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viernes, 14 de marzo de 2025
jueves, 1 de febrero de 2024
El destino de un nombre
Mateo 1.18-25
Hoy, por lo general, damos nombres a los hijos basándonos en nuestras preferencias. Pero en los tiempos del Antiguo Testamento, los padres judíos escogían los nombres según lo que deseaban que sus hijos llegaran a ser, o de lo que estaba sucediendo en el momento del nacimiento. Los nombres conllevaban un sentido de la historia o del destino del niño.
Igualmente, Dios el Padre escogió el nombre de su Hijo y lo comunicó a José, diciendo: “Llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1.21). El nombre significa literalmente “Jehová es salvación”, que es exactamente lo que Jesús vino a hacer. Su obra de salvación puede resumirse en cuatro palabras:
Expiación. Nuestros pecados nos han hecho enemigos de Dios, pero Cristo vino a pagar nuestra pena con sangre. Como resultado, todos los que creen en Él pueden ser perdonados y reconciliados con el Padre (Ro 5.10).
Acceso. Jesús abrió la puerta para que pudiéramos relacionarnos con el Padre, y entrar con confianza a su presencia (Jn 14.6; He 4.16).
Adopción. Hemos sido adoptados como hijos de Dios por medio de Jesucristo. y somos herederos con Él (Ef 1.5; Ro 8.16-17).
Seguridad. Por medio de Jesús, hemos recibido vida eterna, la cual nunca puede perderse (Jn 5.24). Nuestro futuro está seguro en su nombre.
El destino de Jesús fue la muerte en una cruz para que pudiéramos tener vida eterna en gloria. El nombre del Señor debe hacer que nuestros corazones se desborden de amor y gratitud por nuestro Salvador, que se sacrificó para salvarnos.
sábado, 17 de febrero de 2018
El derecho a entrar al paraíso
El derecho a entrar al paraíso
Leer | Apocalipsis 21.22—22.7
La muerte es inevitable. El ladrón en la cruz sabía cuándo ocurriría la suya, pero la mayoría de nosotros no podemos predecir la nuestra. Después de su muerte, el criminal crucificado fue a vivir en el paraíso con el Señor. De la misma manera, habrá quienes vivirán eternamente en la presencia de Dios, y quienes sufrirán el tormento eterno, separados de Él por toda la eternidad.
Si ponemos nuestra fe en el Señor Jesús como Salvador, el castigo que merecemos por nuestro pecado es pagado, somos adoptados en la familia de Dios, y el cielo es nuestro hogar eterno. Pero si rechazamos al Señor Jesús, nos mantenemos alejados de Dios y bajo condenación por nuestro pecado, destinados a enfrentar la condenación eterna. Dios no prestará oídos a ninguna excusa, porque no hay ninguna defensa aceptable por la incredulidad (Hch 4.12).
Únase a la familia de Dios, hoy mismo. Reconozca su pecaminosidad y declare su fe orando de la siguiente manera: “Señor, he pecado contra ti; he seguido mi propia voluntad, y he rehusado darte el derecho de gobernar mi vida (Ro 3.10-12, 23). Reconozco que estoy separado de ti, y que no puedo salvarme a mí mismo. Creo que Jesucristo es tu Hijo. Acepto que su muerte en la cruz pagó toda mi deuda de pecado, y te pido que me perdones (1 Co 15. 3, 4; 1 Jn 1.9). Por fe, recibo al Señor Jesús como mi Salvador personal en este momento”. Si usted hizo esta oración a Dios, entonces, al igual que el ladrón en la cruz, ha recibido la salvación, un regalo de la gracia de Dios.
¡Gracias al Señor Jesús, el derecho a entrar en el paraíso le pertenece ahora!
jueves, 11 de agosto de 2011
El Cielo para Mañana

