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miércoles, 3 de junio de 2020

El Tesoro de David; Salmo 56 C.H.Spurgeon



SALMO 56

Tenemos aquí los cánticos del siervo de Dios, que se regocija una vez más por su retorno del
destierro, y abandona los lugares peligrosos en que se había visto obligado a refugiarse y callar,
incluso ante lo bueno. Hay un conocimiento tan profundo y espiritual en este Salmo, que
podríamos decir de él: «Bienaventurado eres, David Bar-jonás, porque no te lo han revelado
carne y sangre.» C. H. S.

Vers. 1. Ten misericordia de mí, oh Dios. Ésta es para mí la fuente de todo lo que espero, la
fuente de todas las promesas: Miserere mei, Deus, miserere mei. Bernard
Porque me devoraría el hombre. No es más que una criatura, un mero hombre, pero es como un
monstruo, ávido de sangre; está acechándome; no sólo para herirme, alimentarse de mi sustancia,
sino que querría devorarme, poner fin a mi vida. Las bocas abiertas de los pecadores, cuando nos
rodean en su ira, deben hacernos abrir a nosotros la boca en oración. C. H. S.

Vers. 2. Todo el día mis enemigos me pisotean. No falla nunca en ellos su apetito de sangre. 
No es posible una tregua o armisticio. Son muchos y unánimes contra mí. No puedo hacer nada para
que desistan. A menos que me devoren no estarán contentos.
Son muchos los que pelean contra mí con altivez. Porque. Los pecadores son criaturas gregarias.
Los perseguidores van en hordas. Estos lobos de la iglesia raramente vienen uno a uno. C. H. S.

Vers. 3. En el día en que tengo miedo, yo en Ti confío. David no se jactaba, no era un
fanfarrón; no dice que nunca tenía miedo; no es un estoico que no teme nada y al cual falta
ternura. La inteligencia de David le impedía adoptar una actitud de indiferencia o ignorancia; se
daba cuenta del peligro y tenía miedo. Somos hombres, y por tanto podemos ser derribados;
somos débiles, y por tanto incapaces de impedirlo; somos pecadores, y por tanto lo merecemos, y
por estas razones tenemos miedo.

Pero la condición de la mente del Salmista era compleja, pues el temor no invadía toda su mente,
porque añade: yo en Ti confío. Es posible, pues, que el temor y la fe ocuparan la mente en el
mismo momento. Somos seres extraños, y nuestra experiencia en la vida divina es todavía más
extraña. Con frecuencia nos hallamos en un crepúsculo en que la luz y las tinieblas están
presentes las dos y es difícil decir cuál de las dos predomina.
Es un temor bendito el que nos lleva a la confianza. El temor no regenerado aleja de Dios; el
temor con la gracia lleva a El. Si temo al hombre, me basta con confiar en Dios, y tengo el mejor
antídoto. C. H. S.

No hay nada como la fe para ayudar en el momento de la necesidad; la fe disuelve las dudas
como el sol la niebla. Y para que no vaciles, recuerda que el momento para creer es siempre. Hay
momentos en que algunas gracias no son usadas, pero no hay un solo momento en que podamos
decir esto de la fe. Por lo tanto, la fe debe ser ejercida en toda ocasión.
La fe es el ojo, es la boca, es la mano, y uno de ellos por lo menos es usado durante todo el día.
La fe es ver, recibir, obrar, comer; y un cristiano debe ver, o recibir, u obrar, o alimentarse todo
el día. Que llueva, que truene o relampaguee, el cristiano debe seguir creyendo. «En el
momento» -dijo el hombre buen- «en que tema, confiaré en Ti.» John Bunyan

Una chispa divina puede vivir en el humo de las dudas sin que se levante en forma de llama.
Cuando hay gracia en el fondo de la duda, habrá dependencia en Cristo y súplicas vivas a El.
 La fe de Pedro vacila cuando empieza a hundirse, pero echa una mirada y dama a su Salvador,
reconociendo su suficiencia (Mateo 14:30): «Señor, sálvame.» Stephen Charnock

Es una buena máxima con la que entrar en un mundo de peligro; una buena máxima para entrar
en el mar; una buena máxima en la tormenta; una buena máxima cuando estamos en peligro en
tierra; una buena máxima cuando estamos enfermos; una buena máxima cuando pensamos en la
muerte y el juicio. «En el día en que tengo miedo, yo en Ti confío.» Albert Barnes

Vers. 4. En Dios alabaré su palabra. La fe hace brotar las alabanzas. El que puede confiar,
pronto va a cantar. C. H. S.

No temeré; ¿qué puede hacerme el hombre mortal? Una vez mas no hemos de temer a la carne.
Nuestro Salvador (Mateo 10), tres veces, en el espacio de seis versículos, nos manda que no
temamos al hombre; si tu corazón tiembla ante él, cómo vas a comportarte en la lid contra
Satanás, cuyo meñique es mas Poderoso que los lomos del hombre? Los romanos tenían arma
proelusoria, armas para dar golpes, que usaban antes de llegar a las armas de filo.
Si no puedes aguantar los golpes de las armas contundentes del hombre, ¿qué harás cuando
tengas la espada de Satanás en tu costado? Dios considera que se le hace reproche cuando sus
hijos temen al hombre; por tanto, hemos de santificar al Señor y no temerlos a ellos. William
Gurnall

Eusebio nos cuenta que Ignacio, hallándose en manos de sus enemigos, poco antes de sufrir hizo
un notable discurso en el que presentaba un espíritu de gran elevación, por encima del mundo y
d,e sí mismo. «No me importa nada, visible o invisible, con tal que este con Cristo. Sea el fuego,
la cruz, las fieras, el quebrantamiento de huesos, el arrancar mis miembros o que trituren todo mi
cuerpo, y los tormentos de los demonios pueden venir sobre mí, con tal que tenga a Cristo.» De
Jeremiah Burroughs

El temor del hombre es un ídolo hosco con la boca sanguinolenta; ¡a muchos hombres ha
devorado y los ha pisoteado hasta el infierno! Sus ojos están llenos de odio a los discípulos de
Cristo. Hay burla y mofa en sus ojos. La risa del escarnecedor está en su garganta. Echa al suelo
este ídolo. Te impide la oración privada, el adorar a Dios en la familia, el presentar tu caso ante
los ministros, el confesar abiertamente a Cristo. Tú que has sentido el amor de Dios y su Espíritu,
desmenuza este ídolo. «¿Quién eres tú que debas tener miedo al hombre que es mortal?» «No
temas, gusano de Jacob.» «¿Qué tengo yo que ver con los ídolos?» Robert Murray M’cheyne

Vers. 5. Todos los días ellos retuercen mis palabras. Ésta es una forma común de guerrear de
los impíos. Ponen tus palabras en el potro; les extraen significados que no contienen. Así la
profecía de nuestro Salvador con referencia al templo de su cuerpo, e innumerables acusaciones
contra sus siervos que fueron basadas en tergiversaciones y hechas a propósito. Hacen esto cada
día y adquieren en ello gran destreza. Un lobo siempre puede hallar en las palabras del cordero
una razón que justifique que se lo coma. Puedes hallar que las oraciones son blasfemias si
quieres leerlas de abajo arriba o diagonalmente. C. H. S.

Todos sus pensamientos contra mí son para mal. No hay mezcla de buena voluntad que atenúe
su malicia. Tanto si le consideraban como un rey, un salmista, un hombre, un padre, un guerrero,
un paciente, lo mismo daba; lo veían todo en un cristal coloreado y no había pensamiento alguno
generoso hacia él. Incluso se esforzaban por menospreciar las acciones suyas que habían sido una bendición indudable a la comunidad. ¡Oh fuente turbia, de la cual no mana ni una gota de
agua pura! C. H. S.

Vers. 6. Se esconden. Los hombres maliciosos son cobardes.

Vers. 8. Pon mis lágrimas en tu redoma. No hay alusión a los pequeños lacrimatorios que
estaban de moda entre los romanos; es una metáfora robusta que va más lejos; los torrentes de
lágrimas que David había llorado no podían ser contenidos en una redoma. C. H. S.

Es una observación aguda la de que Dios se dice en las Escrituras tiene una bolsa y una botella;
una bolsa para nuestros pecados y una botella para nuestras lágrimas; y que deberíamos ayudar a
llenar ésta, ya que tenemos la otra. Hay una alusión aquí en el original que no se puede traducir.
John Trapp

El ungimiento con el que la mujer en la casa del fariseo ungió los pies de Cristo era precioso;
pero sus lágrimas, con las que le lavó los pies, tenían más valor que el nardo. Abraham Wright

Vers. 9. El día en que yo clame. El clamor de la fe y la oración a Dios es más temido por
nuestros enemigos espirituales que el grito de guerra de los indios por sus enemigos. Adam
Clarke

Vers. 13. Para que ande delante de Dios en la luz de los que viven. Aquí se alcanza el grado
más elevado de la ambición del hombre: el residir con Dios, el andar con justicia delante de El, el
regocijarse en su presencia y en la luz y gloria suyas. C. H. S.

sábado, 26 de diciembre de 2015

La Biblia: La voz de Dios hoy

Leer | 2 Timoteo 3.16

Dios habló en los tiempos bíblicos de muchas maneras dramáticas. Pero, a pesar de que el Señor sigue hablando hoy, sus métodos han cambiado. Por tanto, no podemos esperar que hable con voz audible o que envíe a un mensajero angelical cad­a vez que tenga algo que decir. Debemos aprender a percibir su voz hoy.

El Padre celestial nos habla principalmente por medio de su Palabra escrita: En la Biblia tenemos su revelación completa. No le falta nada que debamos añadirle. ¿Por qué razón? Porque Él ya ha revelado perfectamente su Palabra a quienes dirigió para que la escribieran. Este no es un libro escrito por seres humanos, pues el Espíritu Santo inspiró literalmente su verdad en la mente de hombres fieles, para que pudieran ponerla por escrito (2 Ti 3.16).

La Biblia es la manera que tiene Dios de hablarle a nuestras necesidades, inquietudes, angustias y preocupaciones. Muchas veces, cuando tenemos problemas, vamos aquí o allá para hablar con un amigo o un consejero. Todo eso está bien y es bueno, y es verdad que el Padre nos habla a través de personas piadosas. Pero es a su Palabra donde debemos acudir primero.

El Señor nos ha dado este Libro para que­ podamos conocer su voluntad, lo cual exige que sistemáticamente dediquemos tiempo a su Palabra. Si usted abre la Biblia solo cuando tiene una pregunta o una emergencia, nunca tendrá una visión amplia de lo que Dios quiere decirle.

La Biblia es un tesoro de los pensamientos de Dios. Dedíquele tiempo cada día, comenzando hoy, para encontrar en ella nuevas verdades y discernimiento para la vida.

lunes, 4 de febrero de 2013

Tesoros de David, Salmos 47; de Charles Spungeon



Título: «Al músico principal.» Hay muchos cánticos dedicados a este director del coro, pero no le sobraban. El servicio de Dios es un deleite tal que nunca puede cansarnos; y lo mejor del mismo, el canto de sus alabanzas, es tan placentero que podemos sacar mucho gozo del mismo.
Nuestro oído se ha acostumbrado al sonido de las composiciones de David, y estamos totalmente seguros que lo tenemos en este Salmo. Todo experto podría descubrir aquí el autógrafo del hijo de Isaí sin temor a equivocarse.
Algunos han aplicado este Salmo a la ascensión de Cristo, pero habla de su segunda venida. El Poderoso está sentado pacíficamente en su trono. Se nos indica el Salmo 45. Andrew A. Bonar

Vers. 1. Pueblos todos, batid palmas. La más natural y más entusiástica de las muestras de ensalzamiento que usamos ante las victorias del Señor y su reino universal. Nuestro gozo en Dios puede ser demostrativo, y, con todo, El no lo censura.
El gozo se extiende a todas las naciones; Israel puede llevar la batuta, pero todos los gentiles han de seguir en la marcha de triunfo, porque tiene una parte igual en este reino en que no hay ni judío ni griego, sino Cristo en todos. C. H. S.
Pueblos todos, batid palmas; aclamad a Dios con gritos de júbilo. Esto hay que hacerlo:
1) Alegremente: Batid palmas, porque esto es una señal de gozo interior (Nahum 3:19).
2) Universalmente: «Batid palmas, pueblos todos.»
3) Vocalmente: Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
4) Frecuentemente: Cantad a Dios, cantad; cantad a nuestro RQV cantad (v. 6); y de nuevo: cantad con destreza (v. 7). No es posible excederse con la frecuencia. 5) Con discreción y entendimiento: «Cantad vuestras alabanzas con entendimiento»; sabiendo la razón por la que le alabáis. Adam Clarke
Estas expresiones son de afecto piadoso y devoto, que a algunos les pueden parecer impropias o irreverentes, pero que no deben ser censuradas ni condenadas, y mucho menos ridiculizadas; porque salen de un corazón recto, Dios las acepta por el afecto, y excusa la debilidad de su expresión. Matthew Henry

La voz de la melodía no es tanto para ser pronunciada por la lengua como por las manos; esto es:
son nuestros hechos, no nuestras palabras, los que alaban aquí a Dios. Del mismo modo que vemos el ejemplo en El, al que hemos de seguir: «Jesús empezó a hacer y a enseñar.» J. M. Neale

Vers. 2. Porque Jehová. El que existe por sí mismo, el único Dios -el Altísimo- el que es omnipotente, alto en dominio, eminente en sabiduría, elevado en gloria- es temible.
Omnipotencia para aplastar, Omnipotencia para proteger.
Rey grande sobre la tierra. Nuestro Dios no es una divinidad local; rige el universo en su infinita majestad, árbitro del destino, el único monarca de todas las tierras, Rey de reyes y Señor de señores. No se excluye de su dominio ni una aldea ni una islita. ¡Qué tiempo tan glorioso será cuando esto sea visto y conocido por todos, cuando en la persona de Jesús toda carne contemplará la gloria del Señor!

