de venganza del paciente Cordero de Dios; esperó y siguió esperando; fue paciente, paciente hasta la perfección, excediendo a todos los demás que, según su medida, glorificaron a Dios en el fuego. Job sobre la ceniza no iguala a Cristo en la cruz. El Cristo de Dios lleva la corona imperial entre los pacientes. C. H. S.
Esperé pacientemente. Más bien ansiosamente; el original dice dos veces «esperé esperando», un hebraísmo que significa una solicitud vehemente. Daniel Cresswell
La paciencia de nuestro Señor bajo el sufrimiento fue un elemento de perfección en su obra. Si se hubiera impacientado, como hacemos a veces nosotros, y se hubiera desanimado, su expiación habría sido pobre. Podemos gozarnos de que en medio de todas sus tentaciones, y en lo más recio de la batalla contra el pecado y Satán, permaneció paciente y dispuesto a terminar la obra que su Padre le había encomendado. James Frame

Vers. 2. El pozo de la desesperación. Algunos pozos a los que se refiere la Biblia eran mazmorras, como uno que vi en Atenas y otro en Roma. En ellos no había aberturas, excepto el agujero en la parte de arriba, que servía como puerta y como ventana. El fondo de estos pozos por necesidad era sucio y repugnante, y a veces lleno de lodo. John Gadsby
Del lodo cenagoso. Si el hombre tiene un apoyo firme donde poner el pie, su carga queda aliviada; pero si está cargado y ha de andar por fango resbaladizo, su prueba es doblemente difícil.

Vers. 3. Puso luego en mi boca cántico nuevo, un himno de alabanza a nuestro Dios. En la Pascua, antes de su pasión, nuestro Señor cantó uno de los grandes Salmos antiguos de la alabanza; pero, ¿cuál es la música de su corazón ahora, en medio de sus redimidos? ¿Qué cántico es éste en que su corazón alegre para siempre dirige el coro de los elegidos? Ni el tambor de Miriam ni el himno alborozado de Moisés pueden por un momento rivalizar con este cántico
nuevo y triunfante.
La justicia engrandecida y la gracia victoriosa; el infierno sometido y el cielo glorificado; la muerte destruida y la inmortalidad establecida; el pecado derrocado y la justicia resplandeciente; ¡qué tema para un himno en aquel día en que nuestro Señor beba el vino nuevo con nosotros todos en el reino de nuestro Padre celestial! C. H. S.
Muchos verán, y temerán, y confiarán en Jehová. Pero en tanto que el pecador sólo ve y teme, sólo está en el estadio inicial de la conversión, en un estado de preparación para huir de la ciudad de destrucción. Puede haber dado el primer paso en su peregrinaje, pero no ha llegado a su Padre todavía para recibir el beso de bienvenida y de perdón.
No ha dado todavía el paso definitivo. Ha visto, realmente; ha temido, también; pero todavía necesita confiar, confiar en el Señor y ahuyentar todos sus temores. Este es el paso culminante del gran cambio; y, a menos que se dé, las otras experiencias van a borrarse y perecer como una flor prematura, o serán combustible para el fuego que no se apaga. James Frame

Vers. 4. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza. La fe obtiene las promesas.
Una confianza simple, sencilla, en Dios es la marca segura de la bienaventuranza. Un hombre puede ser tan pobre como Lázaro, tan aborrecido como Mardoqueo, estar tan enfermo como Ezequías, o tan sólo como Elías, pero en tanto que su mano de la fe está agarrada en Dios, ninguna de sus aflicciones externas puede impedirle ser nombrado entre los bienaventurados.
Y no mira a los rebeldes, ni a los que se desvían tras la mentira. Nunca hemos de prestar atención a los apostatas, a los falsos maestros; son levadura dañina, y cuanto más alejados de ellos estemos mejor; bienaventurados son aquellos a quienes Dios preserva del error en las creencias y la práctica. Verdaderamente, si el enemigo del infierno se paseara en carruaje y criados con librea, y viviera como un señor, tendría a millares que cortejarían su amistad.