Con la expresión «cielo cubierto» o «cielo despejado» a menudo la radio anuncia el tiempo previsible para el día siguiente. Pero, hay otro cielo que sería necesario observar. Algunas gotas de lluvia e incluso un tiempo no muy clemente en general no tienen una importancia vital. Pero no preocuparse por este otro cielo y por lo que Dios previó puede acarrear trágicas consecuencias.
En un porvenir más o menos cercano cada uno tendrá que rendir cuentas de su vida y de la respuesta que dio a la salvación ofrecida por Dios. Jesucristo murió en la cruz para que el porvenir del ser humano no estuviese cargado de incertidumbre.
El creyente sabe que Cristo abrió el camino hasta Dios y que le prepara un lugar en su maravillosa presencia.
A veces las predicciones meteorológicas no se confirman, e incluso fallan. En cambio lo que la Palabra de Dios declara es infalible.
Si no escuchamos el pronóstico meteorológico podemos decir: –Ya veremos mañana. En cambio, el asunto de nuestro porvenir eterno es demasiado serio para que permanezcamos indiferentes.
Al contrario de todos los seres humanos, Dios conoce el porvenir y en consecuencia puede hablar de él. Lo que dice se cumple invariablemente. Es, pues, indispensable que usted inquiera acerca del cielo para mañana, es decir, que se preocupe por su eterno porvenir y por su relación con Dios. Para ello lea la Biblia, la revelación de Dios.
lunes, 16 de mayo de 2011
El Fin de lo Terrenal

Ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Apocalipsis 21:4.
Cierta vez un predicador del Evangelio conversó con un desconocido. Éste le dijo: –Usted habla de lo que cree, pero yo no creo lo que usted predica.
–¿Puedo saber qué es lo que usted cree?, repuso el predicador.
–Bien, creo que todo se acaba con la muerte, fue la respuesta.
–Yo también lo creo, dijo el creyente.
– ¿Qué, usted también cree que todo termina con la muerte?, exclamó su interlocutor. –Es cierto que la muerte pone fin a todo lo presente, prosiguió el predicador. Quita toda posibilidad de obrar mal, pone fin a todos nuestros deseos y vuelve superfluos todos nuestros proyectos. Todas las amistades se acaban, todo orgullo desaparece. La muerte pone fin a todo esto. Entonces todo el que no cree a Dios irá a la eterna perdición. En lo que me concierne, la muerte pone fin a todas mis preocupaciones y dificultades, a todos mis pesares, penas y lágrimas. Para mí todo esto termina con la muerte, y me iré de aquí para estar en la gloria de mi Señor, en donde me espera un infinito gozo, una eterna paz y felicidad. –No había considerado las cosas desde ese punto de vista, repuso el desconocido.
El resultado de esta conversación fue que más tarde el hombre halló la paz con Dios.
Sí, con la muerte todo lo terrenal termina. A los inconversos les espera el juicio; los hijos de Dios van con Cristo al paraíso, “teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Filipenses 1:23d). Su futuro es glorioso y está asegurado por la eternidad.
viernes, 22 de abril de 2011
EL LIBRO DIFERENTE

Es la Biblia. Es el libro que es diferente.
Los siglos pasan, pero la Biblia ahí está todavía
Los imperios aparecen, desaparecen y son olvidados,
Pero la Biblia permanece.
Las dinastías suceden a las dinastías,
Pero la Biblia ahí está.
Los reyes son coronados y destronados,
Pero la Biblia ahí está.
Los emperadores decretan su destrucción, pero ahí está.
Los ateos la atacan, pero ahí está.
Los agnósticos sonríen cínicamente, pero ahí está.
Los incrédulos lo abandonan, pero ahí está.
Los de la alta crítica niegan su inspiración,
Pero ahí está.
Encienden hogueras para quemarla,
Pero ahí está.
Se predice que será abandonada y olvidada pronto,
Pero ahí está.
Los modernistas tratan de "desmitificarla",
pero ahí está.
Pues Dios a decretado y declarado:
"EL CIELO Y LA TIERRA PASARÁN, PERO MIS PALABRAS NO PASARÁN."
miércoles, 30 de marzo de 2011
sábado, 6 de marzo de 2010
domingo, 21 de febrero de 2010
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