Vers. 4. Él nos elegirá nuestras heredades. Nos sometemos a su voluntad, nuestra elección, nuestro deseo, nuestro todo. Nuestra heredad aquí y después la dejamos a El, que El haga con nosotros según le parezca. C. H. S.
Se dice que a una mujer, estando enferma, le preguntaron si quería vivir o morir, y contestó: «Lo que plazca a Dios». «Pero» dijo uno» «si Dios lo pusiera en tus manos, ¿qué escogerías?»
«Verdaderamente» -replicó la mujer-, «se lo devolvería para que Él decidiera.»
Así el hombre recibe su voluntad de Dios si se le somete del todo. No hemos de alterarnos por no recibir más de Dios, pero hemos de preocuparnos por no hacer más por Dios. Cristianos, si el Señor se complace en vosotros como personas, ¿no deberíais estar complacidos con vuestras condiciones? Hay más razón para que estés contento con ellas que no para que El esté contento contigo.
Los creyentes deberían ser como ovejas, que cambian sus pastos según la voluntad del pastor; o como vasijas en casa, que están llenas o vacías según el placer de su dueño. El que navega en el mar de este mundo por su cuenta va a hundirse al fin en un océano sin fondo. William Secker
Es posible que seas piadoso y pobre. Está bien; pero puedes decir, caso de no ser pobre, ¿querrías ser piadoso? Sin duda Dios nos conoce mejor que nosotros a nosotros mismos y, por tanto, puede adecuar mejor el estado a la persona. Giles Fletcher
La gloria de Jacob, al cual amó. Nuestra hermosura, nuestra gloria, nuestro tesoro, consiste en tener un Dios así en quien confiar, un Dios que nos ama.

Vers. 5. Sube Dios entre aclamaciones. La fe oye al pueblo que ya está aclamando. La orden del primer versículo aquí pasa a ser un hecho. La lucha ha terminado, el vencedor asciende en su carro triunfal, y avanza hacia las puertas de la ciudad que está resplandeciendo por el gozo de su regreso.

Las palabras son plenamente aplicables a la ascensión del Redentor. No dudamos de que los ángeles y los espíritus glorificados le dieron la bienvenida con aclamaciones. El que no vino sin cánticos, ¿podemos imaginamos que regresará en silencio?
Acompañado del sonido de trompeta. Jesús es Jehová. El sonido vibrante y gozoso de la trompeta corresponde al esplendor de su triunfo.

Vers. 7. Porque Dios es el Rey de toda la tierra. Los judíos del tiempo de nuestro Salvador estaban resentidos por esta verdad, pero si sus corazones hubieran sido rectos se habrían regocijado en ella. Preferían guardarse a su Dios para ellos solos, y ni aun permitían a los perros gentiles que comieran las migajas bajo su mesa. ¡Ay!, que el egoísmo torna la miel en hiel.
Cantad a Dios con destreza. Es de temer se refiere a la forma en que algunos cantan, que es ruido más bien que sonido, pues consideran que con tal que se oiga ya basta. Por otra parte, cuando se presta atención extrema a la mera música, nos causa tristeza que el significado no tenga efecto sobre ellos. No es un pecado alegrar los oídos con sonidos dulces cuando adoramos al Señor.
Pero, ¿qué tiene que ver el deleite de órganos, cánticos y música especial con la devoción? ¿No confundimos aquí los efectos físicos con los impulsos espirituales? ¿No se ofrecen a Dios acordes destinados a la diversión humana más que a la aceptación divina? Y el entendimiento iluminado por el Espíritu Santo es el único que puede ofrecer alabanza digna. C. H. S.
El no entender lo que cantamos dice poco a nuestro espíritu; es descuido o dureza de corazón; es un servicio impropio. ¿Por qué cantar en lengua extraña como hacen los romanistas? Dios no desea un servicio que nosotros no entendemos. Una de las primeras cosas creadas fue la luz, y ésta ha de hallarse en cada uno de nuestros deberes. John Wells

Vers. 8. Se sentó Dios sobre su santo trono. Inconmovible, Él ocupa un trono no disputado; sus decretos, actos y órdenes son la misma santidad. ¿Qué trono hay semejante a éste? Nunca fue manchado por la injusticia o contaminado por el pecado. Y el que está sentado en él no desmaya ni vacila. Está sentado en serenidad, porque conoce su poder y ve que su propósito se realizará.
Aquí tenemos bastantes razones para el cántico santo. C. H. S.

domingo, 19 de febrero de 2012

Génesis 19; Comentario Bíblico de Matthew Henry


Versículos 1—29. Destrucción de Sodoma y liberación de Lot.
30—38. Pecado y desgracia de Lot.

Vv. 1—29. Lot era bueno pero no había nadie más del mismo carácter en la ciudad. Toda la gente de Sodoma era muy mala y vil. Por tanto, se tomó el cuidado de salvar a Lot y su familia. —Lot se demoró, actuó frívolamente. Así pues, muchos que están convictos de su estado espiritual y de la necesidad de un cambio, difieren esa obra necesaria. La salvación de los hombres más justos es de la misericordia de Dios, no por sus propios méritos. Somos salvados por gracia. El poder de Dios debe también reconocerse al sacar almas de un estado de pecado. Si Dios no hubiera sido misericordioso con nosotros, nuestra demora hubiera sido nuestra ruina. —Lot debe correr por su vida. Él no debe anhelar Sodoma. Se dan órdenes como estas a quienes, por medio de la gracia, son librados de un estado y condición de pecado. No volváis al pecado ni a Satanás. No descanséis en el yo ni en el mundo. Acudid a Cristo y al cielo, pues eso es escapar a la montaña, no debiendo deteneros antes de llegar. En cuanto a esta destrucción, obsérvese que es una revelación de la ira de Dios contra el pecado y los pecadores de todas las edades. Aprendamos de aquí lo malo de pecar y su naturaleza dañina; conduce a la ruina.

Vv. 30—38. Véase el peligro de la seguridad. Lot, que se mantuvo casto en Sodoma, que se lamentaba de la maldad del lugar, y era un testigo contra ella, cuando está solo en la montaña y, según creía, fuera de la tentación, es vencido vergonzosamente. Aquel que piensa que está alto y firme, cuídese que no caiga. Véase el peligro de la embriaguez; no solamente es un gran pecado en sí misma, sino que lleva a muchos pecados, los cuales producen heridas y deshonra perdurables. Muchos hombres cuando están ebrios hacen aquello que, cuando están sobrios, no podrían pensar sin horrorizarse. —También véase el peligro de la tentación, aun de parte de parientes y amistades, a quienes amamos y estimamos, y esperamos bondad de parte de ellos. Debemos temer una trampa, donde estemos y siempre estar en guardia. No puede haber excusas para las hijas ni para Lot. Difícilmente puede darse razón del asunto, salvo esta: el corazón es engañoso más que todas las cosas y perverso: ¿quién lo conoce? Por el silencio de las Escrituras sobre Lot de ahí en adelante, apréndase que la ebriedad, así como hacer olvidadizos a los hombres, también hace que sean olvidados.

martes, 17 de enero de 2012

Tesoros de David: Salmo 35 Charles Spurgeon


Título: «Salmo de David». Esto es todo lo que sabemos sobre el Salmo, pero la evidencia interna parece establecer la fecha de la composición en los tiempos turbulentos en que Saúl perseguía a David por montes y valles, y cuando los que halagaban al rey cruel calumniaban al objeto inocente de su ira; o puede referirse a los días desasosegados de las insurrecciones frecuentes que tuvieron lugar en la ancianidad de David. Todo el Salmo es una apelación al cielo hecha por un corazón osado y una conciencia clara, irritada desmesuradamente por la opresión y la malicia.
Sin la menor duda, el Señor de David se puede ver aquí con el ojo espiritual. C. H. S.
Bonar titula este Salmo «La terrible declaración del Justo con respecto a los que le aborrecen sin causa», y hace los siguientes comentarios: «En aquel día, cuando nuestras ideas de la justicia serán mucho más claras y plenas que ahora, entenderemos cómo pudo Samuel descuartizar a Agag, y los ejércitos piadosos exterminar en Canaán a hombres, mujeres y niños por las órdenes de Dios. Podremos, no sólo estar de acuerdo plenamente en la sentencia: "Sean confundidos",etc., sino aun cantar: "Amén, Aleluya’ sobre el humo del tormento» (Apocalipsis 19:1, 2)
Deberíamos en alguna medida ser capaces de aplicarnos cada versículo ae este Salmo a nosotros mismos en el espíritu en que habla el Juez, sintiéndonos sus asesores en la acción de juzgar al mundo (1ª Corintios 6:2), pues, de todos modos, es algo que tendremos que hacer cuando lo que aquí está escrito tenga su cumplimiento. Andrew A. Bonar

Vers. 1. Pleitea, oh Jehová, con los que contra mí contienden. ¿Te condena el mundo por tu celo en el servicio de Dios? ¿Amontona reproche y desprecio sobre ti por tu cuidado en seguir obrando el bien? ¿No se sonroja al imputarte toda clase de falsedades, con hipocresía farisaica?
¡Oh!, pero si tu conciencia no te condena en lo más mínimo, si te sientes confirmado por la santa Palabra de Dios, si tu objetivo es su gloria al proseguir en tu propia salvación, y no te asocias con los que perturban la iglesia, sigue adelante, buen cristiano, en la práctica de la piedad, no te desanimes en tus laudables esfuerzos, sino recuerda con consuelo que el Señor es tu Juez (1ª Corintios 4:4). Isaac Craven, Sermón

Vers. 3. Blande la lanza, y cierra contra mis perseguidores. El detener el tumulto es un verdadero acto de bondad. Lo mismo que un guerrero valiente con su lanza detiene a una hueste hasta que su hermano más débil ha podido escapar, así el Señor a menudo detiene a los enemigos del creyente hasta que el hombre bueno ha recobrado aliento y ha escapado de la mano de sus
enemigos. C. H. S.
Di a mi alma: Yo soy tu salvación. Observa que la salvación puede ser asegurada al hombre.
David nunca oraba por aquello que era imposible, ni Pedro nos encomienda un deber que no tiene la posibilidad de ser ejecutado. «Aseguraos de vuestra elección» (2ª Pedro 1:10).
Y para detener los aullidos y vociferación de los adversarios, Pablo lo demuestra directamente:
«Examinaos a vosotros mismos para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis bien a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros? A menos que estéis
reprobados» (2ª Corintios 13:5). Por tanto, podemos saber si Cristo está en nosotros. Si Cristo está en nosotros, nosotros estamos en Cristo; si estamos en Cristo, no podemos ser condenados, pues leemos en Romanos 8:1: «Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.» Thomas Adams
Si Dios nos da consuelo, ruge de horrores el infierno. No hay aflicción como la aflicción del alma; ni consolación como la consolación del alma... Que esto nos enseñe a sacar mucho de este «mi». La seguridad de que Dios va a salvar a algunos la tienen bien clara los demonios. Los mismos reprobados pueden creer que hay un libro de elección; pero Dios nunca les ha dicho qué nombres hay escritos allí. El mendigo hambriento, en la casa del festín, huele desde la puerta, pero el dueño no le dice: «Esto está provisto para ti».
La hermosura de esta excelente ciudad de Jerusalén, edificada de zafiros, esmeraldas, crisólitos y otras piedras preciosas, cuyos fundamentos y paredes son de oro (Apocalipsis 21), no da
consuelo al alma a menos que pueda decir: «Yo tengo una mansión en ella.» Los méritos suficientes de Cristo no tienen valor para ti a menos que sea tu Salvador. El mundo falla, la carne
falla, el diablo mata. Sólo el Señor salva. ¿Cómo? Salvación. Algo especial; todo hombre la desea. «Te daré un señorío» dijo Dios a Esaú-. «Te daré un reino» dijo Dios a Saúl». «Te daré un
apostolado» dijo Dios a Judas-. Pero «Seré tu salvación» Él lo dice a David, y sólo a los santos. Condensado de Thomas Adams

Vers. 4. Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida. No hay malicia aquí; el calumniado simplemente anhela justicia, y la petición es natural y justificada. Guiado por el buen Espíritu de Dios, el Salmista predice la confusión eterna de todos los que aborrecen a los justos.
Un desengaño terrible será para la porción de los enemigos del evangelio, y el cristiano de corazón más tierno no puede desear otra cosa mirando a los pecadores como hombres, los amamos y queremos su bien, pero considerándolos como enemigos de Dios, no podemos pensar en ellos sino detestándolos y deseando lealmente que sean confundidos’ en sus añagazas.
Ningún ciudadano leal puede desear bien a los rebeldes. La sentimentalidad enfermiza puede objetar al lenguaje recio que se usa aquí, pero en sus corazones todos los hombres de bien desean la confusión de los inicuos. C. H. S.