Vers. 6. Aquí entramos en uno de los pasajes más maravillosos de todo el Antiguo Testamento, un pasaje en que el Hijo de Dios encarnado se ve, no a través de un cristal oscuro, sino cara a cara.
Sacrificios y ofrendas no te agradaron. Considerados en sí mismos, y por amor a ellos, el Señor no veía nada satisfactorio en las varias ofrendas de la ley ceremonial. Ni la víctima derramando su sangre ni la harina desprendiendo humo en el altar podían dar contento a la mente de Jehová; no tenía interés en la carne de los toros o de los machos cabríos, ni se agradaba del trigo, el vino o el aceite.
Estas ofrendas tenían su valor como tipo, pero cuando Jesús, en antitipo, vino al mundo, dejaron de tener valor, del mismo modo que las velas son retiradas cuando sale el sol. C. H. S.
Has horadado mis orejas, expresión cuyo significado es simbólico: «Tú me has aceptado como tu esclavo», una alusión a la costumbre de Éxodo 21:6, en que el amo perforaba el pabellón de la oreja de un esclavo que rehusaba la libertad que se le había ofrecido, como prueba de que era aceptado de nuevo. Daniel Cresswell
No deseabas holocausto ni expiación. Sabemos por este versículo que Jehová da más valor a la obediencia del corazón que a todas las ceremonias imponentes del culto ritualístico; y que nuestra expiación del pecado viene, no por el resultado de un ceremonial complicado, sino por el efecto de la obediencia de nuestro Sustituto a la voluntad de Jehová.
rra! Aquí hay algo digno de que fijéis en ello la mirada. ¡Sentaos y observad con cuidado, porque el Dios invisible viene en la semejanza de carne pecaminosa, y como un niño el que es infinito pende del pecho de una virgen!
Emmanuel no fue enviado, sino que vino; vino en su propia personalidad, en todo lo que constituía su yo esencial. Vino desde los palacios de marfil a los recintos de la miseria; vino en el momento destinado; vino con alegría santa, como uno que se ofrece libremente. C. H. S.
Como su nombre está por encima de todo otro nombre, así también su venida está por encima de cualquier otra venida. A veces decimos que nuestros nacimientos son nuestra venida al mundo; pero, en realidad, ninguno ha venido al mundo sino El.
Porque:
1º De El sólo, verdaderamente, se puede decir que viene, que existe ya, antes de venir; y esto no lo podemos decir de nosotros, pero sí de El.
2º Sólo viene de modo estricto el que viene voluntariamente; nosotros lloramos y luchamos en nuestra entrada en el mundo como si no estuviéramos dispuestos a hacerlo. El sólo dice: «Aquí estoy.»
3º Sólo viene el que va de un lugar a otro. ¡Ay de nosotros, no venimos de ningún otro sitio sino del seno de la nada! Solamente El tenía un lugar en el que estaba antes de venir. Mark Frank

Vers. 8. El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado. ¿Falló Cristo placer en humillarse y en el tormento, en sufrir y morir por mí, y puedo yo no hallar placer en orar, escuchar, meditar y gozar de los dulces deberes de la comunión con El? ¿Vino El tan alegremente a morir por mí, y yo me dedico a la oración y tomo los sacramentos para tener comunión con El con desánimo?
¿Fue un gozo para Él derramar su sangre, y no lo es para mí el aplicármela, el cosechar los beneficios de ella?
¡Oh, cesen los gemidos y murmuraciones, las excusas culpables, los desánimos y las ejecuciones indiferentes del deber, después de un ejemplo así! Está dispuesto a hacer la voluntad de Dios; está dispuesto también a sufrir. Y en cuanto a los sufrimientos por Cristo, no deberían ser gravosos para los cristianos que saben que Cristo vino del seno del Padre a morir por ellos con buen ánimo.
¿Podemos comparar nuestros sufrimientos con los de Cristo? En modo alguno, pues no hay comparación; hubo más amargura en una gota de sus sufrimientos que en un mar de los nuestros.

Para concluir: tu deleite y disposición para seguir los caminos de la obediencia,  con la misma medida de tu santificación. Condensado de John Flavel
Fue Jesús el que hizo la obra. El Padre la quiso, pero no la hizo. Fue Jesús quien la hizo, quien la trajo, quien la llevó tras el velo y la presentó como una ofrenda aceptable y meritoria a los pies del Padre, que se agradó de ella.
La obra estaba terminada; consumada. No tenemos ya que hacerla nosotros. No podemos hacerla. No podemos hacer lo que ya está hecho; y no podríamos hacerla, caso de que no hubiera sido hecha. Hay mucho que puede hacer el hombre, pero no puede ser propiciación por los pecados. James Frame
Tu ley está en medio de mi corazón. Cristo no rindió devoción formal, externa; su corazón estaba en su obra, la santidad era su elemento, la voluntad del Padre su comida y bebida. Cada uno de nosotros hemos de ser como nuestro Señor en esto, o nos faltará la evidencia de ser sus discípulos. Allí donde no hay obra del corazón, no hay place ni deleite en la ley de Dios, no puede haber aceptación.
C. H. S.
Él estaba dispuesto a sangrar y morir por ti como tú estás dispuesto a comer cuando tienes hambre. Él se deleita en ser azotado, herido y crucificado como tú te deleitas en la comida. David Clarkson

