miércoles, 14 de julio de 2021

El Tesoro de David; Salmo 62 C.H.Spurgeon

SALMO 62

Título: «Al músico principal, a Jedutún». Éste es el segundo Salmo dedicado a Jedutún, o Etán; el primero es el treinta y nueve, un Salmo casi gemelo de éste en muchos aspectos, que contiene en el original la palabra traducida como «sólo» cuatro veces, comparada con seis aquí. C. H. S. 

No hay en él una sola palabra (y esto es una ocurrencia rara) en que el profeta exprese temor o abatimiento. Moses Amyraut Atanasio dice de este Salmo: «Contra todos los intentos sobre tu cuerpo, estado, alma, fama, tentaciones, tribulaciones, maquinaciones, difamaciones, repite este Salmo.» John Donne 

Vers. 1. Solamente en Dios descansa mi alma; de Él viene mi salvación. El esperar en Dios, y a Dios, es la posición habitual de la fe; el esperar en El verdaderamente es sinceridad; el esperar a El sólo es castidad espiritual. El original es: «Sólo a Dios en mi alma en silencio.» El proverbio dice que el hablar es plata, pero el silencio es oro, y es más que verdadero en ese caso. No hay elocuencia en el mundo que tenga ni la mitad del significado del silencio paciente del Hijo de Dios. Si el esperar en Dios es adorar, el esperar en la criatura es idolatría; si el esperar en Dios solamente es verdadera fe, el asociar el brazo de la carne con El es una incredulidad audaz. C. H. S. 

Hubo un tiempo en que acostumbraba maravillarme de estas palabras de Lutero: 
Aguanta paciente y en silencio, 
No digas a nadie tus miserias; 
No cedas en la prueba ni desmayes, 
Que Dios te librará en cualquier momento. 

Me sorprendía porque sentimos que el derramar la pena en el corazón de un amigo es muy dulce. Y, al mismo tiempo, el que habla mucho de sus tribulaciones al hombre es apto de caer en el error de hablar poco de ellas a Dios; en tanto que, por otra parte, el que ha experimentado con frecuencia el alivio bendito que fluye de la conversación silenciosa con el Eterno, pierde mucho de su deseo de la simpatía de sus prójimos. «El hablar de la tribulación la dobla.» Augustus F. Tholuck en Horas de Devoción cristiana 

Vers. 2. Solamente Él es mi roca y mi salvación. David ha tenido que esconderse en cavernas de roca, y aquí compara a su Dios con este refugio seguro. 

Es mi refugio, no resbalaré mucho. Podré moverme como el barco anclado, oscilando algo de acá para allá con la marea, pero no seré arrastrado por la tempestad. Cuando el hombre sabe con seguridad que el Señor es su salvación, no puede estar muy abatido; sería necesario más que todos los demonios del infierno para alarmar un corazón que sabe que Dios es su salvación. C. H. S. 

El hombre «mortificado» canta y no está alegre, llora y no está triste, siente celo por la causa de Dios, pero su espíritu está en sosiego; no siente tanto anhelo de cosa alguna que no pueda dejarla por Dios. ¡Ah!, hay pocos que obren sin excederse al obrar. Alexander Carmichael en La mortificación del pecado por el creyente 

Vers. 3 ¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre? Se maravilla de la perseverancia en la malicia después de tantos fracasos y derrotas de algunos de ellos. Es una maravilla que los hombres sigan de buena gana sus cursos vanos y pecaminosos, y con todo, el perseverar en la gracia es una dificultad tan grande como una imposibilidad, si no fuera por la ayuda divina. Si Satanás tuviera algo de vergüenza, o la tuvieran sus hijos, no tratarían de esta manera a la simiente de la mujer. Diez mil contra uno no les parece aún suficiente ventaja; no hay una gota de sangre decente en sus venas. 

Como pared que se desploma y como cerca que se derrumba. Esperan que los hombres se inclinen a ellos y tiemblen ante su presencia, pero los hombres que se sienten fuertes por la fe no ven en ellos honor alguno y sí mucho que despreciar. Nunca es bueno por nuestra parte pensar mucho de los inicuos; cualquiera que sea su posición, están cerca de su destrucción, se tambalean y se caen; seremos sabios si nos mantenemos a distancia, porque no hay ventaja en estar cerca de una pared que se desploma; si no nos aplasta con su peso, puede sofocarnos con el polvo. C. H. S. 

Vers. 4. Aman la mentira. El mentir es bastante malo, pero el deleitarse en la mentira es una negra marca de infamia. 

Con su boca bendicen, pero maldicen en su corazón. Los halagos han sido siempre el arma favorita de los enemigos de los hombres buenos; pueden maldecir ásperamente cuando les es útil; entretanto, como les conviene, disimulan su ira, y con palabras suaves hacen ver que bendicen a aquellos a quienes harían pedazos. C. H. S. 