Vers. 4, 8, 26. ¿Cómo podemos considerar estas oraciones como teniendo por objetivo la venganza? Las hallamos principalmente en cuatro Salmos: el siete, treinta y cinco, sesenta y
nueve y ciento nueve, y las imprecaciones en ellos forman una culminación terrible. En el último no hay menos de treinta anatemas. ¿Son estos anatemas sólo estallidos de sentimiento o pasión no santificada, o bien son la expresión legítima de una indignación justa? Una conmiseración mal informada sabemos bien que ha llevado a muchas personas a abstenerse de leer estos Salmos en absoluto.
Ahora bien, la fuente real de la dificultad se halla en que no observamos ni distinguimos la diferencia esencial entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La antigua dispensación era en todo sentido más severa que la nueva. El espíritu de Elías, aunque no era un espíritu malo, no era el espíritu de Cristo. «El Hijo del Hombre no vino para destruir las vidas de los hombres, sino para salvarlas» (Lucas 9:56). J. J. Stewart Perowne

David sentía el mismo deseo de venganza de todo personaje público típico que pueda ser nombrado. Su conducta en relación a Saúl, desde el principio al fin, desplegó un espíritu
singularmente noble, muy alejado del deseo carnal de venganza; y la mansedumbre con que soportó los reproches acerbos de Siemeí, da testimonio del mismo espíritu después de su acceso
al trono...
Puede afirmar con respecto a sus enemigos implacables: «Oh Señor, si yo he hecho esto; si hay iniquidad en mis manos; si he dado mal pago al que estaba en paz conmigo (sí, he librado a aquel que sin causa es mi enemigo), que el enemigo persiga mi alma y la tome; sí, que pisotee mi vida sobre la tierra» (Salmo 7:3-5).
Sin duda, hemos de pensar dos veces antes de interpretar estas imprecaciones en formas totalmente incompatibles con estas apelaciones, pronunciadas casi juntamente con ellas. William
Binnie D. D.

Vers. 7. Porque sin causa me tendieron una trampa; sin causa cavaron hoyo para mi alma. David afirma dos veces en un versículo que sus adversarios han tramado contra él sin causa. El cavar hoyos y tender redes requiere tiempo y trabajo, y las dos cosas las hacen los inicuos, contentos con tal de ver derribado al pueblo de Dios.

Vers. 8. Sobre cada uno de ellos caiga de improviso la ruina, lo prenda la misma red que escondió, y en su fosa se hunda. Aquí vemos una lex talionis de Dios que a menudo obra sorpresas. Los hombres ponen trampas, y se les quedan agarrados los dedos en ellas. Tiran piedras, y éstas caen sobre sus cabezas. ¡Con qué frecuencia Satán se equivoca y se quema los
dedos en sus propios carbones!
Esta, sin duda, será una de las agravaciones del infierno, que los hombres se atormentarán a sí mismos con lo que un día acostumbraban maquinar en sus mentes rebeldes. Maldicen, y son
maldecidos; tiran coces contra el aguijón, y se desgarran las carnes; dejan caer diluvios de fuego, y ellos son los que se queman por dentro y por fuera. C. H. S.
Al dar bastante cuerda a Ahitófel, el Señor preservó a David de perecer. ¿Quién no admira que Goliat fuera muerto con su propia espada, y que el orgulloso Naamán sostuviera el estribo de
Mardoqueo y fuera el heraldo de su honor? El malvado será derrotado en sus propios actos; todas las flechas que dispara contra el justo caerán sobre su propia cabeza.
Majencio construyó un puente falso para que Constantino se ahogara en él, pero fue él quien pereció ahogado. Enrique III de Francia fue apuñalado en la misma estancia en que colaboró para organizar la cruel matanza de los protestantes franceses. Y su hermano, Carlos IX, que se deleitaba en la sangre de los santos, tuvo que beber sangre hasta la saciedad. Condensado de
Thomas Brooks

Vers. 11. Se levantan testigos malvados. Ésta es una de las argucias de los impíos, y no hemos de maravillarnos de que la usaran contra nuestro Señor y contra nosotros. Para agradar a Saúl, siempre había hombres que eran bastante ruines para calumniar a David.
Me acusan de cosas que ni sé. No tenía la menor idea de la sedición; era leal, más de lo que debía, y le acusaban de conspirar contra el ungido del Señor. No sólo era inocente, sino que ni aun tenía idea de la acusación. Es bueno que nuestras manos sean tan limpias que no haya rastro de suciedad en ellas. C. H. S.
Dirás: «¿Por qué permite Dios que los malvados acusen a los fieles de tales cosas cuando son inocentes? Si Dios quisiera podría impedirlo, y cerrar la boca de los malvados para que no
pudieran hablar en contra de sus hijos.»
Respuesta: Como todas las cosas obran para bien de los que aman a Dios, también resulta esto para el bien del pueblo de Dios. Dios lo permite para el bien de su pueblo, y de esta manera
frustra las esperanzas de los malos: ellos intentan mal contra los buenos, y Dios lo dispone para bien. Como dijo José a sus hermanos: «Intentasteis este mal contra mí, pero Dios lo ha dispuesto para el bien.»
Hay un bien cuádruple que Dios saca de ello para su pueblo.
Primero: por este medio Dios los humilla, y hace que examinen lo que hay malo en ellos.
Segundo: por este medio Dios les pone de rodillas con más frecuencia, para que le busquen para abogar su causa y para clarificar su inocencia. ¡Cuántas veces habló el profeta a Dios cuando los malvados le acusaban falsamente!
Tercero: Dios usa el reproche de los malos como una medicina preventiva contra el crimen de que los malos les acusan. Los fieles tienen una naturaleza no renovada, así como la renovada, y si Dios los dejara siempre a sí mismos, ellos no son sus guardadores apropiados para que no cayeran en el pecado del cual los malos los acusan; y todo hombre o mujer piadoso puede decir cuando se le acusa falsamente: «Es por la misericordia de Dios que no he caído en este pecado de que me acusan.»
Cuarto: Dios, por este medio nos enseña cómo juzgar a los demás cuando se nos acusa falsamente. En el futuro no van a escuchar los falsos informes sobre sus prójimos; se asegurarán de la verdad antes de creerla, y sabrán cómo consolar a otros que se hallen en condiciones semejantes. Sermón de Zephaniah Smyth
Vers. 12. Me devuelven mal por bien. Por el bien que David había hecho al matar a Goliat, al matar a sus diez mil filisteos, y con ello salvar a su rey y a su país, Saúl y sus seguidores le tenían envidia e intentaban matarle; así nuestro Señor Jesucristo, por todo el bien que había hecho a los judíos, curando sus cuerpos y enfermedades y predicando el evangelio para beneficio de sus almas, fue premiado con reproches y persecuciones, y al final con la muerte de oprobio en la cruz; y lo mismo le sucede a su pueblo; pero éste es un mal que no quedará sin castigo (ver Proverbios 17:13 ). John Gill
Y mi oración regresó a mi propio seno. La oración nunca se pierde; si no bendice a aquellos por quienes hemos intercedido, por lo menos bendice a los intercesores. Las nubes no siempre dejan caer la lluvia sobre el mismo lugar de donde asciende el vapor, sino que riegan otro lugar; y, aun así, las súplicas de uno u otro lugar producen lluvias de misericordia. Si nuestra paloma no halla descanso para su pie entre nuestros enemigos, volará a nuestro pecho y traerá consigo una ramita de paz en su boca. C. H. S.

Vers. 14. Su madre. Cuando le preguntaron a Mahoma qué relación tenía más fuerza para su afecto y respeto, contestó: «La madre, la madre, la madre.»

Vers. 15. Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron. Se alegraron cuando cojeaba. Mi cojera era divertida para ellos. El peligro estaba cerca, y ellos cantaban sobre mi derrota inminente. ¡Qué contentos están los malvados al ver a un buen hombre que cojea! C. H. S.
No te gloríes en la desgracia de tu prójimo. Muchos se regocijan en los sufrimientos de los
demás. Los que se regocijan en los sufrimientos de los otros están enfermos de la enfermedad del diablo; pero el Señor libre nuestras almas de esta enfermedad. No hemos de orar para que
lluevan calamidades ni decir con Clemente el agnóstico: «Dame calamidades para que me gloríe en ellas.» No puede haber mayor evidencia de un corazón malvado que el que se alegre de la
desgracia de otros. «El que se alegra de las calamidades (esto es, de las de los otros) no quedará sin castigo» (ver Proverbios 17:5). Thomas Brooks
¡Maravillosa es esta profecía de la cruz!, sólo aventajada, silo es, por el Salmo veintidós.
Todavía más cerca de la historia si leemos la Vulgata: «Los azotes fueron todos recogidos sobre mí.» Incluso así, oh Señor Jesús, los que araban tu espalda hicieron profundos surcos en ella; preciosos surcos para nosotros, que son sembrados con paciencia para la vida presente y gloria para la venidera; en que hay sembrada esperanza que no avergüenza y amor que las muchas aguas no pueden apagar. Luis De Granada
Se juntaron contra ml gentes despreciables. ¡Qué unánimes son los poderes del mal; de qué buen grado los hombres sirven al diablo y ninguno renuncia a su servicio porque no están dotados de suficiente capacidad!
Me despedazaban sin descanso. Es tal la afición de los malvados a desgarrar y hacer trizas la reputación de un buen hombre que, cuando se ocupan en ello, se resisten a abandonar la tarea.
Una jauría de perros despedazando su presa no es nada comparado con un grupo de chismosos magullando la reputación de un hombre digno. El que los que aman el Evangelio en estos días no
sean descuartizados como en los antiguos tiempos de la reina Mary, hay que atribuirlo a la providencia de Dios más bien que a la bondad de los hombres.

Vers. 16. Como lisonjeros escarnecedores y truhanes, crujieron contra mí sus dientes. ¡Nuestro Señor podría haber usado las palabras de estos versículos! No olvidemos el ver aquí al
despreciado y rechazado entre los hombres en un retrato de tamaño natural. El Calvario y la turba inicua alrededor de la cruz parecen hallarse delante de nuestros ojos. C. H. S.
Algunos no pueden divertirse como no sea a costa de las Escrituras; si quieren jolgorio, ¡el tema de sus discursos ha de ser los san-tos!; su anhelo es hacer burlas profanas sobre la Palabra de Dios; su pasatiempo preferido es éste mientras van bebiendo cerveza en la taberna. ¡Qué bien preparadas tienen sus reflexiones rebeldes; han aprendido este lenguaje de sus padres, son acusadores de los hermanos; sus palabras dan evidencia de que pertenecen al infierno! Oliver Heywood

Vers. 17. Señor, ¿hasta cuándo verás esto? ¿Por qué eres un mero espectador? ¿Por qué descuidas a tu siervo? ¿Eres indiferente? ¿No te afecta el que perezcamos? Así podemos razonar con el Señor. El nos permite que llevemos hasta este punto de familiaridad.

Vers. 18. Te confesaré en gran congregación. La mayoría de los hombres publica sus agravios; los buenos proclaman sus misericordias.