Vers. 9. He proclamado tu justicia. Es Jesús el que habla, y habla de sí mismo como predicador.
Era un predicador, y un gran predicador además.
1. Poseía elocuencia genuina. Su mente tocaba la mente de sus Oyentes.
2. Su conocimiento era muy grande. Muchos dominan las palabras y las usan con destreza, pero lo que dicen «carece de conocimiento». Van hablando, intentando al mismo tiempo pensar y guiar a sus oyentes a un terreno inexplorado incluso por ellos mismos.
3. Era grande en bondad. Hay grandeza en la bondad, y la grandeza de la bondad es un elemento importante en la grandeza de un predicador.
4. Otro elemento de la grandeza de Jesús como predicador consistía en la grandeza de su dignidad esencial. Era Dios y hombre a la vez. Esto era Cristo como predicador. Es verdad que era mas que un predicador: era también un Modelo, un Sacerdote y un Propiciador; y como modelo, sacerdote y propiciador no tiene igual. Nunca ha habido un predicador como Él.
Condensado de James Frame
He aquí, no refrené mis labios, Jehová, Tú lo sabes. Ni por amor a la conveniencia ni al temor de los hombres se quedaron cerrados los labios del gran Maestro. Sus palabras no variaban según la sazón.
El pobre le escuchaba, y los príncipes escuchaban sus reprensiones; los publícanos se gozaban en El, los fariseos se sentían irritados, pero a todos proclamaba El la verdad del cielo. C. H. S.

Vers. 9, 10. He proclamado, no refrené... no he ocultado, he publicado. Estas palabras se juntan para expresar su franqueza: la de un corazón ardiente que quiere mostrar su gratitud. No se necesita ninguna descripción complicada para que podamos ver la semejanza de Uno «cuya vida era un acto de acción de gracias». J. J. Stewart Perowne

Vers. 10. No encubrí. Esto da a entender que todo el que emprende la predicación del evangelio de Cristo va a sentir la gran tentación de esconderlo, porque tiene que ser predicado contra gran oposición y frente a dificultades. Matthew Henry
No oculté tu misericordia y tu verdad a la gran asamblea. Jesús reveló plenamente los atributos de Dios, tanto los tiernos como los severos. El esconder estaba muy lejos del Gran Apóstol de nuestra profesión. Nunca exhibió cobardía ni vacilación en su lenguaje.
El que como niño de doce años hablaba en el templo entre los doctores, y después predicó a cinco mil en Genezaret y a las vastas muchedumbres en Jerusalén en aquel gran día, el último de la fiesta, siempre estaba dispuesto a proclamar el nombre del Señor y nunca puede ser acusado de un silencio no santo.

Vers. 12. Me han rodeado males sinnúmero; me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar, la vista. El no tenía pecado, pero los pecados fueron puestos sobre El, y El los tomó como si fueran suyos. «Fue hecho pecado por nosotros.» ¡Oh alma mía!, ¿qué consecuencias te habrían acarreado tus pecados eternamente si el amigo de pecadores no hubiera condescendido en tomarlos sobre sí?
Son más que los cabellos de mi cabeza.
Pecados contra el Dios Santo,
Pecados contra sus leyes justas,
Pecados contra su amor, su sangre;
Pecados contra su nombre y su causa,
Pecados inmensos como el mar.
¡Escóndeme, oh Getsemaní!
C. H. S.
El apóstol decuplica cada pecado (Santiago 2:10). Lo que nos parece uno a nosotros, según el sentido de la ley y la cuenta de Dios es multiplicado por diez. El pecar directamente contra uno quebranta cada mandamiento, y por ello peca diez veces en una; además, hay un enjambre de circunstancias pecaminosas y agravantes que rodean cada acto en tal número, que son como átomos que rodean nuestro cuerpo en una habitación polvorienta; te sería más fácil contarlos que
contar los pecados.
Y aunque algunos cuentan éstos sólo como fracciones, pecados incompletos, a pesar de ello es más difícil aún sacar el número de la cuenta. Y, lo que es más asombroso, piensa en los deberes religiosos mejores que hayas ejecutado, e incluso aquí podrás hallar un enjambre de pecados sinnúmero.

