En Cómo triunfar ante la adversidad
Leer | JOB 5.7-11
“¿Por qué me está pasando esto a mí?” Cuando estamos consternados, nuestros pensamientos se vuelven confusos, nuestras emociones caóticas y nuestros pasos lentos. La Biblia responde a estas preguntas de “¿por qué?”. Nos dice que vivimos en un mundo caído, lleno de gente pecadora; que hasta los redimidos luchan con el pecado; y que Satanás —el “príncipe de este mundo”— tiene una gran influencia.
Pero hay algo más que conviene considerar: ¿Cómo desea Dios usar nuestra adversidad? Podría ser para captar nuestra atención, pues hemos ignorado sus otras señales. O podría ser para que mantengamos nuestra atención en Él. Cuando los israelitas vivieron en el desierto, debió de haberles parecido una gran prueba que nos les sobrara comida al terminar el día. Pero Dios sabía que si les daba más de lo que necesitaban cada día, la gente dejaría de esperar en Él. Esta “prueba” mantuvo su atención puesta en su Sustentador.
La adversidad puede ser también un recurso para recordarnos el gran amor de Dios por nosotros. Podemos acostumbrarnos tanto a su amor, que no lo apreciamos hasta que tropezamos. Las dificultades pueden ayudarnos a conocer al Señor de una manera más profunda. Para experimentar a Dios como nuestro consuelo, es necesario que haya necesidad de consuelo. Por eso, cuando un obstáculo nos detiene, tenemos tiempo para descubrir los giros equivocados que hemos hecho. Cualquiera que sea la razón del problema por el que esté pasando, sepa que Dios tiene un propósito al permitirlo (Ro 8.28).
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