Vers. 19. No se alegren de mí mis pérfidos enemigos, ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo. Tu causa aborrecida es el blanco de los inicuos; el sufrimiento sin causa es la porción de los justos. C. H. S.

Vers. 21. Dijeron: ¡Ja, ja, nuestros ojos lo han visto!, contentos de hallar una falta o un infortunio o de jurar que han visto mal allí donde no lo había. La malicia sólo tiene un ojo; es ciega para la virtud de su enemigo. Los ojos generalmente pueden ver lo que desea ver el corazón. Un hombre
con una mota en el ojo ve una mancha en el. ¡Son semejantes a un asno que rebuzna sobre el infortunio de otro! Son como el diablo cuando ríe como una hiena por el resbalón de un hombre
bueno. C. H. S.

Vers. 23. Dios mío y Señor mío. La exclamación de Tomás cuando vio las heridas de Jesús. Si es que no consideraba que nuestro Señor era divino, entonces tampoco aquí adscribe David
divinidad a Jehová, porque no hay diferencia en las expresiones, excepto en el orden de las palabras y la lengua en que fueron pronunciadas; el significado es idéntico.
¡Qué palabras son éstas! Dos ojos que ven a Jehová en dos aspectos, pero, siendo El uno, lo captan con las dos manos en un doble «mío» para el corazón; porque la palabra es una y la
misma, por la que se inclinan y arrodillan para adorarle con la más humilde reverencia.
Bien podía Nouet, en su exposición de las palabras como las usa Tomás, exclamar: ¡Oh dulce palabra, la diré toda mi vida; la diré en la hora de la muerte; la diré en la eternidad! C. H. S.

Vers. 27. Sea exaltado Jehová, que se complace en la paz de su siervo. Los romanos, cuando estaban en un gran apuro, no tenían inconveniente en sacar las armas del templo de sus dioses
para luchar contra sus enemigos y vencerlos.
Así, cuando el pueblo de Dios está apurado por causa de las aflicciones y persecuciones, las armas que han empleado han sido oraciones y lágrimas, y con ellas vencen a sus perseguidores. Thomas BROOK

Vers. 28. Mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día. Veo que he hecho un discurso algo largo; estáis cansados. ¿Quién puede resistir la alabanza a Dios todo el día? Voy a sugerir un remedio para que podáis alabar a Dios todo el día si queréis. Hagáis lo que hagáis, hacedlo bien y, con ello, alabaréis a Dios. Agustin
Algunos pecadores se halagan de que ya se han convertido. Se sientan y descansan en una esperanza falsa, persuadiéndose de que todos sus pecados están perdonados, que Dios les ama, que irán al cielo cuando mueran, y que no tienen que preocuparse más. «Porque dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un
desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo» (Apocalipsis 3:17). Condensado de Jonathan Edwards

domingo, 4 de diciembre de 2011

Salmo 33; Tesoros de David; Charles Spungeor


Título: Este canto de alabanza no tiene título o indicación de autor; «nos enseña» dice Dickson-
«a ver las sagradas Escrituras como totalmente inspiradas por Dios, y no atribuirles valor según escritores de las mismas».
La alabanza de Jehová es el motivo de este cántico sagrado. C. H. S.
¡De qué modo tan absurdo tratan los filósofos el origen del mundo! ¡Qué pocos han razonado de modo sistemático sobre este tema tan esencial! Nuestro profeta resuelve la importante cuestión con un solo principio; y lo que es más notable: este principio, que es expresado noblemente, lleva consigo la evidencia más clara.
El principio es: «Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca»

(vers. 6). Esta es la explicación más racional que se ha dado nunca de la creación del mundo. El mundo es la obra de una voluntad eficiente por si misma, y este principio solamente puede explicar su creación.
La doctrina de la providencia expresada en estas palabras: «Dios considera las obras de los habitantes de la tierra» es una consecuencia necesaria de su principio «Dios formó sus
corazones»; y este principio es una consecuencia necesaria de lo que el Salmista había indicado antes como explicación del origen del mundo.
Una de las objeciones más especiosas que se han opuesto nunca a la doctrina de la providencia es el contraste entre la grandeza de Dios y la pequeñez del hombre. ¿Cómo puede una criatura tan
insignificante como el hombre ser objeto del cuidado y atención de un ser tan magnífico como Dios.
No hay objeción que pueda ser más especiosa o, en apariencia, más invencible. La distancia entre el insecto más rudimentario y el monarca más poderoso, que pisa y aplasta a los reptiles sin la menor consideración para ellos, es una imagen muy imperfecta de la distancia entre Dios y el hombre. Lo que prueba que estaría por debajo de la dignidad del monarca el observar los movimientos de las hormigas, o gusanos, e interesarse en sus acciones y castigarías o premiarías,
parece demostrar que Dios se degradaría si observara, dirigiera, castigara o premiara a la Humanidad, que es infinitamente inferior a El.
Pero con un hecho basta para contestar esta objeción especiosa: esto es, que Dios ha creado a la Humanidad. ¿Se degrada Dios más al gobernar que al crear a la Humanidad? James Saurtn

Vers. 1. Alegraos, oh justos, en Jehová. El gozarse en las comodidades temporales es peligroso; gozarse por si mismo es necio; gozarse en el pecado es fatal; pero gozarse en Dios es celestial.
Quien quiera tener el cielo dos veces, tiene que empezar ya aquí a gozarse como los de allá. C.H.S.
El verbo hebreo, según los etimólogos, originalmente significa «danzar de gozo», y por tanto es una expresión muy fuerte de viva exultación. J. A. ALEXANDER
No os gocéis en vosotros mismos, porque no es seguro, sino gozaos en el Señor. Agustin
A los rectos les va bien la alabanza. La alabanza no va bien a los cantantes profesionales no perdonados; es como zarcillo de oro en la nariz del cerdo. Los corazones torcidos aman la
música torcida, pero los rectos tienen su deleite en el Señor. La alabanza es el vestido de los santos en el cielo; es apropiado que se lo prueben aquí abajo. C. H. S.
La alabanza no va bien, a menos que se sea piadoso. La alabanza en la boca del pecador es como un oráculo en la boca de un necio: ¡Qué poco apropiada es para él la alabanza de Dios si su vida deshonra a Dios! Thomas Watson
Agrada a Dios aquel cuyo agrado está en Dios. Agustín

Vers. 3. Cantadle. Cantar es la música de los santos.
1. Han ejecutado este deber en grandes números (Salmos 147:1,2).
2. En sus mayores apuros (Isaías 26:19).
3. En sus mayores luchas (Isaías 42:10, 11).
4. En sus mayores liberaciones.
5. En sus mayores abundancias (Isaías 65:14).John Wells
Hacedlo bien. Es lamentable escuchar alabanzas a Dios hechas descuidadamente. Todo cristiano debe esforzarse por cantar según las reglas del arte, de modo que cante a compás y afinando con toda congregación. Las melodías más dulces y las voces más dulces, con las palabras más dulces, son todas ellas poco para el Señor nuestro Dios; no las ofrezcamos de modo discorde y desagradable. C. H. S.
Tañendo con júbilo. La buena voluntad y el corazón han de ser conspicuos en la alabanza divina.
Hay que cantar con ánimo, no languideciendo y arrastrándose. No es que el Señor no quiera oírnos si no lo hacemos de modo vivo y bien alto, pero no es el modo natural para una gran
exultación. Los hombres gritan a la vista de sus reyes; ¿no vamos a ofrecer hosannas con júbilo al Hijo de David? C. H. S.

Vers. 4. Porque recta es la palabra de Jehová, y toda su obra es hecha con fidelidad. Dios escribe con una pluma que no hace borrones, habla con una lengua que nunca se traba, obra con una
mano que nunca falla. ¡Bendito sea su Nombre!

Vers. 5. De la misericordia de Jehová está llena la tierra. Venid aquí, astrónomos, geólogos, naturalistas, botánicos, químicos, mineros, sí, todos los que estudiáis las obras de Dios, porque lo que tenéis que contarnos confirma esta declaración. Desde el animálculo que piruetea en el rayo
de sol, al leviatán en el océano, todas las criaturas deben su abundancia al Creador. Incluso el desierto sin caminos contiene algunas misericordias no descubiertas, y las cavernas del océano esconden tesoros de amor. La tierra podría haber estado llena de terror lo mismo que de gracia, pero abunda en toda clase de bondades.
El que no puede verlo y, con todo, vive en ella como el pez en el agua, merece morir. Si la tierra está llena de misericordia, ¿de qué ha de estar lleno el cielo? C. H. S.

Vers. 6. Es interesante notar la mención del Espíritu en la cláusula: y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. La palabra aliento es la misma que se traduce en otros puntos por «Espíritu». Así, las tres personas de la Divinidad se unen al crear las cosas. ¡Qué fácil para el Señor hacer los astros más poderosos y los ángeles más gloriosos! Una palabra, un aliento, pudo hacerlo. Fue tan fácil para Dios crear el universo como para el hombre respirar; no, más fácil aún, porque el hombre respira no de modo independiente, sino que pide prestado aliento de sus narices a su Hacedor.
Vers. 7. Él junta como montón las aguas del mar. El pone en depósitos los abismos. Es posible que el texto se refiera a las nubes y a los depósitos de granizo y nieve y lluvia, estos tesoros de misericordia y riqueza para los campos de la tierra. Estas masas acuosas se hallan almacenadas para un uso futuro benéfico. La ternura abundante se ve en la previsión de nuestro celestial José, cuyos graneros ya están llenos para el tiempo de necesidad en la tierra. Estos almacenes pueden haber sido, y fueron un tiempo, municiones de venganza; ahora son parte del ministerio de misericordia. C. H. S.

Vers; 8. Tema a Jehová toda la tierra. Que no teman a otro en vez de El. ¿Ruge una fiera? Teme a Dios. ¿Acecha en emboscada una serpiente? Teme a Dios. ¿Te odia el hombre? Teme a Dios.
¿Lucha contra ti el diablo? Teme a Dios. Porque toda la creación está bajo Aquel a quien se te manda que temas. Agustin
Vers. 9. Porque Él dijo, y fue hecho. ¡Feliz el hombre que ha aprendido a apoyarse en la segura Palabra de Aquel que hizo los cielos! C. H. S.

Vers. 10. Jehová frustra el plan de las naciones. Cuanto más se oponían a la verdad los fariseos antaño, y sus sucesores los prelados ahora, más prevalece. La Reforma de Alemania prosperó en gran manera por la oposición papista; sí, cuando dos reyes (entre muchos otros) escribieron contra Lutero -a saber: Enrique VIII de Inglaterra, y Ludovico, de Hungría- y tomaron parte en la controversia, esto hizo que muchos entraran en curiosidad e investigarán la cosa, y el resultado fue un estímulo e inclinación general hacia las opiniones de Lutero. Richard Younge, de Librería cristiana y anula las maquinaciones de los pueblos. Sus persecuciones, calumnias y falsedades
son como bolas de nieve estrellándose contra una pared de granito: sin efecto ni resultado alguno; el Señor se enseñorea sobre el mal, y aun del mal saca bienes. La causa de Dios nunca
está en peligro: las artimañas infernales son superadas por la sabiduría Infinita, y la malicia satánica se ve en jaque ante el poder que no tiene límites. C. H. S.

