viernes, 7 de marzo de 2025
Invertir en la eternidad
Los cristianos debemos invertir en la vida de otros. Todas las riquezas materiales de este mundo pasarán, y solo aquellos que creen en Jesucristo irán al cielo. Como sus seguidores, debemos dedicarnos a ayudar a que otros lo conozcan.
Dios ofrece salvación a todo el mundo, pero hay personas que nunca han escuchado que Cristo las ama, y que murió en la cruz por sus pecados (Jn 3.16). No siempre asociamos la palabra inconversos con vecinos, compañeros de trabajo ni amigos, pero la realidad es que las personas más cercanas a nosotros pueden no conocer el mensaje del evangelio.
La iglesia ha encontrado muchas maneras de anunciar las buenas nuevas de Jesucristo. Hay distintos ministerios que por ejemplo, llegan al mundo entero por medio de literatura, radio, TV, e Internet. Pero la evangelización de persona a persona sigue siendo una de las maneras más efectivas de hablar del Salvador, ya que los no creyentes pueden recibir respuesta a sus preocupaciones de una manera personal. Quienes ponen su fe en Cristo pueden ser discipulados, lo cual es vital para su crecimiento espiritual. No es suficiente donar dinero para que los misioneros puedan hacer este trabajo en países distantes; los campos cercanos están también listos para la cosecha, pero los obreros son pocos (Mt 9.37).
Cuando se trata de alcanzar a los perdidos, todos los creyentes son responsables. El Señor dijo: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Jn 20.21). Nadie podrá involucrarse jamás en una tarea más acertada o más perdurable, que la de derramar riqueza espiritual en la mente y el corazón de otra persona. Invertir en las almas es una labor de valor eterno.
miércoles, 1 de junio de 2022
Seguridad eterna: ¿Podemos estar seguros?
Seguridad eterna:
¿Podemos estar seguros?
1 Juan 5.1-13
Nuestro Padre celestial quiere que sepamos con certeza que tenemos la vida eterna por medio de su Hijo Jesucristo. ¿Qué garantías tenemos de que somos salvos por la eternidad?
El amor de Dios. Podemos estar seguros de la salvación eterna gracias al amor incondicional de nuestro Padre Celestial. Él demostró en la cruz lo mucho que significábamos para Él: envió a su Hijo a morir por nosotros para que pudiéramos tener vida eterna (1 Jn 4.9, 10).
La vida y la muerte de Cristo. Debido a que el Señor Jesús no peca, estuvo calificado para servir como nuestro sustituto y tomar nuestro lugar en la cruz. Al morir por nosotros, Él pagó por todos nuestros pecados y completó la obra necesaria para asegurar nuestra salvación (Jn 19.30).
La promesa del Señor Jesús. Tenemos la garantía de nuestro Señor de que pasaremos la eternidad con Él. El Señor prometió que nunca podremos estar separados de Él y que nadie podrá arrebatarnos de su mano (Jn 10.28). Él fue adelante a preparar un lugar para nosotros, y regresará para llevarnos allá (Jn 14.2, 3).
El Espíritu Santo que mora en nosotros. Otra garantía es la presencia del Espíritu de Dios dentro de cada creyente. El Espíritu Santo actúa como un sello, garantizando que pertenecemos al Señor, y como promesa de que nuestro futuro está en el cielo con Dios (2 Co 1.21, 22).
La Biblia está llena de promesas de Dios; nos dice que los que han recibido a Jesucristo como su Salvador pasarán la eternidad con Él. Si usted está batallando con la duda, medite en las Sagradas Escrituras, y pídale al Espíritu Santo que le guíe para tener una comprensión bíblica en cuanto a su salvación.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe,
Av. Fermín Errea 1386
Mar del Plata - Argentina
Telegram: t.me/pasosdefeargentina
jueves, 11 de agosto de 2011
El Cielo para Mañana

Con la expresión «cielo cubierto» o «cielo despejado» a menudo la radio anuncia el tiempo previsible para el día siguiente. Pero, hay otro cielo que sería necesario observar. Algunas gotas de lluvia e incluso un tiempo no muy clemente en general no tienen una importancia vital. Pero no preocuparse por este otro cielo y por lo que Dios previó puede acarrear trágicas consecuencias.
En un porvenir más o menos cercano cada uno tendrá que rendir cuentas de su vida y de la respuesta que dio a la salvación ofrecida por Dios. Jesucristo murió en la cruz para que el porvenir del ser humano no estuviese cargado de incertidumbre.
El creyente sabe que Cristo abrió el camino hasta Dios y que le prepara un lugar en su maravillosa presencia.
A veces las predicciones meteorológicas no se confirman, e incluso fallan. En cambio lo que la Palabra de Dios declara es infalible.
Si no escuchamos el pronóstico meteorológico podemos decir: –Ya veremos mañana. En cambio, el asunto de nuestro porvenir eterno es demasiado serio para que permanezcamos indiferentes.
Al contrario de todos los seres humanos, Dios conoce el porvenir y en consecuencia puede hablar de él. Lo que dice se cumple invariablemente. Es, pues, indispensable que usted inquiera acerca del cielo para mañana, es decir, que se preocupe por su eterno porvenir y por su relación con Dios. Para ello lea la Biblia, la revelación de Dios.
lunes, 16 de mayo de 2011
El Fin de lo Terrenal

Ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Apocalipsis 21:4.
Cierta vez un predicador del Evangelio conversó con un desconocido. Éste le dijo: –Usted habla de lo que cree, pero yo no creo lo que usted predica.
–¿Puedo saber qué es lo que usted cree?, repuso el predicador.
–Bien, creo que todo se acaba con la muerte, fue la respuesta.
–Yo también lo creo, dijo el creyente.
– ¿Qué, usted también cree que todo termina con la muerte?, exclamó su interlocutor. –Es cierto que la muerte pone fin a todo lo presente, prosiguió el predicador. Quita toda posibilidad de obrar mal, pone fin a todos nuestros deseos y vuelve superfluos todos nuestros proyectos. Todas las amistades se acaban, todo orgullo desaparece. La muerte pone fin a todo esto. Entonces todo el que no cree a Dios irá a la eterna perdición. En lo que me concierne, la muerte pone fin a todas mis preocupaciones y dificultades, a todos mis pesares, penas y lágrimas. Para mí todo esto termina con la muerte, y me iré de aquí para estar en la gloria de mi Señor, en donde me espera un infinito gozo, una eterna paz y felicidad. –No había considerado las cosas desde ese punto de vista, repuso el desconocido.
El resultado de esta conversación fue que más tarde el hombre halló la paz con Dios.
Sí, con la muerte todo lo terrenal termina. A los inconversos les espera el juicio; los hijos de Dios van con Cristo al paraíso, “teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Filipenses 1:23d). Su futuro es glorioso y está asegurado por la eternidad.