En la mejor oración que puedas presentar a Dios hay irreverencia, tibieza, incredulidad, orgullo espiritual, auto estimación, hipocresía, distracciones, etc., y muchos otros, que un alma iluminada lamenta; y, con todo, hay muchos más que los ojos puros de Dios disciernen pero que el hombre no nota. David Clarkson

Vers. 13. Los versículos que quedan de este Salmo son casi exactamente iguales al Salmo 70.

Vers. 14. Sean avergonzados y confundidos a una los que buscan mi vida para destruirla. Ha de redundar en la confusión infinita de Satanás que sus intentos de destruir al Salvador le destruyeron a él; el cónclave diabólico que tramó en el consejo ahora ha sido todo él avergonzado, porque el Señor Jesús ha replicado a todos sus puntos y ha convertido su sabiduría en necedad.

Vers. 15. Quedan consternados en pago de su afrenta los queme dicen: ¡Ja, ja! ¿Escarnecen hoy los malos el nombre del Redentor? ¡Su devastación le vengará a El de todos sus adversarios!
Jesús es el manso Cordero para todos los que buscan misericordia por medio de su sangre; pero los que le desprecian, que tengan cuidado, porque es el León de la tribu de Judá, y ¿quién lo despertará? ¡Oh lector infiel!, si hay alguno que mire y lea esta página, vigila si persigue a Cristo y a su pueblo, porque Dios sin duda vengará a sus elegidos. Tus ¡Ja!, ¡Ja! te van a costar muy caro. Dura cosa es dar coces contra el aguijón.

Vers. 16. Gócense y alégrense en Ti todos los que te buscan. El gimió para que nosotros podamos cantar, y quedó cubierto de sudor y sangre para que nosotros podamos ser ungidos con el aceite de la alegría. C. H. S.

Vers. 17. Aunque yo estoy afligido y necesitado, Jehová pensará en mí. El que encauza a su voluntad los corazones de los reyes como las aguas de los ríos, hace también que a su palabra todos los arroyuelos del mundo bañen y fertilicen cualquier tierra, por sedienta y asolada que pueda estar. Samuel Lee
Hay tres cosas en el hecho de que Dios piense en nosotros que nos proporcionan solaz y deleite.
Observa, primero, la frecuencia de sus pensamientos. Verdaderamente son incesantes. Si tienes un amigo a quien aprecias y amas y quieres vivir en su mente, cuando parte le dices que te escriba: «Piensa en mí.» Le das, quizá, un recordatorio para avivar su memoria.
Pero el amigo más íntimo del mundo no puede estar pensando siempre en ti. ¡La mitad del tiempo está durmiendo y durante la otra mitad está muy ocupado! En cambio, no hay cese en los pensamientos del Señor.
Observa, luego, la sabiduría de sus pensamientos. Tienes un hijo ausente y le sigues en tu mente.
Pero no conoces sus circunstancias presentes. Le dejaste en un lugar determinado, pero ¿dónde está ahora? Le dejaste en una condición dada, pero ¿cómo está ahora?
Tal vez mientras estás pensando en su salud está gimiendo con un brazo magullado o una enfermedad seria. Quizás mientras estás pensando en su seguridad algún enemigo saca ventaja de su inocencia. Quizás mientras te regocijas en su prudencia está dando un mal paso que afectará a toda su vida.

Pero cuando Dios piensa en ti, Él sabe perfectamente cuál es tu situación, tus peligros, tus necesidades.
Asimismo, observa la eficiencia de sus pensamientos. El que piensa en ti es un Dios a mano, no distante; El tiene todos los sucesos bajo su control; es el Dios de toda gracia. William Jay
En las memorias del editor, Dr. Malan, uno de sus hijos escribe así de su hermano Jocelyn, que estuvo sometido durante anos, con anterioridad a su muerte, a dolores intensos corporales: «Un rasgo sobresaliente de su carácter era el santo temor de Dios y la reverencia ante su voluntad.»
Un día estaba yo repitiendo un versículo de los Salmos: En cuanto a mí, soy una pobre alma necesitada, pero el Señor cuidará de mí,’ Tú eres mi ayudador y mi libertador. ¡Oh Señor, no tardes! El dijo: «Mamá, me gusta este versículo, excepto el final, parece como si murmuraras contra Dios. El nunca "tarda" en mi caso». De La vida, labores y escritos de Cesar Malan, por uno de sus hijos.

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