Vers. 11. El consejo de Jehová permanecerá para siempre. Las ruedecillas de un reloj de bolsillo o de pared se mueven en sentido contrario unas de otras, las unas en una dirección, las otras en otra; con todo, sirven, según el propósito del artesano, para mostrar el tiempo o para hacer que suene la hora.
Así, en el mundo, la providencia de Dios se puede ver que circula por todas sus promesas, los unos de una forma, los otros de otra; los hombres buenos van en una dirección, los malos en otra; pero todos, en conclusión, ejecutan la voluntad y centran su propósito en Dios, el gran Creador de todas las cosas. Richard Sibbes

Vers. 12., Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová, el pueblo que El escogió como heredad para sí. Un hombre puede tener su nombre estampado en crónicas y, sin embargo, perderse el nombre; cincelado en mármol perdurable, pero aun así perece; puesto sobre un monumento igual al Coliseo, y a pesar de ello ser cubierto de ignominia; inscrito en las puertas de un hospital, pero ir al infierno; grabado en la fachada de su propia casa, pero la casa estar en posesión de otro; todos estos casos son de escritura en el polvo o sobre el agua, en que los rasgos perecen tan pronto como han sido trazados; no demuestra que el hombre sea feliz, como el necio no podía
probar que Poncio Pilato era feliz porque tenía su nombre escrito en el Credo.
Pero el verdadero consuelo para un hombre es cuando, por la seguridad recibida, puede llegar a la conclusión en su alma de que su nombre está escrito en las hojas eternas del cielo, en el libro de la elección de Dios, que nunca serán envueltas en las hojas de la oscuridad, sino que seguirán legibles por toda la eternidad. Thomas Adams
Algunas veces he equiparado los grandes hombres del mundo y los hombres buenos del mundo,con las consonantes y vocales del alfabeto. Las consonantes son de mayor tamaño; ocupan la
mayor parte de la sala y hacen bulto; pero, creedme, las vocales, aunque son en menor número y son las más pequeñas, son las más útiles, las que producen mayor sonido; no hay pronunciación sin las vocales.
¡Ah! queridos, aunque los grandes hombres del mundo ocupan el lugar y se exhiben por encima de los demás, no son sino las consonantes, un grupo de consonantes mudas y sordas en su mayor
parte; los hombres buenos son las vocales, usadas y más útiles en todo momento; un buen hombre ayuda con sus oraciones; un buen hombre aconseja con sus advertencias; un buen hombre se interpone con su autoridad; ésta es la pérdida que lamentamos, que hemos perdido a un buen hombre; la muerte ha borrado una vocal.
Temo que habrá más silencio allí donde ahora falta; silencio en la cama, silencio en la casa, silencio en la tienda, silencio en la iglesia y silencio en la parroquia, porque en todas partes era una vocal, un buen hombre en todos los sentidos. John Kitchin, M.A., en el sermón de un entierro.

Vers. 15. Observa a todos los moradores de la tierra. Dos hombres dan limosna a un pobre, el uno busca su recompensa en el cielo, el otro la alabanza de los hombres. Tú, en los dos, ves una cosa; Dios entiende dos cosas. Porque El entiende también lo que está dentro, sabe lo que está dentro; El ve sus fines, sus intenciones. «El entiende todas sus obras.» Agustin

Vers. 16. El rey no se salva por la multitud del ejercito. El poder de los mortales es falso, y los que confían en él están engañados. Las hileras apretadas de hombres armados no han sido
capaces de sostener un imperio, o incluso la vida del monarca cuando ha sido emitido un decreto del tribunal del cielo proclamando la derrota del mismo. C. H. S.
En la batalla de Arbela los ejércitos de Persia eran en número de medio a un millón de hombres, pero fueron totalmente derrotados por el de Alejandro, que no contaba con más de cincuenta mil; y el antes poderoso Darío fue vencido.
Napoleón entró en Rusia con medio millón de hombres, pero un invierno terrible deshizo su ejército y él terminó prisionero en la roca solitaria de Santa Elena. Este versículo ha venido
siendo comprobado a lo largo de la línea de la historia. Los batallones más fuertes se derriten como copos de nieve cuando Dios está contra ellos. C. H. S.

Vers. 18. El ojo de Jehová está sobre los que le temen. Mira el sol cuando proyecta su luz y su calor sobre el mundo en su curso general, y verás que brilla sobre buenos y malos con la misma influencia; pero deja que sus rayos se concentren en un cristal de aumento: entonces comprobarás que enciende el objeto que toca, pero que los que le rodean no sufren este efecto.
De la misma manera, en la creación, Dios mira a todas sus obras con un amor general -erant omnia valde bona-, se agrada de todas.
¡Oh!, pero cuando El se complace en proyectar los rayos de su amor y hace que éstos brillen sobre sus elegidos en Cristo, entonces sus afectos son inflamados, en tanto que los otros sólo reciben una influencia leve, la gracia común que brilla un poco sobre cada uno. Richard Holdsworth

Vers. 19. Para librar sus almas de la muerte. La mano del Señor va con su ojo; su soberanía preserva a aquellos a quienes observa en su gracia. Los rescates y restauraciones son como un
mosaico que sustenta la vida de sus santos; la muerte no puede tocarlos hasta que el Rey firma su licencia y les deja partir, y entonces su toque ya no es mortal, sino inmortal; no nos da muerte, sino que mata nuestra mortalidad. C. H. S.

Vers. 20. Nuestra alma. No nuestras almas, sino nuestra alma, como si todos ellos tuvieran una.
Y ¿cuál es la expresión de Dios según el profeta?: «Les daré un corazón y un camino.» Y así los dos discípulos que iban a Emaús exclamaron, en la sorpresa de su descubrimiento: «¿No ardía
nuestro corazón dentro de nosotros?»
Por ello, al principio de esparcirse el evangelio se decía: «La multitud de ellos creía en un solo corazón y una sola alma.» Hemos visto varias gotas de agua sobre la mesa que, al ser puestas en contacto, se juntan en una. Si los cristianos se conocieran mejor entre sí, fácilmente se unirían. William Jay
Nuestra alma espera en Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es El. Hay una historia excelente de un joven que se hallaba navegando, en medio de una furiosa tempestad; y cuando todos los pasajeros estaban desesperados por el terror, él era el único que estaba tranquilo. Cuando le preguntaron la razón de su tranquilidad, contestó: «El piloto del barco es mi padre, y sé que mi padre hará bien las cosas.»
El Dios sabio y grande, que es nuestro Padre, desde toda la eternidad ha decretado cuál será el resultado de todas las guerras y el final de todos los tumultos; Él es nuestro piloto, El se halla al timón; y aunque el barco, la Iglesia o el Estado se hallen a punto de naufragar, podemos estar tranquilos, que nuestro Piloto tendrá cuidado de nosotros.
No se hace nada en este parlamento inferior que es la tierra sin que antes no sea decretado en el superior, que está en los cielos. Las ruedas pequeñas vienen regidas por las mayores. «No se venden cinco gorriones por un cuarto», dijo Cristo. Un gorrión no vale ni medio cuarto. Y no hay hombre que no tenga el valor de un cuarto. Y a ningún hombre se le hará ni un cuarto de daño más de lo que Dios ha decretado desde la eternidad. Edmund Calamy

domingo, 11 de septiembre de 2011

Génesis 7 : Comentario Bíblico de Matthew Henry

Versículos 1—12. Noé, su familia y las criaturas vivas entran al arca y empieza el diluvio. 13—16. Noé se encierra en el arca. 17—20. El desarrollo del diluvio por cuarenta días. 21—24. Toda carne destruida por el diluvio. Vv. 1—12. El llamado a Noé es muy bondadoso, como el de un padre tierno a sus hijos para que entren a la casa cuando ve que se acerca la noche o una tormenta. Noé no entró al arca hasta que Dios se lo ordenó, aunque sabía que iba a ser su lugar de refugio. Es muy consolador ver que Dios va delante de nosotros en cada paso que damos. Noé pasó mucho trabajo para construir el arca y, ahora, él mismo iba a conservarse vivo en ella. Lo que hacemos en obediencia al mandamiento de Dios, y con fe, ciertamente nos traerá consuelo, tarde o temprano. El llamado a Noé nos recuerda el llamado que da el evangelio a los pobres pecadores. Cristo es un arca y en él solo podemos estar a salvo cuando llegan la muerte y el juicio. La palabra dice “Ven”; los ministros dicen “Ven”; el Espíritu dice “Ven, entra en el Arca”. —Noé fue tenido por justo no por su justicia propia sino como heredero de la justicia que es por la fe, Hebreos xi. 7. Él creyó la revelación de un Salvador, y buscó y esperó la salvación solo a través de Él. Así fue justificado por la fe y recibió ese Espíritu cuyo fruto es en toda bondad; pero si algún hombre no tiene el Espíritu de Cristo, no es de los suyos. —Después de ciento veinte años, Dios dio un espacio de siete días más para el arrepentimiento. Pero estos siete días fueron malgastados, como todo el resto. Será tan sólo siete días. Tenían sólo una semana más, un día de reposo más para mejorar y considerar las cosas que corresponden a su paz. Pero es común que quienes han sido descuidados con sus almas durante los años de su salud, sean igualmente negligentes durante los días, esos pocos días de su enfermedad, en que avizoran la muerte a la distancia, en que ven acercarse a la muerte, estando endurecidos sus corazones por el engaño del pecado. Como Noé preparó el arca por fe en la advertencia dada de que vendría el diluvio, así entró en ella, por fe en la advertencia de que vendría muy prnto. Y el día en que Noé estuvo seguro, dentro del arca, se rompieron las fuentes del gran abismo. La tierra tenía en sí esas aguas que, a la orden de Dios, brotaron y la inundaron; así, nuestros cuerpos tienen en sí mismos esos humores que, cuando a Dios le place, se vuelven semilla y fuente de enfermedades mortales. —Las ventanas del cielo fueron abiertas y las aguas que estaban por arriba del firmamento, esto es, en la atmósfera, fueron derramadas sobre la tierra. La lluvia cae en gotas; pero entonces cayeron lluvias tan grandes como nunca se había sabido antes ni después. Llovió sin parar ni escampar por cuarenta días con sus cuarenta noches, sobre toda la tierra de una sola vez. Así como hubo un ejercicio especial de la omnipotencia de Dios al causar el diluvio, sería vano y presuntuoso tratar de explicar por medio de la sabiduría humana el método que usó. Vv. 13—16. Las criaturas voraces fueron hechas mansas y manejables; sin embargo, cuando la circunstancia hubo terminado, fueron las mismas que antes, pues el arca no modificó su naturaleza. Los hipócritas de la iglesia que se conforman exteriormente a las leyes de esa arca, siguen sin cambiar, y, en uno u otro momento, mostrarán de qué clase son. Dios siguió cuidando a Noé. Dios cerró la puerta para asegurarlo y mantenerlo a salvo en el arca; también dejó afuera para siempre a todos los demás. En qué forma fue hecho esto, es algo que no ha placido a Dios dar a conocer. —Hay mucho que ver de nuestros deberes y privilegios en el evangelio en la seguridad de Noé en el arca. El apóstol lo hace tipo del bautismo cristiano, 1 Pedro iii, 20, 21. Obsérvese, entonces, que es nuestro gran deber, en obediencia al llamado del evangelio, mediante una fe viva en Cristo, ir por el camino de salvación que Dios ha provisto para los pobres pecadores. Los que entran en el arca deben traer a cuantos puedan con ellos, mediante buenas instrucciones, convenciéndolos y a través de un buen ejemplo. Hay suficiente espacio en Cristo para todos los que acudan. Dios puso a Adán en el paraíso pero no le cerró la puerta; luego, él mismo se expulsó; pero cuando Dios pone a Noé en el arca, y cuando lleva un alma a Cristo, la salvación es segura: no es seguridad nuestra, sino la mano del Mediador. Pero la puerta de la misericordia pronto quedará cerrada para aquellos que ahora la toman a la ligera. Llame ahora, y se le abrirá, Lucas xiii, 25. Vv. 17—20. El diluvio fue creciendo durante cuarenta días. Las aguas subieron tan alto que las cumbres de los montes más elevados quedaron tapados por más de veinte pies [poco más de 6 metros). En la tierra no hay un lugar tan elevado que ponga a los hombres fuera del alcance de los juicios de Dios. La mano de Dios alcanzará a todos sus enemigos, Salmo xxi, 8. Cuando creció el diluvio, el arca de Noé fue levantada y las aguas, que rompían todo lo demás, sostuvieron el arca. Eso que para los incrédulos es señal de muerte para muerte, para los fieles es señal de vida para vida. Vv 21—24. Murieron todos los hombres, mujeres y niños que había en el mundo, excepto los que estaban en el arca. Podemos imaginar fácilmente el terror que los embargó. Nuestro Salvador nos dice que hasta el mismo día en que llegó el diluvio, ellos estaban comiendo y bebiendo, Lucas xvii, 26, 27; estaban sordos y ciegos a todas las advertencias divinas. La muerte los sorprendió en esta postura. Ellos se convencieron de su necedad cuando ya era demasiado tarde. Podemos suponer que intentaron todos los medios posibles para salvarse, pero todo fue en vano. Los que no se encuentran en Cristo, el Arca, ciertamente serán destruidos, destruidos para siempre. —¡Hagamos una pausa y consideremos este tremendo juicio! ¿Qué puede prevalecer delante del Señor cuando él está airado? El pecado de los pecadores será su ruina, temprano o tarde, si no se arrepienten. El Dios justo sabe llevar la ruina al mundo de los impíos, 2 Pedro iii, 5. ¡Qué terrible será el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos! Felices los que son parte de la familia de Cristo y que como tales están a salvo con Él; ellos pueden esperar sin desmayo y regocijarse de que triunfarán cuando el fuego queme la tierra y todo lo que en ella hay. Podemos suponer algunas distinciones favorables en nuestro propio caso o carácter, pero, si descuidamos, rechazamos o abusamos de la salvación de Cristo, pese a las imaginadas ventajas, seremos destruidos en la ruina común de un mundo incrédulo.

