¿Cómo llenar una vida vacía?
El clamor del vacío se oye desde el barrio más pobre, hasta la mansión más lujosa. Hay ancianos, adultos y adolescentes con corazones igualmente vacíos, para lo cual no existe ninguna receta médica.
La mujer samaritana en el pozo simboliza a millones de personas a través de la historia que han hecho todo lo que han podido para satisfacer sus ansias de amor y de realización. Sin embargo, hasta que la persona experimente el amor del Señor, su sensación de vacío no podrá ser satisfecha de manera permanente. Fuimos creados para honrar y dar gloria a Dios; ningún otro acto de adoración —ya sea a otra persona, al trabajo o al dinero— puede proporcionar satisfacción permanente.
No es de extrañar que la samaritana aceptara con ansiedad la oferta de Jesús del sorbo que saciaría su sed para siempre (Jn 4.15). La promesa de la salvación incluye más que la eliminación de la culpabilidad. Cuando una persona pone su fe en Cristo como Salvador, el Espíritu Santo mora en el nuevo creyente, y expresa el amor divino hacia esa persona y por medio de ella. Si estamos dispuestos a aceptar la muerte de Cristo a favor nuestro, y a pedirle su perdón por nuestros pecados que lo pusieron en la cruz, entonces podemos experimentar el desbordamiento del amor de Dios llenando nuestro vacío.
El creyente que se siente vacío debe confesar cada pecado albergado en su corazón. La transgresión y la idolatría bloquean la comunión con el Padre celestial, pero el arrepentimiento rompe el dique de contención. Lo único que puede satisfacer una vida vacía es el amor que Dios ofrece a manos llenas.
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