El conflicto
La batalla espiritual se mantiene todo el tiempo. Por eso es importante que los creyentes estén conscientes de ella para luchar contra el pecado de manera efectiva y vivir de una manera agradable a Dios. La lucha se da en tres esferas.
Primero, tenemos un enemigo interno. Desde la caída en el huerto del Edén, el corazón humano no busca por naturaleza a Dios. Pero el Espíritu Santo puede atraernos y dirigir nuestros pensamientos al Señor. Sin embargo, aun después de la salvación, tenemos la capacidad de pecar en este cuerpo. La Biblia menciona conductas “carnales” con las que luchamos a lo largo de la vida (Gá 5.19, 20).
Segundo, tenemos un enemigo externo: Las creencias, las actitudes y las filosofías impías que están alrededor de nosotros. Primera de Juan 2.15 advierte: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Como creyentes en Jesucristo, tenemos que ser sal y luz para el mundo que nos rodea, sin permitir que sus normas influencien nuestros pensamientos o nuestra conducta.
Tercero, hay un enemigo infernal, y su nombre es Satanás. Su deseo es desacreditar a Dios y lograr la victoria sobre el reino del Señor. Sabemos por las Sagradas Escrituras que esto no va a suceder, pero el conflicto arreciará hasta los últimos días mencionados en Apocalipsis.
Esté consciente de estos tres enemigos. Usted no dormiría en medio de una guerra encarnizada, y tampoco debe vivir sin percatarse de la batalla espiritual de todos los días. El pasaje de hoy da la información específica para mantenerse firme en Cristo: Ármese con la Palabra, y busque la protección y la guía de Dios.
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