domingo, 10 de julio de 2011

Estudio Génesis 2, Comentario Bíblico de Matthew Henry


CAPÍTULO II
Versículos 1—3. El primer día de reposo.
4—7. Detalles de la creación.
8—14. Plantación del huerto del Edén.
15. El hombre puesto en el Edén.
16, 17. El mandamiento de Dios.
18—25. Dar nombre a los animales. —La hechura de la mujer—La institución divina del matrimonio.
Vv. 1—3. Después de seis días Dios cesó todas las obras de creación. En los milagros ha usado leyes superiores de la naturaleza, pero nunca ha cambiado su curso establecido, ni le ha agregado. Dios no descansó como si estuviera cansado sino como alguien que está muy complacido. Nótese al comienzo mismo del reino de gracia, la santificación o la observancia sagrada del día de reposo. La observancia solemne de un día de cada siete como día de sagrado reposo y de santo trabajo, para la honra de Dios, es deber de toda persona a quien Dios ha dado a conocer sus santos días de reposo. En este momento, nadie de la raza humana tenía ser sino nuestros primeros padres. Para ellos fue instituido el día de reposo y, es claro, también para todas las generaciones sucesivas. El reposo cristiano que observamos es un día séptimo y en él celebramos el reposo del Dios Hijo y la consumación de la obra de nuestra redención.
Vv. 4—7. Aquí se da un nombre al Creador: “Jehová”. Jehová es el nombre de Dios que denota que sólo Él tiene su ser de sí mismo, y que Él da el ser a todas las criaturas y cosas.
Además se destacan las plantas y las hierbas porque fueron hechas y señaladas como alimento para el hombre. La tierra no produjo sus frutos por su propio poder: esto fue hecho por el poder del Omnipotente. De la misma manera, la gracia del alma no crece por sí misma en el terreno de la naturaleza; es la obra de Dios. La lluvia es también dádiva de Dios; no llovió sino hasta que Dios hizo llover. Aunque Dios obra usando medios, cuando le agrada puede, no obstante, hacer su obra sin medios; y aunque nosotros no hemos de tentar a Dios descuidando los medios, debemos confiar en Él tanto en el uso como en la falta de medios. De una u otra manera Dios regará las plantas de su plantío. La gracia divina desciende como el rocío y silenciosamente riega la iglesia sin hacer ruido. El hombre fue hecho de polvo menudo, como el que hay en la superficie de la tierra. El alma no fue hecha de la tierra como el cuerpo: lástima entonces que deba apegarse a la tierra y preocuparse por las cosas terrenales. En breve daremos cuenta a Dios por la forma en que hemos empleado estas almas; y si se encuentra que las hemos perdido, aunque fuera para ganar el mundo, ¡estamos perdidos para siempre! Los necios desprecian sus propias almas al preocuparse de sus cuerpos antes que de sus almas.
Vv. 8—14. El lugar fijado para que Adán habitara no era un palacio sino un huerto. Mientras mejor nos arreglemos con cosas sencillas y menos busquemos las cosas que complacen el orgullo y la lujuria, más cerca estaremos de la inocencia. La naturaleza se contenta con un poco y aquello que es más natural; la gracia con menos; pero la lujuria lo desea todo y se contenta con nada. Ningún placer puede satisfacer el alma sino aquello que Dios mismo ha provisto y señalado para ello. Edén significa deleite y placer. No importa cuál haya sido su localización, tenía todas las comodidades deseables, sin ninguna desventaja, como nunca jamás haya sido otra casa o huerto en la tierra. Estaba adornado con todo árbol agradable a la vista y enriquecido con todo árbol que diera fruto agradable al paladar y bueno para comer. Como Padre tierno, Dios deseaba no sólo el provecho de Adán, sino su placer; porque hay placer con inocencia, mejor aun, hay verdadero placer sólo en la inocencia. Cuando la Providencia nos pone en un lugar de abundancia y placer, debiéramos servir a Dios con alegría de corazón por las cosas buenas que nos da. Edén tenía dos árboles exclusivos. —1. En el medio del huerto estaba el árbol de la vida. El hombre podría comer de este y vivir. Cristo es ahora el Árbol de la vida para nosotros, Apocalipsis ii. 7; xxii. 2; y el Pan de vida, Juan vi. 48, 51. —2. Estaba el árbol de la ciencia del bien y el mal, llamado así porque había una revelación positiva de la voluntad de Dios acerca de este árbol, de manera que por él el hombre podía llegar a conocer el bien y el mal moral. ¿Qué es bueno? Bueno es no comer de este árbol. ¿Qué es malo? Malo es comer de este árbol. En estos dos árboles Dios puso ante Adán el bien y el mal, la bendición y la maldición.
V. 15. Después que Dios hubo formado a Adán, lo puso en el huerto. Así toda jactancia quedó excluida. Solamente el que nos hizo puede hacernos felices; el que es el Formador de nuestros cuerpos, y el Padre de nuestros espíritus, y nadie sino Él, puede proveer plenamente para la felicidad de cuerpo y alma. Aún en el mismo paraíso el hombre tenía que trabajar. Ninguno de nosotros fue enviado al mundo para estar ocioso. El que hizo nuestras almas y cuerpos, nos ha dado algo con qué trabajar; y el que nos dio esta tierra por habitación, nos ha dado algo sobre qué trabajar. Los hijos y herederos del cielo, mientras están en el mundo, tienen algo que hacer por esta tierra, la cual debe tener su cuota de tiempo y preocupación de parte de ellos; y si lo hacen mirando a Dios, y le sirven tan verdaderamente en ello como cuando están de rodillas. Observe que el llamamiento del agricultor es un llamado antiguo y honorable; era necesario hasta en el paraíso. Además, hay verdadero placer en las tareas a las que Dios nos llama y en las que nos emplea. Adán no hubiera podido ser feliz si hubiera estado ocioso: sigue siendo la ley de Dios que aquel que no trabaja no tiene derecho a comer, 2 Tesalonicenses iii. 10.
Vv. 16, 17. No pongamos nunca nuestra propia voluntad contra la santa voluntad de Dios. No sólo se otorgó libertad al hombre para tomar los frutos del paraíso, sino se le aseguró la vida eterna por su obediencia. Se había establecido una prueba para su obediencia. Por la transgresión él perdería el favor de su Hacedor y se haría merecedor de su desagrado, con todos sus espantosos efectos; de esta manera él quedaría propenso al dolor, la enfermedad y la muerte. Peor que eso, él iba a perder la santa imagen de Dios y todo el consuelo de su aprobación; y sintiendo el tormento de las pasiones pecaminosas y el terror de la venganza de su Hacedor, la cual tendría que soportar para siempre con su alma que nunca muere. La prohibición de comer el fruto de un árbol en particular era sabiamente adecuada para el estado de nuestros primeros padres. En su estado de inocencia y apartados de los demás, ¿qué ocasión o qué tentación tenían para romper alguno de los diez mandamientos? El desarrollo de los acontecimientos prueba que toda la raza humana estaba comprometida en la prueba y caída de nuestros primeros padres. Argumentar contra estas cosas es luchar contra hechos irrebatibles, y contra la revelación divina; porque el hombre es pecador y muestra por sus primeros actos y por su conducta posterior, que está siempre dispuesto para hacer el mal. Está sometido al desagrado divino, expuesto a los sufrimientos y a la muerte. Las Escrituras siempre hablan del hombre como que tiene un carácter pecador y está en este estado de miseria; y estas cosas valen para los hombres de todas las épocas y de todas las naciones.
Vv. 18—25. El hombre recibió el poder sobre las criaturas y, como prueba de esto, les puso nombre a todas. Este hecho muestra además su discernimiento en cuanto a las obras de Dios. Aunque era señor de las criaturas, nada de este mundo era una ayuda idónea para el hombre. De Dios son todas nuestras ayudas. Si descansamos en Dios Él obrará todo para bien. Dios hizo que un sueño profundo cayera sobre Adán; por cuanto no conoce el pecado, Dios cuida que el hombre no sienta dolor. Dios, como Padre de ella, trajo la mujer al hombre, como su segundo ser y como su ayuda idónea. Esa esposa, hechura de Dios por gracia especial, y producto de Dios por providencia especial, probablemente demuestre ser la ayuda idónea para el hombre. Véase qué necesidad hay, tanto de prudencia como de oración, al elegir esta relación que es tan cercana y tan duradera. Había necesidad de hacer bien esto que se hace para toda la vida. —Nuestros primeros padres no necesitaban ropa para cubrirse del frío o el calor pues no podían dañarlos: tampoco la necesitaban para ataviarse. Así de desahogada, así de feliz era la vida del hombre en su estado de inocencia. ¡Cuán bueno era Dios para él! ¡Con cuántos favores Él le cargó! ¡Cuán ligeras eran las leyes que le fueron dadas! Sin embargo, el hombre, en medio de toda esta honra, no entendió su propio interés sino que pronto se volvió como las bestias que perecen.

