viernes, 7 de marzo de 2025
Las causas ocultas de la ansiedad
Nuestras experiencias afectan lo que pensamos. A veces, las experiencias negativas desarrollan un patrón de pensamiento perjudicial que se repite una y otra vez en la mente de una persona; y cuando tales pensamientos se activan le provocan ansiedad. Desactivarlos definitivamente requiere fe en el Señor.
Permítame darle un ejemplo de lo que quiero decir.
Supongamos que los
esfuerzos de una niña de hacer las cosas bien eran a menudo rechazados por sus padres. Ella les escuchaba decir: “Puedes hacerlo mejor”, o “Tu hermana lo hacía mucho mejor a tu edad”. La niña rara vez recibía elogios por un trabajo bien hecho.
Ahora, como adulta, se niega a solicitar un ascenso en su empleo, a pesar de que su jefe la anima a que lo haga. ¿Por qué razón? Porque tiene miedo de que la consideren incompetente. Es posible que no diga que no lo hace por temor, pero sin duda la frena. Hay varias otras raíces potenciales de la ansiedad.
Una lista exhaustiva no cabría aquí, pero las más comunes son:
• La creencia de no poder lograr lo establecido.
• Sentimientos de culpa por pecados del pasado.
• La idea errónea de que Dios es condenador.
• Actitudes inculcadas en la infancia.
Cuando sienta ansiedad, pregúntese qué le produjo el desasosiego. Saber qué alimenta el temor puede indicarle la causa subyacente. Permita que Dios le ayude a rechazar la manera de pensar perjudicial, y reemplácela con la seguridad de que los que prestan oídos al Señor viven sin temor al mal (Pr 1.33).
martes, 19 de noviembre de 2024
Toda nuestra ansiedad
1 Pedro 5.6-10
¿Se ha preguntado alguna vez por qué un pasaje que habla de la ansiedad describe a Satanás como un león rugiente? La ansiedad puede hacernos sentir deshechos por el temor, la frustración y la impotencia. La ansiedad es un sentimiento torturante y la lectura de hoy nos recuerda que el diablo la maneja hábilmente.
Sin embargo, no tenemos que vivir con ansiedad, pues Dios cierra la boca de los leones que amenazan a sus seguidores (Dn 6.22).
Pedro habló de cómo podemos mantenernos alejados de las mandíbulas de la ansiedad. Primero, humillándonos delante de Dios. Lo que causa la ansiedad es una sensación de impotencia en una situación; por tanto, la mejor respuesta es rendirse a Dios con la confianza de que tiene el poder de controlar su vida.
Además, nunca debe olvidar que Dios está siempre creando las circunstancias para el bien de usted y la gloria de Él (Ro 8.28).
Recuerde que la oración es una declaración de dependencia. Cuando usted se humilla, se está arrodillando delante del Dios omnipotente. Y puesto que nada es un impedimento para su poder, echar nuestra ansiedad sobre Él es la acción de confiar en que Dios se encargará de nuestros problemas. Él asume la responsabilidad de responder a las necesidades de los creyentes; y nosotros de obedecerle (Mt 6.31-33).
Por último, resistir a Satanás permaneciendo firme en la fe. En otras palabras, no arrebate esas preocupaciones de las manos de Dios para angustiarse por ellas otra vez. Cuando los planes de ataque del diablo le hagan temblar, rechace sus mentiras y tenga fe en que el Señor es suficiente para manejar la situación.
jueves, 4 de junio de 2020
La clave para el contentamiento
La clave para el contentamiento
Filipenses 4.6-7
Mientras se encontraba
preso, Pablo escribió preciosas palabras acerca de la suficiencia de Cristo.
Tenemos la tendencia de acompañar la idea del goce (o contentamiento) con
vacaciones en la playa o en la montaña, pero el apóstol escribió que no debemos
estar ansiosos en ninguna circunstancia, porque tenemos la paz del Señor.
El contentamiento es el
patrimonio del creyente. La paz es parte del fruto espiritual que nos pertenece
cuando ponemos nuestra fe en el Salvador (Gá 5.22). El pasaje de hoy lo
describe como una paz interior que sobrepasa todo entendimiento (Fil 4.7). Jesús experimentó el
conflicto con una sensación de paz interior; y gracias a su Espíritu que mora
en nosotros, esa paz asombrosa pertenece también a los hijos de Dios, incluso
en los momentos en que nos encontramos con problemas que no tienen solución
terrenal.
He aquí la otra cara de la
moneda: “No hay paz para el malvado, dice el Señor” (Is 48.22 NVI). La cultura moderna
llama malvado a quien comete las acciones más viles, pero la definición de Dios
es mucho más amplia. Malvado es quien deliberadamente rechaza el derecho que
tiene Dios de perdonar sus pecados y de tener el señorío sobre su vida. Si
usted no le ha entregado su vida a Cristo, no es capaz de experimentar el
contentamiento real y duradero.
viernes, 13 de mayo de 2016
Cómo vencer la preocupación enfermiza
Cómo vencer la preocupación enfermiza
Leer | SALMO 37
Una vez que comprendemos cómo debilita la preocupación enfermiza la confianza en nuestro Padre celestial, y lo deseoso que está el Señor de librarnos de ella, es preciso que veamos algunas fuentes comunes de preocupación que podemos evitar.
La primera de ellas, es aprender a no prestar atención a las personas negativas. Hay muchos generadores de pesimismo a nuestro alrededor. Estoy seguro de que todos podemos pensar en diversas fuentes de pensamiento negativo, y en los pasos que podemos dar para evitarlos; esas fuentes pueden ser un vecino o un noticiero que nos sume en el desaliento. No tenemos que escuchar algo malo solo porque esté causando alboroto.
Almacenar tesoros en este mundo, es otra cosa que debemos evitar. Cuantos más bienes terrenales acumulemos, mayor será la tentación de angustiarnos por lo que podría pasarles a las cosas que tenemos.
Seremos dominados, bien sea por lo material, o por lo espiritual. El Señor lo dijo de esta manera: “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mt 6.24). Para evitar servir al amo incorrecto, debemos elegir deliberadamente buscar primero el reino de Dios y su justicia (v. 33). Esto significa que debemos esforzarnos por ser obedientes, y someternos al plan de Dios, mientras Él nos conforma a la imagen de Cristo.
La ansiedad puede ser vencida, pues Dios entiende nuestra propensión a preocuparnos. Por eso ha prometido que al poner sus asuntos en primer lugar, nuestras necesidades serán satisfechas. Cuanta más prioridad demos a Dios, menos terreno ganará la preocupación en nuestra vida.