Vers. 5. Alma mía, reposa solamente en Dios. ¡Está quieta, alma mía! Sométete completamente, permanece inmóvil, confía con paciencia. Sé como tu Señor, vence con resistencia pasiva de paciencia victoriosa; sólo puedes conseguirlo cuando estás persuadido interior-mente de la presencia de Dios y cuando esperas solamente en El. La fe sin mezcla no desmaya. C. H. S. 

No confían en ningún Dios aquellos que no confían sólo en Dios. El que está con un pie sobre la roca y otro sobre la arena movediza va a perecer como si tuviera los dos pies en ésta. John Trapp 

Porque de El procede mi esperanza. Esperamos en Dios porque creemos en El. La expectativa es hija de la oración y la fe, y la tenemos del Señor como una gracia aceptable. C. H. S. 

Vers. 7. En Dios está mi salvación y mi gloria. ¿En qué me gloriaré sino en Aquel que nos salva? Nuestro honor corresponde a Aquel que asegura nuestras almas. El hallarlo todo en Dios y el gloriarse de ello es una de las marcas seguras de un alma iluminada. C. H. S.

Los griegos pintaban en sus escudos la imagen de Neptuno y los troyanos la de Minerva porque en ellos habían puesto su confianza y consideraban su protección segura. Para nosotros, Cristo es la insignia de nuestros escudos. Thomas Le Blanc 

En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio. Observa que el Salmista marca con sus propias iniciales cada uno de los nombres que se goza en dar a su Dios: mi expectativa, mi roca, mi salvación, mi gloria, mi fortaleza, mi refugio; es la palabra «mi» la que pone la miel en el panal. C. H. S. 

Vers. 8. Esperad en Él en todo tiempo, oh pueblos. La fe es un deber permanente, un privilegio perpetuo. Deberíamos confiar tanto cuando podemos ver como cuando estamos totalmente a oscuras. 
C. H. S. 

En una palabra, el confiar en Dios es el acto elevado o el ejercicio de la fe por el cual el alma, al mirar a Dios y echarse sobre su bondad, poder, promesas, fidelidad y providencia, es elevada sobre los temores y desalientos carnales, encima de las dudas y perplejidades inquietantes, o bien para obtener y continuar en lo que es bueno, o para prevenir o quitar aquello que es malo. Thomas Lye en Los ejercicios matutinos en Cripplegate 

Esperad en El en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de El vuestro corazón. Según nuestro amor, así será nuestra fe y con-fianza en Dios; y según nuestra confianza, así será nuestra libertad en el trono de la gracia. Confía en El y derrama tu corazón delante de El; derrámalo como el agua, en lágrimas de gozo. Porque cuando la piedra de tu corazón sea derretida por la misericordia, los ojos van a fluir como una fuente de lágrimas. Samuel Lee. 

Haz de El tu consejero y amigo; no puedes complacerle más que cuando tu corazón confía totalmente en El. Puedes decirle, si quieres, que has sido tan necio de ir a este amigo o aquél en busca de alivio y no has hallado ninguno, y que, ahora acudes a El, que te manda: «derrama tu corazón delante de El». John Berridge 

Derrámalo como agua; no como leche, cuyo color permanece; ni como el vino, cuyo sabor es retenido. No como miel, que sigue sabiendo a dulce, sino como agua, la cual, cuando es derramada, no queda nada de ella. Así que el pecado sea derramado de tu corazón, y que ningún rastro de él quede en marcas externas, ni sabor en las palabras ni en los afectos. Thomas Le Blanc 

Vers. 9. Por cierto, como un soplo son los hijos de los hombres. Aquí tenemos la palabra «sólo»; hombres de baja calidad (en el original) son «sólo» vanidad, nada más. Exclaman «Hosanna» hoy, y «Crucifícale» mañana. La inestabilidad del aplauso popular es un proverbio; lo mismo puedes edificar una casa con humo que ser corroborado por la adulación de la multitud. Como el primer hijo de Adán fue llamado «Abel», o «vanidad», así también vemos que todos los hijos de Adán son abeles. 

Mentira los hijos de los notables. Por esta razón son una mentira: porque prometen mucho y, al fin, cuando se confía en ellos, sólo producen desengaños. 

Pesándolos a todos juntos en la balanza, serán más leves que un soplo. Una pluma tiene algún peso en las balanzas, la vanidad ninguno, y la confianza en las criaturas tiene menos que ésta; sin embargo, la infatuación universal de la Humanidad hace preferir un brazo de carne al poder del Creador invisible más todopoderoso; y aun los mismos hijos de Dios son propensos a tragarse esta locura. C. H. S. 