domingo, 3 de julio de 2011

TESOROS DE DAVID "SALMO 23" Charles Spurgeon


No hay titulo inspirado para este Salmo, y no se necesita ninguno, porque no registra ningún suceso especial, y no necesita otra clave que la que todo cristiano puede hallar en su propio pecho. Es la «Pastoral celestial» de David; una oda magnífica, que ninguna de las hermanas de la música puede superar. El clarín de guerra aquí cede a la flauta de la paz, y el que ha estado gimiendo últimamente los males del Pastor, de modo afinado practica y canta los goces del rebaño.
Esta es la perla de los Salmos, cuyo fulgor puro y suave deleita los ojos; una perla de la que el Helicón no tiene de qué avergonzarse, aunque el Jordán la reclama. Se puede afirmar de este canto deleitoso que si su piedad y su poesía son iguales, su dulzor y su espiritualidad son insuperables.
La posición de este Salmo es digna de que se note. Sigue al veintidós, que es de modo peculiar el Salmo de la cruz. No hay verdes prados ni aguas tranquilas antes del Salmo veintidós. Es sólo después de que hemos leído «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» que llegamos a «El Señor es mi pastor». Hemos de conocer por experiencia el valor de la sangre derramada, y ver la espada desenvainada contra el Pastor, antes de que podamos conocer verdaderamente la dulzura de los cuidados del Pastor.
Se ha dicho que lo que es el ruiseñor entre los pájaros lo es esta oda entre los Salmos, porque ha sonado dulcemente en el oído de muchos afligidos en la noche de su llanto y les ha traído esperanza de una mañana de gozo. Me atreveré a compararlo también a una alondra, que canta al remontarse, y se remonta cantando, hasta que se pierde de vista, y aun entonces oímos sus gorjeos. C. H. S.
Agustín ha dicho que vio en un sueño el Salmo ciento diecinueve que se elevaba delante de él como un árbol de vida en medio del paraíso de Dios. Este Salmo veintitrés puede ser comparado a las flores más hermosas que crecen a su alrededor. El primero ha sido comparado al sol entre las estrellas; sin duda, ¡ése es como la más rica de las constelaciones, incluidas las Pléyades! John Stoughton en Los cánticos del rebaño de Cristo Algunas almas piadosas se sienten turbadas porque no pueden usar en todos los tiempos, o incluso con cierta frecuencia, el lenguaje de este Salmo, en su sentido gozoso. Estas deben recordar que David, aunque vivió muchos años, nunca escribió más que un Salmo veintitrés. William S. Plumer
Vers. 1. El Señor es mi pastor. Es bueno saber, de modo tan cierto como sabía David, que pertenecemos al Señor. Hay una noble nota de confianza en esta frase. No hay un «si» ni un «pero», ni tampoco un «espero»; sino que dice: «El Señor es mi pastor.» Hemos de cultivar el espíritu de dependencia confiada en nuestro Padre Celestial.
La palabra más dulce de todas ellas es el monosílabo «mi». No dice: «El Señor es el pastor del mundo en general, y guía a la multitud de su rebaño», sino: «Jehová es mi pastor»; aunque no fuera el pastor de nadie más, es, con todo, mi pastor; me cuida, me vigila y me guarda. Las palabras están en tiempo presente. Sea cual sea la posición del creyente, ahora está bajo el cuidado pastoral de Jehová. C. H. S.
Satanás te trata, al parecer, suavemente, para poder atraerte al pecado, pero al fin se portará de modo amargo. Cristo, verdaderamente, parece áspero, para mantenerte alejado del pecado, poniendo setos de espinos a la vera de tu camino. Pero El será realmente dulce si entras en su rebaño, incluso a pesar de tus pecados. Es posible que ahora Satanás te sonría de modo placentero mientras estás en pecado; pero tú sabes que será duro contigo al final. El que canta como una sirena ahora va a devorar como un león al final. Él te atormentará y te afligirá y será amargo para ti.
Ven, pues, a Jesucristo; deja que Él sea ahora el pastor de tu alma. Y sabe que El será dulce al procurar guardarte del pecado antes que lo cometas. Oh, que este pensamiento —que Jesucristo es dulce en su trato con todos sus miembros, con su rebaño, especialmente con los que pecan— persuada los corazones de algunos pecadores a que entren en su aprisco. John Durant
Noto que algunas ovejas del rebaño se mantienen cerca del pastor y le siguen adondequiera que vaya, sin la menor vacilación, mientras que otras van por su cuenta, de un lado a otro, o se detienen detrás; y él con frecuencia se vuelve y las regaña con un grito áspero y agudo, o les echa una o dos piedras. Vi que un pastor dejó a una coja. No es ésta la forma en que se comporta el buen pastor.
Y cuando vienen el salteador y el ladrón (y vienen de veras) el pastor fiel con frecuencia pone su vida en defensa de su rebaño. He visto más de un caso en que el pastor ha dejado literalmente la vida en un conflicto. Un pobre pastor fiel, la última primavera, entre Tiberias y Tabor, en vez de huir, hizo frente a tres beduinos que fueron a robarle y le descuartizaron y le dejaron muerto entre las ovejas que defendía.
Algunas ovejas se mantienen cerca del pastor y son sus predilectas. Cada una de ellas tiene un nombre al cual responde alegremente, y el bondadoso pastor les distribuye porciones escogidas que recoge con este propósito. Hay las contentas y satisfechas. No corren el peligro de perderse o verse en dificultades, sea por animales salvajes o ladrones que se lancen sobre ellas.
El gran cuerpo del rebaño, sin embargo, o sea los que son meramente «mundanos», intentan solamente conseguir sus placeres o intereses egoístas. Corren de arbusto en arbusto, buscando variedad en sus pastos, y sólo de vez en cuando levantan la cabeza para ver dónde está el pastor, o bien dónde está el rebaño en general, a menos que se descarríen por alejarse demasiado, de modo que se procuran una reprensión de su cuidador por haberse hecho notar de esta manera.
Otras, también, están inquietas y descontentas, y saltan a los campos cercanos, se encaraman en los arbustos y aun en los árboles inclinados, de donde caen y se rompen una pata. Estas dan al pastor incesantes preocupaciones. W. M. Thomson en La tierra y el libro Las palabras siguientes son una especie de inferencia de la primera afirmación, son una sentencia positiva: nada me faltará. Es posible que sufra en otras circunstancias, pero cuando Jehová es mi pastor, El puede suplir todas mis necesidades, y El ciertamente está dispuesto a hacerlo, porque su corazón está lleno de amor, y por tanto, nada me faltará. No me faltarán cosas temporales.
¿No alimenta El a los cuervos y hace que crezcan los lirios? ¿Cómo, pues, puede dejar a sus hijos que perezcan de hambre? No me faltarán cosas espirituales; sé que su gracia será suficiente para mi. C. H. S.
«Nada me falta»; puede también traducirse así, pero en nuestra versión se halla en tiempo futuro. J. R. Macduff en El Pastor y su rebaño El hombre piadoso no carece de nada. Porque aunque con referencia a las cosas innecesarias él «no tiene nada», con referencia a las otras es como si las poseyera todas. No carece de nada que
sea necesario para glorificar a Dios (pudiendo hacerlo del mejor modo posible por medio de sus aflicciones), o para que Dios le glorifique a él, y le haga feliz, teniendo a Dios mismo como su porción, y supliendo todas sus necesidades, el cual es suficiente en abundancia en todos los tiempos, para todas las personas y en todas las condiciones. Zachary Bogan
¿Cómo, pues, podemos carecer de algo? Cuando estamos unidos a El, tenemos derecho a usar de todas sus riquezas. Nuestra riqueza es su riqueza y su gloria. Con El nada nos puede ser negado.
La vida eterna es nuestra, con la promesa de que todo nos será añadido; todo lo que El sabe que necesitamos. Theodosia A. Howard, vizcondesa Powerscourt, en Cartas, etc., editado por Robert Daly
En el capítulo diez del Evangelio de Juan hallaremos las seis marcas de la oveja de Cristo: 1)Conoce a su pastor; 2) conoce su voz; 3) le oye cuando llama por su nombre; 4) le ama; 5) confía en El; 6) le sigue. Mrs. Rogers
Vers. 2. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me
pastoreará. La vida del cristiano tiene dos elementos, el contemplativo y el activo, y los dos son provistos ricamente. Primero, el contemplativo: En lugares de delicados pastos me hará descansar. ¿Cuáles son estos verdes pastos sino las Escrituras de la verdad, siempre jugosos, siempre frescos, nunca agotados? No hay temor de morder el duro suelo cuando las hojas de hierba son bastante largas para que el rebaño se eche en el prado. Dulces y llenas son las doctrinas del evangelio; aptas como comida para las almas, su hierba tierna y nutrición natural para las ovejas.
La segunda parte de una vida cristiana vigorosa consiste en una actividad de gracia. No sólo pensamos, sino que obramos. No siempre estamos echados para alimentarnos y descansar, sino que estamos avanzando hacia la perfección; de ahí que leemos: Junto a aguas de reposo me pastoreará. ¿Cuáles son estas aguas de reposo sino las influencias y gracias de su bendito Espíritu? Su Espíritu nos ayuda en varias actividades, como aguas en plural para limpiarnos, refrescarnos, fertilizar, querer. C. H. S.
Descansar, pastorear. María sentada a los pies de Jesús, y la ajetreada Marta, son emblemas de la contemplación y la acción, y las dos residen en la misma casa, y lo mismo ha de ser en nuestro corazón. Nathanael ARDÍ
Este corto y conmovedor epitafio se ve con frecuencia en las catacumbas de Roma: «In Christo, in pace» («En Cristo, en paz»). Date cuenta de la presencia constante del Pastor de paz. J. R. Macduff
Delicados pastos. Aquí hay muchos pastos, y cada pasto lozano y jugoso, de modo que no es posible agotar la hierba, dejando el suelo desnudo; aquí hay muchas corrientes, y las corrientes son profundas y anchas, de modo que no pueden secarse. Las ovejas han venido comiendo en estos pastos desde que Cristo fundó su iglesia en la tierra, y, con todo, están llenos aún de hierba, como siempre. Las ovejas han venido bebiendo en estas corrientes desde Adán y, con todo, están llenas a rebosar hasta el día de hoy, y seguirán estándolo hasta que las ovejas ya no tengan que
usarlas, ¡por estar en el cielo! Ralph Robinson
Vers. 3. Confortará mi alma. Cuando el alma está afligida, Él la restaura; cuando peca, la santifica; cuando es débil, la corrobora. El lo hace. Sus ministros no podrían hacerlo si no lo hiciera El. Su Palabra no bastaría por sí sola. «El conforta mi alma.» ¿Hay algunos en que la gracia haya sufrido un descenso? ¿Sentimos que nuestra espiritualidad se halla en su nadir? El que puede transformar este bajo nivel en una inundación, puede también restaurar nuestra alma. Pídele, pues, su bendición: «¡Restáurame, Pastor de mi alma!» C. H. S.
El restaura el alma a su pureza original, que había pasado a ser negra y hedionda por el pecado; porque ¿qué bien habría en pastos delicados con un alma apestosa? El la restaura al estado natural en los afectos, que había sido deformado por la violencia de las pasiones; porque, ¡ay! ¿qué bien habría en «aguas de reposo» para espíritus turbulentos? El la restaura realmente a la vida, que había pasado a ser muerte; y ¿quién puede «restaurar mi alma» a la vida sino aquel que es el Buen Pastor y que da su vida por sus ovejas? SIR Richard Baker
Caminos de justicia. ¡Ay, Señor!, estos «caminos de justicia» han sido desde hace tiempo tan poco frecuentados que las huellas en ellos apenas son visibles; ahora resulta difícil hallar dónde se encuentran los caminos de justicia, y si se pueden hallar son tan estrechos y llenos de rodadas que es imposible evitar el caer o perderse. Sir Richard Baker
Vers. 4. Aunque pase por valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno. Este versículo delicioso ha sido cantado por muchos en su lecho de muerte y les ha ayudado a transformar el oscuro valle en claro día en su mente. Cada palabra del mismo tiene una riqueza de significado.
«Si, aunque ande», en que vemos que el creyente no aviva su paso cuando llega la hora de morir, sino que con calma va andando con Dios. Andar indica el avance firme y seguro del alma que conoce la ruta, su fin, y decide seguir el camino, se siente segura, y por tanto está perfectamente sosegada y calmada. El santo que muere no se apresura, no corre como si estuviera alarmado, no se queda quieto como si se negara a seguir adelante; no está confuso ni avergonzado, y por tanto sigue a su antiguo paso.
Observa que no es andando en el valle, sino por el valle. Nosotros vamos a lo largo del oscuro túnel de la muerte y salimos a la luz de la inmortalidad. No morimos, sino que dormimos para despertar en la gloria. La muerte no es la casa, sino el pórtico; no es el objetivo ni la meta, sino el pasaje a la misma. El paso de la muerte es llamado un valle. Y entonces no es «el valle de muerte», sino «el valle de la sombra de muerte», porque la muerte en su sustancia ha sido eliminada y sólo queda de ella su sombra. Alguien ha dicho que cuando hay una sombra tiene que haber luz en alguna parte, y la hay. La muerte se halla junto al camino por el que hemos de
transitar, y la luz del cielo brillando sobre el caminante proyecta una sombra a nuestro paso; alegrémonos de que haya luz más allá.
Nadie tiene miedo de una sombra, porque una sombra no puede detener a un hombre en su
camino ni aun un instante. La sombra de un perro no muerde; la sombra de una espada no mata; la sombra de la muerte no puede destruirnos. Por tanto, no hay motivo para temer.
No temeré mal alguno. No dice que no haya de haber mal alguno; había ido más allá incluso de esta garantía, y sabía que Jesús había eliminado todo mal; si no «no temeré mal alguno»; como si incluso sus temores, estas sombras de mal, hubieran desaparecido para siempre.
Los peores males de la vida son los que no existen excepto en nuestra imaginación. Si no tuviéramos más que tribulaciones reales, éstas no serían más que una décima parte de nuestras aflicciones presentes. Sentimos mil muertes al temer una; pero el Salmista estaba curado de la enfermedad del temor. C. H. S.
Así esta muerte corporal es una puerta para entrar en la vida, y por tanto no es de temer silo consideramos debidamente, puesto que es confortable; no un daño o agravio, sino el remedio para el mismo; no un enemigo, sino un amigo; no un cruel tirano, sino un guía considerado que nos lleva, no a la mortalidad, sino a la inmortalidad; no a la aflicción y al dolor, sino al gozo y al placer, y esto para durar para siempre. Homilía contra el temor y la muerte Aunque fuera llamado para contemplar una visión como la de Ezequiel, un valle lleno de huesos de muertos; aunque el rey de los terrores cabalgara en gran pompa por las calles, cortando
cabezas, y cayeran a millares a mi lado, y diez mil a mi derecha, no temería mal alguno.
Aunque la muerte dirigiera sus flechas fatales al pequeño circulo de mis amados y arrastrara deudos y amigos lejos de mí, hacia las tinieblas, no temeré mal alguno. Si, aunque yo mismo sienta la flecha que se clava en mi y el veneno es absorbido por mi espíritu; aunque como resultado me sintiera enfermar y languidecer y tuviera los síntomas de la disolución inminente, todavía no temeré mal alguno.
Mi naturaleza puede temblar, pero yo confío que Aquel que sabe que la carne es débil, tendrá compasión y perdonará estas luchas. Por mucho que tema las agonías de la muerte, no temeré mal alguno en la muerte. El veneno de su aguijón ha sido quitado. La punta de su flecha es roma y no puede penetrar profundo en el cuerpo. Mi alma es invulnerable. Puedo sonreír ante la lanza que se agita mirar inmóvil los destrozos causados por el inexorable destructor en mi tabernáculo, y anhelar el momento feliz en que tendré un respiro para que mi espíritu, que anhela el cielo,
pueda volar a su descanso. Samuel Lavington
«Quiero hablarte sobre el cielo» dijo un padre que se moría a un miembro de su familia-. «Es posible que no tengamos otra oportunidad. ¡Deseo que nos podamos reunir alrededor del trono de gloria como una familia, en el cielo!»
Abrumada por la idea, la amada hija exclamó: «¿Sin duda no crees que haya tanto peligro?» Con calma y sosiego el padre replicó: «¿Peligro, querida? No uses esta palabra. No puede haber peligro para el cristiano, espere lo que espere. ¡Todo está bien! ¡Todo está bien! ¡Dios es amor! ¡Todo está bien! ¡Bien para siempre!» John Stevenson
Cuando el corazón de un hombre carnal está preparado para morar dentro de él y se vuelve como una piedra, ¡con qué alegría pueden esperar los que tienen a Dios como amigo! ¿Cuál de los valientes del mundo puede mirar cara a cara a la muerte y dirigir luego su mirada con alegría a la eternidad? ¿Cuál de ellos puede abrazarse a un haz de leña y entrar animoso en las llamas? Esto lo puede hacer un santo, y más aún; porque puede mirar a la justicia infinita a la cara con el corazón animoso; puede oír hablar del infierno con gozo y agradecimiento; puede pensar en el día del juicio con deleite y consuelo.
Desafío al mundo a sacar uno de entre sus alegres compañías que pueda hacer todo esto. ¡Venid, jóvenes alocados en vuestro jolgorio; traed vuestras arpas y violas; añadid lo que queráis para hacer completo el concierto; escanciad vinos ricos; juntad las cabezas y esforcé-monos en agregar lo que contribuya al placer! Bien, ¿ya está hecho? Ahora recuerda, pecador, que esta noche tu alma ha de aparecer delante de Dios.
Bien, ¿qué dices ahora, joven? Te falta el ánimo. Llamas a tus alegres compañeros para que animen tu corazón. Alargas la mano ahora para alcanzar una copa, una cortesana; no temas, no temas. Ten buen ánimo. ¿Puede temblar un hombre tan valeroso, que se burlaba y amenazaba al Dios todopoderoso? Antes tan jovial y dicharachero, pero ahora tu boca está cerrada. ¡Vaya cambio!
¿Y dónde están tus alegres compañeros, digo? Todos han huido. ¿Dónde están tus placeres?
Todos te han abandonado. ¿Por qué has de estar abatido? Te ves privado de todo consuelo. ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Hay una pregunta que con todo mi corazón he de hacer a un hombre que ha de aparecer ante Dios mañana por la mañana. Bien, pues, parece que tu corazón desfallece. ¿Qué significaban todos aquellos goces y placeres? ¿A esto han venido a parar? Allí tenemos a uno 4ue ahora tiene el corazón tan lleno de consuelo y fortaleza que no puede contenerlos, y los mismos pensamientos sobre la eternidad que abaten tu alma levantan la suya.
¿Quieres saber la razón? El conoce que va a su Amigo; es más, su amigo le acompaña por la calleja oscura. Mira qué bueno y agradable es que Dios y el alma moren juntamente en uno. Esto es tener a Dios por amigo. «Bienaventurada es el alma que así se encuentra; sí, bienaventurada el alma cuyo Dios es Jehová.» James Janeway
Según un antiguo proverbio, cuando uno había realizado una gran hazaña, se decía de él que «había tirado de la barba del león»; cuando un león ha muerto, hasta los niños pequeños pueden hacerlo.
Incluso un niño, cuando ve un oso, un león o un lobo muerto por la calle, puede tirarle del pelo, insultarle y hacerle lo que quiera; pisotearle y todo lo que ni por asomo se atrevería a intentar si estuviera vivo.
Una cosa así es la muerte: una fiera rabiosa, un león rugiente, un lobo devorador; con todo, Cristo ha dado muerte a la muerte, para que los hijos de Dios puedan triunfar sobre ella, como los mártires de los tiempos primitivos, que alegremente se ofrecían al fuego, a la espada, a la violencia de las fieras hambrientas; y por la fe que había en la vida de Cristo se burlaban de la muerte que la había sometido a si mismo (1ª Corintios 15). Martín Day
El Salmista confía incluso ante lo desconocido. Aquí, sin duda, hay confianza completa.
Tenemos lo desconocido por encima de lo que podemos ver; un pequeño ruido en la oscuridad nos aterroriza, cuando incluso los graves peligros a la luz del día no nos asustan; lo desconocido, con su misterio, y la incertidumbre, con frecuencia llenan el corazón de ansiedad, si no de presentimientos y angustia.
Aquí el Salmista hace frente a la forma extrema de lo desconocido, su aspecto más terrible para el hombre, y dice que aun en medio de esto va a confiar. ¿Qué es lo que puede haber tan distante del alcance de la experiencia y la especulación humanas, incluso de la imaginación, como «el valle de sombra de muerte», con todo lo que hace referencia al mismo?; pero el Salmista no hace reserva de su caso; él va a confiar allí donde no puede ver.
¡Con qué frecuencia estamos aterrorizados ante lo desconocido, como los discípulos lo estaban «al entrar en la nube»! ¡Con qué frecuencia es la incertidumbre del futuro una prueba más difícil para nuestra fe que la presión de algún mal presente! Muchos hijos queridos de Dios pueden confiar en El en todos los males conocidos; pero ¿por que estos temores y presentimientos, este decaimiento del corazón, si pueden confiar igualmente en Él para lo desconocido? Philip B. Power
Tú estarás conmigo. ¿Conoces la dulzura, la seguridad, la fuerza del «Tú estás conmigo? Cuando vemos venir la hora solemne de la muerte, cuando el alma está dispuesta a detenerse y preguntar: ¿Qué será?, podemos volvernos en el afecto de nuestra alma hacia Dios y decir: «No hay nada en la muerte que pueda dañarme en tanto que tu amor no me deje». Puedes decir: «¡Oh muerte!, ¿dónde está tu aguijón?»
Se dice que cuando una abeja ha dejado su aguijón en alguno ya no tiene más poder para dañar.
La muerte ha dejado su aguijón en la humanidad de Cristo y ya no tiene poder para dañar al hijo de Dios. La victoria de Cristo sobre la tumba es la victoria de su pueblo. «En este momento estoy contigo» -susurra Cristo, «el mismo brazo que se ha mostrado fuerte y fiel a lo largo del camino por el desierto, que nunca ha fallado cada vez que tú te has apoyado en él en tu debilidad.» Viscount Powerscourt
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Muchas personas dicen recibir mucho consuelo de la esperanza de que no habrán de morar. Ciertamente habrá algunos que estarán «vivos y habrán permanecido» hasta la venida del Señor, pero ¿hay tanta ventaja en este escapar de la muerte como para hacer de ello el objeto del deseo del cristiano?
Un sabio puede preferir, entre los dos, el morir, porque los que no hayan de morir, sino que sean «arrebatados con el Señor en el aire», van a perder más bien que ganar. Van a perder la comunión real con Cristo en la tumba en que mueren los santos aquí, y se nos dice de modo expreso que no habrá preferencia con respecto a los que estén dormidos.
Seamos de la opinión de Pablo y digamos que «el morir es ganancia», y pensemos que «partir con Cristo es mucho mejor». Este Salmo veintitrés no está gastado, y es tan dulce al oído del cristiano ahora como lo era en tiempos de David; que digan lo que quieran los amantes de la novedad. C. H. S.
No mucho antes de morir bendijo a Dios por la seguridad de su amor, y dijo que ahora podía morir tan fácilmente como cerrar los ojos; y añadió: «Aquí estoy anhelando el silencio del polvo y gozar de Cristo en la gloria. Deseo estar en los brazos de Jesús. No vale la pena que lloréis por mí» Luego, recordando lo ocupado que había estado el diablo con él, estaba en gran manera agradecido a Dios por su bondad al reprenderle. Memorias de James Janeway
Cuando Mrs. Hervey, la esposa de un misionero en Bombay, estaba muriendo, un amigo le dijo que él confiaba que el Salvador estaría con ella cuando anduviera por el oscuro valle de la sombra de muerte.
«Si esto» contestó Mrs. Harvey- «es el valle oscuro, no tiene sombras en él; todo es luz».
Durante la mayor parte de su enfermedad había tenido visiones hermosas de las perfecciones de Dios. «Su gran santidad» -dio- «parece como el más hermoso de todos sus atributos». A un tiempo ella dijo que carecía de palabras para expresar sus visiones de la gloria y majestad de Cristo. «Parece» -dijo- «que si toda otra gloria queda aniquilada y no queda nada sino El solo, será bastante; ¡sería un universo de gloria!»
Vers. 5. Aderezarás mesa delante de mí en presencia de mis adversarios. El buen hombre tiene enemigos. No puede ser como su Señor y no tenerlos. Si no tuviéramos enemigos podríamos temer que no somos amigos de Dios, porque la amistad del mundo es enemistad contra Dios.
Con todo, ved el sosiego del hombre piadoso a pesar de sus enemigos y a la vista de los mismos.
¡Qué consoladora es su calma valerosa! «Aderezarás mesa delante de mí en presencia de mis adversarios.» Cuando un soldado se halla en la presencia de sus enemigos, se apresura a comer algo rápidamente y se dirige a la batalla.
Pero observa: «Aderezarás mesa», tal como el siervo pone el mantel y los adornos para un banquete, en una festividad de paz. No hay prisas, ni confusión, ni desorden. El enemigo está a la puerta, y, con todo, Dios prepara la mesa, y el cristiano se sienta como si todo estuviera en perfecta paz. ¡Oh la paz que Jehová da a su pueblo, aun en medio de las peores circunstancias y tribulaciones! C. H. S.
Para que una cosa pueda impedir a otra de modo efectivo, no sólo ha de ser de tipo contrario, sino también superior: una gota de agua no puede apagar un incendio, porque aunque tiene una naturaleza contraria, no tiene suficiente poder. Ahora bien, la malicia y las añagazas de los inicuos son cortas y débiles para la intención divina de bendición, que se acompaña de su poderoso brazo. Los hombres malos no dejan de ser hombres, y Dios es Dios; y siendo sólo hombres, no pueden hacer más que los hombres. Condensado de Obadiah Sedgwick
Tú ungiste mi cabeza con aceite. Un sacerdote sin aceite carece del calificativo principal para su oficio, y el sacerdote cristiano carece de su principal aptitud para el servicio si está desprovisto de nueva gracia de lo alto.
Mi copa está rebosando. No bastaba con que tuviera una copa llena, sino que tenía más: una copa que rebosaba. El pobre puede decir esto, así como los que están en situaciones prósperas. «Qué, ¿todo esto, y Jesucristo también?», dijo un pobre que vivía en una choza cuando partió un pan y llenó un vaso de agua fría. Un hombre puede ser muy rico, pero si está descontento, su copa no puede rebosar; está rajada y se sale. El contento es la piedra filosofal que transforma en oro todo lo que toca; feliz el que la ha encontrado. El contento es más que un reino, es otra palabra para la felicidad. C. H. S.
Este hombre no tiene sólo plenitud de abundancia, sino sobreabundancia. Los que tienen esta felicidad deben llevar su copa derecha y procurar que rebose en los vasos vacíos de sus hermanos pobres. John Trapp
Para este fin hace el Señor que tu copa rebose, para que los labios de otros puedan probar el licor. Las lluvias que caen sobre las montañas más altas han de ir resbalando hacia los valles más humildes. «Dad, y se os dará» (Lucas 6:38) es una máxima poco puesta en práctica William Secker
O como dice en la Vulgata: «Y mi cáliz rebosante, ¡qué excelente es! » De esta copa los mártires se saciaron cuando, saliendo para su martirio, ni aun reconocían a sus deudos; ni a su esposa que lloraba, ni a sus hijos, ni a sus familiares; dando gracias, decían: «¡Beberé la copa de mi salvación!» Agustín
Vers. 6. En la casa de Jehová moraré por largos días. Es posible que un infiel se deje caer en la casa de Dios y diga una oración, etc., pero el profeta (y así debe ser con todos los hombres piadosos) vive en ella perpetuamente; su alma se halla siempre ante el trono de la gracia, pidiendo más gracia.
Un infiel ora tal como el gallo canta; el gallo canta y cesa, y canta de nuevo y cesa otra vez, y no piensa en cantar otra vez hasta que lo está haciendo; así un hombre inicuo ora y cesa, ora y cesa de nuevo; su mente nunca está ocupada en pensar si sus oraciones son escuchadas o no; cree que es una buena práctica para él el orar y, por tanto, da por sentado que sus oraciones son escuchadas, aunque en realidad Dios nunca escucha sus oraciones, y las respeta como si se tratara de los mugidos de un buey. William Fenner en El sacrificio de los fieles