La vanidad no es nada, pero hay una condición peor que nada. La confianza en las cosas o las personas de este mundo, pero más todavía la confianza en nosotros mismos, nos llevará al final al estado en que de buena gana querremos no ser nada, y no podremos. John Donne 

Si hubiera alguno entre los hombres que fuera inmortal, no sometido al pecado, al cambio, a quien nadie pudiera vencer, sino que fuera fuerte como un ángel, el tal podría ser algo; pero en tanto que cada uno es un hombre pecador, mortal, débil, sometido a la enfermedad y la muerte, expuesto al dolor y al terror, como Faraón, incluso de los animales más insignificantes, y sometido a muchas miserias que no podemos detallar, la conclusión ha de ser ésta: «El hombre no es nada.» Arndt 

Vers. 10. No confíes en la violencia, ni en la rapiña. La riqueza mal conseguida es la confianza de los necios, porque hay una peste mortal en ella; está llena de podredumbre, huele a la maldición de Dios. C. H. S. 

El que pone su confianza para la salvación en otro excepto en Dios, no sólo pierde la salvación, sino que también roba a Dios la gloria y hace un agravio a Dios, como los malvados entre los judíos, que dijeron que en tanto que honraban y confiaban en la reina de los cielos, todas las cosas les eran prósperas, pero que cuando escucharon a los verdaderos predicadores de la palabra de Dios, todas las cosas empeoraron y fueron abrumados por la escasez y la tribulación (Oseas 2; Jeremías 44). 

Asimismo, el que pone su confianza en la ciencia o la doctrina, fuera de la Palabra de Dios, no sólo cae en el error y pierde la verdad, sino que, en cuanto a él, roba al Libro de Dios su verdad suficiente y la adscribe al libro de los decretos de los hombres; lo cual es muy equivocado y ofende a Dios y a su Libro. John Hooper 

Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas. El inclinar el espíritu inmortal a la contemplación constante de las posesiones vanas es una locura extrema. Los que llaman al Señor su gloria, ¿cómo pueden dar gloria a la tierra amarilla? La inscripción del César, ¿cómo puede privarles de la comunión con Aquel que es la imagen del Dios invisible? Tal como no hemos de reposar en el hombre, tampoco hemos de reposar en el dinero. La ganancia y la fama son sólo espuma del mar. C. H. S. 

«El afán de las riquezas» dice Valerio «estimula los corazones de los hombres como los bueyes perpetuamente aran el suelo». Hugo dice sobre Isaías: «Cuanto más profundamente son sembradas las riquezas en el corazón por el amor a ellas, más profundamente se verá éste atravesado por la pena.» Thomes Le Blanc 

¡Oh, a cuántos las riquezas les han servido como la muía de Absalón a su amo, a quien dejó colgando, en extrema necesidad, entre el cielo y la tierra, rechazado por los dos! Una chispa de fuego puede hacerlas arder, un ladrón puede llevárselas, un siervo inicuo hacerlas desaparecer, un pirata o un naufragio en el mar, un malhechor o un mal deudor en la tierra; sí, hay mil maneras en que pueden desaparecer. Son como las manzanas de Sodoma, que parecen hermosas pero se desvanecen al tacto, ilusiones áureas, un mero esquema matemático, una fantasía del cerebro del hombre (lª Corintios 7:31). Christopher Love en Un espejo de cristal 

Vers. 10-13. Nuestra evaluación del hombre depende de nuestra estimación de Dios. Augustus F. Tholuck 

Vers. 11. Dos veces la he oído yo. Ha oído dos veces en el mejor sentido: el que oye con el corazón y con los oídos. C. H. S. 

El poder es de Dios. ¿Qué necesidad hay de hacer presión sobre la gente para que lo crea? Hay una gran necesidad, porque ésta es la gran cosa que es probable que pongamos en duda en casos de dificultad. La fe nunca es abandonada hasta que el alma pone en duda el poder de Dios. Así la vida y el vigor de la fe son afectados muchísimo por la creencia en el poder de Dios. 

A Dios le desagrada, incluso en sus propios hijos, cuando su poder es puesto en duda por ellos. Por esto reprende Dios a Moisés: «¿Se ha acortado el brazo de Jehová?» (Números 11:23). Por esto también Cristo reprendió a Marta: «¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?» (Juan 11:40). Sí, Dios es tan celoso de la gloria de su poder, que ha disciplinado severamente a sus queridos hijos cuando su fe ha vacilado en este punto; vemos esto en Zacarías, quien, por dudar del poder de Dios se quedó mudo en aquel mismo momento. William Wisheart 

Vers. 11-12. Confieso que me asombra el hallar de modo tan constante en la Escritura que los escritores inspirados ponen «misericordioso» y «poderoso», «terrible» y «grande», todos juntos; lo hallaréis así en Nehemías 1:5: «Oh Señor del cielo, te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, el que guarda el pacto y la misericordia», etc. Lo tenemos también en Daniel 9:4: «Ah, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia», etc. Así, misericordioso, grande y terrible están unidos constantemente. Thomas Goodwin 

Vers. 12. Y tuya, oh Jehová, es la, misericordia. Dios está así lleno de misericordia que le pertenece a El, como si toda la misericordia del universo procediera de Dios y todavía fuera reclamada por El como su posesión. C. H. S.

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